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Nothing to say, yet
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The reading today emphasizes the importance of not putting our trust in material possessions and focusing on wealth. The Gospel passage highlights the consequences of living a self-centered life, while the first reading reminds us that God condemns the attitude that closes our hearts to salvation and focuses solely on accumulating wealth at the expense of others. The Church's social doctrine recognizes the right to private property but also emphasizes its social function and responsibility. It is our duty as believers to use our resources justly and help those in need. Palabra de vida hoy, segundo jueves de Cuaresma, al pan por la palabra, del profeta JeremÃas. Esto dice el Señor, maldito quien confÃa en el hombre y busca el apoyo de las criaturas apartando su corazón del Señor. Yo el Señor sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta, según el fruto de sus acciones. Del Evangelio según San Lucas. Abraham le dijo al rico Epulón, Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro a su vez males. Por eso ahora eres aquà consolado mientras que tú eres atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquà hacia vosotros no pueden hacerlo, ni tampoco pasar de ahà hasta nosotros. Ajena y alejada de una interpretación marxista de la historia y de la sociedad, la lectura del Evangelio de hoy no presenta dos clases sociales supuestas en conflicto, ricos y pobres, como destinatarios del castigo o de la predilección de Dios por esa misma condición socioeconómica. Ninguna clase social ha sido canonizada en el Evangelio, ni los bienes materiales son demonizados. Como se matiza en la primera lectura, lo reprobable para Dios es la actitud que cierra el corazón humano a la salvación que por puro amor Él nos ofrece, por centrar nosotros la vida en los bienes, buscando nuestra seguridad en las riquezas que generalmente se acumulan a costa de otros a los que se empobrece. Quien cuenta notablemente con mayores bienes que la media de sus semejantes tiene derecho a la propiedad privada, pero ésta tiene una hipoteca social marcada por las necesidades vitales de los pobres y determinada por el destino universal de los bienes, la entera creación, creados por Dios para el sostenimiento, el desarrollo y el progreso de todos los miembros de la humanidad. La doctrina social de la Iglesia descendió explÃcitamente desde Herero Novaro en el 1891 la licitud de la propiedad privada, provocando la cristación de unos revolucionarios que pretendÃan destruir los cimientos en los que se enfrentaba la sociedad, la religión, la autoridad, la familia y la propiedad. Cuarenta años más tarde, PÃo XI en Cuadragésimo Anno en 1931, seguÃa defendiendo el derecho de propiedad, pero recargaba a la vez la función social de ésta. En esta misma lÃnea se movió la enseñanza de PÃo XII. Juan XXIII en Mater et Magistra en 1961, continúa defendiendo el derecho natural de la propiedad privada y hace ver que los regÃmenes polÃticos que la niegan trabocan con ello y para ello libertades individuales sin cuento. De nuevo, un sucesor de San Pedro subraya con énfasis que toda propiedad está orientada hacia su utilidad social. Cuando nuestra situación económica no nos incluye entre los pobres, hemos de gestionar con justicia nuestros saberes económicos e intelectuales, para que no se conviertan en esas riquezas epulentas que nos arrastren como un lastre fatal, lejos de la comunión con Dios que sólo se alcanza desde y hacia la comunión fraterna en la caridad y la justicia. Seamos fecundos como ciudadanos creyentes, como cristianos a los que no les puede resultar indiferente jamás ninguna dificultad o apuro de un semejante, en tanto que nosotros podamos salir al paso para ayudarle, porque no es solamente nuestro semejante, es nuestro hermano. Un abrazo de paz y bien de parte de vuestros hermanos franciscanos desde Toledo.