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Rom 7 del 14 al 25 Sem 32  Mi Verdadero yo Domingo 28 mayo 2023

Rom 7 del 14 al 25 Sem 32 Mi Verdadero yo Domingo 28 mayo 2023

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La siguiente es una producción de la comunidad Olivo Verde, Costa Rica. Y que tú eres bueno, porque para siempre tu misericordia es. Cada mañana hay que acertar, sé que en ti puedo confiar, me sostienes por tu brazo. Este mensaje es un mensaje que lleva el orden de la secuencia de los textos bíblicos que hemos venido estudiando durante estos meses, estas semanas. Hoy nos toca el versículo 14 al 25, pero cuando usted le diga en Romanos 7, 14, usted está entrando en aguas profundas. Es muy fácil cuando usted tiene conciencia de las cosas, es muy fácil, porque al menos usted está en la posibilidad de decir, si yo soy así. A mí me pasa eso. Entonces muy rápidamente, para tratar de ubicarnos en el contexto de lo que estamos haciendo, y tratar de ir avanzando, recordarles que la semana pasada, Pablo nos enseña, a partir del versículo 7, que la ley es necesaria para poder garantizar un debido proceso. La ley es necesaria para garantizar un debido proceso. Si no hay ley, la gente peca. No se le toma como pecado, pues se condena. ¿Y por qué se condenó? ¿Por hacer cosas malas? Para mí nadie me dijo que eso era malo, ahí se ha dado. Versículo 8, la semana pasada, se despierta en todos el deseo por lo prohibido. En todos se nos despierta el deseo por lo prohibido, por lo oculto. El capítulo 9, verso 17 del libro de Proverbios dice, el agua robada es refrescante. Lo que se come a escondidas es más sabroso. La misma Biblia dice que nos encanta el suspenso, que nos encanta el vértigo, que nos encanta la emoción. La semana pasada, versículos 9 y 10, nos enseñó que la palabra, la ley, revela la realidad de lo que soy. Y cómo funciono, por naturaleza, y cómo yo me rehúso por mi propia cuenta a ser lo bueno, a buscar lo mejor, por lo tanto, dice la Biblia, me muero. Dice la Biblia, me muero. Versículo 11, la semana pasada, todas estas cosas hacen tan común a mí que no lo veo como pecado cuando sí lo es, y vivo como que si todo estuviera bien. Yo no peco como peca Ivette Céspedes. Yo no peco como peca Donald. Yo no peco como peca Freddie. Versículo 12, nos enseñó la semana pasada, que la palabra es mi única opción para ser alguien y hacer algo en la vida. La palabra es perfecta. La palabra de Dios es perfecta. Versículo 13, la semana pasada, el pecado, o sea, la maldad en mí, en la forma activa, son mis deseos. En la forma pasiva, mi ignorancia. Mi ignorancia. Pasa una semana entera y yo no toco la Biblia. Yo no necesito la Biblia. ¿A qué la Biblia? Si está Netflix. Es que a mí no me nace. No nos engañemos, a mí no me nace. Ok, de eso estamos hablando. De eso estamos hablando casualmente. Por eso digo que por favor usted me entienda que esta mañana lo que esto implica es ponernos en evidencia con relación a lo que el apóstol está haciendo a partir del versículo 14, capítulo 7, nos está mostrando hacia dónde van las cosas, qué es lo que está en nuestro corazón, está desnudando lo que verdaderamente somos, simplemente para que usted y yo entendamos hoy tres sencillas cosas. Empecemos. Capítulo 14, dice, versículo 14, perdón, por lo tanto, el problema no es con la ley, el problema no es con la Biblia, el problema no es con la palabra, porque la ley es buena, la palabra es buena, la palabra es espiritual. Y claro, donde usted ve aquí que el apóstol Pablo dice que la palabra es espiritual, nos está diciendo tres cosas. Número uno, la palabra de Dios está viva. Cuando dice que la palabra de Dios es espiritual, nos está diciendo que está por encima de absolutamente todo. Y cuando nos dice que es espiritual, nos está hablando de que tiene la capacidad de trabajarnos de adentro hacia afuera. Cuando la palabra dice que es espiritual, está entrando en una dimensión importante. El problema está en mí, porque soy demasiado humano, y esta versión me gusta muchísimo, esta versión me gusta mucho, la nueva traducción viviente, porque dice, soy demasiado humano, soy demasiado humano. ¿Y qué somos? Marcianos. Noten que el apóstol Pablo está diciendo, soy demasiado humano, haciendo un contraste con la posibilidad de que en mí se manifieste algo más que simplemente mis instintos. Soy algo más que simplemente mis instintos. Y concluye su idea en el versículo 14 diciendo, soy un esclavo del pecado. Entonces, noten ustedes que ante esas afirmaciones, ante semejante afirmación, lógicamente, cuando Pablo dice, soy demasiado humano, estoy diciendo, me parezco más a todo el mundo, al montón. Ya lo único, lo único es Dios, lo único es Jesús. Jesús es el único ser humano que logró vivir en esta tierra como se podía vivir, sin depender de Él mismo, dependiendo solamente de Dios. Pero algunos de nosotros no estamos listos para esa conversación todavía. Jesús es el único ser humano, hombre y Dios, pero lo hizo como hombre. Que, número uno, entendió que no todo lo que Él pensara lo podía creer, y lo podía dar por un hecho. No somos confiables. Y la segunda reacción que tiene que producirnos el hecho de entender que estamos en nosotros, aquí, damas y caballeros, es realmente todos tenemos un problema. Todos en este recinto, esta mañana, tenemos un problema, tenemos algo en nosotros. Voy a decirlo así para hacerlo rápido, pero tenemos algo malo. Y el problema del problema que tenemos todos es que es tan común a todos, o es tan común el problema, que no lo vemos como problema. No lo vemos como problema. Todos tenemos cosas raras, todos tenemos cosas extrañas, todos hacemos cosas que no son las cosas que de alguna manera... Es más, cuidado que si lo bueno que hay en nosotros es, por decirlo así, y pensamos que es lo bueno, es más bien la más clara manifestación del supuesto problema que yo tengo. Hace muchos años, nunca me ha pasado eso, pero hace muchos años hablé con un paciente, y el paciente me dijo, yo no sé decir no. Yo no sé decir no. Dios libre, yo hubiera sido mujer, tendría un hijo de medio mundo. Yo tengo problemas, yo no puedo decirle que no a la gente, y yo me he visto en problemas con eso, y yo dije, que interesante. ¿Y qué pasa cuando una persona no sabe decir que no? Es que es sumamente servicial, que es sumamente dada a las cosas, que es muy positiva, que es muy entregada. Hello. Entonces, la forma en que levemente Pablo introduce las cosas, diciendo, número uno, el problema no es, el problema no es que a usted no le guste la Biblia, que usted no lea la Biblia, que no busque formar su corazón a partir de la palabra de Dios, ese no es el problema. El problema es que todos tenemos algo. Así lo introduce el apóstol. Ahora, empieza Pablo a dar cuáles son las señas, cuáles son las muestras de que yo reconozco que a mí me está pasando algo, que yo tengo algo. Porque el problema, ya les dije, el problema aquí, aquí, el problema aquí, damas y caballeros, no es cuando yo soy consciente de las cosas que yo soy y que yo tengo. Ese no es el problema. El problema es de lo que yo no quiero reconocer o no soy consciente, porque simplemente, todos, todos somos bien chismosos. Un ejemplo, es un ejemplo, realmente es un ejemplo. Todos somos bien chismosos. De que alguien más diga un chisme, cuál es el problema, es lo mismo. Entonces viene, viene Pablo y dice, miren, vean, a mí, dice Pablo, a mí me pasa eso, a mí, a mí, a mí. A mí me pasa eso. Número uno, realmente, versículo 15, 16, realmente, no me entiendo, a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto, pero no lo hago. En cambio, lo que odio, en cambio, hago lo que odio, 16, pero, pero, si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. Y aquí hay un juego de palabras. Y aquí hay algo que empieza Pablo a decirle a Drubal, esta mañana, vea lo que dice ahí. Realmente, no me entiendo. Ahí, se los voy a dejar un segundo para que lo vean. Pongan la atención. ¿Qué ven? Lo primero que Pablo está diciendo, es que hay una lucha en mí, internamente, que me confunde con relación a lo que es y debe ser. Entonces yo le pregunto a Drubal, nada que ver con Donald, nada que ver con Jorge, nada que ver con Tista, a Drubal. A Drubal, en su mente, con relación a la realidad de Dios en su vida, ¿hay alguna confusión? Bueno, dice Pablo que el asunto empieza con la confusión. Dice, realmente no me entiendo a mí mismo porque quiero hacer lo que es, segundo elemento. Cuando Pablo dice ahí, que él quiere hacer lo que es correcto, hermanos, yo me pongo a pensar en mí mismo, yo me pongo a pensar en mí, todo lo que quiero hacer es lo correcto. La respuesta es no. La respuesta es no. Pero el apóstol Pablo dice que él está tratando de pensar en lo correcto y yo estoy pensando que lo que Pablo está diciendo desafía mi corazón porque yo no pienso de esa manera. Hace muchos años estaba en una fiesta, muchísimos años, y llegó Leo y le pidió el carro prestado a un amigo. Y llegó el amigo, hizo así, y le dio la llave del carro, tómele, dice, la llave del carro. Yo vine a comprar un hielo y unas coca colas y no me acuerdo qué más. Se fueron en el carro a comprar el hielo y las coca colas, adivinen qué pasó. Se fue entre una zanja, pegó en un poste y el carro quedó exactamente hecho una lata de atún despedazado. Nadie se golpeó, nadie se lastimó. En la tarde, cuando ya llegamos a ver, estaba el muchacho asustado, aturdido por el asunto del accidente. Cuando él vio a mi amigo que le había prestado el carro, le dice, voy a hacer lo que sea para pagártelo. Y mi amigo llegó y le dijo, usted a mí no me debe nada. Yo se lo presté, yo soy el responsable. Yo lo vuelvo a ver y le digo, eso que él tiene, yo no lo tengo. Yo le hubiera cobrado hasta la última... Perdón, ¿alguien me está escuchando? Cuando mi amigo llegó y le digo, perdóname Mauricio, le dice, mae, yo le voy a pagar hasta el último cinco del carro, yo no sé qué voy a hacer. Le digo, usted a mí no me debe un cinco. Y yo dije, yo no tengo eso, yo eso no lo tengo. Uno de los taxistas chacón, ustedes saben que aquí hay unos hermanos chacón que son taxistas. Estoy yo parado, cuando viví aquí en el centro, estoy yo parado en la cochera con el carro desinflado y con la llanta aquí, esperando que llegara el taxi. Y entonces llegó uno de los hermanos chacón y me dice, es que quiero que me lleve a la llantera. Le digo, ¿por qué? Me dice, porque yo no voy a cambiar la llanta, me da mucha pereza. El taxista se bajó, me cambió la llanta. Él se metió, le quitó las tuercas, las ranas, puso el asunto, metió la llanta y me dijo, ahora sí, vaya y arregle la llanta. Cuando le fui a pagar, me dice, es un favor, no se pagan. Le digo, perdónenme, yo eso no lo tengo. Usted me está captando que cuando Pablo dice que hay que hacer lo correcto, yo, Federico Acuña, en su mente y en su corazón, eso no es lo que pasa por su cabeza. Sí me estoy comunicando. Y que aquí nos está dando una realidad del parámetro a donde yo tengo que pensar las cosas. Sigo, baja más, más profundo. Dice así, sabiendo que es lo correcto. Claro, Pablo también dice lo mismo, yo no lo hago. En cambio, dice lo siguiente, hago lo que odio. Lo que odio. ¿Yo lo odio? No. Y cuando usted no odia lo que Dios odia, estamos feos. ¿Me escuchó? Sigo. Pero yo sí sé, pero yo sí sé que lo que hago está mal. Claro, está diciendo, la Palabra de Dios me tiene claro. La Palabra de Dios me tiene claro en lo que está bien y lo que está mal. Avanzo, avanzo. Claro, y entonces viene el versículo 17, y en el versículo 17 hay como un descargo, hay como un descargo, ¿verdad? Y en el 17 dice, entonces yo, entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. Entonces, claro, inmediatamente Federico, Adrúbal, inmediatamente Harold, inmediatamente Jorge, inmediatamente China, decimos, aquí es salvada, no soy yo, es el pecado que está en mí. Claro, es cierto, lo que la Palabra nos está diciendo es, pongale atención al hecho de lo que verdaderamente hay dentro suyo. O sea, a ver, Pablo no nos está advirtiendo para que usted se dé cuenta usted mismo de qué tan dañino podría ser usted para una persona. Dese cuenta usted qué tan dañino podría ser usted para usted mismo. Pablo está diciendo en el verso 17, esta es mi realidad. Ahora, ahora, ¿qué hago? ¿Qué hago? Estoy en una encrucijada. Dios me dice que hay cosas que son correctas. Póngame atención. Hay cosas que tengo que odiarlas. Que al menos toque tener alguna confusión en la cabeza. Estoy en una encrucijada, ¿qué hago? De ahí, siga viviendo como está. Siga viviendo como vive, siga estando como está, siga viviendo como está, porque de por sí, así soy. Y no hay nada que hacer. No hay nada que hacer. Está ganando buena plata. Ya no es tan bicho como lo era antes. Está bien. Ahí va. Hay peores, hay peores, eso sí, claro. ¿Qué hago? Reconozco que no soy confiable. Guau, ya eso es un gran paso. Ya eso es un gran paso, Pablo. Reconocer que yo no soy confiable es un gran paso. Reconocer que no soy confiable con nadie, ni menos conmigo mismo. Y aquí viene el error, me autoayudo. Reconozco un psicólogo, pues me ayude. Me leo el libro, las 15 maneras de lograr el éxito. Padre rico, padre pobre. El monje que vendió su Ferrari. Pásame otro ladrillo. ¿Quién se robó mi queso? Siete hábitos de la gente altamente eficaz, Stephen Coyne. Vivo como si todo dependiera de mí, pero confiando y sometido únicamente a Dios, su palabra y el proceso al cual Dios me someta. Aquí había que decir amén por para. Bueno, por opinión. Bueno, por mayoría de votos, pues digan amén. O sea, se está diciendo que aquí hay tres tipos de personas. Sí, aquí hay tres tipos de personas. Los que viven la vida mañana, el lunes, y el asunto sigue exactamente igual. No hay ninguna reflexión hacia adentro con respecto a mi vida, a la realidad de mi vida, a la utilidad de mi vida, a lo que Dios quiere conmigo, porque todo es para mí. Todo es yo, me entretengo yo, mi vida, lo mismo que Dios quiere conmigo. Dios quiere conmigo porque todo es para mí. Todo es yo, me entretengo yo, mi vida, lo mío para mí. Todo para mí. Segundo tipo de personas. Sí, verdad, yo estoy jodido. Estoy jodido, ¿verdad que sí? Sí, está jodido, sí. No, necesito ayuda. Necesito ayuda. Yo estoy yendo donde un psicólogo a San José, porque mira qué bueno, me lo recomendaron. Mira qué bueno. Me ponen unas candelas así, y me acuesta, ¿entiendes? Sí. Y ahora sí, y me ponen unos olores ahí, y huelo como a ruda y como a tomillo, y es un olor, es una cosa, y yo salgo relajado, salgo... Oh, aquí hay gente, aquí hay gente que vive como si todo dependiera de ellos, pero confiando y sometido únicamente a Dios, su palabra y el proceso de Dios en ellos. Avanzo. Lo que siga lo entiende todo el mundo. They know. ¿Por qué no? Porque yo le digo, Leo, Leo, Leo, por Dios, tenés aunque sea alguna inquietud en tu corazón con respecto a Dios en tu vida. Dios no existe, ¿verdad? Bueno, es que la Biblia, la Biblia todo el mundo la ha tocado, y la Biblia está muy manipulada. Y entonces la Biblia... Para mí los testigos de Jehová me dijeron que Jesús no es Dios, que Jesús es hermano del arcángel Miguel, que es como si fuera Dios, pero no es Dios. Mira qué clases de escoloche en la cabeza. Entonces viene, y viene Pablo y dice, pues no lo entiende nadie. Voy despacio. Voy. Voy despacio. Yo sé que en mí, yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza, peca minosa, no existe nada bueno. ¿Sí? Esa naturaleza está en mí. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Perdón. Esto se escribió hace dos mil y pico de años. Y adivinen de qué está hablando. Adivinen de quién está hablando. De don Gabriel Herrera. De Federico. De Adrual. De todos nosotros. Nos está diciendo, Mauren, pero nada, pero es que, o sea. Has puesto los ojos en el lugar, en el lugar errado. Estás buscando un modelo de vida, que es un modelo de vida, que no te lleva a ninguna parte, porque lo que estás haciendo es imitando a otra persona, porque ni siquiera sabes quién sos, porque no tenés claro que en vos hay dos naturalezas. En todos los seres humanos hay dos naturalezas. Aun cuando el Hijo de Dios le entregue su vida al Señor, la naturaleza humana continúa estando en él y en ella. Y lo que está haciendo el apóstol es poniéndolo en evidencia para que nadie, absolutamente nadie, absolutamente nadie, se siga comparando con las Kardashian, se siga comparando con nadie. Y, ¡pa! Dice, ahora, si hago lo que no quiero hacer, Señor, qué raro, el problema es que yo sí lo quiero hacer. El problema es que por mi cabeza ni siquiera pasa la idea de pensar, lunes, seis y cincuenta de la mañana, ¿qué voy a hacer hoy para agradar a Dios? Nada. Nada. Porque yo soy Dios. Y mientras yo esté contento, yo no necesito Biblia, ni Dios, ni... Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que lo hace, lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. Reafirmando exactamente, usted funciona de forma dual, de dos maneras. ¿Por qué usted se levanta mañana a las seis y cincuenta? Instagram, Instagram, Instagram... El perro no mordió, ¡hazte vos! Este es tu mundo y es tu vida. El mundo está aquí. Los más rocos nos metemos en Facebook, Facebook, ahí está. Cuando me doy cuenta son las nueve de la mañana y llevo dos horas metido aquí. ¿No oí el amén? Gracias, gracias, gracias. Gracias. Conmigo, ¡eh! Duro, ¡eh! Descubierto. ¡Paren! No hay nada más que decir. Es más, técnicamente la prédica termina aquí. Porque se requiere descubrir algo. Y hasta que usted no descubre algo, usted va a seguir viviendo, viviendo como usted vive. Vive mal, no, vive para usted, pero no vive mal. Dice Pablo, verso 21, He descubierto el siguiente principio de vida, que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo malo, lo que está mal. He descubierto. He descubierto. ¿Dónde está el descubrimiento? A ver, ¿dónde está el descubrimiento? Por un viaje a Miami, todo pago. Dos semanas en los parques. Una semana en Colón, Panamá. ¿Ah? ¿No pasó? No te entendí. ¿Dónde está lo descubierto? En que yo ya entendí que existe lo malo. Y que estoy haciendo lo malo. Ya lo descubrí. Pero yo no hago nada. De eso estoy hablando. Exactamente de eso estoy hablando. Espérate, quédate ahí, quédate ahí. Oíme lo que dice Rosa. Dice Rosa, ¿será que es que uno se deja llevar por las emociones? Sí y no. Ojalá que sí. Al menos, al menos en el caso de Leo, y puse ahora, Leo está con algún cuestionamiento. Eso será de Dios. A Dios le interesará. ¿Dónde está mi vida? ¿Qué es lo que estoy haciendo? Dios no tiene nietos. Tiene hijos. Ninguno de ustedes va a estar ni con el pastor. No cabemos, estoy muy gordo. Ninguno de ustedes va a estar con el pastor. Ni con su mamá, ni con su papá. Delante del Señor, el día que usted se presente delante de Dios está solo. Vea. ¿Cuál es la reacción de la gente? ¿Cómo debemos de reaccionar? Hay reacciones, claro que hay reacciones. Primera reacción, no haga nada. Vuelvo al punto, no haga nada al final. Mientras vivo así y aquí, será el único cielo que usted conocerá. Usted está tan metida en su vida, y está tan metida en su mundo, y su ropa, y su cuerpo, y su cara, y está tan metida en su carrera, su universidad, su look, su todo, que el cielo que usted va a conocer, lo va a conocer aquí, se lo prometo. Pero es el único cielo que va a conocer. Me está escuchando, y me está entendiendo. O, haga lo que hay que hacer, para que pueda ver aquí, el único infierno que un hijo de Dios va a conocer. Tiene que haber alguna reacción, hermanos. Tiene que haber alguna reacción. Tiene que haber alguna reacción. Mira, le voy a dar un consejo. Hágase esta pregunta. ¿Dios existe? Sinceramente, no. No existe. No vuelva. Jádese y haga con su vida, lo que quiera. No pierda tiempo metido aquí. Pero si cada domingo es como abrir gatos, tendría que poner el culto a las 3 de la tarde, porque es temprano. Empezamos a las 9 y media. Empezamos a las 9 y media. Después a las 10. Después a las 10 y media. Ya va por las 11. Y es un play. Si usted cree en Dios, solo hay uno. Y ese Dios exige total y absoluta bendición absoluta. Pero el problema suyo y el problema mío es que usted no cree en Dios. No, no, claro que sí yo creo en Dios. No. Vea, vea. Vea. El versículo 22 la terminó de repellar. La pegó terrible y nos la pega en la cara. Y dice Pablo, bueno, no, no, no, ¿saben o qué? Yo amo la palabra de Dios. Yo amo a Dios. Entonces, ¿cómo explica usted eso? Le pongo signos de pregunta, le pongo signos de pregunta y la pregunta que le hago aquí a Melissa y la pregunta que le hago aquí a Flory y la pregunta que le hago aquí a cada uno de ustedes es ¿Puedo yo afirmar amo la palabra de Dios con todo mi corazón? ¿Ama usted más la palabra de Dios que sus propios pensamientos para que usted me entienda? Y aquí está la pregunta que Pablo, claro, nótenlo. Ve, 23. Dice, ¿saben? No se asusten. Esto lo escribe el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo. Entonces, esto que se está viviendo hoy lo vivieron allá en Roma hace dos mil y pico de años. Pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Este poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí. Es una lucha. O O Entienda hoy esto. Paulina, Daniel, Gabi, Checho, nadie se conoce ni se conocerá nunca completamente. Nadie. Nadie. Dos. Ninguno de nosotros sabe lo malo que podría llegar a ser. Tres. Nadie nunca logrará ser su mejor versión sin tener que compararse y destruirse en el intento. Yo no le estoy hablando a angélicos. Le estoy hablando a hijos de Dios. O o la pregunta que, de alguna forma o la respuesta más bien que de alguna forma Pablo inmediatamente evoca Pablo dice, vean, aquí está. Soy un pobre desgraciado. ¿Cuál es la única actitud válida, básica, que Dios permite de un corazón que reconoce a Dios? Esta, soy un pobre desgraciado. Solo así puedo resumir este mensaje. No salga de aquí sin hacerse la pregunta. Yo seré salvo. Mi nombre estará escrito en el libro de la vida. Acabo de leer ocho versículos. De hecho, son once. Nueve, perdón. Y hace un test de salvación. Vean. Pregunta número uno. ¿En algún momento de su vida se siente usted demasiado humano dándose cuenta que hay otra naturaleza que usted no tiene? ¿Usted podría conocer que es la naturaleza de Dios? Primera pregunta. Primera análisis del test. Segundo. No me entiendo. ¿Entra usted en alguna confusión en algún momento diciendo, mira, yo veo como un chanchito? Yo veo como un chanchito, ¿verdad que sí? No me entiendo. Quiero hacer lo que es correcto y lo que hago lo odio. Segunda, tercera pregunta del test. Cuarta pregunta. La ley del pecado pero ¿cuál? ¿Cuál si pensas que sos bueno? Siguiente pregunta. ¿Quiero hacer lo que es correcto? Siguiente pregunta. ¿Soy capaz de reconocer que lo malo es malo? Siguiente pregunta. Amo la palabra la palabra con todo mi corazón más que mis propios pensamientos. ¿Tengo algún conflicto con mi mente? Ve, entonces, a las preguntas, a lo que usted acaba de ver, la respuesta es no, usted no es hija de Dios, usted no es hijo de Dios, usted no es salvo. Y lo primero que usted tiene que hacer es entregarle su vida a Dios de forma incondicional, eso es todo. Termina el versículo 25 de la forma más majestuosa e impresionante que usted se puede imaginar. Dice, gracias a Dios, la respuesta está en Jesucristo que nuestro Señor. Gracias a Dios, la respuesta está en Jesucristo, nuestro Señor. Así que, ya ven, en mi mente de verdad quiero obedecer lo de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado. Y si Pablo está diciendo que él es esclavo del pecado, imagínese nosotros. Del 14 al 25 son los textos más claves. Y entramos al capítulo 8 y el capítulo 8 es bellísimo. ¿Ustedes saben cómo empieza el capítulo 8? Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, Señor nuestro. Para los que viven en el Espíritu y no en la carne. Ese es el capítulo 8. Pero dice ninguna condenación hay para los que están en Cristo. Cierre sus ojos. Tiene su cabeza y si usted no es hijo de Dios, uno es hijo de Dios, dígale a Dios en este momento, Señor, ten misericordia de mí.

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