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Como construir una rutina llena de vida en el exterior

Como construir una rutina llena de vida en el exterior

CHOICES ABROADCHOICES ABROAD

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En este episodio exploraremos cómo construir una rutina vibrante y significativa en un nuevo país. La migración puede sacudir nuestras rutinas arraigadas, pero también ofrece oportunidades para redefinir nuestra vida diaria. Discutiremos cómo adaptarnos a un entorno completamente nuevo requiere flexibilidad, resiliencia y un enfoque deliberado para construir una nueva rutina que se alinee con nuestras necesidades y objetivos en nuestro nuevo hogar.

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In this episode of the Choices Abroad Podcast, host Ale Carito discusses the importance of building a routine that inspires you to be your best self every day. When we migrate to a new country, it can feel like we don't belong and struggle to adapt to the unfamiliar environment. We may feel guilty for enjoying small moments or not suffering enough as migrants. This guilt is often influenced by societal norms and expectations. However, living a life based on others' expectations is not sustainable. The guilt we feel can be a powerful force that can lead us astray. It's important to examine the information feeding our guilt and consider how the situation would look if the roles were reversed. ¡Hola, hola! Bienvenidos y bienvenidas a un nuevo episodio de Choices Abroad Podcast. Yo soy Ale Carito, su host, y hoy les quiero hablar sobre la importancia de construir una rutina que te inspire a hacer tu mejor versión todos los días. Cada persona que ha migrado tiene una distinta razón por la cual decidió hacerlo. Puede ser porque piensan que sus hijos pueden tener un mejor futuro en el exterior, que ya no sentían que podían seguir creciendo en su país, o que perdieron su trabajo, que la situación económica del país es inestable, o puede ser porque necesitaban sanar un corazón roto, o que simplemente sentían que sus sueños estaban fuera de donde nacieron. Sin importar la razón, cuando emprendemos este viaje y nos vemos sumergidos en un ambiente completamente nuevo y diferente al que crecimos, podemos sentir que no pertenecemos, que no encajamos, que no nos hallamos, que no podemos ser o no podemos estar. Cuando yo llegué a Canadá, me di cuenta que estar en una casa que había rentado para vivir no se sentía como estar en casa. Era un lugar desconocido para mí, tenía muchas preguntas, por ejemplo, no sabía cómo funcionaba la ducha, no sabía si la calefacción puede estar prendida todo el día o tengo que apagarla por ciertos momentos. No sabía si se podía tomar agua de las llaves o no, cómo se supone que funcionaba la máquina para lavar los platos. Tenía tanta resistencia a lo desconocido que mejor prefería no complicarme y lavar a mano. Y cuando salía un poquito de humo mientras cocinaba la bendita alarma de incendios haciendo de las suyas, se sentía como si mi propia casa me estuviera traicionando. Y salir también se sentía incómodo, por el frío, por las calles con nombres que nunca había escuchado y que ni siquiera podía pronunciar, por los carros sirviéndome el paso para cruzar la calle, por el dolor del viento, por el bus que no para cuando le dices que pares, sino solo cuando en realidad lo estás esperando en la parada del bus. Y también si te quieres bajar cuando alas una como cuervita que está colgada en la ventana que le avisa al chofer que debe frenar. Se sentía incómodo por lo que mis ojos veían y yo no lograba reconocer y a veces ni entender. Entonces estás levantándote todos los días sin sentirte en casa, sin sentirte cómodo ni fuera ni adentro y solo convenciéndote todos los días de que eres un extraño en un país extraño y que debes acostumbrarte a ese sentimiento y a esa sensación. Y pienso que no podemos acostumbrarnos a sentirnos así. Esta semana estaba conversando con una amiga y me decía que ella siente culpa cuando empieza a disfrutar pequeños momentos porque le vendieron la idea de que cuando migras debes estar sufriendo, debes estar empezando desde abajo, debes estar renunciando a lo que te gusta, a lo que tenías, a lo que veías, a lo que eras. Y si dejas de renunciar entonces no eres un buen migrante. Y coincidí totalmente con ella. Yo crecí viéndole a mi papá súper preocupado por su familia que se iba por la frontera entre México y Estados Unidos y escuchando historias donde parte de mi familia arriesgaba su vida para llegar a un nuevo país. Luego esas historias trascendían y se escuchaba a nivel de sociedad porque creo que todos como latinos podemos decir que sabemos de alguien que llegó de esa manera al exterior, que llegó a compartir un cuarto con cinco personas, que tomó el primer trabajo que pudo, que luchó hasta el cansancio y que sólo así se puede llegar al éxito. Entonces cuando nos vemos nosotros con el privilegio de haber podido venir por lo legal, de saber inglés y poder conseguir un trabajo o de poder venir a estudiar algo que te gusta, de tener tal vez mejores condiciones de las que tuvieron todas esas personas de quienes escuchamos historias, podemos llegar a sentir que no estamos sufriendo lo suficiente y que por eso no vamos a poder ser exitosos o que tal vez por eso no nos están aplaudiendo, tal vez por eso no vamos a recibir tanta aprobación de nuestros seres queridos que están lejos. Podemos también sentirnos culpables por tener los medios para rentar un departamento para ti solo, culpable de no aceptar ese trabajo de limpieza y buscar algo que te llene más, culpable por salir a comer en un restaurante algo que te guste, culpable por no ser un entre comillas buen latino migrante. La culpa es una de las mayores maestras que tenemos en la vida, puede resultar ser tan molestosa y tan poderosa que puede llegar a hacernos cambiar de rumbo. En muchos casos la culpa se desarrolla a partir de normas sociales, expectativas culturales o creencias limitantes que nos hacen sentir responsables por ciertos comportamientos o situaciones. Cuando migramos, las opciones que tenemos para empezar a construir una nueva vida son infinitas, pero muchas veces la culpa nos quiere hacer pensar que las opciones son limitadas. Por ejemplo, alguien que quiere conseguir un trabajo que le sume, que le enseñe, que le expanda, suele pensar, mejor no buscar e ir a donde todos los demás latinos en esa ciudad están trabajando de lavaplatos, porque así se empieza, así empezó el juanito y así tengo que empezar yo, así empezaron mis tíos y así quiero empezar yo. Pero en el fondo también lo hace por honrar las historias con las que creció, por mantener la voz de la culpa en volumen bajo y porque quiere probar que está luchando en este nuevo país, que está sacrificando todo por un mejor futuro, que está siendo suficiente, que está haciendo lo que le dijeron que es ser migrante. Pues déjenme decirles que este modelo no es sostenible. No es sostenible llevar una vida que esté configurada según las expectativas de los demás, según lo que los demás hicieron, según lo que a los demás les funcionó. Cuando empezamos a hacer lo que la culpa nos dice para bajarle el volumen por un ratito, siempre va a encontrar la manera de volverse a subir el volumen. Digamos que salgo a las 2 de la mañana del restaurante donde se lava platos y ya. La culpa está silenciada porque estoy yendo a lavar platos como escuché que debía llegar a ser y entonces la culpa está silenciada por un momento. Y me siento tan cansada a las 2 de la mañana caminando a mi casa, llegando a acostarme en el colchón que tengo en el piso y mi espalda me mata. Entonces digo, no, esto no puede seguir así, mañana me voy a ir a comprar una cama porque ya no puedo seguir durmiendo de esta manera. Entonces cuando voy a ver la cama, me doy cuenta de que la cama es mucho más cara aquí de lo que era en mi país. Y digo, esta gente está loca, ¿cómo se les ocurre cobrar por una cama tanta plata? Yo no voy a pagar esto por la cama, por eso sigo durmiendo en el colchón, en el piso y ya. Y me voy porque si hubiera comprado la cama, la culpa hubiera vuelto a decirme que solo soy un lavaplatos, que no merece tener una cama nueva, que recién estoy empezando y que qué me creo para poder permitirme darme esos lujos. Y entonces nos creemos esas historias que alguna vez escuchamos que le funcionaron a alguien más y queremos creer que en el tiempo de hoy también nos va a funcionar a nosotros. Y esto puede ir de distintas maneras, como migrantes que se sienten culpables por no cumplir con las expectativas de éxito que ellos mismos o sus familias tenían para ellos, o por el impacto que su migración está teniendo en la familia, o culpa por no estar en situaciones donde sus amigos enfrentan desafíos económicos o sociales. ¿Y qué tal de la culpa por querer integrarse a la nueva sociedad y adoptar nuevas costumbres o lo que sea, y sienten culpa porque piensan que están abandonando sus raíces? La culpa todos los días nos intenta probar que ella es la que toma las decisiones, la que tiene el poder. Nos puede hacer ir de la al plan Z en un abrir y cerrar de ojos. Y es tan confuso saber si uno le hace caso o no, porque actúa a nuestro favor y a nuestra contra aleatoriamente. Entonces cuando estamos indecisos es porque ha habido veces que le hemos hecho caso a la culpa y nos ha ido súper bien. Dijimos que bien, que bien, que me hice caso, yo sabía, que bien, que bien. Y de ahí ha habido otros casos en los que me he sentido culpable y le hago caso a la culpa y todo sale pésimo. Y dices, ay no, ¿por qué hice eso? Yo sabía que no tenía que hacer eso. Y bueno, entonces sí, en serio, la culpa puede ser una bitch, pero no lo hace por mala. De hecho la necesitamos porque puede ser una indicadora, una alerta que tenemos en la vida para dejar de ir por ese camino que estamos viendo. El verdadero problema es la información desde donde la culpa se alimenta para actuar. En el caso del lavaplatos que no pudo comprarse su cama, una culpa actuando a su favor sería la que cuando le suben el volumen le dice, no puedo creer que estés durmiendo en el piso. Si toda la vida hemos dormido tan bien, tan cómodos y tú no quieres divertir en una cama, no lo puedo creer. Entonces la información que se está usando en este caso es la que aprendió el lavaplatos, lo que está guardado en su subconsciente. Y entonces él aprendió que para descansar uno tiene que estar lo suficientemente cómodo. Su mamá le decía, mijito, siempre se llega, se le saca los zapatos, tomas un baño, te pones tu pijamita limpia y te metes en esta cama deliciosa. Y entonces él hacía todo eso y se quedaba dormido de una hasta el siguiente día. Él aprendió que se puede dormir bien. Él aprendió una rutina que él sabía que le iba a permitir descansar, dormifico, que uno siempre debe ser recursivo para encontrar maneras de darse comodidad, que merece descansar. Y la culpa le recordó eso. Así que la próxima vez que te sientas culpable, trata de visualizar cómo se vería la misma situación dada la vuelta y de qué información se está alimentando esa culpa. Entonces, si me siento culpable por estarme integrando a nuevas culturas, a un nuevo grupo de amigos, quiero tratar de poner en mi mente cómo me vería sintiéndome culpable por no tener amigos, por no intentar integrarme, por estar aislado. Y entonces empiezo a indagar en mi cerebro cuándo aprendí que estas cosas están bien o están mal. ¿Quién me dijo? Entonces en el primer escenario donde me siento culpable por tener amigos e integrarme en la cultura es porque la información que tiene mi culpa dice que aprendí que tener nuevos amigos es ser desleal a mis amigos de Ecuador. Siento que los estoy traicionando. O aprendí que integrarse a una nueva cultura es abandonar la mía. Que hablar en inglés es olvidarme del español. Es dejar de honrar mis raíces. Y en el segundo escenario, si me siento culpable por no tener amigos o no integrarme, entonces tal vez aprendí que con amigos la vida es más linda. Tal vez aprendí que un amigo puede significar una compañía. Tal vez aprendí que integrarme me puede abrir nuevas oportunidades. Entonces por sentir esta culpa, ahora voy a inscribirme a este voluntariado que sí, seguramente va a ser incómodo para mí al principio, pero quiero ver si conozco gente. Entonces esta persona que se estaba sintiendo culpable por integrarse con otras culturas y por conocer gente nueva en la ciudad en la que está, ya sabe las fuentes de donde la culpa se está alimentando en su escenario real y en el escenario que se imaginó a la inversa. Entonces ella sabe que su bienestar está alineado a tener amigos, a integrarse, a conocer gente. Su bienestar no está alineado a estar aislado, solo en la casa, sin poder preguntar algo a alguien. Entonces ella no está ciego cuando está tomando una decisión. Ya puede elegir y puede decir ok, ya sé. Yo aprendí que mis amigos me pueden dejar, lo que sea, pero yo sé que no va a pasar eso porque nuestra amistad va mucho más allá de lo que estaba pensando yo. Y sí quiero conocer gente porque me siento bien así, porque yo sé que tener amigos ayuda al proceso de adaptación. Entonces ella toma una decisión gracias a su culpa, pero una decisión alineada a su bienestar. ¿Se dan cuenta cómo la culpa puede influir tanto en las cosas que hacemos todos los días? Entonces, de ahora en adelante, cada vez que sientan culpa, imagínense un Walkman. De esos que veían hace un buen tiempo, que eran redondos, y le abrías por la mitad como para ponerle un CD y le cerrabas. Y podías escuchar las canciones del CD, que creo que eran 12 máximo que entraban en el CD, y podías escuchar con tus audífonos. Y para las personas que son muy jóvenes y que están escuchando este podcast y no saben de lo que estoy hablando, vayan a Google y pongan Walkman y van a ver de lo que les estoy hablando. Pero bueno, entonces, imaginen que su culpa es el Walkman y que tienen un montón de CDs para ponerle y subirle el volumen y escucharle a esa culpa. Los CDs representan toda la información que nuestro cerebro colecta durante todos estos años y que lo siguen haciendo. Así que es nuestra responsabilidad identificar qué CD me quiere poner la culpa para influenciar mis decisiones, para influenciar mi vida. Una vez que tú logras identificar de dónde viene ese CD, esa información, vas a saber si te conviene o no cambiar de plan debido a la culpa. Si se siente un escalofrío, una sensación fea cuando te das cuenta de dónde se alimenta, sabrás qué hacer. Así también como si se siente calientito en el pecho, si sientes que esa información te quiere encaminar a tu bienestar, también vas a saber qué hacer. Y ese es el tesoro de la autoconfianza, porque cuando te permites conocerte, ver hacia adentro, con valentía, con audacia, también te permites usar lo que te funciona a ti, a tu favor. Cuando migramos, es muy importante reconocer desde dónde estamos decidiendo, desde dónde estamos actuando, porque eso incluye en el estilo de vida que nos estamos construyendo. Tener una rutina que te aporte salud física, emocional y mental es una decisión de todos los días. Y es estamparte literalmente en la frente la idea de que te mereces tener una rutina así. No viniste al mundo o a este país a sufrir, no viniste a que te tengan pena, no viniste a ser víctima de tu historia sin el protagonista. Entonces si tienes o tenías en tu país algo que amabas hacer, algo que te traía bienestar, que te calmaba el corazón, no tienes que renunciar a eso, no tienes que renunciar a nada de lo que no quieres renunciar y que sabes que aporta a tu vida. Quiero que explores tu mudanza desde la curiosidad, sin juicio, sin el debería o no debería y con esto en mente vas a identificar tus necesidades y prioridades individuales. Esto implica reflexionar sobre qué actividades y hábitos te hacen sentir bien y contribuyen a que seas una mejor versión de ti mismo todos los días. Y estas actividades o hábitos no tienen que ser las mismas siempre, podemos irlas cambiando según como vamos creciendo. Por ejemplo, cuando yo llegué tenía que estudiar y trabajar, entonces casi nunca tenía un día off y me sentía culpable por querer tener un día de descanso hasta que resignifique mi culpa y me permití merecer un día de descanso a la semana. Recuerdo que en mi universidad no tenía clases los miércoles, así que le pedí a mi manager en el trabajo que los miércoles por favor no me pongan al horario porque ese va a ser mi día libre de ahora en adelante. Y entonces llegaba miércoles y para mí era lo máximo porque podía dormir hasta tarde, desayunar en la cama, ver mis series favoritas, a veces salía a hacerme las uñas, a cortarme el pelo, lo que sea. Me recargaba tanto tener ese día en mi semana y me sostenía para seguir con todo lo que tenía en mi mesa. Después de un tiempo mi necesidad evolucionó porque conocí a mi novio, entonces él tenía un trabajo de lunes a sábado y libre el domingo. Y él quería estar conmigo en su único día libre pero yo trabajaba y yo también quería estar con él pero él trabajaba los miércoles. Así que lo que hicimos fue yo le pedí a mi manager que cambie mi día libre de miércoles a domingo y ahora lo que me llenaba a mí era poder ver una película con mi novio los domingos y no me importaba ya trabajar los miércoles. Era como que sí, sí puedo cambiar, igual voy a tener un día libre la semana. Que era en un inicio no negociable, ¿verdad? Entonces, otro ejemplo que les puedo dar es que a mí me gusta mucho leer pero durante el primer año de estudios que estuve en Canadá dejé de leer mis libros. Es más, creo que ni siquiera sentía la necesidad de comprarme libros. Sentía que mi mente ya estaba tan ocupada con todo lo que había que leer en el posgrado y luego también aprendiendo todo en el trabajo y luego tratamos de hablar y escuchar inglés todo el día. No, en realidad estar leyendo en mi tiempo libre en inglés no era algo que me iba a recargar, tal vez esto me causaba más estrés en ese momento. Entonces, ahí mi no negociable era ver Masterchef en pijama todas las noches, no leer. Y no me juzgué por eso, porque yo sabía que ver mi programa me relajaba después de tener un día muy largo. Hoy, uno de los hábitos que me trae en paz es leer. Y disfruto mucho leer, tratar de ver a dónde va la historia, aprender el mensaje o enseñanza que me quiere dar ese capítulo. Y en realidad me trae mucha paz, no puedo no llevar un libro en mi cartera. Y no sé hasta cuándo me irá a durar, tal vez luego me guste más tener un Kindle y ya no libros físicos. Pero hoy mi no negociable es tener ese momento en mi día para leer. Y si aún no sabes qué hábitos o actividades te pueden traer paz, permítete probar, experimentar, todo siempre desde la curiosidad. Nada tiene que ser para siempre o escrito en piedra como para no cambiarse. Un hábito que retomé recientemente fue hacer ejercicio. Y no saben, está siendo todo un logro para mí, porque mi relación con el ejercicio ha estado on and off, on and off por tanto tiempo. Y no lograba ver por qué. En la escuela yo jugaba fútbol, en el colegio corría carreras de atletismo, hacía natación. En la universidad ya me empezó a costar un poco ser constante, pero aún así trataba de todas las semanas colarme a las clases de aeróbicos de mi universidad. Y cuando salía de vacaciones y me iba de Quito a Mbato, mi tía me hacía ir con ella al CrossFit. Entonces de alguna manera siempre he tratado de mantener el ejercicio como una constante en mi vida. Y bueno, al CrossFit sí, no saben qué sufrimiento era para mí. Me acuerdo que un día les mandaron a correr por todo Ficoa, para los que no saben, en Mbato, eso es todo un área, como que todo un barrio en Mbato. Y me parece que eran como 5 kilómetros el walk de ese día o la clase de ese día. Y yo me fugué de la desesperación, porque tenía mucho miedo a no avanzar y hacer la foca ahí con todos, porque yo sabía que no era buena corriendo. Igual me acuerdo que otro día estuvo tan pero tan fuerte y te exigen tanto, o sea, ahí no podías parar a respirar así, no avances. Porque te castigaban con más bullpees o como que te ponían un ejercicio adicional. Entonces yo no podía parar, porque tenía miedo que me pongan cosas adicionales que hacer. Y llegué al punto de tener ganas de vomitar, o sea, literalmente fui al baño a vomitar. Y hagan de cuenta que esos baños eran de los que tienen la puerta súper cortita debajo. Entonces desde afuera todos me veían que estaba arrodillada en el suelo en dirección al excusado. Y ahí no, tengo traumas en los gimnasios, creo que después de eso nunca volví a intentar a meterme uno. Y después me mudé a Canadá. Y mi manera de hacer ejercicio en Canadá fue caminar, aprovechar para caminar con mi perrito Martín en el verano. Bueno, en invierno también, pero tenía que salir como que súper abrigada. También caminaba, me acuerdo, desde el centro de la ciudad, porque ahí era mi universidad. Y me iba caminando a mi casa, que era en el sur, súper al sur. Y era más o menos como 10 kilómetros, pero con la mentalidad de turista. Yo iba tomando fotos, viendo los puentes, los ríos, conociendo los barrios y todo. Entonces se me pasaban tranquilamente los 10 kilómetros si es que caminaba, no si corría. Y en invierno le pedía el gym de su edificio a mi amiga y vecina. Y ahí caminaba, pero solamente me iba por una hora. Y me acuerdo que lograba caminar un kilómetro en la caminadora y ya. Para mí ese era mi ejercicio y ya. Y trataba de hacerlo cada que me sentía con energía, por lo menos uno todo tres veces a la semana. O sea, y tener esos pequeños momentos de ejercicio me permitían alimentar este hábito que yo desde siempre sé que es importante para mí. Y aunque no lo disfrutaba tanto, trataba de mantenerlo en mi rutina. Y hoy son cinco semanas de haber entrado a Orange Theory. Que tiene un concepto espectacular y me enganchó full desde el día uno. Es una metodología que combina remo y caminadora en alta intensidad más pesas. Pero todo con un brazalete que te monitorea el corazón y te muestra los colores en los que se encuentra tu corazón en una pantalla. Entonces tu ritmo cardíaco tiene el nivel azul cuando empiezas a calentar. A medida que te vas moviendo más, el corazón palpita más rápido y el nivel cambia a verde. Que viene a ser tu nivel de ejercicio sostenible, digamos. Y luego viene el naranja y el rojo. Que el rojo prácticamente es que estás a punto de desmayarte y que debes bajarle dos. Entonces la idea de una clase de Orange Theory es que hagas el nivel de ejercicio para mantener tu corazón en el color naranja. Porque en esta zona no estás cómodo como en la zona verde, ni muriéndote como en la zona roja. El naranja te presiona y te estira y te enseña que eres capaz de hacer lo que sabes y un poquito más. Entonces la primera vez que tomé una clase de 50 minutos caminando en intensidad y con alta inclinación. No sabía si lo iba a lograr. Yo salía a caminar, como les digo, un kilómetro en una hora. Y esa primera clase de Orange Theory, sin darme cuenta, caminé tres kilómetros en una hora. Literal se triplicó lo que yo sabía en mi mente que podía hacer. Y ni siquiera me sentía cansada, con ganas de vomitar, ni nada. Estaba como en la zona, literal. Y me encantó porque no sabía que era posible. Todo este concepto de ver cómo está tu corazón, escuchar a tu cuerpo. Si es que está en rojo, bajarle un poco. Permitir que se recupere, que llegue a naranja. Si es que necesitas que llegue a verde y después subirle de nuevo. Toda esta visualización de lo que necesitas es cambiar la idea en la que te relacionas con el ejercicio 100%. Yo creo que pensaba que para que mi ejercicio valga la pena, debo sacarme el aire. Y si no, no importaba. O para que mi ejercicio valga, tengo que hacerlo todos los días. Y si no, mejor ya no lo hago. Y eso también viene muy alineado al perfeccionismo. Porque decimos, no. Si es que voy a ir al gimnasio, tengo que ir todos los días. Y si no, no vale. Pero, ¿qué tal? Si es que el lunes, en serio, que no querías ir. Estás súper bajito de energía, está nevando, no quieres ir. Y porque no fuiste el lunes, el martes dices, no. O sea, yo no fui ayer, ya no sirve de nada si voy ahora. Y no. En realidad, lo que nos hace cultivar estos hábitos que suman a nuestra vida es el aparecer imperfectamente. Show up imperfectamente. Hacer lo que dijiste que ibas a hacer. ¿Por qué? ¿Se acuerdan? Porque hacer lo que dijimos que íbamos a hacer es fomentar la confianza en uno mismo. Y esa es la confianza que más debemos trabajar porque es la que más nos cuesta recuperar. Y funciona igual con los hábitos. Cuando estamos implementando hábitos de nuestra vida, tenemos que tener autocompasión y paciencia. Porque un hábito, una rutina, una actividad que nos nutra, no se implementa en nuestra vida a la noche o a la mañana. No se implementa solo con intención, sino también con acción. Acuérdense, energía masculina y energía femenina balanceada para hacer lo que dijimos que íbamos a hacer. Entonces, el show up imperfectamente en ese hábito o actividad que quieres implementar en tu rutina es lo que día a día te va a acercar un poquito más a convertirlo ya en parte de tu vida. Entonces, si un día dijiste que quieres hacer journaling con algunas preguntas para descubrir qué simbiosis tienes en tu vida o simplemente para agradecer por lo que has tenido en ese día, entonces tú dices, ok, voy a hacer un ejercicio de journaling todas las noches antes de dormirme. Y llegas una noche, en el trabajo te extendieron el shift y no pudiste salir a la hora que ibas a salir. Entonces, una y media de la noche llegas a tu casa recién de comer, luego te dañas y ya está, full tarde, te mueres de sueño y no escribiste. No te vas a clavar la vaga al siguiente día con la culpa de que, ay, qué bestia, no escribí, yo dije que iba a escribir. Siempre es lo mismo conmigo, no puedo implementar hábitos de mi vida, no estoy cumpliendo lo que digo. No, vas a regresar de esa narrativa, vas a salir del papel de víctima y vas al siguiente día a aparecerte, a show up imperfectamente y hacer lo que dijiste que ibas a hacer. Vas a escribir y vas a decir, ok, ayer no escribí, pero hoy, hoy estoy escribiendo. Mañana, quién sabe, pero hoy estoy escribiendo. Y hay varias maneras para ayudarnos a nosotros mismos a implementar estas actividades en nuestra vida. Aquí te voy a dejar cinco tips para ser más constante en implementar tus hábitos y no soltarlos. El tip número uno es que debes crear un entorno saludable, eliminar las distracciones. Por ejemplo, si es que quieres hacer ejercicio, ya vas a tener listos tus zapatillas, tu botellita de agua, tu camiseta y tu licra para irte a hacer ejercicio. Si es que quieres comer saludable, ya no vas a comprar las bolasinas que sueles comprar para tener en tu refrigerador. Si es que quieres comer saludable, vas a comprar comida saludable para que no te distraigan las bolasinas. Agradecerte todos los días. Puedes estar mirándote al espejo o si es que tienes un journal, puedes escribir en el journal. El agradecerte por ir al gimnasio, por haber comido saludable el almuerzo de ese día, por haber tomado tus dos litros de agua que te prometiste tomar, por haber cumplido con tu rutina de skin care. Puedes ir registrando tu progreso para recordarte que estás haciéndolo, estás intentándolo, estás trabajando en eso, estás todos los días poniendo un ladrillito en la construcción de tu edificio. El tip número tres es buscar formas creativas de vivir tus hábitos. No hay una sola manera de vivir tus hábitos. Si el objetivo del top es hacer ejercicio, puedo un día salir a pasear con mi perro y llevarle al parque caminando y ya va a ser ese mi ejercicio del día. Y otro día puede ser ir a Orange Theory o ir a caminar con una amiga o ir de bicicleta con mi novio. Entonces, también podemos ser flexibles y creativos en las maneras en las que implementamos nuestros hábitos. El tip número cuatro es ser flexible y ser imperfecto. Como les decía, nuestro día a día está cambiando. A veces no sabemos con qué va a salir nuestro jefe. A veces no sabemos con qué nos van a salir los profesores de la universidad. A veces no sabemos qué favor nos va a pedir nuestro hermano, prima o amigo. Entonces, ante estos retos o cambios inesperados, es importante no abandonar nuestros hábitos. Hay que buscar maneras de ajustarnos. Si es que el ejercicio de ese día debe ser quince minutos subiendo y bajando las grados de tu edificio, entonces que sean quince minutos. Pero que sea. Que exista. Que esté ahí. Que no se lo abandone. Si es que te comiste una hamburguesa porque saliste ese día con tus amigas y entre semana te prometiste no comer hamburguesas, pero ya comiste la hamburguesa, entonces vas, no sé, no vas a dejar de tomar agua por eso. No vas a dejar de comer saludable el resto de la semana por eso. No vas a dejar de tomar tu jugo verde en las mañanas. Es ser flexible contigo misma y si te permites, skip un día, retomar al siguiente día. No significa que todo está perdido. No significa que ya no sirve de nada. Siempre sirve de algo. Y sirve el doble las veces que volvemos a intentar implementar ese hábito. El tip número cinco va un poco alineado a lo que les acabo de decir y es que siempre se puede pivot. Siempre se puede volver a comenzar. Siempre se puede personalizar un poquito más esa actividad. Siempre se puede mejorar. Siempre se puede cambiar del miércoles al domingo, si es que ahora eso es lo que funciona para mí o para ti. Y mientras vamos haciendo esto, también te quiero dejar tres prácticas que puedes implementar ahora a la par con tus hábitos. La primera es hablarte bonito y en serio cuidar lo que te dices. Solo ten en cuenta cuántas cosas nos decimos nosotros que jamás le diríamos a una amiga, a una amiga que le queremos un montón, a nuestra mejor amiga o a tu mejor amigo o, no sé, a alguien que sea súper importante para ti. Si es que esas cosas que te estás diciendo a ti misma nunca se lo dirías a alguien a quien amas, entonces deja de decírtelas. Sustituye la autocrítica por palabras de autofirmación y conseguirás transformar la relación que tienes contigo, la confianza que tienes en tus actividades y en lo que eres capaz de hacer. La segunda práctica es dile no a la comparación. Enfócate en tu propio camino, en tus propios logros, sin importar cuán pequeñitos se vean. Vive y disfruta tu proceso, porque les juro que en el proceso es donde más sabiduría y enseñanza hay. Y si es que sienten que se están comparando, pongan mute, siléncien, no sé, siléncienle de Instagram a esa persona con quien se están comparando. Si es que van a un gimnasio, no se comparen con la señora de al lado que va corriendo 10 kilómetros más que ustedes. Ustedes no saben el proceso que ella ha tenido, lo que saben es su proceso. Lo que saben es que ustedes antes no podían correr ni un kilómetro y ahora están corriendo tres. Entonces, no se comparen y sean sus mejores amigos. Literal, díganse las cosas tan bonitas que tienen por decirle a alguien más, direcciónenla a ustedes mismos. Y la tercera práctica es ir con calma, ser paciente, porque toma esfuerzo, toma tiempo y debemos ser conscientes y amables para ir sin prisa. Disfrutando al máximo de todos los regalos que nos trae la implementación de una rutina llena de vida en ese país. Así que para despedirme, despedirnos de este episodio, les quiero dejar un mantra para que se repitan durante toda esta semana. Y bueno, y por el tiempo que ustedes quieran mientras implementan sus hábitos. Y lo van a escribir en un post-it, en un cuaderno, en su celular, en donde ustedes quieran. Y se lo van a repetir, lo van a leer, lo van a poner de fondo de pantalla. Y si lo quieren subir a Instagram, por favor, me etiquetan. Y lo vas a llevar contigo a lo largo de tu día. Lo vas a recordar en momentos de estrés, cuando estés dudando si seguir o no en ese hábito, si trabajar en tu hábito ese día o si retomarlo o no. Vas a repetirte este mantra respirando y poniendo mucha atención en tu respiración. Y que ésta sea solo la señal de que puedes hacerlo. Espero que les haya gustado un montón este episodio. Yo disfruté mucho hacerlo. Gracias por todo el amor que le están dando al podcast. Gracias por compartirlo con su familia, con sus amigos, con esa persona que ustedes saben que está con el bichito de emigrar. Y que saben que se podría beneficiar un montón de esta información. Les dejo mi Instagram en la descripción de este episodio. Y no se olviden de seguirme para que vean todos los adelantos de los próximos invitados y episodios que se vienen. Bye, bye.

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