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¿A qué sabe la luna?

¿A qué sabe la luna?

Maria LopezMaria Lopez

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A qué sabe la luna, trata de un ratoncito que tiene curiosidad por probar la luna y aunque se sube a una montaña no consigue alcanzarla. Para conseguir su sueño, en principio inalcanzable, pide ayuda a diferentes animalitos que formarán una escalera que ayudará a conseguir el objetivo del ratón, probar la luna.

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The animals were curious about the taste of the moon. They tried to reach it but failed. The turtle, elephant, giraffe, zebra, lion, fox, and monkey all tried, but the moon kept moving away. Finally, the rat was able to reach the moon and took a small piece. It tasted different to each animal. The fish wondered why they made so much effort to reach the moon when there was another one closer in the water. ¿A qué sabe la luna? Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna. ¿Sería dulce o salada? Tan solo querían probar un pedacito. Por las noches miraban ansiosos hacia el cielo. Se estiraban e intentaban cogerla alargando el cuello, las piernas y los brazos. Pero todo fue en vano y ni el animal más grande pudo alcanzarla. Un buen día la pequeña tortuga decidió subir a la montaña más alta para poder tocar la luna porque desde ahí arriba la luna estaba más cerca. Pero la tortuga no podía tocarla. Entonces llamó al elefante. Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna. La luna pensó que se trataba de un juego y a medida que el elefante se acercaba, ella se alejaba un poco. Como el elefante no pudo tocarla, llamó a la jirafa. Si te subes a mi espalda, a lo mejor la alcanzamos. Pero al ver a la jirafa, la luna se distanció un poquito más. La jirafa estiró y estiró su cuello cuanto pudo, pero no sirvió de nada. Entonces llamó a la cebra. Si te subes a mi espalda, es probable que nos acerquemos más a ella. La luna empezaba a divertirse con aquel juego y se alejó otro poquito más. La cebra se esforzó mucho, mucho, pero tampoco pudo tocar la luna y llamó al león. Si te subes a mi espalda, quizá podemos alcanzarla. Pero cuando la luna dio al león, volvió a subir algo más. Y llamaron al zorro. Verás cómo lo conseguimos si te subes a mi espalda. Dijo el león. Y al avisar al zorro, la luna se alejó de nuevo. Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar la luna, pero ésta se desvanecía más y más. Por eso el zorro llamó al mono. Seguro que esta vez lo logramos. Anda, súbete a mi espalda. La luna dio al mono y retrocedió. El mono ya podía oler la luna, pero de tocarla ni hablar. Y llamó al ratón. Súbete a mi espalda y tocaremos la luna. Ésta dio al ratón y pensó. Seguro que un animal tan pequeño no podrá cogerme. Y como empezaba a aburrirse con aquel juego, la luna se quedó justo donde estaba. Entonces el ratón subió por encima de la tortuga, del elefante, de la jirafa, de la cebra, del león, del zorro y del mono. Y de un mordisco arrancó un trocito pequeño de luna. Lo saboreó complacido y después fue dándole un pedacito a cada uno de los animales. Y la luna le supo exactamente a aquello que más les gustaba a cada uno de ellos. Aquella noche los animales durmieron muy muy juntitos. El pez que lo había visto todo no entendía nada y dijo ¡Vaya, vaya! ¡Tanto esfuerzo para llegar a esa luna que está en el cielo! ¿Acaso no vean que aquí en el agua hay otra más cerca? Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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