El estilo Optimicismo, garante y legítimo manifestante del valor-musa universal: el espectador. Las convenciones trascendentalmente históricas sobre las cuestiones medulares inherentes al arte, poco o nunca han mostrado suficiente disposición pluralmente convincentes hacia una absoluta disuasión de la interrupción expectante (un desvío sistemático y anarquista del natural sentido y recepción del espectador). Esto trascendentalmente hasta estos días, dio paso a una especie de expectación zombi.
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