Gabriela Mistral, a Chilean poet, was awarded the National Literature Prize of Chile in 1951 and was the first Latin American to win the Nobel Prize in Literature. She was also a renowned teacher both in Chile and abroad. She has been honored with the Order of Merit for Teaching and Culture Gabriela Mistral in Chile since 1997, and her image is featured on a banknote. Three poems by Mistral are recited, including "Dame la mano," "Doña Primavera," and "Yo no tengo soledad."
Muy buenas tardes amigos de Poetas del Pueblo, en esta ocasión les traigo a la poeta Gabriela Mistral, chilena, que fue galardonada en 1951 con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Ha sido así mismo la primera galardonada ganadora del Premio Nobel de Literatura de América Latina. Además de poeta, fue una destacada profesora tanto en su Chile natal como en el exterior. Existe desde 1997 en Chile la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral, así como también su imagen figura en un billete.
Les voy a recitar tres poemas de esta poeta. El primer se titula Dame la mano. Dame la mano y danzaremos. Dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor y nada más. El mismo verso contaremos, al mismo paso bailarás. Como una espiga ondularemos, como una espiga y nada más. Te llamas Rosa y yo Esperanza, pero tu nombre olvidarás, porque seremos una danza en la colina y nada más. Doña Primavera, Doña Primavera de aliento fecundo se río de todas las penas del mundo.
No crea el que le hable de las vidas ruinas. ¿Cómo va a toparlas entre los castiles? ¿Cómo va a encontrarlas juntos de las fuentes de espejos dorados y cantos ardientes? De la tierra enferma en las pardas grietas enciende rosales de rojas piruetas. Pone sus encajes, prende sus verduras, en la piedra triste de la sepultura. Doña Primavera, de manos gloriosa, haz que por la vida daremos unas rosas, rosas de alegría, rosas de perdón, rosas de cariño y de exultación.
Yo no tengo soledad. Es la noche de San Paro de las sierras hasta el mar, pero yo, la que temece, yo no tengo soledad. Es el cielo de San Paro si la luna cae al mar, pero yo, la que te estrecha, yo no tengo soledad. Es el mundo de San Paro y la carne triste va, pero yo, la que te oprime, yo no tengo soledad. Muchas gracias y hasta otra.