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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
Palabra de vida hoy, fiesta de San Andrés, apóstol, al pan por la palabra, de la carta a los romanos. Si tus labios procesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la procesión de los labios a la salvación. Hasta la escolástica y la racionalización teológica de la fe cristiana primero, y el giro racionalista que dio descartes al pensamiento occidental siglos después, la palabra creer no se identificaba con el solo sentimiento del entendimiento, no se identificaba ni se reducía a un modo de pensar para entender la vida. Creer era y expresaba entonces un modo de vivir, de pensar, de sentir. Ese creer traía a la persona la salvación frente a la injusticia sin solución ni salida, frente a la muerte como punto final, y frente a los propios pecados como orden imposible de superar. Dejaron las redes y lo siguieron, nos dice San Mateo. Esta fue la experiencia de los apóstoles y de los primeros cristianos, y por eso se convirtieron poco después en misioneros insofocables que extendieron la fe en Jesucristo y la noticia del Evangelio como modo de vida por todo el orbe conocido. Aún se nos hacen insoportables las renuncias que nos impone la siempre difícil y compleja serie de situaciones en que nos pone el orden o desorden de sociedad actual y de esta vida moderna que tiene más de moderna que de vida, como bien dice Mafalda. Y esto se debe a que Jesús aún no es para nosotros esa perla preciosa o ese tesoro escondido que hace tan valiosa y especial nuestra vida y la de los demás. Aún, solamente aún, no hemos sido capaces de hacer de la necesidad virtud, para hacer del Señor nuestro apoyo fiel y nuestro centro en medio de las dificultades. La imprescindible conversión para nosotros hoy pasa por estrechar nuestra vida de relación con Jesucristo a través de la vida comunitaria reunida en torno a la oración, los sacramentos y sus frutos de justicia, misericordia y caridad. La historia de la salvación manifiesta que es por esos cauces por donde los creyentes que son de Cristo reciben el ánimo y la fuerza para orar con Dios, un cambio personal, comunitario y social que marque la diferencia. Así fue para los apóstoles y para todos los santos, y así debe ser también para nosotros y en nosotros. Vuestros hermanos menores franciscanos desde Toledo os saludamos con gran afecto, con la paz y el bien.