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DOM 26 NOV 2023 ORACION SINCERA MI LUGAR SECRETO YELIXA MORERA

DOM 26 NOV 2023 ORACION SINCERA MI LUGAR SECRETO YELIXA MORERA

OLIVO VERDE COSTA RICAOLIVO VERDE COSTA RICA

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Olivo Verde is a community focused on the systematic and respectful study of the Word of God. They emphasize the importance of having a personal, intimate relationship with God through prayer. The speaker shares her own experiences of finding solace and authenticity in prayer, away from the hypocrisy and pride that can contaminate it. She discusses the passage of Jesus and prayer from Matthew 6:5-15, highlighting the importance of praying in private and with sincerity, rather than for show. The speaker also shares a personal testimony of facing a serious health issue in 2020 and finding peace and guidance through prayer. She emphasizes the need to humble oneself and seek God's grace and forgiveness. Olivo Verde es una comunidad enfocada en el estudio sistemĂ¡tico y respetuoso de la Palabra de Dios. El contenido de su producciĂ³n se basa en el trabajo verso a verso del texto bĂ­blico. Cuando el velo se rasgĂ³ y tuvimos el acceso directo a la presencia de Dios porque eso fue lo que yo encontrĂ© en medio de la prueba. Mi lugar Ă­ntimo, mi lugar secreto, mi lugar para estar sin disfraces, sin antifazes, sin hipocresĂ­as, sin vanagloria, sin soberbia, sin orgullo delante de la presencia de Dios. ¿Por quĂ©? Porque a veces dejamos que nuestra oraciĂ³n sea contaminada por nuestra humanidad. Por eso yo hoy quiero compartir con ustedes un pasaje que lo hemos escuchado mucho, pero me voy a centrar en tres versĂ­culos. Hoy vamos a hablar del pasaje de JesĂºs y la oraciĂ³n. Eso es parte de todas las palabras maravillosas que JesĂºs dio en el monte. Para tener una visiĂ³n completa es importantĂ­simo que leamos los capĂ­tulos 5, 6 y 7 porque ahĂ­ es cuando JesĂºs hace un anĂ¡lisis de los fariseos. ¿Por quĂ©? Porque el Señor condena todas las manifestaciones religiosas que tenĂ­an los fariseos. Y lo que voy a hablar acĂ¡ quiero que sepan que en primer lugar va para mĂ­, porque muchas veces tomĂ© el lugar de esos fariseos y no dejĂ© que mi humanidad permitiera entrar la gracia de Dios en mi vida. Cuando les cuente algunas cosas de lo que me pasĂ³ en el 2020, muchos de ustedes pueden decir, esa estĂ¡ mĂ¡s loca que una cabra. Puede ver que sĂ­. No voy a contar mi testimonio completo porque nos llevarĂ­a mucho rato y de eso no se trata. Y no se trata de que yo sea la actriz de esto, se trata de que Dios tenga el papel principal. Pero sĂ­ voy a contar ciertas cosas. Voy a leer completo el pasaje para que entremos en contexto y despuĂ©s vamos a hablar de los versĂ­culos que van a fundamentar la palabra que Dios quiere que compartamos el dĂ­a de hoy. Dice asĂ­, Mateo 6, del 5 al 15. Y cuando ores no seas como los hipĂ³critas porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres y de ciertos digo que ya tienen su recompensa. Mas tĂº cuando ores entra a tu aposento y cerrado a la puerta ora a tu padre que estĂ¡ en lo secreto y tu padre que ve en lo secreto te recompensarĂ¡ en pĂºblico. Y orando no seis vanas repeticiones como los gentiles que piensan que por su palabrerĂ­a serĂ¡n oĂ­dos. No os hagĂ¡is pues semejantes a ellos porque vuestro padre sabe de quĂ© cosas tenĂ©is necesidad antes que vosotros le pidierais. Vosotros pues orarĂ©is asĂ­, Padre nuestro que estĂ¡s en los cielos santificado sea tu nombre. Venga a tu reino, hĂ¡gase tu voluntad como en el cielo asĂ­ tambiĂ©n en la tierra. El pan nuestro de cada dĂ­a dĂ¡noslo hoy. PerdĂ³nanos nuestras deudas como tambiĂ©n nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentaciĂ³n, mas lĂ­branos del mal porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. AmĂ©n. Porque si perdonĂ¡is a los hombres sus ofensas os perdonarĂ¡ tambiĂ©n a vosotros vuestro Padre celestial. Mas si no perdonĂ¡is a los hombres sus ofensas tampoco vuestro Padre os perdonarĂ¡ vuestras ofensas. Generalmente estamos acostumbrados a centrarnos cuando hablamos de este pasaje tan hermoso en el Padre nuestro. Hoy nos vamos a centrar en los primeros versĂ­culos. JesĂºs lo que quiere hacer acĂ¡ es una manifestaciĂ³n de lo que se hacĂ­a y lo que realmente se debe hacer en el espĂ­ritu. Y ya nos estaba dando una promesa del lugar secreto. Hoy en dĂ­a que estĂ¡n tan de moda las series y que invertimos tanto tiempo en las series. Que se han dedicado a sacar series basadas en la palabra obviamente con su parte verdad hollywoodesca. Y me llamĂ³ mucho la atenciĂ³n que en una parte de la serie cuando estĂ¡n actuando o manifestando el pasaje de JesĂºs con la samaritana. Cuando estĂ¡n hablando la samaritana le dice es que no puedo ir al templo a adorarte. Y JesĂºs le dice pronto no tendrĂ¡s que ir a ningĂºn lado porque en donde estĂ©s podrĂ¡s adorar. ¿CuĂ¡ntos de nosotros hemos comprendido eso? Y de toda la serie se me quedĂ³ eso grabado. Porque vemos tan comĂºn elevar una oraciĂ³n a Dios que a veces se convierte como un ritual. MĂ¡s que en una peticiĂ³n, una conversaciĂ³n espontĂ¡nea con el Señor. Dice y cuando ahora no sea como los hipĂ³critas porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas. Uno de los elementos que nosotros tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a quitar. Es la soberbia de nuestro corazĂ³n, la vanagloria. ¿Por quĂ©? Que chiva que me vean, que carga. Y las redes sociales hoy a los que son mĂ¡s jĂ³venes y a los que tenemos algĂºn tiempo pues como que no nos afecta tanto verdad. Pero las redes sociales hoy han hecho que los jĂ³venes busquen eso. Es mĂ¡s, un dĂ­a llegĂ³ un estudiante y me dice, profe, que carga. Yo, ¿por quĂ©? Tiene mĂ¡s like en sus fotos que yo en las mĂ­as. Eso es lo que hay en nuestros jĂ³venes y a veces eso es lo que nosotros estamos manifestando tambiĂ©n. La palabra de Dios dice que ellos tendrĂ¡n su recompensa en pĂºblico. Ya la tienen, todos los vieron orar, todos aplaudieron y ahĂ­ quedĂ³. Pero aquĂ­ viene una parte que es para mĂ­ fundamental. MĂ¡s tĂº, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu padre que estĂ¡ en el secreto. Y tu padre que ve en los secretos te recompensarĂ¡ en pĂºblico. Y aquĂ­ es donde voy a contarles un poquito de mĂ­. En el 2020 yo era muy activa acĂ¡ en la iglesia y dejĂ© de ser activa acĂ¡ en la iglesia. ¿Por quĂ©? Porque necesitaba un espacio Ă­ntimo. Con el Señor. Y asĂ­ me lo hizo Ă©l ver. En el 2020 el Señor cancelĂ³ todos los planes que tenĂ­a como mujer, como profesional y como ser humano. Me dijo que no a todos los anhelos y peticiones que habĂ­a en mi corazĂ³n. Uy, ¿cĂ³mo lo llevĂ©? No sĂ©. Él me dio su gracia para llevarlo. Voy a contarles para muchos que dicen que Dios no habla hoy, que Dios nos habla hoy. Y no solamente por su palabra. El 2020 estĂ¡bamos en pandemia, ¿verdad? Yo habĂ­a empezado un trabajo nuevo que siempre habĂ­a añorado, por decirlo asĂ­. Tuve un sueño, era amanecer a un sĂ¡bado. Y en el sueño, esto sĂ­ necesito contĂ¡rselo. Señor, apĂ³yese en mi corazĂ³n. En el sueño yo estaba tomando cafĂ© en un lugar hermoso. HabĂ­a mucho verde. ¿Con quiĂ©n? No tengo idea. Nunca le vi la cara. Simplemente escuchĂ© una voz en la conversaciĂ³n que nunca olvidarĂ©. Una voz fuerte, pero llena de paz, que me dijo, Usted deberĂ­a buscar un doctor. What? Estoy bien, sĂ­, sĂ­. Porque usted estĂ¡ enferma. Ok. DespertĂ© sĂ¡bado, no podĂ­a sacarme ese sueño de la cabeza. Y esa voz de la mente y el corazĂ³n. LleguĂ© a desayunar y le dije a mi mamĂ¡, porque mi mamĂ¡, como todas las mamĂ¡s, son de las que hay que hacerse un chequeo general, revĂ­sese, mire que hay que ir donde el doctor, bla, bla, bla, ¿sĂ­ o no? Pero muchos somos opones y quitadones, ¿ves? Bueno, no bastĂ¡ndole al señor darme ese anuncio, en el lugar donde estaba desayunando, tomando cafĂ© con esa persona, habĂ­a una fecha en un reloj, 16 de 6, 16 de junio. Cuando me levanto, voy a desayunar y le digo a mi mamĂ¡, bueno, voy a llamar a sacar citĂ³n de un doctor que se soĂ±Ă³. Ups, las mamĂ¡s. Y yo, ah, mami, es que me soñé que estaba enferma. Pero de paso, voy a sacarme cita a mĂ­ y le voy a sacar cita a mi hermana, o sea, no me voy sola, aquĂ­ nos vamos las dos. Saco las citas, la de ellas se la dieron para el 15 de junio, y adivinen la mĂ­a para cuĂ¡ndo, 16 de junio del 20. Cuando lleguĂ©, parte del estudio llevaba un ultrasonido de abdomen. Entonces ya yo vi los ojos del doctor medio extraños, ¿verdad? Y me decĂ­a, dĂ©se vuelta para acĂ¡, dĂ©se vuelta para allĂ¡, haga esto, haga lo otro, de espaldas, vamos de nuevo. Y entonces yo le dije, doctor, no pase rite, ¿verdad? Y me dice, Yelix, es que tienes una mancha en la suprarrenal. ¿QuĂ© dice eso? ¿Existe algo que se llama suprarrenal? SĂ­, es una glĂ¡ndula que estĂ¡ sobre el riĂ±Ă³n, que tiene un montĂ³n de funciones. Bueno, soy una sobreviviente, se los voy a hacer cortos. Me trataron como emergencia mĂ©dica, y uno de mis especialistas me dijo, usted no llega a diciembre. ¿QuĂ© le pedĂ­ a Dios? Y aquĂ­ es donde quiero, que vean cĂ³mo Dios, con su amor y su misericordia, que no es el amor que nosotros profesamos, es mĂ¡s grande, me guiĂ³ con calma, con paciencia. ¿Por quĂ©? En un primer momento dije, yo no quiero que nadie se dĂ© cuenta. No quiero que me tengan lĂ¡stima. Orgullo, ¿verdad? Bendito orgullo. Ok, cuando lleguĂ© a mi casa, hablamos, ahora sĂ­, tenemos que ponernos en acciĂ³n, dijo el doctor, porque estamos en pandemia, y era complicado. No les voy a hacer el cuento muy largo. Todo mundo oraba, inclusive esta iglesia orĂ³ por mĂ­, por mi sanaciĂ³n. En agosto, uno de mis especialistas me dice, Yelixa, bueno, la cosa no pinta muy bien, si hay que operar, tĂ­nenlo rĂ¡pidamente, pero ya es verdad, usted sabe, asĂ­ suavezĂ³n, posiblemente diciembre, no sabemos. Cuando lleguĂ© a mi casa, y en un primer momento, desde que confirmaron lo que yo ya sabĂ­a, lo que le pedĂ­ al Señor es dame paz, para llevar esto de la mejor manera. Y me dio una paz que ni yo lograrĂ© entender nunca. Pero mientras todas las personas oraban por mi sanidad, yo nunca orĂ© por mi sanidad. Yo oraba para que Dios me diera paz, para que abriera puertas. Mi operaciĂ³n era muy riesgosa, entonces tenĂ­an que operarme, obviamente en uno de los grandes hospitales, y que estuviera la UCI desocupada. Ya yo sabĂ­a que iba a pasar un tiempo ahĂ­ ya, todo me lo habĂ­an explicado. Cuando me llaman un lunes, 9 de noviembre, a las 5 de la tarde para que me vaya a internar, la famosa llamada millonaria, ¿verdad? En aquel momento fue, vĂ¡yase para su casa que nosotros la llamamos. Uy, Dios mĂ­o, ¿quĂ© espera? Cuando me llega la llamada millonaria, me baño, alisto mis cosas y voy saliendo a mi cuarto, el EspĂ­ritu de Dios habla directamente a mi mente, a mi corazĂ³n. Y yo nada mĂ¡s escuchĂ©, todo mundo ora por tu sanaciĂ³n, ¿por quĂ© no has orado por tu sanaciĂ³n? Uy, porque habĂ­a dejado que una levadura humana tomara el control de mis emociones, el orgullo. En ese momento hice la oraciĂ³n mĂ¡s pequeña y eficaz que he hecho en toda mi santa vida. LleguĂ© a mi cuarto, me arrodillĂ© y le dije, Señor, perdona mi orgullo, perdona mi soberbia, limpia mi corazĂ³n. Si es tu santa voluntad sanarme, hĂ¡galo ya porque ya no hay tiempo. AmĂ©n. Y me fui. Cuando Ă­bamos en el carro, mis hermanas iban guiando una oraciĂ³n, gracias a Dios bendito me dejĂ³ nacer, me permitiĂ³ nacer en una familia donde su nombre ha estado desde mi nacimiento, donde mi madre entregĂ³ sus embarazos al EspĂ­ritu de Dios y al Señor. Y todas hemos buscado su presencia y hemos servido de una u otra manera para Ă©l. Y me fui. Se lo voy a hacer pequeño. Ni siquiera tuve que estar en la UCI. EntrĂ© a la sala de operaciĂ³n a las cinco de la mañana del 10 de noviembre, salĂ­ a las tres de la tarde de la sala de operaciĂ³n. Cuando despertĂ©, ya era muy tarde, y recuerdo que una señora me dijo, muchacha, por Dios, ya Ă­bamos a preguntar por usted. Y yo, ¿quĂ© pasĂ³? Es muy tarde. Yo pensĂ© en mi mamĂ¡. Y yo, Señor, y no tengo cosas. Estoy... Bueno, al otro dĂ­a me dieron la salida. Y hace seis meses me dieron de alta. Esa es la gloria de Dios. Pero fue ahĂ­, cuando ya no dependĂ­a nada de mĂ­, ni de lo que tenĂ­a, ni de la profesiĂ³n, ni de lo cuĂ¡n buena soy, cuando solamente dependĂ­a de Dios, que aprendĂ­ lo que significa el velo se rasgĂ³, que aprendĂ­ lo que significa entra en tu cuarto, cierra la puerta, y tu Señor, que estĂ¡ en lo secreto, te escucharĂ¡. ¿CuĂ¡l es su lugar secreto? La traducciĂ³n dice que cuando la Biblia habla de lugar secreto es un lugar donde tenemos nuestros tesoros. Y si nosotros decimos que somos amantes del Señor, que el Señor estĂ¡ en primer lugar en mi vida, es el que tiene que estar de primer lugar en mi lugar secreto. ¿CuĂ¡l es su lugar secreto? No esperen a llegar a un momento como el mĂ­o que Dios tuvo misericordia y gracia y hoy me tiene aquĂ­ proclamando su palabra. Todos los dĂ­as tenemos acceso a ese lugar. El tiempo se ha convertido en nuestro peor enemigo. Lo urgente le ha quitado el espacio, le ha quitado lugar a lo importante. Es que me urge, entro a las siete, entonces pongo el alarma a las cinco, pongamos a las cuatro y cuarenta y cinco. Uy, pero son 15 minutos de sueñito en la mañana. Y con estos frĂ­os decembrinos, hay que sacar el tiempo. Cuando vamos en el carro, tenemos nuestro lugar secreto con nosotros. Esto que estĂ¡ acĂ¡ es el Templo del EspĂ­ritu Santo, y asĂ­ lo dice el Señor. No necesito ir a los tabernĂ¡culos, como dice el Antiguo Testamento. No necesito buscar de palabras de domingo para dirigirme a Él. Antes en una canciĂ³n decĂ­amos que es nuestro amigo. ¿CĂ³mo tratamos a los amigos? Si yo invito a Roxana a mi casa, yo la dejo entrar hasta el lugar mĂ¡s Ă­ntimo de mi casa, que generalmente son los cuartos, las habitaciones, los dormitorios, en la primera ida, ¿no? A nuestro dormitorio dejamos entrar a la gente de confianza, ¿o no? ¿A dĂ³nde estamos dejando entrar al Señor? ¿Lo tengo como un visitante en la sala? ¿O realmente le abro mi intimidad y me muestro tal y como soy? Porque dĂ©jenme decirles que aunque nosotros querramos maquillar todo lo que hacemos, el Señor nos estĂ¡ viendo. Y Él sabe lo que hacemos, lo que decimos, cĂ³mo sentimos. Cuando se nos sale ese lado egoĂ­sta y humano, que uno dice, Señor, ¿cĂ³mo pensĂ© eso? Todo nos pasa. Este lugar secreto y esa oraciĂ³n es lo que yo quiero que hoy empecemos a valorar. Hoy que tenemos oportunidad. Cuando yo empecĂ© mi proceso de salud, una de mis amigas lo empezĂ³ conmigo, con otro tipo de enfermedad. Y recuerdo que ella me decĂ­a, Yeri, es que somos guerreras y vamos a orar. Era una mujer de mucha fe. En un primer momento, parecĂ­a que me iban peor a mĂ­ que a ella, hasta en salud. El Señor tenĂ­a planes diferentes con nosotros. A principios de año le dije el Ăºltimo adiĂ³s. Y me sentĂ­ mĂ¡s responsable que nunca de proclamar la Palabra de Dios. Porque Dios tuvo compasiĂ³n de mĂ­. Tuvo misericordia de mĂ­. Y me permitiĂ³ reanudar mi relaciĂ³n con Él. Fortalecer mi intimidad con Él. Pero no sĂ© si voy a tener una segunda oportunidad. Si alguno de ustedes ha tenido esa segunda oportunidad, no espera a ver si tiene una tercera. Si ya la tuvo, aprovechela. Si no la ha tenido, no espera tenerla. Fortalezca lo que Dios ya ha puesto en su corazĂ³n. Humanos somos todos, pecadores somos todos. La Palabra de Dios lo dice. Nuestros pecados son barrera entre Dios y los hombres. En Romanos 3.23 dice, Por cuanto todos pecaron y estĂ¡n destituidos de la gloria de Dios, yo no soy mĂ¡s ni menos por estar aquĂ­. Simplemente quiero abrir mi corazĂ³n y ser transparente. El Señor nos llama a ser transparentes. A lo que ven aquĂ­ es lo que hay. Y a veces amanezco feliz. Y a veces amanezco como que me pellizcaron en la mañana. Y a veces tengo muchas ganas de hablar con Dios. Y a veces le digo, es que hoy no. Pero ahĂ­ es donde mĂ¡s lo tengo que buscar. ¿Por quĂ©? Porque Cristo nos dio acceso directo a la presencia de Dios. En 2 Corintios 5.19 dice, Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo. No tomĂ¡ndoles en cuenta a los hombres sus pecados. Y nos encargĂ³ a nosotros la palabra reconciliaciĂ³n. Yo lo invito hoy. Y las invito. Digna. Ustedes saben por quĂ© no le pedĂ­a a Dios mi sanaciĂ³n. Porque no me sentĂ­a digna. Pero ese es el orgullo. Porque Dios nos tiene aquĂ­. Y hemos abierto nuestro corazĂ³n. Y lo hemos proclamado como nuestro Señor y Salvador. Somos dignos de Él. Somos dignos de Su gracia. ¿DĂ³nde encuentro la verdad? En la palabra de Dios. Abran sus Biblias. Es que no entiendo nada. Dios les va a dar el discernimiento, la sabidurĂ­a, la inteligencia, la ciencia. Para entender lo que Él quiere decir por medio de Su palabra. Y si se los digo es porque yo lo he vivido. Como ustedes, cada domingo vengo con el corazĂ³n lleno de esperanza. Pero sobre todo lleno de fe. Porque la oraciĂ³n es eso lo que nos da. Esperanza. Fe. Yo tenĂ­a la certeza que Dios me iba a sanar. No. Como les digo. Las respuestas a mĂ¡s del 80% de mis oraciones han sido no. Pero la misma gracia de Dios me ha hecho comprender que eso es lo mejor para mi vida. Y que si no hubiera sido asĂ­, hoy yo no estuviera aquĂ­ proclamando Su palabra. Y eso es lo que vale la pena. Que Dios nos vea en disposiciĂ³n, en obediencia. Por eso cuando me dijeron que diera un mensaje hoy, a pesar de que tenĂ­a todo el miedo del mundo, dije que sĂ­. ¿Por quĂ©? Porque mi primer lema fue Señor, te serĂ© obediente. Durante mucho tiempo trabajĂ© con monjas en un colegio de monjas. Y les voy a contar un secreto. No le cuenten a las monjitas. Los profes tenĂ­amos que hacer las lecturas en la EucaristĂ­a. Y cuando a mĂ­ me tocaba, yo siempre la cambiaba. Porque me daba pavor el micrĂ³fono. Yo leĂ­a el Evangelio porque no me veĂ­a nadie. Era una reflexiĂ³n que se hacĂ­a todos los dĂ­as en la mañana. Pero cuando era en pĂºblico, y antes me dijeron, ¿cĂ³mo estĂ¡? AsustadĂ­sima. Ustedes intimidan, dĂ©jenme decirles. ¿Por quĂ©? Porque, chiquillos, yo no tengo nada diferente de ustedes. Somos exactamente igual. Y estamos aquĂ­ haciendo comunidad. Somos trigo y somos cizaña. La Iglesia es eso. Y eso es lo que nos ayuda a crecer. Pero el velo se rasgĂ³. Y tenemos ese acceso directo. A la gracia, al amor, a la voluntad de Dios. Y a que Dios hable directamente a nuestro corazĂ³n. ¿CĂ³mo tiene que ser nuestras oraciones? No tenemos que sacar palabras de domingo. Y eso se ha dicho muchas veces, pero a veces como que no lo interiorizamos. Lo sabemos, pero no lo comprendemos. Cuando yo digo, Señor, quita de mĂ­ todo aquello que me aleje de Ti. PermĂ­teme limpiar Tu templo para que hagas presencia en Él. El Señor va a poner en nosotros las palabras. ¿Por quĂ©? Mucha gente dice, ¿para quĂ© le voy a decir si Dios ya sabe lo que estoy pasando? Dijimos que Dios era amigo. Cuando a mĂ­ me dieron la noticia, yo busquĂ© a mi mejor amiga y le dije, Ey, me pasa esto y eso. Porque tenĂ­a la confianza de, ¿por quĂ© no se lo voy a decir a Dios? ¿Por quĂ© en lugar de agarrar el telĂ©fono y enviar un mensaje contĂ¡ndole a alguien sobre mi situaciĂ³n, primero no oro. Señor, hoy me fue pĂ©simo en el trabajo, digamos. Tengo esta situaciĂ³n. Tengo problemas con mi jefe. AquĂ­ los que somos maestros o profesores. Ay, Señor, estos chiquitos, o sea, me van a volver loca. Él debe ser el primero. AbrĂ¡mosle ese espacio. Realmente, cuando profesamos nuestra fe y decimos, Señor, eres lo primero en mi corazĂ³n, que sea asĂ­. No que sean palabras vanas como los fariseos. Hagan lo que ellos dicen, pero no hagan lo que ellos hacen. Todos los que viven en JesĂºs por la fe tienen acceso directo ante la misma presencia de Dios. ¿CĂ³mo estĂ¡ tu fe? ¿CĂ³mo estarĂ¡ mi fe? ¿QuĂ© tanto fortalezco en la oraciĂ³n mi fe? Son palabras sencillas. Es comuniĂ³n con Dios. Hay tres elementos que me encontrĂ© por ahĂ­. De la oraciĂ³n. Porque a veces queremos ponerle mucho adorno al asunto. Y creo que en lo sencillo estĂ¡ lo mĂ¡s bello. Entonces, por ahĂ­ me encontrĂ© que alguien decĂ­a que un corazĂ³n devoto busca Ăºnicamente la gloria de Dios. Y por eso dice, cierra la puerta que tu padre que estĂ¡ en los secretos te escucharĂ¡ y te recompensarĂ¡ en pĂºblico porque tu oraciĂ³n es para Dios, no para nadie mĂ¡s. Es una conversaciĂ³n entre usted y Ă©l. Nadie tiene por quĂ© darse cuenta. Un corazĂ³n humilde buscando Ăºnicamente la atenciĂ³n de Dios. QuĂ© chida me quedĂ³ esa oraciĂ³n. No. Yo no tengo que buscar de que nadie me preste atenciĂ³n a mĂ­. Es a Dios. Los mensajeros somos los que mĂ¡s necesitamos de la gracia de Dios todos los dĂ­as. Los mensajeros somos los que mĂ¡s necesitamos de la misericordia de Dios. Ustedes y yo somos mensajeros. Desde nuestro hogar. Desde nuestro trabajo. Y el tercero, un corazĂ³n confiado teniendo la certeza que Dios sabe todo lo que necesitamos y en fe esperar la muestra de su respuesta. ¿Por quĂ© en fe? Porque puede ser que los gaste, pero puede ser que no. Y por eso voy a dejar de buscar la presencia de Dios. Al contrario. Tengo que aferrarme mĂ¡s a ese amor. Porque si algo no estĂ¡ permitiendo en mi vida, es porque eso estaba dentro de mis planes y no a los planes del Señor. HĂ¡gase tu voluntad, Señor. No la mĂ­a. Pero a nosotros nos cuesta mucho, mucho comprender el trasfondo de eso. Porque queremos que sea nuestra voluntad. Y queremos que sea como cuando Ă©ramos niños y le pedĂ­amos que nos compraran un confite y no nos compraran el confite. Y entonces usted, un confite, un confite, un confite, un confite, un confite. Y entonces los papĂ¡s obstinados, estĂ¡ bien, toma el confite para que se calle. Ese no es Dios. Esos somos nosotros en nuestra humanidad. Tenemos acceso directo. Tenemos la fuente de la verdad, la oraciĂ³n. Tenemos el EspĂ­ritu de Dios con nosotros. Muchos de nosotros nos limitamos y pensamos que no tenemos en nuestra mente, alma y corazĂ³n lo necesario para estar en la presencia de Dios. Dios nos ha dado un espĂ­ritu de valentĂ­a, un espĂ­ritu de oraciĂ³n. Nos ha dado todos los carismas y los dones que necesitamos para buscar su presencia constantemente. Y esa es la invitaciĂ³n que yo les quiero hacer hoy. Y quiero terminar con esta frase, que fue una frase que en algĂºn momento escuchĂ© del señor John MacArthur, que me llamĂ³ mucho la atenciĂ³n porque me dejĂ³ ver que estoy muy lejos de lograr esto. Dice, la oraciĂ³n es como respirar. Es la inhalaciĂ³n y la exhalaciĂ³n constante de comuniĂ³n con Dios que se lleva a cabo en la vida de un creyente todo el tiempo. ¿CuĂ¡ntos de nosotros estamos ahĂ­? A mĂ­ me falta muchĂ­simo. Y le pido a Dios que me abra espacios en mis dĂ­as y en mi vida para quitarlo gente y ponerlo importante. Y ponerlo a Ă©l en primer lugar. Y los invito a eso. A que juntos hagamos comunidad. A que juntos nos presentemos delante de Dios. A que juntos abramos nuestro corazĂ³n. A que juntos pidamos al Señor que quite toda levadura, que quite todo sentimiento humano y que nos permita realmente tener esa intimidad, ese acceso directo y esa apertura de corazĂ³n hacia su palabra. Dios habla y habla todos los dĂ­as. No lo veamos como algo comĂºn, como algo normal. No. El Señor en nuestra vida es lo que nosotros en historia llamamos un hecho extraordinario entre lo ordinario. Hagamos de ese milagro de la vida una segunda oportunidad para buscar su presencia. Quiero invitarlos a que en este momento dispongamos de su corazĂ³n para estar un segundo en la presencia de Dios. Para que a partir de hoy hagamos un nuevo compromiso con el EspĂ­ritu Santo. Y a partir de hoy empecemos una nueva comuniĂ³n con el Padre que estĂ¡ siempre con los brazos abiertos. No por esperar una recompensa, sino simplemente por el placer y el hecho de estar a su lado. Porque cuando yo digo que amo a alguien me encanta estar a la parte de esa persona no por lo que me pueda dar, sino por el hecho de compartir. Y si yo digo que amo a Dios no estoy buscando milagros y recompensas. Pueden llegar, bendito el Señor. Pero lo que estoy buscando es aprender de Él. Y que Él me hable a mĂ­, directamente. Hable a mi alma, hable a mi corazĂ³n. Y me dĂ© entendimiento para seguir lo que Su Palabra me estĂ¡ diciendo. Hoy los invito a que miren a una de las personas que estĂ¡n aquĂ­. Si no saben su nombre, no importa. Solo mĂ­relas y vamos a orar un momento por esa persona. Donde dos o mĂ¡s se reĂºnan en su nombre. AhĂ­ estarĂ© yo presente. Todos tenemos peticiones. Todos tenemos anhelos. Todos hemos fallado. Todos nos hemos sentido pecadores. Todos nos hemos sentido que no tenemos el derecho de estar en la presencia de Dios. Pero hoy quiero que se lleve esto en su corazĂ³n. Usted mĂ¡s que nadie tiene el derecho de estar en la presencia de Dios porque el Señor derramĂ³ Su sangre por usted. Y yo creo que ninguno de nosotros derramarĂ­a la sangre por nadie. Esto es cuando piden donadores que cuesta un montĂ³n que la gente vaya a donar sangre. Ahora, el Señor dio hasta su Ăºltimo aliento de vida por nuestros pecados. ¿Nos hace de esos ser dignos o no? Claro que sĂ­. ¿Nos hace ser amados o no? Claro que sĂ­. Porque Su amor es mĂ¡s grande que todo. Señor, hoy te presento mi corazĂ³n pidiendo que rasgues el velo, Padre Santo, que me ha separado de Tu presencia durante tanto tiempo. Pidiendo que me permitas tenerte, Señor, en el primer lugar en mi vida, en mi corazĂ³n, en mi espĂ­ritu. Que buscarte se vuelva un deleite y no una pesadilla, Señor. Que Tu Palabra se vuelva el mensaje atractivo y no el mensaje aburrido. Padre Santo, te quiero presentar la persona que estĂ¡ en mi mente, Señor. Cada uno de nosotros tiene una historia. Cada uno de nosotros tiene una necesidad y una peticiĂ³n. Hoy, Señor, intercedo y me presento ante Ti porque Tu Palabra dice que nos has dado libre acceso, que no necesitamos intermediarios para estar contigo y para proclamar Tu Palabra y pedir Tu oraciĂ³n y Tu bendiciĂ³n. Hoy te la presento a esta persona, Señor, y te pido que actĂºes en su corazĂ³n, que fortalezcas su espĂ­ritu, que le des entendimiento y sabidurĂ­a, que le des entendimiento de la verdad, Padre Santo, que tomes todas las necesidades, todos los anhelos que hay en su corazĂ³n, que derrames de la sanaciĂ³n en todas las Ă¡reas de su vida, Padre, espiritual, emocional, Señor, sanidad fĂ­sica, todas las Ă¡reas en las cuales hayan carencias, Señor. Te presentamos cada una en nuestras vidas, Señor, y hoy confirmamos, Señor, ese acto de fe que TĂº has dado en nuestra vida diciendo que Te proclamamos como nuestro Señor y Salvador, como el Ăºnico en nuestra vida. Hoy queremos fortalecer nuestra intimidad contigo, Señor. Hoy queremos, como dice la Palabra, tener un corazĂ³n humilde, devoto y confiado, de que TĂº harĂ¡s Tu propĂ³sito con nosotros, de que TĂº escuches nuestras palabras, de que TĂº nos abandonas y que no importa que pase por Valle de Sombra, TĂº estarĂ¡s conmigo. Gracias, Padre Santo, porque sabemos, Señor, que hoy de una forma especial has hablado a nuestro corazĂ³n y lo haces todos los dĂ­as, pero hoy queremos tener oĂ­dos atentos a Ti. Agradecemos Tu atenciĂ³n. Si este material ha sido Ăºtil para Usted, le rogamos que lo pueda compartir. Somos Olivo Verde. Costa Rica.

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