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This podcast episode titled "Mis Primeros Pasos con una PDI en el aula" features Cristina Ordóñez Rodríguez, a teacher who shares her experience using a digital interactive whiteboard (PDI) in the preschool classroom. She initially felt nervous and unsure about using the tool, but with the help of her students, she learned how to use it effectively. She used the PDI for activities such as teaching writing, vocabulary, and math, making learning more engaging and enjoyable for her students. The podcast emphasizes the importance of embracing technology in education and being open to new methods of teaching. Hola, ¿cómo están? Mi nombre es Lina Milena Cardona Botero, licenciada en Educación Prescolar y actualmente estoy estudiando la maestría en Educación y Procesos Cognitivos. Les doy la bienvenida a mi podcast, Faro de Colores, y hoy quería iniciar este primer capítulo compartiendo una experiencia dinamítica, diplomada en Magisterio con Especialidad en Educación Infantil, Cristina Ordóñez Rodríguez, con su historia Mis Primeros Pasos con una PDI en el aula. Quien en su historia nos relató cómo vivió sus primeros momentos utilizando esta herramienta tecnológica en el nivel de preescolar, pudiendo encontrar su utilidad en el aula. Te recomiendo que te quedes hasta el final para que puedas conocer y reflexionar sobre su historia. Y recuerda que tú puedes ser el próximo protagonista de este podcast. Envíame tu experiencia a mis redes sociales que estaré compartiendo en el transcurso de este capítulo. Así que, iniciamos. Cristina Ordóñez es una maestra como tú o como yo, una maestra dedicada y entregada a su profesión, dispuesta y abierta al cambio para curir las nuevas necesidades e intereses de la nueva generación. Desde el año 2003 ha trabajado en diferentes escuelas de educación infantil de la provincia de Barcelona, tanto concertadas como públicas, y se ha especializado en el segundo ciclo de esta etapa. Hace algunos años fue nombrada para hacer una sustitución en una escuela de educación infantil y primaria. Al llegar, la coordinadora le explicó que su clase era la única de todo parvulario que tenía una pizarra digital interactiva. Sí, una PDI. Ella había escuchado muchas cosas sobre esta herramienta, pero realmente nunca la había usado. Se sintió afortunada de tenerla, pero al mismo tiempo atemorizada, ya que tenía algunos conocimientos sobre ella, pues había realizado un curso virtual sobre el tema, pero nunca la había llegado a utilizar. Claro, estas emociones son normales, por ese miedo a lo desconocido y más cuando de ti, depende el aprendizaje de varios infantes. ¿A cuántos de nosotros los maestros nos ha pasado que hemos escuchado sobre algo, pero nunca profundizamos por falta de tiempo y no buscamos información? Y luego resulta que nos toca trabajar con esa herramienta de la que siempre escuchamos, pero nunca tuvimos forma de usarla. Puede resultar aterrador en ese instante, imaginarte viviendo todo un año con una herramienta que no sabes cómo usar o aplicar a tus clases de preescolar. Oh, my God. Pero bueno, el reto no era solo aprender a usarla y aprender a usarla en preescolar, sino que estaba en el antecedente de que la profesora anterior solía utilizar la PDI para muchas cosas, lo cual hizo tenerle como un mal de respeto, porque quería decir que si no era capaz de hacer algo con ella, los alumnos y la coordinadora se darían cuenta. Rápidamente, en su primer día de labor, entraron los niños y niñas de 5 años, que se vieron sorprendidos al ver a una persona nueva para ellos. Todos estaban expectantes. El segundo día, ¿qué creen que sucedió? ¡Claro! Llegó temprano para endebar acerca de cómo usar esta herramienta. Situaciones de desafío que como docentes nos motivan para estudiar y superar nuestros miedos, miedos que en ocasiones se convierten en autosuperación, en dedicación y vocación, que gracias a nuestros impulsos nos llevan a avanzar y transformar nuestros límites en una construcción continua de aprendizajes, en los que trascendemos en diferentes esferas, tanto cognitivas, sociales o personales. Si les está gustando y quieren compartir sus experiencias conmigo, recuerden que pueden encontrarme en mis redes sociales. En Instagram me encuentran como arroba maestramiel-mille o arroba millecardona b. También pueden enviarme un DM a mi correo personal lina.mille-hotmail.com. Continuemos. En su estadía allí, Cristina se dio cuenta que los estudiantes tenían tres veces a la semana una actividad de grafismo que le resultó bastante aburrida y poco original, así que decidió probar el PDI. Realmente no sabía ni cómo se encendía y tuvo la sensación de que sus estudiantes sabían más que ella. Por ello decidió preguntarles. ¿Hay algún voluntario que me pueda decir cómo se enciende esto? Uno de los niños vino a ayudarme y puso en marcha el PDI con mucha facilidad. Y por si hiciera falta, varios dijeron señalando un icono. Para poder escribir algo en la pizarra, tienes que pinchar en ese dibujito que hay allí. Efectivamente sucedió lo que nos sucedió a muchos de nosotros y es que al mismo tiempo que enseñamos, aprendemos. Y nos damos cuenta también de las habilidades y destrezas con las que cuentan nuestros estudiantes, permitiéndonos evidenciar que muchas veces subestimamos las capacidades de los más pequeños, creyendo que somos nosotros quienes les ayudamos a construir el conocimiento, sin reconocer que ellos suelen ser también nuestros maestros educativos. Y no solo eso, sino también maestros de la vida. Y sí, así fue como ella inició a conocer y usar el PDI, realizando actividades que involucraban la lectoescritura. De una manera divertida para ellos, por supuesto. Lo primero que hicieron fue ver qué palabras encontraban que eran difíciles de escribir. Después, ella pronunciaba poco a poco para que se dieran cuenta de los fonemas que tenía. Venía algún niño o niña a intentar escribir. Y entre todos miraban a ver si estaba bien y si no, la corregían de manera conjunta. Esta actividad me recuerda a lo que yo hacía con mis niñas en un colegio en el que trabajé. Lo que yo hacía con mis niñas para yo motivar, escribir y leer. Solo que eran un tablero tradicional de tiza y para ellas era motivante usar las tizas, salir al frente, liberarse de cualquier temor y entregarse al éxito. No les tenían miedo a la corrección, por el contrario. Disfrutaban que les enseñaban la forma correcta de escribir. Realmente su objetivo era aprender a escribir la palabra de la manera correcta, tan linda. ¡Qué hermosas mis niñas! Igual que la proveeran sin miedo al éxito. Bueno, Cristina también aprovechó para enseñarles vocabulario, ya que en los textos a veces salían nombres de animales o de plantas que no conocían. Así que introduciendo la palabra en el buscador de imágenes de Google, buscaban fotografías de aquello que les generaba duda. De esta manera, a la hora de hacer el dibujo relacionado con el texto, podían saber todo el significado que conllevaba y escoger lo que preferían dibujar relacionado. Y así sucesivamente fue usando el PDI con estrategias de actividades que favorecían los procesos de enseñanza y aprendizaje. Observaron cuentos, celebraron cumpleaños, trabajaron en el cálculo mental, desarrollaron procesos lingüísticos y comunicativos. Gracias a ellos, el PDI fue un recurso más de la clase que le ayudó a explicar las cosas de manera más original y más divertida. Así como ella, abrimos mucho, que en ocasiones nos atemorizamos al encontrar herramientas tecnológicas en el aula, y que por temor a no saber usarlas, a no saber aplicarlas al grado, al nivel o al área, decidimos continuar llevando una enseñanza tradicional, en la que inundamos o profundizamos en las diferentes necesidades e intereses de las nuevas generaciones. Y es importante que seamos conscientes de las oportunidades metodológicas que estas herramientas nos pueden brindar y acompañar en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Yendo más allá de lo que conocemos, sales de nuestra zona de confort. Es nuestro primer paso. Recordando el propósito por el cual estamos en el aula, porque queremos ayudar en la educación de nuestros estudiantes, pudiendo reconocer las necesidades e intereses que las nuevas generaciones demandan, de manera que los estudiantes sean nuestro motor, que nos hace mejorar cada día como docentes y como personas. Realmente yo recuerdo los demandantes que eran mis niñas, pero demandantes me refiero pues al conocimiento que pedían diariamente, parecían hambrientas por aprender. Cada día llegaban con nuevas ideas, información que solicitaban conocer a profundidad. Y sé que a muchos les ha llegado a suceder, que sus estudiantes demandan de conocer lo nuevo, lo último que se está usando. Al igual que también les motiva como conocer lo tradicional y todo aquello que les permita crecer, construir y transformar la forma de pensar y concebir la vida. Así que los invito a que seamos como niños que quieren aprender, que no tengamos miedo a usar las nuevas herramientas y aplicarlas en nuestra vida cotidiana. Que nos demos un momento para darle la bienvenida a los estudiantes, a los diferentes entornos virtuales y a las nuevas tecnologías de información y comunicación que se presentan en la educación. Pudiendo conocer y aprender al mismo tiempo que nos dedicamos a enseñar. Porque de nada nos sirve ser docentes que se quedaron en las necesidades de hace 30 años. Porque hace 30 años había otras necesidades, otros intereses que se cumplieron ya y se lograron en ese tiempo. Necesidades que pudieron trascender cada vez con innovaciones que han transformado la forma de ver, requerir y de demandar de la sociedad. Esto fue todo por este capítulo, espero que les haya gustado y que puedan reflexionar acerca del tema. Recuerde, recuerda que tú puedes ser el protagonista del próximo capítulo de este podcast. Envíame tu historia a mis redes sociales y con un gusto te estaré leyendo. Gracias por haber escuchado este capítulo. Nos encontramos aquí el próximo domingo en otro capítulo de mi podcast Faro de Colores. Bye.