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María Fernanda Huamperalta is reading a book on Human Development and Growth. The presentation focuses on the development of babies from birth to the first year of life. It discusses milestones such as motor skills, sensory development, and language acquisition. The cognitive development of babies is influenced by various theories, including Piaget's theory of cognitive development and Vygotsky's socio-contextual historical-cultural theory. Attention and perception are important cognitive processes in the first year of life. Babies develop the ability to sustain attention and engage in joint attention with others. They also begin to perceive and interpret sensory information from their environment. The development of cognitive abilities varies among individuals and is influenced by factors such as the environment and cultural understanding. Recent research suggests that cognitive processes, such as attention and memory, begin earlier than previously thought. Bien, mi nombre es María Fernanda Huamperalta. Seguimos leyendo el libro de Desarrollo y Crecimiento Humano de la Universidad Estatal de Milagro. Estoy en segundo semestre en el aula C4. Como punto número 2 tenemos la página 42, Edad de Bebé de 0 a 12 meses. Resumen presentación del tema. Este atapité describe los acontecimientos desde después del nacimiento hasta el primer año de vida, periodo en el que sucede un proceso dinámico de desarrollo resultante de una continua interacción de los y las bebés consigo mismos y con su entorno familiar, social y cultural. En esta dirección veremos cómo durante ese primer año se producen grandes avances evolutivos entre ellos. El descubrimiento del movimiento y el avance motor que son los más evidentes y los responsables de que los y las bebés pasen de controlar su cabeza a dar sus primeros pasos e inician la manipulación con sus manos. La agudización de los sentidos que permite a los bebés enfocar, seguir los objetos y explorarlos no solo con la vista sino también con el oído, el tacto, el gusto y el olfato. El aprendizaje de modo de expresión usando formas que van desde el llanto, los balbuceos y la imitación de sonidos básicos hasta la formulación de las primeras palabras al finalizar el primer año. Gracias a la interacción que ocurre en estos procesos los bebés sientan las bases de su desarrollo socio emocional. El primer año de vida de los seres humanos se caracteriza por la rapidez de los logros que se hacen evidentes por su importancia entre ellos, el control cefálico, la sedestación, la coordinación oculomanual, el inicio de la marcha, el inicio del lenguaje oral, la maduración visual auditiva y perceptiva y el establecimiento de los primeros vínculos sociales. A continuación caracterizaremos ese desarrollo en función de las áreas establecidas para los fines de este texto. 2.1. El desarrollo cognitivo en edad del bebé. Para esta etapa el desarrollo cognitivo puede ser definido como un proceso dinámico resultante de una continua interacción entre los recién nacidos consigo mismos y con su medio ambiente familiar, social y cultural. Al nacer ellos o ellas, estos bebés traen consigo una base neurofisiológica gracias a la que empiezan a percibir, a procesar, a almacenar y a comprender los estímulos y la información procedente del exterior, adecuando sus respuestas y sus acciones para interactuar con esos estímulos. Sin embargo, la complejidad de su desarrollo cognitivo, que abarca la perfección, la atención, la memoria y el pensamiento o la inteligencia, está estrechamente relacionada con el desarrollo integral de todas sus capacidades que incluyen el desarrollo del lenguaje, el desarrollo psicomotor y el desarrollo socioemocional. De acuerdo con Papalia y sus colaboradores 2009, el estudio del desarrollo humano y de las capacidades cognitivas es abordado a partir de seis enfoques, el conductista, el psicométrico, el piaje piano, el de procesamiento de la información, el de la neurociencia y el socio-contextual. De ellos, influyen y destacan la teoría cognitiva de inteligencia de Jean Piaget y la teoría socio-contextual histórico-cultural de Lev Vygotsky. La teoría de Piaget sobre el desarrollo cognitivo se basa en la idea de que el ser humano da sentido al mundo y crea su conocimiento de manera activa mediante la experiencia directa con objetos, personas e ideas. A su vez, este proceso es influido por aspectos como la maduración, la actividad y la transmisión social. La respuesta a tal influencia es lo que Piaget denominó como adaptación, asimilación y acomodación. Desarrolla de esquemas que no son más que los cambios en organización del pensamiento y equilibrio que es la comprobación de que los esquemas usados funcionan. Todo ese proceso se da en cuatro etapas, sensoriomotriz, preoperacional, operacional concreta y operacional formal. Vygotsky, por su parte, se refiere a que el desarrollo cognitivo está basado en la interacción social y en el desarrollo del lenguaje. Durante su estudio, Vygotsky describió el papel del diálogo del niño consigo mismo al guiar y al supervisar el pensamiento de la solución de problemas. Con ello, propuso el concepto de zona de desarrollo proximal que explica cómo los niños y las niñas en situaciones desafiantes pueden desarrollar sus propias actitudes de pensamiento mediante la guía y el apoyo oportunos y apropiados de aquellas personas que hacen de andamiaje en determinado momento de su vida, maestros, maestras, compañeros y compañeras. Algunos investigadores destacan los siguientes elementos importantes en el desarrollo cognitivo. Tabla número 3, elementos del desarrollo cognitivo según Piaget y Vygotsky. Teoría cognitiva de la inteligencia de Piaget. El conocimiento se construye activamente desde estructuras psicológicas propias en función de la etapa de desarrollo en la que estén los, las niñas o niñas. El desarrollo cognitivo se da por etapas discontinuas, cada una con características propias. Los determinantes del desarrollo cognitivo son tanto la naturaleza como la educación. Por tanto, lo innato impulsa a descubrir la realidad. Sin embargo, es necesario el apoyo de un ambiente rico y estimulante. Teoría socio-contextual histórico-cultural de Vygotsky. Los y las niñas interiorizan las características esenciales de los diálogos sociales, formando estructuras psicológicas que usan para guiar su propia conducta. El desarrollo cognitivo es un proceso continuo que tiene su fundamento en la interacción de los niños con los adultos. Tanto la maduración como las oportunidades para interactuar con el entorno social influyen en el desarrollo de las estructuras psicológicas y de las habilidades adaptativas, culturalmente hablando. En consecuencia, todas las experiencias son importantes. Hemos visto que ambas teorías nos aportan puntos importantes acerca del desarrollo cognitivo. Lo que también debemos recordar es que dicho desarrollo cognitivo es progresivo y fluctuante. Esto significa que los logros se dan en un orden determinado. Por ejemplo, primero ocurre la sede-estación y luego la marcha, y las edades en las que se adquieren varían en función del bebé, del ambiente circundante, de una adecuada alimentación y también de las comprensiones acerca del desarrollo en nuestras distintas culturas, Aymara, Quechua y Guaraní, entre otras. Investigaciones últimas dan cuenta de nuevos aportes sobre la comprensión del desarrollo cognitivo. En efecto, los psicólogos que desarrollan conocimientos sobre el procesamiento de la información no describen el desarrollo como una serie de etapas, sino que enfatizan en la importancia de procesos cognitivos tales como la atención, la memoria y el pensamiento. Los investigadores de esa corriente consideran que la atención y las capacidades conceptuales, imitativas y simbólicas, se inician mucho antes de lo que Piaget describió en su investigación. De ese modo, introducen un concepto básico, la habituación, que consiste en la reducción de la atención sobre un estímulo debido a la repetición en la presentación de tal estímulo. Como se sabe, un niño presta atención a un estímulo nuevo. Un recién nacido también puede llegar a habituarse, pero esa capacidad es más notoria alrededor de los tres meses de edad. En nuestra perspectiva, por comprender el desarrollo cognitivo, seguidamente consideraremos los procesos que van emergiendo, caracterizándolos por edades. En el primer año de vida, las particularidades del proceso cognitivo son como se describe seguidamente. 2.1.1. La Atención. Este proceso cognitivo permite regular el flujo de información mediante una estructura sostenida compuesta por varios pilares. El examinar estratégico, la exclusión de estímulos secundarios, la atención sostenida, la atención dividida, la inhibición de la acción impulsiva y la selección y la supervisión de respuestas. Veamos algunas características. Desde el nacimiento hasta alrededor de los dos meses de edad, se produce un incremento en la atención sostenida, es decir, en la cantidad de tiempo que los bebés fijan la mirada en un nuevo estímulo visual. Entre los dos y los nueve meses, los bebés disminuyen el tiempo que dedican a mirar. Esto se debe a que a medida que aprenden a examinar mejor los objetos, también pueden cambiar su atención hacia otros estímulos. Con ello, inician el acto estratégico de examinar. La capacidad para una atención conjunta, que tal vez contribuya a la interacción social, a la adquisición del lenguaje y a la comprensión de los estados mentales de otras personas, se desarrolla entre los diez y los doce meses de edad. Cuando los bebés siguen, juntas se desarrollan lentamente durante los meses de total cuidado proporcionado por la familia, en especial por los padres. En este tiempo, los rasgos más destacados de un nuevo estímulo son los que capturan la atención del bebé, de ahí que se sugiere, por ejemplo, el uso de objetos coloridos móviles con o sin sonido. La percepción. Este proceso es entendido como la interpretación de lo que se siente. Es un proceso de búsqueda activa de información, de distinción de las características entre sí, de creación de hipótesis y de comparación de dichas hipótesis con los datos originales de Igotsky 1996. Las formas elementales de la percepción comienzan a desarrollarse desde los primeros meses de vida, aunque en ese momento la diferenciación de los estímulos es imperfecta y con pocos detalles. Los bebés utilizan la percepción y la atención por medio de los ojos, de la boca, de la nariz y de la piel, que les sirven como base para aprender acerca de ellos mismos y para obtener información de todo lo que está a su alrededor. De ese modo, aprenden a utilizar todos sus sentidos cuando ven, oyen, huelen y saborean, es decir, aprenden a coordinar la vista con el sentido del oído y con el tacto y empiezan a tratar de coordinar el ojo con la mano. La capacidad perspectiva durante el primer año de vida se caracteriza por la exploración y seguimiento visual. Los bebés empiezan a reconocer el rostro de sus madres hasta el primer mes y exploran con los ojos a partir de los dos meses de edad. También realizan un seguimiento visual continuado, pero solo con el objeto se mueve lentamente. Al inicio perciben los bordes y las esquinas de los objetos, luego, a medida que van creciendo, su percepción cubre áreas más amplias. Según Banks y Zalapa-Tech 1983, recién alrededor de los seis meses de edad logran integrar forma y color como conjunto. Prestar atención a lo complejo. A los bebés, en un primer tiempo les gusta observar dibujos y colores, aunque prefieren los primeros y los segundos. A partir de ello extraen información nueva. Por ejemplo, entre los ocho y los doce meses de edad, según el estudio de Hunter y Kochman citado en Hofmann 1996, cuando les acercamos juguetes llaman su atención a aquellos nuevos y los exploran minuciosamente. Prestar atención a las caras. Para los bebés el rostro humano es importante, por lo que tienden a observar los detalles del contorno, el tamaño y el contraste. Más adelante, sus miradas se dirigen a la parte central del rostro. Luego, a los cinco meses de edad distinguen el rostro de sus madres entre los demás rostros y les gustan las caras atractivas, pero no las que muestran enfado o tristeza. La percepción auditiva. En los recién nacidos es posible advertir una reacción de sobresalto generalizado ante los sonidos fuertes. Hacia el sexto mes de vida los bebés desarrollan la habilidad para diferenciar los contrastes en los sonidos que es requerida para el desarrollo fonológico. La percepción táctil. Durante los primeros tres meses de vida la boca y los órganos genitales son más sensibles al tacto. Posteriormente esa sensibilidad se extiende hacia las palmas de las manos, hacia las plantas de los pies y hacia todo el cuerpo. En efecto, cuando se acaricia la mejilla de un recién nacido cerca de la boca, éste responde inmediatamente como si buscara el pezón de la madre. Esa percepción táctil les permite obtener información sobre la forma, la textura, la dureza y el sabor de los objetos. A medida que los bebés aprenden a chupar, a agarrar objetos con las manos e integrar los demás sentidos, también desarrollan la percepción transmodal. Esta no es otra cosa que la capacidad para relacionar la información por medio de dos o más modalidades de percepción, entre ellas la visual y la auditiva. Entre los 2 y los 12 meses de edad las percepciones son difusas y deben evolucionar hacia la precisión perceptiva por medio de las impresiones sensoriales globales. La memoria es un proceso cognitivo que permite retener sucesos e información del pasado. Tiene una estructura compleja y es muy sensible a influencias, tanto internas como externas, en un sentido amplio. La memoria puede ser descrita como la manera en la que los sucesos pasados afectan las funciones futuras. La memoria empieza a desarrollarse desde el primer mes de vida, al mismo tiempo que aparecen los primeros reflejos condicionados mediante la relación entre los estímulos del entorno. El hecho de satisfacer la necesidad de alimentación por medio de la lactancia es el primer recuerdo que registra un bebé, entre otros recuerdos, como reconocer olores, sonidos y objetos que ven. Asimismo, empieza a recordar la voz o los besos de su mamá y de sus familiares cercanos, aunque no los puede relacionar en el tiempo y en el contexto, como ya le ocurre a los 3 meses de edad, cuando relaciona un objeto como el biberón con el lecho y el momento de recibir alimento basándose en que otras veces sucedió lo mismo en la rutina del día a día. En los bebés, la memoria de reconocimiento es la habilidad para reconocer algo que han visto anteriormente, objetos o familiares, y que pueden recuperar en el momento en que entran en contacto con el objeto, que ya les resulta familiar, aunque pasado un breve tiempo suelen olvidarlo fácilmente. Es alrededor de los 6 meses de edad que los bebés están más sueltos y exploran su entorno con más frecuencia. Esto los ayuda a reconstruir e incluso a modificar sus recuerdos en un tiempo de hasta 2 semanas, así como también a perderlos. Igualmente, a esa edad, recuerdan a sus familiares más cercanos y aceptan a otras personas a las que ven con menos frecuencia, con las que se sienten seguros y no lloran. Al primer año de vida, los recuerdos de los bebés se hacen más complejos, por lo que ya pueden establecer relaciones usando los sentidos. Ciertamente, una palabra o un sonido corresponderán a algo conocido, por lo que serán capaces de almacenar recuerdos algo más completos y con una duración mayor. Es decir, al relacionar causa y efecto cuando vean que se está armando su cochecito, sabrán que se trata de un paseo al aire libre, o si presionan un botón de su juguete, sabrán que oirán música y comenzarán a relacionar palabras con objetos. A esa edad, de hecho ya cuentan con un lenguaje explícito que pueden demostrar con palabras y con actos. Recordar el pasado es, en cambio, un proceso más complejo que la memoria de reconocimiento, pues supone evocar algún objeto familiar sin que dicho objeto esté presente y extraerlo de la memoria. Otro aspecto que favorece el desarrollo de la memoria tiene que ver con las rutinas que practican los padres de familia, como bañar y alimentar a su bebé a determinada hora, establecer contacto o hacer que reconozca lugares recurrentes, entre ellos la casa de los abuelos, los juegos, los parques y los centros comerciales. El pensamiento, razonamiento. En el primer año de los bebés, que corresponden a una gran parte de la etapa sensoriomotriz de la platificación piegetiana que se extiende hasta alrededor de los dos años de edad, en ese periodo, según Piaget, la inteligencia tiene la capacidad para adaptarse al ambiente mediante la acción directa. Efectivamente, los niños usan sentidos que están en pleno desarrollo, al igual que sus habilidades motrices, para conocer aquello que les circunda, confiando inicialmente en sus reflejos y más adelante en la combinación de sus capacidades sensoriales y motriz. De igual modo, representan al mundo para sí mismos en términos de conducta motriz. La atención y la observación son características de los bebés al iniciar esta etapa, razón por la que muestran mucho interés por explorar su entorno. Atienden cuando se los ayuda para hacer algo que no pueden realizar y empiezan a clasificar su percepción. Asimismo, el inicio de sus responsabilidades para moverse les permite explorar el entorno con mayor atención y observación, al igual que manipular y explorar los objetos con las manos, a fin de conocerlos antes de llevártelos a la boca. Otro rasgo destacado es que tienen buena memoria y recuerdan objetos que les llaman la atención. Piaget divide la etapa sensorio-motriz en seis subetapas, de las cuales cuatro ocurren en el primer año de vida con la presencia de las siguientes características. Actos reflejos. Durante el primer mes de vida, los bebés desarrollan los reflejos que innatamente han adquirido. Estos son expresados en el reflejo de succión, mamar o chupar, y en el reflejo de presión, palmar. Reacciones circulares primarias. Duran hasta el cuarto mes de edad y aparecen como primeros hábitos impuestos desde el exterior. Permiten a los bebés incorporar experiencias placenteras en su entorno a sus esquemas reflejos y empezar a coordinar sus sentidos. Son denominadas circulares porque se las repite y son primarias porque el objeto de esa conducta está centrado en su propio cuerpo, como el hecho de chuparse los dedos. Reacciones circulares secundarias. Se extienden desde los cuatro hasta los ocho meses de edad. En ese tiempo, el esquema mental de los bebés se va enriqueciendo por la coordinación entre la visión y la aprehensión, por lo que ya pueden agarrar y manipular todo lo que ven en su espacio próximo. Se denominan secundarias porque los bebés descubren el placer en otros objetos ajenos a su cuerpo. Así, por ejemplo, atrapan un cordón que pende del techo de su cuna, lo que provoca que los sonajeros suspendidos sobre ellos suenen. Coordinación de los esquemas secundarios. De los ocho a los doce meses de edad se inicia la coordinación entre la información sensorial y la conducta. Gracias a ello, los bebés comienzan la búsqueda del objeto desaparecido, que deriva en el desarrollo de actos más completos de la inteligencia práctica motriz. De este modo, por ejemplo, al mostrarles un objeto que deben alcanzar y que desaparecerá porque será tapado por un cojín, los bebés utilizarán esquemas asimilados previamente. En ese estadio, se desarrolla la permanencia del objeto, lo que indica que un objeto o una persona existen incluso cuando están fuera de las vistas de los bebés, hecho que sirve para la búsqueda del objeto desaparecido. El desarrollo del lenguaje en la edad de bebé. El lenguaje es un medio eficiente para que el ser humano se comunique con los demás. Tiene una naturaleza multicomponencial, dado que implica un conjunto de componentes integrados que tienen que ver con el sonido, fonología, el significado, semántica, la estructura general, gramática y el uso diario pragmática. Conocer el lenguaje supone manejar cada uno de esos componentes y combinarlos en un sistema comunicativo flexible. Durante el desarrollo del lenguaje, se manifiestan dos tipos de habla, el habla prelingüística y el habla lingüística, Papalia y otros, 2004. En ambos casos, las edades de referencia son aproximadas, ya que los bebés pueden tener ritmos en su desarrollo. El habla prelingüística es considerada como de nivel fónico, porque los recién nacidos, antes de que puedan hablar, expresan sus necesidades y sus sentimientos por medio de sonidos que progresan desde el llanto hasta los arrullos y los balbuceos. El habla lingüística, en cambio, es el momento cuando los bebés expresan su primera palabra, dejando así de realizar emisiones fónicas sin sentido y pasando a una expresión verbal con significado. Entre los 0 y los 12 meses de edad, el desarrollo del lenguaje se inicia con sonidos que, a pesar de ser bastante complejos, permiten a los bebés comunicarse con su entorno antes de ser capaces de utilizar la palabra hablada. De ese modo, el ser humano pasa progresivamente de una forma global de expresión y de comunicación, utilizando todo el cuerpo a una manera más diferenciada, basada principalmente en la actividad vocal. A continuación, describimos los hitos del desarrollo del lenguaje durante el primer año de vida. Habla número 4, etapas de la secuencia del desarrollo del lenguaje en el primer año de vida. Prelingüística, de 0 a 3 meses. El llanto es el primer sonido importante emitido por los recién nacidos, les sirve como medio de comunicación. También emiten sonidos roncos, gritos y balbuceos, así como sonidos guturales. Se produce la presencia del habla categórica. Los bebés perciben sonidos propios de su código fonológico nativo. Existe un valor instrumental de la expresión. Los bebés establecen una tensión conjunta con su cuidadora, sonríen y soplan emitiendo sonidos. Prelingüística, de 3 a 6 meses. Los bebés comienzan a canchurriar cuando están felices, escuchan sus propios gritos agudos y sus gorjeos. También usan el grito y la risa para controlar la intensidad, la duración y el volumen de la voz. Empiezan a jugar con los sonidos del habla, copiando e imitando los sonidos que escuchan de la gente que los rodea. Desarrollan la habilidad para participar en intercambios. Responden a la voz de la madre y de personas cercanas con sonrisa o con movimiento. Pueden localizar de dónde proviene la voz de una persona. Realizan algunas vocalizaciones, reduplicaciones, mamá, gugu, tata, repitiendo cadenas silábicas de una consonante más una vocal. Prelingüística, de 6 a 10 meses. Aparecen ciertos patrones de balbuceo en contextos particulares. Los bebés repiten sílabas de manera continua, ma, ma, ma, que son sonidos sin significado para ellos. Esos sonidos suelen ser confundidos con su primera palabra. Realizan intercambios vocales con sus cuidadores. Desarrollan gestos preverbales. Utilizan ademanes convencionales, representacionales y simbólicos para comunicar, cómo mover la cabeza, para expresar no. Imitan patrones de sonidos del lenguaje que escuchan en su entorno, vocales, algunas consonantes, sílabas simples. Desarrollan la sensibilidad para enfatizar patrones y secuencias de fonemas de su lengua nativa. También pueden reaccionar diferencialmente a la entonación con la que se les habla, pero todavía no distinguen los significados de las palabras. Lingüística, de 10 a 12 meses. Entre las primeras palabras que los bebés pronuncian están mamá o papá. También es común escucharlos repetir la última sílaba de una palabra. Inician el uso de holofrases, conocida como palabras-frases, que consisten en decir una sola palabra para diferentes significados, entre ellas da para decir quiero eso, quiero salir o dame, dependiendo del contexto en el que las expresa. Empiezan a emitir sonidos de forma elocuente o a usar exclamaciones. También pueden comprender entre 10 y 20 palabras de su lengua materna y pueden responder a solicitudes verbales muy simples, como dame eso, y ya entienden el no de los adultos, por los que son capaces de inhibir una conducta que ha sido desaprobada por el no. Comprende prohibiciones, órdenes y frases habituales del entorno. El desarrollo del lenguaje entre los 0 y los 12 meses de edad se caracteriza por la adquisición de la lengua materna, es decir, el idioma de que se habla en la familia o en el grupo que atiende al bebé. En ese proceso de adquisición, según Piaget, la imitación juega un papel importante y comienza con la simulación reproductora de un modelo exterior. Por tanto, la imitación de los sonidos es esencial para el desarrollo del lenguaje, que dependerá de la lengua materna, de la madre y de la estimulación que se brinda al bebé. Asimismo, los ademanes pueden constituirse en una alternativa valiosa y complementaria durante la formación inicial del vocabulario. Papalia y otros, 2004. Influencias en el desarrollo del lenguaje. El desarrollo cerebral, especialmente durante los primeros meses y hasta los dos años de edad, es determinante porque los niños aprenden a comprender y utilizar el lenguaje con facilidad. En los neonatos, los llantos están bajo el control del callo cerebral y de la protuberancia anular. Papalia y otros, 2004, que se desarrollarán casi en su totalidad hasta el momento del nacimiento. Igualmente, gracias a la maduración de algunas partes de la corteza motora, que tienen la función de controlar los movimientos del rostro y de la laringe. En los bebés van apareciendo el balbuceo antes de aprender a hablar. Sabiendo que el lenguaje es un acto social, es oportuno resaltar la importancia de la interacción constante de los bebés con sus padres y con las personas que los cuiden, ya que esa interacción resulta fundamental para el desarrollo del lenguaje. Esto debe ocurrir esencialmente en la etapa prelingüística, cuando los adultos valoran y repiten los sonidos que los bebés van emitiendo para así ayudarlos a desarrollar su lenguaje, hecho que también influirá en el ritmo de su aprendizaje. Por lo anterior, es importante practicar la estimulación temprana para que los niños comprendan y aprendan a escuchar y en un futuro puedan comunicarse fácilmente con su entorno. El habla dirigido a los bebés también se considera fundamental para el desarrollo lingüístico. Consiste en que los padres hablen de un modo especial, usando diminutivos o empleando palabras cortas, con un tono maternal similar a una armoniosa melodía. Según algunos investigadores, el efecto de este acto facilita el aprendizaje de la lengua materna. Otros argumentan que ese modo de hablar perjudica al desarrollo lingüístico. Finalmente, el lenguaje abarca un largo proceso de muchos años que empieza a construirse desde el primer mes de vida, ya que los llantos o los movimientos reflejos son captados e interpretados por los padres como la expresión de necesidades, hambre o sueño, entre otras, o de emociones, satisfacción y molestia, por citar algunas, que comienzan a adquirir un sentido de comunicación. En efecto, poco a poco los bebés empiezan a emplear esas expresiones como maneras de comunicarse con su entorno. El desarrollo psicomotor en la edad del bebé. Crecimiento y cambios físicos. El desarrollo psicomotor en la edad del bebé. Crecimiento y cambios físicos. En las tres fases de la etapa prenatal, germinal, embrionaria y fetal, se suceden cambios físicos precisos y con un orden establecido. El cigote se convierte en embrión y luego en feto, dando origen a un ser humano con forma y con características determinadas y con un patrón específico. Y genes particulares. Tales genes producen componentes a partir de un proceso denominado morfogenes, que ocurre de manera organizada después de la fertilización y durante el desarrollo embrionario, dando lugar al crecimiento físico en micra, de células individuales, de órganos y de tejidos. Primero se forma el cerebro, luego el cuerpo, los brazos, las piernas, los órganos internos y los órganos externos. Esos cambios físicos son cualitativos, anatómicos o somáticos, en peso, en talla y en perímetro y suceden bajo los siguientes tres principios. Principios peso a lo caudal. Establece que el desarrollo se produzca de la cabeza hacia la cola. Así, lo que primero se desarrolla es la cabeza junto con el cerebro y los ojos del embrión. Luego el desarrollo pasa a la médula espinal, cuyo tamaño es considerablemente grande. Principio próximo distal. Sucede desde el centro del cuerpo hacia las partes externas. La cabeza y el tronco del embrión se desarrollan antes que los brazos y las piernas que a su vez se desarrollan antes que los dedos de las manos. Y el principio cúbito dorsal. Está relacionado con el desarrollo de la prensión que se inicia en la región cúbita o hipotenar y termina en la región radial o tenar, con la posición de pulgar y del índice, finca fina. El crecimiento de bebés ocurre con mayor rapidez en los primeros meses de vida con avances importantes en la talla y en el peso. El incremento del peso en el primer año de vida es acelerado y va de 20 a 30 gramos por día durante los primeros cuatro meses. 750 gramos por mes de 15 a 20 gramos por día. El segundo cuatrimestre 500 gramos por mes y 12 gramos por día los últimos cuatro meses 200 gramos por mes. Es de ese modo que los bebés duplican su peso de nacimiento al cuarto mes y lo triplican al cumplir el primer año en los primeros seis meses de edad. El aumento de peso se debe al incremento de tejido adiposo mientras que en los meses siguientes el desarrollo del tejido proteico se refleja la producción del tejido muscular. Talla. El crecimiento de los bebés ocurre a una velocidad admirable. Así el primer año representa el 50% de la talla al nacer, 25 centímetros. De hecho, el primer trimestre la talla de los recién nacidos se incrementa en 9 centímetros en tanto que el segundo, el tercer y el cuarto trimestre aumenta en 7, 5 y 3 centímetros respectivamente para llegar al año de edad con 74 o 75 centímetros de longitud. Desarrollo psicomotor. La capacidad motriz del ser humano se constituye en la base de todo su desarrollo y allá define esta primera fase como la etapa de inteligencia senso-biomotriz porque el pensamiento de los bebés implica el uso de los sentidos y la actividad motriz, ver, oír, moverse, saborear, tocar y así de modo sucesivo y complejo. Antes del nacimiento en el útero materno el feto experimenta la sensación de movimiento y ejerce presión en las paredes uterinas al movilizar sus extremidades una y otra vez, estimulando su desarrollo sensorial, táctil y proprioceptivo, es decir, comienza a tomar conciencia de su cuerpo. Después del nacimiento el bebé continúa explorando su cuerpo y va descubriendo sus posibilidades de movimiento para satisfacer sus necesidades. El desarrollo psicomotor no es otra cosa que la capacidad de movimiento basada en la coordinación entre los sistemas sensoriales, musculares y esqueléticos. Según Schaffer 1996, uno de los desarrollos más notorios en el primer año de vida es el progreso de los niños y las niñas en el control de sus movimientos y en el perfeccionamiento de sus habilidades motriz. De hecho el desarrollo y la capacidad para utilizar los sistemas sensorial y músculo esquelético para moverse se constituye en el soporte de desarrollo de todas las demás áreas de crecimiento en un bebé y permite sentar las bases para el desarrollo cognitivo, el desarrollo del lenguaje y posteriormente el desarrollo social y emocional. Después del nacimiento el sistema nervioso todavía no funciona en su totalidad. Inicialmente trabaja la parte subcortical basada en las dos funciones que describimos en la siguiente tabla. Tabla número 5, funciones del sistema nervioso para el trabajo subcortical. Vía de conducción sensitiva y motriz. Sensitiva es la base para un posterior desarrollo sensorial. La vía sensitiva ascendente, centrípeta o aferente está formada por los ases de gol y de burdache, además de los ases espinos cerebrosos directo y cruzado. Esta vía conduce los impulsos o mensajes creados por los estímulos que son recibidos por los receptores periféricos. Motriz es la base por un futuro desarrollo motor. La vía motora descendente, centrífuga o aferente está formada por los ases piramidales directo o anterior y por el as piramidal cruzado. Por esta vía descienden desde el encéfalo las respuestas motoras. Centro de reflejos. Aspecto fisiológico. Es la función nerviosa llamada arco reflejo. Aspecto anatómico. Constituye la vía seguida por el impulso nervioso denominada arco reflejo. Los reflejos son funciones nerviosas básicas provocadas por la acción de los estímulos. Son de duración instantánea y en ellos no intervienen la voluntad ni la conciencia. Los bebés presentan aproximadamente 27 reflejos. Estos ya están presentes al nacer o aparecen hasta el primer mes después del nacimiento y se pierden entre el sexto y el doceavo mes de vida. Los reflejos que permanecen en el ser humano son el pupilar, el estornudo, el bostezo, el parpadeo y los actos de toser, de atragantarse y de tiritar. El desarrollo sensorial y motor se debe a la proliferación dendrítica y a la mielinización axónica que son las responsables fisiológicas de los progresos observados en los bebés. La mielinización de las vías sensoriales y motrices, primero en la médula espinal del feto y después del nacimiento en la corteza cerebral. Es la base para explicar la aparición y la desaparición de los reflejos primarios. El tránsito de la actividad refleja el desarrollo de las funciones motrices, que sucede cuando los reflejos se pierden en el tiempo establecido, dando la señal de que las vías motrices en la corteza cerebral se han mielinizado parcialmente, permitiendo la ejecución de movimientos voluntarios y el aumento de las reacciones posturales, así como la complejidad de tales funciones. Cuando el sistema nervioso central, los músculos y los huesos están listos y el entorno les ofrece las oportunidades adecuadas de exploración y de práctica, los bebés se incursionan en estas actividades, demostrando de manera acelerada durante los primeros meses de vida, el desarrollo neurosensorial en sus capacidades, a medida que se adaptan a su medio. Por tanto, el desarrollo psicomotor dependerá de la base genética de los bebés de su nivel madurativo, de la más estimulación y del aprendizaje, en la etapa establecida, favorecido por un contexto adecuado que implica la buena relación afectiva con sus madres, la estimulación sensorial y la buena alimentación. El desarrollo psicomotor se caracteriza por una serie de hitos que los bebés deben cumplir para alcanzar logros de manera sistemática. Esto significa que con cada logro nuevo que denominan, también se preparan para enfrentarse al siguiente. El control postural comienza con el control cefálico y progresa en dirección céfalo-caudal. Este principio se observa en la secuencia de las adquisiciones motrices, sedente, bipede, estación, marcha. Mientras que en las extremidades se da el principio próximo distal y para los próximos patrones de presión se presenta el principio cúbito-radiar. Por otra parte, el desarrollo ontogenético, motor grueso, está regido por los principios céfalo-caudal como se aprecia en la siguiente secuencia. Control cefálico, control del tronco, bipede-estación, marcha y dominio de sede-estación. A continuación presentamos el cuadro del desarrollo de las habilidades motrices según correspondiente a edad de aparición. Cuadro número 4, hitos del desarrollo motor entre los 0 y los 12 meses. Habilidades, control de la cabeza, al nacer el bebé ya mueve la cabeza de un lado al otro, cuando esté acostado o de espalda, cuando esté boca abajo puede levantar la cabeza o sostiene la cabeza, en las edades de 3 meses y 4 meses. Control del tronco, patalea fuerte, levanta la cabeza, levanta la cabeza y el pecho, mantiene firme la cabeza al levantarlo, mantiene la cabeza para sentarlo, gira la cabeza de un lado a otro, trata de sentarse solo, se arrastra, gatea y se para agarrándose de algo, se mantiene de pie sin apoyarse, esto se presenta en las edades de 3, 4, 6, 7, 9, 10 y 12 meses. Control de las manos, puede ascir objetos medianos y pasarlos de una mano a otra, se da a los 4 meses, sus manos se coordinan lo suficiente como para agarrar objetos pequeños, presión pinza, se da en las edades de 7 a 11 meses, adquiere mayor precisión en el manejo de las manos, de 12 a 15 meses, locomoción, da vueltas de manera deliberada de estómago, de espalda o viceversa, da a los 3 meses, se siente sin apoyo, ocurre a la edad de 6 meses, empieza a movilizarte arrastrándose o gateando, practica la marcha sosteniéndose de los muebles, se da a los 10 meses y puede sostenerse de pie a la edad de 12 meses. A nivel motor fino, el primer intento se manifiesta por primera vez al tercer mes de vida, cuando los bebés fijan visualmente un objeto, esto ocurre gracias a que en ellos se genera una imagen mental que se traduce en un impulso motor manifestado mediante la agitación de sus brazos para tratar de alcanzar tal objeto, ese impulso es conocido como inón, iniciativa y ideó motriz, cuesta que se trate de un movimiento de marioneta y no implica el acto de prensión que es una manifestación de la corticalización funcional, con relación a la prensión el desarrollo motor fino implica cuatro momentos, localización visual del objeto, aproximación, prensión, exploración, entonces el desarrollo de la habilidad motriz fina que comprende desde la prensión refleja hasta la destreza en la manipulación de los objetos, se inicia con la localización visual de un objeto, fijación ocular y va hasta el dominio visual completo y el logro de una adecuada coordinación viso-motriz por parte de los bebés, en cuanto a la aproximación y a la prensión estas basan su evolución en los principios próximo distal y cúbito radial respectivamente, luego ocurre el aflajamiento voluntario cuya importancia radica en la apertura manual voluntaria, el desarrollo socioemocional en la edad de bebé, para comenzar el estudio del desarrollo socioemocional es preciso realizar una consideración previa sobre los términos social y emocional, el primero se referencia a la relación entre los individuos y la sociedad, el segundo a los estados internos, tristeza, felicidad y temor entre otros, como deseos o necesidades que dirigen el organismo, por tanto el desarrollo socioemocional es la interacción de un individuo asociada a cambios fisiológicos y conductuales, el primer contacto que los bebés tienen con el mundo es generalmente con la madre, que al momento de la alimentación va advirtiendo una serie de expresiones que dan inicio al desarrollo socioemocional de sus hijos, generando un vínculo afectivo inseparable entre ambos, a su vez la familia principalmente los padres y los hermanos, si los hubiera, proporciona recién nacido el afecto y la confianza que se reflejan en la atención que éstos le brindan ante el menor requerimiento a esas atenciones y a ese cariño, el bebé retribuye con un sentimiento de apego, en cuanto al llanto este es considerado como una forma inicial de relacionamiento que el neonato utiliza para comunicar sus necesidades, según se sabe en la etapa de bebé existen algunas variantes diferenciadas de llanto, el llanto de hambre, el llanto de enojo, el llanto de dolor y el llanto de frustración, cada uno con características específicas, René Spitz, médico y psicoanalista norteamericano, fue uno de los primeros investigadores que observó la importancia de la presencia de la madre en etapa que va de los 0 a los 12 meses, de hecho el desarrollo de las reacciones emocionales se constituye en la base de la personalidad de los bebés, los tres organizadores que propone Spitz son en resumen los siguientes, la sonrisa, esta aparece en estado de vigilia durante la etapa de sueño de los bebés, en un principio no es un acto consciente, pues recién a partir del tercer mes se manifiesta de manera más frecuente y social, la ansiedad ante un extraño o extraño, a los dos meses de edad los bebés ya son capaces de reconocer la fisonomía de los miembros de su familia, esto ocurre al escuchar sus voces o al percibir los aromas que los caracterizan, por lo que ante la presencia de desconocidos se sienten con ansiedad y temor, la ansiedad ante la separación, se manifiesta cuando los bebés se ven privados de la presencia de sus madres, ya sea por motivos de salud o por otras razones que interrumpen la interrelación, los aportes de John Wolde 1998 se concentran en la teoría del apego, entendido como el vínculo afectivo entre el lactante y su madre, o la persona que lo cuida, esto sucede porque el apego proporciona al bebé la seguridad emocional indispensable por un adecuado desarrollo de su personalidad, gracias a que se siente afectado y protegido plenamente, la seguridad emocional influye en consecuencia por el grado de sensibilidad y por la capacidad de responder positivamente a las demandas del bebé por parte de la persona con la que esté, ahí sale a ser un vínculo afectivo, según esta teoría el repertorio de reacciones y de conductas del bebé tiene la finalidad de atraer la atención de sus padres o de sus cuidadores y producirles respuestas para poder vincularse, papá y abuela y sus colaboradores por su parte destacan de la teoría ecológica, lo siguiente, los lactantes y sus padres están biológicamente predispuestos a apegarse entre sí y el apego promueve la supervivencia del bebé, papá, abuela y otros 2004, de ahí que se originan lazos innatos que propician este relacionamiento, el estrés de conexión que existe entre el desarrollo cognitivo y el desarrollo socioemocional hace que el primer año de vida sea uno de los periodos más importantes porque con él se sientan las bases de posterior actividad, ciertamente las emociones se constituyen en la primera señal mediante la cual los bebés pueden comunicarse y que en los recién nacidos se manifiestan como reacciones incondicionadas no aprendidas del organismo ante la satisfacción o la insatisfacción de las necesidades orgánicas, a continuación presentamos la descripción de algunas conductas observables de acuerdo a los métodos de vida de un bebé, se trata solamente de indicadores que sólo dan una orientación general sobre su desarrollo