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Fabula Dulcinea y su pequeña aventura

Fabula Dulcinea y su pequeña aventura

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In a remote corner of the kingdom, there was a village surrounded by ancient legends and secrets. Dulcinea, a clever and curious cat, found magical boots that transformed her into a human. She used her new appearance to deceive a generous peasant and climb the social ladder. However, she realized the peasant was poor and decided to help him by pretending to be a noble. She convinced the king to make her his advisor, and with the help of the king's servants, she made the peasant's land flourish. Through this fable, it is taught that while cunning can pave the way, true greatness comes from kindness and generosity. DULCINADA Y SU PEQUEÑA AVENTURA En un respóndito rincón del reino, existía una aldea envuelta en la bruma de antiguos leyendas y secretos. Allí, entre callejones empedrados y árboles centenarios, nació Dulcinea, una gata astuta y curiosa que anhelaba un destino más allá de los límites impuestos por su naturaleza felina. Mientras exploraba los misterios del bosque circundante, su abuda intuición la llevó a descubrir un par de botas mágicas resplandecientes, enterradas entre las hojas de un rincón olvidado. Al atravesarlas, una chispa mágica transformó sus maullidas en palabras, y sus patas en extremidades humanas. Este cambio repentino despertó en Dulcinea un anhelo por un mundo nuevo, más allá de las limitaciones impuestas por su especie. Una vez cruzado el río, con su nuevo aspecto y su ingenio afilado, Dulcinea se presentó ante un campesino generoso, comenzando su intrincada artimaña para escalar en la jerarquía social. Saludos, buen hombre. Soy la pandeja de Carabás, y he llegado desde muy lejos a tus tierras. Desearía quedarme aquí por un tiempo. Maulló la gata por dentro, con una sonrisa maliciosa y un ligero acento de la alta sociedad. El campesino, sorprendido por la peculiar apariencia de la gata y su habilidad para conversar, la recibió con los brazos abiertos en su modesta morada. Mientras Dulcinea disfrutaba de los manjares entre plato y plato, Dulcinea notó que este campesino era muy pobre, y aunque tuviera tierras restas, no hacían florecer nada. Por lo tanto, necesitaba idear algo para ayudar a este hombre que la había acogido. Te ruego un favor, buen amigo. Difunda entre todos que estas tierras pertenecen a la ilustre condesa de Carabás. Tu generosidad será recomendada, eso te lo puedo garantizar. Claro que sí, lo comuniqué de inmediato. El campesino, embrionizado por la presencia de la supuesta noble, la sintió con entusiasmo. Ciegamente confiado en las palabras de la gata, extendió su ayuda más allá de lo concebible. La gata se dirigió al castillo con paso firme. Estando allí, con palabras más refinadas que el vino más añejo, la gata se cogonó ante el rey con la seguridad de que ya no era un simple felino. Majestad, soy la condesa de Carabás, y deseo prender mis tierras y mis riquezas a su servicio, mi rey. Lástimosamente estas no puedo introducir debido a una maldición impuesta sobre mí. Si tan solo usted me pudiera ayudar un poco, estas tierras darían de usted todavía más ricos de lo que ya es. El rey impresionado por su eleguencia y sus riquezas le dijo. Me agrada esta gatita, hágala pasar, que tengo una gran noticia que darle. Desde ahora nombro la condesa de Carabás, será mi consejera real. ¿Aceptas? Dulce mía, ahora convertida en una noble rica, se deleitaba en su nueva vida de opulente, y se dio cuenta de que el campesino ahora podía trabajar con la ayuda de los sirvientes del rey, e hizo sus tierras florecer, y su pobreza dejó de existir, por lo que se dio cuenta que buscando su propio camino a la grandeza, ayudar a alguien podía ser lo mejor para ella también. Sin embargo, su astucia no escapó a la mirada observadora de un búho sabio, que acechaba desde lo alto del ruble más antiguo del reino. Pero, ¿cómo lograste engañar al rey y hacer creer que eres una noble? Insistió el campesino, que con el paso del tiempo comenzaba a vislumbrar la magnitud de la simanea de la gata. Dulce mía, volcando hacia el búho sabio, que hasta entonces había permanecido en silencio, respondió. La astucia y la ambición pueden abrir cuerdas, pero la verdadera grandeza se muestra cuando se resuelven desafíos más significativos para el bien común. Amigo mío, no fue solo mi astucia la que me llevó a este destino, sino la generosidad y amabilidad de aquel campesino al que llenara mi camino y en de él hacia el éxito. Después de todo, solo con estas botas no habría logrado nada. Y así, entre misterio y diversión, la fábula de la astuta gata y el generoso campesino resonó por generaciones, enseñando que, aunque la astucia puede trazar el camino, es la bondad la que construye puentes hacia la auténtica prosperidad y felicidad en la vida.

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