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DOM 26 NOV 2023 ORACION SINCERA MI LUGAR SECRETO YELIXA MORERA

DOM 26 NOV 2023 ORACION SINCERA MI LUGAR SECRETO YELIXA MORERA

OLIVO VERDE COSTA RICAOLIVO VERDE COSTA RICA

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Olivo Verde is a community focused on the systematic and respectful study of the Word of God. They emphasize the importance of having a personal, intimate relationship with God through prayer. The speaker shares her own experiences of finding solace and authenticity in prayer, away from the hypocrisy and pride that can contaminate it. She discusses the passage of Jesus and prayer from Matthew 6:5-15, highlighting the importance of praying in private and with sincerity, rather than for show. The speaker also shares a personal testimony of facing a serious health issue in 2020 and finding peace and guidance through prayer. She emphasizes the need to humble oneself and seek God's grace and forgiveness. Olivo Verde es una comunidad enfocada en el estudio sistemático y respetuoso de la Palabra de Dios. El contenido de su producción se basa en el trabajo verso a verso del texto bíblico. Cuando el velo se rasgó y tuvimos el acceso directo a la presencia de Dios porque eso fue lo que yo encontré en medio de la prueba. Mi lugar íntimo, mi lugar secreto, mi lugar para estar sin disfraces, sin antifazes, sin hipocresías, sin vanagloria, sin soberbia, sin orgullo delante de la presencia de Dios. ¿Por qué? Porque a veces dejamos que nuestra oración sea contaminada por nuestra humanidad. Por eso yo hoy quiero compartir con ustedes un pasaje que lo hemos escuchado mucho, pero me voy a centrar en tres versículos. Hoy vamos a hablar del pasaje de Jesús y la oración. Eso es parte de todas las palabras maravillosas que Jesús dio en el monte. Para tener una visión completa es importantísimo que leamos los capítulos 5, 6 y 7 porque ahí es cuando Jesús hace un análisis de los fariseos. ¿Por qué? Porque el Señor condena todas las manifestaciones religiosas que tenían los fariseos. Y lo que voy a hablar acá quiero que sepan que en primer lugar va para mí, porque muchas veces tomé el lugar de esos fariseos y no dejé que mi humanidad permitiera entrar la gracia de Dios en mi vida. Cuando les cuente algunas cosas de lo que me pasó en el 2020, muchos de ustedes pueden decir, esa está más loca que una cabra. Puede ver que sí. No voy a contar mi testimonio completo porque nos llevaría mucho rato y de eso no se trata. Y no se trata de que yo sea la actriz de esto, se trata de que Dios tenga el papel principal. Pero sí voy a contar ciertas cosas. Voy a leer completo el pasaje para que entremos en contexto y después vamos a hablar de los versículos que van a fundamentar la palabra que Dios quiere que compartamos el día de hoy. Dice así, Mateo 6, del 5 al 15. Y cuando ores no seas como los hipócritas porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres y de ciertos digo que ya tienen su recompensa. Mas tú cuando ores entra a tu aposento y cerrado a la puerta ora a tu padre que está en lo secreto y tu padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando no seis vanas repeticiones como los gentiles que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis pues semejantes a ellos porque vuestro padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidierais. Vosotros pues oraréis así, Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre. Venga a tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Generalmente estamos acostumbrados a centrarnos cuando hablamos de este pasaje tan hermoso en el Padre nuestro. Hoy nos vamos a centrar en los primeros versículos. Jesús lo que quiere hacer acá es una manifestación de lo que se hacía y lo que realmente se debe hacer en el espíritu. Y ya nos estaba dando una promesa del lugar secreto. Hoy en día que están tan de moda las series y que invertimos tanto tiempo en las series. Que se han dedicado a sacar series basadas en la palabra obviamente con su parte verdad hollywoodesca. Y me llamó mucho la atención que en una parte de la serie cuando están actuando o manifestando el pasaje de Jesús con la samaritana. Cuando están hablando la samaritana le dice es que no puedo ir al templo a adorarte. Y Jesús le dice pronto no tendrás que ir a ningún lado porque en donde estés podrás adorar. ¿Cuántos de nosotros hemos comprendido eso? Y de toda la serie se me quedó eso grabado. Porque vemos tan común elevar una oración a Dios que a veces se convierte como un ritual. Más que en una petición, una conversación espontánea con el Señor. Dice y cuando ahora no sea como los hipócritas porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas. Uno de los elementos que nosotros tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a quitar. Es la soberbia de nuestro corazón, la vanagloria. ¿Por qué? Que chiva que me vean, que carga. Y las redes sociales hoy a los que son más jóvenes y a los que tenemos algún tiempo pues como que no nos afecta tanto verdad. Pero las redes sociales hoy han hecho que los jóvenes busquen eso. Es más, un día llegó un estudiante y me dice, profe, que carga. Yo, ¿por qué? Tiene más like en sus fotos que yo en las mías. Eso es lo que hay en nuestros jóvenes y a veces eso es lo que nosotros estamos manifestando también. La palabra de Dios dice que ellos tendrán su recompensa en público. Ya la tienen, todos los vieron orar, todos aplaudieron y ahí quedó. Pero aquí viene una parte que es para mí fundamental. Más tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu padre que está en el secreto. Y tu padre que ve en los secretos te recompensará en público. Y aquí es donde voy a contarles un poquito de mí. En el 2020 yo era muy activa acá en la iglesia y dejé de ser activa acá en la iglesia. ¿Por qué? Porque necesitaba un espacio íntimo. Con el Señor. Y así me lo hizo él ver. En el 2020 el Señor canceló todos los planes que tenía como mujer, como profesional y como ser humano. Me dijo que no a todos los anhelos y peticiones que había en mi corazón. Uy, ¿cómo lo llevé? No sé. Él me dio su gracia para llevarlo. Voy a contarles para muchos que dicen que Dios no habla hoy, que Dios nos habla hoy. Y no solamente por su palabra. El 2020 estábamos en pandemia, ¿verdad? Yo había empezado un trabajo nuevo que siempre había añorado, por decirlo así. Tuve un sueño, era amanecer a un sábado. Y en el sueño, esto sí necesito contárselo. Señor, apóyese en mi corazón. En el sueño yo estaba tomando café en un lugar hermoso. Había mucho verde. ¿Con quién? No tengo idea. Nunca le vi la cara. Simplemente escuché una voz en la conversación que nunca olvidaré. Una voz fuerte, pero llena de paz, que me dijo, Usted debería buscar un doctor. What? Estoy bien, sí, sí. Porque usted está enferma. Ok. Desperté sábado, no podía sacarme ese sueño de la cabeza. Y esa voz de la mente y el corazón. Llegué a desayunar y le dije a mi mamá, porque mi mamá, como todas las mamás, son de las que hay que hacerse un chequeo general, revísese, mire que hay que ir donde el doctor, bla, bla, bla, ¿sí o no? Pero muchos somos opones y quitadones, ¿ves? Bueno, no bastándole al señor darme ese anuncio, en el lugar donde estaba desayunando, tomando café con esa persona, había una fecha en un reloj, 16 de 6, 16 de junio. Cuando me levanto, voy a desayunar y le digo a mi mamá, bueno, voy a llamar a sacar citón de un doctor que se soñó. Ups, las mamás. Y yo, ah, mami, es que me soñé que estaba enferma. Pero de paso, voy a sacarme cita a mí y le voy a sacar cita a mi hermana, o sea, no me voy sola, aquí nos vamos las dos. Saco las citas, la de ellas se la dieron para el 15 de junio, y adivinen la mía para cuándo, 16 de junio del 20. Cuando llegué, parte del estudio llevaba un ultrasonido de abdomen. Entonces ya yo vi los ojos del doctor medio extraños, ¿verdad? Y me decía, dése vuelta para acá, dése vuelta para allá, haga esto, haga lo otro, de espaldas, vamos de nuevo. Y entonces yo le dije, doctor, no pase rite, ¿verdad? Y me dice, Yelix, es que tienes una mancha en la suprarrenal. ¿Qué dice eso? ¿Existe algo que se llama suprarrenal? Sí, es una glándula que está sobre el riñón, que tiene un montón de funciones. Bueno, soy una sobreviviente, se los voy a hacer cortos. Me trataron como emergencia médica, y uno de mis especialistas me dijo, usted no llega a diciembre. ¿Qué le pedí a Dios? Y aquí es donde quiero, que vean cómo Dios, con su amor y su misericordia, que no es el amor que nosotros profesamos, es más grande, me guió con calma, con paciencia. ¿Por qué? En un primer momento dije, yo no quiero que nadie se dé cuenta. No quiero que me tengan lástima. Orgullo, ¿verdad? Bendito orgullo. Ok, cuando llegué a mi casa, hablamos, ahora sí, tenemos que ponernos en acción, dijo el doctor, porque estamos en pandemia, y era complicado. No les voy a hacer el cuento muy largo. Todo mundo oraba, inclusive esta iglesia oró por mí, por mi sanación. En agosto, uno de mis especialistas me dice, Yelixa, bueno, la cosa no pinta muy bien, si hay que operar, tínenlo rápidamente, pero ya es verdad, usted sabe, así suavezón, posiblemente diciembre, no sabemos. Cuando llegué a mi casa, y en un primer momento, desde que confirmaron lo que yo ya sabía, lo que le pedí al Señor es dame paz, para llevar esto de la mejor manera. Y me dio una paz que ni yo lograré entender nunca. Pero mientras todas las personas oraban por mi sanidad, yo nunca oré por mi sanidad. Yo oraba para que Dios me diera paz, para que abriera puertas. Mi operación era muy riesgosa, entonces tenían que operarme, obviamente en uno de los grandes hospitales, y que estuviera la UCI desocupada. Ya yo sabía que iba a pasar un tiempo ahí ya, todo me lo habían explicado. Cuando me llaman un lunes, 9 de noviembre, a las 5 de la tarde para que me vaya a internar, la famosa llamada millonaria, ¿verdad? En aquel momento fue, váyase para su casa que nosotros la llamamos. Uy, Dios mío, ¿qué espera? Cuando me llega la llamada millonaria, me baño, alisto mis cosas y voy saliendo a mi cuarto, el Espíritu de Dios habla directamente a mi mente, a mi corazón. Y yo nada más escuché, todo mundo ora por tu sanación, ¿por qué no has orado por tu sanación? Uy, porque había dejado que una levadura humana tomara el control de mis emociones, el orgullo. En ese momento hice la oración más pequeña y eficaz que he hecho en toda mi santa vida. Llegué a mi cuarto, me arrodillé y le dije, Señor, perdona mi orgullo, perdona mi soberbia, limpia mi corazón. Si es tu santa voluntad sanarme, hágalo ya porque ya no hay tiempo. Amén. Y me fui. Cuando íbamos en el carro, mis hermanas iban guiando una oración, gracias a Dios bendito me dejó nacer, me permitió nacer en una familia donde su nombre ha estado desde mi nacimiento, donde mi madre entregó sus embarazos al Espíritu de Dios y al Señor. Y todas hemos buscado su presencia y hemos servido de una u otra manera para él. Y me fui. Se lo voy a hacer pequeño. Ni siquiera tuve que estar en la UCI. Entré a la sala de operación a las cinco de la mañana del 10 de noviembre, salí a las tres de la tarde de la sala de operación. Cuando desperté, ya era muy tarde, y recuerdo que una señora me dijo, muchacha, por Dios, ya íbamos a preguntar por usted. Y yo, ¿qué pasó? Es muy tarde. Yo pensé en mi mamá. Y yo, Señor, y no tengo cosas. Estoy... Bueno, al otro día me dieron la salida. Y hace seis meses me dieron de alta. Esa es la gloria de Dios. Pero fue ahí, cuando ya no dependía nada de mí, ni de lo que tenía, ni de la profesión, ni de lo cuán buena soy, cuando solamente dependía de Dios, que aprendí lo que significa el velo se rasgó, que aprendí lo que significa entra en tu cuarto, cierra la puerta, y tu Señor, que está en lo secreto, te escuchará. ¿Cuál es su lugar secreto? La traducción dice que cuando la Biblia habla de lugar secreto es un lugar donde tenemos nuestros tesoros. Y si nosotros decimos que somos amantes del Señor, que el Señor está en primer lugar en mi vida, es el que tiene que estar de primer lugar en mi lugar secreto. ¿Cuál es su lugar secreto? No esperen a llegar a un momento como el mío que Dios tuvo misericordia y gracia y hoy me tiene aquí proclamando su palabra. Todos los días tenemos acceso a ese lugar. El tiempo se ha convertido en nuestro peor enemigo. Lo urgente le ha quitado el espacio, le ha quitado lugar a lo importante. Es que me urge, entro a las siete, entonces pongo el alarma a las cinco, pongamos a las cuatro y cuarenta y cinco. Uy, pero son 15 minutos de sueñito en la mañana. Y con estos fríos decembrinos, hay que sacar el tiempo. Cuando vamos en el carro, tenemos nuestro lugar secreto con nosotros. Esto que está acá es el Templo del Espíritu Santo, y así lo dice el Señor. No necesito ir a los tabernáculos, como dice el Antiguo Testamento. No necesito buscar de palabras de domingo para dirigirme a Él. Antes en una canción decíamos que es nuestro amigo. ¿Cómo tratamos a los amigos? Si yo invito a Roxana a mi casa, yo la dejo entrar hasta el lugar más íntimo de mi casa, que generalmente son los cuartos, las habitaciones, los dormitorios, en la primera ida, ¿no? A nuestro dormitorio dejamos entrar a la gente de confianza, ¿o no? ¿A dónde estamos dejando entrar al Señor? ¿Lo tengo como un visitante en la sala? ¿O realmente le abro mi intimidad y me muestro tal y como soy? Porque déjenme decirles que aunque nosotros querramos maquillar todo lo que hacemos, el Señor nos está viendo. Y Él sabe lo que hacemos, lo que decimos, cómo sentimos. Cuando se nos sale ese lado egoísta y humano, que uno dice, Señor, ¿cómo pensé eso? Todo nos pasa. Este lugar secreto y esa oración es lo que yo quiero que hoy empecemos a valorar. Hoy que tenemos oportunidad. Cuando yo empecé mi proceso de salud, una de mis amigas lo empezó conmigo, con otro tipo de enfermedad. Y recuerdo que ella me decía, Yeri, es que somos guerreras y vamos a orar. Era una mujer de mucha fe. En un primer momento, parecía que me iban peor a mí que a ella, hasta en salud. El Señor tenía planes diferentes con nosotros. A principios de año le dije el último adiós. Y me sentí más responsable que nunca de proclamar la Palabra de Dios. Porque Dios tuvo compasión de mí. Tuvo misericordia de mí. Y me permitió reanudar mi relación con Él. Fortalecer mi intimidad con Él. Pero no sé si voy a tener una segunda oportunidad. Si alguno de ustedes ha tenido esa segunda oportunidad, no espera a ver si tiene una tercera. Si ya la tuvo, aprovechela. Si no la ha tenido, no espera tenerla. Fortalezca lo que Dios ya ha puesto en su corazón. Humanos somos todos, pecadores somos todos. La Palabra de Dios lo dice. Nuestros pecados son barrera entre Dios y los hombres. En Romanos 3.23 dice, Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, yo no soy más ni menos por estar aquí. Simplemente quiero abrir mi corazón y ser transparente. El Señor nos llama a ser transparentes. A lo que ven aquí es lo que hay. Y a veces amanezco feliz. Y a veces amanezco como que me pellizcaron en la mañana. Y a veces tengo muchas ganas de hablar con Dios. Y a veces le digo, es que hoy no. Pero ahí es donde más lo tengo que buscar. ¿Por qué? Porque Cristo nos dio acceso directo a la presencia de Dios. En 2 Corintios 5.19 dice, Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo. No tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados. Y nos encargó a nosotros la palabra reconciliación. Yo lo invito hoy. Y las invito. Digna. Ustedes saben por qué no le pedía a Dios mi sanación. Porque no me sentía digna. Pero ese es el orgullo. Porque Dios nos tiene aquí. Y hemos abierto nuestro corazón. Y lo hemos proclamado como nuestro Señor y Salvador. Somos dignos de Él. Somos dignos de Su gracia. ¿Dónde encuentro la verdad? En la palabra de Dios. Abran sus Biblias. Es que no entiendo nada. Dios les va a dar el discernimiento, la sabiduría, la inteligencia, la ciencia. Para entender lo que Él quiere decir por medio de Su palabra. Y si se los digo es porque yo lo he vivido. Como ustedes, cada domingo vengo con el corazón lleno de esperanza. Pero sobre todo lleno de fe. Porque la oración es eso lo que nos da. Esperanza. Fe. Yo tenía la certeza que Dios me iba a sanar. No. Como les digo. Las respuestas a más del 80% de mis oraciones han sido no. Pero la misma gracia de Dios me ha hecho comprender que eso es lo mejor para mi vida. Y que si no hubiera sido así, hoy yo no estuviera aquí proclamando Su palabra. Y eso es lo que vale la pena. Que Dios nos vea en disposición, en obediencia. Por eso cuando me dijeron que diera un mensaje hoy, a pesar de que tenía todo el miedo del mundo, dije que sí. ¿Por qué? Porque mi primer lema fue Señor, te seré obediente. Durante mucho tiempo trabajé con monjas en un colegio de monjas. Y les voy a contar un secreto. No le cuenten a las monjitas. Los profes teníamos que hacer las lecturas en la Eucaristía. Y cuando a mí me tocaba, yo siempre la cambiaba. Porque me daba pavor el micrófono. Yo leía el Evangelio porque no me veía nadie. Era una reflexión que se hacía todos los días en la mañana. Pero cuando era en público, y antes me dijeron, ¿cómo está? Asustadísima. Ustedes intimidan, déjenme decirles. ¿Por qué? Porque, chiquillos, yo no tengo nada diferente de ustedes. Somos exactamente igual. Y estamos aquí haciendo comunidad. Somos trigo y somos cizaña. La Iglesia es eso. Y eso es lo que nos ayuda a crecer. Pero el velo se rasgó. Y tenemos ese acceso directo. A la gracia, al amor, a la voluntad de Dios. Y a que Dios hable directamente a nuestro corazón. ¿Cómo tiene que ser nuestras oraciones? No tenemos que sacar palabras de domingo. Y eso se ha dicho muchas veces, pero a veces como que no lo interiorizamos. Lo sabemos, pero no lo comprendemos. Cuando yo digo, Señor, quita de mí todo aquello que me aleje de Ti. Permíteme limpiar Tu templo para que hagas presencia en Él. El Señor va a poner en nosotros las palabras. ¿Por qué? Mucha gente dice, ¿para qué le voy a decir si Dios ya sabe lo que estoy pasando? Dijimos que Dios era amigo. Cuando a mí me dieron la noticia, yo busqué a mi mejor amiga y le dije, Ey, me pasa esto y eso. Porque tenía la confianza de, ¿por qué no se lo voy a decir a Dios? ¿Por qué en lugar de agarrar el teléfono y enviar un mensaje contándole a alguien sobre mi situación, primero no oro. Señor, hoy me fue pésimo en el trabajo, digamos. Tengo esta situación. Tengo problemas con mi jefe. Aquí los que somos maestros o profesores. Ay, Señor, estos chiquitos, o sea, me van a volver loca. Él debe ser el primero. Abrámosle ese espacio. Realmente, cuando profesamos nuestra fe y decimos, Señor, eres lo primero en mi corazón, que sea así. No que sean palabras vanas como los fariseos. Hagan lo que ellos dicen, pero no hagan lo que ellos hacen. Todos los que viven en Jesús por la fe tienen acceso directo ante la misma presencia de Dios. ¿Cómo está tu fe? ¿Cómo estará mi fe? ¿Qué tanto fortalezco en la oración mi fe? Son palabras sencillas. Es comunión con Dios. Hay tres elementos que me encontré por ahí. De la oración. Porque a veces queremos ponerle mucho adorno al asunto. Y creo que en lo sencillo está lo más bello. Entonces, por ahí me encontré que alguien decía que un corazón devoto busca únicamente la gloria de Dios. Y por eso dice, cierra la puerta que tu padre que está en los secretos te escuchará y te recompensará en público porque tu oración es para Dios, no para nadie más. Es una conversación entre usted y él. Nadie tiene por qué darse cuenta. Un corazón humilde buscando únicamente la atención de Dios. Qué chida me quedó esa oración. No. Yo no tengo que buscar de que nadie me preste atención a mí. Es a Dios. Los mensajeros somos los que más necesitamos de la gracia de Dios todos los días. Los mensajeros somos los que más necesitamos de la misericordia de Dios. Ustedes y yo somos mensajeros. Desde nuestro hogar. Desde nuestro trabajo. Y el tercero, un corazón confiado teniendo la certeza que Dios sabe todo lo que necesitamos y en fe esperar la muestra de su respuesta. ¿Por qué en fe? Porque puede ser que los gaste, pero puede ser que no. Y por eso voy a dejar de buscar la presencia de Dios. Al contrario. Tengo que aferrarme más a ese amor. Porque si algo no está permitiendo en mi vida, es porque eso estaba dentro de mis planes y no a los planes del Señor. Hágase tu voluntad, Señor. No la mía. Pero a nosotros nos cuesta mucho, mucho comprender el trasfondo de eso. Porque queremos que sea nuestra voluntad. Y queremos que sea como cuando éramos niños y le pedíamos que nos compraran un confite y no nos compraran el confite. Y entonces usted, un confite, un confite, un confite, un confite, un confite. Y entonces los papás obstinados, está bien, toma el confite para que se calle. Ese no es Dios. Esos somos nosotros en nuestra humanidad. Tenemos acceso directo. Tenemos la fuente de la verdad, la oración. Tenemos el Espíritu de Dios con nosotros. Muchos de nosotros nos limitamos y pensamos que no tenemos en nuestra mente, alma y corazón lo necesario para estar en la presencia de Dios. Dios nos ha dado un espíritu de valentía, un espíritu de oración. Nos ha dado todos los carismas y los dones que necesitamos para buscar su presencia constantemente. Y esa es la invitación que yo les quiero hacer hoy. Y quiero terminar con esta frase, que fue una frase que en algún momento escuché del señor John MacArthur, que me llamó mucho la atención porque me dejó ver que estoy muy lejos de lograr esto. Dice, la oración es como respirar. Es la inhalación y la exhalación constante de comunión con Dios que se lleva a cabo en la vida de un creyente todo el tiempo. ¿Cuántos de nosotros estamos ahí? A mí me falta muchísimo. Y le pido a Dios que me abra espacios en mis días y en mi vida para quitarlo gente y ponerlo importante. Y ponerlo a él en primer lugar. Y los invito a eso. A que juntos hagamos comunidad. A que juntos nos presentemos delante de Dios. A que juntos abramos nuestro corazón. A que juntos pidamos al Señor que quite toda levadura, que quite todo sentimiento humano y que nos permita realmente tener esa intimidad, ese acceso directo y esa apertura de corazón hacia su palabra. Dios habla y habla todos los días. No lo veamos como algo común, como algo normal. No. El Señor en nuestra vida es lo que nosotros en historia llamamos un hecho extraordinario entre lo ordinario. Hagamos de ese milagro de la vida una segunda oportunidad para buscar su presencia. Quiero invitarlos a que en este momento dispongamos de su corazón para estar un segundo en la presencia de Dios. Para que a partir de hoy hagamos un nuevo compromiso con el Espíritu Santo. Y a partir de hoy empecemos una nueva comunión con el Padre que está siempre con los brazos abiertos. No por esperar una recompensa, sino simplemente por el placer y el hecho de estar a su lado. Porque cuando yo digo que amo a alguien me encanta estar a la parte de esa persona no por lo que me pueda dar, sino por el hecho de compartir. Y si yo digo que amo a Dios no estoy buscando milagros y recompensas. Pueden llegar, bendito el Señor. Pero lo que estoy buscando es aprender de Él. Y que Él me hable a mí, directamente. Hable a mi alma, hable a mi corazón. Y me dé entendimiento para seguir lo que Su Palabra me está diciendo. Hoy los invito a que miren a una de las personas que están aquí. Si no saben su nombre, no importa. Solo mírelas y vamos a orar un momento por esa persona. Donde dos o más se reúnan en su nombre. Ahí estaré yo presente. Todos tenemos peticiones. Todos tenemos anhelos. Todos hemos fallado. Todos nos hemos sentido pecadores. Todos nos hemos sentido que no tenemos el derecho de estar en la presencia de Dios. Pero hoy quiero que se lleve esto en su corazón. Usted más que nadie tiene el derecho de estar en la presencia de Dios porque el Señor derramó Su sangre por usted. Y yo creo que ninguno de nosotros derramaría la sangre por nadie. Esto es cuando piden donadores que cuesta un montón que la gente vaya a donar sangre. Ahora, el Señor dio hasta su último aliento de vida por nuestros pecados. ¿Nos hace de esos ser dignos o no? Claro que sí. ¿Nos hace ser amados o no? Claro que sí. Porque Su amor es más grande que todo. Señor, hoy te presento mi corazón pidiendo que rasgues el velo, Padre Santo, que me ha separado de Tu presencia durante tanto tiempo. Pidiendo que me permitas tenerte, Señor, en el primer lugar en mi vida, en mi corazón, en mi espíritu. Que buscarte se vuelva un deleite y no una pesadilla, Señor. Que Tu Palabra se vuelva el mensaje atractivo y no el mensaje aburrido. Padre Santo, te quiero presentar la persona que está en mi mente, Señor. Cada uno de nosotros tiene una historia. Cada uno de nosotros tiene una necesidad y una petición. Hoy, Señor, intercedo y me presento ante Ti porque Tu Palabra dice que nos has dado libre acceso, que no necesitamos intermediarios para estar contigo y para proclamar Tu Palabra y pedir Tu oración y Tu bendición. Hoy te la presento a esta persona, Señor, y te pido que actúes en su corazón, que fortalezcas su espíritu, que le des entendimiento y sabiduría, que le des entendimiento de la verdad, Padre Santo, que tomes todas las necesidades, todos los anhelos que hay en su corazón, que derrames de la sanación en todas las áreas de su vida, Padre, espiritual, emocional, Señor, sanidad física, todas las áreas en las cuales hayan carencias, Señor. Te presentamos cada una en nuestras vidas, Señor, y hoy confirmamos, Señor, ese acto de fe que Tú has dado en nuestra vida diciendo que Te proclamamos como nuestro Señor y Salvador, como el único en nuestra vida. Hoy queremos fortalecer nuestra intimidad contigo, Señor. Hoy queremos, como dice la Palabra, tener un corazón humilde, devoto y confiado, de que Tú harás Tu propósito con nosotros, de que Tú escuches nuestras palabras, de que Tú nos abandonas y que no importa que pase por Valle de Sombra, Tú estarás conmigo. Gracias, Padre Santo, porque sabemos, Señor, que hoy de una forma especial has hablado a nuestro corazón y lo haces todos los días, pero hoy queremos tener oídos atentos a Ti. Agradecemos Tu atención. Si este material ha sido útil para Usted, le rogamos que lo pueda compartir. Somos Olivo Verde. Costa Rica.

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