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Ella se fue, sin volver la vista atrás, como un camino hacia ninguna parte, sin un encuentro que no fuera de la libertad, siguiendo las pautas que indica la vírgula de la determinación para encontrar sus propios diseños. Se marchó lejos, con la guerra empañada en manos y cuerpos. Con paso firme al caminar, la esperanza lo hizo olvidar, sin detener su momento. Sin estruegos, sin miedo, su vida quería cambiar, civilizaba en un horizonte de paz. ¿Por qué andar siempre al borde de los precipicios? ¿Por qué caminar detrás de una silla? ¿Qué sentido puede tener entender tan en comprensión una comercialidad que no hace un corazón herido, como el de Lucas, con un esperado destino? Cubrió la puerta y lo abrió para que se pudieran abrir otras puertas, otros sueños que cumplirse si fuera realidad. Se marchó sin dar una segunda oportunidad, sin detenerse en las encrucijadas. Lejos de las cadenas de las muertales y los insultos con los que más violencia especial genera la prepotencia que roba la eternidad. Lejos de la prisión, de la carencia de sentimientos. Se fue con sonrisa calma, con la herencia en la cara y el pelo suelto al viento para poder reflejarse en el escenario donde se reflejan las almas libres. Libres de la exclamación, de la dependencia y el dolor. Muy lejos, muy lejos del miedo. Cederte a algo rico. Exclamación Margarita Vélez. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org