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1 Samuel 3:1-9 - M. Emanuel Ceniceros

1 Samuel 3:1-9 - M. Emanuel Ceniceros

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Un comentario de 1 Samuel 3:1-9

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Buenos días, Dios les bendiga. El día de hoy, el día 6 de mayo del 2024, corresponde la lectura en los pasajes siguientes. Es primera de Samuel, el capítulo 3 al 5. Salmos 119, versículos del 113 al 128. Romanos 10 y Hebreos 11. Yo quisiera situarme en primera de Samuel, que la verdad es una, lo que voy a decir a continuación respecto a esto, es algo que hemos leído muchas veces y a veces nos ocasiona emoción, satisfacción, algo bonito porque sabemos que es respecto al llamado de Samuel precisamente. Y dice de la siguiente manera, en Samuel capítulo 3, voy a leer algunos versículos y luego voy a estar comentando, haciendo el comentario respecto a esto. Dice el versículo 2. Dice, aconteció un día que estando Eli acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaron a oscurecerse, que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde el arca de Dios estaba, y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel y él respondió, eme aquí. Y corriendo llegó a Eli y dijo, eme aquí, ¿para qué me llamaste? Y Eli le dijo, yo no he llamado, vuélvete a acostar, y él se volvió a acostar. Y Jehová llamó, volvió a llamar otra vez a Samuel, y levantándose de Samuel vino Eli y dijo, eme aquí, ¿para qué me llamaste? Y él le dijo, hijo mío, yo no he llamado, vuelve y acuéstate. Voy a leer el versículo 8. Dice, Jehová pues llamó por tercera vez a Samuel, y él levantándose vino Eli y dijo, eme aquí, ¿para qué me has llamado? Entonces Eli entendió que Jehová llamaba al joven, y dijo Eli a Samuel, ve y acuéstate. Si te llaman otra vez, dirás, habla Jehová que tu siervo oye. Y así fue Samuel y se acostó en su lugar. Y vino Jehová y llamó otra vez, Samuel, Samuel, entonces Samuel dijo, habla que tu siervo oye. Hasta aquí vamos a leer, brinqué un versículo que llamó mi atención, que dice de la siguiente manera. Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. Este versículo me llamó mucho la atención por lo siguiente, porque Samuel estaba siendo llamado por Jehová, pero Samuel aún no lo conocía. Quien lo conocía con mucha más frecuencia, pues era el sacerdote, verdad, era Eli. Era el que si tenía mucha más cercanía, quizás su voz, quizás su manera de presentarse ante el ser humano, él tal vez ya lo conocía en ese aspecto, sabía cómo se manifestaba Dios, porque ya lo había visto, ya lo había vivido, pero Samuel no. Y esto cobra mucha relevancia hoy en día, porque a veces nosotros, mi hermano, Dios nos habla, Dios nos habla de muchas formas, al igual que a Samuel le habló, y nosotros escuchamos, pero no creemos que fuera Dios, no creemos que es Dios. ¿Por qué? Por una simple razón, igual que Samuel. Nosotros nunca habíamos tenido la oportunidad de conocerle, porque Samuel no le conocía, no conocía su voz. Dice, no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. Hoy en día, usted y yo, mi hermano, tenemos la oportunidad de conocer esta palabra, porque tenemos las Escrituras. Antes, Samuel no tenía Primera de Samuel, ni Segunda de Samuel, no tenían el libro, los demás libros, los libros de Salmos, no tenían el Nuevo Testamento mucho menos, nosotros tenemos las Escrituras, por donde el Señor nos habla. La palabra de Dios ya está escrita. A veces, nosotros nos desesperamos, y quizá algún caso que pueda ser, quizá alguno de los que están escuchando, pudiera haber sentido esto, y es que en algunos casos, sentimos como una tristeza, porque Dios quizá no nos habla como a otras personas les habla, y creemos que estamos muy lejos de Dios, como para que Dios nos hable de tal manera, ¿verdad? Entonces, a veces sentimos así, como que, híjoles Dios, ¿por qué no me hablas? Yo quiero también escucharte. Pero las Escrituras están allí, mi hermano o mi hermana, que me escuchan. El Señor ya habló. El Señor ya dijo lo que tenía que decir, y no tiene que volver a decir las cosas que ya están escritas. La palabra de Dios no cambia, y es perfecta, y en cuanto a su perfección, también es eterna, y en esa eternidad no refiere a que algo más allá en el cielo, no, que es eterno refiere que no tiene un principio y no tiene un final. Es decir, todo el tiempo en el que nosotros tengamos vida, y nuestras generaciones siguientes, la palabra tiene actualidad. Es decir, uno va a acercarse a las Escrituras y va a recibir aliento de vida, va a recibir, bueno, bendición, va a recibir aliento, por supuesto, va a recibir paz, armonía, tranquilidad. El día de ayer, nuestro hermano Marcelo, a quien le mando un saludo, dio una ilustración de experiencia verdadera, real, sobre un compañero suyo, no recuerdo si era de trabajo o de la escuela, pero que decía que leía la Biblia, y aunque no la conocía, es decir, no estaba familiarizado con el cristianismo, sino que simplemente la leía por costumbre, al leerla tenía paz en la adversidad, en las dificultades. ¿Por qué? Bueno, porque la palabra de Dios eso lleva, eso trae. Cuando nosotros leemos la palabra de Dios, nosotros estamos siendo animados, estamos siendo instruidos, estamos también siendo fortalecidos, aún sin darnos cuenta. Y es algo muy maravilloso esto. Samuel no había escuchado la voz de Dios, e incluso ni siquiera había conocido a Jehová. No había conocido, no sabía quién era, solo sabía que era un Dios que teníamos que todos adorar, pero de la manera en como Elí lo conocía, Samuel jamás lo había conocido. Yo en esta mañana a mi hermano, a mi hermana que me escucha, le invito a que tengamos este tiempo para conocer a Dios. ¿Cómo podemos conocer a Dios? Tenemos que hacer lo mismo que Samuel, esperar en la noche, escuchar su voz, no necesariamente, aunque no quiere decir que Dios no hable porque su Espíritu Santo hoy en día actúa y es el Espíritu Santo quien nos habla, sino que hoy en día las Escrituras aquí están. Usted tiene la Biblia. Usted se acerque a las Escrituras y le va a hablar Dios de una manera muy maravillosa, que cuando concluya su lectura de este día, va a decir gracias, gracias por lo que me has dado, gracias por lo que me has alimentado, me has ayudado para poder tener tranquilidad, paz en estos momentos difíciles, o incluso tal vez para tomar una decisión, quizá tiene una decisión que tomar y no sabe cómo llevarla. Incluso en esas cosas el Señor también tiene una respuesta en las Escrituras, porque como le digo, es palabra de Dios. Y bueno, espero que haya sido de bendición este pequeño comentario respecto a 1 Samuel capítulo 3 del versículo 1 al versículo 8, si no me equivoco, versículo 9, pero dimos énfasis en el versículo 7 y usted también en su casa lea ese versículo 7 y después también lea todo el capítulo, por supuesto, los capítulos, perdón, porque son varios capítulos que vamos a leer. Este versículo 7 tiene mucho significado porque habla precisamente del motivo por el cual Samuel se levantaba e iba con Elí y no se detenía a comprender un poco quizá que también existía Dios, sino que todo lo que lo dedicaba a Elí y cuando nosotros lo vemos de esa forma, mi hermano, tenemos una respuesta. Vuelvo a repetir y disculpe la insistencia, pero hoy en día tenemos las Escrituras. Ahí está la palabra de Dios. Cuando tenga angustia, cuando tenga tristeza, cuando esté en tribulación, cuando esté en problemas, en enfermedad, en cualquier cosa, siempre cuando vamos a leer las Escrituras hay una solución, hay una respuesta, hay algo que el Señor nos da. Es por eso también algo de grandísima bendición la lectura del día. Hay ocasiones en las que podemos realizar la lectura, hay ocasiones en las que por las situaciones del trabajo quizá que podamos tener se nos complique, pero que no se le pase porque es a través de ello que nosotros podemos conocer a Dios, podemos conocer cómo el Señor actúa, pero también somos alimentados, podemos escuchar Su voz, podemos escuchar qué es lo que Dios tiene para nosotros. Dios le bendiga grandemente que tenga un excelente y bendecido inicio de semana.

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