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Una leyenda en la música Chilena

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Valentín Trujillo, a talented pianist and musician, is celebrated for his contributions to the arts and humanity. His passion, discipline, and humility have made him a symbol of greatness. From his humble beginnings to performing on television, Trujillo has left a lasting legacy through his music. He is not only a prodigious pianist but also a warm and grateful individual. His music has bridged generations, styles, and emotions, showcasing his versatility and universal language of art. Trujillo's impact is seen in the inspiration he has planted in young musicians through the scholarship that bears his name. His success is measured not by awards, but by the love he gives and receives. His life is a symphony, a testament to the power of art. Trujillo is not just an artist, but a teacher, a father, and a friend to all of Chile. His name resonates in every corner, representing greatness through his humanity. Hoy nuestro homenaje va para un grande que deja huellas y que galardona nuestro espacio mis entornos. El legado inmortal de Valentín Trujillo, una oda al arte y la humanidad. Cuando entra un piano a una casa entra la cultura, extraído de su madre. Valentín Trujillo, o el «Tío Valentín», como cariñosamente lo conocemos, encarna mucho más que el talento. Es un símbolo de pasión, disciplina y humildad. En cada tecla que ha tocado, en cada escenario que ha pisado, nos ha regalado fragmentos de su alma, dejando un legado tan eterno como las melodías que emanan de su piano. Desde aquel hogar modesto donde un piano significaba un portal a la cultura, hasta las grandes orquestas y los estudios de televisión, Trujillo ha recorrido un camino lleno de entrega. Su madre, visionaria y amante del arte, plantó en él la semilla de la música. Su padre, un minero de manos fuertes y espíritu noble, le enseñó el valor del esfuerzo y la humildad. Así, Valentín creció entre dos mundos, el del rigor y el de la sensibilidad. A través de su historia, aprendemos que la grandeza no reside sólo en el virtuosismo técnico, sino en el impacto que dejamos en los demás. Valentín no es sólo el pianista prodigioso que nos hizo vibrar con «Sábados gigantes» o el amigo de infancia que todos soñamos tener en programas infantiles como «Ping-Pong». Es el ser humano que ha transformado su música en un puente que une generaciones, estilos y emociones. Su versatilidad para transitar desde el jazz al bolero, desde la música popular a las grandes composiciones infantiles, demuestra que su arte es un lenguaje universal. Lo más conmovedor de Valentín Trujillo no es únicamente su genialidad musical, sino su calidez. Es el hombre que a sus ochenta y cinco años aún habla con admiración de quienes lo inspiraron y con gratitud hacia quienes lo acompañaron. Su vida, marcada por la pérdida y el sacrificio, nunca perdió el brillo de la esperanza. Para él, enseñar a un niño a amar la música es la mayor recompensa. Su rincón, su casa que ha sido testigo de décadas de creación, no es sólo un lugar físico, sino el reflejo de un alma que jamás dejó de creer en el poder del arte. Desde sus días de niño en Uñoa, escuchando los golpes de martillo de su padre minero, hasta sus años en televisión junto a don Francisco o el profesor Rouze, Valentín siempre ha sido un constructor de sueños. Hoy, su legado vive no sólo en los discos y recuerdos, sino en la inspiración que siembra en los jóvenes músicos que, gracias a la beca que lleva su nombre, encuentran una oportunidad para soñar. Valentín es un recordatorio de que el verdadero éxito no se mide en premios, sino en el amor que damos y recibimos. Cuando escuchamos su piano, no sólo oímos música, sentimos la historia de un hombre que hizo de la vida una sinfonía, un canto a la esperanza. Valentín Trujillo no es sólo un artista, es un maestro, un padre, un amigo de Chile entero. Y en cada rincón donde resuena su nombre, permanece viva la esencia de lo que significa ser grande, no por el aplauso, sino por la humanidad. Biografía. 2 de mayo de 1933 fecha de nacimiento. El interés por la música surgió a muy temprana edad, cuando apenas tenía cuatro años, gracias a la llegada de un piano a la casa de la cultura de su ciudad. Su madre afirma que desde entonces, mostró una conexión innata con el instrumento, convirtiéndose rápidamente en un apasionado del piano. A los siete años ya estaba formalmente estudiando música, destacando por aprender con rapidez y demostrar un talento notable. Menciona que fue el quinto niño más joven en obtener un título musical en su época. Además, recuerda cómo solía copiar partituras de colores, un hábito que marcó sus primeras experiencias con la música. La maestra Elisa Gayán fue su profesora de piano cuando ingresó en 1940 al conservatorio. En el conservatorio, donde estudió doce años. Desde luego, a su director de entonces, René Amengual, compositor de un premiado concierto para piano y orquesta, 1942. Trujillo tomó una de sus piezas pianísticas, El soldadito de plomo, y a esa primera edad le hizo una variación. También conoció a Enrique Zoro, que en 1921 compuso la primera sinfonía chilena de la historia, a Pedro Humberto Allende, pionero del nacionalismo, autor de 12 tonadas de carácter popular chileno, 1918-22, y al misterioso e indescifrable Acario Cotapos. En el 1942, a sus nueve años, acudió a la Radio del Pacífico para conocer al compositor Armando Carrera. En las radios Cooperativa, Corporación, Busco Talentos, entre 1957 y 1964, y portales, Conversando la Música, entre otras. A los 23 años, enero de 1957, se casó con Aida Zirilla, que era profesora básica. Tocó en los bailables del piso 17 del Hotel Carrera con el conjunto de Huilo Gamboa. Luego vino una seguidilla de apariciones, con la Orquesta del Cubano Isidro Benítez, la Agrupación de Don Roy, el conjunto típico de Vicente Bianchi. En 1958 lanzó su primer disco como solista, titulado Un Piano con Alma. Ejerció como profesor de música en distintos liceos de Santiago, como el Instituto Superior de Comercio, el Instituto Comercial Número 2 de Santiago y el Liceo Valentín Letelier. En 1960 recibió el premio AL, Mejor Director de Orquesta Acompañante. También acompañó a artistas que llegaban a Chile a hacer sus giras, tales como Matt Monroe, Nat King Cole, Doménico Moduño. Compuso temas para el Festival de Viña del Mar, acompañando musicalmente en obras de teatro. En el año 1960, en el Teatro Camilo Enríquez y a un gran elenco se crea La Pérgola de las Flores, junto a Carmen Barros como Carmela, Ana González como Rosaura, Silvia Piñeiro como Laurita Larraín, Justo Ugarte como Alcalde Alcidíades, Barujas y Fuentes como Charo, Elena Moreno como Doña Ramona, Charles Viche como Tomasito, Héctor Noguera como Carlucho. Escrita por Isidora Aguirre y musicalizada por Francisco Flores del Campo, Trujillo en el piano. Su carrera cambió de forma drástica en 1962, cuando se convirtió en el director de orquesta del programa de televisión Sábados Gigantes en Canal 13, junto al popular presentador Mario Kreuzberger, Don Francisco. En 1963 trabajaba con Jorge Damm, a quien acompañaba con piezas clásicas y áreas de óperas mientras éste creaba frente a las cámaras sus fabulosos dibujos. Además participó en el programa infantil Ping Pong junto al actor Jorge Guerra y al compositor Vittorio Sintolessi, programa que fue suspendido por la dictadura militar en 1974. En 1964 participó de la grabación de la versión en español de la canción Atalí, junto a los hermanos Arriagada, que se convirtió en éxito en América Latina. En febrero y marzo de 1971 fue el director musical del Tren Popular de la Cultura, iniciativa que realizó presentaciones artísticas entre Puerto Montt y Rancagua. 1984 al 1988 junto a Iván Arenas participó en el Profesor Rosa, siendo muy entretenida su participación. En 2004 realizó un disco en conjunto con Cristian Cuturrufo llamado Jazz de Salón, aventurándose en un estilo poco común en él. Gracias al éxito de éste, en el 2007 realiza el disco Un Año Más junto a Ángel Parra Trío. Con su nieto de 11 años Pedro Amat Trujillo, íntimo, 2011, con Gloria Simonetti, Desde el Alma. En Estados Unidos también grabó con Arturo Gática, junto al cantante Swing Rodrigo González en el concierto Noche de Clásicos, en un escenario Ñuñoíno. El 2012, con Ginette Acevedo, y una ráfaga triple de discos que se publicaron en 2015, y el de América Vol. 1, con la mesosoprano María Cecilia Toledo, 90, y que, con la con Carmen Barros, y Valentín Trujillo y Consuelo Suster. 2016, fue conmemorado con la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda. Fue nombrado Hijo Ilustre de la Ciudad de Santiago y la zona ubicada al norte del edificio consistorial de Niñoa pasa a recibir el nombre de Plaza de las Artes, pianista Valentín. Trujillo ha sido cercano a la izquierda durante toda su vida. Participó en el disco X-Lacute en 1968, editado por las Juventudes Comunistas y fue dirigente del Sindicato de Músicos. En marzo de 2017 fichó por el Partido Comunista de Chile. Otro de sus intereses es el boxeo, llegando a ser certificado como juez dentro de esa disciplina. El 17 de febrero de 2018 participó como comentarista de boxeo en una transmisión realizada por Televisión Nacional de Chile junto a Pedro Carcuro y Rayén Araya. El 2018 es homenajeado en los Premios Copio de Oro, organizados por el diario La Cuarta, donde obtiene el premio a la trayectoria. En 2020, en plena pandemia de COVID-19, graba en Estudio Talk, un CD de piano y voces con sus nietos Andrea Trujillo, José Antonio Amat Trujillo, Pablo Amat Trujillo y Pedro Amat Trujillo. El 4 de julio de 2022 participó interpretando el Himno Nacional de Chile en la ceremonia de clausura de la Convención Constitucional, en la que se entregó el texto de la propuesta constitucional al presidente Gabriel Boric. En agosto de 2023, fue distinguido con la orden al mérito docente y cultural Gabriel Amistral, en el grado de comendador. El 5 de septiembre de 2024 se le otorgó el Premio Nacional de Artes Musicales de Chile por parte del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Habla con admiración de su hermana, conocida como Minegra Trujillo, quien también es profesora de música y reside en Montreal, Canadá. A sus 89 años, sigue vinculada al arte musical y trabajó como profesora en el Liceo Manuel Estrada. Asimismo, destaca a su sobrino, una talentosa concertista y especialista en música sagrada, quien es una figura clave en la Catedral de Montreal. Dedicación y la práctica constante. Afirma que ser músico requiere entrega absoluta, pasión y disciplina desde una edad temprana. Rememora su infancia en la Calle Gálvez, un lugar que considera su rincón de origen y que marcó los inicios de su camino artístico. Su calidez humana y su generosidad han dejado huellas profundas en quienes tuvieron la fortuna de compartir su camino. «Me siento en deuda con tanta gente que fue buena conmigo», confiesa Valentín con humildad. Y es esa humildad la que hace que su legado sea inmenso, no por lo que logró, sino por quien fue, un hombre que tocó vidas, no sólo teclas, y que deja el recuerdo imborrable de un ser humano extraordinario. Su sueño fue ser músico. Temo favorito según pasan los años. Su gran admiración es Celia Cruz. Su gran anhelo y realizado es el Premio Nacional. Sobreviviente de un coma diabético y de un cáncer. Su gran dolor la muerte de Víctor Jara. Su mensaje. Tener buena salud y cuidarla. Agradecer la oportunidad que te da la gente. La perseverancia. Vencer los tropiezos. Disciplina para vivir. Dedicar tiempo a la familia. Descubrir los talentos y disfrutarlos. La generosidad de la gente para hacer lo que es hoy. Tener desafíos realizables. Cultivar la amistad. Nunca hacerlo, pisar a las personas. No herir a las personas a aceptar como son. La felicidad depende de uno mismo. Ser una persona honesta y honrada. Un gran artista chileno que humildemente damos un homenaje a su trayectoria en mis entornos. No olvides de dar tu me gusta, suscribirte, comentar y compartir. Hasta la próxima.

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