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Interview Bea

Interview Bea

Tiphaineoz

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Bueno, si no te ha importado, lo hacemos en español, así es más para enseñar que puedo hablar español con gente y que lo puedo hacer en español. ¿Ella sabe español? ¿Ah? ¿Esa chica sabe español? No sé. Pero es para enseñarle que yo sí y que puedo llevar a gente que habla español y que me entiende y que puede hablar conmigo. Fenomenal. Gracias por venir y contarme tu historia. Me gustaría, bueno, primero quizás presentate y cuéntame un poco, bueno, cómo te llamas, tu edad y cómo está tu hogar. Pues me llamo Beatriz, vivo en Madrid ahora mismo. Tengo tres hijos y tengo 33 años. Mi carrera profesional se ha desarrollado en Londres, hice finanzas y me he desarrollado principalmente en la industria de moda y lujo, concretamente en marcas de gran lujo, como Versace, Danganronpa, que me dio Wigsted. Y luego, cuando ya llevaba casi 10 años viviendo afuera, me vine a España, cuando en ese momento tenía dos hijos. Y ahora, pues estoy aquí trabajando de freelance con mis tres niños en Madrid y un poco disfrutando de la vida. ¿Y tu marido? ¿Dónde está? Pues mi marido es un PAC, entonces yo cuando digo nos es él y yo. Mi marido ha sido absolutamente instrumental en apoyar mi carrera y yo la suya y somos un equipo. O sea, si no, olvídate, no podríamos haber tenido los niños y un poco la estabilidad que tenemos ahora. ¿Y cuándo has conocido a Rafa? Pues conocí a Rafa dos meses antes de irme a Londres, era mi último año de carrera. Fue pura casualidad, él era uno de los mejores amigos de mi cuñado y siempre mi cuñado me lo intentaba meter con calzador y yo, pues no había forma, mi padre me daba muchísima pereza, mi marido era como siempre el borracho, siempre como haciendo chistes y yo no lo aguantaba y un día, por fin ya, pues tuvimos una conversación un poquito más profunda y ahí pues empezamos a salir muy rápido y enseguida pues nos empezamos a gustar. Yo me mudé a Londres, tuvimos una típica conversación de qué vamos a hacer, yo en mi cabeza pensaba pues ya se acaba, que me voy, llevamos dos meses saliendo y él, pero cómo me dices eso, algo que yo no quiero perder el tiempo y yo, bueno, seguimos, seguimos. Entonces un poco por inercia, seguimos saliendo, él me siguió, él se mudó a Londres un año después, nos prometimos, como llegábamos muy poco tiempo saliendo, pues no llegaba un año y nos seguimos a Londres. ¿Se pidió él? Me lo pidió él. Fue, bueno, ya gracias a mi marido, mi marido es bastante pionerillo, en el caso de mi hermana no se lo tuve que pedir ella, pero a su marido, actual marido, pero mi marido es que no me dio tiempo. Es que él se adelantó y no me dio tiempo, entonces me lo pidió él y aquí seguimos. ¿Y cuándo entró la idea de tener hijos? Pues no entró, nosotros, a mí me habían vendido un poco la historia de tener hijos, era algo complicado, ya venía preparada como esa historia generacional de no estés demasiado que luego cuesta un montón, y eso que yo tenía me casé con 25 años, era muy joven ¿Y tu familia había problemas de... Nada, a mi madre le costó mucho tener a mi hermano, pero tampoco le costó mucho tenernos a nosotras, a mi hermana y a mí, entonces no, yo nunca había contemplado el tema de la fertilidad en ese momento, me quedé embarazada muy rápido, y fue pues un desliz, porque yo creo que ni mi marido ni yo, yo no me tendría que haber quedado embarazada, es que por la logística no me tendría que haber quedado embarazada, fue porque yo creo que tanto él como yo éramos muy fértiles, éramos muy jóvenes, y llegó Fausto, Fausto es mi hijo mayor, y llegó muy rápido. ¿Pero no utilizabas contracepción? Sí, sí lo utilizábamos, o sea, fue un... estábamos de 100 casados, yo me fui de viaje a un viaje de negocios, volví y fue el típico día de, uy pues no tenemos tal no sé qué, y yo estaba acabando las reglas, es que no, se me pasó por la cabeza, podía haber posibilidad de que me quedara en brazo. De hecho, entonces claro, pues no tuvimos cuidado esa única vez, porque es que es la única vez que pudo haber sido, y a las ocho o nueve semanas de ese momento nos fuimos a nuestra luna de miel porque tuvimos que retrasar la luna de miel por temas de viajes míos, no pudimos irnos después de la boda más que unos días a Sicilia, pues me voy a la India con mi marido un mes, y yo vomitando por las esquinas, o sea, vomitando en el avión, en el primer día, yo me encontraba fatal, estaba hinchada, me veía feísima, llena de granos, y mi marido pensando, uff, me he casado con ella, y en dos meses ha cometido un ojo, está engordando, tiene granos, está siempre de mal humor, ni un vaso de vino se toma porque todo le sienta mal, claro, el pobre se estaba diciendo, ¿dónde tiene la burra? En ese momento no tenías ni idea de que... No se me había pasado por la cabeza, no se me había pasado por la cabeza, yo me acuerdo sentirme súper hinchada y encontrarme fatal, o sea, fatal, pero de a mí me encanta tomarme vino con las comidas y tal, y además era la luna de miel y yo iba emocionada, es que no podía ni oler el vino, con mi pobre Maire me miraban tanto, y el hombre ya, y además él, que es muy gracioso, tuvo las dos semanas que nos fuimos de luna de miel, diciendo, ay, yo también me encuentro fatal, es la comida, tal, no sé, íbamos a hoteles de ocho estrellas, o sea, no sé cómo explicarlo, todo me sentaba mal, incluso la pizza, o sea, tenía ganas de vomitar todo el rato, y ya el último día me sientan y dicen, mira Bea, no te encuentras normal, desde el primer día, algo te pasa, tienes que ir a hacerte un test, porque es que llevas semanas que no te encuentras bien. El que ha pensado que a lo mejor... Sí, yo todavía no, o sea, yo estaba enferma, yo me había puesto enferma, entonces me voy a por el test en la India, y claro, ahí los indios son muy tradicionales, y me llegaban todos por el codo, porque soy una mujer muy, muy alta, entonces, claro, yo voy ahí a la típica farmacia, que es como un chiringuito, y estoy diciendo, en plan, one five minutes interest, y todos los indios me miraban como, ay, mira esta, que parece que tiene doce años y pidiendo un five minutes interest, y yo con la niña en plan, para que no me juzgasen los indios, y llego al hotel, y un positivo, como un camión de bomberos. Sí, o sea, obvio. Ya no tuve ni que esperar, cuando estuve en razabetes, tardaba el positivo en salir, porque a mí no me tardaba en salir, o sea, yo me acuerdo que fui al baño, salí con ya las dos líneas, y yo salí en plan, seguro que con dos líneas es negativo, y en plan, no pasó nada, y me empezaron a mirar como, pero voy a estar en razabetes, en ese momento pues colapso, pasé mucho miedo, no en el momento que me di cuenta, pasé mucho miedo en los meses después, principalmente por miedo a mi carrera profesional, y era también mi entorno, gente cercana a mí, un nativo que confiaba, y me estaba diciendo, o sea, mis padres estaban encantados, bueno, mi madre, mi padre no estaba encantado, pero mi madre estaba encantada, y todo el mundo me decía que mi carrera profesional se iba a ir a razabete. Y por eso tu padre estaba enfadado. No, mi padre estaba enfadado porque él tenía un máster en Harvard, y entonces como mi hijo iba a nacer en abril, le tenía que volverse antes de su máster, entonces estaba enfadado, el de tener un nieto no le podía, no tenía mucha ilusión, era como, justo me voy a Harvard y en tres meses quedan enfadados, ¡qué horror! De hecho, no llegaron al parto porque iría a luz justo cuando yo estaba en el avión volviendo. Sabemos que no, estaban encantados con tu nieto mayor. Sí, que sí, estaba más un miedo por tu carrera profesional que un miedo de ser madre, o de... Vamos a ver, vamos a ver cómo lo explico. No tenía ni idea de lo que era ser madre. Ni idea. Entonces, ahora, que tengo tres, sí tendría miedo de ese momento. Como no sabía lo que era ni cómo iba a ser, no tenía miedo a esa parte, y fue muy inhumaneo Ahora, sabiendo lo que sé, y si una chica me dice que con 25 años viviendo en Londres saqué embarazada a su primer hijo, diría, uf, la que te viene. No por su carrera profesional, pero por todo lo demás. Por la falta de servicios, la falta de apoyo, la soledad, otro tema que hablaré que es muy interesante, la soledad que se siente especialmente cuando tienes hijos tan jóvenes. Pero luego, la vida es muy sabia y pone a todo el mundo en su lugar, pero ya hablaremos de eso. Yo tenía miedo por mi carrera profesional, que ahora mismo, con muchísimo orgullo, digo que si quieres lo puedes luchar, no es fácil. Lo que tienes que saber es que no puedes hacerlo todo a la vez. Me explico. Yo, no sabiéndolo, yo no sabía lo que iba a pasar. Pero de forma orgánica, yo elegí entre las tres dimensiones de la vida de cualquier persona, la familia, la carrera y la parte social, una se cayó. ¿Y de la parte social? O sea, yo me tuve siete años desde el embrazo, más o menos. O sea, seis años sin casi ver amigas. O sea, las amigas que veía, las amigas que venían a mi plan, que iban conmigo al parque a las 10 de la mañana un sábado, que venían a casa a cenar, que amigos de Rafa en concreto, que se portaron mejor, mis amigas, y nos invitaban con Fausto. O sea, nos invitaban a tus copas con Fausto y todos nuestros amigos también nos invitaban, aunque Fausto la acabase liando, pues un poco les daba igual. Ahora ya con el segundo y el tercero no lo he hecho. Pero en ese aspecto era la gente que nos aceptaba con el pack que éramos. Porque en ese momento en Londres no nos poníamos el medio. Fuemos los primeros inconscientemente, además nivel de edad nos pagábamos todo. Entonces era una casa más grande con el alquiler que conllevaba. La chica, todas las necesidades del niño, los médicos, los viajes a Madrid. Era muchísimo más. Nuestro círculo era incapaz de entender la responsabilidad que habíamos adquirido tan jóvenes. Y eso conllevó muchísima soledad. Pero volviendo al embarazo, el embarazo luego se pasó bien. Entonces no seas durante los primeros meses y luego... Súper. Con mi primer hijo, en los primeros tres meses francamente mal. Y luego ya cuando ya pasé el cuarto mes, muy bien. Yo tenía 26 años. Era un gitán. El niño salió súper grande, súper fuerte. Yo no engordé absolutamente nada salvo la tripa. O sea, es que parecía un chupachurri. Literalmente un palito con una bola. Y el niño nació bien. Fue natural. Eso fue un poco desastre porque mi hijo es mayor, es enorme. Es de 4 kilos y nació muy rápido porque yo también estaba muy fuerte. Y tuve un desgarro de 14 puntos en todas las direcciones. Entonces, claro, te repito. Luego, cuando he tenido a mis otros dos hijos, me he dado cuenta de la salvajada que fue el parto de mi primer hijo. Pero en ese momento me pareció bien. Es verdad que no me pude sentar los antes dos semanas. No me podía sentar. ¿Pero lo han provocado o ha venido naturalmente? Ha venido natural. O sea, yo me llegué al due date y yo, que soy una persona particular, dije, hoy sales. Entonces me puse a andar desde donde vivía mis padres, que es donde estaba, hasta Cibeles. O sea, a lo mejor son 8 kilómetros así. Hoy es el due date y no estoy un día más con esta bola dentro porque no puedo. Entonces me puse a andar. Sabía las 10 de la mañana. Llegué a las 3. Ya me conté que había que llamar a mi marido para que me viniese a recoger porque me encontraba mal. Creo que me puse morada. Porque luego decía mi pobre marido, ven a recogerme que me dolian los pies. No me dolían los pies, dolía todo. Entonces me vino a recoger y me llevó al corning club a comprarme unas zapatillas de deporte porque pensaba que no me parecían. Entonces me llevó al corning y nos encontramos con una amiga de mi suegra. Me acuerdo que me mira y me dice, mira, creo que vas a ver a Lucia en una hora. Y yo, es que tenía la cara como un poco descompuesta. A mí me dolía todo. Me dolía la tripa, me dolía la pelvis, me dolía todo. ¿Pero tú y tu hermana andando en parque? Tranquila. O sea, me dolía el cuerpo, pero ya llevaba 9 meses de brazo. Entonces me voy a casa, a las 2 horas ya empiezo a tener contracciones, pero no me dolía mucho, pierdo el tapón y me llevo al hospital. Pero mi marido me lleva al hospital como quien va a comprar el pan. ¿Entonces? Sí, sí, como a eso, a lo que nos van a casar justo. Y ahí ya cuando llegamos al hospital me dicen, no, ya estás de 2 centímetros, esto tiene pinta de que va a ir rápido, quédate un ratito. Entonces, me quedé ahí a las 6, me quedé dormida porque me pusieron una epidural, necesarios, y no sentía dolor. Y a las 6 horas llegué a la matrona y tal cual, me despiertan, me dicen, oye, que te he visto y tienes, estás ya, estás ya, vas a salir. Y claro, me quedo ahí, yo no me… ¿En 6 horas? Sí. ¡Guau! Increíble. ¡Increíble! ¿Cómo te ha quedado? Sí, yo tuve mucha suerte. Y nada, me empujé dos empujones y el niño salió, creo que salió como un escopeto. O sea, dice el médico que era como madre mía. O sea, y ahí el detrás, ¿no? Fue un parto un poco descontrolado. Y nada, y Fausto nació grande, hermoso, guapo, porque mis otros dos hijos han nacido más sufridos. Pero mi hijo mayor salió como sonriendo al mundo. De hecho, luego mi sobrino, es que han nacido todos feísimos. Y mi hijo de estos hijos también. Era como el baremo, ¿no? O sea, siempre era, cuando nació mi sobrina Pepi, que es una monada ahora, mi padre me acuerdo que nos mandó un mensaje y me dijo, ha nacido Pepi, no se parece a Fausto. ¿Ves? A mí se me saltó a la familia, a mi madre la familia, que todo el mundo tenía que estar callados porque esta niña era feísima. Pero bueno, la niña es ideal, lo que pasa es que se nació muy fea. Y nada, o sea, el parto de Fausto, muy bien. Entonces, fue un parto difícil y no has podido sentarte durante dos semanas, pero para ti era perfecto, ¿no? Sí. O sea, para mí yo lo veía como una experiencia maravillosa y no tenía comparación. Pensaba que eran dos partos y punto. Claro, luego tuve a mi segundo hijo y a mi tercera hija, que hacían los dos sin epidural, porque yo tengo un poquito de escoliosis, y cuando tienes escoliosis a veces no entra bien la epidural. Te la ponen y punto. No funciona. Especialmente con la última. La última fue a pelo. Fue una experiencia horrible. Joder. Pero el parto a pelo es mucho más sano para el cuerpo. O sea, en definitiva, mi tercera hija es con la que más rápido me he recuperado. Era más pequeñita. O sea, mi niña eran 3 kilos. No era un petero. Era más pequeñita. Y al sentirlo todo, yo creo que tu cuerpo se prepara para empujar diferentes. Y hay menos desgarros. De hecho, tuve un punto como simbólico. Porque por Fausto te habían puesto la epidural y entonces no sentías nada. Nada. Nada de nada. Nada de nada. Fue necesario. Aunque tuviste 14 puntos, al final tampoco has sentido nada durante este momento. Nada, nada. El parto en sí, súper fácil. El posparto, más complicado. El posparto, más por la relación con tu cuerpo o también un poco el... A ver. Probablemente. Hay todas. Vamos a ver. Con Fausto era tan joven y mi cuerpo se recuperó... Bueno, yo después de todos los partos me recupero muy rápido. Ahora, soy una persona con una disciplina muy poco común. Entonces, para mí la recuperación y sentirme bien ha sido muy importante. Y yo decidí no dar el pecho por razones personales. Porque mi cabeza era lo que funcionaba en ese momento y no me arrepiento absolutamente nada. Mis hijos no han necesitado más que leche de fórmula. Han nacido grandes, fuertes y han... O sea, los dos primeros que tuvieron reflujo, la última... O sea, es que... Perfecta. Entonces, la recuperación empezaba el día que salía el bebé. Porque el tema... Y bueno, las hormonas tardan mucho en regularse, pero yo no tenía esas subidas y bajadas que tienen las mujeres con la leche. Es también muy duro. Lo que sí que sufre, y yo lo he sabido suplir muy bien con una batería de deporte absolutamente brutal, es el cuerpo. Las varices. No he tenido muchas, pero sí que he tenido. Especialmente con la tercera, la tripa. De paso, te deforma. Y el pecho, aunque no veas el pecho, baña muchísimo. Cae, se hincha un montón durante el embarazo, luego se hincha también durante el posparto y luego no es igual. Entonces, yo antes sí que juzgaba. Mira estas que se han operado tan... No. Yo ahora no juzgo. O sea, una vez que tienes un bebé... Lo normal es esperar a que tengas todos. Pero una vez que tienes un bebé, si quieres arreglarte la tripa o hacerte cualquier cosa, hacélo. Porque no es que te esté expandiendo las orejas, o el nariz, o cualquier cosa de tu cara. Que también me parece bien. Es que tu cuerpo ha cambiado. Y en formas que tú no puedes controlar. Entonces, te dejas de reconocer. ¿Y qué te costaba aceptar este nuevo cuerpo? Era mi cuerpo, me costaba aceptar que no tenía control sobre el cambio. Ese es el tema. No tenía control sobre el cambio. Y eso es igual que ahora, que somos muy jóvenes todavía, pero ahora que empezamos a envejecer, hay veces que yo salgo en fotos y no me reconozco. A veces que sí, y a veces que no. Entonces, no me echo nada todavía en la cara. Pero a lo mejor sí que me lo hago. Porque es muy duro eso, verte y de repente decirles que yo no soy esa persona. Pero en esa época, dices que tenías mucha disciplina. Así que te has puesto a hacer deporte a tope desde muy rápido para intentar recuperar tu cuerpo. Sí. Me puse a hacer deporte muy rápido en todo lo que son las partes externas. La tripa, los brazos, las piernas. El tema genital es más complejo. Especialmente después de mi primer parto, sufrió mucho ese tema. Porque todo cambia. Entonces, todo se estira mucho o se rompe. Y entonces, la recuperación, como no es visible, es muy difícil. Yo después le expliqué a muchas amigas mías cosas que podían hacer o cosas que no tenían que hacer para intentar evitar el daño. Pero eso te cambia. Te cambia para el resto de tu vida. ¿Pero te cambia en qué sentido? ¿En relación sexuales con tu marido? Sí. Son las sensaciones. Son las sensaciones que tú tienes. ¿Y en tu día a día? ¿Ir al baño? Gracias a Dios, no. O sea, yo he podido ir al baño y controlar la vina. Pero tengo amigas que no. Y tengo amigas... Bueno, yo después de falso, durante muchísimos años, no pude aguantar el tampón. Se metió ahí así. Y eso fue bastante dramático. Luego, con mi segundo hijo, el cirujano con el que nació me lo arregló un poquito. Yo creo que nació Felipe y aprovechó para arreglar un poco el destrozo que había. Y desde ese momento sí que aguanto los tampones. ¿Porque por esa época tú no tenías idea de que no era algo normal? Yo me di cuenta en su vida. Fui a ver a un médico. Era muy vocal sobre lo que me estaba pasando. Es bueno porque es muy difícil por muchas mujeres de hablar de lo que les está pasando y de cosas que quizás no es normal. Yo fui súper vocal. Además, yo fui muy vocal incluso con mi padre. Le dije, como esto ha sido así, tú y yo no vamos a durar mucho tiempo porque esto no funciona. Tú tienes ciertas necesidades. Yo también. Las mías no se están cubriendo. Así que o hacemos algo o esto no funciona. Gracias a Dios el tiempo cura mucho y hay muchas cosas que puedes ir utilizando. Te puedes informar, te puedes ir a ver especialistas, te puedes ir a ver a sexólogos. En mi caso, solo necesité ir a ver a un especialista y te va ayudando. Pero no vuelve a su estado, para empezar a ser claros. En mi caso no ha vuelto. Todo lo que es después del parto, de recuperar tu pelvis, eso no ayudó en ningún momento. Tenías que ver a alguien más. Es que era muy jovencita y no sabía lo que tenía que te dicen. Hace ejercicios hipopresivos. No sabes lo que es un ejercicio hipopresivo. Es un proceso de aprendizaje. Luego ya yo he ido avisando a mis animales. ¿No vas a ver un médico específico que te explica cómo hacer esa recuperación? Ahora yo recomendaría a mis amigas que sí. Ah, es que pienso que en Francia se hace directamente. Pues yo no lo hice. Yo me fui a Londres tan tranquila. Y como era la única, con diferencia, que tenía hijos. La única otra que tenía era una amiga mari. Y no podías hablar con amigas de esos temas, de tener los trucos. Claro. Yo avisé por ejemplo a mi hermana, que su hija nació un año y algo después. Y ella iba más preparada. Pero yo me las he comido dobladas. Pues eso fue súper duro. Bueno, entonces después de este postpartum difícil, explicabas antes que lo has pasado un poco solita. Lo más complicado para mí de haber tenido hijos, y voy a decir algo duro, la falta de empatía de mi círculo social. Y me ha hecho en ese momento. Yo estaba con 26 años en casa con un bebé. Pero la gente no tenía ni idea. Y mi marido, no, no. También mi círculo social era poco influyente. No todas, ¿eh? Porque muchas de mis amigas de esa época, por los años, me han llamado y me han pedido perdón. Perdón, no fui con amigas, no sé qué. Otras no, otras están tranquilamente. Han dicho, ah, es la época, te toca. Pero creo que es un ejercicio humilde. Bueno, es un ejercicio humilde. Cuando pasa el tiempo decir, es que no tenía ni idea por lo que estabas pasando. Ahora, la única consecuencia de eso es que yo me he vuelto muy dura con esa gente. Y a mí ahora, cuando esa gente me cuenta sus problemas, es tanto una pared de ladrillo. O sea, no me cuentes tu vida, que tú cuando tenías que empatizar conmigo, porque la personalidad no ha cambiado. Porque no estamos hablando de una niña de 16 años que tiene un elemento de inmadurez, incluso de 19. Estamos hablando de gente ya con 26 años. Ya estás viviendo fuera, ya eres autónoma, ya estás ganando mucho dinero. Ya llevas entre 4 y 5 años viviendo en el extranjero o trabajando. Entonces, ya se supone que tienes algún tipo de responsabilidad moral con tu círculo. Y entre ello, tus amigas. Estoy diciendo que vayas a ver a tu amiga Arturienta todas las semanas. Pero un mensaje, un no te preocupes, pues voy a andar contigo, damos un paseo. Y ahí fueron mucho más empáticas mis amigas rotajones. Ellas me venían a ver un montón. ¿Por qué piensas que ellas están más al tanto de la soledad de una nueva madre? Creo que al estar en Londres ellas tenían más apoyo familiar y tenían una rutina familiar a lo mejor más sana. Mis amigas que estaban de expats se habían vuelto tremendamente egoístas. Era todo salir, tirarme a tíos, mirar... Era un entorno horrible. Yo salía con mi marido poquito, porque al final no podíamos salir tanto como un bebé. Pero era un entorno bastante tóxico. Ahora lo miro para atrás y me alegro que el nacimiento de mi hijo me haya ahorrado muchos años de eso. Y también es por eso que sirven esas experiencias. Al final también haces una selección de la gente que vale la pena estar en tu cuerpo. Efectivamente. No todas, estoy generalizando mucho. Obviamente, pero ahí te das cuenta de las que realmente están ahí por ti cuando vas a nacer. Además la vida pone a todo el mundo en su lugar. Ahora mismo tengo tres hijos. Mi hija pequeña está saliendo ya del hoyo, prácticamente no usa pañal, come comida normal. Entonces yo ahora estoy en un momento jovencísima. Es muy probable que no tenga más hijos. Y estoy disfrutando muchísimo de ellos. Mi hijo mayor va a esquiar con mi padre. Sí, qué bueno. Superguay. Eso es superguay. Porque sé que mi hija pequeña a lo mejor no va a llegar. Cuando ella esquía, a lo mejor mi padre ya no esquía. Y eso es algo que sé que ellas no van a tener. Y además es que ellas están empezando a tener hijos. Algunas pocas que coinciden con Ana, mi segundo hijo. Y muchas que coinciden con Ana, mi tercer hijo. Ahora entienden un poco más lo que has vivido. Y luego otra cosa. La edad que me estaba considerando joven. Lo que estoy pasando ahora y la energía que tengo es un 60% de la energía. 33. Y con 26 era un titán. Cuando digo un titán es que de verdad. Es que podía hacerlo todo. Me sentía como que podía hacerlo todo. No me cansaba ni la mitad. Y ahora pienso que ahora tengo que tener tres hijos. Y por lo mismo tengo. O a lo mejor uno o dos. Sí. ¿Por qué? ¿Por qué no? Porque no tengo la fuerza ni la estamina. No me cuadraría. Y fue por accidente. O sea, no lo hicimos ni merdido. No lo hicimos a propósito. Lo hicimos porque nos salió el primero. Y luego ya con el primero cumplió dos años. Fuimos a por el segundo. Sí. Entonces, es así que habéis decidido intentar llegar por el segundo. Eso fue una experiencia muy dura. Porque sí, fue. Ya mi hijo mayor cumplió, pues creo que un año y medio. Y he tenido la suerte de que a mí me tocan y me quedo engrasada. Pero lo que no sabía es la vez de la sobre efectividad. Inicia en brazos que no están preparados para sobrevivir. Entonces, en ese momento es muy difícil lo tener. Quedarte enbrazada y a los tres meses ponerte a sangrar. No saber lo que te pasa. Estar absolutamente sola. Y eso fue súper duro. O sea, con mi primera pérdida. He tenido dos pérdidas. Con mi primera pérdida me levanté por la mañana. Estaba ya de tres meses. Me levanté por la mañana. Volvemos un poco antes. A los dos años de tu hijo decidís, bueno, vamos a empezar a intentar para el segundo. Y el segundo llegó bastante rápido, entonces. Me quedé embarazada muy rápido. Ah, sí. A la decisión de probar, al mes, ya estabas embarazada. Sí. Entonces, ahí no es sorpresa. Lo has sabido directamente. Sí. Has hecho el test. Sí. ¿Qué pasa? Que yo esto, o sea, me quedo embarazada. Pasan dos meses. Me encuentro relativamente mal. Yo he viajado mucho. Me acuerdo de ir a un viaje ya de como 10 semanas, 11 semanas. Me fui a un viaje a Nueva York. Vuelvo. Y vuelvo a Madrid a los dos días. Me pongo a sangrar. ¿Vale? Un sábado por la mañana. Un sábado por la mañana a las 8 de la mañana. Además, cuando digo sangre, es no marrón. Sangre. Sangre, sí. Yo pensaba que era un sustito. Porque mi marido, no teníamos que ir. La chica, el servicio, se había ido el viernes. Porque, entonces, no teníamos que empezar a Fausto. Y me dice Rafa, pues, no puedo ir contigo. Porque estamos con Fausto. Entonces, le digo, no te preocupes. Voy al hospital. Y que me miren. Entonces, me voy sola. Me subo al bus. Me voy al hospital en bus. Como es sola. Hacer la cola llena de borrachos, gente drogada, todo esto en el Celsius. Yo solita, ¿eh? Me ingresan y a las dos horas me dicen que no había latido. ¿Vale? Yo, por supuesto, absolutamente destrozada. Sola. Y llamamos a amigos para ver si se podían quedar con Fausto. Y todos estaban dormidos. Ni resaca, claro. O sea, no había nadie. La única persona, me acuerdo, que conseguí hablar con ella fue mi madre. Que estaba despierta. Y ella estaba al teléfono, ¿no? Cuando me daba la noticia. Nada, me hicieron un legrado. Y me fui a casa con mis pastillas. Y ya. Y fue una experiencia absolutamente traumática. ¿Has tenido que tomar las pastillas? ¿No te han dejado el tiempo de ver si se podía evacuar solo? Ya había llegado el ceto a un tamaño en el que prefirieron alzármelo, sí. Entonces, sí, eso fue horrible. Y además el pasarlo sola. Y también para mi marido. O sea, mi marido... ¿El no lo entendí directamente? A él le costó mucho enfatizar porque es muy difícil para ellos sentir lo que es tener un bebé en tu tripa y luego saber que lo has perdido. Es muy difícil para un hombre. Él lo intentó. Yo creo que para él fue duro no poder estar ahí. Porque tienes un bebé en casa. ¿Qué vas a hacer? Plantarte en un hospital con un niño. Al final de la tarde vino al hospital con mi hijo. Pero mi hijo tenía dos años. Era un terremoto. Era mejor que no hubiese venido. ¿Te has tenido que quedar en el hospital? Sí, me hicieron el legrado que tienes que quedar ahí. O sea, te ingresan, te duermen y te lo hacen. Ah, ¿sí? Sí. Así que te dan la noticia y ya... ¡Joder! Sí. Fue súper duro. Es una experiencia absolutamente traumática. Y no se la recomiendo a nadie. Lo pasé totalmente solo. Y gracias a Dios lo único que me salvó fue el trabajo. Porque aunque yo estaba destrozada, te distrae. ¿Habías cogido días de vacaciones? Nada, cero. Paso un sábado por la mañana y el lunes voy a trabajar. ¿Y no lo has comentado a tus jefes? No, el primero no. No. El segundo, o sea, me dijeron... Fue horrible, fue horrible. Pasó el sábado y el lunes te vuelves al trabajo. Sí. Pero con un dolor de tripa, me imagino... El dolor de tripa es el que paso... Sí, bueno, con el legrado no te desangra tanto. Pero sí duele. Fue horrible. Además, con un montón de pastillas que te dan en Antium... El segundo, yo creo que fue... No fue... Fue igual. Me esperé unos meses, me volví a quedar embarazada rapidísimo. Fui a Nueva York otra vez. Lo perdí, no me di cuenta porque hice un Nueva York-Londres, Londres-Madrid y luego teníamos dos bodas. Teníamos una boda el viernes en Madrid y otra boda en Ibiza. En Formentera. Y yo pensaba, pues si soy embarazadita a las dos y ya está. Entonces, en la primera boda me pongo a sangrar. El marido no estaba. El marido había ido directamente a la de Formentera. Pero yo estaba embarazada de... Tres meses también. ¿Tres meses también? Sí. Otra vez los tres meses. Pero yo ya ahí, como ya me había pasado, en el momento que había una mancha marrón pensé, ya estamos. Pues ahí mi pobre hermana, que estaba embarazadísima de su segundo hijo, me acompañó al hospital, me dicen otra vez que no he latido. Esta vez me dicen que el feto es más pequeño, entonces que me dan una pastilla. Y me voy a mi casa absolutamente destrozada. Llamo a mi marido. En ese momento estaba out porque estaba viviendo con sus amigos en Formentera. Bueno, con él no ha ido nada. ¿Eso fue el día de la boda? El día de la primera boda. Que claro, en ese momento mi amiga, la pobre que se casaba, se enfadó. Luego ha tenido hijos y lo ha entendido. Y de una forma madura lo ha entendido. Le he dicho, no, no te pasa, no te pasa. Entonces, yo tenía dos opciones en ese momento. O quedarme en Madrid sola porque no estaban mis padres. Mi hermana estaba embarazadísima. Mi marido estaba en Formentera. O cogeré e irme. Decir en plan... Y me voy. A las 7 de la mañana me pongo la alarma. Me recoge mi hermana embarazada. Mi hermana me había llevado al hospital. Había estado conmigo mientras me decían que había perdido el bebé. Me había llevado a casa. Me había dejado en la cama. Se había ido a dormir. Me había recogido a las 7 de la mañana. Y me había llevado al aeropuerto en plan, ¿te vas a ir a la boda? Porque no te vas a quedar en casa llorando. Es que la alternativa es quedarte en casa llorando. Sola. Porque si dices que estás con alguien, vale. Pero es que yo iba a estar sola. No estaba nadie a nadie. Como típico fin de semana junio. Nadie a nadie. Pero cómo te animas también para... Tener una cara de... No, bueno. Tenía la cara de muerta. Eso. Fuimos más prudentes y nadie sabía que estaba embarazada. Iba a ser casi peor inventarme la excusa para no ir. De decir, voy. Entonces fui. Y ahí eso fue súper rayo. Yo me subí al avión llorando. Y me acuerdo que estaba en el avión. No me dijeron el grado. Estaba sangrando. Pero no hay forma de explicar. No te puedes poner un tampón ni nada. Es una compresa y cada hora te la cambias. Y me acuerdo ir al baño. Y salió el feto. ¿Por qué me acuerdo? En el avión. Y el avión destrozado. ¿Lo has visto? No lo vi. No miré. ¿Lo notaste? Sí. No lo sé. Y tu cuerpo ya está. Yo sentía mucho dolor. Mi cuerpo estaba echando la muerte. Aterrizo. Aterrizo. Me viene mi marido. Mi marido ya el pobre. Estaba ya con un sentimiento de culpabilidad brutal. Estaba muy contento de que haya ido a la boda. Porque al final es bueno. O sea, el tema es. Una vez que te dicen que se ha ido, se ha ido. Es que puedes llorar. Pero tienes que seguir. Porque no puedes. Ya se ha ido. Es que no hay más vuelta atrás. Entonces me vino a buscar mi marido. Con unos amigos que ya tenían su barquito. Y que habían ido desde Formentera a Ibiza a recogerme. Pues nada. Me subo al barquito. Claro. Un barquito enano. Y me siguió sangrando como un perro. Qué franasmo. Y yo cada hora. Mario en el barco. Yendo al baño. Y se trató de cambiarme. Le estaba poniendo de sangre. Y se fue. Pero bueno. Yo agradecí. El momento que ellos dijeron. No pasa nada. Vamos a Formentera. Yo sé que en ese momento les parecía buena idea. Pero vinieron a por mí. Entonces me recogieron. O sea, me cogí un taxi a la bahía. Me recogieron. Ellos abandonaron la boda. Y luego la boda fue maravillosa. Yo evidentemente no era mi mejor momento. Pero eso. Al menos te quedas distraída un poco. Sí, sí. Sí me distrajo. Y además yo fui muy vocal. En plan. No es mi mejor momento. Acabo de tener un aborto. Si me veis un poco out o un poco borde. Es por esto. O sea, no estoy bien. Entonces, bueno. Me dio pena. Lo has dicho antes. Sí. Estaban mis amigas. Ahí tenía varias amigas que estaban. Con las que tenía confianza. Y yo dije. No empatizaron. Pero tampoco quiero que empatecen conmigo en una boda. Prefiero que estén bailando. ¿Sabes? Y sí, sí. En eso bien. Vale. Ya es eso. Y luego ya. Fui a. Ahora viene el otro tema de mi segundo hijo. Voy a. En ese momento ya. Yo había empezado a investigar qué es lo que me pasaba. Que al final era un tema de coagulación. Y cada vez que me subía a un vuelo. De nueve. O sea, de dos o tres meses. Al CETO le daban microinfarctos. ¿No? Porque mi sangre se excesaba. Y el CETO pues no podía. Excesinarlo. Entonces. Yo ya estaba yendo a un médico muy bueno en Londres. Y me dijo después del segundo aborto. No te quedes embarazada otra vez. Y yo la miré en plan. Ajá. Y alas. Dije. Pero cuando vuelva en aborto. Voy a estar embarazada. Y la otra. No te quedes embarazada yo. Cuando vuelva en aborto. Voy a estar embarazada. ¿Por qué te decía de no quedarte embarazada? Para darle a tu cuerpo tiempo para recuperarse. Ah. Pero yo ya dije. No voy a volver a esperar otros tres meses. Para volver a pasar esto. ¿Y mentalmente has hecho algo? Porque son dos episodios muy, muy, muy duros para una mujer. No hice nada. No has hablado con nadie. No. No hice nada. Lo llevé sola. Lo has puesto como en una caja y ya. No. No lo he metido en una caja y ya. Porque eso yo creo que generaría mucho trauma. Lo hablaba. Mi marido no soportaba que yo hablase del tema. Y decía en plan que estaba obsesionada. Pero es que no podía pensar en otra cosa. Ah, sí. Sí. Yo no podía pensar. Él tampoco. No puedo. Él tenía 29 años. Era un bebé. No pudo. Entonces no empatizó nada con. Poco. Empatizó poco. Ah, sí. Sí. Mi marido empatizó poco. Porque no se habían cerrado tanto de que ya entonces estabais esperando un nuevo bebé. Claro. Y eso lo decía. Pero él no tenía tripas. Estaba un poco hinchada. Sí. Pero entonces es mucho más difícil. Claro. Es muy complicado estar con una mujer que está siempre deprimida por el mismo tema. Es muy difícil. Sí. Pero bueno. Bueno. Entonces. Sí. No. No. No te quedas enbrazada. Y yo vuelvo en agosto enbrazada. Y le digo, estoy enbrazada. Y ella me mira con una cara de, te voy a matar. Es bastante sartíl. Porque. Sí, sí, no. El problema no era quedarnos brazada. El problema era luego qué hacemos con el bebé y que no sobrevive, ¿no? Sí. Entonces, me quedo enbrazada. Ahí me enchufan a progesterona. Me dicen, por supuesto, no te muevas. Hasta que el niño no cumpla las 14 semanas, no te muevas. ¿Realmente te han dado progesterona? Solo. Pero si era un problema de coagulación. ¿No te han dado como aspirina o algo que? No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. 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