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LOS SILENCIOS AUDIBLES. CREER Y VIVIR CON EL CANCER
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LOS SILENCIOS AUDIBLES. CREER Y VIVIR CON EL CANCER
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LOS SILENCIOS AUDIBLES. CREER Y VIVIR CON EL CANCER
The transcription discusses the different types of silence that can be experienced in various situations. It explores how silence can be perceived as both a weakness and a strength, and how it can be a reflection of the nature of a person. The passage also mentions the different silences associated with cancer, such as the silence of healthcare professionals, the silence of witnesses to the disease, and the silence of those who choose not to express their thoughts and feelings. The speaker reflects on the need to embrace moments of weakness and listen to the audible silence within oneself. Pasión de Cristo, Pasión de Enfermo, Entrega 5 Titulada Los Silencios Audibles ¿Te has parado a escuchar los silencios que se dan en una conversación? ¿O a escuchar los silencios de la música? ¿O a escuchar los silencios de la mañana cuando la aurora parece calmar los ensordecedores ruidos de la mente? ¿Te has parado a escuchar los silencios cuando la situación entre las personas se desvelan tensas y es el silencio lo que rompe la discusión como si de un refugio se tratara para respirar y oxigenar la mente? Hay silencios que son imperceptibles, son como la presencia de un insecto que sin percibirla se hace notorio por el picor que sientes en tu piel. Parece inocuo, pero luego se extiende generando un gran malestar en la persona que lo padece. Hay silencios que pueden romper una piedra, son los más duros, los que surgen con los enfados, las peleas, los disgustos, las tristezas o decepciones. Son silencios que traspasan el alma, en él se esconden los miedos y las luchas. Esos silencios pueden mostrar tanto la debilidad como la fortaleza. La debilidad porque se desvelan como un lodazal y constituye lo menos esperado de la persona, lo que más nos decepciona, lo que más nos aleja. La fortaleza porque nos indican de qué manera está hecha la persona a la que estamos mirando o tratando. También hay silencios cómplices, los de una relación de confianza. Es el silencio que permite comprender cada mirada y esforzar pertinentes sonrisas. Son los silencios de la amistad, de la fraternidad, allí donde se expresa el coraje del amor que no condiciona ningún paso recorrido en la bondad de lo confidencial. Y aquellos silencios atronadores que la impotencia hace presente en la decrepitud de la vida, y los insabores no nos permiten vivir con la serenidad que se precisa, y que requiere de un silencio mayor, fruto de una vivencia en paz, reconfortable, capaz de ofrecer un momento de una sigilosa confianza que endurece el riptus de las eternas verdades en el que el propio rostro se muestra quebrado frente a la incomprensión de los seres queridos. Y me pregunto, ¿cuál es el silencio del cáncer? No sé si se distingue uno específico, pero tiene los suyos. Tiene el silencio del profesional que te trata, determinado por la celeridad de la consulta y la justificación del sistema. Tiene el silencio de la impotencia de cuantos son testigos de tus diagnósticos de tu enfermedad, los efectos de la quimio. Tiene el silencio de los que callan su pensamiento sin desvelar cómo se sienten en el proceso. O el silencio de los que hablan insinuando a soluciones o diagnósticos que acomodan su malestar interior ante una disparla exigencia de un compromiso mayor con el paciente. Hay momentos en que no tengo más remedio que acostarme, enroscarme sobre mí mismo y morder la almohada, esperando que se calme y pase el momento de la debilidad. En este caso el silencio es silente. Es necesario introducirte de lleno en tu interior y escuchar cuánto de audible suponga este momento de debilidad.