Jesus is questioned about whether it is lawful to pay taxes to Caesar. He responds by saying to give to Caesar what is Caesar's and to God what is God's. It is important for Christians to align their political affiliations with their faith and prioritize the common good. Mixing religion and politics can be dangerous and lead to corruption. Christians should seek to address social issues in a prophetic manner, denouncing injustice and working towards regenerating society. It is crucial to base our arguments on Scripture and the teachings of the Church, rather than being influenced by other sources. Our conscience and freedom are at stake in ensuring our Christian conscience remains critical and authentic in promoting justice.
Palabra de Vida Hoy, Domingo 29Āŗ del Tiempo Ordinario, al pan por la Palabra. Del Evangelio segĆŗn San Mateo, los fariseos enviaron a JesĆŗs unos discĆpulos con unos partidarios de Herodes y le dijeron, Maestro, sabemos que eres sincero y que enseƱas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque lo miras lo que la gente sea. Dinos pues, ĀæquĆ© opinas? ĀæEs lĆcito pagar impuesto al CĆ©sar o no? Comprendiendo su mala voluntad, les dijo JesĆŗs, Hipócritas, Āæpor quĆ© me tentĆ”is? EnseƱadme la moneda del impuesto.
Le presentaron un denario. Ćl les preguntó, Āæde quiĆ©n son esta cara y esta inscripción? Le respondieron, del CĆ©sar. Entonces les replicó, os pagarle al CĆ©sar lo que es del CĆ©sar y a Dios lo que es de Dios. Un ciudadano profundamente creyente buscarĆ” el mejor modo de adecuar, segĆŗn su identidad personal, el derecho al voto o una militancia polĆtica desde la que hacer su contribución al bien comĆŗn como sale luz en medio de la sociedad. Hasta aquĆ lo normal, por mucho que no sea sencillo.
Lo que no es normal ni deseable es que sea la orientación y la ambición polĆticas las que configuren la identidad religiosa de la persona hasta desfigurarla, como contecĆa con los feriseos. Como la historia muestra sobradamente, cuando se mezclan religión y polĆtica es la primera la que carga puleada e instrumentalizada. Cuando una persona no vive su compromiso ciudadano primero como hijo de Dios y cristiano suele acomodar su fe a los contenidos ideológicos de la polĆtica con la que se identifica.
Que los ciudadanos cristianos tengamos una afiliación polĆtica y una militancia activa es del todo deseable para tratar de hacer posible la regeneración de las instituciones pĆŗblicas y del tejido social. Vivir en sociedades del evangelio nos llama a una acción profĆ©tica que siempre serĆ” polĆtica en tanto que no se limita a parchear problemas asistiendo a las vĆctimas de la injusticia, sino que lo haga mientras denuncia las causas de dichas injusticias para atajar los sĆntomas sin dejar de enfrentarse a la enfermedad que los genera.
La erótica del poder y la seducción de la relevancia pĆŗblica que ofrece la polĆtica es un dulzarrón narcotizante capaz de adormecer cualquier conciencia cristiana, pervirtiĆ©ndola hasta disolverla en la sopa grumosa del panorama polĆtico dominante. Por ello, todos hemos de ejercitar nuestra libertad desde la responsabilidad y la cautela para no abandonar una formación permanente que nos capacite para buscar y encontrar respuestas evangĆ©licamente vĆ”lidas a los problemas sociales a los que distintas corrientes polĆticas dan unas respuestas que a menudo generan mĆ”s injusticia y problemas que la cuestión problemĆ”tica que dicen pretender atajar.
Hoy los cristianos daremos a Dios lo que es de Dios y damos al CĆ©sar lo que Dios nos inspire, empezando por no dejar que los emperadores que diseƱan la conciencia colectiva y la manipulan a su antojo y conveniencia, lo hagan con la nuestra. Para saber a quiĆ©n damos culto en verdad y a quiĆ©n sirve nuestra vida como ciudadanos y como creyentes, preguntĆ©monos de dónde obtenemos los argumentos para pronunciarnos sobre cuestiones como la inmigración, la precariedad de los contratos laborales, la desigualdad salarial entre varones y mujeres con las mismas competencias, la identidad del varón o la mujer o de la misma familia, el aborto, la eutanasia, la gestación subrogada, la decadencia perversa y programada de la educación de niƱos y jóvenes, la crisis y el conflicto ante la adquisición legĆtima de una vivienda y la ocupación, la precariedad ante la satisfacción de necesidades primarias de tantas familias, etcĆ©tera.
Si nuestros argumentos no beben en primer lugar de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia, lo harĆ”n de otros pozos cuya veta de agua siempre engaƱa, porque somos católicos. Llamadlos a mirar por el bien de todos como promotores de un bien comĆŗn que se fragua desde la reconciliación y nunca desde el conflicto pacifista. Nos jugamos la libertad y la rectitud de nuestra conciencia en el hecho de que sea siempre primero una conciencia cristiana con sentido crĆtico y capacidad de escuchar y adherirse a corrientes polĆticas diversas sin perder su fuerza profĆ©tica y su autenticidad en la bĆŗsqueda y promoción de lo que es justo, que nada sino el Evangelio de Jesucristo puede garantizar.
Recordemos siempre que no se puede poner una vela a Dios y otra al diablo. Un abrazo franciscano lleno de paz y bien, desde la familia franciscana de Toledo.