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This is a podcast episode where the speaker, Aria García, shares her experiences as a mother of an autistic child. She talks about the difficulties she faced after receiving her son's autism diagnosis and the impact it had on her emotional well-being. She emphasizes the importance of self-care and how it positively affects both the mother and the child. Aria explains that through her own journey of self-discovery and studying coaching and emotional intelligence, she was able to improve her quality of life and strengthen her bond with her son. She also highlights the lack of focus on parental well-being in existing services and professionals and introduces her own methodology called "conscious self-care" to support families with autistic children. This methodology combines self-awareness, emotional management, and self-esteem as the pillars for the mother's well-being and the optimal development of the child. Hola, hola y bienvenida a Te Abrazo, el podcast de apoyo emocional para familias de niños y niñas con autismo. Yo soy Aria García, coach y mamá de un niño autista. Me llena enormemente el corazón estar aquí compartiendo contigo mis aprendizajes y experiencias como madre en el mundo de la neurodiversidad y todo lo que me ha ayudado a construir mi oasis de paz en ese desierto de soledad, miedos y angustia en el que viví durante mucho tiempo tras recibir el diagnóstico de autismo de mi hijo. Mi propósito es acompañarte a través de este espacio en un viaje de autocuidado consciente en el que encontrarás recursos, herramientas y mucha inspiración sobre autoconocimiento, gestión emocional y autoestima para que puedas empezar a cuidar de ti como mereces entendiendo lo importante que es para tu bienestar y el impacto tan positivo que este tiene en el desarrollo de tu hijo o hija autista. ¿Estás lista? ¡Empezamos! Bienvenida a este primer episodio en el que te voy a contar quién soy, por qué hago lo que hago, pero sobre todo para qué y te voy a explicar por qué considero tan importante el autocuidado consciente en la maternidad de un hijo autista o con necesidades especiales. Cuando mi hijo cumplía dos años, hace más de cinco años ya, en una revisión rutinaria el pediatra detectó ciertas dificultades o retrasos en su desarrollo. A pesar de que en ese momento no me nombraron la palabra autismo, me aconsejaron derivar a mi hijo al área de salud mental para valorar con más detalle esos retrasos de su desarrollo. Fue tan impactante escuchar el término salud mental en ese momento que me quedé paralizada sin ni siquiera saber cómo reaccionar ya que la incertidumbre y los miedos empezaron a hacerse notar. Tras un proceso de entrevistas y valoraciones apareció el concepto TEA en un informe, pero lo cierto es que la misma persona que me entregó ese informe no me explicó qué significaba eso y mucho menos por qué mi hijo tenía ese trastorno entre comillas. Para empezar no sabía ni lo que significaban las siglas TEA, así que nada más salir de la consulta fui corriendo a buscarlo en Google y descubrí qué significaba trastorno del espectro autista. Mi reacción en ese momento fue en plan ¿qué? ¿trastorno? ¿espectro? ¿autista? ¿pero de qué me están hablando? ¿y por qué? Si te ha pasado como a mí, que no tenía ningún referente o caso de autismo en mi entorno más cercano, entenderás perfectamente esa sensación de pánico. En mi caso yo la verdad es que no tenía grandes sospechas sobre esos retrasos de su desarrollo, aunque sí me había dado cuenta de que en cierto modo mi hijo se comportaba un poco diferente al resto de niños de mi entorno, pero nada grave, simplemente pensé pues eso, que cada niño se desarrolla a su ritmo sin más. Todo lo que sabía sobre autismo era lo poco que había podido ver hacía muchísimos años ya en la famosa película Rain Man en la que el protagonista es autista. Tras pasar por todo tipo de fases emocionales como shock, negación, incredulidad, miedo, rabia, etcétera, no tardé mucho en ponerme en contacto con diferentes terapeutas en busca de respuestas y segundas opiniones, pero a medida que indagaba más, el diagnóstico se iba haciendo más y más evidente. Investigué todo lo que tenía mi alcance sobre esta condición hasta la obsesión de querer encontrar una cura. Ingenua de mí, luego descubrí que el autismo es una condición y que evidentemente no tiene cura, ya que naces con ello. Lo cierto es que pasaron alrededor de dos años hasta que me pude dar cuenta de que yo no estaba bien y no tenía las herramientas para ayudarme, ya que tenía muchísima ansiedad, había estado perdiendo mucho peso debido a la angustia, sufría de insomnio y me había aislado del mundo en una finca que tienen mis padres en el campo. Y me olvidé de mí, es decir, me abandoné por completo, pero realmente porque no sabía qué hacer como para salir de esa situación, de ese bucle de tristeza y de desmotivación. Y es que realmente, viéndolo ahora con perspectiva, en esa época siento que perdí la ilusión por mi maternidad, cuando mi hijo había sido lo más deseado para mí desde el momento en el que supe que estaba embarazada de él. Lo peor de todo fue no darme cuenta durante tanto tiempo de que me había desconectado totalmente de mí y de mi hijo. A pesar de que yo sólo vivía por y para él, no sabía realmente cómo estimularlo, más allá de las pautas que me daban los terapeutas, no sabía cómo comunicarme con él ni cómo ofrecerle los apoyos que necesitaba. Finalmente, después de dar muchas vueltas, decidí empezar un proceso con una psicóloga para que me ayudara a salir del hoyo en el que me encontraba. Lo que más recuerdo de ese proceso, que se me quedó grabado a fuego para siempre, fue cuando me preguntó, Aria, ¿tú qué haces para cuidarte? A lo que respondí un nada en mayúsculas. No hago nada para cuidarme porque no tengo tiempo, ni siquiera puedo salir con mis amigas. Sólo tengo tiempo para cuidar y para estar con mi hijo, porque además soy madre soltera, que por si fuera poco, también tengo que lidiar con esa parte. Por otro lado, siempre me apasionó el mundo de la psicología y del desarrollo personal, y siempre se me había quedado como la espinita de estudiar algo relacionado con ese mundo. Entonces, con más razón que nunca, decidí estudiar un máster en Coaching Transpersonal e Inteligencia Emocional, y bendita la hora. Bendita la hora porque fue de las mejores decisiones, sin duda, que he tomado en mi vida. Ese máster fue la excusa perfecta para iniciar un camino de autodescubrimiento que, aunque yo en ese momento no lo sabía, lo cambiaría absolutamente todo. A medida que iba conociendo diferentes herramientas y métodos a través de las formaciones que iba realizando, y a medida que iba experimentándolas en primera persona, fui buscando la forma de adaptarlas a mi vida personal, a mis circunstancias, para que de alguna manera fueran como el apoyo o la base de mi crecimiento, de mi evolución como madre de un niño autista. Casi sin darme cuenta, mi calidad de vida empezó a mejorar significativamente, pero lo más sorprendente fue descubrir cómo, a medida que yo iba aceptando el diagnóstico de mi hijo, integrándolo y normalizándolo, tratándolo con total normalidad en nuestra vida, mi bienestar emocional mejoraba muchísimo. Y lo más curioso fue que empecé a notar que mi hijo también empezaba a mejorar. O sea, sus dificultades iban perdiendo fuerza e incluso empezó a hablar y a comunicarse y a conectar conmigo a otro nivel. Desde ese momento puedo decir que mi hijo y yo nos hemos convertido en un equipo inquebrantable. Llegado a este punto y viendo lo bien que estábamos después de haber hecho mi proceso con la psicóloga y haber finalizado el máster en Coaching Transpersonal e Inteligencia Emocional, lo cierto es que me llamó mucho la atención que tanto los servicios o ayudas que tenemos a nuestro alcance por parte de la salud pública, como los profesionales con los que habíamos tratado hasta entonces, ninguno está enfocado en la familia. Ninguno le da la importancia que merece al bienestar de la madre y del padre en el desarrollo del niño, ya que todo se enfoca únicamente en abordar las necesidades del niño o de la niña. Pero la familia es la gran olvidada en esta ecuación, hasta tal punto de que al principio yo pensaba que con llevar a mi hijo a terapias, por mi parte, ya estaba todo el trabajo hecho y sería responsabilidad, entre comillas, de los terapeutas que la situación mejorara o no. Ingenua de mí, nuevamente. Bueno, fue entonces cuando tuve la idea de crear una metodología propia, hecha por mí, de apoyo emocional para familias de niños y niñas con autismo, con todos esos recursos y herramientas que tanto me estaban ayudando. Porque si a mí y a mi chiquitín nos estaban funcionando, seguro que también le podrían servir de ayuda a otras familias. A esta metodología la denomine autocuidado consciente, en la que los pilares que la definen son como una fusión entre autoconocimiento, gestión emocional y autoestima, como base fundamental para el bienestar de la madre y, en consecuencia, para el óptimo desarrollo de su hijo autista. Y digo que es una fusión de estos tres pilares porque, aunque parezca que son conceptos súper dispares, lo cierto es que en este caso no se pueden ni se deben abordar por separado, ya que se retroalimentan entre sí. Y te voy a explicar por qué. El pilar número uno es el autoconocimiento. El autocuidado consciente empieza con el autoconocimiento, es decir, necesitas ser consciente de tus propias fortalezas, de tus emociones, de tus necesidades y de tus límites también, para poder cuidarte de manera consciente. Cuando vives en sintonía con tu cuerpo, con tu mente y con tus emociones, puedes identificar claramente las señales que éstas te envían. Por ejemplo, sabrás cuando necesitas tomarte un descanso en lugar de un café doble, sabrás cuando necesitas pedir ayuda en lugar de cargar con todo tú sola o incluso sabrás cuando necesitas realizar o practicar cualquier forma de cuidado para regularte, para recargarte e incluso para honrarte también por todo lo que haces, dándote la prioridad adecuada para poder mantener tu mundo interior en equilibrio, en lugar de dejarte en el último puesto de tu lista de prioridades o de tareas que hacer cada día, porque sabes que así al final nunca encuentras tiempo para ti. El segundo pilar es la gestión emocional. El autocuidado consciente te ayuda a validar tus emociones sin reprimirlas, sin negarlas o rechazarlas, gestionándolas desde el entendimiento de su función, es decir, entendiendo para qué aparecen las emociones y qué función tienen y la aceptación de su presencia para que no persistan más tiempo del adecuado y de así no se conviertan en posibles problemas de salud mental o física en un futuro o incluso tampoco se conviertan en ese motivo de conflicto con otras personas de nuestro entorno. En este pilar de gestión emocional considero fundamental abordar también las fases del duelo por el que pasamos las familias tras recibir el diagnóstico de autismo, en ocasiones desconocidas para nosotras. Entender el proceso de duelo desde el shock y la negación hasta la integración y aceptación total del diagnóstico y de las nuevas circunstancias que nos van a acompañar a lo largo de nuestra maternidad nos ayudará a tener una mirada mucho más compasiva hacia nuestro proceso particular, entendiendo que no es nuestra culpa porque no hemos hecho nada mal, que no existe una cura para el autismo porque es una condición con la que se nace y que está bien tomarnos el tiempo necesario para asimilar la noticia hasta adaptarnos a esa nueva e inesperada realidad. El autocuidado consciente te orienta para que puedas emplear estrategias de afrontamiento y herramientas para mantenerte en equilibrio emocional y cuidar de ti misma de manera efectiva. El pilar número 3 es la autoestima en el autocuidado consciente. A medida que te vas conociendo mejor, vas gestionando tus emociones de una manera más positiva, empiezas a dedicarte esos ratitos o esos espacios que necesitas para validarlas y permitirte transitarlas sin negarlas. Al sentir este reconocimiento y merecimiento de tus necesidades, gustos, preferencias personales, etcétera, te estás dando la prioridad necesaria a ti misma y entiendes la importancia de tratarte y hablarte con amabilidad, respeto y compasión. Esto indudablemente provoca un aumento de tu autoestima por estar fortaleciendo tu sentido de valía personal y aumentando la confianza y la seguridad en ti misma. El beneficio principal de practicar el autocuidado consciente abordando estos tres pilares es que te permite experimentar un mayor bienestar general a todos los niveles, te sientes más equilibrada y mucho más tranquila y en control de tu vida. Esto es lo que te va a permitir afrontar los desafíos de esta crianza de alta demanda con mayor seguridad, con mayor confianza, con mucha calma y mucha, mucha, mucha resiliencia, ya que estarás aceptando la vida tal como es, reconociéndote y aceptándote tal como eres con tus fortalezas y tus debilidades, aprendiendo a vivir siempre a tu favor y aceptando e integrando también a tu peque con su condición de autismo, con su personalidad, con sus necesidades especiales y con sus dificultades tal como él es. ¿Tú te imaginas el impacto tan positivo que esta aceptación a todos los niveles puede tener en tu relación con tu peque y en el ambiente familiar en general? Bueno, en conclusión es importante que reconozcas la importancia de cuidarte y admirarte a ti misma por la gran labor que haces como madre y dediques tiempo y energía a tu autocuidado consciente enfocándote en tu bienestar emocional para poder cuidar de tu peque autista con todo tu amor y presencia. De igual manera también te digo que es fundamental que bajen los niveles de autoexigencia y de culpa que puedan estar apareciendo sobre este asunto. No te comparto toda esta información para que identifiques lo que no estás haciendo a día de hoy ni todo lo que te falta por hacer y mucho menos para que te lleves una lista de mil tareas con todas las que ya tienes de por sí en tu día a día y encima ahora también abordar el autocuidado consciente. No, mi mensaje no va por ahí. Te pido por favor que no caigas en la trampa de interpretar que el autocuidado consciente es una obligación más de las de tantas que ya tienes. Te pido por favor que entiendas que la esencia de este mensaje no está en el hacer sino en el ser, un ser con mayúsculas. Quiero que entiendas la importancia del autocuidado consciente para que seas tú misma, para que te reconozcas como mujer y como madre y como pilar fundamental en el desarrollo de tu peque y desde ahí ganes la convicción de que darte la prioridad que mereces para cuidarte es lo mejor que puedes hacer por el bien de tu peque autista, no sólo por el tuyo. Que sí, que las terapias están muy bien y son fundamentales y necesarias, pero al final el peque con quien más tiempo pasa es con nosotras. Somos un ejemplo para nuestros hijos también y es súper importante que ellos vean que mamá también se cuida, que mamá está bien. Necesitamos de alguna manera, sutilmente, por decirlo de alguna manera, enviarles ese mensaje. Te comparto esta información para que te prestes atención, para que dejes de sobrevivir en piloto automático y empieces a vivir cuidando de ti como mereces, pero de forma totalmente consciente. Y quizás en este punto te estés preguntando por qué insisto tanto en este asunto, por qué considero tan importante abordar el autocuidado de forma totalmente consciente. Y es que como madre de un niño autista entiendo perfectamente tu dolor, porque tu dolor de hoy también fue mi dolor de ayer. Yo también lo transité, yo también me encerré en mí misma y me ahogué en mis emociones. Yo también dejé de lado radicalmente mi cuidado y mi autoestima también se vio gravemente afectada por esos sentimientos de culpa y de angustia y de no sentir que era lo suficiente buena madre para ofrecerle a mi hijo los apoyos que necesitaba. Por este motivo he creado este espacio de autocuidado consciente para familias de niños y niñas autistas. Es sin duda el recurso o la guía que me hubiese gustado tener cuando inicié mi camino en el mundo del autismo. Te lo comparto para que no cometas los errores que yo cometí y para facilitarte toda esa información y todas esas herramientas que a mí me hubiese gustado tener, que yo hubiese necesitado para hacerme ese camino un poco más llevadero y ligero de peso. Mi objetivo es que entiendas realmente lo importante que es conocerte en profundidad para poder cuidar de ti física, mental y emocionalmente, para que puedas transformar tus emociones alborotadas en emociones más constructivas, tus pensamientos negativos en un diálogo interior mucho más compasivo y empático contigo y para que cambies tus sentimientos de culpa o de inferioridad por seguridad y confianza en ti misma como mujer y como madre. Aunque puedas dudar ahora de que esta transformación de la que te hablo sea posible, quiero que te des la oportunidad de abrirte a la idea de que sí lo es y que lo vayas probando por ti misma. La gran beneficiada, insisto, no serás sólo tú, también será un gran beneficio para el bienestar general de tu hijo o de tu hija autista, porque cada gesto de cuidado que hagas hoy por ti lo estarás haciendo también por él o por ella. De corazón que mi intención con este espacio no es otra que aportarte el impulso que necesitas hoy para que no te sigas dejando ni un día más en el último puesto de tu lista de prioridades. El autismo es una carrera de fondo, entra por la puerta de nuestra casa para quedarse para siempre, pero para aliarte con él primero has de aliarte contigo, para abrazar el autismo primero has de abrazarte a ti misma y dejar de verlo como una amenaza a tu bienestar y convertirlo en tu maestro de crecimiento personal. El autismo es ese gran aliado que ha venido a sacarte de tu zona de confort poniendo a prueba la grandeza de tu alma para que de una vez por todas puedas reconocerla y sentir auténtica admiración y amor por ti. Este espacio es una invitación a la reflexión y como te decía un impulso para pasar a la acción para que a partir de hoy puedas empezar a vaciar tus días de exigencia, de culpa, de ansiedad y de angustia y los empieces a llenar de compasión, de empatía, de bienestar emocional y de mucho mucho mucho amor por ti, porque lo estás haciendo súper bien. Mi propósito no es evitarte el dolor ni que mires hacia otro lado, no, mi propósito es hacerte más corto y sencillo el camino que yo ya transité y brindarte las herramientas que a mí me hubiese encantado tener a mano para conocerme mejor y para entender qué estaba ocurriendo en mi mundo interior cuando aterricé en ese desierto de soledad, miedos y angustia. ¿Alguna vez te has parado a pensar qué significaría esto para ti? Bueno, en definitiva y para cerrar este primer capítulo de bienvenida, mi propósito con este espacio es que puedas descubrir una nueva perspectiva sobre el autocuidado consciente en tu papel de madre de un niño o niña autista o neurodiverso, que puedas aprender estrategias prácticas para prevenir y manejar el estrés y las emociones abrumadoras de manera muy saludable para ti y para tu familia, que puedas fortalecer tu autoestima, reconocer y admirar tu valía como mujer y como madre y que puedas incorporar el autocuidado consciente en tu rutina a través de herramientas y recursos prácticos muy muy sencillos de aplicar en una crianza de alta demanda como es la nuestra, la crianza de un pequeño autista. Bueno, este episodio ya va llegando a su fin, pero si quieres mantenerte al día de todo lo que sucede a bordo de Te Abrazo, mi comunidad de apoyo emocional a familias de niños y niñas autistas, puedes encontrarme en Instagram como ariagarcia.coax o en mi página web www.ariagarcia.com en el apartado Comunidad Te Abrazo. Si te unes ahora a Te Abrazo, entrarás automáticamente en una lista para ser de las primeras en recibir totalmente gratis una audioguía de autocuidado consciente enfocada a las familias de pequeños con autismo. Y no sólo eso, sino que además recibirás directamente y antes que nadie en tu correo electrónico todas las novedades, recursos, inspiración, fechas de apertura de todos los talleres que están por venir y que sólo comparto a través de ese canal en mi newsletter. Entra ahora en www.ariagarcia.com del apartado Comunidad Te Abrazo y suscríbete en el formulario que te he dejado ahí. De todas formas, te dejo toda esta información en la descripción de este episodio. Te espero con muchísima ilusión para empezar a crecer juntas en este complejo mundo de la maternidad neurodiversa. Nos vemos dentro. Y para despedirme ahora sí sólo me queda darte las gracias por llegar hasta aquí, por escucharme hasta el final y por favor te pido una vez más que no te olvides de que tu bienestar tiene un impacto muy, muy, muy positivo, incalculablemente positivo en el desarrollo de tu pequeautista. Con mucho cariño, te abrazo muy fuerte y nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Hasta pronto!