Home Page
cover of EGD1OK
EGD1OK

EGD1OK

Victor Boaglio

0 followers

00:00-01:14:22

Nothing to say, yet

Podcastmusicspeechshuffling cardsinsidesmall room
98
Plays
0
Downloads
0
Shares

Audio hosting, extended storage and many more

AI Mastering

Transcription

The conversation is a casual discussion between friends talking about their day and various topics. They mention a music album, the concept of "paralysis by analysis," and their personal experiences with making decisions and pursuing their passions. They also introduce themselves and discuss their expectations for a new project they are working on. One friend is interested in helping others awaken their consciousness, while another friend is a sociotherapeutic operator specializing in addiction. Overall, they aim to inspire and encourage personal growth and happiness. Bueno, a ver, Jorge. Hola, Víctor, ¿cómo andás? ¿Cómo pasaste el día hoy? Excelente, excelente. Mejor no se puede, mejor imposible. Me vendría a buscar la FIFT si te digo que la pasé mejor. ¿Y vos, Rubén? Bien. Bárbaro. Genial estoy. ¿Nada más que eso? Montones. ¿Te parece poco? Está muy bien. ¿Y el señor Mauri? Ya está chupando de temprano. No le digo porque le va a dar frío. Cuente, cuente, cuente. Lo que estoy tomando. Somos todo oído, Mauri. Le vi una botellita plateada ahí abajo. ¿Y de qué será? Te quiero escuchar un poco más, Mauri. Hola, hola. ¿Cantaste un tema? Siempre he pedido a alguien. ¿Cómo no? No, no, el pinto. Ah, ¿tienes la propia? Claro, dos discos. Sí, pero uno es instrumental. No, no, ese es el nuevo de letra. Me gustaría conocer las letras. Sí, dale. Pásame después un link. No, no me voy a cantar acá, no. Necesito editar. ¿Cómo te va a editar? ¿De la A a la Z? ¿Todas? Sí, las letras sí. Está bien, porque dijimos que íbamos a generar rumor. Es la idea. Debe estar grabando. Yo ya lo conozco. Es ubicado para extorsionar. No hay nada que se pueda decir para extorsionar. ¿Estás seguro, don Jorge? Sí. Yo te voy a contar algo que me enteré de vos. Opa. Pero después. Porque no quiero generar curiosidad. Bueno. Tenemos... Uno, dos, tres, como... 15 temas probables. Vamos a tirar la ruleta. No elegí... Ah, tenés una ruleta ahí. Pero elegí uno vos y la desarrollamos. Así, cerramos los ojos, tiki... Esto es como los cuatro mosqueteros. No, no, esto lo tenemos que hacer entre todos. Hay uno que me llama, que me llama, que me llama. Que es uno de los últimos que anoté y se llama... Parálisis por análisis. Claro. ¿Escucharon alguna vez hablar de eso? No, pero me imagino, ¿qué se trata? Te escucho. Cuando analizas mucho las cosas, te agarra como una parálisis, puede ser. Porque por ese lado viene... Si querés hacer algo, si querés realizar algo. Cuando nos quedamos pensando en si hacer, si no hacer, y evaluamos demasiado las cosas... Sí, te agarra el miedito y de ahí te frenás. O agarra el miedo, ni siquiera llega al miedo, pero nos quedamos pensando en detalles, que en realidad son cosas que se tienen que afinar en el transcurso... Sí, de la prueba. De la prueba, del desarrollo, de lo que sea que se haga. Del proyecto, de lo que sea. Exactamente. Uno no tiene que esperar a ser, ¿qué iba a decir? Sergio Dennis para jugar al tenis. No tiene nada que ver, no sé por qué, pero bueno. Porque rima, Guillermo Vila. Guillermo Vila, quizás. Para jugar al tenis. Tenés que empezar de abajo. Obvio. O de donde estés, no de abajo. Pero siempre hay que tener en cuenta también la prueba y error, que es lo primero que vas a encontrar en un desarrollo de un proyecto, de lo que sea. Los errores en el crecimiento, ¿no? Prueba y error, exacto. Y de eso uno tiene que aprender. Mismo recién hablábamos afuera, sobre la parrilla que hablaba él de su amigo, y yo hablaba sobre mi historia, mi vivencia, y bueno, yo aprendí. Yo aprendí que por ahí fue muy impulsivo. Muy impulsivo en largarme así de una, hacer todo. Sí, pispié un poco, miré un poco el movimiento y todo, pero era más las ganas de largarme que de estudiar el momento, de estudiar un montón de cosas. Bueno. En el análisis este que vos decís, es decir, cuando uno analiza mucho, te agarra la parálisis. Yo en ese momento, en esa historia, fue todo lo contrario, me aceleré demasiado. Hay que encontrar un equilibrio, ¿no? Un equilibrio para todos. Como en todo. Pero bueno, bien, ahí no es que no analizaste, porque contabas que te quedaste un rato sentado ahí y viste la posibilidad. No sé si fue suficiente el tiempo o no, lo que sí es muy probable que no haya sido suficiente es la espera al negocio. Sí, sí, obvio. Me agarró el bajón y dije, bueno, listo. La ansiedad de la contrapartida, ¿no? La ansiedad, soy muy ansioso. Pero también es el logro de una meta, porque querías poner una parrilla y la pusiste, fuiste exitoso. Sí, yo fui contento. Es una forma de mirar. Con eso me quedé contento. Si no te hubiera pasado eso, no mirabas como un aprendizaje hoy en día, así que todo está bien. Mauri, ¿qué tiene para contarnos al respecto? ¿Cómo te decidiste, por ejemplo, con el tema de la biodanza? ¿Cómo me decidí? ¿En qué momento? Cuando arrancaste. O te invitaron. ¿Cuando empecé a hacer biodanza yo? Sí, o cuando te decidiste a... Quiero ser facilitado. Y porque me hizo tan bien a mí que dije... Sentí que esto lo quería enseñar yo para otras personas. Muy poquito tiempo después de empezar a practicar yo, quise hacer la escuela para formarme en eso. Bueno, está muy interesante. Pero nos olvidamos un pequeño detalle. Claro. No nos presentamos. La gente no sabe cómo se llama el programa. Bien. Así que no sé si ustedes tienen algún nombre artístico o tienen un nombre de pila o más, o cómo se quieran presentar. Nombre de pila. Yo, por lo menos. El nombre del programa es El Gran Despede porque tratamos de que la gente renazca y empiece a despegarse, a desapegarse de tantas cosas que no tienen sentido, pero que desde chicos nos quieren enseñar a vivir con el miedo de que si nos soltamos la mano de algo, de alguien... Me hiciste, perdóname que te interrumpa, me hiciste acordar un ejemplo que hoy me puse... Me enojé bastante porque la veía mi sobrinita con esto de... Como de... No me acuerdo cómo se llama. De ala gastroinada y demás, ¿no? No sé si tiene que verlo en el tema, pero la veía haciendo... Tiene ocho años, nueve años, y la veía haciendo la B de Viva Terón, ¿viste? En una foto. Dije, pobrecita, esta nena. Dije... ¿Viste? Me vino... Medio que me enojé. Dije, pues déjenla, chicos, tranquilos. Claro, bueno. Que uno arranca así desde ese punto ya de chiquito y le va a costar hacer el cambio. ¿La B y la P es Viva Perón? No, no, la B es así con las manos. Ah, por eso. Puede ser Paz también, ¿no? Yo... Claro. Puede ser Paz, pero en este caso no era Paz porque, bueno, la familia es muy peronista entonces. Yo pensaba que yo como uno era peronista. ¿Viste que sale así? Sí, no, no. Los bebés. No, no, no, no. No creo. Hay muchos, muchos. Este... Interesante. Bueno, entonces, el gran despegue, y vamos a estar en principio, que podemos ser muy sinceros, en principio, que podemos ser muchos más o muchos menos, vaya a saber lo que determinará el tiempo, preséntense cada uno. Bueno, mi nombre es Rubén, tengo 48 años, soltero. Y bueno, y... Me garré en gustón... ¿Vos decís que sos soltero por si hay un partido de soltero contra casados? Ah, no, por lo que venga. Por lo que venga, por lo que caiga. Soltero igual es que el que nunca se casó. ¿Nunca te casaste? No, sí te casaste. Entonces sos divorciado. Perdóname que te... Ni siquiera me divorcié, me tengo que divorciar. Interesante. Ah, tenés dos divorcios tequeando. Uno emocional y el otro legal. Y el otro de los papeles. No, me encantó la idea acá, que surgió una reunión acá con Víctor, y bueno, acá estoy. Para ayudar a despertar a mucha gente también, que eso está bueno. Y si la gente te quiere encontrar, ¿cómo te busca? ¿Tenés redes? No tengo redes, pero me pueden buscar por... Por el Facebook, con mi nombre completo, Rubén Néstor Gómez. Yo he tirado varias veces en el Facebook también de hacer reuniones y demás. Hay gente que se me ha reído y hay gente que ha querido reunirse, pero nunca le di tanto importancia como le podría empezar a dar ahora, ¿no? Que se da esto de la radio, que se puede dar algo en el Facebook también. Mucha gente me habla a mí en el Facebook. ¿Y cuál es tu expectativa con este proyecto? Mi expectativa es poder ayudar a un montón de seres, seres humanos como nosotros, a que despierten, a que abran su mente, su conciencia más que nada. Porque cuando hablamos de mente, la mente sabemos que domina, ¿no? Que domina mucho y, bueno, si uno puede despertar su conciencia, ahí sería distinto la cosa. Bienvenido, Rubén, y gracias. Gracias. ¿Siguiente participante? Mi nombre es Jorge Carlos Suárez y vamos a poner nombre artístico como si fuera un cóndor. Porque se puede mirar la vida desde otro plano. Estuve viviendo en La Paz un año y usé mucho esa frase. A Mauricio le decía, te mando energía de acá de 3.600 metros de altura. La Paz-Bolivia estamos hablando. La Paz-Bolivia. Así que podemos decir que he aprendido una mirada de cóndor por la altura. Entonces, ¿a partir de ahora sos el cóndor? Sí. Vamos con el cóndor. Lo creamos, recién creado. Nunca había visto un cóndor vos, César, igual. Y bueno, viste que... Interesante. Con camiseta de River tampoco. Y al lado mío lo tenemos al señor... Mauricio Lago. Mauricio Lago. Bienvenido. Gracias. ¿No le preguntamos al cóndor su expectativa para con este proyecto? La expectativa es de alguna manera transmitir y que le resuene a la gente de lo que nosotros transmitimos y le haga sentido para disfrutar de su niño interior y así sacar conciencia y ser maduro y generar proyectos todos los días y disfrutar de eso en la vida. Excelente. Bueno, vamos a comentar que el cóndor es facilitador de biodanza. No, no, no. ¿Ah, no? Ah, no. ¿Coach emocional? ¿Tampoco? Tampoco. Humilde tampoco. No, no, no. Me olvidé de agregar así un pequeño título que tengo a nivel facultad. A ver. Soy operador socioterapéutico. Operador socioterapéutico. En adicción. ¿Algo todo...? No, algo todo que ver con NA. No, con NA no, pero tiene mucho que ver, sí, con las adicciones. Con cualquier tipo de adicción. Todo vamos a desarrollar, no sé si hoy o en algún programa siguiente. Con respecto a lo que me has preguntado, Víctor, a los 21 años hice un proceso de desarrollo personal que duró varias etapas y después de eso empecé a leer mucha filosofía de la India y todo eso vino hilvanado e hice un curso de coaching. El coaching tiene que ver con entrenar el lenguaje primero para conocernos a nosotros mismos y ser rigurosos con nuestras palabras para así poder transmitir realmente y realmente romper primero nuestras creencias y después ayudar a que los demás vayan rompiendo las creencias limitantes que no los llevan a ser felices, nada más. De eso se trata. Excelente. Justo te iba a agregar, creencias limitantes. Las que hay que romper. Porque está buenísimo creérselas y decir yo puedo con todo. Porque en realidad, más allá de la religión de cada uno, si se dice que estamos hechos a imagen y semejanza de nuestro Creador que era todopoderoso, todos somos todopoderosos y no tenemos fin, no tenemos límites. Más que nos ponen límites de chicos y vivimos con miedo. Otra vez reitero lo mismo. Bueno, pasamos ahora sí entonces al señor Mauricio Lago. ¿Cómo estás Mauricio? Bien. Estás muy joven, muy contento. ¿Qué habrá pasado esta semana que te puso así? ¿Alguna estafa quizás? No, desde el miércoles hasta hace un rato estuve con mis hijas así que eso es más que suficiente para estar feliz. Qué lindo. Son como las dos alegrías, cuando llegan y cuando se las lleva la mamá de vuelta. Claro. Son como las dos alegrías. No se adivinan los niños, pero cuando están en esa edad entre los tres y los siete. Terremoto. Sí, bueno. Les envidio la energía, te juro. Allí en tiene dos y medio y ahora es mucho más fácil para mí cuidarla que cuando tenía uno, por ejemplo. Se manejan un montón de cosas, igual obviamente se va. Muchísima atención. Y el uno ya tiene siete y diez. O sea, es re fácil. Aparte, bueno, estamos muy compañeros desde chiquito. Hay una frase que dice niños pequeños, problemas pequeños, niños grandes, problemas pequeños. No tengo niños grandes aún. Habrá que ir aprendiendo. Bueno, yo soy Víctor Palaboa. En realidad ese es mi nombre artístico. Víctor Hugo Boaglio es mi nombre completo, real. Pero siempre, por algún motivo o por otro, el apellido de mi vieja quedaba de lado. Así que agregamos el paladino, lo mezclamos con Boaglio y quedó el Palaboa ahí para que no quede nadie afuera. Rubén. No, quería escuchar las expectativas también. Las expectativas de Mauro. Y las tuyas también. Las mías, sí, sí, claro. Bueno, compartir opiniones, puntos de vista, más bien, acá entre todos y así crecer entre todos compartiendo aprendizajes y cosas. Y tal vez si alguien está escuchando esto le pueda resonar, le pueda también abrir algún punto de vista diferente, alguna opinión, pueda reflexionar en algo. Experiencias, compartir experiencias. Y sí, es que si no son experiencias es muy difícil transmitir algo. Es casi imposible, es imposible. Si vos no lo pasaste por el cuerpo, no tuviste la experiencia, es muy difícil ponerse en un lugar de querer transmitir algo. Sí, coincido también mucho en eso porque muchas veces los psicólogos cuando uno va a terapia y todo te dicen, no, pero vos ¿por qué no haces esto? Porque hay mucha teoría, ¿viste? No es por desmerecer a ningún psicólogo. Yo hice terapia mucho tiempo. Pero una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica. Y vivirlo, que eso es lo más lindo, vivirlo y poder contar la experiencia de vida. Qué diferente que es la teoría de la práctica. Imagínate que Messi escriba un libro de cómo jugar a la pelota. Si pegás un tiro nadie va a aprender. Es que cualquiera lo va a leer y va a decir, esto es imposible, este pibe está loco. Eso no se puede hacer. O por ahí todo lo contrario, decimos, qué fácil que es. Pero cuando lo querés hacer. Esto me hace acordar a los youtubers que hacen recetas de cocina. Todo les sale bien, todo les sale rico. Yo hago un arroz y se me quema. Hago una salchicha y se me abre. Abro un huevo y no sé. Siempre le he hecho la culpa a algo, ¿no? Lo que pasa es que está todo preparado para el videito. Debe estar editado. Además esas cosas tienen, bueno, vamos a cocinar con lo que tenemos en casa y sacan salmón y no sé. Y el horno a 143 grados que no sé, claro. Nunca pude saber cómo tener el horno a, exacto, a 128 grados. Tenés que tener un horno con termómetro, que existen, pero la verdad que casi nadie lo tiene en su casa. Y los que yo conozco que tenían el relojito, tampoco andaba el relojito. Marcaba cualquier cosa. Así que, señores, bienvenidos al gran despegue. Bueno, gracias. Y vamos a escuchar un temita musical y volvemos. Soy agua, playa, cielo, casa blanca. Soy mar, atlántico, viento y América. Soy un montón de cosas tantas. Mezcladas con cosas humanas. ¿Cómo te explico? Cosas mundanas. Fui niño, cuna, testa, techo, manga. Más miedo, poco grito, llanto, raza. Después mezclaron las palabras. O te escapaban las miradas. Algo pasó. No entendí nada. Vamos, decime, contame todo lo que a vos te está pasando ahora. Porque sin vos, cuando estás con las horas, lloras. Hay que sacarlo todo afuera de lo de la primavera. Nadie quiere que adentro a vos se muera. Hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se pueda afuera. Para que adunascan cosas nuevas, nuevas, nuevas, nuevas. Soy pan, soy paz, soy más, soy lo que está por acá. No quiero más de lo que pueda estar. Hoy sé celado y sé riquita. Igual que con la mala harita. Igual al mar. Igual a la vida, a la vida, a la vida. Vamos, decime, contame todo lo que a vos te está pasando ahora. Porque sin vos, cuando estás con las horas, lloras. Hay que sacarlo todo afuera de lo de la primavera. Nadie quiere que adunascan cosas nuevas, nuevas, nuevas. Sacarlo todo afuera de lo de la primavera. Nadie quiere que adentro a vos se muera. Hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se pueda afuera. Para que adunascan cosas nuevas, nuevas, nuevas, nuevas. Para que adunascan cosas nuevas, nuevas, nuevas. Bueno, pero está bueno. Todos somos Messi en Argentina, una cintura. Así que bueno, tenemos unos cuantos temas. Ahí estábamos hablando un poco de lo que es la parálisis por análisis antes de presentarnos. Y a mí me pasó particularmente que me avisaron tarde que estaba paralizado por análisis. Porque yo soy una persona que permanentemente le bajan ideas, pero antes de ejecutarla me tiro, investigo, doy vueltas y vueltas. Claro, por ahí pasaron seis meses y no empecé. Estoy en el mismo lugar. Y después cuando pasó el tiempo ya me desmotivé y no arranqué nunca. Y si no, por otro lado, a veces, creo que no me pasó. Pero está la posibilidad de tirarse a la pileta sin haber ni siquiera mirado cómo estaba de llena, ¿no? El autovoycote. Sí, el autovoycote en realidad yo lo veo como cuando uno dice, no, esto yo no lo hago porque seguro que lo hago mal. O pasársela también procrastinando, ¿no? Un procrastinador serial serías en este caso. Si querés hacer cosas y las pensás y querés hacerlas y nunca las haces, es como que te la pasás procrastinando. Igual yo no lo vería como algo malo. También podría ser tu proceso como ser humano. Y hoy en día, si te das cuenta, lo podés cambiar o no, lo que quieras. Sí, no lo veo como algo malo, pero sí lo veo... A ver, vamos a partir de ahí. No sé cambiarlo. Te la dejé picando en el área. Yo entiendo como que, o soy muy consciente del tiempo de la vida, es que es muy finito y no deberíamos desperdiciarlo absolutamente en nada. Y me parece que el análisis, por lo menos en mi perspectiva, el análisis excesivo es un desperdicio si después no avanzás. Imagínate, sigamos dándole a Messi. Imagínate que acomoda la pelota, la acomoda, la acomoda un minuto, dos minutos, tres minutos... Nos ha pasado de ver a algún que otro jugador que se la pasa acomodando la pelota y nunca patea. Después patea y la tiró a la tribuna. Calejita les dice. No está... Calejita. Bueno, especuladores, ¿viste? ¿Vos crees que, ya que sacaste el tema este, tiene que ver con la estructuración de cada persona? ¿Con ser estructurado? Con los miedos. ¿Con los miedos más? Con la poca confianza propia. Con la propia autoestima. Entraría la autoestima. Claro, porque empezás a dar vueltas por miedo a comenzar. Sí. Y el miedo paraliza, lo sabemos todos. Exacto. Sí, lo que podemos transmitir, ya que estamos dando herramienta, es que hay que hablar siempre en primera persona. Lo que a mí me pasa, mi punto de vista, porque si no generalizamos como la sociedad, cada ser humano es individual y diferente. Totalmente. Por eso digo, mi punto de vista. Sí, sí, sí. Hablando sobre uno mismo. Sí, sí, pero él decía lo que nos pasa. Claro, claro. A mí y a mi otro yo. No, no, está bien, está bien. No, pero como estamos usando este medio, podemos transmitir pequeñas herramientas. Por ejemplo, vos que nombraste la viodanza, hay un espacio en viodanza, que es el relato, es la parte donde se conversa, y siempre en el relato uno conversa y los otros escuchan. Y habla desde uno y lo que le pasó a uno. Y para mí, cuando empecé viodanza y el relato se daba de esa manera, fue un aprendizaje muy grande. Yo hablaba, hacía un ejercicio con otra persona, grupal, pero yo tenía que hablar desde mí, no lo que hicimos, sino lo que me sucedió a mí. Tu vivencia. Porque al otro hizo el mismo ejercicio que yo y le pasó algo completamente diferente. Claro, la vivencia, esa es la palabra. Entonces, está bueno. Sí, yo he participado en la viodanza con Mauricio, él es un gran facilitador y lo que tiene que ver eso que él explicaba, es que el otro puede decir, fue la peor vivencia que viví, y vos la viviste con él, y decir, ¿qué está hablando? No. Pero hay que respetar porque es su experiencia. Y la vivió como la vivió porque tiene creencias preexistentes, un montón de cosas que le pasan interiormente, que nunca estamos contando todo el tiempo lo que nos va pasando, ¿sí? ¿Qué pasaría si empezamos a contar? Nada, pero... A exteriorizar, ¿no? Que está bueno exteriorizar. Lo que estamos haciendo nosotros. Uno siempre tiene miedo, tiene miedo de decir, no, a ver si digo esto y me van a juzgar, y van a decir que soy así y así. Pero yo creo que facilitarían tanto las cosas, la vida propia de cada uno, si uno exterioriza más y saca todas esas ideas, como, por ejemplo, se me viene a la cabeza de mi viejo, que decía, los hombres no lloran, ¿entendés? ¿Por qué los hombres no lloran? Bueno, porque era... Lo que pasa es que hoy en día está en auge, como vos decís, poder abrirnos y hablar de todo. El tema también que a veces nosotros generamos los cuatro una vibración para generar este programa, para generar este contexto. Pero a veces, como hoy invitabas a hacer niños, lo que lo estás invitando es a romper sus creencias. Y es un trabajo personal el ser niños para alguna gente que está estructurada. Obvio. También hay que entender al otro. Es todo el tiempo facilitar y entender al otro. Entonces ahí es donde nos podemos derramar. Yo te tomo lo que vos decís del niño, sacar el niño interior, porque estaría tan bueno, porque los niños no tienen vergüenza de nada, no tienen miedo de nada. Y con esto también de la parálisis, ¿no? Los pibes quieren hacer algo y lo hacen. Y te quieren decir algo y te lo van a decir. Salen, siempre salen para afuera. Y estaría tan bueno poder despertar un poco también ese niño y sacarlo para afuera, ¿no? Y empezar a exteriorizar. Porque la gente cuando... A mí me pasa cuando yo más guardo, más sufro. Obviamente, ¿no? A mí me encanta exteriorizar, pero muchas veces no lo logro hacer porque, por qué sé yo, por miedo a ser juzgado, por miedo... No, también a veces lo haces por respeto al otro. Por ahí no estás preparado para escuchar lo que le querés decir. Y respetarlos también está bien, no está mal. Sí, y también hacerlo en un lugar cuidado, con una persona de confianza. Porque sí, los juicios existen. Más allá de que uno le quiera dar bola o no a lo que dicen los demás, está eso, entonces, a veces. En realidad, como hablamos siempre, todo fluye, es energía. Pero si vos estás emitiendo una energía, vamos a ser como niños, vamos a fluir con nuestro niño interior, si al otro eso le cae como una bomba, no empezás a fluir. Y si vos te das cuenta, la energía se corta. En cambio, si vos llegás a armonizar con esa persona, capaz que terminás hablando de comida, pero entraste en un tema que los dos están en armonía. Sí, entiendo. Eso también es estar abierto a eso, ¿viste? Yo también soy de, con vos converso un tema espiritual, con otra persona converso y le hablo de tenis que le gusta, y ahí le mechás con algo. ¿Y qué te parece esto en la vida? Me mechás, ¿viste? Todo el tiempo es ser creativo, no hay una verdad, ¿viste? No, no, más vale. Qué interesante el poder facilitar y hablando en positivo, ¿no? Porque todo es facilitar, cuando criamos a los niños también, estamos tratando de facilitarle, pero ¿cuántas veces nos pasa que decimos cosas que no queremos decir? Por instinto, o tenemos esas reacciones que después nos queremos matar porque no era la intención, tanto con los niños como con cualquier otra persona, otro ser, sea una planta, un perrito, lo que fuera. Pero sobre todo el hablar en positivo, y en vez de decirle no toques esa araña, decirle que tenga cuidado. O si la tocaste puede picar. Sí o no. Explicarle el por qué, cuándo puede atacar una araña. Porque la verdad es que cuando uno quiere tocar una araña, la araña se va. Nunca la araña va a ir a buscar a una persona para picar. Somos nosotros que la vamos a buscar, están a tres metros, vamos y la matamos por las dudas. Pero bueno, eso es lo que nos inculcaron, y yo ahora trato de no matarla al acecho de casa. Si no entienden hablando, con el piecito. Pero bueno, eso sí, si vuelvo a entrar dos o tres veces, me cansé. Si no entienden por las buenas... Bueno, pero la metes adentro de una botellita cortada, como hice yo, y la metes en medio del parque. En realidad podemos hacer una mirada diferente, por ejemplo, yo trabajo en la cancha de tenis, todo el tiempo hay palomas. Entonces todo el complejo donde doy clases dice, ¡Uy, las palomas! Pero vos creaste algo en su horno. Claro, en su espacio. Y aparte, el polvo tiene algo que a ellas les atrae. Entonces nosotros mismos generamos algo que atrae a las palomas y nos enojamos por eso. Si vos te das cuenta... ¿Quién es el intruso ahí? Claro. Entonces yo comparto con las palomas ahí, y les digo, ahora voy a dar clases, andá a pasear un ratito. Entienden, claro que entienden, el mensaje si es positivo o con buena vibra, funciona. O si no, los miro como cóndor y listo. ¿Como cóndor? Desde arriba. Y con esto del mirar desde arriba, qué interesante el puntapié que me diste. ¿Vas a hablar sobre el ego? No sé si sobre el ego, pero la capacidad de poder tener otra mirada de las cosas cotidianas. Y cómo cambia todo, como en esa película de la Sociedad de los Poetas Muertos, cuando nos subimos arriba de una silla, ni siquiera una mesa, arriba de una silla, ya todo es otra cosa totalmente diferente. ¿Cómo cambia el panorama? ¿Cómo cambia la perspectiva? ¿Cómo cambia la percepción de la vida cuando cambiamos un poquito de paradigma? Es muy bueno el tema que tocaste, porque por ahí a veces te sentís agredido por una persona, puede ser emocionalmente, económicamente, pero vos no obtuviste las vivencias que él tuvo. Entonces esa persona tiene un montón, un camino recorrido de creencias que lo hace actuar como actuar. Y si todos comprendemos al otro, no habría guerra, porque nos costaría chiste en vez de pelearnos. Pero nunca comprendemos al otro, socialmente, ¿no? Igual, mayormente que yo creo, y casi que lo afirmaría, que cuando pasan estas cosas, uno, como decimos siempre, y como dice la psicología también, uno hace espejo, ¿no? Cuando alguien te trata mal o algo, muchas veces se está hablando a él mismo también, como que ahí empieza a jugar el efecto espejo. Súper interesante el tema del efecto espejo, y ahora les voy a contar algo después del próximo tema, respecto a una experiencia que tuve, cálculo que tendría 18 años, 19, que me marcó y yo creo que fue un punto bisagra a mi vida. Ya volvemos. EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO EL ESFUERZO DEL ESFUERZO Seguimos acá. Tercer bloque de este ciclo que sabemos llamar El Gran Despegue. Y estábamos hablando de... ¿Cómo decirlo, no? A ver, ¿cómo lo dirías vos, Rubén? Esto de poder ver todo desde otro lado. Porque bueno, la experiencia que tuve yo fue a través de una revista que se llamaba muy interesante y hablaba de la levitación extracorpórea. Aclaraba que no había que hacerlo, pero yo era adolescente y había que hacerlo. Si te dicen que no, es sí. Esos adolescentes te obligan a hacerlo. Otro de los programas esos que llevaban un elefante al estudio y decían no lo hagan en casa. No lo hagan en casa, claramente. Otro tema hermoso. No llevé un elefante a casa, pero estuve cerca. Otro tema hermoso que tocaste. El no era un sí para nosotros siempre. Esto de mirar todo desde otra perspectiva. Con este ejercicio yo logré esto. Estaba acostado. Era un sistema de meditación, una relajación. Lograbas salir de tu cuerpo y podías flotar y poder recorrer el lugar donde estabas, trasladarte, pero lo más importante era verte a vos mismo. Increíble poder vernos a nosotros mismos como el espejo. Pero en vivo y en directo. Y la verdad que me quedé flasheado porque nunca me había visto así, más que copiando lo que yo hacía. Me había acostado, como estaba en ese momento, pero tuve una percepción muy distinta de mi persona y empecé a apreciar la vida desde otros ángulos. Pudiendo valorar más cada cosa y prestando más atención a lo que uno dice. Como esto que decía recién, sin pensar, hay reacciones, hay un montón de cosas que... A ver, somos una cáscara con una máquina adentro que es increíble, pero que es indomable esa máquina. O muy difícil de domar. No sé, Buda la domaba quizás. El tiempo que le habrá llevado a domarla, ¿no? Pero... Uno, por ahí le salta, le brota la impulsividad siempre. A mí me pasaron de hacer muchas cosas por impulso. Y decir, ¿por qué no lo habré pensado de otra manera? ¿Por qué no habré sido más paciente? ¿O lo habré estudiado de otro punto de vista? Claro, el tema es que eso lo decís cuando paraste. Cuando lograste parar. El tema sería poder parar antes de que llegue el impulso. Es todo un trabajo. Un trabajo bastante largo. Hoy mismo me pasa de que me agarran ganas a veces de decir, bueno, me voy, me muro, saco todo, me voy, viste que soy medio nómade, y bueno, me agarro un bolso. Es más, ayer estaba con esa idea. Y después uno, como yo ya tengo entrenado un poco la parte impulsiva, porque muchas veces no me fue bien con la impulsividad. Uno baja, pero lleva un montón de práctica poder domarlo, esa parte, ¿no? Esa parte impulsiva que uno tiene. Para algunas cosas es muy lindo porque decís, qué sé yo, te agarro ganas. O sea, a mí, pongo un ejemplo. Salía un día de trabajar y le decía a los chicos, subámonos al auto y nos vamos a la costa. Era un día de semana y esos momentos eran re lindos. Pero por otras cosas, los impulsos te hacen pasar mal a veces. Bueno, ahí tuviste el beneficio de no pensar cuando te ibas a la costa, que es lo que hablábamos antes de la parálisis por análisis. Sí, si lo pensás no va. Si lo pensás no va. Agarraba la ropa de mis hijos, la ponía en una bolsa con sorcios re locos. No, que no puedo. ¿Qué hora es? ¿A qué hora llego? ¿De dónde voy a parar? Y que la vite, que la nafta, y que el auto estará en condiciones. No, no, no. Me subía al auto y salía. Pero también, así como pasaban esos lindos momentos, también por culpa de ser impulsivo y todo, tuve un montón de conflictos de pareja, de todo, ¿no? Entonces, en un momento tuve que empezar a controlar los impulsos. Y lleva, lleva mucho trabajo. Buscar el equilibrio. Sí, totalmente. Bueno, eso necesita mucho entrenamiento mental. Mucho entrenamiento mental. Que es más difícil que el físico. Porque el físico de alguna manera lo paramos, me parece, o por lo menos lo paramos más fácil que la mente. Sí, no, la mente es imparable. Y es imparable desde el momento que te vas a dormir y es cuando más te ataca la mente. Cuando uno apoya la cabecita en la almohada y la mente empieza a tiqui, tiqui, tiqui, tiqui, tiqui. Empieza ese, viste, ese ida y vuelta. Y hablas con vos mismo y querés calmarla y no sabés cómo conciliar el sueño. Y bueno, es todo un laburo. Esto lo tenemos preparado para otra edición, el tema de la mente. Tu amiga o tu enemiga. Yo diría, por eso yo siempre mucho hablo de la, más que nada de la conciencia. Uno tiene que trabajar con la conciencia que también es re difícil ponerla en práctica, pero se puede dejar un poquito de lado la mente y empezar a utilizar más la conciencia para muchas cosas. En un momento estaba participando de un Han Budista y era re interesante porque, bueno, hablaban de, no sé, tenés un problema con el vecino, con el perro del vecino, con lo que fuera. Bueno, no sólo no tenés que actuar mal, sino que no tenés que pensar en actuar mal, que es mucho más difícil que no actuar mal. Tal cual. Porque, uh, el perro te hace caca en la vereda un día, dos días, tres días. Ok, no vas a matar al perro, pero ¿cuántas veces tenés ganas de matarlo? Sí. Este perro un día lo mato, aunque no lo mates nunca, pero correr esos pensamientos es complicadísimo. Al menos para nosotros principiantes. No, no. Todos somos iguales. Yo creo, esto que hablabas de la mente a la noche y todo, una de las cosas que yo aprendí a hacer, y justo lo voy a unir con lo de la visión de altura, ¿no? Que estábamos hablando antes de, cuando uno ve desde la visión de altura, como tiene un ave que ve todo desde arriba, todo se hace más chiquito. Entonces los problemas, si vos lo ves desde arriba, si vos te apartás de la situación y la podés ver desde arriba, vas a ver que es una situación como cualquier otra. Está bueno. Entonces, eso por un lado. Y sí, cuando ataca la mente, que uno está en algún viaje así, que no está bueno, entonces... De ansiedad, ¿no? De ansiedad, lo que sea, bueno. Primero, hay una técnica que me enseñó Jorge, que es hablar en voz alta y decirle a la mente... Pará, pará. Pará, alto, esto no. Cambio esta sensación por otra. Cambio esta sensación por otra. Pero además, observar eso y decir, más allá de dónde viene, que eso también, pero decir, bueno, esto está sucediendo y no es ni bueno ni malo. Estoy triste, estoy angustiado, estoy estresado, estoy ansioso. Son todas emociones. No son la realidad de lo que es un ser adentro. Entonces, si estoy triste, a mí me toca muchas veces, a veces por diferentes cosas estar triste, decir, bueno, cuando era más chico era terrible. Era como, no, no. Y me escapaba. Me iba de mi casa, salía a la madrugada, me iba a escapar una birra conmigo y tal. Bueno. Y ahora estoy triste, por suerte, cuando me pasa y digo, es una emoción más. Y está ahí, y la dejo que esté. Y si tengo que poderme hacer algo, lo hago triste. Y si no, me tiro en la cama y hasta puedo, puedo ser feliz estando triste. Sí, sí. Porque digo, esto está curando algo que me está pasando. Y si no paso por esta emoción, ahora, no se va a curar lo otro. Sí o sí tiene que. ¿Y cómo corres por ahí el pensamiento? Porque uno dice, bueno, hay que correrlo, descansarlo, o dejarlo en un rincón y después desecharlo. Pero todo ese proceso, ¿cómo? Yo no estoy hablando de los pensamientos, que eso es más de la meditación. Tiene que ver con una emoción. A mí tampoco me sale mucho correr el pensamiento. Ajá. Sí observarlo como algo que está ahí y que no es ni bueno ni malo. Estamos, estamos. Entonces ahí ya cambia. Hay dos maneras. Una es decir, bueno, cambio este sentimiento de tristeza por sentimiento de paz, de haber hecho las cosas lo mejor que pude, lo correcto. Capaz que vos lo podés explicar mejor eso, Jorge, después. Pero más allá de eso, también puedo decir, bueno, hoy estoy triste. Y digo, mi vida es así. Y no va a ser para siempre. Y capaz que, ¿sabes qué? Capaz que no solo no es para siempre, sino que a la media hora pasó algo que está contento. Claro. Porque las emociones son así. Entonces no es despegarse ante una emoción de tristeza. La ansiedad por dele es más, no sé si es más o menos, pero a mí me cuesta más tal vez que otras. Y cuando estoy ansioso por algo, bueno, justamente es eso, como calmar, ¿no? Entonces también tratar de observarse desde arriba, de decir, bueno, para, no es el fin ni el comienzo de nada. Este es lo que está sucediendo ahora. Después vemos por qué sucede y todo. Pero cuando te agarra, saber que es eso, simplemente. Es lo que estoy vivenciando yo. Gracias. Justamente hace un rato estaba pabeando con el teléfono y encuentro una anécdota de Chaplin que dice que un día estaba ante un montón de gente y cuenta un chiste. Y todo el mundo se mataba de risa. A los cinco minutos cuenta el mismo chiste. Ya se rió la mitad de la gente. A los diez minutos vuelve a contar el mismo chiste y se rieron dos y después ya no se reía nadie. Entonces, ¿por qué si ante un chiste tenemos la capacidad de dejar de reaccionar? ¿Por qué cuando se repite una emoción negativa no podemos dejar de reaccionar? Está buenísimo. Porque a veces nos gusta también. Nos gusta estar en ese lugar. Nos gusta ese lugar de angustia. Nos hacemos adictos a las emociones. Claro, tal cual. Y perseguirse. Uno disfruta por ahí a veces esos momentos y si te ponés en víctima por ahí lo trasladás a otras personas y decís que estoy así, me siento así. O lo usás como justificativo para... Sí, tal cual. Para accionar en algo. Sí, tal cual. Uno... Se le tendría que prender la lamparita en ese momento y decir, che, pará. ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué siento esta emoción? ¿Por qué estoy sintiendo esto? Y decir, bueno, ¿cómo lo puedo remediar? No, pero la mente ayuda al morbo también como quien diría así a disfrutar de esos momentos. Del momento de escuchar un tema, qué sé yo, un tema lento y largarte a llorar y decir, uy, estoy re mal. Como decía acá Mauricio, a la media hora escuchaste una cumbia y te pusiste a bailar y te cagas de risa, ¿entendés? Bueno, eso ya es parte de la magia de la música. Sí, sí. Uno tiene que aprender a... Es difícil, obvio. No, pero más allá de la música puede ser por otra cosa que no esté escuchando música, esas dos cosas. Sí, sí, totalmente. Yo creo que la mayor parte de las cosas que uno hace el 98% uno es consciente porque estás en un estado consciente, no estás bajo ningún efecto de ningún factor externo y también así como es consciente como para sentirse mal uno tiene que ser consciente como para remediar, tratar de dar vuelta la emoción o el sentimiento y sentirse mejor. Pero bueno, todo sirve, todo sirve para... para... punto suspensivo. Todo sirve. ¿Para qué sirve el cóndor? Por ejemplo, lo que decía Mauricio con respecto a la mente a veces hemos charlado y estaba angustiado y le digo bueno, movete, salí a caminar y la angustia la vas a vivenciar igual. La diferencia es que estás ejercitando y cuando estás ejercitando tu cuerpo genera endorfinas. Entonces el cuerpo mismo es una herramienta que ayuda a la mente a canalizar todos esos pensamientos. Vos tenés a la mandra, ponerte a echar leña entonces aunque sientas te sientas que sos una víctima a echar leña y vas a tener el fruto de la leña y después vas a modificar. Yo por ejemplo juego al tenis me pasa lo mismo que a ustedes. Viene un golpe de roño y viene un montón de pensamientos pero bueno, ahora va a salir bien. Yo converso con mi mente porque bueno, lo ejercité. Todo vivenciamos lo mismo. La diferencia es cómo lo tomamos. Ahora si estás jugando al tenis y te pones a conversar con tu mente el tiro te va a salir para cualquier lado. Tienes que estar concentrado, Cóndor. No, porque ya lo sé, es automático. Ya sos como una máquina cuántica. Está bien lo que decís. Y es verdad, porque justamente yo a los alumnos les enseño a enfocarse pero uno ya lo tiene automatizado. Todo lo que yo conversaba... Perdóname. Así como tenés automatizado esto de lo bueno también tenés automatizado lo otro. La parte mala del delacer yo lo llamaría, ¿no? Porque uno, no sé, por ejemplo a mí me pasa a veces que agarro un destornillador o algo y estoy haciendo fuerza y sé que me voy a clavar el destornillador y estoy pensando, me lo voy a clavar y me clavo el destornillador en el dedo. Tal cual, tal cual. Muy bien tu ejemplo. Energía vibratoria, ley de atracción. Tenemos para hablar un montón. Qué interesante. Bueno, vamos al último tema musical. ¿Les parece? Y cuando volvemos... Vamos. ¿Qué nos parece? Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando. Chantando.

Other Creators