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Listen to cuento de navidad by Asier MP3 song. cuento de navidad song from Asier is available on Audio.com. The duration of song is 14:46. This high-quality MP3 track has 698.209 kbps bitrate and was uploaded on 20 Dec 2023. Stream and download cuento de navidad by Asier for free on Audio.com – your ultimate destination for MP3 music.
The speaker is talking about the Christmas season and how they asked a group of students to read a fragment from Charles Dickens' famous Christmas story. The story is about a selfish man named Scrooge who is visited by the ghost of his former business partner, Marley. Marley tells Scrooge that he will be visited by three spirits who will show him his past, present, and future. The speaker describes Scrooge's reaction to seeing Marley's ghost and their conversation about the consequences of their selfishness in life. Hola queridos amigos, qué bonito, qué bonita es la Navidad ahà con esta música de fondo que nos recuerda a esas calles de Londres, a esos territorios que a veces nos aparecen en las pelÃculas, tan mÃticos, con sus calcetines, con sus chimeneas, con sus... Bueno, pues estamos en Navidad, casi, casi, ¿no? Y les propuse a estos chicos de segundo de bachillerato V, o sea, los excelencios, que si podÃamos leer un poquito, un cachito, un fragmento del famosÃsimo cuento de Navidad de Charles Dickens, ¿no? Que en tantÃsimos sitios del mundo, pues es como una referencia de estos dÃas, ¿no? Y bueno, pues como no me se sabe negar al profesor, pues dijeron que sÃ, ¿verdad? Asà que vamos a hacer la lectura de Cuento de Navidad de Charles Dickens, lo hacemos para todos vosotros, para que al menos sepáis de qué va este clásico, ¿no? Porque va a ser un momento en el cual lo que vamos a leer, Scrooge está en su cama, Scrooge es una persona egoÃsta, que no quiere cambiar, que quiere que su vida esté regida por el materialismo, por el dinero, y recibe la visita de un antiguo socio que habÃa muerto, de un socio que fue igual que él, un egoÃsta, y ¿qué pasa? Pues que este socio le visita desde el infierno, y le promete que le van a visitar esa misma noche tres espÃritus, y que esos tres espÃritus pues le van a contar cosas de su pasado, de su presente y de su futuro. Asà que vamos a escuchar ya ese fragmento. La puerta de la bodega se abrió con gran escépito, y luego Scrooge pudo oÃr el ruido de los pisos inferiores mucho más intensamente. Después comenzó a subir por la escalera, después se dirigió a la puerta de su piso. «¡Siguen siendo paparruchas!», dijo. «No me las creo». Sin embargo, cuando sin una pausa, aquello atravesó su pesada puerta y se presentó ante él, cambió de color. A su llegada, la agónica llama se reanimó con fuerza, como si exclamara «¡Le conozco! ¡Es el espectro de Marley!», y volvió a apagarse. El mismo, el mismÃsimo rostro, Marley con su coleta, su casaca de siempre, sus calzas y sus botas, erizadas las borlas de estas últimas, asà como también su coleta, los faldones de la casaca y los cabellos de la cabeza. La cadena que arrastraba le ceñÃa la cintura. Era larga y oscilaba en torno a él, como un rabo. Y estaba hecha, porque Scrooge la observó de cerca, de cajas, llaves, candados, libros de contabilidad, actas y pesados portamonedas de acero. Su cuerpo era transparente, por ello, Scrooge, mirando y mirando a través del chaleco, pudo ver los dos botones posteriores de la casaca. Scrooge habÃa oÃdo decir muchas veces que Marley no tenÃa entrañas, pero hasta hoy nunca lo habÃa creÃdo. No, ni siquiera ahora lo creÃa, aunque miraba el espectro de pies a cabeza y lo tenÃa ante él, aunque notaba la glacial influencia de sus fijos ojos muertos y observaba la textura del pañuelo atado alrededor de su cabeza y de su barbilla. Pañuelo, de cuya presencia no se habÃa dado cuenta hasta entonces. SeguÃa sin creerlo y se negaba a aceptar lo que sus sentidos le dictaban. —¿Qué pasa? —dijo Scrooge, más caos de colfrÃo que nunca. —¿Qué quieres de mÃ? —mucho. —La voz de Marley no cabÃa a duda. —¿Quién eres? —Pregunta mejor quién fui. —Entonces, ¿quién fuiste? —dijo Scrooge, alzando la voz. —Pues ser una sombra es muy quisquilloso. —En mi vida fui tu socio, Jacob Marley. —¿Puedes sentarte? —preguntó Scrooge, mirándolo dubitativamente. —Puedo. —Entonces, siéntate. —Scrooge hizo aquella pregunta porque no sabÃa qué podÃa acontecerle a un fantasma tan transparente en el momento de tomar asiento, y pensó que, de no preguntarlo y ser esto imposible, se verÃan arrastrados a innecesarias explicaciones. Pero el espectro se sentó al otro lado de la chimenea como si fuera la cosa más natural del mundo. —¿No crees en mÃ? —observó. —No —dijo Scrooge. —¿Qué más pruebas quieres de que soy real que las que te brindan tus propios sentidos? —No lo sé. —¿Por qué dudas de tus sentidos? —Porque cualquier insignificancia los afecta —dijo Scrooge. —El menor desarreglo de estómago les lleva a engañarme. Tú podrÃas ser un trocito de carne mal digerido, una pizca de mostaza, una miaja de queso, un poquito de patata mal cocida. Seas lo que seas, hay en ti más desviambre que de cadáver. Scrooge no tenÃa demasiada costumbre de hacer chistes, ni, en aquel momento, tenÃa en el fondo ganas de bromear. La verdad es que trataba de mostrarse ingenioso a fin de distraerse y alejar de sà el terror, porque la voz del espectro le turbaba hasta la mismÃsima médula de los huesos. De seguir sentado mirando en silencio aquellos ojos fijos y alados, Scrooge acabarÃa perdiendo, de un momento a otro, el dominio de sà mismo. Además, habÃa algo repelante en la atmósfera infernal que arrastraba consigo el espectro. Scrooge no podÃa captarla, pero la adivinaba con toda claridad. Pues, aunque el fantasma se hallaba sentado en la más perfecta inmovilidad, sus cabellos, los faltones de la casaca y las borlas se agitaban aún, como movidos por los cálidos vapores que salen de un horno. Dijo Scrooge, volviendo enseguida al ataque por la razón ya explicada y con el afán de desviar, aunque sólo fuera por unos segundos la pétrea y glacial mirada fija en él. Explicó el espectro. Pero lo veo, a pesar de todo. Aunque hiciera demasiado calor para llevarlo en casa, dejó que su mandÃbula inferior cayera sobre su pecho. Scrooge se hincó de rodillas y se tapó la cara con ambas manos. Por piedad, dijo espantosa aparición, ¿por qué me atormentas? Hombre de ideas materialistas, replicó el espectro. ¿Crees en mà o no? Creo, dijo Scrooge. He de creer, pero ¿por qué los espÃritus bajan a la tierra y por qué vienen a verme a mÃ? Se exige a todos los seres humanos, respondió el espectro, que su espÃritu alterne con sus semejantes y viaje a lo largo y a lo ancho. Y, si ese espÃritu no lo hace en vida, es condenado a hacerlo después de muerto. Ha de vagar a errante. Hay de mÃ. Y ser testigo de las cosas que ya no puede compartir, aunque hubiera podido hacerlo en vida y convertirlas en felicidad. El espectro lanzó otro grito y agitó las cadenas y se retorció a las fantasmales manos. Estás encadenado, dijo Scrooge, temblando. Dime por qué. Llevo la cadena que forjé en vida, replicó el espectro. La forjé eslagón a eslagón, yarda a yarda, y me la ceñà por propia voluntad y por mi propia voluntad carré con ella. ¿Te parece ajén a ti? Scrooge temblaba más y más. ¿O preferÃas saber, continuó el espectro, el peso y la longitud de la que te ciñe a ti con la fuerza de una roca? Hace siete navidades ya era tan completa, pesada y larga como esta. Desde entonces la has ido agrandando en una cadena enorme. Scrooge lanzó una mirada a su alrededor, temiendo verse rodeado por cincuenta o sesenta brazas de cable de acero, pero no pudo ver nada. Eh, Jacob, dijo suplicante. Dijo Jacob madly, dÃmelo todo. Dime una palabra de consuelo, Jacob. No las tengo, replicó el espectro. El consuelo llega de otras regiones en BNC Scrooge y les es enviado por los ministros a otro tipo de hombres. No puedo ni decirte todo lo que quisiera. Muy poco más me está permitido. No puedo descansar. No puedo detenerme. No puedo permanecer en falta alguna. Mi espÃritu nunca se apartó de nuestro negocio. Oye, oye bien esto. En vida mi espÃritu jamás se alejó de los estrechos lÃmites de nuestra midriguera de cambistas. Y ahora tengo ante ti mis fastigosos viajes. Scrooge tenÃa la costumbre de llevarse las manos a los bolsillos de los pantalones siempre que estaba preocupado por algo. Pensando en lo que el espectro acababa de decir, eso hizo ahora, pero sin alzar los ojos ni levantarse del suelo donde seguÃa arrodillado. Debes de haber ido muy despacio, Jacob. Observó Scrooge, hablando con sentido práctico, aunque con deferencia y humildad. ¿Despacio? Repitió el espectro. Siete años muerto. Murmuró Scrooge. ¿Y viajando todo el tiempo? Todo el tiempo. Dijo el espectro. Sin reposo, sin paz, con la incesante tortura del remordimiento. Viajas de paisa. En alas del viento. Debes de haber cruzado gran cantidad de paÃses en siete años. Dijo Scrooge. El espectro, al oÃr esto, lanzó otro grito e hizo que su cadena chirriara tan horriblemente en el muerto silencio de la noche que la ronda nocturna hubiera hecho bien, denunciándolo por turbar la quietud. ¡Oh, cautivo, atado y con dobles grilletes! Exclamó el fantasma. No saber que las criaturas mortales han de pasar eternidades de esfuerzo para que este barro nuestro pueda alcanzar la eternidad antes de desarrollar toda bontad de la que es capaz. No saber que un espÃritu cristiano, sea el que sea, trabajando con provecho en su limitada esfera, siempre encontrará demasiado corta su vida para su enorme capacidad de ser útil. No saber que ningún remordimiento es suficiente para reparar las oportunidades despreciadas de la vida. Asà era yo. ¡Oh, asà era yo! Pero tú siempre fuiste un buen negociante, Jacob. Barbuceó Scrooge, que estaba aplicándose a sà mismo todo aquello. ¡Negociante! Exclamó el espectro, retorciéndose de nuevo las manos. Mi negocio tenÃa que haber sido la humanidad. Mi negocio tenÃa que haber sido el bienestar general. La caridad, la compasión, la clemencia y la benevolencia tenÃan que haber sido, sólo ellas, mi negocio. Los asuntos de mi despachado no eran más que una gota de agua en el vasto océano de mi negocio. Alzó la cadena hasta la altura de su brazo, como si ella fuera la causa de su irreparable dolor, y volvió a arrojarla pesadamente al suelo. En esta época del año, dijo el espectro, Sufro más, porque que anduve entre la multitud de los seres humanos con los ojos bajos y nunca los alcé hacia esa bendita estrella que guió a los reyes magos a un pobre establo. No habÃa hogares pobres cuya luz me guiará a mÃ. Scrooge, al oÃr al espectro expresarse de tal modo, se sentÃa peor cada vez, y comenzó a temblar como un afogado. Escúchame, clamó el espectro. El tiempo se me acaba. Te escucho, pero no seas duro conmigo. No te andes por las ramas, Jacob, te lo ruego. No puedo decirte por qué me he aparecido ante ti bajo una forma que tú puedas ver. Antes he estado sentado a tu lado, invisible, muchos y muchos dÃas. No era una idea agradable. Scrooge se estremeció y se enjugó el sudor de la frente. No es esta la parte más ligera de mi penitencia. Resiguió el espectro. Esta noche estoy aquà para advertirte que aún tienes una oportunidad y la esperanza de escapar a mi destino. Una oportunidad y una esperanza que te he procurado yo. Ebenezer. Siempre fuiste un buen amigo. Dijo Scrooge. Gracias. Te verás acosado. Resumió el espectro. Por tres espÃritus. La mandÃbula de Scrooge cayó casi tanto como antes habÃa caÃdo la del espectro. ¿Es esa la oportunidad y la esperanza que has dicho, Jacob? Le preguntó con voz trémula. Lo es. En tal caso, en tal caso mejor preferirÃa dejarlo correr. Dijo Scrooge. Sin su visita, dijo el espectro, no podrás evitar la senda que yo he seguido. Espera la primera visita mañana cuando suene la campana de la una. ¿Y no podrÃa recibirlos a los tres al mismo tiempo y acabar de una vez? Insinuó Scrooge. Espera la segunda visita la noche siguiente y a la misma hora y la tercera a la otra noche, cuando la última campana de las doce deje de vibrar. No esperes volver a verme y por tu propio bien, recuerda lo que ha pasado entre nosotros. ¡SuscrÃbete y activa notificaciones! SubtÃtulos realizados por la comunidad de Amara.org ¡Feliz Navidad a todos! SubtÃtulos realizados por la comunidad de Amara.org