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In a city where smiles are scarce and the streets whisper stories of pain, Ana, a 38-year-old housewife, lives. Her face hides invisible scars, marked by hurtful words and violent gestures from her husband. Every day, her heart sinks deeper into a sea of despair as she struggles to maintain the facade of a happy family in front of her children. The children, silent witnesses to the storm that unfolds within their home, absorb the poison of discord and fear. Their laughter becomes timid, their gazes fearful. They feel the weight of a tense and toxic environment that darkens their childhood. Despite Ana's attempts to find light amidst the darkness, the burden of emotional and physical violence becomes overwhelming. Her dreams slowly fade, consumed by the flames of suffering and hopelessness. And so, one more day becomes the last for Ana. Pain and despair finally embrace her so tightly that she can no longer escape. Her story, one among many, ends with a whispered sob drowned in tears En una ciudad donde las sonrisas son escasas y las calles a veces susurran historias de dolor, vive Ana, una ama de casa de 38 años. Su rostro oculta cicatrices invisibles, marcadas por las palabras hirientes y los gestos violentos de su esposo. Cada día, su corazón se sumerge más en un mar de desesperación mientras lucha por mantener la fachada de una familia feliz frente a sus hijos. Los niños, testigos silenciosos de la tormenta que se desata dentro de su hogar, absorben el veneno de la discordia y el miedo. Sus risas se vuelven tímidas, sus miradas, temerosas. Sienten el peso de un ambiente tenso y tóxico que ensombrece su infancia. A pesar de los intentos de Ana por encontrar la luz en medio de la oscuridad, el peso de la violencia emocional y física se vuelve abrumador. Sus sueños se desvanecen lentamente, consumidos por las llamas del sufrimiento y la desesperanza. Y así, un día más se convierte en el último para Ana. El dolor y la desesperación finalmente la abrazan tan fuerte que ya no puede escapar. Su historia, una más entre tantas, termina con un susurro ahogado por lágrimas y un corazón roto que ya no puede latir más. En el silencio de la noche, la ciudad sigue su curso, ajena al trágico desenlace de una vida marcada por el maltrato y la desdicha. Y en la penumbra de una casa ahora vacía, los ecos de la tragedia resuenan como un lamento silencioso por lo que pudo haber sido, pero nunca fue.