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EN JERUSALEN?

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The speaker expresses joy in being in the presence of the audience and emphasizes the importance of being in the house of the Lord. They share a personal story about waiting for their mother and relate it to the disciples waiting for Jesus. The speaker highlights the need to trust in God's timing and not try to rush His plans. They mention the disciples' failure and doubt in the past but how they now trust in Jesus. The speaker emphasizes the importance of waiting on God and trusting His control. They mention the outpouring of the Holy Spirit in Acts 2 as a fulfillment of God's promise. The speaker encourages the audience to wait on God and have genuine love for Him, rather than seeking His blessings. They reference a scripture passage and conclude by emphasizing that God is always in control and we must wait on Him. Amén. Siempre me gozo estar frente a ustedes nuevamente, pero el gozo mayor es saber de que cada viernes están aquí nuevamente en la casa del Señor. ¿Todos hablan español o alguien? Bueno, como les decía, me gozo de que ustedes estén aquí. Es el mejor lugar que puedan estar. Yo me acuerdo que hace años, cuando estaba más joven, renegaba por venir a la casa del Señor. Y siempre decía, ¿por qué tengo que ir todos los viernes? Y me di cuenta de que no hay mejor lugar que podemos estar que no sea la casa del Señor. No hay nada mejor que podamos hacer que estar aquí. Sin quitar más tiempo, si vamos a Hechos 1, versículo 4, lo tengo en español e inglés, pero lo voy a leer en inglés. Hechos 1, versículo 4. Gracias, Espíritu Santo. Venimos pidiendo de que seas tú, Señor, en este lugar. Me quito yo, Señor, de aquí. Pido, Señor, de que seas tú hablando a través de mí, mi Dios. Que la palabra, Señor, de este día, los jóvenes la puedan tomar, mi Dios. Aquí estamos pidiendo que tu Espíritu Santo, Padre, entre en lo más profundo de nuestros corazones, mi Dios. Aquí estamos anhelando, Señor, que tú hables a nuestras vidas. Y aquí estamos desesperados por lo que tú vas a decir, mi Dios. Ponemos este tiempo en tus manos, Padre, sabiendo de que tú vas a hablar en el nombre poderoso de Jesús. Amén y Amén. Antes de empezar, les quiero contar una pequeña historia que me pasó hace un poco tiempo. Cuando empecé a trabajar, mi mamá no confiaba que yo me llevara al carro de ella. Entonces, lo que ella hacía es que me iba a dejar y a traer. Pero surgió que esta vez no vino por mí. Normalmente se tarda unos 10, 15 minutos, pero esta vez no estaba llegando. Y al cruzar la calle hay un Safeway. Entonces, para darle chance que mi mamá llegara, me metía al Safeway y estuve en el Safeway por casi una hora. Solo caminando, chequeaba Life 360 y veía que aún estaba en la casa. Me salía, llamaba y no me respondía. Entraba otra vez, solo estaba... Pero le estaba dando chance a mi mamá. Creo que llegó una hora y media, me salía afuera y le dije, le doy 10 minutos más antes que me pida un Uber. Llamé, llamé y no me respondía. Cuando pide el Uber, entro y mi teléfono empieza a sonar. Le pedí a Dios de que no fuera mi mamá. Agarra el teléfono y veo que es el número de ella. Contesto y me pregunta, hijo, ¿qué pasó? ¿Todo está bien? Y como el buen hijo que yo soy, le respondí, sí mamá, todo está bien, ya voy en camino, no se preocupe. Y para que yo no me enojara con ella, colgué, porque no quería pecar. Entonces, a lo que voy con esto es de que yo había confiado en mi mamá porque ella siempre venía por mí. En mi mente nunca había pensado de que ella no iba a llegar. Porque cuando yo la llamaba, siempre estaba ahí por mí. Aunque fueron unos minutos tardes, aunque a veces se olvidara, siempre estaba ahí. Y los quiero llevar a Hechos, lo que estábamos leyendo al principio. Y justamente en Hechos 1 habla cuando Jesús resucita. Y cuando Jesús se presenta delante de los discípulos nuevamente. Y ahí podemos ver que los discípulos empiezan a confiar nuevamente que es Jesús. Jesús les muestra a ellos de que de verdad es el mismo Jesús que caminó con ellos antes. Y lo que leíamos al principio, Jesús les dice, esperen en Jerusalén porque Dios les mandará el Espíritu Santo. Y lo que me llamaba la atención aquí es de que una y otra vez en el primer capítulo de Hechos, recalca Jesús que esperen. Que no se muevan de Jerusalén hasta que el Espíritu Santo sea depositado en ellos. Y lo que me llama la atención de Hechos en el principio es de que en los evangelios antes, vemos como los discípulos ya habían fallado y se habían olvidado de Jesús. Cuando murió Jesús, Jesús repite cuántas veces Él se va a morir ante los discípulos. Y ellos se olvidan de que Jesús va a resucitar. Jesús dice, no se preocupen, en tres días yo resucitaré. Y los discípulos en ese entonces no creyeron en Jesús. Pero ahora en Hechos, ya que Jesús ha comprobado quién es, ya cuando Jesús se ha presentado ante ellos, no dudan en Jesús. Esta vez en vez de correr y alejarse de la presencia de Dios, escuchan lo que Dios va a decir. Y esperan en Hechos. En el capítulo uno de Hechos, al tres y al cuatro, dice, El capítulo cinco dice, Nuevamente vemos que Jesús les tiene que recordar a los discípulos, esperen, esperen. Ustedes no tienen que saber lo que el Padre tiene para ustedes. Los discípulos empezaron a preguntar qué iba a pasar con el pueblo de Israel. Pero Jesús les dice, ese es entre el Padre, el Padre sabe eso. Nuevamente Jesús tenía que preparar a los discípulos. Porque iba a llegar el tiempo en que Jesús ya no iba a estar con ellos. Que iba a subir al cielo. Y yo creo que los discípulos no pensaron que Jesús se iba a ir. En el sentido de que cada uno tenemos padres. Y cada uno sabemos que un día ellos ya no van a estar con nosotros. Pero no nos preparamos para ese día. Sabemos de que ese día vendrá. Pero no nos hemos preparado para el momento que tengamos que vivir sin ellos. Yo creo que los discípulos también habían entendido que Jesús se tenía que ir. Y por eso Jesús recalcaba nuevamente. Les decía que esperaran en Jerusalén. En el tiempo de Dios. Porque la primera vez cuando Jesús murió, no esperaron el tiempo del Señor. Olvidaron el camino del Señor. Se alejaron de la presencia del Señor. Y es aquí donde Jesús nuevamente les tiene que decir, esperen en mí. No se apresuren. No hagan nada que yo no les diga que hacer. Porque nada le costaría al Señor que en ese momento derramara el Espíritu Santo. Era un acto de fe que el Señor estaba haciendo con los discípulos. Él quería ver si de verdad iban a esperar esta vez en Él, en Jerusalén. Porque antes ellos, cuando murió Jesús, lo abandonaron. Entonces, para comenzar sus ministerios, para que cuando ellos tenían que caminar sin Jesús, Dios los iba a mandar a esperar. No a esperar a su tiempo, pero a esperar en el tiempo del Señor. Y en Hechos capítulo 2 es donde es el derramamiento del Espíritu Santo. Donde la promesa del Señor se cumple. Donde vemos de que el Pentecostés pasa. Y los discípulos solo esperaron 10 días. Pero muchas veces nosotros hemos esperado años. Hemos esperado bastante tiempo y muchas de nuestras oraciones no han sido contestadas. Y Dios tiene el control de todo. Dios está en control y es el tiempo de Él. No es nuestro tiempo. Entonces, en Hechos 2 es el derramamiento del Espíritu Santo. Aquí se ve cumplir la promesa de Dios. La espera que hicieron en Jesús, en que confiaron en el tiempo de Dios, se cumplió. Yo sé que Dios ha prometido muchas cosas para nosotros. Muchas veces intentamos ser el papel de Dios. Intentamos mover la mano de Dios a la manera que nosotros queremos. Y solamente atrasamos el plan del Señor. Los discípulos en ese instante, Jesús los estaba preparando para el momento de su ministerio. Esperando que es Dios quien está en control. Como dije antes, hubiera sido fácil para Dios solo liberar al Espíritu Santo donde estaban. Pero Dios estaba testigando a sus discípulos. Y vemos a lo largo del Evangelio que Dios, Jesús mismo siempre está testigando a sus discípulos. Creando su fe y todo lo que hacen. Hasta el punto en que Jesús ya no está con ellos. Pueden hacer las cosas que Dios hizo con ellos mientras estaba aquí. Del caminar que tuvo esos tres años con ellos. Y muchas veces nosotros intentamos hacer las cosas a nuestras propias maneras. Intentamos apresurar el camino del Señor. Intentamos apresurar lo que Dios tiene para nosotros. Pero muchas veces lo único que hacemos es atrasar lo que Dios tiene para nosotros. Ya no estamos esperando en Jerusalén. Ya no estamos esperando el Espíritu Santo allá. Sino ahora lo estamos esperando donde nosotros tenemos esa intimidad. Donde nosotros nos presentamos ante el Señor. Ahí es donde nosotros podemos esperar en Él. Como decía antes, es muy difícil orar y presentarse ante el Señor. Cuando las cosas de a tu alrededor no sucede nada. Cuando oras y oras y las cosas que pedes no te van. Muchas veces la oración se va a sentir como si estuvieras hablando contra una pared. Pero es ahí donde esperamos en el Señor. La semana pasada Isaac hablaba del lugar de mi descanso. Nuestro lugar de descanso. No solo debemos descansar en Dios. Pero debemos confiar que es Él en control. Confiar que es el tiempo del Señor. Puedo imaginar que si les dijera ahora mismo. Si esperaban dos años y regresaran dos años de ahora. Y les diría que tendrían un millón de dólares. Todo lo que tienen que hacer es esperar dos años. Muchos de ustedes solo esperarían por el dinero. Y no sería porque tuvieran una relación genuina conmigo. Era, quiero el dinero. Ya no es ese amor genuino por el Señor. Ya no es porque queremos servirle al Padre o estar en su presencia. Si no es porque queremos obtener lo que Dios nos puede dar. Buscamos las bendiciones de Dios. Y por ende Dios no nos da las bendiciones. Porque Él sabe de que al darnos muchas cosas que nosotros pidamos a Él. Nos alejaremos de la presencia de Dios. Tenemos que esperar en la presencia de Dios. Y confiar en lo que Dios va a hacer en nuestras vidas. Quiero que vayamos a Escrecia 3. 3 al 11 y el 15. Y dice. Quiero que vayamos a Escrecia 3. 3 al 11 y el 15. Y dice. Quiero que vayamos a Escrecia 3. 3 al 11 y el 15. Y dice. Quiero que vayamos a Escrecia 3. 3 al 11 y el 15. Y dice. Quiero que vayamos a Escrecia 3. 3 al 11 y el 15. Y dice. Dios está en control de todo. Dios siempre estará en control. Muchas veces se sentirá que Dios no está en control. Pero solo tenemos que esperar. Lo que Jesús le dijo a los discípulos no era nada afuera de este mundo. Lo único que tenían que hacer para obtener la promesa de Dios. El Espíritu Santo era esperar en el Señor. Esperar en Jerusalén. La única cosa que los discípulos tenían que hacer para obtener la promesa de Dios. Era esperar. Esperar en Jerusalén. Puedo imaginar que la duda probablemente entró en sus mentes. Puedo imaginar que empezaron a mirar alrededor y decir. ¿Estamos haciendo la cosa correcta? ¿Estamos seguros de que el regalo de Dios, la promesa que Dios nos hizo, va a suceder? Dios nos llevará al extremo. Dios nos mostrará que debemos esperar en Él. Porque muchas veces lo que hacemos es que buscamos a Dios porque queremos cosas. Esa relación de que busco a Dios porque quiero algo de Él. No es una relación genuina. Jesús no está más con nosotros. Pero Él pagó el precio. Para que podamos presentarnos ante Dios ahora. Jesús ya no está con nosotros aquí. Pero pagó el precio en esa cruz. Y ahora cada uno de nosotros nos podemos conectar con el Padre. Cada uno de nosotros tenemos esa oportunidad de esperar en el tiempo del Señor. Si solamente lo buscáramos. Lo que Dios quiere es la fe de nosotros. Que dependamos de Él. Que nos encontremos siempre corriendo a la presencia del Señor. Que siempre corriendo a la presencia de Dios. Que de vez en cuando. Incluso si la oración parece peligrosa. Incluso si a veces no quieres estar ahí en Su presencia. Es en esos momentos cuando esperas en Dios. Y Él ve tu corazón. Es cuando Él es capaz de darte más. Como dije, sé que muchos de nosotros han sido hablados por personas usadas por Dios. Y Él nos ha hecho promesas. Él ha dicho que va a usarnos. Va a elevarnos. Pero Dios nos dice que esperemos en Él. Esperemos en esa Jerusalén. Que es Su presencia. Las promesas que yo les pueda hacer a ustedes es una promesa que no se puede cumplir. Pero las promesas del Señor. Lo que Dios ha dicho que va a hacer en sus vidas. Es algo que va a pasar. Solo es a su debido tiempo. Eso es lo que yo creo que es lo más duro. Saber que hay una promesa. Saber que Dios nos ha dicho que nos va a usar. Pero tener que esperar en Él. Tener que decir un día más. Te buscaré aunque no vea lo que he pedido. Te buscaré. Estaré en tu presencia aunque las cosas no vayan como yo quiera. Es entonces cuando puedes decir, tengo mi fe en Dios. Cuando esperamos en el Señor. Cuando entregamos todo a Él. Aunque las cosas no vayan como nosotros queramos. Es ahí donde nosotros nos podemos llamar cristianos. Y en Jerusalén es donde Dios nos quiere. No más la ciudad. Pero su presencia. Estar allí día tras día. Que no debería importar si nuestras oraciones son respuestas. No debería importar si nuestras oraciones son contestadas por Él. La búsqueda y la relación que tengamos con Él no debe depender en lo que Dios puede hacer por nosotros. Porque yo les voy a decir que muchas de mis oraciones no han sido contestadas. O muchas de mis oraciones no han sido las respuestas que yo he querido. Pero yo sé que ha sido lo que Dios ha querido para mí. Yo sé que ha sido el tiempo del Señor. Y aprender a esperar en el Señor es algo bien difícil. Sucede que muchas veces nuestras oraciones parecen ser algo que buscamos de Dios. Pero no es realmente porque queremos una relación con Él. Pero muchas veces esas cosas son en vanas. Pedimos cosas que al Señor no le importa. Y es ahí donde nos frustramos porque sentimos que nuestras oraciones no son contestadas. Pero las oraciones sí son escuchadas. Sentimos que nuestras oraciones no son escuchadas. Sentimos que nuestras oraciones no son respuestas. Pero las son. Es sólo que no fue lo que Dios nos quería. Y es ahí donde tenemos que aprender a obedecer la voz de Dios. Saber que Él está en control. Como Jesús le dijo a los discípulos, a ustedes no les tiene que importar lo que pasará con el reino de Israel. Eso, el Señor tiene control sobre eso. No se preocupen de eso. Los discípulos se preocuparon de la nube del reino de Israel de nuevo. Cuando serían empoderados de nuevo. Pero Jesús les dijo, no se preocupen de la petición del Padre. Él tomará control de eso. Y muchas veces eso es lo que nosotros hacemos en nuestras vidas. Intentamos jugar el papel del Señor. Intentamos ser ese Señor. Intentamos ser Dios en nuestras vidas. Jesús conversó con sus discípulos y les mostró el camino al Padre. Y ahora, a causa de ese sacrificio que Jesús hizo en la cruz, podemos ir al Padre cuando queramos. Podemos estar en su presencia cuando queramos. Pero muchas veces no tomamos advantaje de eso. Tenemos la oportunidad de presentarnos ante el Señor cuando nosotros queramos. Tenemos la oportunidad de hablar con el Señor. Pero muchas veces no tomamos en cuenta eso. No vamos al Señor. No buscamos al Señor. Decimos que buscamos al Señor, pero nuestras oraciones son vacías. Decimos que porque venimos a este lugar viernes tras viernes, estamos haciendo la voluntad del Padre, pero muchas veces nos encontramos lejos de la presencia del Señor. Como Isaac decía la semana pasada, entrar a ese lugar de reposo, entrar a ese lugar donde las preocupaciones se van, y cuando entramos a ese lugar, nosotros aprendemos a depender en el Señor. Muchas veces se mira como que si todo está perdido, pero al final las piezas siempre caen en el lugar, y el que está sentado en el trono al final de todo es Jesús. Al final Dios sigue siendo Dios. Por Jesús, por ese sacrificio en esa cruz, ahora nosotros tenemos esa oportunidad de presentarnos ante el Señor. Por el sacrificio de Jesús, tenemos la oportunidad de entrar en la presencia del Señor. Solamente por Jesús. Jesús fue el que pagó todo por nosotros, y ahora tenemos esa comunicación con el Padre. Esa conexión, esa relación con el Padre que una vez estuvimos en el Jardín de Nerén, ahora lo podemos obtener nuevamente. Ahora Dios nos dice que tenemos que esperar en Él, esperar en el tiempo del Señor. No intentar apresurar lo que Dios tiene para nosotros, pero quedándonos quietos hasta que Dios nos diga que nos movamos. No intentar apresurar lo que Dios tiene para nosotros, pero quedándonos quietos hasta que Dios nos diga que nos movamos. No intentar apresurar lo que Dios tiene para nosotros, pero quedándonos quietos hasta que Dios nos diga que nos movamos. No intentar apresurar lo que Dios tiene para nosotros, pero quedándonos quietos hasta que Dios nos diga que nos movamos. No intentar apresurar lo que Dios tiene para nosotros, pero quedándonos quietos hasta que Dios nos diga que nos movamos. No intentar apresurar lo que Dios tiene para nosotros, pero quedándonos quietos hasta que Dios nos diga que nos movamos. La única forma que nosotros podemos poder vivir bajo el tiempo del Señor, guiados por Él, es pasar tiempo en Su presencia. Tener esa relación con Él. ¿Cómo vamos a poder obedecer a alguien que no conocemos? ¿Cómo vamos a poder seguir las reglas de alguien que no conocemos? ¿Cómo vamos a poder obedecer a alguien que no conocemos? ¿Cómo vamos a poder seguir las reglas de alguien que no conocemos? ¿Cómo vamos a poder seguir las reglas de alguien que no conocemos? Y Dios, Jesús, la única cosa que Él quiere de nosotros es nuestros corazones. Y Dios, Jesús, la única cosa que Él quiere de nosotros es nuestros corazones. Él quiere que nos hagamos bien en la vida. En la Iglesia dice que es bueno para nosotros beber y tener comida. Dios lo hizo para nosotros. Pero necesitamos aprender a confiar en Dios. Tenemos que aprender a confiar en el Señor. Tenemos que aprender a estar en la presencia del Señor. Tenemos que aprender a confiar en el Señor. Y solamente podemos hacer eso con una búsqueda. Y solamente podemos hacer eso con una búsqueda. Si tenemos una verdadera relación con Él. Y esta noche es la noche en la que puedes decirle a Dios, Hoy es la noche en la que podamos decirle al Señor, Quiero que seas Tú tomando control de mi vida. Te lo entrego todo a Ti. Quiero que seas Tú guiando mis pasos. Esperando Tu tiempo. Estoy cansado de una vida lejos de Ti. Una vida que hemos creído que es guiada por el Señor. Pero muchas veces nos encontramos lejos de la presencia del Señor. Una vida lejos de Dios solo le llevará a un desastre. Y Dios nos dice que esperamos en Él. Y tenemos que esperar en Él. Tenemos que abrir nuestros corazones a Él. Podamos entregar nuestras vidas ante el Señor pidiendo que sea Él.

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