The early Church did not participate in war or violence, following Jesus' teachings to love their enemies. However, things changed when Emperor Constantine embraced Christianity and influenced the Church to become persecutors. The theologian Augustine further deviated from Jesus' teachings by justifying war under certain conditions. This shift led to events like the Crusades and inquisitions. Despite this history, Christians are still called to love their enemies as Jesus taught.
Ā”Hola, me es un gusto saludarles y darles la mĆ”s cordial bienvenida, al canal de la Iglesia Primitiva, en donde hoy compartiremos el tema Postura de la Iglesia Primitiva hacia la guerra y la no-resistencia. QuizĆ”s haya dos docenas o mĆ”s de preguntas que acompaƱan a esta afirmación, pero todas ellas pueden responderse con una sola respuesta, una simple enseƱanza salida de la propia boca de JesĆŗs, amad a vuestros enemigos. Históricamente, la Iglesia Primitiva no fue resistente, lo que significa que no participó en la guerra a travĆ©s del servicio militar ni de cargos polĆticos.
De hecho, tomaron las enseñanzas de Jesús sobre amar a tus enemigos tan literalmente que enseñaron que a un cristiano se le ordenaba poner la otra mejilla cuando alguien lo abofeteaba. ¿Alguna vez te has preguntado por qué la Iglesia Primitiva nunca tomó represalias cuando fue perseguida por el gobierno romano? Esta es la razón por. Alrededor del año 350 todo esto cambió cuando el emperador romano Constantino abrazó el cristianismo y comenzó a influir en los procesos de toma de decisiones de la Iglesia.
Hasta el aƱo 350, la Iglesia Primitiva fue la perseguida, sin embargo, cuando Constantino se convirtió, promulgó un edicto que efectivamente convirtió a la Iglesia en perseguidora. La nueva ley de Constantino declaraba que cualquier persona considerada hereje por la mayorĆa de la Iglesia debĆa ser asesinada. Entonces, Āæpor quĆ© fue este un punto de inflexión en la historia de la Iglesia Primitiva? Porque marcó un punto en el camino donde la Iglesia Primitiva se apartó de las sencillas enseƱanzas de JesĆŗs en Mateo 5, 6 y 7.
Las enseƱanzas de amar a tus enemigos, enseƱanzas que la Iglesia Primitiva habĆa sostenido anteriormente incluso en las persecuciones mĆ”s feroces. Sin embargo, con la influencia del nuevo edicto de Constantino para matar a los herejes, la Iglesia dio un giro brusco de amar a sus enemigos como lo hizo JesĆŗs, a matarlos como lo hizo Pilato. Cuando continuamos mirando la historia de la Iglesia Primitiva, podemos ver otra rampa de salida que aleja a la Iglesia Primitiva de las enseƱanzas de JesĆŗs sobre la no-resistencia.
El conductor que llevó a la Iglesia Primitiva por este nuevo camino fue un teólogo llamado AgustĆn de Hipona. Antes de que AgustĆn se convirtiera al cristianismo, formaba parte de la fe maniquea, una religión que enseƱaba una forma extrema de dualismo, la idea de que el bien y el mal son poderes iguales. Como resultado de esta enseƱanza, los maniqueos creĆan que el cuerpo y el espĆritu eran dos seres separados e independientes uno del otro. ĀæPor quĆ© mencionar esto? Bueno, porque afectó la forma en que AgustĆn entendió y enseñó las enseƱanzas de JesĆŗs.
AgustĆn escribió, Ā«Se podrĆa suponer que Dios no autorizó la guerra por lo que el SeƱor Jesucristo enseñó, diciendo, Ā«Os digo que no resistĆ”is al mal. Pero si alguno te golpea en la mejilla derecha, vuĆ©lvele tambiĆ©n la izquierdaĀ». Sin embargo, la respuesta aquĆ es que lo que se requiere no es una acción corporal, sino una disposición interior. El SeƱor requiere paciencia cuando dice, Ā«Si alguno te golpea en la mejilla derecha, vuĆ©lvele tambiĆ©n la otraĀ». Esto puede ser en la disposición interior, aunque no se manifiesta en acciones corporales ni en palabras.
De AgustĆn, CapĆtulo 75 Ā«Los Padres AntenicenosĀ» Era como si AgustĆn estuviera diciendo Ā«Es perfectamente aceptable matar a tu enemigo, siempre y cuando lo ames mientras lo hacesĀ». Pero, Āæcómo puedes amar a alguien y apuntarle con una pistola a la cabeza? ĀæCómo puedes separar tus acciones corporales de tu disposición interior? Lo que AgustĆn enseñó fue definitivamente un desvĆo brusco del camino angosto y un giro que iba en una dirección completamente diferente de lo que la Iglesia habĆa creĆdo y practicado históricamente.
ĀæCómo sabemos esto? Porque podemos leer lo que creĆan los cristianos de la Iglesia primitiva y cómo practicaban las enseƱanzas de JesĆŗs. Uno de los primeros escritos cristianos que conocen los historiadores es una disculpa escrita por un cristiano llamado Justino, fechada alrededor del aƱo 150. Justino escribió al gobierno romano que perseguĆa a los cristianos, Ā«SolĆamos odiarnos y destruirnos unos a otrosĀ», y se negó a asociarse con personas de otra raza o paĆs. Ahora, gracias a Cristo vivimos junto con esas personas y oramos por nuestros enemigos.
Primera Disculpa de Justino, CapĆtulo 11. Otro escritor de la Iglesia primitiva llamado Ciprian escribió, Ā«Estamos dispersos por todo el mundo con el horror sangriento de los campamentos, puestos militares. El mundo entero estĆ” empapado de sangre mutua. Y el asesinato, que se admite ser un crimen en el caso de un individuo, se llama virtud cuando se comete en masa. Se reclama impunidad para los malos actos, de los militares, no porque sean inocentes, sino porque la crueldad se perpetĆŗa a gran escala.Ā» Cipriano, C.250, Volumen 5 PĆ”ginas 277 de Los Padres Antenicenos.
Un cristiano de la Iglesia primitiva que vivió a principios del año 300 llamado Lactancio escribió, «Si todos derivamos nuestro origen de un hombre, a quien Dios creó, claramente somos todos de una sola familia. Por lo tanto, se debe considerar abominación odiar a otro ser humano, por muy culpable que sea.» Por esta razón Dios ha decretado que no odiemos a nadie, sino que debemos eliminar el odio, para que podamos consolar a nuestros enemigos recordÔndoles nuestra relación mutua.
Porque si a todos nos ha dado vida el mismo Dios entonces que otra cosa somos sino hermanos. Porque todos somos hermanos Dios nos enseƱa a nunca hacernos el mal unos a otros sino sólo el bien, dando ayuda a los oprimidos, y padeciendo dificultades, y dando de comer al hambriento. Lactancio, Institutos Divinos Libro 6 CapĆtulo 10. Casi todos los escritores de la Iglesia primitiva que enseƱaban la no-resistencia respaldaron sus creencias con el martirio, demostrando que estaban dispuestos a morir antes de quitarle la vida a otra persona.
Sin embargo, para AgustĆn la historia fue completamente diferente. AgustĆn formuló lo que comĆŗnmente se conoce como la doctrina de la guerra justa, una enseƱanza que intenta justificar la guerra si se cumplen ciertos criterios. La doctrina de la guerra justa de AgustĆn iba de lleno en contra de lo que JesĆŗs dijo en Mateo 5, Ā«HabĆ©is oĆdo que se ha dicho, Ojo por ojo y diente por diente, pero yo os digo que no resistĆ”is al malvado. Si alguien os abofetea, la mejilla derecha, vuĆ©lvele tambiĆ©n la otraĀ».
A diferencia de los cristianos audaces que le precedieron, AgustĆn nunca dio su vida por la fe, y su teologĆa no parece sugerir que Ć©l tampoco estuviera dispuesto a hacerlo. QuizĆ”s no estaba dispuesto porque vio que las enseƱanzas de Cristo iban a requerir mĆ”s de lo que Ć©l estaba dispuesto a dar. QuizĆ”s como muchos otros, AgustĆn no querĆa seguir las enseƱanzas de JesĆŗs y poner la otra mejilla, asĆ que simplemente creó una teologĆa que lo sacó de allĆ.
En consecuencia, tambiĆ©n dio a otros una oportunidad de escaparse. Con la doctrina de la guerra justa de AgustĆn, la Iglesia Primitiva tenĆa una nueva hoja de ruta que eventualmente la conducirĆa hacia eventos como las cruzadas britĆ”nicas, las inquisiciones europeas y muchas otras atrocidades lideradas por los conquistadores católicos espaƱoles. En consecuencia, estos eventos harĆan que el mundo se preguntara por quĆ© el cristianismo que habla tanto sobre el amor y el perdón no harĆ” lo mismo. ĀæEs toda esta historia suficiente para convencerte de que un cristiano debe amar a sus enemigos? QuizĆ”s no, Āæpero quĆ© vas a hacer con lo que dijo JesĆŗs, amad a vuestros enemigos? ĀæY quĆ© harĆ”s delante del SeƱor cuando Ćl te pregunte, te amĆ© cuando eras mi enemigo, por quĆ© no hiciste lo mismo con los tuyos? Que la paz y la gracia del SeƱor Jesucristo estĆ© con ustedes.