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I LUNES DE ADVIENTO

I LUNES DE ADVIENTO

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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The reading for today's Advent is about having faith and obedience. The centurion asks Jesus to heal his servant and shows great faith in Jesus' power. Jesus admires this faith and says that many will come from different places to sit with Abraham, Isaac, and Jacob in the kingdom of heaven. The reading from the prophet Isaiah talks about going to the Lord's mountain and being instructed in his ways. It emphasizes the importance of peace and reconciliation, and the need for obedience and trust in our relationships with others. We are reminded that we are incomplete without the community and our connection with God. We must strive to be instruments of peace and reconciliation and examine our relationships to ensure they are based on fraternity and not dominance. The Franciscan brothers in Toledo send their warm wishes for peace and well-being during this Advent season. Palabra de vida hoy, lunes primero de adviento, al pan por la palabra. Del Evangelio según San Mateo, el centurión dijo a Jesús, Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo diga este palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes. Y le digo a uno, ve y va. Al otro ven y viene. A mi criado hace esto y lo hace. Al oírlo Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían, Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Del profeta Isaías. Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Estamos acostumbrados a obedecer, pues la obediencia así como la confianza son materiales fundamentales para construir los ladrillos de la convivencia. Obedecemos desde el principio de nuestra vida, a nuestros padres y maestros, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, como también se obedecen entre sí los cónyuges, los consagrados y sacerdotes, obedecemos a nuestros superiores legítimos. Los que ejercen autoridad sobre nosotros nos piden confianza, y esa confianza, que siempre se regala, también hay que ganarla, o al menos no desmerecerla. Estamos acostumbrados a obedecer, que para ese animal social que es el ser humano, la obediencia, el respeto, la confianza, etc., son elementos fundamentales en ese nuestro ecosistema, la vida en sociedad. Pues no otra cosa nos pide hoy el Señor Jesús, Él, que nunca desmerece nuestra confianza y se la merece toda. No otra cosa que esto nos dice el Evangelio de hoy, encontrando en la primera lectura tomada del profeta Isaías un contenido fundamental de esa ley de Dios con la que el Señor nos guía hacia sí por sendas de paz y reconciliación, de erradicado humanismo, con una convivencia más fraterna, mejor y más feliz para todos. Para quien pone su fe en Dios, no es legítima ni inteligente cualquier forma de conducirse por la vida. Somos seres incompletos, vulnerables, precarios, pero somos mucho menos cuando nuestra fuerza es la de aquellos que nos rodean en comunidad. Estamos tan necesitados de los otros, y sobre todo del otro con mayúscula, que esa necesidad nos hace permanecer abiertos a la comunión mientras no cerremos la puerta por el confinamiento voluntario en la esfera del propio ego. Somos sumamente indigentes si vivimos a expensas de ese vínculo que nos une con Dios, vínculo autentificado por la unión con nuestros semejantes, hermanos nuestros. Por consiguiente, y aunque los poderosos no lo entiendan, los seres humanos nos lo jugamos todo en esa tarea permanente que es la construcción de la paz y la salvaguarda de esa casa común que es el planeta que nos sostiene. En este tiempo de ilusionante conversión que es el Adviento, examinemos cómo somos o no instrumentos de paz y de reconciliación en nuestros ambientes, si nuestra forma de relacionarnos con toda criatura es fraterna o dominadora. Y dejémonos interpelar por los que ya son bienaventurados siervos del Dios de la paz, vengan de Oriente o de Occidente, sean de dentro o de fuera de la Iglesia de Cristo. Un afectuoso abrazo de paz y bien en este tiempo de Adviento de parte de vuestros hermanos franciscanos desde Toledo.

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