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DOMINGO  III  DE PASCUA

DOMINGO III DE PASCUA

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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The transcription is a reflection on the resurrection of Jesus Christ and its significance for our own resurrection. It discusses how Jesus' resurrected body is both physical and spiritual, and how it is transformed beyond the limitations of the material world. The author suggests that the resurrection of Jesus is the beginning and model for our own resurrection. The passage also emphasizes the importance of reflecting on the resurrection and living a life that goes beyond the natural. Palabra de vida hoy, domingo tercero del tiempo de Pascua, al pan por la Palabra. De la Primera Carta de San Juan Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos, en que guardamos sus mandamientos. Del Evangelio según San Lucas Desde resucitar apareciéndose Jesús a los discípulos les dijo, ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies, soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo. Dicho esto les mostró las manos y los pies, pero como no acababan de creer por la alegría y seguían atónitos, les dijo, ¿Tenéis ahí algo de comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Hay multitud de ensayos científicos y filosóficos sobre el acto redentor con que Jesucristo nos rescató del pecado sobre la cruz, sobre cómo fue, buscando aquilatar la verdad de su historicidad para mejor calibrar el amor con que quien nos redimió lo hizo. Igualmente o quizá más, necesitamos ensayos científicos y filosóficos sobre el acto salvador con que Jesucristo nos salvó de una vida limitada a lo que de ella conocemos, a la naturaleza de nuestra condición mortal. Necesitamos reflexionar más sobre la resurrección de Jesús porque de ella depende la nuestra y es esencial para concebir algo sobre la vida bienaventurada y eterna que es meta de nuestra fe. Los distintos relatos de las apariciones del resucitado que nos ofrecen los evangelistas y los hechos de los apóstoles tienen unos puntos en común que nos ofrecen un cierto conocimiento del evento metafísico que es la resurrección. Esos puntos en común quedan recogidos en el evangelio de hoy y es muy necesario meditar sobre ellos porque la resurrección de Jesús es el principio y la pauta de la nuestra. Por la resurrección, todas las dimensiones de la persona son glorificadas, espiritualizadas, elevadas a un plano de existencia superior, pero no por ello el cuerpo deja de ser el mismo cuerpo, mi cuerpo, aunque ya no sea lo mismo. El cuerpo resucitado es el cuerpo de la misma persona, el que nació de su madre y reposó en el sepulcro, el que estudió y trabajó, el que enfermó y sanó, pero ahora es un cuerpo liberado de los límites de la naturaleza material y mortal. Ahora es otra cosa. A Jesús se le puede tocar, pero aparece y desaparece a voluntad, come o se sienta, pero no se le puede sujetar, se le reconoce, pero no de un modo evidente ni inmediato. Utilizando categorías de la física moderna, las partículas subatómicas más elementales se pueden manifestar indistintamente como partícula material o como onda de energía, sin que se conozca todavía qué determina una manifestación u otra. Teniendo en cuenta que la categoría energía es, en el lenguaje de la física cuántica, algo muy cercano a la categoría espíritu, propia del lenguaje filosófico, podemos atisbar una analogía entre el comportamiento del cuerpo resucitado con el de las partículas fundamentales sobre las que se levanta el universo. El cuerpo resucitado ya no pertenece al mundo material sino a la esfera de lo divino, al universo de la energía espiritual. Mi cuerpo resucitado seguirá siendo mi cuerpo, aunque entonces lo será también de Dios, pues participará de su mismo modo de existencia. Así vemos que aconteció con el cuerpo de Jesucristo y así acontecerá con el nuestro. Si tenemos cada año 50 días de Pascua coronados por el don del Espíritu Santo en Pentecostés, es para que podamos crecer en la comprensión, asimilación y vivencia de la renovación de vida que produce hoy la resurrección de Jesús. Una resurrección que apunta ya a la nuestra propia y que se puede concretar cada día en una forma de vivirlo todo que sea algo más que meramente natural. Hace bien y feliz Día del Señor os desean vuestros hermanos menores desde Toledo.

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