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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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Transcription

The transcription is a reflection on the importance of charity in the Christian faith. It emphasizes that charity is the essence of Christianity and the foundation of Christian spirituality and morals. It explains that charity is more than natural love, it is supernatural and refers to the way God loves. The text highlights that charity must be concretely expressed through acts of mercy and that the ultimate goal of charity is communion with others. It also emphasizes the need for selflessness in charitable actions and warns against seeking personal recognition or reward. The transcription concludes by encouraging readers to love others as God loves them, even if the recipients are unaware of it. Palabra de vida hoy, viernes trigésimo del tiempo ordinario, al pan por la Palabra, del Evangelio según San Lucas. Jesús encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y dirigiéndose a los letrados y feriseos, preguntó, ¿es lícito curarlo sábados o no? Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado? Por segunda vez en poco más de una semana se nos regala este Evangelio hoy según la versión de San Lucas. Por ello, lo comentaremos no tanto desde su texto como desde lo que en dicho texto se nos sugiere a los cristianos de todo tiempo, el primado del amor benéfico y benevolente sobre todo otro valor o mandamiento. El Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 1856, señala cómo en la virtud teologal de la caridad se encuentra la esencia y el núcleo del cristianismo. La caridad, la virtud reina, el mandamiento nuevo que nos dio Cristo. Por lo tanto, la caridad es la base de toda espiritualidad cristiana y de toda moral evangélica. Es el distintivo de los cristianos que en verdad lo son. Es la virtud por excelencia porque es el ser de Dios. Dios es caridad, amor de donación incondicional en permanente salida de sí mismo, en entrega total y continua. Las divinas personas de la Trinidad existen saliendo de sí mismas y dándose plenamente. El Padre al Hijo, confiriéndole la existencia eterna por su eterna entrega, y el Hijo, recibiendo el don del Padre, se hace don idénticamente al Suyo. Don de amor infinito, don de amor eterno, el Espíritu Santo. Es precisamente por la entrada del Espíritu de Cristo en la vida del cristiano, por la inhabitación de Dios en él, que el cristiano puede ser progresivamente santificado por participar crecientemente de la forma de ser del Dios que lleva dentro y se le da en alimento, por participar de la caridad que Dios es, recibiéndola primero para entregarla a los demás después. Al avalar de caridad el amor de Dios hay que evitar caer en tópicos románticos y dulzarrones porque el amor es la libertad de la propia entrega por el bien del amado, no es un simple sentimiento bonito. El amor, cuando hace honor a tal nombre, es buscar el bien del otro, siendo ese su único interés, su única recompensa a saciedad. ¿Qué es, pues, la caridad? La caridad es más que el amor que comprendemos, ese amor es natural. La caridad es sobrenatural, es el modo de ser de Dios y referido a nosotros. Vivir la caridad es poseer en nosotros el amor de Dios dándolo, dándonos, amando como Dios ama. Hay que amar a Dios sobre todas las cosas si el objeto del amor es el bien, es decir, que cuando amamos buscamos el bien para el otro y esa búsqueda es ya un bien para nosotros. Si Dios es el bien sumo, entonces Él tiene que ser el objeto primero de nuestro amor para alcanzar nuestro bien mayor y poder ser nosotros causa desinteresada y amorosa de bien para nuestros prójimos. La caridad, que Dios es, cuando nos mira a nosotros, pequeños y heridos, por el pecado propio y por la injusticia que genera el pecado ajeno, se convierte en misericordia, y esta transición es para nosotros camino a recorrer y lección a aplicarnos. La caridad si no se concreta de nada sirve, no sería caridad, por carecer de la concreción que sale al paso de la necesidad o de la herida que sufre quien decimos amar. Esta caridad concreta se resume en las obras de misericordia que dan gloria a Dios por hacer el bien a las personas que más lo necesitan. Ahora bien, la causa y el fin de la caridad está en Dios, no en la filantropía, no en el amor a los hombres. Un sentimiento noble, pero alicorto, que debe dejar paso a la fraternidad, a la búsqueda y promoción de la comunión fraterna como encarnación de la caridad que Dios es, y siembra en nosotros para que trence nuevos vínculos entre nosotros. La caridad y las obras de misericordia han de ser siempre desinteresadas, y el amor que es sólo humano nunca lo es, por la tan marcada necesidad que probamos todos de ser amados, de ser considerados, de ser incluso reconocidos o aclamados. Por todo ello, entreguémonos al bien ajeno por amor de Dios, y aprendamos a amar al prójimo como necesita ser amado, como Dios lo ama, aunque Él todavía no lo sepa. Nuestras obras de caridad y justicia y misericordia se lo mostrarán, por mucho que hayamos de purificarlas y multiplicarlas. Como decía el profeta, se hace camino al andar, aunque en este caso sí que hay camino, la caridad lo es. Un abrazo lleno de paz y bien de vuestros hermanos franciscanos desde Toledo. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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