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This transcription is a reflection on the importance of staying connected to Jesus and living a life of grace and prayer. It emphasizes the need for deep communion with Christ and love and respect for others. It also discusses the importance of not being self-centered and instead focusing on the well-being of others. The passage highlights the connection between love and producing fruit, and encourages Christians to live out their faith by serving others and denouncing injustice. Overall, it urges believers to embody love and share it with the world. Palabra de vida hoy, domingo quinto de Pascua, al pan por la Palabra. ¿En qué trabajas? ¿A qué te dedicas? Son preguntas típicas, de los primeros momentos tras conocer a una persona, y cuando sabemos las respuestas, no es infrecuente que hagamos una estimación mental de lo que esa persona puede ganar desde lo que su labor profesional produce. La imagen de la vida y los alimentos que deben dar fruto parece muy en línea con nuestra mentalidad de la eficiencia y la producción, pero en realidad, esta parábola no trata de productividad, sino de lo que subraya el martilleo de la expresión de Jesús en mí, y del verbo permanecer, para indicar una convivencia profunda, una comunión íntima, un intercambio vital entre quien es la vid verdadera y quienes somos los alimentos. Sin mí no podéis hacer nada. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, la imagen y el texto son bastante explícitos. ¿Qué puede hacer un frágil sermiento al margen de su unión con la vid? El tema de las lecturas de hoy habla de la unión con Jesús por una intensa vida de gracia y oración, junto con una relación de amor y de respeto hacia los demás, consecuencia y testimonio de esa vinculación primera con la vid, con Cristo. María, como maestra de cristianos, es también un ejemplo vivo de cómo hemos de encarnar el amor que es Dios, y darlo a luz por las obras santas que sirvan a los demás de testimonio y ejemplo. La segunda lectura muestra cómo la profundización en la verdad del amor a Dios y al prójimo clama por la poda de todo interés o búsqueda mezquina y egocéntrica que pervierte el amor cuando no se busca ya el bien del amado, sino el bien propio. Este pasaje es ejemplo de la confianza en la bondad de Dios, en la que debe apoyarse siempre el cristiano a pesar de sus pecados. El amor fraterno debe ser siempre inseparable de una fe recta. Sería pura apariencia falsaria si no cumpliera los mandamientos de Dios como aprendizaje de lo que es el amor y recepción de la capacidad de darlo. Quienes se llaman cristianos viven de la realidad divina que se ha dado a conocer en la revelación, que son hijos de Dios, miembros del cuerpo de Cristo, salmientos fecundos por su unión con la vid verdadera para dar los frutos que en realidad brotan de ella. Existe una coincidencia entre fruto y amor. La viña que es el Señor produce esencialmente caridad. Los sentimientos nobles, las buenas intenciones, las obras de justicia, solidaridad y fraterna misericordia constituyen la forma visible de la caridad cristiana, pues el amor es todo auténtico o se expresa con un lenguaje comprensible para todos o quizá no exista tal amor. Ninguna comunidad que quiera permanecer siendo cristiana, que intente permanecer en la verdad del amor, puede vivir el amor cristiano exclusivamente en su interior. Debemos rechazar la tentación del intimismo, también comunitariamente, de una experiencia cristiana divida en un clima protegido, para salir fuera, donde sople el viento frío de la injusticia, de la soledad, de la exclusión, de la violencia, de la indiferencia. El amor debe circular dentro, sin duda, pero nunca encerrado, sino que por cristiano, es un amor que sale fuera, que nos llama a salir, que nos mueve a ser sal y luz en medio de la sociedad. Haced lo que Él os diga, nos susurra siempre en María. Fuera hay mucho mal, estructuras de pecado, las fuentes de la injusticia, es verdad, y por ello tenemos la obligación de desaprobar dicho mal, de combatirlo sin ambiguedad, mas con la luz y el calor del amor que es Dios encarnado en nuestras palabras proféticas de denuncia, y en esas obras que prolonguen en nosotros las mismas obras de Jesús, vid verdadera, como Sarmiento vivo Suyo que somos, y queremos permanecer siendo. Aprendamos de María a encarnar el amor y a darlo al mundo. Paz y bien, con afecto fraterno y sincero, de parte de vuestros hermanos franciscanos, desde Toledo.