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Un corazón libre de idolatría. Pr. WAlter Dupans. Iglesia Gracia & Verdad.

Un corazón libre de idolatría. Pr. WAlter Dupans. Iglesia Gracia & Verdad.

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Predica Cristiana

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Idolatry is the most mentioned sin in the Bible and is the cause of all human evils. It is anything that displaces God from our hearts and absorbs our thoughts and emotions. We can idolize anything, even ourselves. Idolatry is often imperceptible and can hinder God's blessings in our lives. The New Testament emphasizes idolatry among believers, focusing on the heart and mind. We must examine our hearts and eliminate any idolatry that may be blocking God's blessings. The day Israel abandoned idols, their lives changed. We must learn from their example and turn away from idols to experience victory and blessings. Vamos a ir a la palabra. Anunciábamos en el día de ayer un corazón libre de idolatría. Palabra fuerte, ¿no? Idolatría retumba nuestros oídos cuando se escucha esa palabra. Pero hoy la vamos a analizar porque si usted ha leído la Biblia o alguna vez abrió alguna de sus páginas y pudo leer, seguramente se cruzó con esa palabra. Idolatría es una de las palabras más mencionadas por la Biblia y también la idolatría es el pecado más recurrente en los seres humanos y también mencionado, como acabo de decir, en la Escritura. Es el pecado por el cual más se advierte al ser humano en la Biblia. Se nos advierte permanentemente sobre la idolatría. Me animaría a decir que la idolatría es la base del resto de todos los demás pecados. Entonces, si podemos entender un poquito lo que es la idolatría, creo que vamos a tener victoria en el resto de todas las demás cosas de la vida. La Biblia dice que la idolatría es causa de maldición o de todos los males del hombre. Lo podemos ver en los 10 mandamientos. Vamos a hacer, mire, muy sencillos. Si usted agarra la Biblia y va a Éxodo y quiere leer los 10 mandamientos, yo voy a leer Éxodo 24 y 5. Dice así. No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aburrecen. Fíjese, esto está tomado de una porción del libro del Éxodo en la Biblia donde están los 10 mandamientos. Y uno de los pecados, como le decía recién, que más reitera la Biblia es el pecado de la idolatría. Y fíjese que juntamente con el pecado de la idolatría, dice Dios, yo visito la maldad. Aquí no tiene nada que ver el diablo. Acá es Dios. Dios dice, cuando mi creación, cuando mis hijos son idólatras, yo visito la maldad hasta la tercera y cuarta generación de los que me aburrecen. Porque la idolatría es un aburrecimiento a Dios, consciente o inconsciente. Cuando yo soy idólatra, sea consciente o inconsciente, como vamos a ver más adelante, yo estoy aburreciendo al Creador. Y la consecuencia de la idolatría y de aborrecer al Creador es la maldad que viene hasta la tercera y cuarta generación. Es por eso que nosotros vemos un mundo que vive en maldición. Usted dice, ¿por qué Argentina nunca se levanta y cuando se quiere levantar viene la sequía? ¿Y por qué cuando el mundo pareciera que estaba tranquilo vino la pandemia? Todo eso es maldad que visita al mismo Dios hasta la tercera y cuarta generación. Hermanos, hoy quiero hablarles de la idolatría, porque es un pecado que nosotros también como hijos de Dios podemos tener en el corazón y que se vuelve imperceptible, por eso tenemos que trabajar la palabra. Usted no reciba esto como el pastor, está diciéndome que soy un idólatra. Mire, lo que hace la palabra es pasarnos un escáner por el corazón para ver si llegamos a tener alguna especie de idolatría para que podamos sacar eso, para que la maldad no permanezca en nuestras vidas. Muchos de ustedes, muchos de nosotros hemos vivido males por causa de nuestros padres o de nuestros abuelos, porque las maldiciones van bajando de generación en generación, pero tengo buenas noticias, todo se corta en Cristo Jesús. Ahora, fíjese, toda maldición fue cortada en la cruz, pero acá nos está diciendo que si nosotros incurrimos en idolatría hay situaciones que van a venir a nuestra vida que nosotros no queremos vivir. Y en eso vamos a trabajar en esta mañana, vamos a definir ahora sí lo que es idolatría. Hay un autor muy bueno, Arthur Pink, que describe o define idolatría como cualquier cosa que desplaza a Dios de mi corazón y absorbe mis pensamientos y emociones. Así se define lo que es idolatría, cualquier cosa que desplaza a Dios de mi corazón y absorbe mis pensamientos y emociones. La idolatría puede ser algo sencillo que no sea pecaminoso en sí mismo. Yo puedo tener cualquier tipo de idolatría, yo puedo idolatrar a un hijo, yo puedo idolatrar a una esposa, a un esposo, yo puedo idolatrar mi profesión, yo puedo idolatrar mi pastorado, yo puedo idolatrar el ministerio. Fíjense que el Señor hoy va a trabajar nuestros corazones para que nos aseguremos que no haya nada en el corazón que esté provocando que la bendición de Dios no se manifieste en todo su esplendor. ¿Cuántos saben que somos benditos con toda bendición espiritual? El Señor lo que quiere es que no haya nada que estorbe la bendición que Él ya nos ha dado. Entonces necesitamos cada tanto traer uno de estos mensajes que son así como exhortación, pero que son buenos, mi hermano. Yo sé que hemos venido trabajando la Palabra, nos hemos deleitado, pero cada tanto aparecen estos mensajes que vienen como a confrontar o a que nos revisemos el corazón. Ese es el espíritu de la Palabra, que no vaya a hacer cosas, que haya algo en nosotros, que esté yendo en contra del Creador y nos esté trabando la vida, porque muchas cosas en la vida se traban por esto. Porque también les dije recién que es imperceptible muchas veces la idolatría en nuestro corazón. Entonces también, como le acabo de decir, puede ser algo sencillo, que no es pecado, pero se transforma en un ídolo. Y eso también yo lo tengo que resolver. Puede ser cualquier cosa. Y el peor de los ídolos, el peor, el peor de todos, ¿sabe cuál es? Yo mismo. Nosotros somos, el hombre por naturaleza, como fue creado para adorar, porque fuimos creados por Dios para adorar a Dios, tendemos la tendencia a adorar. El problema es que cuando estamos desconectados de Dios, adoramos cualquier cosa. La gente adora a Messi, la gente puede adorar a un político. Fíjense, el mundo está lleno de idolatría. En India se adora a la vaca, hay gente que adora a la muerte, hay gente que adora a una mujer que murió en San Juan, no sé. La gente adora cualquier cosa que aparece por allí. Ahora, lo más fácil de adorar, ¿sabe qué es? Nosotros. Esa es la forma de idolatría más fácil en la que nosotros caemos, en adorarnos a nosotros mismos, y esa es la idolatría más imperceptible, porque no nos damos cuenta. Cuando nos adoramos a nosotros mismos, no nos damos cuenta. Entonces, la idolatría es un tema muy subestimado entre nosotros los cristianos. Porque para nosotros, no, el idólatra es el que se arrodilla frente a un yeso, a una imagen, y siempre pensamos que el idólatra es el que rinde culto a los falsos dioses. ¿Pero qué hay de nosotros? Yo estoy aquí para que hablemos de nosotros, no para hablar de los demás. Acá tenemos que hablar de nosotros y revisar nuestro corazón. Es fácil mirar para afuera, lo difícil es mirar para adentro, y eso vamos a hacer en esta mañana con la ayuda de la Palabra. La Biblia dice que es un espejo, la Palabra de Dios es un espejo en la cual nosotros nos podemos mirar. Por eso estamos haciendo esto en esta mañana. En el Antiguo Testamento veíamos, sobre todo Israel, adorar a los falsos dioses. Se ve que el rey Salomón, por ejemplo, comenzó a adorar ídolos de otras naciones. El mismo pueblo de Dios adoraba a otros dioses, y Dios se enojaba con Israel. Y así es en el Antiguo Testamento, comúnmente esos dioses aparecen como ídolos de piedra, de madera, de barro. Pero bajo el Nuevo Pacto, ¿cuántos saben que el día que murió Jesús comenzamos a vivir un nuevo pacto? Comenzó una nueva dimensión para Dios y para su pueblo. El Nuevo Pacto en la sangre de Jesucristo es el pacto que comienza a llamar a los hijos, a los escogidos. Y dijo el Señor a sus discípulos, vayan y predíquenle a todos y enséñenle todas las cosas que yo les he enseñado a ustedes. Estamos ahora en un nuevo pacto. En esa última cena el Señor dice que tomó pan, sacó la copa, sacó el vino, y dijo, este es el nuevo pacto en mi sangre, comamos de este pan, que es mi cuerpo partido. Comenzó una nueva era. Y eso es lo que estamos viviendo, el Nuevo Pacto. Y el Nuevo Pacto, el Nuevo Testamento, pone un énfasis en la idolatría. Y sobre todo en su pueblo, en los creyentes. Fíjense que la Biblia, si bien condena la idolatría, casi toda la Biblia está escrita para el pueblo de Dios. Está escrita para sus hijos. Está escrita para aquellos que le aman y que le quieren servir. Es decir, la Biblia fue escrita para vos. La Biblia no está escrita para el que no quiere saber nada con Dios. La Biblia está escrita para aquellos que Dios escogió desde antes de la fundación del mundo. Y en el Nuevo Testamento, cuando usted empieza a leer las cartas de los apóstoles, usted va a empezar a ver que la Escritura pone el foco en el corazón y en la mente de los creyentes. Ahora se pone como más fina la cosa. En el Antiguo Testamento eran los ídolos que estaban en los lugares altos, las imágenes que se creaban, pero ahora la lupa está en tu corazón y está en tu mente. Es por eso que el Nuevo Pacto es mucho mejor que el Antiguo Pacto. Entonces, los ídolos de los que habla el Nuevo Testamento son los que ocupan el corazón. Son ídolos que están muy ocultos dentro de nosotros y que tratan de pasar imperceptibles por nuestra vida. Mire, yo creo que todos nosotros tenemos algún grado de idolatría. Todos los que estamos aquí. Ni quien les habla está exento de tener algún grado de idolatría en el corazón. Y es por eso que ustedes y yo juntamente, juntos, vamos a tratar de, a través de la Palabra, descubrir si hay algo en nuestro corazón que pueda estar frenando, deteniendo lo que Dios quiere para nuestras vidas. Y esto va a ser muy importante porque puede ser un antes y un después para tu vida. El día que nosotros, como vamos a ver también enseguida, el día que Israel dejó los ídolos, le cambió la vida. Sólo que después volvían a los ídolos. Pero cada vez que el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento abandonaba a los ídolos, Dios volvía a hacer su aparición y volvían a ganar las batallas. Y volvían a tener victoria. Y todo eso se escribió para nosotros. Se escribió para que tengamos un ejemplo. Vamos a leer Colosenses 3.5. Aquí el apóstol Pablo nos está dando un consejo o un mandamiento, mejor dicho. Dice, haced morir pues lo terrenal en vosotros, fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. Fíjese que no le está diciendo rompan esa imagen. Está diciendo cosas que están en el corazón como la avaricia. Cosas que están en nuestro corazón como los malos deseos. Decíamos la semana pasada, hay cosas que no las hacemos pero las tenemos en el corazón. Hay gente que no engaña a su mujer, no engaña a su marido físicamente, pero lo engaña en su corazón. Y esas son las cosas que el Nuevo Testamento y el Espíritu Santo están haciendo lupa en este nuevo pacto en el que vivimos. Porque para eso se nos dio el Espíritu Santo. La diferencia, ¿se acuerdan? Cuando murió Jesús, le dijo a los discípulos, no se vayan hasta que venga sobre ustedes el Espíritu Santo. La diferencia entre los hombres del Antiguo Testamento con los hombres del Nuevo Testamento es que ahora se nos ha dado el Espíritu Santo. Y ahora se trabaja nuestro corazón, Dios está observando lo que pensamos. Tengo buenas noticias, sí se puede cambiar lo que pensamos. Sí podemos cambiar de manera de sentir, sí podemos cambiar de manera de pensar. Con tu fuerza, imposible. Pero con el Espíritu Santo, nada nos es imposible. Es el Espíritu Santo de Dios el que creó el cielo y la tierra. Es el Espíritu Santo el poder de Dios operando dentro de nosotros. Ahora alguno acá preguntará, ¿y yo cómo hago para tener ese poder? Tienes que creer en Jesucristo, venir a Él, recibirle en tu interior y ahí comienza una nueva vida. No hay nada más frustrante que ser un cristiano sin el Espíritu Santo. Mucha gente, mucha gente va a las iglesias y cree que es cristiano pero realmente no ha entregado su corazón. Por eso cada domingo estoy diciendo esto. Si usted no ha entregado su vida y su corazón, entregue su vida y su corazón al Señor y dígale allí, no hace falta que nadie lo escuche. Dígale al Señor, si es verdad esto del Espíritu Santo, yo lo quiero. Mire, yo conocí al Señor a los 21 años. Mi vida cambió a los 21 años cuando vino el Espíritu Santo dentro mío. Yo antes por más que quería hacer bien las cosas, no podía, no podía. Y toda la mayoría, yo creo que la mayoría de la gente tiene intenciones de hacer bien las cosas. Pero usted no escuchó esa frase, fue más fuerte que yo, no lo pude evitar. Eso pasa cuando no tenemos el Espíritu Santo. Pero cuando está el Espíritu Santo, mi hermano, ahí sí tenemos autoridad porque le podemos decir que no al pecado. Porque eso es la gloria más grande que tiene la iglesia y el pueblo de Dios. Por eso no es hijo, mire, no es hijo de Dios todo el mundo. Como dicen algunos por ahí, todos hijos de Dios. No, no, dice que a los que le recibieron, los que creyeron en su nombre y recibieron el Espíritu Santo, se les dio potestad de ser llamados hijos de Dios. Así que si usted lo ha invitado al Señor, usted ha venido a Él, mi hermano, mi amigo, usted puede ser a partir de hoy un hijo de Dios lleno del Espíritu Santo. Amén. Es importantísimo que lo entendamos y que tengamos como base. Entonces a esa gente que tiene el Espíritu Santo, el apóstol Pablo le está diciendo esto, hagan morir pueblo terrenal en vosotros. La fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, y esa gente que va a la cancha y riverboke y ya quiere matar al otro y sacan un cuchillo y se van a las trompadas, ¿eso sabe cómo se llama? Pasión desordenada. No, pero yo fui a ver un partido y empecé a las piñas con alguien. Eso que es una pasión desordenada es algo que no pudieron controlar. Eso es porque no está el Espíritu Santo. Pero mi hermano, cuando viene el Espíritu Santo, dice que uno de los frutos del Espíritu Santo es dominio propio. Tu vida solo puede cambiar con el Espíritu Santo de Dios. Y el Espíritu Santo viene cuando nosotros le confesamos y le invitamos a llenar nuestro interior, cuando le recibimos. Entonces vuelvo a repetir, toda la advertencia sobre la idolatría está dirigida al pueblo de Dios. En primera de Corintios 10-14 dice, por tanto, amados míos, huyan de la idolatría. Huyan. ¿Alguna vez usted estuvo en un incendio o vio algún peligro y usted huyó? Bueno, huya de la idolatría. Corra. No se quede al lado de la idolatría porque eso le va a arruinar la vida. Nosotros sabemos que los hombres de este mundo son idólatras por naturaleza, pero siempre la advertencia que la Biblia da es a sus hijos, a los escogidos, para que puedan ser santificados. Otra cosa que la Biblia dice es que un ídolo nada es. Un ídolo tiene el poder que usted le da. No es que el ídolo te domina. No, no, no. El ídolo tiene el poder de una voluntad rendida. Cuando usted rinde su voluntad, por eso si usted cree que la difunta correa es traicionera, entonces algo le va a pasar. Porque la gente cree eso. No, no, esa es traicionera. Si uno le lleva la vela, algo te pasa. ¿Cuánto han escuchado eso? Y nosotros con mi familia, antes de conocer a Dios, íbamos a San Juan. Íbamos a llevar los vehículos para que la difunta correa nos bendijera el vehículo. ¡Mire las locuras que hacíamos! Y creíamos que nos iba a... Y que si no le cumplías, ¡ay, ay, ay, agarrate! Pero no es que tuviera poder la difunta correa, sino que... ¿Sabe cuál era el problema? La voluntad rendida. ¿Y sabe qué dice la Biblia? Como creíste que será hecho. Eso dice la Biblia. Como creíste que será hecho. Así que no es que tengan poder. Es el poder que usted le rinde. Mira, hasta Henry Ford decía esto, ¿no? Si crees que puedes, puedes. Si crees que no puedes, no puedes. De todas formas, siempre vas a tener razón. Eso lo decía un hombre que ni conoce a Dios. Porque una voluntad rendida a algo tiene poder. La pregunta era, ¿a qué usted le rinde su voluntad? ¿A dónde usted deposita su creer para que pueda funcionar su vida? Entonces, un ídolo nada es, pero una voluntad rendida puede captar la atención de nuestra mente, de nuestro tiempo, de todas nuestras pasiones y de todo nuestro interés. Eso hace un ídolo. Y como le dije recién, un ídolo puede ser cualquier cosa. Hay gente que adora a la luna, otros adoran al sol, otros las estrellas, otros al zodíaco, otros a su esposa, otros a su hijo. La gente adora lo que sea. Lamentablemente, gran parte de esta humanidad adora de todo menos a Dios. Y fíjense, uno de los reclamos que Dios hace, y que la Biblia nos exhorta, dice, adoran a la criatura en vez del Creador. Dígame si hay locura más grande. Adorar a las criaturas en lugar del Creador. Y lo que tenemos que hacer es adorar al Creador para llevarnos bien con Él. Porque mire, yo me puedo pelear con todo el mundo, pero yo con Dios no me quiero pelear. No se pongan contra Dios. ¿Qué leímos recién? Porque yo visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Hermanos, necesitamos entender cómo funciona Dios y cómo funciona la palabra porque la vida no funciona conforme lo que yo quiero. La vida funciona conforme como Dios la diseñó. Y yo tengo que aprender. ¿Cuántos quieren acá que les vaya bien? Todos queremos que nos vaya bien. A mí me va a ir bien si yo me pongo de acuerdo con Dios. Entonces, como dijimos, la idolatría no solamente va en contra de uno de los diez mandamientos, va en contra de toda la ley de Dios. Acompáñenme a Marcos 12.30. Los discípulos le preguntaron a Jesús, ¿y cuál es el primer mandamiento o el más importante? Y Jesús les dijo, Con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Fíjense, dice, de esto depende toda la ley y los profetas. De esto depende todo. En otras palabras, todo va a depender en la vida de cómo está tu corazón, cómo está tu alma, cómo está tu mente y a quién le dedicas todas tus fuerzas. Eso define tu vida. Eso va a definir si te va a ir bien o te va a ir mal en esta tierra. Así que, mi hermano, ocupe el corazón, el alma y la mente y sus fuerzas en el Señor. Porque todo lo que somos le pertenece a Dios. ¿Cuántos saben que son creados por Dios? ¿Cuántos saben que usted no viene del Big Bang? ¿Usted no nació por generación espontánea? ¿Usted no nació de un repollo ni lo trajo la cigüeña de París? Todos esos son inventos del ser humano. Usted fue creado por Dios. Dios lo puso aquí en la tierra. ¿Y sabe qué? Fuimos creados por Él y dice la Biblia que somos de Él y fuimos creados para Él. A ver, supongamos que no existe la licuadora y usted inventa la licuadora. Y usted dice, inventé una licuadora y usted la quiere hacer arrancar y nunca licúa. Después de un tiempo, ¿qué hace usted con esa licuadora que no anda, que no funciona, que nunca licuó? La tira. Es por eso que existe un lago de azufre y fuego. O sea, todo lo que no sirve para el propósito del Creador va a ser desechado. Es por eso que es importante que entendamos que usted, aunque usted tenga su propia voluntad y usted pueda hacer lo que a usted se le dé la gana, usted tiene que saber que hay una voluntad superior a la nuestra. Y que ahí se genera la idolatría cuando yo quiero hacer mi voluntad por sobre la voluntad del Creador. Tengo una noticia en esta mañana para darte. Dios te creó para Él. Usted no fue creado para respirar, para vivir y hacer lo que usted quiera, para realizarse en la vida y hacer lo que a usted se le dé la gana. Usted fue creado para Dios. Así que usted debe vivir para Dios. Y ahí está el principio de la adoración. El principio de la adoración no es cantar una canción como hicimos recién. El principio de la adoración es vivir para lo que fui creado. ¿Usted quiere que se le resuelvan todos los problemas existenciales? Mire, en Cristo también se nos ha dicho que vamos a sufrir. Yo no estoy hablando que no va a haber sufrimiento en la tierra. Pero usted quiere dejar de tener sufrimientos inútiles. Muchos de nuestros sufrimientos son inútiles. Nos cargamos de algunos sufrimientos que no debiéramos estar pasando. ¿Y sabe por qué es todo eso? Porque nosotros no vivimos para lo que fuimos creados. No estamos comportando como esa licuadora que no quería licuar para el que la había inventado. Entonces, hermanos, si usted y yo queremos vivir y pasar días buenos en la tierra, vivamos para lo que Dios nos ha creado. ¿Y para qué está la iglesia? Para que a través de la predicación del Evangelio y a través de la instrucción usted pueda conocer el propósito por el cual Dios nos puso en esta tierra. Para eso vivimos y para eso respiramos, mi hermano. Todo lo demás que Dios te permite vivir, está bien. Pero nada de eso que usted tiene va a servir y va a ser disfrutable si usted no entiende este punto que estamos hablando en esta mañana. Entonces, vemos el proceso por el cual tuvo que atravesar Efraín. Efraín fue uno de los hijos de José. José tuvo dos hijos en Egipto. Uno fue Manasés y el otro fue Efraín. Y la Biblia utiliza a Efraín para simbolizar a toda la iglesia de la parte gentil, para todos los que vienen, los que venimos, que no éramos judíos. Usted sabe que la iglesia está compuesta de gentiles y de judíos, que fueron judíos y fueron gentiles alguna vez, pero que ahora son un solo pueblo en Cristo Jesús, donde ya no hay judío, no hay griego, no hay nada. Pero Efraín siempre menciona y es un símbolo de la gente que viene del paganismo a Dios. ¿De dónde veníamos nosotros? Yo era un pagano. Yo iba a andar buscando a los ídolos antes de conocer al Señor. Hoy estoy en Cristo Jesús y podemos decir que disfrutamos la vida en Él. Entonces, Efraín tuvo complicaciones muy dolorosas en la vida. Después usted lo puede leer a Efraín en el libro de Oseas. Si usted quiere saber más sobre Efraín, lea el profeta Oseas en el Antiguo Testamento, una carta muy cortita que usted puede leer. Y dice que Efraín sufrió hasta que entendió y descubrió la idolatría que había en su corazón. Voy a leerles Oseas 14.1, una partecita. Es el último capítulo este de Oseas, Oseas 14.1. Fíjese lo que le dice Dios a Israel, y ahí en Israel está Efraín. Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios, porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica y volved a Jehová y decidle, quita toda iniquidad y acepta el bien y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No nos librará el asirio, no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos, Dios es nuestro, porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. Uno de los problemas que tenía Israel es que siempre andaba confiando en otros que no era Dios. Siempre cuando tenía miedo, en vez de confiar en Dios, confiaba en cualquier cosa que se le ponía a la mano. La idolatría fue la causa de la caída de Israel y sobre todo de Efraín. ¿Cuál fue el ídolo de Israel? Ahí lo está diciendo. Dice que confiaron en la protección del asirio. O sea, ellos tenían guerras con muchos pueblos. Israel siempre estuvo rodeado de pueblos hostiles y tenía guerra. Y en vez de confiar para ir a la batalla, en vez de confiar en su Dios, siempre andaba pidiéndole ayuda a Siria. Otras veces le iba a pedir ayuda a Egipto porque tenían carros, tenían caballos, tenían ejércitos. Entonces confiaban más en lo que se veía que en lo que no se veía. Este es el reclamo que Dios le está haciendo a Israel. Y lo que le está diciendo Dios ahí a Efraín dice, vuélvete porque por tu pecado de idolatría has caído, vuélvete. Y di esto, no nos librará el asirio, no montaremos en caballos, porque Israel no tenía caballos y le pedía a los caballos a Egipto. ¿Pero esto para qué está en la Biblia? Para que usted lo traslade a su vida. ¿Cómo es tu vida y cómo vivimos cada día? Y esto siempre fue la causa de la caída de Israel, como le dije más temprano, y siempre vivía volviendo otra vez a confiar en alguien que no era Dios. Y esta también es la caída de todos nosotros como cristianos. Pastor, ¿nos pasa eso a nosotros también? Nosotros corremos el riesgo de pasar por lo mismo porque no entendemos muchas veces lo que es la idolatría y por eso lo vamos a trabajar en esta mañana. Este era el patrón de idolatría de Israel. Se hacía ídolos, confiaba en ejércitos y buscaba a otros que lo ayudaran ante que Dios y eso traía maldición a la vida de Israel. ¿Y qué pasaba en Israel? No llovía, salían malas cosechas, se le morían los animales, los invadían pueblos que no los tendrían que haber invadido nunca, caían unos enemigos. Traslade eso a su vida. ¿Cuántas veces hemos sufrido cosas que usted sabe que no las debería haber vivido? Que son el resultado de nuestras idolatrías. Que en vez de confiar en Dios, fuimos y buscamos ayuda donde no debiéramos haber ido. Hicimos cosas que no debíamos hacer por temor a perder algo. Hay un episodio en la Biblia muy fuerte, muy tremendo, donde una vez venían los babilonios a atacar a Israel. Israel debió haber orado a Dios para poderse defender y que Dios los defendiera de los babilonios. Sin embargo, se fueron a mandar unos caballos a pedir ayuda al rey de Egipto. Cuando Faraón vino con sus ejércitos para defender a Israel, venció a Babilonia, pero también conquistó a Israel. O sea, a los mismos que le habían pedido ayuda, los terminó gobernando y subyugando a ellos. Y Dios les había dicho, no confíen en Egipto. ¿Sabe que la Biblia dice que Egipto es símbolo de este mundo? ¿Y sabe cuál es la tendencia que nosotros tenemos? Es a confiar en el gobierno. Es confiar que esto va a cambiar. Mi vida va a cambiar si cambia el gobierno. Mi vida va a cambiar si yo puedo tener algún amigo en algún puesto importante. La gente anda buscando eso, como lamentablemente nos enseñó el Martín Fierro. El Martín Fierro, si hay algo criollo es el Martín Fierro. Él decía, más vale que tengan un palenque para rascarse la espalda por si les hace falta. Lo que estaba diciendo el Martín Fierro es tengan algún... sean amigos del comisario por si algún día tienen algún problemita. Ese es un poco el mensaje que tiene el Martín Fierro. Es lo que conocemos como la viveza criolla, ¿no? Siempre tener un amigo en algún lado para que nos saque de apuro. Eso, mi hermano, es idolatría. Dios dice, confía en mí. Confía en mí. Porque muchos por buscar alguna ayuda terminaron presos. Muchos por buscar algún amigo en algún lugar terminaron perdiendo. Terminaron amenazados, terminaron en situaciones complejas, mi hermano. Eso es muy peligroso. Por eso esta es la exhortación en este día. Y por eso el profeta Isaías dice lo siguiente en Isaías 31.1. Ahora vamos a entender esto que dice el profeta Isaías. Hay de los que descienden a Egipto por ayuda y confían en caballos y su esperanza ponen en carros porque son muchos y en jinetes porque son valientes y no miran al santo de Israel ni buscan a Jehová. Esa es la exhortación, mi hermano, para nosotros. Vamos a tener situaciones en la vida, muchas, en las que nos vamos a ver entre la espada y la pared. Le pasó a Daniel y a sus amigos en Babilonia cuando le dijeron, si no adoras a esta imagen te metemos al horno de fuego, los metemos a los leones. ¿Y qué dijeron ellos? Métanos a los leones, nosotros no vamos a cometer pecado de idolatría. ¿Y con quién se encontraron en el horno de fuego? ¿Quién estaba allí entre los leones? Conocieron a Jesucristo, conocieron al Señor que se manifestó antes de la cruz, pero se manifestó porque dice que había un cuarto hombre en ese horno de fuego. Allí se les apareció el Dios eterno y los libró. Y dice que no se quemaron. Lea la historia, eso está en el libro de Daniel. Esas situaciones están en la Biblia para que usted y yo aprendamos que nos vamos a ver expuestos muchas veces en esta vida en la posibilidad de que nos metan a un horno de fuego. Vamos a pasar situaciones en esta vida donde tal vez nos metan, nos encierren con un montón de leones hambrientos. Y ya me ponga el nombre a esa situación, cualquier situación de la vida. ¿Cómo usted va a reaccionar ese día? ¿Va a pasar una coima? ¿Va a pedir ayuda por atrás? ¿Va a ver si tiene el palenque, como le dijo el Martín Fierro, a ver si es amigo del comisario o de algún juez? ¿Cómo vamos a hacer? De eso habla la Biblia. Toda la Biblia está hablando de esto. Entonces los hombres, hoy nos pasa eso. La mayoría confía en su prepaga, en su medicina prepaga. Yo estoy seguro porque tengo una buena prepaga. Otro dice, no, yo vivo en un barrio seguro, así que en un barrio seguro privado no me va a pasar nada. Tiene que ser la seguridad de la gente donde está. En el banco más reconocido, yo estoy seguro porque este banco es mejor que el otro. Ahí no le va a pasar nada a mis ahorros. O me voy a vivir a España o a Estados Unidos porque ahí está mejor la economía. Y pensamos que nuestra victoria va a estar por vivir en un país, por estar en un barrio. Y todo esto son los pensamientos que te empiezan a derribar la Biblia. No, que si cambia el gobierno a mí me va a ir mejor. Error, mi hermano. Nos olvidamos, nos olvidamos que Dios es nuestro sanador, no tu prepaga. Hay gente que tiene la mejor prepaga y se murió. ¿Sabe por qué? Porque no tiene nada que ver la prepaga. Si Dios no te cuida. Yo veía a esta chica, a esta modelo que falleció, no tenía problema de prepaga, pero no la pudieron salvar. Porque Dios, dice la Biblia, es nuestro sanador. ¿Quién es el que nos sana? El Señor. Dice la Biblia que Él es nuestro proveedor, no es el gobierno. Sí, yo sé que esto se afecta a todos, pero ¿sabe por qué nosotros estamos dependiendo de los gobiernos? Porque no estamos dependiendo del proveedor. Porque fallamos en fe nosotros. No es porque vamos a hacer... Mire, mi hermano, cuando Dios quiso... Cuando Israel iba por el desierto, no se le envejecía la ropa, no se le gastaba el calzado. Ellos tenían nubes que los cuidaba del sol, tenían columnas de fuego en la noche. Hermanos, ellos fueron protegidos en el desierto. Dice que no les faltó que comer, no les faltó nada. Y así todos estos se quejaban. Él es nuestro protector, hermano. Él es nuestro proveedor. Él es nuestra habitación. Nosotros habitamos en Él. No importa el país en el que vivas. Él va a proveerte de todo lo necesario. Así que descanse. Descanse. Y no digo que nadie se vaya a otro país, pero si Dios nos mueve... Si Dios te dice, ándate a vivir a Siberia, ándate a Siberia. Pero si Dios no te dijo, ándate a Siberia, no se vaya, no se mueva, mi hermano. Nosotros nos movemos solamente por una luz, una claridad de Dios, por una palabra de Dios. Y como le dijo Israel, quédense en Babilonia porque allí van a ser prosperados. Y se quedaron en Babilonia y ahí fueron prosperados. Una de las características de la idolatría, como le dije recién, es que se nos hace muy difícil discernirla. Es imperceptible muchas veces en nuestros corazones. Entonces los hijos de Dios... Yo necesito reforzar esto. Los hijos de Dios somos bendecidos con toda bendición espiritual. Pero cuando nosotros incurrimos en idolatría podemos vivir como cualquier incrédulo. Por más hijos de Dios que seamos, por más bendecidos que seamos, si nosotros somos idólatras comenzamos a vivir de una forma totalmente horrible porque no es la forma en la que Dios quiere que nosotros vivamos. ¿Dónde se sientan los ídolos? En el corazón. Y solamente nos empezamos a dar cuenta cuando hay mala cosecha, cuando ya no cae la lluvia, cuando nos empiezan a invadir los otros ejércitos. Sí, algo está pasando. Ahí nos empezamos a dar cuenta que hay algún ídolo en el corazón. Vamos a ver cómo detectar la idolatría. Primero, bajo el nuevo pacto la mayor evidencia de que tenemos ídolos en el corazón es que a Dios le damos las sobras, lo que nos sobra. Eso es una evidencia de que tenemos, gracias. Eso es una evidencia de que nosotros tenemos idolatría en el corazón porque le empezamos a dar a Dios lo que nos sobra. El mayor ídolo que tenemos los seres humanos, como le dije recién, somos nosotros mismos. Y la semana pasada también hablamos de que Cristo es nuestro sumo sacerdote, pero también el nuevo pacto dice que nosotros somos sacerdotes. Y si usted viaja un poquito al templo en Jerusalén, cómo era el sistema sacerdotal, había un sumo sacerdote y muchos sacerdotes. Ese sumo sacerdote entraba una vez al año para hacer la expiación por todo el pecado del pueblo, pero todos los demás sacerdotes vivían haciendo los sacrificios de todo el pueblo porque toda persona que venía a sacrificar traía su corderito y lo sacrificaba. Los sacerdotes sacrificaban los corderos permanentemente de todo el pueblo para que el pueblo tuviera comunión y perdón delante del Señor. Habían diferentes tipos de ofrendas también. De la misma manera que nuestro sumo sacerdote es el sacerdote y el sacrificio, y esto es puntual que usted lo entienda, nosotros como sacerdotes también ofrecemos sacrificios espirituales, los cuales somos nosotros. Se da cuenta que hoy no traemos corderos para matar, todo eso lo decía el judaísmo en la antigüedad. Hoy nosotros, dice la Biblia, que hacemos sacrificios, pero ¿qué tipo de sacrificios hacemos? Sacrificios espirituales. Y el sacrificio espiritual somos nosotros. ¿Se acuerda la semana pasada dijimos? Jesús es el que hace el sacrificio, pero también es el objeto del sacrificio. Él es el cordero. Él hizo el sacrificio y Él mismo fue el cordero que se sacrificó en la cruz. Bueno, nosotros también somos sacerdotes, pero ¿qué sacrificamos? Sacrificamos nuestras vidas en olor fragante al Señor. Ese es el mayor sacrificio y esa es la adoración a Dios. Porque hay gente que piensa que adorar a Dios es cantar dos canciones. Eso no es adorar a Dios. Adorar a Dios es mi vida entregada en sacrificio vivo. Todo sigue igual que en el Antiguo Testamento, solo que ahora estamos todos involucrados. Antes era una sombra, una figura. En el Nuevo Testamento lo estamos viviendo nosotros en carne viva. Por eso el cristiano sufre. Porque somos sacrificios vivos. Hay sacrificios que nosotros hacemos para el Señor, que es entregar nuestra vida al Señor. Vamos a leer eso en Primera de Pedro, 2.5. Mire lo que dice el apóstol Pedro. ¿Dónde está el problema? Que el sacrificio no sea aceptado. O sea, sacrificios había siempre. El problema es que Dios aceptara el sacrificio. Mire, en la cruz podría haber muerto un montón de gente. El tema es que Dios aceptara el sacrificio. El único sacrificio aceptado fue el de Jesucristo. ¿Y cuál fue la evidencia? Que resucitó al tercer día. Que Dios dijo, este es mi Hijo amado en que yo tengo complacencia. Y que fue y se sentó a la diestra del Padre porque Dios lo ascendió a los cielos. Esa fue la evidencia, la resurrección es la evidencia de que el sacrificio de Cristo fue aceptado. Por eso la mayoría de la gente te va a negar. Y los romanos en aquellos días negaban la resurrección de Cristo. Querían ocultar. Dicen, no, se robaron el cuerpo. Y querían inventar un montón de cosas porque todos sabemos y la Biblia te dice que si usted cree que Jesucristo resucitó al tercer día, usted es salvo. ¿Qué dice Romano? Dice Pablo en Romano. Que si confesares con tu boca que Jesucristo es el Señor y creyeres que el Señor le levantó de los muertos, serás salvo. Porque creer en Jesús, hasta los demonios creen. Usted vaya a la cárcel, todo el mundo te va a creer en Jesús. Vaya a un hospital, todo el mundo cree en Dios. La pregunta es si creen que Él es el Hijo de Dios y si creen que Él resucitó de los muertos. Ahí está el poder para tu vida y para nosotros. Ese es el poder de la iglesia. Entonces dice, sacrificios espirituales aceptables. Que nuestras vidas sean aceptables a Dios. ¿Aceptables a Dios? Esa es la pregunta que nos tenemos que hacer. Mi vida, ¿está siendo aceptable a Dios? Vamos a Romanos 12.1 Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. ¿Cuál es nuestro culto a Dios? Hermanos, esto que estamos haciendo hoy, esta es la instrucción. Acá nos reunimos a hablar de la Palabra, a orar juntos. Pero el culto a Dios no es esto. El culto a Dios es mi entrega de mi vida en adoración a Dios. Así que usted puede estar en esta reunión y puede que usted no le rinda culto a Dios porque no, el culto no es una reunión. El culto es mi adoración, mi entrega al Señor. Esto por aquello se lo predico para que usted también se revise y usted defina si usted quiere servir y rendirle culto a Dios. ¿A quién le rendimos culto? Hay gente que le rinde culto a sí mismo. Viven para sí mismo, lo único que quieren es pasarla bien. Ellos son los que consumen la industria del entretenimiento. Yo vivo para mí, no me importa nada, ni Dios ni el mundo. Entonces esa gente se rinde culto a sí mismo. Un verdadero cristiano le rinde culto a Dios porque le ha entregado su vida a Dios. Colosenses 3.23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no como para los hombres. Esto es para que ustedes y yo revisemos nuestra vida. ¿Para qué vivimos? ¿Cómo vivimos? ¿Qué es lo que nos está diciendo aquí el apóstol Pablo? Acá nos está diciendo que si trabajemos, si trabajamos, trabajemos como para Dios, no es para el patrón. Hay gente que lo único que le importa es qué dice el patrón, entonces trabaja para el patrón. Está bien, pero ¿sabe qué? Es importante que para el patrón trabajamos para Dios. Por eso un verdadero cristiano no necesita un supervisor encima que lo esté haciendo trabajar. Trabaja, porque no hace falta que lo vigilen. ¡Trabaja para Dios! Esa es la diferencia, es un sacrificio vivo. Hay gente que piensa que, no, no, yo quiero servir a Dios y se piensa que en estas tres horitas que estamos acá servimos a Dios. No, mi hermano, ese es un error. Y si no hace nada acá, se siente que no sirve a Dios. Nunca entendió lo que es la adoración. No importa el trabajo que hagas, trabaja para Dios y estarás adorando a Dios. Si estudiamos, es para el Señor, no es para el profesor. Si respetamos a las leyes y al policía de la esquina, es para el Señor, no es para el gobernante. Si somos fieles a nuestra familia, a nuestra esposa, a nuestro esposo, no es para nuestra esposa y nuestro esposo. Pero nosotros somos fieles porque lo hacemos para el Señor. Por eso yo no necesito ni una esposa celosa, ni mi esposa necesita un esposo celoso que lo esté persiguiendo por todos lados para ver qué hace. ¿Por qué? Porque cuando las personas adoran a Dios, no hace falta que las vigilen. Romanos 14, 8. Pues si vivimos, para el Señor vivimos. Y si morimos, para el Señor morimos, mi hermano. Todo es para Él. Y nos vamos a morir para el Señor un día, mi hermano. Aunque no nos queramos morir, pero dice la Biblia que un día todos envejeceremos y todos partiremos de esta tierra. Y lo venimos hablando y ustedes y yo tenemos que prepararnos para ese día. Porque la mayoría de la gente no quiere tocar el tema. Porque le da susto, le da miedo que un día se vaya a morir. Prepárese para que ese día usted muera para el Señor. Y que usted parta de esta tierra adorando a Dios y no como un viejito allí todo depresivo y amargado porque no sé qué. Adoramos a Dios. Si vivimos, para Él vivimos. Y si morimos, para Él morimos. Hechos 17, 28. Porque en Él vivimos y nos movemos y somos. Israel no se daba cuenta. Israel no se daba cuenta que estaba en idolatría. Hacía, vivía y encima iba al templo, sacrificaba a Dios, pero sacrificaba a otros ídolos al mismo tiempo. En las casas que estamos leyendo Reyes hemos visto eso, ¿verdad? Venía un rey y sacaba todo, pero los lugares altos no los sacó. Siempre quedaban dos o tres ídolos ahí enquistados. O un Baal, o una Sera, o el Ejército del Cielo, pero siempre como que quedaba algo allí. Y mire lo que le dice, y si usted quiere leer un libro sobre idolatría, lea Malaquías. Cómo Dios habla ahí de la idolatría y de las consecuencias de la idolatría. Y mire lo que le dice Malaquías aquí en Malaquías 1.8. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo pues a tu príncipe. A ver, acá lo que te está diciendo es, si te invita el gobernador a comer a su casa, llévale un regalo roto, no sé, llévale un cuadro trizado todo el vidrio, ¿qué va a pensar? Llévale algo que no sirva, llévale algo feo, algo destruido, algo que vos querías tirar y se lo llevaste vos a él. Eso es lo que Dios le está reclamando a Israel. ¿No es malo, dice? Preséntalo a tu príncipe. ¿Acaso se agradará de ti o le serás acepto, dice Jehová de los ejércitos? Hermanos, las ofrendas son una parte importante en la vida de la iglesia. Son una parte muy pequeña de nuestra adoración. Representan sólo la consagración de nuestros recursos materiales, pero el sacrificio somos nosotros. Hay gente que piensa que la ofrenda, ¿qué lleva? Ya está, ya ofrenden. No, no, no, eso es una partecita muy pequeña. Dios lo que está viendo no es ofrenda únicamente. Lo que Dios está viendo es tu vida si está consagrada a Dios, porque mucha gente pone sus ofrendas y da muchas ofrendas, pero sus vidas son de ellos mismos. Eso yo tengo que revisar, no voy a hacer cosas que yo esté calmando mi conciencia. Usted va a ver que la gente rica en el mundo son muy altruistas. Les gusta ayudar a la fundación, ayudar a los niños del África. ¿Sabe por qué hacen eso? Para calmar conciencia, porque ellos viven para sí mismos. Lamentablemente traigamos eso. Hay gente en la iglesia que lo hace, ¿no? Yo calmo, yo no vivo para Dios, pero voy el domingo y pongo una ofrenda. Y Dios no te está pidiendo eso. Dios te está pidiendo que seas un sacrificio vivo. Que es todo, porque para Él vivimos y para Él morimos. Malaquías 1.13 Habéis además dicho, acá es Dios demandándole a Israel. Es muy fuerte este libro, recomiendo que lo lean en su casa. Habéis además dicho, ¡oh, qué fastidio que es esto! Y me despreciáis, dice el Jehová de los ejércitos. Y trajiste lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. Aceptaré yo eso de vuestra mano, dice Jehová. O sea, no es la ofrenda. No era la ofrenda. Entonces, aquí estamos viendo la muestra de un corazón lleno de ídolos. Y sobre todo, de ese peor de los ídolos que somos nosotros. Que la psicología le llama el yo interior. Los griegos le llamaban el ego. La Biblia le llama carne que tiene que ser crucificada. Tienes que morir a ti mismo, dice Pablo. Yo tengo que morir a mí mismo. Todo el trabajo de nosotros los cristianos en esta tierra es morir a nosotros mismos. Por eso es difícil. Pero por eso está el ejemplo de la cruz. Y para eso se nos dio el Espíritu Santo. Y la gracia que es poder. Porque solo por la gracia es que podemos morir para Dios. O sea, cuando usted ve a Esteban muriendo allí. Oh Padre, recibe mi espíritu. Y lo estaban apedreando los judíos. Y encima dicen, perdónalos porque no saben lo que hacen. Jesús dijo lo mismo. ¿Por qué pudieron morir de esa manera? Porque el Espíritu Santo y la gracia de Dios estaba en ellos. Usted no intente dejar el pecado con su propia fuerza. No va a poder. Los únicos que pueden dejar el pecado son los cristianos llenos del Espíritu Santo. Y para ser lleno del Espíritu Santo tengo que entender idolatría. Y dejar la idolatría para ser lleno de Dios. Por eso muchas vidas están trabadas en la idolatría. ¿Qué dijo David? Primera de Crónicas, 21-24. Entonces el rey David le dijo a Ormán. No, sino que efectivamente la compraré por su precio justo. Porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo. Ni sacrificaré holocausto que nada me cueste. Fíjese, iba a comprar un terreno el rey David para hacer algo para Dios. ¿Y qué le está diciendo? Pero yo no, no, se lo quería regalar el otro. Porque yo no le voy a dar a Dios algo que no me haya costado. Hermano, acá esto habla, la ofrenda habla. Guárdese eso, la ofrenda habla. Le habla a Dios. Hoy no somos sacerdotes como del Antiguo Testamento que eran sacerdotes según el orden Levítico. Dice la Biblia que hoy somos sacerdotes según el orden de Melquisedec. Es un orden superior. Y ese orden significa, Melquisedec significa rey de justicia. Melech Tzadik, eso forma la palabra Melquisedec. O sea, nuestro orden sacerdotal del sacrificio que nosotros ofrendamos a Dios, que es todo nuestro ser, es justicia. Dice que somos un real sacerdocio. Somos sacerdotes reales según el orden de Melquisedec. Es decir, somos reyes que procedemos justamente. ¿Cuánto se acuerda en la definición de justicia? Ya sea de Dios o de una persona. Somos reyes que proceden justamente. Y esa justicia, ¿dónde nace? Nace en nuestro corazón por el poder del Espíritu Santo, entendiendo justicia como justo proceder. ¿Qué es lo que le adora a Dios? ¿Mi justo proceder? Como dicen los salmos, que aunque yo perdiendo, aunque haciendo algo en contra mía, yo obedezca y yo haga lo que tengo que hacer. Muchas veces nos va a tocar hacer algo que va en contra de nuestros intereses. Muchas veces nos va a tocar hacer algo que nos va a hacer que perdamos dinero, pero ¿sabe qué? Tenemos que hacerlo por amor a Dios y porque sabemos que está bien lo que estamos haciendo. Hay gente que si pierde algo no lo hace. No, eso no se mide así. Es si usted tiene que saber si Dios aprueba o no aprueba lo que yo hago. Nuestras ofrendas hablan como habló la ofrenda de Abel. Mire, esto nos enseña la Biblia, Hebreos 11.4. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo. Es decir, el tema no era la ofrenda. La ofrenda hablaba de qué era él en su corazón. Esto no es como la cristiandad moderna que lo único que le interesa es el dinero. No, no, no. A nosotros no nos interesa la ofrenda. ¿Nos interesa la ofrenda en qué sentido? En que la ofrenda muestra lo que yo soy. Si yo le llevo un cordero puerto al Señor, el Señor dice, así como vos me consideras a mí. Habla. Y dice que la fe de Abel habló de esa manera. Es el testimonio que daba. Otro punto que nos muestra que tengamos en nuestro corazón idolatría es la administración del tiempo. ¿Cómo administramos nuestro tiempo? ¿Cómo es el tiempo que le damos al Señor? Cuando le doy las sobras de mi tiempo al Señor. Es lo mismo que dar un cordero tuerto, un cordero que le falta una pata. Y le damos el tiempo que sobra. ¿Cuántas veces le dimos los últimos minutos del día al Señor? Uy, Señor, ya está. Ya hice todo lo que yo quería. Ahora voy a orar un poquito, Padre. Gracias. Y me dormí. Estaba tan cansado que me dormí. ¿Eso por qué? Porque le damos lo último al Señor. Le damos las sobras del tiempo. Y cuando yo le doy las sobras del tiempo significa que hay un ídolo en mi corazón. ¿Cómo se sentiría usted si alguien le regala algo que, bueno, para no tirarlo se lo regalaron a usted? No, mirá, te regalé un auto, pero lo estaba por tirar, pero para no tirarlo te lo traje a vos, ya no sirve, pero toma. Eso habla. Y Dios ve. Y Dios dice. Así es como me considerás. Ahora, ¿a cuánto le regalaron algo que usted sabía que esa persona valoraba lo que le estaba regalando, pero se lo regaló a usted? ¿Vio que habla el regalo? Habla. Lo que le damos a otra persona según el valor que nosotros le damos, eso habla. Y estamos hablando del tiempo. El tiempo que es valioso para todos nosotros porque el tiempo no se recupera. El tiempo, el reloj pasa. La vida es como el taxi. Para el taxi para comprar algo, pero el reloj sigue contando. Lo mismo pasa con el tiempo para nosotros. El tiempo pasa. Por más que usted lo quiera detener, el tiempo no se va a detener. Y el Señor está mirando cómo es el tiempo que nosotros le damos. Y también nuestros recursos, nuestras ofrendas, como dijimos recién, Levíticos 3.1, Dice, si su ofrenda fuera el sacrificio de paz, si hubiere de ofrecerla de ganado o vacuno, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá delante de Jehová. Ahí está el mandato, sin defecto. Si yo le voy a dar tiempo al Señor, tiene que ser el mejor tiempo. Si yo voy a orar, ¿qué tengo que hacer? Tengo que agendar. Y mire, una de las cosas que yo estoy aprendiendo, es que para no perder el tiempo, porque a veces decimos, bueno, después lo hago, después oro, después leo la Biblia, y siempre aparece algo más importante para hacer para nosotros, y dejamos las cosas importantes para el final, que es la comunión con Dios, que es el orar, que es leer la Escritura. Entonces, si nosotros agendamos, por eso siempre dijimos que un hombre sin agenda es peligroso. Agendar, ¿a qué hora voy a orar? Agendemos, ¿a qué hora vamos a estudiar? Porque de esa manera ya tenemos un orden, y le estamos dando a Dios el tiempo importante. Nadie te está diciendo que tienes que estar todo el día orando, lo que te estamos diciendo es que le des tiempo de calidad, como les debe pasar con sus hijos. No, hijo, ahora no puedo, no, hijo, ahora no puedo, no, hijo, ahora no puedo. Como dice la figura esa que anda dando vueltas. Y después cuando ya el hijo es grande, ya papá, a esta edad ya no puedo. Se pasó el tiempo, ya me hice grande. Yo quería jugar a la pelota cuando éramos chiquititos. Y todo eso se nos va pasando. Bueno, con Dios pasa un poco parecido. Hoy no sacrificamos corderos, hoy nos damos nosotros mismos. Y si no doy lo mejor de mi vida, estoy dando al Señor un cordero ciego, tuerto o cojo. Mire lo que dice Malaquías 1.14. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete y sacrifice a Jehová lo dañado, porque yo soy gran rey, dice Jehová de los ejércitos. Fíjese, yo soy gran rey, dice Jehová de los ejércitos. La pregunta es si usted lo considera gran rey. ¿Y cuál es nuestro problema? Que no lo consideramos. Porque cuando le damos la sobra de nuestro tiempo, cuando le damos lo que no nos sirve, cuando le damos lo último al Señor, lo que estamos haciendo es no considerando a Dios como gran rey, dice Jehová de los ejércitos. Y dice, y mi nombre es temible entre las naciones. Por último, también le damos nuestros dones. Hablamos de ofrendas, de tiempo, también hablamos de dones. Los dones que el Señor nos ha dado, las capacidades que el Señor nos ha dado. Todo don que ha sido dado es para el Señor. Ya sea desarrollarnos, estudiar y prepararnos para servir a Dios. La Biblia dice que Él nos ha dado dones y que nos tenemos que preparar para servir a Dios. Porque usted y yo somos sacerdotes y amados para servir a Dios en el área que sea. Como ama de casa, como operario en una fábrica, ya sea como pastor, en el ámbito que usted se mueva como estudiante universitario, secundario, usted tiene que servir a Dios y hay que prepararse para eso. No podemos servir a Dios sin preparación. Por eso hay tanta gente hablando soncera. No estudian, no se preparan y quieren hablar de Dios, quieren hablar de la Biblia. Discuten unos con otros, usted los ve discutiendo y no sabe ninguno de los dos que está discutiendo. Porque no se prepararon. Y Dios nos llama a nosotros a servirle a Él, porque si no le servimos a Él, o nos vamos a servir nosotros o vamos a servir a otros dioses. ¿Cuántos recuerdan de Josué? Miren lo que dice Josué. Josué 24.15. Porque ahí había una discusión ahí en Israel y Josué usted sabe que era un líder apasionado por Dios y quería servir a Dios. Y dice, Y si malos parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron del otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Mire, eso dice un verdadero cristiano. Porque no es que nos servimos, a algo servimos. O nos servimos a nosotros mismos, o servimos al sistema del mundo, o servimos a Dios. Usted define a quien va a servir. Josué dice, ustedes elijan a quienes van a servir. Yo y mi casa serviremos a Jehová. Y para servir a Jehová hay que prepararse, hay que entender estas cosas. Porque si no entiendo esto, no lo puedo servir. ¿No lo voy a servir mal? ¿O me voy a llenar de idolatría? Según Pablo, la ofrenda de los filipenses fue un sacrificio de olor fragante. Mire Filipenses 4.18 Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia, estoy lleno, habiendo recibido de Pafrodito lo que enviaste, olor fragante, sacrificio acepto, agradable al Señor. Todo lo que hacemos habla. Cómo nos preparamos, cómo ofrendamos, qué tiempo le damos. Todo, todo lo que hacemos, toda nuestra vida, cómo trabajamos en el trabajo, cómo estudiamos nuestra carrera, lo que estemos estudiando, todo adora o le falta el respeto a nuestro Dios porque para Él vivimos. Tú eres digno, Señor, le decimos, ¿no? Tú eres digno. Y luego le mezclamos el tiempo, el sacrificio, el esfuerzo, y decimos como los de Israel cuando dicen, qué fastidio. ¿Cuántas veces dijimos eso, no? Hay que orar, qué fastidio, no tengo ganas. Hay que congregarse, qué fastidio. Hay que servir a Dios, hay que predicar el Evangelio. Oh, hijo, otra vez. Y tenemos eso, ¿no? Eso que sale de adentro. Usted sepa que eso es el cordero cojo, ese es el cordero que no sirve. Eso es darle lo peor, las sobras al Señor. Dice que debemos ser de espíritu ferviente. Claro, se nos está apagando el espíritu, por eso andamos así a veces. Ahora, cuando el espíritu está ferviente, estamos llenos del Señor, como se nos exhorta en la Biblia, sean llenos del Espíritu Santo. Hermanos, vamos a honrar al Señor. No es fácil sacar todos los ídolos. Mire lo que le pasaba a la mayoría de los reyes en Israel. Segunda de Crónicas 15, 17. Y con todo esto, los lugares altos no eran quitados de Israel, aunque el corazón de Asa fue perfecto en todos sus días. Es una paradoja. Mire al rey Asa. Dice que su corazón fue perfecto, pero no quitó los lugares altos. Y aquí quiero detener mi iglesia porque esto puede ser lo que nos pasa a nosotros. Muchos de nosotros podemos ser muy justos y rectos en nuestro caminar. No engañamos a nuestra esposa, trabajamos, cuidamos a nuestros hijos, somos buenos ciudadanos, hacemos todo bien. Pero puede que nos pase como al rey Asa. Ser perfectos nuestros días. Pero, ¿qué pasaba? ¿Qué pasaba? No quitamos los lugares altos. Siempre quedaba un lugar alto que había que destruir y no lo destruíamos. Porque eso está acá adentro. Eso no lo vemos. Eso no lo ve la gente. La gente no ve nuestros malos pensamientos. La gente no ve nuestras pasiones desordenadas. La gente no ve nuestros malos deseos ni las malas intenciones. No se ve. Por eso es difícil de encontrarlo. Y por eso es que esta palabra es tan necesaria en este tiempo. Que podamos revisar, Señor, ¿qué hay aquí? ¿Qué hay aquí que no te agrada y que tiene que caer? Cada vez que somos confrontados con los ídolos, ya sea por persona o por el mismo Dios, nos mostramos intolerantes a la idea de perder esos ídolos. No es cómodo lo que yo estoy predicando en esta mañana. Y no es que usted sea malo. Es nuestra carne que le saquen los ídolos. ¿No quiere? Israel se enojaba hasta con Dios. Ahí estaban discutiendo. Miren, tupe de los israelitas. Dios le decía por medio del profeta Malaquía, Ustedes me han fallado. ¿Y en qué te hemos fallado? Le decían. ¿Le discutían? Y así somos nosotros con Dios. Eh, pero ¿qué tengo yo si yo no le hago mal a nadie? Me congrego todos los domingos. Leo Biblia. Oro. Sí, sí, sí, pero ¿qué pasa con ese adulterio mental que está en el corazón y nadie conoce? ¿Y qué pasa con esa codicia del corazón de que querés ser rico, que querés llenarte de dinero, que te gustaría ser poderoso, que todo el mundo te respete? Todas esas codicias que hay en el corazón. ¿Qué hay de eso que no se lo has contado ni a tu esposo ni a tu esposa? Malos deseos que pueden estar ahí escondiditos. Lo bueno es que tenemos que sacar la palabra de Dios, que es una espada más cortante que espada de dofiro, y penetra hasta partir las coyunturas, el espíritu y el alma. Eso hace la palabra. Que salga a la luz todo lo que tenga que salir de mi corazón porque yo no lo quiero. No quiero fallar a mi Dios. Quiero servir al Señor. Y no se puede servir a Dios con un corazón lleno de ídolos. Por eso la santificación es fundamental en el Nuevo Pacto. Jesús dijo, no hace falta que te acostes con nadie, ya adulteraste en tu corazón si codiciaste a la mujer del prójimo. Ya está. Fíjese hasta dónde se metía Jesús en los corazones. Y yo sé que esto a nuestra carne no le gusta y a nuestro ego no le gusta, pero gloria a Dios que la palabra viene para sacudir nuestros espíritus y nuestras almas. Adorar a Dios implica entregarle todo nuestro ser y no solamente una partecita. Entonces, le estoy terminando, pero para terminar de divisar los ídolos, algunas preguntas que nos pueden ser útiles. ¿Estoy dispuesto a pecar para conseguir algo o para no perder algo en nuestra vida? ¿Estoy dispuesto a pecar para no perder un trabajo? ¿Estoy dispuesto a pecar para no perder a no sé algo o a alguien? Ahí hay un ídolo. ¿Hay algo o alguien que me da sentido de valor y si no lo tengo me voy a sentir una porquería? Porque tu valía, tu valor debe venir de Dios, de que eres creado en imágenes y en imágenes de Dios y no por el valor que te da la gente. Por eso la gente vive esclava de la gente. Si aquel me respeta, soy feliz. Si aquel no me respeta, soy un depresivo. Hay un ídolo que se llama tu propia vida y que un día, mire, el Señor nos va llevando en la vida para que esos ídolos caigan. Por eso cuando pasas temporadas en tu vida de que nadie te aplaude, de que nadie te quiere, de que sientes que todos te abandonan, es porque Dios te está amando, está derribando un ídolo que está dentro tuyo. No caigas en la trampa del diablo que te dice que eres una basura, es mentira. Tu un tesoro para Dios. Ahora Dios para derribar a ese ídolo, tiene que hacerte pasar por aflicción, de que te dejen solo, de que todo el mundo te abandone. ¿Sabes para qué? Para que dejes de confiar en la gente. Porque si todavía sigues confiando en la gente para sentirte alguien o algo en la vida, hermano, todavía eres un niño espiritual. Otro punto para saber si tengo un ídolo, me irrito negativamente si alguien me habla de algún pecado o alguna mala conducta mía. Cuando alguien te dice que tenés pecado, cuando alguien te dice algo negativo de tu vida, te irritas, te enojas, ahí está el ídolo, usted mismo. ¿Estoy dispuesto a perder o a destruir relaciones o vínculos con personas por defender una posición, un lugar o algún bien material? Ahí, ahí, un ídolo. Hay gente que prefiere perder a sus hermanos y a su iglesia, pero porque le dijeron que estaba pecando. Hermanos, fíjense hasta dónde llega el punto de la idolatría. Se confronta a alguien con un pecado, te lo dicen por amor. Los ídolos se revelan por nuestro estilo de vida. Mi vida de adoración, mi vida de cantar, canto al Señor, oro. ¿Cómo vivo para Dios en cada área de mi vida? Poca oración, lo único que está mostrando es mi autosuficiencia. Cuando oro poquito es porque yo me siento fuerte. Por eso a veces el Señor nos tiene que quebrantar para mandarnos otra vez a la oración, porque nosotros cuando nos sentimos que está todo bien, dejamos orar. Eso se llama autosuficiencia, eso es que yo confío en mí mismo. En realidad es una lección que tenemos que aprender. Recuerde que el Padre está buscando adoradores en espíritu y en verdad. Eso está buscando Dios, adoradores. Y eso no es un tipo acá con un teclado, uno con una guitarrita, eso no son adoradores. Adorador es el que rinde su vida como la estamos hablando en esta mañana. Adorador es el que rinde su vida como la estamos hablando en esta mañana. Y cantar es una partecita muy chiquita de la alabanza a Dios. Es más, la canción yo la encasillo en la alabanza, no en la adoración. Adoración es todo lo que damos. Cantar, sea una canción lenta, una canción movidita, eso es alabanza a Dios. Decían que cantamos alabanzas, pero le adoramos a Dios las 24 horas del día. Voy a terminar con el capítulo de Oseas 14 para que lo veamos completamente lo que le pasó a Efraín. Miren, lo vamos a leer y con eso terminamos. Oseas 14.1 Acá es Dios hablándole a Israel. Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios, porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica y volved a Jehová y decidle, quita toda iniquidad y acepta el bien y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. Recuerde que es el profeta hablándole al pueblo de parte de Dios. ¿Y qué le tienen que decir a Dios? Díganle esto, no nos librará el asirio, no montaremos en caballo ni nunca más iremos a la obra de nuestras manos, Dios es nuestro, porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. Y fíjese que acá viene la respuesta del Señor. Miren lo amoroso que es Dios. Miren el amor de Dios. Automáticamente que Israel se arrepintió y le dijo a Dios que iba a confiar en Dios y le iba a entregar su vida. Dijo, yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío. ¿Cuántos quieren a Dios como rocío en nuestras vidas? Eso es lo que les está diciendo, es la presencia, la gloria de Dios manifestándose en las vidas. Yo seré a Israel como rocío. Él florecerá como lirio y extenderá sus raíces como el Líbano. Acá toda una figura, ¿no? Usted llévelo esto y entiéndalo en el espíritu lo que Dios le está diciendo a Israel. Y se extenderán sus ramas, mi hermano. Imagínese que usted es un árbol. Se extenderán sus ramas y será su gloria como la del olivo. ¿Cuántos han visto un olivo lleno de aceitunas? Y perfumará como el Líbano. Esto es trabajo para la casa. Vaya a estudiar lo que era el Líbano. Vaya a estudiar lo que eran esas plantas, esos árboles. Y se volverán y se sentarán bajo su sombra. ¿Quién? Va a haber gente que va a venir a tu vida a beber del agua de la palabra que va a salir de tu vida. Eso es lo que le está diciendo Israel. Porque en Israel pasaba que ya nadie quería estar ni en Israel. Pasaba como Argentina que todo el mundo se quiere ir. Eso pasaba en Israel. Preferían ir a vivir a Egipto, al Líbano, a otros lugares. Pero dice, volverán y se sentarán bajo su sombra. Serán vivificados como trigo y florecerán como la vid. Su olor será como el vino del Líbano. Y dice, fíjese cuál fue la reacción de Efraín. Efraín dirá, esto es lo que tiene que decir la iglesia, mi hermano. ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Ahí se despertó Efraín. Ahí reaccionó Efraín. ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo iré y miraré, dice Dios. Yo seré a él como la halla verde. De mí será hallado tu fruto. Y termina así el profeta Oseas. ¿Quién es sabio para que entienda esto? ¿Habrá algún sabio acá en la iglesia en esta mañana? ¿Quién es sabio para que entienda esto que se ha predicado en este día? Para que lo sepa. Porque los caminos de Jehová son rectos. Y los justos andarán por ellos. Y los justos andarán por ellos. Más los rebeldes caerán de ellos. Esa es la palabra para esta mañana, iglesia. Si hubiere algo que usted y el Espíritu Santo le está hablando a usted. Y estése atento en esta semana y en los próximos días. Porque si le pedimos al Señor que nos hable, Él nos va a abrir los ojos. Y nos va a empezar a mostrar qué tipo de ídolos y qué cosas en qué hemos incurrido en pecado en nuestras vidas. Recuerde que fuimos llamados para su gloria. Y el proceso por el que estamos aquí en la tierra es un proceso de santificación. La iglesia está en la tierra para santificarse. Todos venimos llenos de pecado del mundo. Todos vinimos a Cristo cargados de pecado, llenos de inmundicia. El Señor ya nos justificó y nos perdonó y nos dio vida eterna. Pero ahora hay un proceso de santificación que tenemos que llevar mientras estemos aquí en la tierra. Y para eso viene la palabra. Una iglesia no es iglesia porque canta, porque hablan, porque motivan o porque hablan del éxito. Una iglesia es iglesia porque se está santificando, esperando la venida del Señor Jesucristo. Porque Él vuelve. Él viene. Y así como muchos no creyeron la primera vez y lo rechazaron, así muchos le van a rechazar. Pero mi hermano, que usted no lo encuentre dormido, por eso dice la Escritura, velen, estén despiertos, no estén perdiendo el tiempo y vivan para Dios. Ese es el consejo pastoral en esta mañana. Póngase de pie. No vamos a terminar orando.

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