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Tiempo de Oración día 10 - Hno. Moisés Sarmiento

Tiempo de Oración día 10 - Hno. Moisés Sarmiento

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The main ideas from this information are: - The speaker discusses the verse from Psalm 31:4, encouraging believers to trust in God and His salvation. - The speaker emphasizes that believers have been called to salvation and have received an inheritance from God. - The inheritance is described as a glorious and powerful gift that cannot be modified or taken away. - The speaker highlights that believers are participants in this inheritance because they are children of God. - The speaker emphasizes the importance of understanding and embracing the greatness of the inheritance and the power and glory that believers possess. - The speaker encourages believers to fulfill their role as stewards of the inheritance they have received. - The speaker concludes by highlighting the significance of Jesus' death and resurrection in securing the inheritance for believers. El Salmo 31 versículo 4, con esto recibimos al hermano Moisés, dice Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová y tome aliento vuestro corazón. Esforcémonos cada día en la gracia que nos ha sido dada y confiemos en el Señor porque para salvación hemos sido llamados. No hemos sido llamados para que busquemos la salvación, en salvación hemos sido llamados. Sostengámonos cada día confiando en el Señor y en su buena voluntad. Amén. Que él ya nos llamaría estanque o cisterna. ¿Entendemos lo que es eso? Un estanque, una cisterna para reservar agua. ¿Sabe por qué? Él llama a Israel una cisterna rota que no podía retener lo que Dios dispensaba hacia ellos. Levanta tu mano al cielo y dile papá gracias porque me has hecho una fuente. De mi sale vida, de mi sale paz, gozo, amor, benignidad, bondad, mansedumbre, fe, templanza y contra esas cosas no hay ley. Vamos a darle un aplauso al Rey. Es lo que Él ha puesto en nosotros, lo que papá puso en nosotros no es cualquier cosa. En nosotros, en cada uno, está la semilla gloriosa y poderosa, el poder que resucitó a Cristo de entre los muertos. ¿Cuán grande es lo que hemos recibido? Desde ayer comenzamos a hablar un poco acerca de la herencia de los santos en gloria. Y bueno, algunas personas no estuvieron ayer, pero para resumir, podemos decir que la herencia es lo que el Padre delega en su soberanía para que su hijo disfrute de su trabajo, de su esfuerzo, de lo que el papá ha logrado, de lo que él ha hecho, de lo que él ha guardado, de lo que él ha reservado. Lo deja para su hijo y deseamos que esto es reservado para que sea una plataforma para él. Para que la meta que el Padre alcanzó, el techo, lo más alto, la cima del Padre, sea la plataforma de donde el hijo despegue. Por eso el Padre le deja herencia a sus hijos. Y estamos hablando de la herencia de los santos en gloria. Esa herencia que hemos recibido, porque como decíamos ayer, anoche, que mientras el testador viviese, no había la oportunidad, la opción de que el hijo tuviese acceso a la herencia. ¿Por qué es necesario que hubiese intervención de qué? De muerte al testador. Y decíamos ayer que mientras el testador vive, podía modificar su testamento, podía modificar la herencia. Pero una vez muerto el testador, era imposible modificarla, no se puede modificar. Lo que Dios dejó para nosotros como coherederos de esta gracia, como participantes de esta herencia incorruptible, no se puede modificar. Amado, esto no es negociable. No tenemos que dar cuenta a ninguno. No tenemos que pedírsela a ninguno. Porque Papá nos las dejó a nosotros. Vamos, diga, yo soy un heredero. Yo soy participante. Junto con todos los santos. De esta herencia en luz y en gloria. ¿Cuántos creen que esta herencia es gloriosa? ¿Cuántos creen que esta herencia es poderosa? ¿Es maravillosa? Dice el libro de Efesios, en el capítulo 1, versículo 17, vamos a leer hasta el 19, amén. Miren como dice la palabra. Libro de Efesios, capítulo 1, del 17 hasta el 19, vamos a leerlo. Dice la palabra. Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre, ¿de qué? De gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento para, y allí enmarca un propósito, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia. ¿En quién es? Y cuál es la supreminente grandeza de su poder para con nosotros, los que, ¿qué? Creemos, según la operación, ¿de qué? Del poder de sus fuerzas. Pablo ora para que Dios ayude a la iglesia de Éfesos a entender, a asimilar, no cualquier cosa, amados, sino que podamos entender cuál es la herencia, cuán grande el poder y la gloria en la que nosotros participamos. Diga conmigo, participamos. No participamos, lo decíamos anoche, por la habilidad o la capacidad que nosotros podamos tener. Ni participamos en esto por los talentos, los dones que podamos tener, ni porque somos los más hábiles. La única forma de participar de esta herencia en luz, el único requisito es ser hijo. Porque el siervo, aunque es útil en la casa, aunque participa de las labores, aunque participa del hacer crecer la herencia, no está habilitado para disfrutar de ella, sino los hijos. Los hijos. Y si somos hijos, también herederos, y coherederos juntamente, ¿con quién? Con Cristo. ¿Por qué? Porque Él hizo que en su muerte nosotros participásemos. Para que en su resurrección, por eso es que Dios, amados, no nos vea a nosotros. Porque Él nos dio participación en su muerte. Por eso nosotros vemos con los ojos biológicos los defectos, las faltas, lo que no se puede alcanzar, lo que supera a otra persona. Pero a ese hombre Dios lo ve crucificado en la cruz. Y como está muerto, entonces se puede ver a el Cristo que resucitó. Porque si somos participantes en su muerte, también lo somos en su resurrección. Y esto no es de nosotros, porque ninguno de nosotros participó allí. Esto es lo que la palabra llama el don de Dios. Le plació así. Como el requisito era el recuperar, el reunir todas las cosas en Cristo. Ese era el propósito. Y el pago para ese propósito fue la muerte de Cristo. Y el pago ya fue efectuado. Ya Cristo pagó en la cruz. Entonces el Padre reúne todas las cosas. ¿En quién? Por eso el que está en Él tiene la vida. ¿Porque está en quién? Y todo lo que está fuera de Él no tiene vida. Lo decíamos anoche, porque esta es la vida eterna. ¿Cuál es la vida eterna? No puede. No, es broma. Amén. Amén. Jesucristo. Amén. Amados. Somos participantes. No en una promesa hecha. Porque en esperanza se prometió. Y ayer lo decíamos, aunque muchos alcanzaron nombre, y aunque muchos hicieron proezas, no alcanzaron lo prometido. Porque estaba reservado para una nación que había sido escogida. Por eso este llamamiento santo que nos ha hecho, y poderoso y glorioso, ha sido por su divina voluntad. Porque dice la palabra, de quien yo tenga misericordia. Amados. A veces interpretamos estas palabras y decimos, pero es que fulano no busca... No, es que eso se dispensó en otro tiempo. El Señor diciendo, ustedes pueden ver, le dijo a Moisés, verás la tierra, pero no vas a entrar en ella. Y hubieron generaciones, que tuvieron destellos, que tuvieron simbología, y vivieron como Abraham, que recibió la visita de los ángeles, momentos gloriosos, instantes, pero Él reservó esa misericordia, para el que, Él quiso tener misericordia. Y esa es esta generación. ¿Se entiende lo que les quiero decir, amados? No es para que uno se salve y otro se pierda, o sea, tengo misericordia de segundo, pero de José Luis no voy a tener. No, no, no, no. Está hablando del tiempo, que Él reservaba, para que Cristo apareciera en escena, y se manifestara la vida, entonces, el más pequeño en el reino de los cielos, es más grande, es mayor, tiene más autoridad, que el más grande de los profetas. Esa es la misericordia que se reservó, ese es el amor reservado, para una generación específica. Y muchas generaciones, con sus habilidades, su devoción, sacrificio y entrega, no alcanzaron, amados, lo que nosotros hemos recibido. Y esto tiene que ser un reto para nosotros, tiene que ser un desafío, porque si ellos dieron su vida, por algo que no alcanzaron, por eso Moisés duró 40 años en el desierto, con el pueblo, amados, pero no entró a la tierra prometida, no recibió la herencia. Y nosotros como pródigo, que hemos derrochado todo, lo que papá nos dio para administrar, pero por su gracia, Él nos vistió con vestiduras nuevas, nos ha dado un anillo de autoridad, hace fiesta cuando un pecador se arrepiente y es recibido y recibe de Dios la herencia como hijo. Amados, aunque pródigo lo derroche a todos, les puedo garantizar que su padre le guardó la mejor parte de la herencia. Entonces somos participantes en una herencia, amados. Ellos participaron de la promesa con la que se les prometió. Nosotros hemos recibido. Yo siempre pongo este ejemplo con un príncipe y un rey. El príncipe es una promesa de que un día se le dará la oportunidad de recibir la corona. Pero mientras es príncipe, es una promesa. Pero él dijo, yo voy a ser una nación de reyes y sacerdotes. ¿Usted sabe por qué reyes y sacerdotes? Porque el sacerdote participa de la administración, impartición de las cosas gloriosas y los reyes son los administradores de los recursos celestiales. Entonces es un real sacerdocio. Un sacerdote es cuando un sacerdote es nombrado, es investido, es habilitado para ejercer el sacerdocio que se le otorga. Lo mismo pasa con el rey. Cuando un rey recibe la investidura y una corona y es sentado en el trono, todo el reino está sujeto a la palabra, a la autoridad, porque el rey está ejerciendo su función de gobierno. ¿Qué quiero decir, amada iglesia? Que lo que se nos ha dado como herencia no es para el mañana, no es para luego, no es para posponerlo, porque él es rey de reyes. ¿Sabe qué es un rey de reyes? Hay una palabra que lo define y es la palabra emperador. Cuando había un emperador que sometía a los demás reinos y hacía tratados de paz o él enviaba de sus príncipes a otros territorios y los nombraba rey, él era rey sobre otros reyes. Y aunque los reyes eran independientes y tenían soberanía en sus territorios, todos tenían que rendirle cuenta al rey de reyes. ¿Sabe lo que se nos ha dado? Es una administración gloriosa, una vida se nos ha otorgado por su gracia, un reino, un territorio donde nosotros tenemos que ejercer por medio de lo que hemos recibido en él, porque lo que Dios va a exigir de nosotros, amados, es la mayordomía. La cuenta que nosotros vamos a rendir es la mayordomía de lo que se nos ha delegado. Por eso la palabra dice que a uno se le dio un talento, dos, cinco, según la capacidad que ellos podían administrar. Pero a ese que se le dio uno, amados, ese uno tenía el potencial. No era menos que al que se le dio cinco. Se le dio según la capacidad de administrar, la capacidad de hacer, de producir en este reino glorioso. ¿Sabe? La muerte de Jesús ha sido el mayor plan desarrollado en toda la historia, porque el provecho que papá ha sacado de esto no es el que la religión pinta, porque él ve hijos. Toda la tierra será llena de tu gloria, dijo el profeta. ¿Sabe? Cuando David vio al varón bienaventurado, amado, se asombró, porque ¿quién es ese hombre cuyos pecados le son perdonados y sus iniquidades son borradas? ¿Sabe? Solamente verlo proféticamente, porque él no pudo vivirlo, él no lo pudo experimentar en su carne, porque estaba reservado para los que el padre tenía en su misericordia. Por eso dijo, tendré misericordia de quien yo quiera. No es cuando los profetas quisieron, no es cuando no entro en la barca, ni cuando cruzaron el Mar Rojo, ahí se dispensaba una gracia, pero su misericordia, amados, se derramó en nuestras vidas. Toda su misericordia, toda su bondad, todo su amor. Por eso somos una generación escogida, linaje escogido, real sacerdocio. ¿Sabe? Alguien una vez me enseñó a dividir esas palabras, pero un día entendí que nadie sirve a dos señores, y que lo que papá nos da, escúcheme bien, amada iglesia, usted sabe cuando algo te lo dio Dios, porque es eterno. Nada de lo que papá te da, caduca. Por eso tus hijos nunca van a caducar. Tu madre, tu padre nunca va a caducar, porque lo que él da es eterno. Es un Dios eterno. Y su pensamiento está en la eternidad. Por eso son más altos que los nuestros, porque nuestros pensamientos están hasta nuestra jubilación. Hasta ahí. O alguien piensa más allá. Amados, ¿alguno de ustedes ha pensado más allá? Nuestros planes y nuestros proyectos están pensados hasta el día que tengamos que partir. Que tengamos que dejar este cuerpo. Pero papá no piensa así, porque él hizo el diseño y él piensa en la eternidad. Porque es un Dios eterno. Entonces lo que papá nos da es eterno. Todo lo demás se llamó añadidura. Yo lo llamo privilegios. ¿Sabe? Cuando se puede uno comprar un coche o algo, yo digo, papá, gracias por este privilegio maravilloso. Pero, bueno, si hay bendiciones materiales, la Biblia habla de bendiciones materiales. Amados, pero la bendición que Dios da, la herencia que Él nos dio, dice su palabra, que es Cristo en nosotros. Entonces Pablo ahora, queriendo que la iglesia entienda la verdad, lo que somos en Él, no lo que podemos llegar a ser. Amados, ¿sabe por qué no podemos llegar a ser algo más grande? Porque lo más grande está en usted y en mí. Y no hay nada mayor que Cristo. Nada superior a Él. Por eso no podemos impresionar a papá. Si nuestro fundamento no es Cristo. Amados, ayer lo decíamos. La suficiencia, lo que rebosa, es Cristo. Si Cristo no es el todo en nuestras vidas, entonces buscamos lo secundario, lo opcional. Pero cuando Cristo en nosotros es el que lleva el timón, ayer lo decíamos, no podemos tener a Dios de copiloto. Porque cuando uno lleva un copiloto, le pregunta, ¿cómo ves esto? ¿Qué te parece? Pero yo tomo la dirección. Yo tengo la decisión. Pero cuando es Él, yo tengo que aceptar y confiar que el que lleva el timón sabe lo que está haciendo. Nadie se monta en un avión si sabe que el piloto no ha pasado por una academia. Que es primera vez que va a ver cómo se prende ese aparato. Amados, y el problema no es subirlo. El problema es bajarlo. El problema es aterrizarlo en forma segura. Pero amados, Él tiene los planos. Y por eso Pablo dijo, yo como perito arquitecto pongo el fundamento. ¿El cual es quién? ¿Sabe qué es un perito arquitecto? Es la persona capacitada, diestra, fue formada. Como es que le iluminó una luz, se capacitó, se entrenó, lee códigos, lee símbolos, lee figuras y puede entender el diseño que una persona plasmó en un proyecto. Entonces cuando Él entiende el plano, porque yo entiendo el plano, por eso coloco el fundamento. Ustedes verán cómo sobre edifican. Porque si ustedes hacen una pared torcida, se puede tumbar y la hacemos nueva, no pasa nada. Si ustedes colocan las ventanas donde no van, se puede corregir. Amados, una iglesia que no tenga el fundamento correcto no se puede corregir. Tiene que haber, ¿cómo se llama la palabra cuando un edificio es declarado? No, pero eso tiene una palabra legal que decreta el derrumbe del edificio y se tiene que hacer desde abajo. Amados, creo que gracias al Padre, es que tenemos que ser agradecidos porque nuestro fundamento es Cristo y el Espíritu me da testimonio que esta casa está fundamentada en Cristo. ¡En Cristo Jesús! Él lo es todo. Amados, Él lo es todo. Y por eso a veces nos preguntan, ¿por qué tanto Cristo, Cristo, Cristo? Ustedes no tienen otro mensaje. Amados, yo les preguntaré en esta noche, ¿ustedes creen que hay otro mensaje? Si Pablo dijo, me propuse, yo sé que por ahí andan muchos predicando filosofías, fábulas, historias, que yo vengo del linaje, que yo sí fui escogido, que déjate crecer la barba, que no, que rápate el pelo, que es decoroso, que es indecoroso, no comas, no bebas, no gustes, pero yo me propuse predicar a Cristo y el mensaje de Él, el mensaje de la cruz, porque fue el plan del dueño, del Señor. Lo estipuló en un testamento y murió en la cruz. Y esa muerte, así, amados, muere el testador y los hijos se heretan. ¿Qué pasa con los hijos? Heredan. Amados, no tienen que, no. Todo eso que estás pensando, no. Es la herencia que tenemos en Él. Eso tampoco que estás pensando, es la herencia, es Cristo. Olvida eso que está, ese reloj está un poco adelantado, ¿eh? Quieto en el nombre de Jesús. Amados, Él es la plenitud que lo llena todo y en todos. Amados, no sé por qué estemos pasando, pero puedo afirmar algo en tu corazón. Esta leve tribulación momentánea, usted puede decir, llevo 20 años, y se le puede ir los 80 o 100 que pueda tener en la matrícula, pero es una leve tribulación momentánea, es un espacio de tiempo. No es nada comparada con la gloria que en nosotros ha de manifestarse. Es eternidad, amados. Es vida. Por eso no nos quejemos que no nos hemos podido comprar el coche del año, ni que no hemos podido pagar el piso, ni que no hemos podido abrir esa empresa. Gocémonos que tenemos asegurado lo eterno, que somos herederos. Amén.

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