Details
Capellán Ernesto Almendarez
Big christmas sale
Premium Access 35% OFF
Details
Capellán Ernesto Almendarez
Comment
Capellán Ernesto Almendarez
The transcript is a sermon discussing why Christians face trials. It references the book of 1 Peter and emphasizes the importance of faith and God's mercy in overcoming challenges. It also mentions the need for God's word to console and strengthen believers. The sermon encourages trust in God's power and promises, using examples of how He protects and guides His people. Ultimately, it highlights the message that although Christians may face afflictions, they can find peace and victory through faith in Christ. Vamos a ir a nuestras Biblias, hermanos, buscando la primera carta de Pedro. Cuando usted lo tenga, diga un amén, hermanos. Buscaremos primera carta de Pedro, hermanos, capítulo número uno. Estaremos desde el versículo número tres. Vamos a titular a este sermón, ¿Por qué los cristianos tienen pruebas? A ver, ¿Cómo dice, hermanos? ¿Por qué los cristianos tienen pruebas? Estamos en la primera carta de Pedro, capítulo uno, versículo número tres. Dice su palabra, hermanos, de esta siguiente manera. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran... Que dice, misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva. Por la resurrección de Jesucristo, de los... Oramos al Señor. Padre, gracias, gracias, Señor, por esta linda hora, Señor, la cual Tú nos permites. Mi Dios amado, queremos que Tú tomes el control de nuestra vida, Señor. ¿Por qué los cristianos tienen pruebas? Queremos, Señor Jesús, que bendigas Tú, Señor, nuestras vidas. Bendice la iglesia, Señor Jesús, provee, Señor, todas aquellas necesidades. Ahora te pedimos, Señor, que abras nuestras mentes, que Tú abras nuestros corazones, Señor, poder estar atentos, oh Dios, a Tu palabra. Nos es necesario, Señor Jesús, esta hermosa palabra, Señor, para que esta palabra, Señor, nos instruya, Señor, para que nosotros podamos vivir en ella. Gracias, Jesús, por todo, amén. Y, amén. Pueden ustedes sentarse, hermanos. Vamos a ver, hermanos, esta linda hora, hermanos. ¿Por qué los cristianos tienen prueba, hermanos? ¿Por qué los cristianos tienen prueba? Quiero decir, hermanos, que a través de esta carta, esta carta iba dirigida a cinco lugares. ¿A cuántos lugares iba? A cinco lugares de una provincia romana. Ahora vemos, hermanos, el por qué, hermanos, iba dirigida esta carta para aquellas personas, para la iglesia, y poder fortalecer su fe. Ahora, cuando vemos, hermanos, que esta carta iba dirigida a esos hermanos, era necesario, hermanos, una palabra. Era necesario, hermanos, algo que viniese, hermanos, a fortalecer su fe. Ahora, nuestra iglesia, hermanos, nos es necesario, hermanos, habíamos dicho que era dirigida a cinco provincias de Roma, ahora es dirigida a ustedes. Amén. Vamos a su palabra. Estamos en el versículo número tres en su Biblia. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos. Ahí nos quedamos. Dice que bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia, su gran misericordia, hermanos, vemos, hermanos, el panorama muy lindo, hermanos, que por su gran misericordia nosotros hemos alcanzado la bendición. Amén. Por su gran misericordia. Ahora, vemos, hermanos, como esta parte nos relata, hermanos, una carta, hermanos, de consolación. La palabra de Dios nos consuela. Amén. ¿Qué hace la palabra de Dios? Nos consuela. Eh, hermanos, cuando estamos en diversas pruebas, la palabra nos consuela. Cuando estamos en diversos problemas, la palabra de Dios nos consuela, y esa parte de consolarnos nos lleva a nosotros, hermanos, a poder tener una convivencia con Dios. ¿Por qué la convivencia? Porque a través de la palabra entendemos, hermanos, que Dios tiene una gran misericordia para cada uno de nosotros. Ahora nos es necesario, hermanos, vernos, hermanos, en el momento preciso, cómo el Señor, hermanos, nos está dando su palabra, nos está dando las fuerzas, y nos está dando la motivación que la iglesia actual necesita. Mire cómo estamos ahorita. Ve a su amigo, a que tal la paz suya. Y dele una sonrisa, por favor. ¿Te sientes bien, dígale? ¿Te sientes bien en este hermoso lugar? Esto es por la gran misericordia de Dios. Entonces Pedro, hermanos, estaba dirigiendo la carta a las cinco provincias de Roma. Era necesario, hermanos, rescatar la fortaleza para esas personas. Era claro que era necesario rescatar la fortaleza. Posiblemente habían ellos tenido diversas pruebas y estaban desmotivados, pero la palabra de Dios llega a tiempo. ¿A qué hora llega? A tiempo, como cuando usted va, hermanos, al hospital. Si usted no se trata de una enfermedad, obvio que se va a morir, pero si usted llega a tiempo, le van a dar el medicamento que usted necesita. Entonces viene la iglesia y Dios prepara el mejor medicamento, que es la palabra de Dios, y entonces nos da a nosotros, hermanos, la continuidad para que nosotros podamos seguir dentro de este hermoso evangelio. Vamos al versículo tres de su Biblia. Miren lo que dice. Bendito el Dios y Padre de nosotros. Ah, no, nos quedamos en el cuatro, me parece. ¿A mí? Sí, sí. Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que soy guardado por el poder de Dios. A ver, aquí nos quedamos. Dice, porque soy, dice. Guardado. Oiga eso, soy guardado. ¿Por qué, hermanos? Por el poder de Dios. ¿Cómo el Señor lo guardó a usted este día viernes? Por el poder de Dios, hermanos. Y no es porque usted estaba, pues, muy lleno de salud, hermano, usted es guardado este día, o fue guardado. Bueno, todavía es guardado porque hasta las doce llegamos. Entonces es guardado, ¿por qué es guardado? Por el poder de Dios, hermanos. Y esa vez, hermanos, veamos cómo el Señor nos ha guardado a nosotros para que nosotros podamos seguir siendo testimonios vivos. Amén. Usted es un testimonio vivo para el Señor. Entonces Dios quiere, hermanos, seguirnos guardando para que nosotros podamos seguir siendo agradecidos y cada vez que ustedes se presentan, alguien diga estas palabras, vivo por el poder de Dios. ¿Por qué vive usted? Por el poder de Dios. ¿Por qué vivimos todos? Por el poder de Dios, hermanos. Cuando decimos que por el poder de Dios, entendemos y comprendemos cómo el Señor tiene gran misericordia, hermano, para nosotros. No siendo merecedores de nada. Pero a Dios le place. Le place, hermanos, darnos misericordia a usted y a mí. ¿Me entiende? Entonces, vemos, hermanos, quiero que vaya rapidito, hermanos, a Juan 16.33. Veamos, en este mundo tenemos aflicciones, en este mundo tenemos aflicciones, hermanos, pero Dios con su gran poder nos ha dado, hermanos, la bendición, la fortaleza para poder seguir con vida. Juan 16.33 en su Biblia. 16.33, 16.33. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicciones. A ver, en el mundo dice, a ver, siempre nos levantamos preocupados muchas veces. En el mundo tendréis, tendremos aflicciones, pero Dios está con su gran poder para nosotros. Amén. El mundo nos rodea de aflicciones. El mundo nos rodea, hermanos, de diversos problemas, pero Dios con su gran misericordia nos hace sentir noche, noche de paz. ¿Me entiende lo que está diciendo la palabra del Señor? Cuando nosotros vemos los diversos problemas, el mundo nos rodea de tantas cosas, de preocupaciones. Usted se preocupa de la noche a la mañana, tiene preocupaciones. Pero cuando llegan las preocupaciones, ahí está el Señor a la par suya, porque le está demostrando su poder, y su poder es soberano. Y eso nos hace estar acá sentados, hermanos. Nos hace sentirnos iglesia, porque Dios nos está dando su bendición, hermanos, su poderosa misericordia. Dice más abajo, estamos en el 33, 1633. Miren lo que dice más abajo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. A ver, ¿qué dice la palabra de Dios? ¿Cuántos confiamos? Vuelvo a preguntar, ¿cuántos confiamos? ¿De cuál confianza, pastor? De nuestro Padre. Esa es nuestra confianza. Cada vez que usted se sienta angustiado, vaya a nuestro Padre Celestial, le tienen la gran confianza para ustedes. Él le va a resolver, Él nos va a resolver a nosotros. ¿Amén o no amén? Sí, amén. ¿Por qué, pastor? Porque nos encontramos, hermanos, el mundo nos rodea, le acabo de mencionar que nos rodea de muchas cosas difíciles. Nos rodea, pero no nos puede hundir. ¿Amén? El mundo nos rodea, pero no nos puede hundir, hermanos, porque Dios lo tiene en sus manos. Denle fuerte la paz a Dios, hermanos. Porque Dios lo tiene en sus manos. El mundo nos rodea, pero no nos va a hundir, porque Dios nos tiene en sus manos. Y si Él nos tiene en sus manos, hermanos, encontramos, hermanos, respuesta en Cristo Jesús. Encontramos consolación en Cristo Jesús. Encontramos fortaleza en Cristo Jesús, porque estamos en sus manos. Por la bendita misericordia de Dios, no hemos sido consumidos. Estamos en sus manos. ¿Amén? Por la bendita misericordia. Y Dios nos mantiene en sus manos. Usted está sólido ahorita en las manos del Señor. Tenemos que procurar, hermanos, que estemos nosotros en las manos de Dios. Vamos más abajo, hermanos. Vamos a ver más abajo del 33, 34, creo que vamos. Mire cómo vamos. ¿Hola? Devuelva a través las dos líneas anteriores. Estas cosas os he hablado para que en mí tenga paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Escuche, los cristianos tenemos aflicciones. Los cristianos tenemos pruebas. Los cristianos tenemos dificultades. Pero hay un Dios poderoso que está apartándonos de todo eso. ¿Amén? ¿Dificultades? El Señor te aparta. ¿Enfermedades? El Señor tiene el medicamento para ti. ¿Las crisis? El Señor te va a sacar de esas crisis. No hablemos crisis financieras. Hablemos de las crisis que llegan a nuestros cuerpos. Cuando da crisis en nuestros cuerpos nos escapamos a morir. ¿Eh? Pero el Señor nos mantiene en sus manos. Y seguimos en sus manos. Y seguiremos en sus manos. Ojo con eso. Cuando le digo seguiremos en sus manos, es que cada vez más nosotros tenemos que seguir buscando su rostro. Todas las veces seguir buscando su rostro. Hoy estuvimos en la mañana con unos agentes policiales. Y él contaba uno de sus testimonios muy grandes. En uno de los testimonios dice que él se encontró, hermanos, en un enfrentamiento tan difícil, ya sabe de lo que estamos hablando, ¿sí? Y él recibió seis impactos de bala. En los dos minutos él no sintió nada. En el tercer minuto él sintió caliente su cuerpo, hermanos, perforado. Y de repente vio, hermanos, su ropa, hermanos, sangrada, muy sangrada, y él dijo, me morí. Hasta ahí se acuerda. Pasó 24 horas en el hospital sin saber si iba a regresar o no iba a regresar. Pero quiero decirle algo. Cuando estamos en las manos del Señor, hermanos, nadie nos puede arrebatar la vida. Nadie puede arrebatarnos la vida. ¿Sabe por qué nadie nos puede arrebatar la vida? Porque solo hay una persona que dio la vida por nosotros, que es Jesucristo. Cuando eso pasa, dice que él solo le dijo, Señor, perdóname, porque si realmente necesito estar contigo. Si me toca irme, necesito que Tú me perdones. Hasta ahí se acordó. Veinticuatro horas. Regresa respirando por medio de aparatos. Después de otros veinticuatro horas, vuelve a recobrar su conocimiento. Hablaba con razón. Su cuerpo perforado. Dice que llegó una ancianeta, oró por él, y le dijo a esta ancianeta que iba a descansar un par de horas. Hermanos, en Cristo no nos podemos morir. Para Él vivimos. Dice el canto que si vivimos, para Él vivimos. Entonces, si vivimos para Él, démosle lo mejor que necesita de nosotros. Dele la mejor devoción, dele mejor gozo. Entonces, con toda su devoción, con la alabanza del Señor, usted encontrará la bendita paz de nuestro Salvador. Y dijo, quiero terminar con estas palabras. Dijo, le voy a enseñar la perforación, hermanos, como que vieran rayones de gato se miraban, fíjense. El Señor llena todos los vacíos de nuestras vidas. ¿Me entiende? El Señor llena todos los vacíos de nuestras vidas. Y cuando dice el Señor estas cosas, que llena todos los vacíos de nuestras vidas, hermanos, nosotros somos un testimonio vivo para el Señor. En pocas palabras, todo lo puede hacer el Señor. Y dice su palabra. Vamos a ver, hermanos, rapidito. Primera de Pedro, otra vez. Y nos quedamos, vamos a arrancar el versículo número seis de su Biblia. Soy guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. El siete. En lo cual vosotros os alegráis. ¿Dónde estamos? En el seis, pastor. Ah, seis. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo. Si es necesario, tengáis que ser afligidos. ¿Entra y dice? A ver, hermanos, ¿cuánto será afligido ahora? Oye, ¿cuántos días afligieron? Una aflicción chiquitita. Es necesario, sí es necesario. ¿Sabe por qué son necesarias las aflicciones? Para que vayamos donde quien nosotros sabemos que nos sacará adelante. Afligiditos. Pero no derrotados. Porque tenemos un mediador que es nuestro salvador. Y dice más abajo la lectura, vamos rapidito. Dice, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas. Sí, el siete. Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego. Se halla en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. A quien amáis sin haberle visto. ¿A dónde estamos ahorita? Estamos en el ocho. Ah, el ocho, vamos a ir, está bien, está bien, está bien. A quien amáis sin haberlo visto. En quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso. Oiga esas palabras, dice esta vez. Dice, estamos en el ocho y acercados a Dios. Y él, ¿qué dice? A ver, si usted no se acerca, el Señor no va a acercarse a usted. ¿Amén? Necesitamos acercarnos. Quiero hacerle una pregunta. ¿Cuántos fueron bendecidos el año pasado? Levante la mano hacia enalte. De este lado, ¿cuántos hemos sido bendecidos de lo que va del año? Bendecidos de enero a la fecha. ¿Cuántos hemos sido bendecidos de enero a la fecha? Pregunto. ¿Quiere más? ¿Quiere más? ¿Quieren más ustedes? ¿Qué es lo que tenemos que hacer, hermano Heriberto? ¿Qué debemos de hacer, hermanos de este lado? Acercarnos a Dios. Si queremos más, tenemos que acercarnos. Es como cuando usted está cenando. Ahorita va a ir a cenar y le ponen dos cositas, dos cucharaditas de frijolitos. ¿Eh? No, ¿cuántas? Pero pongamos dos cucharadas porque quieren probarlo a usted. Y viene y le dicen a usted, suficiente y muy poquito, dijo el hermano, otras dos cucharadas. ¿Y se hicieron? Cuatro. Dijo a comer con chilito. Despertó el apetito en la cuajadita de usted. Rico, ¿eh? Las tortillitas. Y se terminó las cuatro cucharadas y dice, quiero más. Ya no son cuatro cucharadas sino que le van a meter cinco cucharadas porque el apetito se abrió con todo, ¿eh? Frijolitos. Y de repente se fue la hermana, la esposa a hacer otra cosa y en un descuidito llegamos a la cocina, otras dos cucharaditas más. ¿Amén? Pues así es aquí. El Señor te dio a ti lo que vale el año, pero tú estás aquí porque sos necesitado. Y venimos por, por más. Somos necesitados y venimos por, por más. Pero, ¿por qué venimos? Porque necesitamos que Dios nos conceda nuestras peticiones que están en nuestros corazones, pero también hay otra cosa importante que dice el Señor que hay que hacer acercarse. Si no nos acercamos, hermanos, no podrán llegar las bendiciones. Y yo quiero decirle algo importante, no es solo que usted venga a sentarse y con venirse a sentar ya lo solventó todo, no. Necesita usted sincerarse con Dios. Es en la cercanía. ¿Me entiende? No es venir a hacer el bulto aquí en la iglesia. Posiblemente estamos aquí en la palabra de Dios y alguno está desconectado de la palabra de Dios pensando en otras cosas. Posiblemente vengan personas a la iglesia y suelen sentarse en la iglesia. ¡Pero llegué a la iglesia! ¿Pero cuánto fue la cercanía que tuviste con Dios con tu intimidad con Él? De eso estamos hablando. Si no hay un acercamiento, nosotros no podemos lograr nuestros objetivos. Necesitamos sincerarnos con Dios. Esa es la cercanía que el Señor quiere de nosotros. Y dice más abajo, vamos a ver. Los profetas siempre... ¿Me refiero? Sí, sí. ¿Siempre, pastor? Sí. El 10. Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, y anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendían para ellos. A esto se les reveló que no era para sí mismos, sino para nosotros. Administraban las cosas que ahora o son anunciadas por los que han predicado el Evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo, cosas en las cuales anhelaban mirar los ángeles. Bueno, vamos a Hechos capítulo 13, 8, hermanos. Vamos a hablar de la permanencia, igual que todas las circunstancias. Perdón, Hebreos es, hermana, Hebreos 13, 8, es su Biblia. Hebreos 13, 8, es su Biblia, hermanos. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. A ver, ¿qué dice? ¿Jesucristo es? Y nosotros nos cuesta hacer lo mismo, ¿verdad? Él no cambia. Él no se mueve de su trono. No se mueve. Entonces nosotros tenemos que seguirle buscando su rostro. Que en nosotros existe internamente la búsqueda hacia Él. Siempre que usted, usted y yo hemos pasado pruebas, le hemos buscado y le hemos encontrado. Siempre que nosotros le hemos hablado, Él nos ha... ¿Es? Siempre que nosotros venimos y le decimos, Señor, proveanos en esta angustia, el Señor viene y provee. Señor, te pedimos que la enfermedad, Señor, te pedimos que tú la quites y el Señor la quita, hermanos. Señor, te pedimos seguridad, el peligro está cercano a nosotros, te pedimos seguridad. Y el Señor provee seguridad. Viene usted y dice, Señor, necesitamos como familia, hermanos, una bendición familiar. Viene el Señor y provee la bendición familiar. Pero viene la contra. ¿Cuántas veces le hemos dicho nosotros al Señor que vamos a seguirle? ¿Cuántas veces le vamos a decir al Señor que nos vamos a acercar más? Porque no solo es de pedirle, también es de servirle. ¿Amén? De servirle. Hermanos, cuántas veces usted le sirva al Señor, el Señor le va a regalar a usted lo que usted más necesita en su vida, que es una hermosa salud. Póngase de pie. Ya está de pie, hermanos.