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The transcription is about the experience of an elderly person living in solitude and reflecting on their past and loneliness. The elderly person finds solace in meditation and the presence of mountains, which symbolize resilience and offer perspective. The solitude is seen as an opportunity for self-discovery and growth. Despite the sadness and longing, the person embraces their solitude and finds authenticity within themselves. The transcription ends with a message of gratitude and blessings from the spiritual connection hosts. Hola amigos, hola amigas. Estar sin conexión espiritual nuevamente con ustedes. Traerle siempre lo mejor y dedicación de reflexiones, meditaciones y por qué no también vivencias, hacia enseñanzas o quizás como hoy, traerle una pausa a la meditación cuando sean nuestros años de un viaje entre montañas y soledad. Un viaje interior hacia la autenticidad. Sí, quizás no estés ahora pensando por esto pero puedes hacértelo llegar. Esa linda meditación que ha hecho también, como siempre, para esas personas que viven en un estado de silencio y soledad. Traerla. En el común, en el ejercicio de su hogar, entre las paredes que guardan sus ánimos, el anciano se siente en su sillón gastado, con la pata de cuadros que ha sido testigo de cada vida. A través de la ventana, las montañas se elevan como guardianes silenciosos y sus pensamientos se pierden en la vastedad de esos picos que han observado mucho más de lo que podría contar. La soledad. Esa compañera incómoda se posa sobre sus hombros encorvados. La meditación respira nostalgia mientras él recuerda tiempos pasados, cuando la risa de la familia llenaba cada rincón. Sin embargo, el tiempo ha sido un maestro imparable. La familia, con honra llevada por el tiempo, ha seguido su propio recurso. Este curso de Handel-Marciano, con relenco de la ausencia. Las fotografías en la pared cuentan historias de días felices, cumpleaños, casi un mes. Momentos que se pasaron entre los dedos del reloj del tiempo. Pero ahora la realidad se piñe con la melancolía de la soledad. El anciano se sumerge en sus recuerdos como un navegante solitario en un océano de su propia historia. La bata de cuadro, desgastada pero aún abrazándose, su figura con calidez se convierte en un símbolo de resistencia. Es un vínculo tangible, con un pasado que se desvanece. Una conexión con la gente, un abrazo, que una vez llenaron el espacio, que ahora está lleno de silencio, sin efecto, quietud. Busca respuestas, preguntas que se deslizan entre las grietas del tiempo. La soledad no es sólo la ausencia física de otros, sino la presencia abrumadora de la introspección. El suave balanceo de su silla, el anciano comienza una meditación, no sólo sobre la soledad que lo rodea, sino sobre la soledad que reside en el rincón más profundo de su alma. Es un viaje hacia adentro, donde los ecos del pasado se alientan con el susurro del presente. La montaña, siempre presente, observa con una calma inventuable. Son vestidos de la vida que florece y se desvanece en sus sombras. En esa inmutable majestuosidad, el anciano encuentra consuelos. Las montañas son más que rocas y picos. Son guardianes que ofrecen una perspectiva atemporal. Dicen contemplar la curación de la existencia y a encontrar la serenidad en medio de la tormenta emocional. La meditación del anciano lo lleva a explorar los rincones, covejos de su propia soledad. Se sumergen los rincones oscuros y da la luz tenua de sus recuerdos. Descubre la fuerza que reside en la benevolibilidad. La soledad no es sólo un vacío, es un espacio para la autenticidad, un lienzo blanco donde se puede pintar el auténtico yo. A medida que las sombras de la tarde dan finalización, el anciano se sumerge más profundamente en la percepción, la soledad. En lugar de ser un amigo se transforma en un compañero de viaje. Es en este espacio silencioso donde el anciano encuentra la libertad para confrontar sus miedos, abrazar sus seguidas y aceptar la realidad con gratitud. Las montañas arruinadas por los tonos cálidos del prejuicio son la metáfora de la recolección. A pesar de las tormentas que han enfrentado, siguen en pie. Así también, el anciano abraza su soledad como parte integral de su viaje. Este viaje que las arrubra en sus rostros son líneas que nos cuentan y cuentan historias de amor perdida y resistencia. Y en este momento de reflexión, el anciano decide convertir su soledad en una oportunidad de crecimiento. Se sumerge en la contemplación de las lecciones que la vida le ha enseñado. Con cada recuerdo encuentra un hilo que teje el tapiz de su existencia. La soledad se vuelve un espacio sagrado donde la verdad puede ser explorada sin temor al vicio externo. La noche cae lentamente y el anciano ahora en paz consigo mismo cierra los ojos. En la oscuridad las montañas se desvanecen pero su presencia perdura en el corazón del anciano. La soledad ya no es una carga sino una compañera que los ha llevado a descubrir a fuerza dentro de su propia fragilidad. En su silla agastada el anciano encuentra consuelo. La soledad una vez terminada se convierte en el canto suave de la autenticidad. Y mientras las estrellas iluminan el cielo el anciano descansa sabiendo que en la vacuidad de la soledad ha encontrado un hogar dentro de sí mismo. Quizás sea una mencionación profunda para muchos. Quizás sea un grito amargo llanto. Pero qué lindo el consciente cuando en un pasado diferente se tapa y ya en la mayoría de edad muchos ancianos se encuentran así. En esa fiel compañera, un compañero que es de esta soledad. Pero una soledad que le ha traído a Abraham porque puede contar sus historias ya vivirá y que aún esta fuerza de espíritu, conciencia prevalecerá no hasta uno ya en la soledad que lo lleve de vuelta. Ha vivido y después muchos han quedado solos sin que un familiar más le vuelva a traer ese recuerdo en su soledad. Qué triste cuando llegamos a cierta edad y nos perdida ese amor por nuestro ser más anciano. Pero no es para ponernos tristes, no. Ni para llevar un vicio a la conciencia de nadie. Es para decirles que Conexión Espiritual los abraza siempre con una luz inmensa y una bendición siempre a los diferentes oídos que nos escuchan cada día y nos viven. Gracias. Gracias por estar aquí en Conexión Espiritual con Virginia y Armando. Es siempre agradable. Un saludo.