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To truly love someone, you must be born again and know God. God is love, not just loving. When we are born again, the Holy Spirit works in us and reveals God to us. The love that motivates us should align with God's perfect love, not be selfish. God's love was demonstrated by sending His Son to the world as a sacrifice, and the purpose of His love is for us to have eternal life. We cannot love as God loves unless we are born again and know Him. es nacido de Dios y conoce a Dios. Entonces, una condición para amar de una forma verdadera, ¿cuál sería? Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. Para amar verdaderamente a alguien, tienes que haber nacido de nuevo. ¿Me explico? Bueno, es que aquí es literal, pues no hay mucho que explicar. ¿Por qué? En el siguiente versículo no lo dice bien literal. El que no ama no conoce a Dios. ¿Por qué? Porque Dios es amor. Entonces, Dios es, ¿cómo te diré? Dios no es amoroso, Dios es el amor. Dios no tiene un toque de esencia, de amor. Dios es amor. No sé si han visto las botellas de agua esas en el Oxxo, con un toque de frutos rojos, con un toque de cítricos. Y el agua es transparente, pero sabe medio mal, la verdad está bien mala, la verdad. Porque no sabe ni a agua, ni sabe a frutos. Dios no es Dios con un toque de amor. Dios es amor. Entonces, puede decir usted, es que esta persona es amorosa. No es. Tiene un toque de amor. Entonces, vamonos otra vez al 7. Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios. Y aquí vamos a empezar a una pregunta, ¿no? Que es muy simple, yo creo que a este punto la mayoría la hemos conocido. Todo el que es nacido de Dios, ¿qué significa? Que es nacido de nuevo. En Juan 3, viene Nicodemo, un maestro, y Jesús le explica, ¿no? Cómo era necesario que él naciera de nuevo, para que pudiera ver el reino de Dios. ¿Se acuerdan de esta historia? Viene Nicodemo de noche, y le dice, maestro, no hay nadie que venga... No puede ser que tú verdaderamente vienes de Dios, porque no hay nadie que haga las cosas que tú haces. Entonces, más adelante le dice, Nicodemo, te es necesario nacer de nuevo. Y aquí es algo bien importante. ¿Por qué se hace referencia a nacer de nuevo? ¿Por qué se hace referencia al acto de nacer? ¿Por qué tiene que estar involucrado el nacimiento? Dejando un tantito de lado la parte del amor. ¿Por qué es importante la palabra nacer de nuevo en el acto de la regeneración? Porque el nacer de nuevo entendemos que es la regeneración, ¿verdad? Dios le pudo haber puesto de otra forma que nacer. Es muy simple. Y aquí se manda. Pudiera empezar de cero de otra forma. Como el ave Fénix. Pudiera empezar de cero como la... No sé si a ustedes les llegó ese correo electrónico hace 10 años, que el águila real tiene que irse cuando ya se ven las plumas y el pico se le está cayendo. No he leído ese mensaje así con música. Es que antes, cuando estábamos más viejitos, que no había cadenas de Whatsapp, eran cadenas de Hotmail y te llegaban correos electrónicos con las historias estas. Y contaba una historia que ya el águila cuando estaba cansada, su pico estaba débil y ya no podía cazar, las garras ya no estaban, y se tenía que ir a la montaña y tenía que tomar una dura decisión. Si dejarse acabar y morir, porque ya no podía cazar, o empezar un proceso de sanidad en el cual se tenía que arrancar las plumas de una por una, y tenía que arrancarse las pezuñas y darse contra una piedra en el pico para que se le cayera y le volvieran a salir las plumas y cuanta cosa. Fue una cadena muy distribuida. Yo estoy casi seguro que ya la leyó, la escuchó el video. Y ya pudiera ser otra forma de empezar de nuevo. Pero ya hasta los científicos dijeron que no es esto posible. ¿Pero por qué tiene que decir nacer para representar a la regeneración? Todos entendemos porque la regeneración es cuando el Espíritu Santo hace la obra dentro de aquellos que han sido elegidos por Dios y les abre el entendimiento y se les revela Dios. Entendemos que eso es la regeneración. ¿Pero por qué se le llama nacimiento de nuevo? Y esto es como que al margen de la predicación. Porque el nacer, cuando usted nació, usted no pidió nacer. Y eso es bien importante, el nacimiento de nuevo. Usted no le dijo a su papá, a su mamá, o conspiró, ¿no? ¿Las razones por las cuales usted nació no estuvieron en su más mínimo poder? ¿Fue tan ajeno el acto de usted nacer que usted no tuvo nada que ver en eso? ¿Que nos escogiste como papás en el cielo? No. A mí me dejaron toda la vida, pero no es cierto. Lo bueno es que no hay niños. Pero no escogió nacer. Y así como no escogió nacer la primera vez, tampoco escogió nacer de nuevo la segunda vez. Y eso es bien importante. Al margen, ¿no?, de lo que estamos hablando. Entonces dice, todo el que ama, todo aquel que ama verdaderamente, es nacido de Dios. Por consecuencia, por descarte, todo aquel que no ha nacido de Dios, no puede amar. ¿Por qué? Dice el versículo ocho. El que no ama, no conoce a Dios. Cuando Juan dice que nos amemos, se refiere al amor que ha sido derramado por Dios a nosotros. El amor divino, el amor perfecto. El amor que Dios solamente ofrece a los suyos. Porque entendamos, ¿no?, Dios es bueno. Eso es indudable. Es bueno y algo de lo que veíamos en el discipulado conociendo al Dios vivo, que es benevolente. ¿Verdad? Eso nadie puede negarlo. Ni siquiera las personas que no han sido redimidas, los impíos, pueden negar que Dios es bueno. Entonces, si nosotros decimos que amamos, es porque verdaderamente hemos nacido de nuevo. ¿Pero en qué sentido amamos? ¿Amamos como Dios nos ha amado a nosotros? ¿O amamos de una forma aún egoísta? ¿Amamos aún de una forma que busca nuestra propia satisfacción, nuestra propia motivación? ¿De qué forma amamos? ¿De qué manera estamos nosotros amando? Una madre, por ejemplo, pudiera amar a su hijo de una manera sacrificial, como ahorita lo decíamos. Dándole y luchando por tener y darle todo aquello a lo que la madre en su tiempo no tuvo acceso. Pueda luchar contra todo para proteger a sus hijos, para darles una mejor vida. Y este es un caso común que muchos de nosotros hemos vivido, y nos sentimos orgullosos de nuestras madres. Pero si el amor que motiva a esta madre no está alineado al perfecto amor de Dios, este amor sería un amor egoísta. Si el amor de ese padre que sufre por darle a sus hijos aquello que él anhela, no está alineado a la perfecta voluntad de Dios, a su propósito eterno, este amor es un amor egoísta, porque lo que está buscando no está alineado conforme a la voluntad y al propósito de Dios. Tú me puedes decir, sí, claro, mi propósito es ser ese proveedor para mi familia. Y yo amo a mis hijos porque soy el proveedor. Sí, está bien. Pero el amor de Dios no se limita simplemente a proveerte lo que necesitas, ¿verdad? ¿Sí me explico? Dios es más que aquel que nos da todo lo que necesitamos para la vida. Dios no nada más se trata de la bendición que nos puede dar. Su amor ha sido más abundante que éste. Por lo tanto, nosotros no podemos limitarnos como padres a demostrar nuestro amor como ese proveedor, ni como madres a tener ese cuidado tierno y compasivo. Tenemos que buscar que nuestro amor sea cada vez más encaminado al amor que Dios ha derramado hacia nosotros. Tenemos que buscar que cada vez las intenciones con las cuales nosotros amamos vayan más alineadas a la forma en la cual Dios nos ha amado a nosotros. Entonces, el que no ama no conoce a Dios porque Dios es amor. El que no ama en los términos de Dios. Entonces, ¿cómo ama a Dios? ¿Cómo ama a Dios? Es la pregunta, ¿no? Entendemos que aquel que ha nacido de Dios puede amar conforme Dios ama, y que el que no ha nacido de Dios, es así de plano, no puede acceder a esa forma de amor. Entonces, ¿cómo es que ama a Dios? Entonces, vamos a ver el versículo nueve. En esto se manifestó el amor de Dios, en que Dios ha enviado a su Hijo unigenito al mundo para que vivamos por medio de él. Esa es la manifestación del amor de Dios. Entonces, ¿cómo nosotros podemos amar? Vamos a ver, esta implicación de que Dios haya enviado a su Hijo unigenito en el mundo para que vivamos por medio de él, tiene tres implicaciones. Una es el costo de este amor, otra es el lugar de la aplicación de este amor, y la tercera es el propósito. ¿Cuál es el costo de este amor? Que Dios envió a su Hijo. Dios envió lo más preciado que tenía. Dios envió lo mejor. Dios envió a su Hijo como propiciación. Dice el siguiente versículo, el diez. Propiciación es una palabra que tiene grandes implicaciones. Entonces, ¿qué significa? Ahorita más adelante vamos a ver qué significa la propiciación. Pero ese es el costo del amor de Dios, enviar a Jesús. Entonces, amar como Dios ama, cuesta. ¿Qué cuesta? Todo lo que tú tengas. Lo más valioso que tú tengas cuesta. Una demostración de amor cuesta. Y no te estoy diciendo que cueste dinero, te va a costar cosas que necesitas entregar. ¿Dónde se aplicó el amor de Dios? Se aplicó en un mundo que no le honraba. El amor de Dios no fue dado a alguien que ya le amaba. Cuando Dios nos amó, nosotros estábamos muertos de nuestros delitos y pecados. Dice su palabra, ¿verdad? Nosotros debíamos de amarle. Nosotros debíamos de estar conscientes de quién es Dios. Nosotros simplemente por el hecho de observar. Y ya en estos tiempos, a través del método científico, si usted quiere cual se observa, se analiza, se experimenta, y se hacen tantas cosas del método científico para llegar a una conclusión, ya desde ese mismo punto científico, si usted lo quiere hacer, debiéramos de haber entendido que existe Dios y por lo tanto que es digno de nuestra reverencia. Háganme el favor, ¿cuántas otras culturas adoran a dioses que ni siquiera se han manifestado? Entonces, Dios amó a un pueblo, no por nada de lo que haya hecho aquel pueblo, sino porque le amó. Le entregó un amor a alguien que no lo merecía, porque debía estar amando a Dios, sin embargo, no le amaba y al contrario, le ofendía, pero aún así Dios envía a su Hijo como propiciación. Dice Juan 3.16, porque de tal manera amó Dios al mundo para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Ese es el tercer punto, el propósito del amor de Dios, que tengan vida eterna. Dice el versículo 17 de Juan 3, porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Le trajo no nada más ese amor demostrado, sino que todavía le dio una extensión a ese amor, para que sean salvos y tengan vida eterna. Entonces, ya vamos a entrar un poco más en materia, en el versículo 10 de la carta de Juan. Dice, en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. ¿Usted no estaba amando a Dios cuando Dios le amó a usted? ¿Usted no estaba amando a Dios por qué? Lo acabamos de ver arriba, ¿verdad? Porque todo aquel que ama es nacido de Dios. ¿Verdad? Tú no puedes amar a Dios si no has nacido de nuevo, ¿verdad? Entonces, ¿sí me explica? ¡Saca las cuentas! Aquel que ha nacido de Dios puede amar. Entonces, Dios te amó primero. Bueno. Entonces, dice, en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. ¿Y qué es propiciación? ¿Qué es esa palabra tan rara? Diría, Doña Luz. Doña Luz es la que me dice, esa palabra está mega rara. Y yo quiero que me acompañe tantito a Romanos 3. Vamos a leer un poco de esto. En el 9. Dice que pues, somos nosotros mejores que ellos, en ninguna manera. Pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles que todos están bajo pecado. Como está escrito, no hay justo ni a un uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a unas se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto de su garganta, con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre. Quebranto y desventura hay en sus caminos. Y no conocieron el camino de Dios. No hay temor de Dios delante de sus ojos. ¿Quiénes son estos? No hay ni un justo, ¿verdad? Entonces, quiere decir que todos son de esta manera, ¿verdad? Entonces, alguien que se ha desviado. Alguien que no hace lo bueno. Alguien que engaña. Alguien que en su boca, en sus labios hay veneno. Que su boca está llena de maldición y amargura. Que sus pies se apresuran a derramar sangre. Que en su camino hay desventura y quebranto. Que no tiene temor de Dios. ¿Podrá amar? No puede amar, ¿verdad? Si estamos entendiendo esa parte del amor, ¿no? Y ya deje usted simplemente el hecho de buscar amar como Dios ama, ¿no? Ya si dejamos de lado y dejamos aparte de que estemos hablando de Dios. Si esto fuera una conferencia secular y nosotros entendiéramos este principio. Tú pudieras entender que lo que tú puedes ofrecer como amor no es para nada bueno, ¿verdad? Ya está contaminado, vaya pues. Pero ahora estamos hablando de Dios. Dice el versículo 19 de Romanos 3. Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dicen los que están bajo la ley. Para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios. Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él por medio de la ley que es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas. Dice el 23. Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús. A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre. Para manifestar su justicia a causa de haber pasado por alto en su paciencia los pecados pasados. Con la mira de manifestar en ese tiempo su justicia, a fin de que él sea justo y el que justifica al que es de la fe en Jesús. ¿Qué es la propiciación entonces? Es lo que Cristo hizo. Es esa parte en la cual nuestra culpabilidad es cargada en él. Y la condena que nosotros merecíamos es puesta en él. Yo me merecía 23 millones de años en el infierno con pilón. Sufrimiento, terror, dolor, el lugar más espantoso que puede existir y que gracias a Dios no voy a conocer. Eso me merecía yo. ¿Y qué pasó? En tres horas la ira de Dios fue cargada en Cristo. Ese intercambio es la propiciación. El hecho de la ira de Dios derramada en Cristo, el poner a Cristo en ese lugar, eso es la propiciación. Entonces, ¿es barato, es sencillo, es fácil? No, no es sencillo, no es fácil. Estás entregando algo limpio, algo puro para ser ensuciado, para ser maltratado por amor a alguien más. Yo me acuerdo, antes, ahorita ya no tanto, ya el Señor me hizo un poco libre en esa situación. Pero yo recuerdo cuando, esa guitarra cuando recién me la regalaron, no la quería prestar a nadie. Si alguien la quería usar se tenía que lavar las manos primero. Y tenía su estuche y tenía su líquido para limpiarse, su trapo especial. Y para mí el que alguien la usara era una gran muestra de amor. Y el poder entregar aquello que tú tienes, aquel tesoro que amas, que es parte de ti, a alguien que ni siquiera se lo merece, que ya está condenado. Y es una tontería lo que estoy diciendo, ¿verdad? Pero aquello que tú tanto amas, aquello que no te desprenderías de ello, aquel tesoro que cuidas ante todo, entregarlo para que la culpabilidad de personas que no estaban buscando ser reconciliados, para que la culpabilidad de aquellas personas atroces que dicen romanos que su lengua está llena de engaño, de envidia, que no hay temor de Dios, que buscan hacerlo malo constantemente. Todo aquello que ellos se merecían fuera puesto en esto que tú tanto amas y proteges y cuidas. Ese es el peso de la propiciación, ese es el peso de la manifestación del amor de Dios. Entonces, ¿cómo alguien puede llegar a entender? Juan dice, en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y entregó a Jesús como propiciación por nuestros pecados. Alguien que no ha nacido de nuevo no puede entender el costo de que Dios haya entregado a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Porque el hecho del valor de la obra de Cristo en la cruz para salvar a un pueblo, solo lo puede entender alguien que ha nacido de nuevo. ¿Sí me explico? Por lo tanto, no puede entender la magnitud del amor. Si tú no has nacido de nuevo, no entiendes el valor de la cruz. Si tú no has nacido de nuevo, no puedes entender lo que Cristo sufrió en el Calvario. Si tú no has nacido de nuevo, tú no puedes ver la magnitud del amor derramado por Dios hacia nosotros al entregar a Cristo. Ni del amor de Cristo por nosotros, ¿verdad? Entonces, por eso es que solamente aquellos que han nacido de Dios pueden amar. Por eso, solamente aquellos que han nacido de Dios es que pueden entender lo que el amor es, lo que Dios es. Entonces, dice el versículo 11, vaya conmigo al versículo 11 de Juan 4. Dice el versículo 11 de Juan 4. Amados, si Dios así nos amó, así también nosotros debemos amarnos unos a otros. Ese es el resumen de lo que Juan está diciendo. Si así Dios nos amó, ¿cómo? ¿Qué tanto? Amando a su Hijo, Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados. Así debemos de amarnos unos a otros. Así debemos de amarnos unos a otros. ¿Cómo? ¿Cómo nos amó Dios? ¿Cómo nos amó Dios? Dice en Deuteronomio 7, 6. Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios. El Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra. El Señor no puso su amor en vosotros, ni los escogió por ser vosotros más numerosos que otros pueblos, pues era desde el más pequeño de todos los pueblos. Mas porque el Señor os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres. El Señor os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto. Reconoce pues que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda el pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos. El Señor no puso su amor en vosotros, ni los escogió por ser más numerosos, ni más grandes. El Señor les amó porque Él hizo un juramento con vuestros padres, dice. Entonces, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto jamás, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. Pero yo creo que quiero antes de que sigamos, que ahí vaya a Romanos otra vez se devuelva. Y ahora vamos un poquito al 5. Romanos capítulo 5. Dice, justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza, y la prueba no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo. Con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más estando ya justificados en su sangre, seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más estando reconciliados seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por el Señor nuestro Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación. El amor de Dios derramado a tu vida y a mi vida no fue derramado en nuestro mejor momento. No fue derramado en el momento en el cual estábamos siendo las mejores personas. No fue derramado en el momento en el cual estábamos más capacitados para recibir el amor de Dios. El amor de Dios fue derramado en el momento en el que nosotros estábamos perdidos, en el que nuestra boca estaba llena de áspides de veneno. Entonces, en ese momento, Dios envió a su Hijo para reconciliar esa relación. Entonces, Juano dice, amados amémonos unos a otros. Porque el amor es de Dios y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios porque Dios es amor. Entonces tú te preguntarás, ¿estoy amando como Dios ama? ¿Será que el amor que estoy mostrando a mis hermanos, a mis hijos, a mis padres, es el amor de Dios? Dice el versículo 11, Si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto jamás. Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece a nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. En esto sabemos que permanecemos en Él y Él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Juano está recordando constantemente a estos hermanos que el Espíritu Santo en la vida de un creyente da testimonio a que Dios permanece en él y él en Dios. Por lo tanto, si el Espíritu Santo está en ti, el amor de Dios va a ser perfeccionado cada vez más en tu vida. ¿Qué dice el 12? Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios permanece en Él y Él en Dios. Dios es amor y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en Él. ¿Cómo tú puedes estar constantemente amando de una forma correcta? Es simple y es práctico. ¿Cómo tú puedes amar de una forma conforme a la voluntad de Dios? ¿Cómo tú puedes amar conforme Dios nos ha amado? Es bien simple. Recuerda cómo Dios te amó. ¿Cómo te amó? Envió a su Hijo como propiciación por tus pecados. Dios no sintió amarte. No le nació amarte. Dios decidió enviar a su Hijo. Lo que le nacía, ¿sabes qué era? Era ira. Porque su justicia dictaba juicio. Si tú te guías por lo que te nace, ¿qué va a salir de ti? Vete a Romanos. Bueno, yo te lo voy a leer en Romanos 3. Sepulcro abierto de su verganta. Veneno de áspides. Está llena de maldición y amargura en su boca. Sus pies apresuran a derramar sangre. Lo que nos nace no es nada hermoso ni nada bello. El amor se decide. ¿Y cómo podemos amar? Recordando cómo Dios nos ha amado. Y si el Espíritu de Dios está en nosotros, podemos entender ese amor. Si el Espíritu de Dios está en nosotros, puedes entender el precio que fue necesario pagar para que tú fueras salvo. Puedes entender el precio que fue necesario para que mis pecados y los tuyos fueran borrados. Y no nada más esto, sino que Dios nos extendió la promesa de que llegaría el momento en el cual sería consumado todo esto. Y dice en el versículo 17. En esto se perfecciona el amor en nosotros para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos también nosotros en el mundo. El amor de Dios se va perfeccionando a tu vida, pero eso es lo que tienes que constantemente estar haciendo. Ahora tienes por medio del Espíritu Santo que tú has recibido, por la gracia del nacimiento de nuevo, tú puedes entender lo que Cristo hizo. Y ahora sí, ese va a ser el motivo por el cual tú vas a amar. Esa va a ser la manera o lo que te va a guiar. Va a ser como el norte en tu brújula, lo que te va a dar las pautas para amar. Ya no vas a estar amando porque te causa una satisfacción. Ya no vas a estar amando porque crees que esa es la forma correcta de demostrar amor. Ya no vas a estar amando porque crees que esa es la forma correcta de demostrar amor. Ya no vas a estar amando porque crees que esa es la forma correcta de demostrar amor. Ya no vas a estar amando porque te nace amar a esta persona. Vas a estar amando porque Dios así te ha amado. ¿Sí? ¿Sí me explico? Vas a amar de una manera desinteresada, vas a amar de una forma en la cual lo que tú estás buscando es lo mismo que Dios buscaba al amarnos. ¿Y qué era? Ahorita lo vimos arriba. Que tengan vida eterna. Dice Juan 3.16 ¿verdad? Envia a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Los propósitos por los cuales van a amar van a ser eternos. Ya no van a ser simples propósitos, terrenales, finitos. El esfuerzo que tú vas a estar haciendo por amar ya no va a culminar aquí. Tú puedes amar y luchar para que lo que tú quieras, para que no sufra en esta tierra, para que no pase hambre, para que no pase dolor, para que no pase escasez, para que no pase vergüenza, para que no pase ciertas cosas que nosotros pasamos. Muchas veces hacemos esas cosas por amor, pero son simplemente cosas que se quedan aquí en lo terrenal. Lo que nosotros debemos de buscar es algo que permanezca en lo eterno, así como el gran sacrificio que hizo Jesucristo por nosotros, nos garantizó la vida eterna, trascendió a lo eterno. Entonces, cuando nosotros amemos, tenemos que voltear a ver a Cristo en la cruz. Es el amor, es la representación de la manifestación del amor de Dios con propósitos eternos. Dios no entregó a su Hijo algo grandísimo nomás para que la pasáramos bien aquí en la tierra. Tú no vas a amar nada más para que la pasen bien en la tierra aquellas personas que le están amando, que estás amando. Estás amando para que ellos puedan alcanzar la vida eterna. El propósito del amor es manifestar aquel Dios de amor. ¿Sí me explico? Si tú estás amando y ese amor no lo está llevando al cielo, lo está llevando al infierno, entonces no es amor. Es que yo amo a mi Hijo y me pide que le dé, y tú sabes que se va a comprar drogas o X o Y, cosa que le lleve la perdición. No le estás amando. Es que me está pidiendo un teléfono, me está pidiendo esto, me está pidiendo aquello, y tú sabes que lo va a llevar. ¿Le estás amando o no le estás amando? Es bien simple. Tenemos que amar como Cristo amó, digo perdón, como Dios nos amó y entregó todo lo que tenía con repercusiones eternas. Es que yo amo a mi hermano y lo abrazo y le digo que lo quiero y que aquí estoy y que no, pero no voy más allá ni estoy ahí para ayudar en los momentos difíciles, en los momentos de angustia. Tengo el precio por ahí. Necesitamos amar como Dios ama, porque necesita nuestro amor tener repercusiones eternas. Si no, es un amor bien chafa, pues. Porque nosotros ahora entendemos que el amor de Dios, o sea, tú ya no le puedes llamar amor a otra cosa, pues, porque el amor es Dios, y si no amas como Dios, no estás amando. Simple, muy simple y sencillo. Entonces, Cristo se va a ver glorificado en la forma en la que nosotros nos amemos. Dice el versículo 20, si alguno dice yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto cómo no puede amar a Dios, porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, cómo no puede amar a Dios a quien no ha visto. Necesitamos amar de una forma que trasciende en la eternidad. Si tú supieras que lo que tú puedes hacer puede traer repercusiones eternas en la vida de tu hermano, hazlo, no lo dudes. Hay cosas bien sencillas, ¿no? Como el ir aquí en la congregación y darle un abrazo, aliento a alguien. Algo muy sencillo, ¿verdad? Es como cuando ves a alguien que no está dentro de su normal, de su forma normal de actuar. Vas y le dices, hey, ¿cómo estás? Le bendices, le animas. ¿No? Es algo muy simple. Yo creo que tú te has dado cuenta de otras personas que no están en su forma normal. Pero muchas veces ni siquiera vamos en esa simple forma de actuar que pudiéramos hacerlo. ¿Cómo más? ¿Cómo iremos a más? El amor se tiene que ver demostrado porque tiene repercusiones eternas. El amor que es conforme a Dios impacta y trasciende en lo eterno. Ahora imagínate, estamos hablando de amarnos los unos a los otros. Aquí estamos hablando de amarnos los unos a los otros, de nuestros hijos. Estamos hablando. Pero imagínate cuando nos toque amar a nuestro enemigo, como lo dice Mateo 5. Porque en Mateo, Jesús hablando, nos dice que amemos a nuestros enemigos, ¿verdad? ¿Cómo crees que va a ser ese amor que vamos a entregar? ¿Va a ser las sobras que nos quedó de la comida amarrados en una bolsa y aventados así? ¿Cómo va a ser el amor? Si nosotros decimos amar. Yo hablo de los hijos porque ahora entiendo que los hijos es algo que tú proteges como, no, contra todo. ¿Y cuántas veces le hemos dado lo que no conviene? ¿Cuántas veces le hemos dado lo que no aprovecha a nuestros hijos? ¿Qué le iremos a dar a nuestros enemigos? ¿Qué le iremos a dar a los de la iglesia? A los hermanos. ¿Qué le iremos a dar a los impíos que están sufriendo afuera? Son insignificantes para nosotros. Y aquellos a los cuales por naturaleza, por procreación, debiéramos amar a nuestros hijos. No les amamos de una forma verdadera buena. ¿Qué hay de los que ni siquiera son nuestra sangre? ¿Qué hay de los que son ni siquiera de nuestra iglesia? No tienen ninguna esperanza de ser amados por nosotros. Entonces, tenemos que volver cada día, mis amados, a reflexionar en la cruz del Señor. Cada día es indispensable que volvamos y meditemos de una manera consciente en el amor derramado por Dios a través de Jesucristo. Es indispensable que nosotros cada día nos volvamos a predicar el Evangelio, si así lo quieres llamar, para que recordemos el pago que tuvo que dar por nosotros. Si tú quieres amar a los tuyos de una forma como Dios ama, tienes que recordar el Evangelio y lo que costó. Tienes que recordar lo que fue entregado en la cruz. Tienes que recordar el precio que cargó Cristo por ti. ¿Y por qué lo hizo? Si tú quieres amar y dices, es que, sí, yo he visto esto de mi hermano, yo he visto que a veces viene dolido y no lo he hecho. Tienes que estar meditando en la cruz de Cristo, en el sacrificio de Cristo constantemente. Necesitas estar hablándote y recordándote. Alma mía, alaba al Señor y no se olvide ninguno de tus beneficios. Necesitas estarle recordando constantemente, porque esta carne esa se tiende al pecado. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Decía Pablo. ¿Quién me librará? Yo ya no quiero que se me olvide lo que costó salvarme. Ya no quiero que se me olvide lo que Cristo pagó por mí. Quiero amar como Dios ama. ¿Cómo voy a hacer eso si me olvido de que yo fui amado de la forma más perfecta y de la única forma aceptable? Si yo me olvido del amor de Dios, voy a empezar a amar como yo creo que se debe de amar. Si yo me olvido del amor que fue derramado por mí para perdonar mis pecados, yo voy a empezar a amar bajo mis propios ideales de amor. Si yo me olvido del amor que fue derramado por mí a través de Jesucristo, yo no voy a amar a los que están afuera, yo no voy a amar a los que están sufriendo y mucho menos voy a amar a mis enemigos. Cada día tengo que estar recordando el amor de Dios que fue derramado a mí. Y va a haber muchas veces en las cuales va a haber que tomar decisiones complicadas y difíciles, que nos va a tocar despojarnos de ciertas cosas para amar, hacer sacrificios para amar. Y si tú no estás consciente de que tienes que amar como Dios nos amó, ¿y cómo fue la manifestación de ese amor que entregó a su Hijo Jesucristo? Si no estamos conscientes de eso, vamos a decir no vale la pena amar. Y no vas a amar de esa manera, te vas a quedar al margen, expectante nomás. Que lo ame otra persona. Ahí tiene a alguien que lo ama, él debe de amarle, ella debe de amarle. Entonces, necesitamos recordar la cruz de Cristo constantemente. Porque Cristo cuando éramos aún débiles, a su tiempo murió por nosotros los impíos. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, que aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces, mi amado, yo de verdad te invito a que te retes a redefinir el amor el cual profesas por tus hermanos en la congregación, por tus hermanos de sangre, que te redefinas el amor que tienes por tus hijos, que te redefinas el amor que tienes por tus padres, que redefinas el amor que tienes por los perdidos, que redefinas el amor que tienes incluso por tus enemigos, y puedas meditar en el amor de Dios que fue derramado a ti. Y hablo como aquellos que tienen el Espíritu de Dios, ¿verdad? Hablo como aquellos que han sido nacidos de Dios y que pueden entender el amor de Dios. Y si no es necesario meditar igualmente en lo que Dios hizo por los pecadores, enviar a su hijo a morir por sus escogidos. Es bien simple el amor. Ya las manifestaciones prácticas del amor, pues el Espíritu Santo te las ha de dar, ¿verdad? Porque las manifestaciones ya son muy prácticas, pero los propósitos y la dirección y el norte de lo que tú vas a amar, es lo mismo que Dios hizo por ti. No hay otro hilo. La flecha no va a llegar a otro lado que no sea lo que Dios hizo por ti. Y este mandamiento tenemos de él. El que ama a Dios, ame también a su hermano. Entonces, mis amados, si tú has nacido de nuevo, puedes amar como Dios ama. No estás incapacitado. A lo mejor se te ha olvidado el propósito. A lo mejor se te ha abarrido. A lo mejor, no sé, pero siempre recuerda la cruz de Cristo. Siempre recuerda lo que Dios pagó por nosotros. Entonces, no se espere. Esto no es de esperarse. Esto no es de una semana. Esto no es de un mes. Esto no es un propósito para el otro año nuevo. Esto no es así. Esto es de ya, pues así. Como que sí, creo que así es. Ah, pues así lo voy a hacer ahora. No es como que mañana que me levante, lunes. No. Imagínate. O sea, recuerda que lo que tú, la forma, la manifestación del amor que tú vas a entregar puede tener repercusiones eternas. Bueno, entonces, si tú quieres amar como Dios ama, esposo, si tú quieres amar como Dios ama, Dios te manda explícitamente que ames a tu esposa como Cristo amó a la iglesia. Y si no te recuerdas cada día como Cristo te ama o te amó y te está amando, el amor que tú puedas querer profesarle, si no está consciente el amor de Cristo derramado a tu vida, el amor que tú le estás demostrando a tu esposa es un amor bajo tus propios principios y preceptos y no es amor. Porque Dios es amor. Entonces, necesitamos recordar lo que Dios hizo por nosotros en la cruz. Y hazle como quieras. Pégale un sticker, ponlo en el fondo de pantalla, ponlo en el refrigerador. ¿Qué más dijo? Ponlo en el carro, ponlo en la puerta, ponlo en la frente, aquí hay una hoja, no te lo tatúes, por favor. Poemas como Miguel, lee tu palabra, lee la palabra de Dios. Bueno, es práctico eso, mis amados, y yo de verdad que les invito a que vayan y hagan. Bueno, eso es todo. ¿Qué les parece oramos? Vamos a orar para que Dios nos permita estar constantemente recordando lo que costó que me amara a mí. Yo quiero saber cuánto costó que me amara a mí. Yo quiero saber, pero quiero saberlo cada día vez más en esta tierra. Quiero saberlo cada vez más porque yo quiero amar como Él amó. Yo quiero que cada día yo pueda entender más el amor de Dios para amar más como Él me ha amado, para amar más a mis hermanos como Él me ha amado. Yo quiero saber más de cómo Dios me amó para poder amar más a mi esposa. Quiero saber cada día vez más cómo Dios me amó y me ama para poder amar a mis hermanos y a mis enemigos. Vamos a orar. Señor, esta mañana Dios, gracias te damos por tu amor derramado a nosotros Dios. Gracias Señor porque Tú nos amaste cuando nosotros estábamos muertos en nuestros delitos y pecados Dios, cuando estábamos alejados de Ti Dios, cuando no te buscábamos Señor. Tú nos amaste en el momento en el cual nosotros éramos esa bodega de maldición, cuando éramos ese sepulcro Dios. Podríamos haber estado incluso blanqueados Dios, pero Tú nos amaste y enviaste a Tu Hijo Jesucristo a morir por mí Dios, a pagar la deuda que yo tenía Señor. Tú enviaste aquello tan precioso Dios, a Cristo el Cordero inmolado sin mancha Dios, a morir por mí Dios, a dejar un camino nuevo Dios que me da acceso hasta Tu presencia, me da acceso ahora a poder estar delante de Ti. Gracias Padre, gracias te doy Señor, gracias, gracias te doy Dios, gracias, ese amor que Tú has derramado en mí que yo pueda mostrarlo a mis hermanos Dios. Quiero amar a mi prójimo como Tú me has amado, quiero amar a mi hermano, quiero amar a mi familia, quiero amar a mis hijos, quiero amar a mi cónyuge Señor como Tú me has amado a mí Dios. Señor, permite que cada día, cada mañana Dios, yo pueda dormir y meditar en Tu cruz, que yo pueda meditar en lo que Tú hiciste, que yo pueda meditar en el precio que Tú pagaste por salvarme a mí, esa manifestación de amor. Señor bendigo Tu nombre y te exalto porque me has amado como nadie Dios, me has amado con un amor perfecto, con un amor desinteresado totalmente Dios, porque yo no te amaba, no te veía, no te conocía y Tú hiciste la obra por mí Dios. Señor, yo quiero amar así, yo quiero amar así Padre, permítemelo, permítemelo Dios, quita de este cuerpo de muerte Dios la incapacidad de amar Dios, bueno Tú la has quitado Dios, ya, que Tu amor sea una marca de nosotros como Tu iglesia Dios, que Tu amor sea una marca de Tu pueblo escogido Dios. Te bendecimos Señor y exaltamos Tu santo nombre Dios, en el nombre de Tu hijo Jesús. Amén Señor.