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Maria Rivier believed that encountering Jesus can change lives. Her schools were dedicated to catechesis and introducing people to Jesus. She had a passion for sharing and wanted to spread the Jesus within her. When a mayor requested a school without catechism, Maria firmly replied that there would be no sisters if there was no catechism. Chapter 15 describes the Easter celebration in Montefa, where the church was filled with people dressed in their best attire, and the children received their first communion. The presence of Maria as a teacher had a powerful impact on the community, and even those who doubted her abilities recognized her influence. The chapter concludes with prayers for vocations and the importance of renewing love for the Eucharist. In the next chapter, Maria's daughters will go beyond borders to share Christ's love with the world. Hola Rivier, sabes, una de las certezas de María Rivier era que el encuentro con Jesús cambia la vida. Sabía que la catequesis es poner a las personas en comunión y en intimidad con Jesucristo. Y esa era únicamente la finalidad de sus escuelas, su pasión por la catequesis, por dar a conocer a Jesucristo. Ella quería con todas sus fuerzas compartir, contagiar al Jesús que llevaba adentro. A un alcalde que quería que en su pueblo hubiese una escuela de la presentación de María, pero la que no se diera el catecismo, la respuesta fue rotunda. Si no quieren catecismo no tendrán hermanas. La frase y la anécdota se hizo famosa. Pues vamos a ello. Capítulo 15. Capítulo 15. María es catequista. PASCUA. Las campanas de la iglesia, hechadas al vuelo, tomaban con alegre repiqueteo a todos los deigreses de Montefa. Se la dio tan llena, tan hermosa, tan iluminada. Era el mayor día del año. Cristo ha resucitado. Y Cristo resucitado para nuestra resurrección y vida. Quería darse aquella mañana brillante de primavera, con la pantalla a los niños del pueblo. La gente acudía presurosa, caminaba con sus mejores cadas no ningueras. Iglesia en su pleno. Nunca se la vio tan llena, tan hermosa, ni tan iluminada. En el primer plano, los niños vestidos de raza blanco, imagen de la Cabeza de la Salva, serios y formales como las estatuas de nuestras iglesias. Detrás, las niñas con sus trajes vacurosos y sus piezas cubiertas con el blanco velo de su inocencia y su fervor. Se unen con toda su alma al celebrante que les va a dar el pan de la Eucaristía. En el momento solemne de la comunión, cuando todos estaban arrodillados en el comandatorio, la voz vibrante de la iglesia rompió el silencio. En nombre de sus compañeras, pedía perdón a todos los papás por los discursos que les han dado desde que nacieron. La emoción embarga a la asistencia. Nunca había entendido ser de una iglesia ni tan penosa, ni tan preparada. Todos reconocen el bien que les causa al secretarista de bien, elevando a sus hijos. El señor Pura, que la había juzgado ignorante y débil, confiesa su error, pues se ha dado cuenta que la joven maestra tiene más poder humano que él y los monos sacan mucho más provecho de las lecciones que ella da que de las suyas propias. Y desde entonces le confía en la preparación de la primera comunión. Ella era la que juzgaba la suficiencia de conocimientos para que los admitiera a la banqueta. Los años pasarán, pero estas siestas quedarán para siempre en la memoria y en el corazón de los niños de Montefac que tuvieron la dicha de ser preparados por la joven virgen para la primera comunión. Cuando en 1831 la madre de Dier esperaba en su leche la llamada definitiva del esposo, el hombre, secultivo por los años, suplicaba con insistencia que dejaran ver a la morena superior. Delante de ella se le hundió en la garganta y no supo más que lo hacían presoyosos. Este le preparó para la primera comunión. Feliz maestra que llegara para el cielo perla tan hermosa como la comunión de Pascua del año 1790. Dice Santa María River, lo que es el sol al mediodía lo es el amor de Jesucristo para con nosotros en el sacramento de la Eucaristía. Está en el punto más alto de su luz y de su ardor. ¿Qué hace Jesús en este sacramento? Nos ama. Esta palabra lo dice todos y responde a cuanto podemos pedirle. Aquí solo reina el amor. Mi vida, Jesucristo. La Comunión de Pascua del Año 1790 La Comunión de Pascua del Año 1790 Letanías. Santa María River, la joven que contagia su amor a la Eucaristía ruega por nosotros. Santa María River, la joven que se entrega con pasión en todo lo que hace ruega por nosotros. Santa María River, la joven que deja huella en la vida de sus alumnos ruega por nosotros. Oración para pedir vocaciones. Dios Padre Nuestro, te damos gracias por Santa María River. Ayúdanos a conocer a Jesucristo en el Evangelio. Dios Padre Nuestro, te damos gracias por Santa María River. Ayúdanos a conocer a Jesucristo en el Evangelio. Vivir a Jesucristo en sus misterios. Manifestar y enseñar a Jesucristo con toda nuestra vida. Concédenos numerosas vocaciones para anunciar al mundo la buena noticia del Evangelio. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén. Salve, este capítulo te ha hecho vocar el día de tu primera comunión. ¿Te acuerdas cómo fue? ¿Te acuerdas de lo que viviste? ¿De quién fue tu catequista? ¿Qué día es? Tenemos un grupo de WhatsApp con mis compañeros de quinta, mis compañeros de generación, y uno de estos días, una de las que formamos el grupo ha puesto una foto de nuestra primera comunión. Bueno, nos ha costado reconocernos a algunos. Espero que ese día de tu primera comunión nos se quede solo en el recuerdo y te haga renovar tu amor a la Eucaristía y te empuje a encontrarte con Jesús presente en el Sagrado. Y así, sientas la necesidad de dedicarle un tiempo, al día, a la semana, ¿sí? De dar un tiempo a la adoración del Santísimo. Piénsatelo, que siempre hay tiempo para lo que uno quiere y puede. Nos vemos en el capítulo 16. En todo el mundo, en todo lugar. En todo el mundo, en todo lugar. Desearía tener mil cuerpos para poder ir a trabajar y dar como será Cristo en todo el mundo, en todo lugar. Pero un día mis hijas cruzarán, cruzarán los mares. Pero un día mis hijas cruzarán, cruzarán los mares. Pero un día mis hijas cruzarán, cruzarán los mares. Y tendré mil cuerpos para poder ir a trabajar. Pero un día mis hijas cruzarán, cruzarán los mares. Y tendré mil cuerpos para poder ir a trabajar. En todo el mundo, en todo lugar. En todo el mundo, en todo lugar. Desearía tener mil cuerpos para poder ir a trabajar y dar como será Cristo en todo el mundo, en todo lugar. Desearía tener mil cuerpos para poder ir a trabajar y dar como será Cristo en todo el mundo, en todo lugar. Desearía tener mil cuerpos para poder ir a trabajar y dar como será Cristo en todo el mundo, en todo lugar. Desearía tener mil cuerpos para poder ir a trabajar y dar como será Cristo en todo el mundo, en todo lugar.