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Hallamos esta instrucción para ministros Jovenes en el ministerio, es la instrucción de como y qué significa la santa cena.
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Hallamos esta instrucción para ministros Jovenes en el ministerio, es la instrucción de como y qué significa la santa cena.
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Hallamos esta instrucción para ministros Jovenes en el ministerio, es la instrucción de como y qué significa la santa cena.
The speaker begins by praying for guidance and asking for wisdom to understand and apply the principles of the Lord's Supper. They discuss the significance of the communion and how it represents Jesus' promise to return in the future. They mention that the communion is a celebration of victory and that all the redeemed will participate in the great wedding feast. They also address the question of whether non-believers can participate in the communion and suggest that it is an opportunity to invite them to accept Jesus as their savior. The speaker concludes by emphasizing the importance of celebrating the communion while waiting for Jesus' return and warns against taking it unworthily. Muy bien. Buenas tardes, doctores, ¿cómo están? Bienvenidos, doctor Carlos. Vamos a orar. Vamos a pedirle al Señor que Él nos guíe en este momento. Gracias, Señor. Gracias, Señor, porque Tú tienes en control la vida de cada uno de nosotros, Señor, la vida de cada uno de los congregantes en las iglesias donde estamos pastoreando, donde estamos ministrando, donde estamos sirviendo. Pedimos ahora que Tu Palabra, Señor, y Tu Espíritu Santo, Señor, nos ayude, nos entrene, Señor, nos capacite con Tu Palabra, con la sabiduría, Señor, que solamente viene de Ti, Señor. Ayúdanos a entender los principios, a comprenderlos, a aplicarlos, y a pensar, Señor, de una manera madura, Señor, en que nosotros necesitamos, Señor, necesitamos de Tu Palabra y de los consejos, Señor, que vamos a escuchar. Ayúdanos y damos de nuevo para proclamar Tu Palabra en esta tarde en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Muy bien. Estamos entonces en temas, en la serie de temas y consejos prácticos para la vida del ministro Houghton en el ministerio, ¿verdad? Hijo, en el pastorado. Y estamos hablando, vimos la sección 1, lo que es las bodas, la sección 2, el bautismo, la sección 3, la presentación de niños, y estamos en la sección 4, la celebración de la Santa Cena, y es la parte 2 o 3. 3, ¿verdad? Sí, OK. Sí, la parte 3. Bien, vamos a a leer primero los Corintios once, veintitrés al veintiséis. Corintios once, veintitrés al veintiséis. Vamos a tratar de terminar el día de hoy, si Dios nos permite. Dice, porque yo recibí del Señor lo que también nos ha enseñado, que el Señor, la noche que fue entregado, tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y dijo, tomar, comer, es mi cuerpo, por vosotros es partido. Hacer esto en memoria de mí, asimismo tomó también la copa después del cenado diciendo, esta copa es el nuevo pacto de mi sangre, hacer esto todas las veces que la bebierais en memoria de mí. Así pues, todas las veces que comierais este pan y bebierais esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. Y dijimos que esto implica tres cosas que habla del pasado, del presente, y ahora vamos a ver la parte tres, que es la del futuro, ¿se recuerdan? Bien, parte tres, entonces, la cena del Señor tiene significado hacia el futuro, y esto es Jesús viene otra vez, por eso dice, hagan esto en memoria de mí, todas las veces que la bebierais, hasta que ¿Qué? El venga, ahí está, es al futuro. Bien, ahora fíjense bien, el pan y el vino son prototipos de lo que será la más grande celebración de victoria en toda la historia. ¿Viste? Tres escritores ahí de los evangelios nos señalan este, este, este acontecimiento que Jesús les dijo, que ya no bebería más del fruto de la vid, desde ahora hasta que el día de que beba con ellos mismos, y está hablando del vino nuevo en el reino de mi padre, ¿se acuerdan? Mateo veintiséis, veintinueve, anótenlos si son más amables, Mateo veintiséis, veintinueve, ya lo leen con calma, lo analizan un poco más, Lucas veintidós dieciocho, repito, Lucas veintidós dieciocho y Marcos catorce, veinticinco Marcos catorce, veinticinco Bien, entonces, cada vez que practicamos entonces la cena del Señor, estamos recordando la promesa de Jesús de que él regresaría, de que él volvería, y obviamente estamos hablando de este gran banquete que es el banquete de bodas, ¿se acuerdan? Porque dice, el Señor mismo vendrá a las nubes, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego nosotros los que hayamos quedado, ¿qué? Seremos arrebatados juntamente con ellos, ahí donde nos vamos a reunir a las bodas del Cordero, esta gran celebración, ¿verdad? Y yo dije, será la más grande celebración de victoria de toda la historia. Ahora, fíjense bien, ahí está a concluir o a finiquitar esta celebración de la cena del Señor. Porque ya no lo vamos a necesitar. ¿Amén? Entonces, como, mientras no llegue el Señor, pues hay que aprovechar, ¿verdad? Hay que festejarlo. Apocalipsis diecinueve siete, se lo leo, dice así, Apocalipsis diecinueve siete, gocémonos y alegrémonos y démosle gloria porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Capítulo diecinueve verso nueve. Y el ángel me dijo, escribe, bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo, estas son palabras verdaderas de Dios. Primero los corintios once veintiséis Pablo también menciona lo que ya leímos así pues todas las veces que coméis este pan y bebéis esta copa a la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. Venga. Estamos hablando entonces del futuro. ¿Quiénes participarán de esta gran celebración? Allá en las bodas del Cordero. Obviamente todos los que fueron o fuimos redimidos. ¿Amén? Todos los redimidos, los que hemos creído en el unigénito de Dios. Los que hayamos entregado nuestra vida a él. Ahora, como lo que coloquialmente nosotros entendemos, los que hemos recibido a Jesús como nuestro único y suficiente salvador, ¿verdad? Eso es lo más común que nosotros escuchamos en las congregaciones, ¿no? Entonces, mire, mientras no celebremos la cena, más bien las bodas del Cordero, debemos de recordar entonces que Cristo viene pronto. Y obviamente que Cristo cumplirá su promesa. Ahora, fíjense bien, pastores, encargados, debemos entender que siempre que vamos a celebrar la cena del Señor nos encontraremos en las congregaciones que habrá personas no creyentes o no cristianas. Bueno, no tanto no creyentes, porque si no, si no estuvieran ahí, ¿verdad? Más bien no cristianas, personas que no se han arrepentido, no convertidas, más bien dicho. Amén. Entonces, como va a haber gente no convertida, en tu celebración de la cena del Señor, ahí es donde a veces el pensamiento será bueno o no será bueno que participe, porque entonces va a comer indignamente, o no le permitimos. Bueno, viene la pregunta aquí, la celebración es para recordar, conmemorar, en memoria de lo que Jesús hizo, etcétera, etcétera, ya lo vimos. Pero ¿por qué no decirle al no creyente, amigo, le gustaría estar en este banquete y a explicarle? Entonces él tiene que auto-examinarse y tiene que decidir si le gustaría o no le gustaría. ¿Le gustaría ser llamado a las bodas del Cordero? Pues se le dice que sí. Entonces usted le dice, hoy usted puede entregar su vida al Señor. Amén. Y serés inscrito ahí en la lista de los invitados a la gran cena. O sea, las bodas del Cordero. Mire, 2 Corintios 6.2 dice, porque dice, en tiempo aceptable te he oído y en día de salvación te he socorrido. ¿A quién le habla? Pues al no creyente. He aquí ahora el tiempo aceptable, he aquí ahora el día de salvación. Entonces, si un no convertido se arrepiente, obtiene la salvación, le pregunta a usted, usted que piensa, ¿puede participar de la cena, de la santa cena o de la cena del Señor? Claro que puede. Hebreo 7, 7 al 8. Hebreo 7, 7 al 8 dice, por lo cual, como dice el Espíritu Santo, si oyerais hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como a provocación en el día de la tentación en el desierto. Aquí usted puede hacer una comparación como el pueblo de Israel permanecía en un corazón con un corazón endurecido, ¿no? ¿Verdad? Y no entró a la tierra prometida, no recibió la bendición, ¿por qué? Por tener el corazón endurecido. Usted le explica entonces al inconverso que él debe de poner su corazón delante de Dios y ablandar corazón, ¿para qué? Para que entre Jesús a su vida y entonces pueda participar de la cena, de la comunión del Señor con el Señor. Entonces, si se arrepiente ese día, entonces ese día él puede, ¿me escucha? Él puede participar de la celebración de la santa cena. Primera Corintios 12, dice, el que no amare al Señor Jesucristo sea anatema. Después viene una palabrita ahí en griego que dice, ¿qué? Maranata, el Señor viene. Amén. Es una de las pocas veces en que la Escritura menciona esta palabra en el griego, Maranata, el Señor viene. Pablo lo mencionó varias veces en filipenses, de una manera indirecta. Indirecta, filipenses 4, 5 dice, yo se los leo rápidamente, vuestra gentileza sea conocida delante de todos los hombres, y dice, el Señor está cerca, oh Maranata. Santiago 5, 8, tened también paciencia vosotros, perdón, tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, que la venida del Señor se acerca. Apocalipsis 22, 20, el que da testimonio de estas cosas dice, ciertamente vengo en breve. Amén. Sí, ven Señor Jesús. Aquí habla Jesús y habla la iglesia, la respuesta de la iglesia. Pero mientras tanto el Señor no venga. Tenemos pastores encargados, ministros, tenemos que mantener este mandamiento de esta gran celebración tan hermosa como lo es que la cena del Señor. Ah, necesitamos experimentarlo, necesitamos poner en práctica las congregaciones. Ahora, vamos a tomar el punto donde dice, tomar indignamente. Vamos a leer primero los Corintios 11, 24 al 31. Primero los Corintios 11, 24 al 31, y dice, Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo, Tomar, comer, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido, hacer esto en memoria de mí. Así mismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo, Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre. Toma de esto todas las veces que la bebieras en memoria de mí. Así pues, todas las veces que comieras este pan y bebieras esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. Vamos a responder entonces la pregunta que hicimos. Verso 27. De manera que cualquiera, fíjese bien, cualquiera, y aquí se refiere tanto a los no creyentes, a los incrédulos, como a los creyentes. ¿Me está oyendo? ¿Eh? Porque aquí esta carta, ¿a quién se les dice? A los creyentes. ¿Verdad? Entonces dice cualquiera, dice, que comiera este pan y bebiera esta copa del Señor indignamente, y luego viene de una coma, ¿qué va a pasar? Será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. O sea, lo que Jesús ofreció como sacrificio, hay gente culpable de eso, ¿sí o no? ¿Eh? Aunque en el plan de Dios, pero acuérdate que Jesús le dijo, esto se te va a demandar. Se le va a demandar, entonces, dentro de la demanda, dentro de la culpabilidad, entonces, van a aparecer en la lista aquellos que están bebiendo y comiendo la copa y el pan indignamente. Amén. Verso 28. Por tanto, aquí es donde viene. Y este, ¿cómo dice? Pruébese cada uno a sí mismo. Esta es una responsabilidad personal. Vuelvo a repetir, para aquel que es convertido como aquel que no lo es. Cada uno, dice, así mismo dice, y coma así del pan y beba de la copa. O sea, ¿qué quiere decir? Después de que uno se autoexamina, después de que uno mismo se prueba a sí mismo, o sea, ¿cómo estoy viviendo? ¿Qué es lo que estoy haciendo? ¿Cómo está mi vida? ¿Acepto o no acepto el sacrificio? ¿Soy redimido o no soy redimido? ¿Soy santo o no soy santo? Todas esas cuestionamientos que tenemos que hacerles mencionar a la gente, ¿verdad? Entonces, verso 29, lo repite aquí la palabra del Señor, porque el que come y bebe indignamente, y luego vienen dos palabras, sin discernir El cuerpo del Señor, juicio, come y bebe para sí. Dice bien, sin discernir. ¿Qué provoca entonces el comer indignamente? Sin discernir, juicio. ¿Verdad? ¿Ya lo ve? Y vuelve la pregunta, ¿a quién se refería San Pablo? ¿A los cristianos o los no cristianos? A los primeros, ¿no? Cristianos. Entonces, fíjese bien, ¿cuál es el juicio? Verso 30. O ese es el producto del resultado de comer indignamente. Por lo cual, hay muchos enfermos, muchos debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Esta palabra, dormir, es un sinónimo de morirse. Tres cosas, enfermos, debilitados y muertos. Ese es el juicio. ¿Me está oyendo? O sea, el comer indignamente, dice, si pues nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Ahí termina y concluye este pasaje que yo les dije que íbamos a leer, ¿verdad? Ahora, fíjese bien, entonces, ya dijimos, la cena del Señor es un recordatorio de lo que Jesús hizo, ¿en dónde? En el pasado. ¿Verdad? Un símbolo de nuestro presente compañerismo con Él, y una promesa de lo que hará en el futuro. Ya estoy ratificando nada más lo que ya enseñamos. Vuelvo a hacer la pregunta, entonces, si usted está en plena celebración de la cena del Señor, y llega un incrédulo ahí, eso mismo se los digo a los corintios, ¿se acuerdan? A veces llega un incrédulo, y tú estás hablando de lenguas, y que estás peleándote, y que estás todo borracho porque dice que llegaban a comer. O sea, había una comparación de la comida y la bebida, pero estos venían y comían de más, y luego venían y se tomaban todo el vinito que había ahí, que les tocaba a todos, se lo echaban antes. Ya me están entendiendo. O sea, se les pasó la... ¿Cómo se dice? Se pasaron de la raya. Entonces, ahí tenían que examinarse, a ver, ¿a qué vienes? ¿Vienes a comer? ¿Vienes a beber? ¿O vienes a celebrar lo que Jesús hizo en tu vida? Lo que tú ya haces, supone que has renunciado a tus pecados, ¿no? Que has creído en Cristo para salvación. Ahora, todos estos que hemos recibido la salvación, que hemos invitados a participar de la muerte y de la resurrección de Cristo, somos los que podemos participar de la cena del Señor. ¿Amén? Acuérdense de lo que hablamos cuando hablamos del bautismo. Ahora, refiriéndonos al bautismo, muchos dicen, tú no puedes recibir o participar de la cena del Señor si no eres bautizado. ¿Es indispensable estar bautizado? No, no es indispensable. ¿Puede alguien haber creído y haberse arrepentido? Sinceramente, sí. Por lo tanto, puede participar de la conmemoración de lo que Jesús hizo. ¿Amén? Bien. Ahora, vamos a los Corintios 11.27, por favor. Y dice, de manera que cualquiera que comiera este pan o bebiera esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Bueno, vamos a ver el significado de los elementos. Entendemos que son dos elementos, ¿verdad?, esenciales en la cena del Señor o la Santa Cena, el pan y el vino. Bueno, aquí para evitar vimes y diretes, como decimos por ahí, ¿verdad?, hay diferentes maneras que tú puedes emplear los elementos para poder participar en la cena del Señor, para evitar que los, ¿cómo se dice?, los hermanitos débiles en la fe no fallen o que no les pase lo que a los Corintios que se borracharon. ¿Qué debemos hacer? Evitar, obviamente, el vino fermentado. ¿Amén? ¿Qué puede usar? Algunos usan agua, algunos usan vino de mesa, que no tiene ningún contenido alcohólico, jugo de la uva, ¿verdad? Obviamente, recuerde usted, no vamos a entrar en esos detalles, pero yo entro, quiero participar de su madurez, que de hecho yo oré de esa manera al principio, ¿verdad? Recuerde usted la cultura en donde vivía Jesucristo en ese tiempo, el vino que usaba, pues algunos estaban fermentados, pero esto usted, obviamente, pues no se lo va a estar comentando a la congregación y les va a estar diciendo esto porque puede ser ocasión de caer para algunos. Espero que no sea usted tan inmaduro, que sea un objeto para que usted falle. El pastor dijo, pues me eché dos, tres, ¿verdad? Como Timoteo, y pues me pasó la mano, ¿no? Ah, tampoco, ¿verdad? Porque entonces, ¿dónde queda la madurez y dónde queda nuestra encomienda como pastores, como encargados? No sé si me estoy dando a entender. Entonces, para evitar esto, vamos haciéndolo a nuestra cultura. Ahora, Jesús hizo esto con sus discípulos, y aunque solo eran símbolos, no, pero esos símbolos tienen un significado muy especial. ¿Por qué? Porque se usaron los elementos que se usaron en la Pascua, cuando salieron de Egipto. Pero aquí Jesús está hablando de sí mismo, de su cuerpo y de su sangre. Entonces, son símbolos solamente. No es literalmente el cuerpo y la sangre de Jesús. Es un significado muy especial. Entonces, por eso es que no se debe tomar indignamente. Es decir, en el momento de la Santa Cena, o la Cena del Señor, no se debe tomar a la ligera. Lo que Jesús hizo no es algo a la ligera, ¿verdad que no? Es parte de nuestro fundamento como Iglesia. Y esto, estimados hermanos, es un acto específico de obediencia. ¿Verdad? Obediencia, en la cual íntegramente y entramente debemos enfocarnos en todo nuestro ser. Es decir, en mente, espíritu y cuerpo. Espíritu, alma y cuerpo, como quieras ponerle, ¿verdad? Ahí sí usted tiene que dar una instrucción a los sugieres. Los sugieres forman una parte muy importante, muy indispensable en esta área. ¿Por qué? Algunos ponen a los sugieres a pasar las charolitas del pan. Hay unos panecitos que venden así cuadraditos. Usted puede comprar pan y usted lo puede cortar en pedazos, en trozos. Aún el pan mismo, no importa lo que sea. No sé si me están dando a entender. ¿Verdad? ¿Por qué? Porque es nada más una representación, un símbolo. Entonces yo les decía, a veces el pastor pone a los sugieres a poner, a repartir las copitas con el jugo de la uva y los panes, y están ocupados todos los sugieres. Pero en eso resulta que sucede que entre la congregación, de repente, acontece una situación difícil. Algunos empiezan a llorar en voz fuerte, y algunos empiezan a temblar, o algunos empiezan a decir cosas. A veces hasta un efecto humano se manifiesta, o a lo mejor entra un incrébulo y comienza a decir cosas, y están todos los sugieres ahí entretenidos. ¿Quiénes son los que van a poner el orden? Tiene que poner usted, entonces, una persona ahí al entrado. Otros ponen a sus diáconos y a sus servidores y los sugieres atentos. Yo no sé usted de la manera en que lo vaya a hacer. No dice la Biblia cómo lo debe hacer ni quién poner. Pero eso le hace una decisión propia de cada pastor, ¿verdad? Porque a veces el pastor es el que ora en el púlpito, dando gracias y bendiciendo el pan, bendiciendo el vino. A veces el pastor pone a los ancianos, a veces a dos de sus diáconos, etc. Dice una cuestión que usted lo va a decidir. Entonces, ahí sí, los niños, cero niños, mándelos a sus salones. Si usted dice, yo todavía no tengo salones, pastor, están los niños ahí mezclados con los adultos, pues ahí sí tiene que ponerse mucho orden de manera de que saquen a los niños. Y si va a sacar a los niños, pues con todo y papá, ¿qué más? ¿Me expliqué? Disculpe. Gracias. Bien. Ahora, con nuestra mente, entonces recordamos a Jesús y su sacrificio en la cruz. O sea, por eso dicen memoria de mí. Es donde usamos la mente. La mente es para recordar. No es así. Usamos nuestra mente. Nuestra mente tiene que estar al cien por ciento en la celebración. No tenemos que estar pensando que si va a jugar México, que le van a meter otros siete. No vamos a, no vamos a estar pensando de que hoy, terminando la reunión, me voy a ir, voy a visitar al hermano purano que no vino. No, no, no. Es que nuestra mente tiene que estar en esto. En lo que Jesús hizo en su obra redentora en la cruz. Porque a través de eso fue lo que recibimos salvación, ¿verdad que sí? Pero solamente con el espíritu nos conectamos, obviamente, tenemos con el espíritu de Dios. ¿Para qué? Pues para disfrutar su presencia. ¿O no? Expresarle nuestra gratitud. Tú me perdonaste, tú me salvaste, tú me rescataste, tú me compraste, etcétera, etcétera. El ámbito espiritual. Y con nuestro cuerpo, obviamente, pues comemos el pan y bebemos el vino. Con lo que nosotros bebemos, ¿verdad? Lo cual, pues esto nos ayuda simbólicamente a recordar este gran significado. Ahora, ¿qué es lo que simboliza el pan? Pues ya lo sabemos, pero es necesario puntualizarlo. Por eso dice, esto es mi cuerpo que por ustedes es dado. Lucas 22, 19. Lucas 22, 19. Que por vosotros es partido, es entregado. Entonces el pan es un elemento que es símbolo del cuerpo de Cristo. Que fue maltratado en la cruz. Golpeado, flagelado, triturado, desmenuzado. Tanto que puede usted hablar en esto para traer esa conciencia a los oyentes, ¿no? Ahora, como usted lo explique a su manera, como pastor, como encargado, a su manera, la entrega de Jesús en la cruz por amor de nosotros entregó su cuerpo. Como usted quiera explicarlo, como usted quiera analizarlo o llevarlo, trazarlo, pero hágalo. Ahora, mientras usted entonces está explicando la manera en que Jesús fue sacrificado por nosotros, usted pueda decir entonces a los que van a repartir que se pongan listos y que lo empiecen a repartir. El pan, ¿verdad? Como ya platicó, ya usted enseñó algo de esto, entonces les dice a la gente, vamos a comer el pan. Un tipo de recogimiento y usted haga una mención, un recordatorio de lo que acaba de decir, una manera general sintetizada, ¿verdad? Es el sufrimiento físico de lo que padeció Jesús en la cruz. Este fue el precio que Jesús pagó por nuestra salvación. Hay tanto que puede usted hablar. Mire, yo le recomiendo, no se extienda un poco la explicación. Quizá en una predicación sí, pero en una explicación, en el momento de la celebración, no se extienda tanto, ¿verdad? Bien, ahora, el elemento número dos, lo que simboliza el vino, Lucas 22, 20. Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, fíjese bien, nuevo pacto en mi sangre que por ustedes se derrama. Bueno, fíjese bien, entonces, la copa de vino rojo que él estaba mencionando, Jesús, obviamente estaba haciendo un símbolo de la sangre misma que él iba a derramar en la cruz por nosotros. Amén. Una sangre que marcó el comienzo del nuevo pacto. Marcó el comienzo del nuevo pacto a través del cual todos los que creen en Jesús como Dios y Salvador recibimos el perdón de nuestros pecados, ¿verdad? Y la vida eterna, ¿por qué? Porque Jesús ya nos roció con su sangre, nos lavó, fíjate bien, en el Antiguo Testamento, solamente que hacía la sangre del Cordero, cubría, cubría nada más, pero ahí estaba, o sea, apaciguaba la ira de Dios en contra del pecado, pero aquí es bien diferente. Lo notamos, Jesús nos lavó, cuando Jesús nos ve, cuando lo ve a usted, cuando lo ve a sus ovejitas, ¿a quién ve? ¿Qué es lo que ve Jesucristo? La sangre de Jesús en nuestro cuerpo, ¿verdad? Cuando el hombre Adán y Eva, su mujer, pecaron, dice la Biblia que Dios tuvo que hacer un sacrificio, los cubrió de una piel. Entonces, esta piel, imagínese usted, estaba calientita, ¿por qué? Porque Dios mismo había sacrificado, ¿de dónde sacó la piel? No, la sacó de un animalito, ¿me explico? Ellos estaban viendo, estaban cubriendo con esa piel su culpa, su pecado, pero abajo de esa piel, ¿qué es lo que veía? La sangre, imagínese usted, Adán y Eva, todavía vieron que estaba chorreando la sangre por la parte de abajo de la piel, esa piel de aquel animalito sacrificado. Estaban viendo entonces, hubo un sacrificio por mi culpa, ¿se cubrió? Sí se cubrió, pero ahí estaba, ahí estaba el pecado. Entonces, ahora en Cristo, en el nuevo pacto, ya no se cubre, se perdona, se lava, se olvida completamente. Esa es la gran diferencia. Y vamos bien hasta aquí. Bueno, continuamos. La cena, o la cena del Señor, es un acto de obediencia. ¿Por qué? Pues porque fue Cristo mismo el que la instituyó y que mandó celebrarla. Ya lo hemos visto, pero anote dos textos. Lucas 22, 19. Lucas 22, 19 y 1 Corintios 11, 24. ¿Cuántos saben que los hombres podemos ser olvidadizos? ¿Verdad? Se nos olvidan las cosas, ¿no? A mí se me olvidan, por eso es Carlos Olvidares. Sí, perdón, Olivares. ¿Verdad? Se olvidan las cosas, ¿o no? Pero para eso entonces viene la cena del Señor, ¿para qué? Para recordar que no se nos olvide enfocarnos en lo que Jesús hizo. ¿Verdad? Volvernos a enfocar en esa acción de Jesús, en esa redención de Jesús, lo que significa para nosotros en su muerte y en su resurrección. ¡Qué hermosa es la palabra del Señor! ¿A poco no? ¡Qué hermosa es la doctrina, la teología! Muchos se duermen con la teología, con la doctrina y dicen, no, mejor les hablo del amor nada más y les hablo de la prosperidad y de que Dios te bendiga, todo lo fue en Cristo. ¡No, no, no, espérame! ¡Qué tan hermosa es la doctrina! ¿O no? ¿Será que nos afirma la que nos esfuerza, la que nos da esperanza? Entonces la cena del Señor es un llamado a una autoexaminación personal. Por eso dice la Biblia en el versículo 28, por tanto, pruébese cada uno a sí mismo y coma así del pan y beba de la copa. Cada uno, una vez que se examinó, que se probó a sí mismo, entonces puedes comer el pan y beber la copa. ¿Ya lo vio? Ahora tú dices, no lo quiero que lo tome o lo beba indignamente, eso ya no es tu problema, es problema de cada uno de la persona. Porque como dice por ahí el versículo del aplicado, cada uno de los corazones lo sabemos, ¿o no? Y entonces, ¿cómo usted puede determinar sí o no? ¿Cómo puede decir este sí y este no? No, cada quien, pero tiene que enseñarlo, tiene que mencionarlo. Probarse es examinarse. Es medirse, a ver si el estándar está completo. Probarse significa también evaluarse. Y es hacer una prueba de fidelidad y de lealtad. Hacer una prueba de fidelidad y de lealtad. ¿Sí? Entonces ahí es donde nosotros vemos nuestra condición, debemos de mirar nuestra vida, de hacer una observación a la disposición que tenemos en el corazón, cada uno. Pero usted, su deber es enseñar a la congregación, ¿verdad? A que se examine cada uno. ¿Para qué? Como dice la Biblia, para discernir. En otras palabras, estar completamente conscientes de lo que estamos haciendo. Si el hombre está consciente, entonces no es indigno, ¿lo oyó? Si no tiene la conciencia, es indigno. Pero eso déjeselo a cada uno. Y esta palabra, indigno, hace una referencia a ser irreverente. Y esa irreverencia, pues hay muchas acciones aquí. Si usted ve que está jugando ahí un jovencito, un niño, una pareja, que está cotorreando, llámenle la atención. ¿Sí me entendió? Óigame, si estamos en plena celebración de esto tan importante, se están besuqueando. Se están haciendo cariñitos ahí, de que quién sabe qué. No, no, a ver, por favor. No sea indigno, no sea irreverente. Fíjese qué importante es todo esto, ¿no? Que no solamente la irreverencia es quitarse el sombrero, porque eso a veces lo pensamos, no sé si es irreverente, quítate la cachucha. Es el sombrero. Si entras a la casa del señor, entras a un lugar de respeto, te tienes que quitar el gorro, ¿no? La cachucha. Aún cuando vas al cine. Imagínate uno con gorro. ¿Uno con gorro? Al cine. Le huelen los palomazos, ¿no? Los lontes y todo. ¡Cerde del gorro! Pues no. Entonces no es digno de ser gente. Participar de un evento solemne. Participar de un evento solemne y sano es inapropiada. Amén. De forma inapropiada. Usted ve que entró a la congregación alguien que está tomado, que está drogado. ¿Qué? Inapropiada. ¿Verdad? Es decir, de otra manera es estando en pecados ocultos o rebeliones. Que eso es lo que no se ve. ¿Qué puede decir la gente? A ver, a ver, tú tienes un pecado, te has peleado con tu esposo, te has peleado con tu esposa, ¡arréglate! ¿Tienes problemas con el ujier? ¿Tienes problemas con el de la baza? ¡Arréglate! ¿Sí? Se agarraron del choco por ahí, viajan en el chisme, andan en las divisiones, ¡arréglate! Te estás comiendo participando de una manera, ¿qué? Indigna. Indigna. Si tu condición, tú puedes decirle, si tu condición es rebelión, tienes rebelión contra Dios, contra su autoridad, contra estar rebelde contra tu padre, estar rebelde contra la autoridad de Dios o contra los pastores o liderazgo, ¡arréglate! Indigna. Entonces, resumidas, de manera resumida, tomar indignamente significa, tomar indignamente significa tomarla de manera indebida, tomarla de manera indebida, irreverente, inapropiada, yo le dije que era medirse, ¿verdad? Es decir, que se refiere a que no pasa la prueba de mérito, es indigno, no pasa la prueba. Ahora, fíjese bien, aquí si hay alguien que ha estado en rebeldía directa y abiertamente, tiene todo el deber y tiene la autoridad de decirle directamente, culanito, yo he hablado contigo dos o tres veces, tú no te has arrepentido, entonces no tomes la cena del señor. Es ya un extremo, ¿verdad? Pero usted lo sabe que está en esa situación, usted puede hacerle una ceña con algunos de ellos, así le hace la ceña y te lo besa y tú no lo tomas. Sin decir nada, porque luego a veces se sienten evidenciados, ¿no? Delante de todo el resto. Entonces, o puedes de una manera más discreta hablarle a uno de los servidores, a uno de tus diáconos, ancianos, dices, mire, ¿sabes qué? Hermano Pedrito dile que no puede tomar la cena, la hermana Conchita dile que no, porque anda de chingolera, ya le eriquimos, no puede tomar, no puede participar si no se arregla, si no se arrepiente. También, pues no pasa la prueba de méritos y se refiere a tratar o a considerar este evento, ¿cuál? Tomar el pan y el vino, ¿verdad? Ah, pues sí, otra vez. Por eso es que de aquí cuando alguien lo toma ya de muy común, como algo ya de costumbre, por eso es que muchos dicen, ¿por qué no celebro la cena del Señor cada semana? ¿La hago cada mes para que no se tome como un evento común? ¿Verdad? Porque sí se tiende a, porque ya se acostumbran a que cada semana, a que cada mes, y dices, ay, pues es que hoy toca. Y lo haces como un formalismo, ¿no? Lo haces como algo ya, ¿cómo se dice? A conciencia de lo que estamos realizando. No sé si me di entender. Lo toman como un evento común y corriente, ¿verdad? En otras palabras, no entran en la conciencia de su valioso significado. Sino que con esas acciones, obviamente que están desmeritando, ¿verdad? El poder de Dios. Entonces esas cosas bien implican o significan no comprender el significado, no comprender el significado de los elementos, o sea, el vino, el pan, de Cristo. No lo comprenden. Eso lo vemos en Primera a los Corintios 11, 23 al 25. Repito, Primera a los Corintios 11, 23 al 25. También, aquí están aludiendo, perdón, está refiriéndose a no estar viviendo vidas arrepentidas. ¿Verdad? Y esto es de una manera o de un carácter intencional. La persona lo hace intencionalmente, o sea, ya sabe uno que tiene que arrepentirse, que tiene que vivir bien, porque acuérdense que estamos hablando de la comunión en el cuerpo también. Sabe que tiene que vivir de una manera arrepentida. No sea parte del Estado. No sea parte de la división o de la prensilla. Y muchas veces tiene hasta rencor contra algún miembro del cuerpo. Eso es malo, ¿verdad? Anote dos textos. Primera a los Corintios 11, 17 al 20. Primera a los Corintios 11, 17 al 20. Primera a los Corintios 11, 17 al 20. Primera a los Corintios 11, 17 al 20. Y Mateo 18. Mateo 18. Y también no estar consciente de la unidad del cuerpo de Cristo. ¿Verdad? No estás con la conciencia que debes de tener unidad con los demás humanos, con los demás creyentes. Anote, por favor, Romanos 12. Romanos 12. Primera a los Corintios 11, 18. Primera a los Corintios 11, 18. Y versículo 33. Ahora. ¿Quiénes son dignos de recibir? Viene una pregunta. ¿Quiénes son dignos de recibir o de participar en la cena del Señor? Bueno, respondemos. Pues humana y naturalmente, nadie. Porque todos pecamos. Todos hemos pecado. Nadie somos dignos por esa razón, por esa causa. ¿Cierto? Humanamente, naturalmente. Pero espiritualmente hablando, ¿quiénes pueden participar? Todos aquellos que hemos sido perdonados de nuestros pecados. Y como es una acción sobrenatural, entonces nos hace, Dios nos hace, ¿qué? Dignos. ¿Ya me entendió? ¿Por qué? Porque nosotros hemos sido lavados por la sangre del Cordero. Y si la sangre del Cordero está rociada en nuestro cuerpo, entonces yo no puedo decir que soy indigno. De la manera natural, sin Cristo, sí. Pero ahora en Cristo, con la salvación y la perdón de nuestros pecados, Él me hace digno. Te hace a ti digno. No sé si me explico. Entonces, delante de Dios, ¿qué es lo que Dios nos hace? ¿Nos ve? Dignos. Tú puedes entonces participar de la cena del Señor. No por nosotros mismos lo entendemos, sino por Cristo. Entonces, viene otra pregunta. ¿Quiénes son dignos? En Cristo, ¿quiénes son dignos? Nosotros. Los que somos, han sido salvos por medio de la fe en Jesucristo. ¿Verdad? ¿Eh? Los que han confesado sus pecados y ya están a cuentas con el Señor. ¿Y lo ven? Ya están a cuentas con el Señor. Ya están a cuentas con el Señor. Los que ya tienen esa comunión con Dios. Qué hermoso, ¿no? Y no solo la comunión con Dios, sino ahora la comunión con los hermanos. ¿Y qué es lo que provoca cuando tienes comunión con los hermanos? Tienes unidad en la iglesia. Unidad en la iglesia. Mire, los cristianos de la primera generación o de la primera iglesia que vemos en la Palabra del Señor, celebraban la Santa Cena o la Cena del Señor muy a menudo. Y ellos se reunían con frecuencia para animarse unos a otros. ¿Verdad? Oraban juntos y participaban del pan y del vino, que es una práctica que, mire, le voy a decir, la hemos dejado, ¿eh? ¿O no? La hemos dejado. ¿Por qué? Porque a veces nos juntamos y es a cada cosa que hablamos. Pero cuando tenemos un énfasis, un propósito, de decir, vamos a animarnos, vamos a reunirnos con esta frecuencia unos con otros, vamos a orarnos por otros y vamos a participar en el pan y el vino, bueno, esto era la manera que ellos lo hacían. Hechos 2.40 al 42, ahí lo dice. ¿Acuérdense qué dice? Perseveraban en la opinión de los apóstoles, bueno, etcétera. Dice así. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo, Hechos 2.40 al 42, sed salvos de esta perversa generación. Mire, dice, así que los que recibieron la palabra, su palabra, ¿qué hicieron? Fueron bautizados. Y después se añadieron aquel día como 3.000 personas. Híjole. De 3.120, ya fueron, ¿cuántos? 3.120. Aproximadamente. Bien, podrían haber sido 150, como 120. O 110. Por eso dice, estaban como 120. Un aproximado. Pero se agrega a la congregación 3.000 personas. ¡Guau! Imagínate una iglesia que crece de un momento a otro con la cantidad de 3.000 personas. Si le llegaran a usted, el siguiente domingo, 100 personas a su congregación, ¿qué haría? Se vuelve loco. Se enfriquea. Y dice, ¡Ah, caray, Señor! ¿Qué está pasando? ¿Sí o no? Bueno, a esto le llegaron 3.000. Verso 42 dice, Todos estos... Dice, y... tapó... Perseveraban en la comunión unos con otros. Perseveraban en el partimiento del pan y perseveraban en las oraciones. Fíjese, esta era la vida cotidiana de la iglesia primitiva. Hechos 2.40.42. Primero en los Coricios 11.23 al 26. Ya lo leímos varias veces. Pablo dice que recibió del Señor lo que le transmite que el Señor Jesús aquella noche que fue traicionado tomó pan y después de dar gracias, los partículos en mi cuerpo, etcétera, etcétera, etcétera. ¿Verdad? Ya lo leímos. Hasta que el Señor venga. Bueno, la Cena del Señor es una señal... Repito, la Cena del Señor es una señal y un sello del Nuevo Pacto. Eso es lo que dice Jesús. Un sello del Nuevo Pacto. Significa que significa que representa y confirma la preciosa promesa de Dios. ¿Cuál? Que a través de Jesucristo, es decir, a través de su obra redentora, acuérdate que redimir significa comprar por un precio y nos redimió. Ese es el Nuevo Pacto. Nos lavó, nos redimió, nos compró por un precio. Entonces al momento que Él nos compra, le pertenecemos al que nos compró, ¿no? Somos ahora de nuestro Dios. Somos ahora pueblo santo, pueblo apartado del mar para anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó a su gloria. ¡Qué bonito es la palabra! Añadimos en todo esto que participar del pan, participar de la copa de una manera indigna, de una manera indigna, significa, perdón, tomar con indiferencia, tomar con indiferencia, con apatía, el verdadero significado de la obra redentora de Jesús. Amén. Y si lo hacemos de manera indigna, entonces estamos menospreciando, y dice bien, estaríamos menospreciando ese tremendo y gran precio que pagó Jesús. Menosprecio por la salvación tan grande que dice la Biblia que Dios nos dio. Amén. Entonces, ¿qué estaríamos haciendo permitiendo que esta hermosa celebración, como lo es la cena del Señor, estaríamos permitiendo que se convirtiera en un mero ritual muerto y rutinario. Un ritual muerto y rutinario. Amén. Por eso es que es tan importante que Pablo dice que la obra redentora de Jesús es la obra redentora de Dios. La obra redentora de Dios Por eso es que es tan importante que Pablo dijo que no nos acerquemos al Señor con discordias, con los hermanos, ni con divisiones. ¿Verdad? Que vayamos con pecados no confesados delante de Dios. ¿Cuál es el resultado entonces de este juicio que hablamos de tomar el pan indignamente? Dijimos tres cosas. Enfermedad corporal, debilidad física y muerte natural. ¿Amén? Entonces, fíjate bien. Hay algunos que están haciéndolo de esta manera, de manera indignada. ¿Qué es lo que produce? Están enfermos. No todas las enfermedades son naturales. No todas las enfermedades vienen del diablo. No todas las enfermedades entonces son de esa causa, sino que hay enfermedades corporales por causa de qué? De participar de la cena del Señor de una manera qué? Indignada. Porque hay un menosprecio. ¿Tú no vas a permitir menosprecio? ¿Verdad que no? ¿Eh? ¿No? ¿Por qué creen que muchos? A veces decimos, es que se murió antes de tiempo. ¿Ha escuchado usted esa expresión? Se murió antes de tiempo. ¿Pero cómo? Es que hay una muerte porque está participando de la cena del Señor de una manera indigna. Hay una debilidad física. Ahora, tampoco pensemos que esto es por causa de participar indignamente. No, no, no. No, no. Seamos concrentes y coherentes. ¿Amén? Sí me está entendiendo, ¿verdad? Bien. OK. Mire, Moisés, en el Antiguo Testamento predijo que Israel fracasaría en pasar el Antiguo Pacto. Deuteronomio 29, 22 a 28. ¿Usted lo lee? Aquí está hablando de que Israel natural no iba a guardar el Antiguo Pacto. Pero luego también predice que vendrá un tipo de restauración. Ahí mismo en Deuteronomio capítulo 30, pero en los versículos 1 al 5. Esto sí se lo leo. Y dice, Jehová tu Dios, tu corazón, dígase bien, y el corazón de tu descendencia para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma a fin de que vivas. Bueno, ¿el Nuevo Pacto implica qué? Un cambio total de corazón. Dice la Biblia que el pueblo de Israel se endureció, ¿sí o no? Y por causa de su endurecimiento Dios se volvió con los gentiles. Y mire cómo ahora tanto gentiles como hebreos, ¿verdad? Aquel que se arrepiente de todo corazón entonces viene el cambio total al corazón. El profeta Jeremías también profetizó y predijo el Nuevo Pacto. Jeremías 31, 31 y versículo 33. Dice, Y aquí vienen días, dice Jehová, en los cuales en los cuales haré un nuevo pacto con Israel y con la casa de Judá. Y este es el pacto que haré con Israel y con la casa de Judá después de aquellos días, dice Jehová, daré mi ley en su corazón y le escribiré su corazón y yo seré Dios por Dios y ellos me serán por pueblo. Bueno, ahí es donde dices tú, bueno, ¿que no era el pueblo? Sí, era el pueblo, pero como tenía el corazón endurecido, Dios ya no podía ver entregar el corazón. Mateo 5, 17, ahí dice también. Dios, Israel no pudo, ¿verdad? Pero quién sí pudo cumplir la ley. Jesucristo la cumplió por nosotros. Nadie puede cumplir la ley porque la ley es perfecta. Solamente un ser perfecto podía establecerlo, podía cumplirlo. De manera que al momento de que Jesús cumple la ley, establece entonces un nuevo pacto entre Dios y el hombre. Ahí es el nuevo pacto. Es decir, es decir, el pacto, el precepto, los mandamientos de Dios en el antiguo testamento fueron escritos ¿en qué? ¿En piedra o no? El nuevo pacto es escrito ¿en dónde? En corazón. Esa es la gran diferencia. El nuevo pacto. Jeremías treinta y seis, veintiséis y veintisiete. Jeremías treinta y seis, veintiséis y veintisiete. Dice así, os daré un corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros y quitaré de vosotros, os daré un corazón de piedra y os daré un corazón de carne sensible ¿verdad? Y pondré, fíjese, ahí está, y pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos y guardáis, guardaréis mis preceptos y los, para que los pongáis programa. Bueno, la ley mosaica no proporcionaba ninguna de estas cosas ¿verdad que no? Por eso Dios dice, le voy a dar un nuevo pacto a su tiempo. Romanos tres veinte. Bien. Vamos a dejarle hasta aquí y damos como finiquitado el tema para la siguiente vez, si Dios nos permite, vamos a entrar con la sección número cinco que es los servicios fúnebres. Es un buen tema. Vamos a orar. Señor, gracias por permitirnos, Señor, este tiempo en el cual estamos delante de tu presencia. Gracias, Señor, por tu palabra. Gracias por permitirnos aprender más de ella. Gracias porque tu palabra nos guarda y con tu palabra, Señor, mantenemos firme nuestra vida y guardamos, Señor, los preceptos que tú tienes, Señor, y cumplimos así los mandamientos que, como dice tu palabra, no son gravosos. Si andamos bien, le andamos correctamente delante de ti. Ayúdanos, Señor, en el nombre de Jesús, a poder cumplir esta palabra. Gracias, Señor. Amén.