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Bea, a proud mother of three, shares her story of early motherhood and the challenges she faced in her professional career. She discusses the unexpected pregnancy of her first child and the fears and anxieties that came with it. She also opens up about the two miscarriages she experienced. Bea emphasizes the importance of communication and support within relationships and from family and friends. She reveals that she is still dealing with unresolved emotions from her early motherhood experience, which has affected her relationship with her eldest child. Overall, Bea's story highlights the strength and resilience of women facing traumatic circumstances. ¡Buenos días a todos! Hoy recibimos a Bea, una madre orgullosa de tres hijos. Una mujer internacional, autónoma y en el cliente. Desde bastante joven. A quien el tema de la matalidad llegó temprano, en el inicio de su carrera profesional. A través de su historia descubriremos como una mujer puede encontrar forzas inesperadas para enfrentar sudencias traumáticas. Bea nos comparte como fue tener su primer hijo, a una edad temprana, sin estar preparada. Y los sentimientos de miedo y ansiedad sobre el futuro que esto genejó, tanto en su joventud como en la de su esposo. Y las implicaciones para su carrera profesional también. En su valiente testimonio, Bea también nos habla de las dos pérdidas por aborto espontáneo que sufrió. Su historia no solo añade una piedra más a la edificio del entendimiento y la empatía, sino que también nos recuerda la importancia de la comunicación y el apoyo. No solo dentro de la pareja, pero también del entorno familiar y amical. Ahora, sin más preámbulos, os dejo escuchar el escrito yo, una historia de maternidad y de residencia. Hola Bea. Hola Liz. Gracias por venir, contarme tu historia. Cuéntame un poco, bueno, cómo te llamas, tu edad y cómo está tu hogar. Me llamo Beatriz, vivo en Madrid ahora mismo. Tengo tres hijos y tengo 33 años. Mi carrera profesional se ha desarrollado en Londres, hice finanzas y me he desarrollado principalmente en la industria de moda y lujo. Y luego, cuando ya llevaba casi 10 años viviendo fuera, me vine a España, cuando en ese momento tenía dos hijos. Y ahora estoy aquí trabajando de freelance con mis tres niños en Madrid y un poco disfrutando de la vida. ¿Y tu marido? Mi marido es un pack. Entonces yo cuando digo nos, es él y yo. Mi marido ha sido absolutamente instrumental en apoyar mi carrera y yo la suya. Y somos un equipo. ¿Y cómo has conocido a Rafa? Conocí a Rafa dos meses antes de irme a Londres. Era mi último año de carrera. Pura casualidad, él era uno de los mejores amigos de mi cuñado. Siempre mi cuñado me lo intentaba meter con calzador. Me da muchísima pereza. Mi marido era siempre haciendo chistes y yo no lo aguantaba. Y un día, por fin, tuvimos una conversación un poquito más profunda. Y ahí empezamos a salir muy rápido. Yo me mudé a Londres. Tuvimos la típica conversación de qué vamos a hacer. En mi cabeza pensaba que se acababa. Llevamos dos meses saliendo y él... ¿Pero cómo me dices eso? Yo no quiero perder el tiempo. Bueno, seguimos, seguimos. Es un poco por inercia. Seguimos saliendo. Él me siguió. Él se mudó a Londres un año después. Y prometimos. Cuando llevábamos muy poco tiempo saliendo, no llegaba un año. ¿Te pidió él? Me lo pidió él. Mi marido es bastante pionerillo. Entonces me lo pidió él y aquí seguimos. ¿Y cuándo entró la idea de tener hijos? Pues no entró. Nosotros a mí me habían vendido un poco la historia de tener hijos. Era algo complicado. Ya venía preparada como esa historia generacional de... No estés demasiado que luego cuesta un montón. ¿Ah, sí? Sí. Y eso que yo tenía en mi casa con 25 años. ¿Pero por qué? ¿Ya en tu familia había problemas de partida? A mi madre le costó mucho tener a mi hermano, pero tampoco le costó mucho tenernos a nosotras. A mi hermana y a mí. Entonces, no. Yo nunca había contemplado el tema de la fertilidad en ese momento. Me quedé embarazada muy rápido. No me tendría que haber quedado embarazada después porque yo creo que tanto él como yo éramos muy fértiles, éramos muy jóvenes. Y llegó Fausto. Fausto es mi hijo mayor y llegó muy rápido. ¿Pero entonces no utilizabas contracepción? Sí, sí lo utilizábamos. Estábamos recién casados. Yo me fui de viaje a un viaje de negocios. Volví y fue el típico día de... Uy, pues no tenemos tal no sé qué. Y yo estaba acabando las reglas. Es que no se me pasó por la cabeza. Podía haber posibilidad de embrazo. De hecho, entonces, claro, pues no tuvimos cuidado. Esa única vez, porque es que es la única vez que pudo haber sido. Y a las ocho o nueve semanas de ese momento nos fuimos a nuestra luna de miel porque tuvimos que retrasar la luna de miel por temas de viajes míos. No pudimos irnos después de la boda más que unos días a Sicilia. Entonces me voy a la India con mi marido un mes y yo vomitando por las esquinas. O sea, vomitando en el avión. Vomitando el primer día. Vomitando toda la semana. Yo me encontraba fatal. Estaba hinchada, me veía feísima, llena de granos. Y mi marido pensando... Uf, me he casado con ella. Y en dos meses me ha cometido en un ojo. Está engordando, tiene granos, está siempre de mal humor. Ni un vaso de vino se toma porque todo le sienta mal. El pobre se estaba diciendo... ¿Dónde tiene la burra? Pero este momento no tenías ni idea de que... No se me había pasado por la cabeza. No se me había pasado por la cabeza. Me sentí súper hinchada. Encontrarme fatal. O sea, fatal. Pero a mí me encanta tomarme el vino con las comidas y tal. Y además se daba mi luna de miel y yo iba emocionada. Es que no podía ni oler el vino. Y no podías comer nada. Todo me sentaba mal. Incluso la pizza. Tenía ganas de vomitar todo el rato. Y ya el último día me sienta y me dice... Mira Bea, ¿algo te pasa? Tienes que ir a hacerte un test. Ah, fue él que ha pensado que a lo mejor... Yo todavía no... O sea, yo estaba enferma. Yo me había puesto enferma. Entonces me voy a por el test en la India. Entonces, claro, yo voy ahí a la típica farmacia, que es como un chiringuito. Y estoy diciendo, en plan, one five minutes. Llego al hotel y un positivo. Como un camión de bomberos. O sea, sí. O sea, no tuve ni que esperar, obvio. Pero... ¿Me voy a estar enferma? Ah, entonces en ese momento pues colapso. O sea, pasé mucho miedo. No en un momento que me di cuenta. En los meses después. Principalmente por miedo a mi carrera profesional. Y era también mi entorno. Gente cercana a mí. Un latido confiaba. Estaban mis padres, pues estaban encantados. Bueno, mi madre. Mi padre no estaba encantado. Pero mi madre estaba encantada. Todo el mundo me decía que mi carrera profesional se iba a ir al galete. Y por eso tu padre estaba enfadado. No, mi padre estaba enfadado porque tenía un máster en Harvard. Entonces, como mi hijo iba a nacer en abril, le tenía que volverse antes de su máster. Tener un nieto no le podía... O sea, no había mucha ilusión. Era como, justo me voy a Harvard, y en tres meses quedan enfadados. ¡Qué horror! De hecho, no llegaron al parto, porque iría a luz justo cuando yo estaba en el avión volviendo. Pero vamos, que no. Estaban encantados con tu nieto mayor. Así que sí. Estabas más un miedo por tu carrera profesional que realmente un miedo de ser madre o de... Vamos a ver, como los cinco. No tenía ni idea de lo que era ser madre. Ni idea. Entonces, ahora que tengo tres, sí tendría miedo de ese momento. Como no sabía lo que era ni cómo iba a ser, no tenía miedo a esa parte. Y fue muy químico, Mario, tampoco. Ahora, sabiendo lo que sé, y si una chica me dice que con 25 años viendo a Londres saque a embarazada a su primer hijo, diría, uf, la que te viene. No por su carrera profesional, pero todo lo demás. La falta de apoyo, la soledad, que es muy interesante, la soledad que se siente especialmente cuando tienes hijos tan jóvenes. Yo tenía miedo por mi carrera profesional. Que ahora mismo, con muchísimo orgullo, digo que si quieres, lo puedes luchar. No es fácil. Lo que tienes que saber es que no puedes hacerlo todo a la vez. Me explicó. O sea, yo no sabía lo que iba a pasar. Pero de forma orgánica, yo elegí entre las tres dimensiones de la vida de cualquier persona, la familia, la carrera y la parte social, una se cayó. Y de la parte social, yo me tuve. Siete años desde el embrazo, más o menos. O sea, seis años sin casi ver amigas. O sea, las amigas que veía, las amigas que venían a mi plan, que iban conmigo al parque a las 10 de la mañana un sábado, que venían a casa a cenar, que amigos de raza en concreto que se portaban mejor que mis amigas. Y nos invitaban con Fausto. O sea, nos invitaban a copas con Fausto. También nos invitaban, aunque Fausto la acabase liando, pues un poco les daba igual. Pero en ese aspecto, era la gente que nos aceptaba con el pack que éramos. Fuisteis los primeros a tener un hijo. Fuimos los primeros inconscientemente, además, ni me lo digo, nos pagábamos todo. Nuestro círculo era incapaz de entender la responsabilidad que habíamos adquirido tan jóvenes. Y eso conlleva muchísima soledad. Es probablemente esa época, es probablemente la que más heridas ha dejado en mí. Que ahora ha dejado más trauma. Y que está empezando a salir ahora. Por un montón de razones. Por haberle tenido muy pronto, por haberme sentido muy sola. En ese momento, no podías poner palabras en tu malestar. Te has dado cuenta solamente ahora. Me he dado cuenta hace muy poco. Por temas diversos. Empecé a ir a una terapeuta profesional por un tema personal y ha salido esto como un trauma. Y me he dado cuenta yo. Después de haber hablado con ella de muchas cosas, esto ha salido. Y es lo único de lo que me cuesta hablar. Con lo cual significa que tengo ahí bagaje que todavía no he deshecho las maletas. Por alguna razón. O sea, no sé. Y está afectando mi relación con mi hijo mayor. Hay un poco más de quizás rancor. Sí. Mientras que con los otros dos soy una madre absolutamente excelente. Y con la pequeña más, pero porque soy una madre que también tiene más experiencia. Y con el mayor tengo sentimientos encontrados. No contra él. No es su culpa. No, no. Obviamente. Con la situación que yo viví. La mejor forma de describirlo es no he deshecho las maletas. Y las tengo ahí. O sea, es un procrastination como yo os mandáis. Lo tengo ahí, me hace daño, no puedo hablar del tema. He metido las maletas hechas, o sea, con la ropa, en el hangar y lo he cerrado. Pero entonces, aunque habías, bueno, como dices, puesto esas maletas atrás durante los dos otros embarazos ¿nunca tuviste este miedo de sentir la misma solitud? Nada. No. No. ¿Porque era otra época? ¿Porque ya tenías muchas más amigas o muchos más familiares que están más cerca? No. Yo creo que con mi hijo mayor no era solamente la soledad. Era el miedo a perder la casa profesional, miedo a perderme una etapa, miedo a perder una etapa de juventud que perdí. Me casé y enseguida me puse a tener hijos. Entonces hay una etapa con mi marido que me siento que he perdido. Y yo también lo siento a su manera. Entonces es un poco... No quiero que pase el tiempo y cuando de repente tenga 45 o 50, de repente tengamos una crisis de me he perdido una etapa muy importante en mi vida que no he venido por esto, ¿no? Y yo sé que con los segundos eso no iba a pasar porque ya tenía el primero. Entonces no cargan con esa culpabilidad. En cambio, el primero fue el que lo rompió. Es un tema que yo tengo que trabajar para no sentir ese rencor hacia un niño que no tiene culpa. No, no, claramente. Y es muy diferente de tu parte de darse cuenta y de hacer lo que hace falta para que él no lo sufre. Una cosa es darse cuenta y otra muy diferente es saber remediarlo. O sea, saber aprender a utilizar las herramientas para que él no lleve el peso de la sensación que tiene su madre de que se ha perdido una etapa por su culpa. Entonces sí, el rencor es más contra él que contra la gente que no supo apoyarte en ese momento. Y ese es el problema porque en realidad la culpa la tienen las circunstancias. Que tampoco es culpa de mis amigas. Pero si llego a estar en Madrid a lo mejor y a tener más apoyo a lo mejor no habría tenido esa sensación de pérdida. No sé si me estoy explicando, pero el problema es que lo acaba pagando el niño por mi falta de encuentro, por mi falta de gestión de esas emociones. Es muy interesante porque es verdad que al final muchas veces en la vida te dicen, bueno, hay la carrera, la boda y luego los niños. Pero realmente nunca piensan a preguntar cómo te sientes en este momento. Es cómo ves las próximas etapas. Luego es una evolución. Especialmente en la etapa de la maternidad conlleva una evolución madurativa muy compleja. Y mucho es autodidacta. Evidentemente es cuando tienes los hijos que maduras. Pero en fin, tienes que estar preparado para ello. Y yo cuando me llegó el primero no estaba preparada. No lo estaba. Bueno, es que además fue sorpresa completamente. Claro. Que a lo mejor hubiese tenido primero un aborto y luego hubiese tenido un niño había sido más agradecida. O por lo menos solamente la decisión de decir, pues ya quiero empezar a tener un hijo. Al final nunca lo habíais comentado porque no lo habíamos hablado. No lo habíamos ni hablado. Fue un poco eso, el shock de al final no haberlo previsto, no haberlo ni hablado ni estar más o menos preparada en el tema. Me imagino que sí, lo tenía como un poco el down the line tendré hijos. Justo, justo, fue exactamente eso. Entonces los segundos no llevan ese bagaje. Sé que le pasa a muchas mujeres de formas diferentes, pero sé que a muchas mujeres porque algunas no se reconocen, pierden su cuerpo porque sufren tanto en el parto que no puede que rechacen a niños. Sé que esto no es algo que me ha pasado solamente a mí. Sé que pasa a más mujeres. Pero en mi caso eran las circunstancias. Y entonces tengo que manejarlo muy bien con mi pareja para los dos sentirnos como que no nos hemos perdido una etapa, que pasa raro. Ahora lo estamos trabajando, ya no nos quitamos ningún viaje y dejamos a los chicos con el servicio más contentos que contentos porque sabemos que ya hemos hecho nuestros deberes. Ya hemos estado con ellos mucho tiempo y ya hemos brincado un montón y ya hemos estado en Londres solo fin de tras, fin de tras, fin de tras, fin de tras. Así que ya podéis disfrutar un poco más. Pero es que la gente ahora quiere pasar el tiempo con sus hijos. Me parecía súper bien. Yo lo voy a pasar cuando quiera y si no me voy a ir a viajar con mi marido. Qué bien. Pero volviendo al embarazo, el embarazo luego se pasó bien. Tuviste, entonces, no sé, durante los primeros meses y luego... Súper. Con mi primer hijo en los primeros tres meses francamente mal. Y luego ya cuando ya pasa el cuarto mes, muy bien. Yo tenía, claro, yo tenía 26 años. Yo era un gitano. El niño salió súper grande, súper fuerte. Yo no engordé absolutamente nada salvo la tripa. O sea, es que era, parecía un chupachurri. Era literalmente un palito con una bola. Entonces, ¿natural? Fue natural. Eso fue un poco desastre porque mi hijo es, el mayor es enorme, no sé, casi cuatro kilos y salió muy rápido porque yo también estaba muy fuerte y tuve un desgarro de 14 puntos en todas las direcciones. Entonces, luego cuando he tenido mis otros dos hijos, me he dado cuenta, me he dado cuenta de la salvajada que fue el parto de mi primer hijo. Pero en ese momento me pareció bien. Es verdad que no me pude sentar las anteriores semanas. Pero estaba, lo han provocado o han venido naturalmente. Llegué al due date y yo que soy una persona particular, dije, hoy sales. Hoy sales, hoy es el due date y no estoy un día más con esta bola adentro porque no puedo. Entonces me puse a andar, salí a las diez de la mañana, llegué a las tres, ya me encontré que había que llamar a mi marido para que me viniese a recoger y me puse morada. Porque luego decía mi pobre marido, ven a recogerme que me dolieran los pies. No me dolieran los pies, me doliera todo. Entonces me vino a recoger y me llevó al corte inglés y nos encontramos con una amiga de mi suegra y me acuerdo que me mira y me dice, mira, creo que vas a ver la luz en una hora. Y me dice, es que tiene la cara como un poco descompuesta. A mí me doliera todo. A mí me doliera la tripa, me doliera la pelvis, me doliera todo. ¿Pero tú y tu hermana andando en corte inglés? Tranquila. Me doliera el cuerpo o ya llevaba nueve meses de embarazo. Entonces me voy a casa, a las dos horas ya empiezo a tener contracciones, pero no me dolió mucho, pierdo el tapón y me llevo al hospital. Pero mi marido me lleva al hospital como quien va a comprar el pan. Y ahí ya cuando llegamos al hospital me dicen, no, ya estás de dos centímetros, esto tiene pinta de que va a ir rápido, quédate un ratiz o tal. Entonces me quedé ahí a las seis, me quedé dormida porque me pusieron una epidural, necesarios, y no sentía dolor. Y a las seis horas llegué a la madrona y tal cual, me despierta, me dice, oye, que te he visto y tienes estas ya, estás ya, vas a salir. Y claro, me quedo ahí, no me di nombre, sí. Increíble. Sí, yo tuve mucha suerte. Fue dos empujones y el niño salió, creo que salió como un escopeto, o sea, madre mía, o sea, y ahí él detrás. Fue un parto un poco descontrolado. Y nada, y Fausto nació grande, hermoso, guapo, porque mis otros dos hijos han nacido más sufridos, pero mi hijo mayor salió como sonriendo al mundo. Entonces, fue un parto difícil y no has podido sentarte durante dos semanas, pero para ti era perfecto, ¿no? Sí. O sea, para mí, yo lo veía como una experiencia maravillosa y no tenía comparación. O sea, pensaba que eran los partos y punto. Claro, luego tuve a mi segundo hijo y a mi tercera hija que nacieron los dos sin epidural porque yo tengo un poquito de escoliosis y cuando tienes escoliosis a veces no entra bien la epidural, especialmente con la última. La última fue a pelo. Fue una experiencia horrible. Pero el parto a pelo es mucho más sano para el cuerpo. O sea, en definitiva, mi tercera hija es con la que más rápido me he recuperado. Bueno, era más pequeñita, o sea, eran seis kilos, no era un bebé. Al sentirlo todo, yo creo que tu cuerpo se prepara para empujar diferente y hay menos desgarros. De hecho, tuve un punto como simbólico. Porque por facto te habían puesto la epidural y entonces no sentías nada durante... Nada, ni nada. Así que, aunque tuviste 14 puntos, al final tampoco has sentido nada durante este momento. Nada, nada. El parto en sí, súper fácil. El posparto, más complicado. El posparto, más por la relación con tu cuerpo o también un poco el... A ver, con Fausto era tan joven que mi cuerpo se recuperó... Bueno, yo después de todos los partos me he recuperado muy rápido. Ahora, para mí la recuperación y sentirme bien ha sido muy importante y yo decidí recuperar el pecho por razones personales porque mi cabeza era lo que funcionaba en ese momento y no me arrepiento absolutamente nada. Mis hijos no han necesitado más que leche de fórmula, han nacido grandes, fuertes y han... O sea, los dos primeros que tuvieron reflujo, la última... O sea, es que perfecta. Entonces, la recuperación empezaba el día que salía el bebé porque el tema... Bueno, las hormonas tardan mucho en regularse pero yo no tenía esas subidas y bajadas que tienen las mujeres lo que sí que sufre es el cuerpo, las varices, que no he tenido muchas pero sí que he tenido especialmente con la tercera, la tripa, la tripa se te deforma. Y el pecho, aunque no les dé el pecho, baña muchísimo. Cada vez se hincha un montón durante el embarazo, luego se hincha también durante el posparto y luego no es igual. Entonces yo... Antes sí que juzgaba mira, estas que se han operado tal... No, yo ahora no juzgo. O sea, una vez que tienes un bebé... Normal es esperar a que tengas todos pero una vez que tienes un bebé, si quieres arreglarte la tripa o hacerte cualquier cosa, haztelo. Es que tu cuerpo ha cambiado y en formas que tú no puedes controlar. Entonces te dejas de reconocer. ¿Y te costaba aceptar este nuevo cuerpo? Me costaba aceptar que no tenía control sobre el cambio. Ese es el tema. No tenía control sobre el cambio y eso es... Ahora que empezamos a envejecer hay veces que yo salgo en fotos y no me reconozco. Hay veces que sí y hay veces que no porque es muy duro eso verte y de repente decir que no soy esa persona. ¿No? Pero en esa época dices que tenías mucha disciplina así que te has puesto a hacer deporte a tope desde... ¿Has quedado rápido para intentar recuperar tu cuerpo? Sí. Me puse a hacer deporte muy rápido en todo lo que son las partes externas. La tripa, los brazos, las piernas... O sea, el tema genital es más complejo. Especialmente después de mi primer parto he sufrido mucho ese tema porque todo cambia. Todo se estira mucho o se rompe y entonces la recuperación como no es visible es muy difícil. Yo después le expliqué a muchas amigas mías cosas que podían hacer o cosas que no tenían que hacer para intentar evitar el daño. Pero eso te cambia. Te cambia para todo tu vida. ¿Te cambia en qué sentido? ¿En relaciones sexuales con tu marido? Sí, las relaciones. ¿Y en qué sentido te cambia en relaciones sexuales con tu marido? Sí, en relaciones sexuales pero también en tu día a día de ir al baño. Gracias a Dios, no. Yo he podido ir al baño y controlar la orina pero tengo amigas que no. Yo, después de falso durante muchísimos años no pude aguantar el tampón. Y eso fue bastante dramático. Luego, con mi segundo hijo el tema el cirujano con el que nació me lo arregló un poquito. Nació Felipe y aprovechó para arreglar un poco el destrozo que había y desde ese momento sí que aguantó los tampones. Pero a esa época tú no tenías idea de que no eran algo normal. Me di cuenta enseguida. Fui a ver a un médico y fui, o sea, era muy vocal sobre lo que me estaba pasando porque es bueno porque es muy difícil por muchas mujeres de hablar de lo que le está pasando y de pensar que quizás no es normal. Yo fui súper vocal. Además, yo fui muy vocal incluso con mi pareja. Le dije, como esto ha sido así, tú y yo tú tienes ciertas necesidades y yo también y las mías no se están cubriendo. Así que o hacemos algo o esto no funciona. Entonces, con el tiempo, gracias a Dios, el tiempo cura mucho y hay muchas cosas que puedes ir utilizando. Te puedes informar, te puedes ir a ver a especialistas, te puedes ir a ver a sexólogos. En mi caso, solo necesité ir a ver a un especialista y te va ayudando. Pero no vuelves a su estado. No vas a ser claros. En mi caso, no ha vuelto. Pero entonces, todo lo que es de luego después del parto de recuperar tu pelvis, eso no ayudó en ese momento. Tenías que ver a alguien más. Es que era muy jovencita y no sabía lo que tenía que te dicen. Hace ejercicios hipopresivos. No sabes lo que es un ejercicio hipopresivo. Es un proceso de aprendizaje. Luego ya yo he ido avisando a mis amigas. No vas a ver un médico específico que te explica cómo hacer esa recuperación. Ahora, yo recomendaría a mis amigas que sí. Ah, yo pienso que en Francia se hace Pues yo no lo hice. Yo me fui a donde es tan tranquila y como era la única con diferencia que tenía hijos, la única otra que tenía era una amiga marido. Y no podías hablar con amigas de esos temas. Claro. Yo avisé, por ejemplo, a mi hermana que su hija nació un año y algo después y ella iba más preparada. Pero yo me las he comido dobladas. Entonces, eso fue súper duro. Bueno, entonces después de este postpartum difícil que explicabas antes que lo has pasado un poco solita. Lo más complicado para mí de haber tenido hijos es y voy a decir algo duro, la falta de empatía de mi círculo social. Y me ha hecho en ese momento. ¿Vale? Yo estaba con 26 años en casa con un bebé. Pero la gente no tenía ni idea. No, no. También mi círculo social era poco, no todas, ¿eh? Porque muchas de mis amigas en esa época por los años me han llamado y me han pedido perdón. Perdón, no fui buena amiga, tal, no sé qué. Otras no, otras están tranquilamente y han dicho, ah, de esa época te toca. Ahora, la única consecuencia de eso es que yo me he vuelto muy dura con esa gente. Y a mí ahora cuando esa gente me cuenta sus problemas te lanzo una pared de ladrillo. O sea, no me cuentes tu vida que tú cuando tenías que empatizar conmigo porque la personalidad no ha cambiado. Y no estamos en un momento en el que ya llevas entre 4 y 5 años viviendo en el extranjero, trabajando, entonces ya se supone que tienes algún tipo de responsabilidad moral con tu círculo, ¿no? Y entre ello, tus amigas. O sea, estoy diciendo que vayas a ver a tu amiga todas las semanas, pero un mensaje, un no te preocupes, un pues voy a andar contigo y damos un paseo. Y ahí fueron mucho más empáticas mis amigas rocajones. Ellas me venían a ver un montón. ¿Por qué piensas que ellas están más al tanto de realmente la soledad de la nueva madre? Creo que al estar en Londres ellas tenían más apoyo familiar y tenían una rutina familiar a lo mejor más sana. Mis amigas que estaban de expats se habían vuelto tremendamente egoístas y era todo salir, horrible. Y eso que yo salía con mi marido un poquito porque al final no podíamos salir tanto con un bebé, pero era un entorno bastante tóxico. Además, la vida pone a todo el mundo en su lugar. O sea, ahora mismo tengo tres hijos, mi hija pequeña está saliendo ya del hoyo, prácticamente no usa pañal, come comida normal, entonces yo ahora estoy en un momento jovencísima, que es muy probable que no tenga más hijos y estoy disfrutando muchísimo de ellos. O sea, mi hijo mayor va a esquiar con mi padre. Eso es súper guay. Y luego, otra cosa. Lo que estoy pasando ahora y la energía que tengo es un 60% de la energía con 26 era un titán. Cuando digo un titán es que tengo la energía de un titán. Cuando digo un titán es que de verdad, es que podía hacerlo todo. Me sentía como que podía hacerlo todo. No me cansaba ni la mitad. Y fue por accidente. O sea, no lo hicimos ni merdido, no lo hicimos a propósito. Lo hicimos porque nos salió el primero y luego ya cuando el primero cumplió dos años fuimos a por el segundo. Entonces es así que habéis decidido intentar llegar por el segundo. Eso fue una experiencia muy dura. Me quedé embarazada muy rápida. Me quedé embarazada. Pasan dos meses, me encuentro relativamente mal. Yo viajaba mucho. No recuerdo ir a un viaje ya de como 10 semanas o 11 semanas. Me fui a un viaje a Nueva York. Vuelvo y vuelvo a Madrid a los dos días y me pongo a sangrar. Un sábado por la mañana. Un sábado por la mañana a las 8 de la mañana. Además, cuando digo sangre es no un marrón. Sangre. Yo pensaba que era un sustito. Entonces, no tenía con quién dejar a Fausto y me dice Rafa pues no puedo ir contigo porque estoy con Fausto. Entonces, me digo no te preocupes voy al hospital y que me miren. Entonces, me voy sola. Me subo al bus. No voy al hospital, en bus. Voy sola a hacer la cola llena de borrachos, gente drogada. Yo solita. Me ingresan y a las dos otras me dicen que no había latido. Yo, por supuesto, absolutamente destrozada. Y llamamos a amigos para ver si se podían quedar con Fausto porque todos estaban dormidos. No había nadie. La única persona que me acuerdo que conseguía hablar con ella fue mi madre que estaba despierta y estaba al teléfono cuando me daban la noticia. Nada, me dieron un legrado y me fui a casa con mis hostillas y ya. Y fue una experiencia absolutamente traumática. Sí, eso fue horrible. Y además el pasarlo sola. Y también para mi marido. O sea, mi marido. ¿Pero Rafa él no lo entendía directamente? No lo entendía. No lo entendía. A él le costó mucho empatizar porque es muy difícil para ellos sentir lo que es tener un bebé en tu tripa y luego saber que lo has perdido. Es muy difícil para un hombre. Él lo intentó. Yo creo que para él fue duro no poder estar ahí porque tienes un bebé en casa. ¿Qué vas a hacer? ¿Plantearte en un hospital con un niño? O sea, al final de la tarde vino al hospital con mi hijo. Pero mi hijo tenía dos años. O sea, era un terremoto. O sea, si no te han acercado tienes que irte. O sea, te ingresan, te duermen y te lo hacen. Así que te dan la noticia y ya... ¡Joder! Sí. Fue súper duro. Es una experiencia absolutamente traumática. Lo pasé y claro, totalmente solos. Entonces yo iba a hacer estadios y lo único que me salvó fue el trabajo porque aunque yo estaba destrozada te distraes. ¿Habías cogido días de vacaciones? Nada, nada. Pasó un sábado y el lunes de vuelta al trabajo. Sí. Pero con el dolor de tripa, me imagino... El dolor de tripa se repasó... Sí. Bueno, con el degrado no te entresana tanto. Así que sí, duele. Fue horrible. Además, con un montón de pastillas se te dan en Antium. El segundo fue igual. Me esperé unos meses, me volví a quedar embarazada rapidísimo. Fui a Nueva York otra vez. Lo perdí, no me di cuenta porque hice un Nueva York, Londres, Ibiza, la de Formentera. Y yo pensaba, pues eso, y embarazadita a las dos y ya está. Entonces, en la primera boda me pongo a señalar. Mi marido no estaba. Mi marido había ido directamente a la de Formentera. Pero estaba en Madrid. ¿Estaba embarazada de...? Tres meses también. ¿Tres meses también? Sí. Otra vez los tres meses. Entonces, pero yo ya ahí, como ya me había pasado, en el momento que había una mancha de marrón, pensé, ya estamos. Pues ahí mi pobre hermana que estaba embarazada, embarazadísima de su segundo hijo, me acompañó al hospital, esta vez me dicen que el feto es más pequeño, entonces que me haga una pastilla y me voy a mi casa absolutamente destrozada. Llamo a mi marido. En ese momento estaba out porque estaba viviendo con sus amigos en Formentera, por lo cual él no ha ido a nada. Entonces, yo tenía dos opciones en ese momento. O quedarme en Madrid sola porque no estaban mis padres. Mi hermana estaba embarazadísima. Mi marido estaba en Formentera. O cogeré e irme. Es decir, en plan, you bite it and you move on. Entonces, a las siete de la mañana me pongo el alarma, me recoge mi hermana embarazada que me había... Mi hermana me había llevado al hospital, había estado conmigo mientras me decían que había perdido el bebé, me había llevado a casa, me había dejado en la cama, se había ido a dormir, me había recogido a las siete de la mañana y me había llevado al hospital, al aeropuerto, en plan, te vas a ir a la boda porque no te vas a quedar en casa llorando. Es que la alternativa es quedarte en casa llorando, sola, porque si dices que estás con alguien, vale, pero es que yo iba a estar sola, no estaba nadie, nadie. Pero cómo te animas, también. Iba a ser casi peor inventarme la excusa de paranoia que decir voy. Entonces fui y ahí eso fue súper rayo. Yo me subí al avión llorando. Y me acuerdo que estaba en el avión mientras... Ahí sí, claro, no me hicieron el grado, estaba sangrando, pero no hay forma de explicar. No te puedes poner un tampón ni nada, es una compresa y cada hora te la cambias. Y me acuerdo ir al baño y salir de todo, porque me acuerdo, en el avión. Y tu cuerpo ya estaba, yo sentía mucho dolor, mi cuerpo estaba echando la muerte. Aterrizo, me viene mi marido, mi marido ya el pobre, estaba ya con un sentimiento de culpabilidad brutal, estaba muy contento de que haya ido a la boda porque al final es bueno. El tema es, una vez que te dicen que se ha ido, se ha ido, es que puedes llorar, pero tienes que seguir porque no puedes... Ya se ha ido, es que no hay más vuelta atrás. Entonces me vino a buscar mi marido con unos amigos que ya tenían su barquito y que habían ido desde Formentera a Ibiza a recogerme. Me llevaron a la boda y luego la boda fue maravillosa. Evidentemente no era mi mejor momento. Y luego ya fui a... Ahora viene el otro tema de mi segundo hijo. Voy a... En ese momento ya yo había empezado a investigar qué es lo que me pasaba, que al final era un tema de coagulación y cada vez que me subía a un vuelo de dos o tres meses, se me daban microinfarctos, porque mi sangre se estresaba y el efecto no podía excepcionarlo. Entonces yo ya estaba yendo a un médico muy bueno en Londres y me dijo después del segundo aborto no te quedes embarazada otra vez. ¿Por qué te decía de no quedarte embarazada? Para darle a tu cuerpo tiempo para recuperarse. Pero yo dije no voy a volver a esperar otros tres meses para volver a pasar esto. ¿Y mentalmente has hecho algo...? Porque son dos episodios muy, muy, muy duros para una mujer. ¿Has hecho...? No, no. ¿No has hablado con nadie? No, no he hecho nada. Lo llevé sola. ¿Lo has puesto como en la caja y...? No. Solo metí en una caja y acerqué. Porque eso yo creo que generaría mucho trauma. Lo hablaba. Mi marido no soportaba que yo hablase del tema. Decía que estaba obsesionada pero que no podía pensar en otra cosa. Yo no podía pensar... Es tampoco... No puedo... Tenía 29 años. Era un bebé. Entonces no empatizó nada con... Poco. Empatizó poco. ¿Ah, sí? Sí. Mi marido empatizó poco. Porque no se había enterado tanto de que ya entonces estaba esperando un nuevo bebé. Claro. Yo se lo decía pero él no tenía tripas. Estaba un poco hinchada. Y para nosotros es mucho más difícil. Claro. Es muy complicado estar con una mujer que está siempre deprimida por el mismo tema. Es muy difícil. Entonces, ¿qué dice? No... No te quedes embarazada y yo vuelvo en agosto embarazada y le digo estoy embarazada, ¿ahora qué hacemos? Entonces ella me mira con una cara de te voy a matar. Es bastante sartíl porque... Sí, sí. El problema no era que yo no me iba, ¿no? Entonces me quedo embarazada y me enchufan a progesterona. Me dicen, por supuesto, no te muevas. Claro. Hasta que el niño no cumpla las 14 semanas no te muevas. ¿Y realmente te han dado progesterona? Sí. Pero si era un problema de coagulación ¿no te han dado como aspirina o algo que...? No. No, hay mucha gente... Hay mucha... Tengo cuenta que en Cataluña son bastante leyesas y me dijeron mientras no te subas a un vuelo no debería haber ningún problema. Entonces me quedé... Me acuerdo que estaba de ocho semanas y tuvimos uno de los desfiles de Mila que era en el Royal Albert Hall y estuve todo el día de pie. Estaba de ocho semanas y me puse a sangrar. Entonces me fui corriendo y ahí es cuando me di cuenta de un hospital, me hicieron una prueba y ahí es cuando por primera vez vi las maquinarias tan sofisticadas que tienen donde se puede ver el latido y entonces cuando me vieron me dijeron sí, hay una rotura aquí, hay un poquito de sangre pero el bebé está bien, está aquí. Entonces ahí vi a Felipe que se le veía todo y tenía ocho semanas y ya ves como un bebé con el corazón latiendo y todo y me dijeron sí, sí, es que esta maquinaria es muy sofisticada y lo podemos ver. ¿Y ahí también estabas sola? No, ahí ya Rafa estaba mucho más atendiente. ¿Había venido contigo al hospital para ver que todo iba bien? No, fui sola. Así que has ido con mucho estrés me imagino con lo que te había pasado de decir como ya no quiero escuchar una vez más. ¿Y fue la misma doctora que te había dicho? No, no, era esa, sí, esa, esa. Y te había dicho vea... Sí, bueno, ya se ha dicho una vez que estás embarazada vamos a hacer todo lo que sea para que el niño se haga adelante. Y el niño me lo tomé con mucha más calma, no viajé. Entonces lo habías comentado en el trabajo, entonces... Ahí sí, ahí después del desfile porque todos fueron a la after party y yo como estaba sangrando me fui al hospital. Entonces ahí sí que me escribió mi jefa que fue muy mona en ese momento y me dijo vea, ¿no estás? Y yo no, es que me tienen que esconder del hospital. Y me dijo, ¿estás embarazada? Y dije, bueno, pues no lo sé, o sea, estaba embarazada hasta esta mañana, ahora voy a ver y me dijo, no, es que no debes decirlo a nadie hasta los tres meses porque hay muchas posibilidades de aborto. Te sientes bastante sola si no lo contas a nadie. Sí, sí, es que a mí me da mucha pena las embarazadas durante los primeros meses. Nunca puedes decir a nadie, te encuentras muy mal, tienes mucho miedo. Entonces, esos abortos naturales no los ha contado a nadie más que tus amigas a la boda y... No, mi familia lo sabía y algunas amigas no sabían. Pero, repito, mis amigas de la boda justo me sacaban varios años y entonces estaban en el momento de poder tener hijos o no poder tenerlos porque ese es otro tema. Entonces, sí que empatizaban un poco más, sí que estaban como pobres, ¿sabes? Y este embarazo, entonces, luego, perfecto. Perfecto. Pero, entonces, el embarazo de Felipe fue durante COVID. Sí. ¿Cómo los vivió? No, justo antes de COVID. Ah, justo antes. Se nació y acababa de volver de París porque mi jefa me había mandado a París. O sea, es que esto fue... Mi jefa me mandó a París. Entonces, estaba yo con un tripón con mi equipo y... salta el COVID en la semana de la moda de Milán y las novedades estaban en pánico en plan, COVID, hay COVID por dos lados, nadie sabía nada y una de las compradoras llama a mi jefa y le dice, saca de aquí y de ahí porque es una infestación de COVID donde has mandado a París y está todo el mundo asustado. Entonces, me vuelvo a Londres y ese, creo que era un sábado, pues el lunes dicen que van a declarar el saldo de alarma en España y yo llamo a mi jefa que estaba como de ocho meses y yo llamo a mi jefa y digo, me voy a España. Lo siento, yo voy a dar a luz y no me pienso dar a luz aquí en donde es encerrada porque en esa época no podías ni ir a los hospitales. O sea, yo iba a dar a luz en mi casa. Entonces, me subí, cogí el vuelo que además era el único vuelo que encontramos era Norwegian Airlines. Me subí con mi hijo mayor, que estaba en Londres, con el cual estamos en el vuelo activo en el estado de alarma. Fue el único vuelo que no se dio la vuelta y volamos directamente a Málaga. ¿De verdad? Te lo prometo. Entonces, aterrizamos desde Londres y todo el aeropuerto de Málaga vacío. No había nadie. Entonces, salimos todos a ello con mi hijo mayor y me viene a recoger mi hermana que parecía un buzo. O sea, venía con la máscara, la gorra, tal, y dice, yo te he pedido un permiso para salir de donde estamos y me necesita recoger. Entonces, me recoge, nos recogen a los tres y nos vamos ya a la casa de mis padres y ahí nos quedamos. Entonces, ahí nos confinamos y nos quedamos ahí. Y Rafael, cada vez que Rafael venía a vernos, entraba por Gibraltar y cada vez que entraba le pedían, claro, le pedían de todo. Pero él decía, es que mi mujer va a dar a luz y tengo que entrar. Porque él ha podido hacer con tu avión un poco de ida y vuelta. Sí, porque en Londres no habían confinado todavía. Entonces, solo el confinamiento se hizo como en Gibraltar. Sí, eso es lo que iba a decir. Esa semana. Entonces, y mi hijo nació el 20 de abril. En Londres estaba abierto. Entonces, podías viajar y moverte y en España no. Entonces, cada vez que íbamos a por, bueno, Rafael, de hecho, solo vino cuando iba a dar a luz. Entonces, y una vez que ya había luz, se quedó ahí conmigo. Y al mes, nos abrieron y ya estábamos súper bien tranquilas ahí. Pero ¿y tú? Entonces, estabas un poco estresada del hecho de que quizás no podías estar... No me preocupaba porque estaba con mi familia. ¿Sí? Sí, tenía estrés, pero vi el panorama. Visto el panorama, es como, si tiene que entrar mi hermana o mi madre, pues que entren. Esto no... Creo que era más por él que le iba a dar pena. Bueno, pues que él llegó bien. Llegó el día antes y mi segundo hijo nació. Pero, ¿nació entonces en pleno confinamiento? En pleno confinamiento. ¡Guau! De hecho, nos dejaban, o sea, la broma de mi familia era... ¿Cómo funcionaba el hospital en su momento? No, porque vi a Luce en un hospital privado y estábamos solos. No, y bueno, no tienen el test, ni negativo, todo súper bien. Luego, Felipe nació bien, nació súper sanote. Me indujeron en el parto a la semana 38 y súper bien. Sí. Bueno, yo estaba con contracciones, estaba muy incómoda, el niño estaba muy bajo y ya estaba como derechado a dos centímetros, ya estaba derechado a dos centímetros como una semana y media y me dijo el médico. Y nació súper bien. No me funcionó el epidural que fue un poco follón, pero el niño nació bien, fácil y precioso. Y ese es mi segundo hijo. En seguida, claro, nos echaron el rapidísimo porque no querían que estuviésemos ahí. Pero no, muy bien, y era genial porque nos quedamos tan vacías. Entonces, eso la verdad es que fue súper bien. Bueno, qué suerte porque pienso que hay otras mujeres que tienen historias que cobren de alguna manera. Sí, hay gente que lo pasó peor. Pero nosotros, además fue genial, mi marido dice, bueno, mi marido lo recuerda igual que yo, que es que no nos aman, o sea, nadie nos ha ido a visitar y por eso es genial porque con el primero es que toda la familia es que no me he caído a mí. Es que cuando ya ha venido la octava persona y tú acabas de dar a luz, no quieres ir a nadie. Tienes que irte a dormir. Yo tengo una confianza con mi familia para decir, no vengáis nadie. Pero con mi familia política, no, además es el primer hijo. Pues ya con el segundo no vino nadie. Ya con la tercera mi marido dijo, aquí ni se planta nadie hasta que no lleguemos a casa de mis sobros, aquí no viene nadie. Y es más, es mejor porque al final, es mejor porque mucho quieres estar tranquilo y quieres disfrutar esos primeros días que son muy bonitos. Ya sé. Estabas tranquila con tu bebé, tu marido, tu familia. Perfecto. Sí. Además, Rafael, tenemos una tradición y es que nos pedimos una hotela de champán o una hotela de vino tal cual nace el niño. Así es. Con el cual yo, que llevo sin beber, llevo sin beber. Entonces ya, siempre con el médico, vamos a pedir, sí, sí, haz lo que queráis. Claro, claro, siempre me dan alta. O sea, me dicen, bien, bien, te vigilan, porque la primera noche me he tomado un poco de jamón y la botella de vino. Vale, perfecto. Y entonces, ahí el postpartum mucho mejor. Súper. Tuve un puntito, me hicieron una mini-episotomía, me lo cosieron y súper bien. Ese muy controlado, el médico excelente. Y ya sabías qué hacer para recuperar también tu cuerpo. Sí, sí, sí, yo la tenía y desde niño me recuperé fenomenal. Es que sigue siendo muy joven. Creo que mi segundo hijo nació cuando yo tenía 28, 29. Bueno, y sí, los tres hijos, niños, no han hecho, no han hecho el pecho por ninguno de los tres. Así que la botella de champán es fácil. Sí, sí, sí. Y volvemos a lo mismo. Es un tema muy personal. Sí que he recibido a veces un poco de hate por esto. Luego hay muchas mujeres que dicen, telista, hay otras que dicen, pues a mí me encantó y tal, pues es lo mejor para el niño. Y yo, mira, yo te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo y te lo digo