Home Page
cover of "Un Diálogo con Jesús" (Lucas 10:25-37)
"Un Diálogo con Jesús" (Lucas 10:25-37)

"Un Diálogo con Jesús" (Lucas 10:25-37)

Horizonte TequisquiapanHorizonte Tequisquiapan

0 followers

00:00-43:02

Predicación del domingo 26 de mayo 2024 Horizonte Tequisquiapan Predicador: Jasael Millán

Podcastcristocristoesmejorhorizontehorizontetequisquiapanpredicacion
2
Plays
0
Downloads
0
Shares

Audio hosting, extended storage and much more

AI Mastering

Transcription

This transcription is a sermon given by a church leader. The speaker begins by expressing gratitude for being able to share the word of God and encourages the congregation to pray. They then proceed to read a passage from the book of Luke, discussing the importance of loving God and others. The speaker emphasizes the need for dialogue with Jesus and encourages both newcomers and longtime attendees to pay attention and allow the Lord to speak to their lives. The sermon goes on to provide a brief overview of the book of Luke, highlighting key events and teachings of Jesus. The speaker divides the sermon into three points: fulfilling the law, salvation, and participation. The sermon concludes by posing two questions: whether one desires restoration by Jesus and whether one lives and shares the restoration offered by Jesus. Somos una iglesia que confía, camina y comunica a Cristo. Acompáñanos domingo a domingo. Te esperamos. Por la gracia de Dios es que estoy aquí con ustedes. Les decía en la mañana a los hermanos de Caminando, me van a tener que aguantar hoy también, en la tarde. Van a escuchar mi melodiosa voz hoy también, en la tarde. Muy bien. Vamos a comenzar orando, por favor. Vamos a orar para poner este tiempo en las manos del Señor. Amado Salvador, gracias, gracias Padre, que nos permites venir en esta mañana, Señor, abrir Tu Palabra. Señor, podemos acercarnos a ella, aprender de Ti, aprender, Señor, de lo que Tú haces en nuestras vidas, cómo Tú tomas vidas, restauras, Señor, y nos llevas a Ti. Y Señor, cómo aún nos invitas a ser parte de eso, Señor. Gracias por esa obra tan maravillosa que podemos ver en Tu Palabra. Pedimos que en esta mañana podamos, Señor, tarde ya, mediodía, podamos, Señor, estar atentos a ella, Señor, y que podamos tomarla para nosotros, Señor, hacerla personal y dejar fuera toda distracción, Señor. Ayúdanos en esta mañana. Te agradecemos tanto y pedimos esto en Cristo Jesús. Amén. Muy bien, hermanos. ¿Cómo están el día de hoy? ¿Bien? El calorcito está rico. Así que, si traen agua, esténse hidratando. Si no traen agua, allá atrás hay agua. Pueden pararse a tomar agua también. Muy bien, vamos al día de hoy. Perdón, ¿eh? Vamos al día de hoy a ver una porción en el Evangelio que nos presenta Lucas. Así que acompáñenme en sus Biblias a Lucas capítulo 10. Y vamos a leer del versículo 25 al versículo 37. Yo voy a darle lectura. Ustedes acompáñenme ahí con su vista en la Palabra de Dios para acilizar este cambio. ¿Ya están ahí? Ok. Dice así la Palabra de Dios, Lucas capítulo 10, versículo 25. Y aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo para probarle. Maestro, ¿haciendo qué cosas heredaré la vida eterna? Él le dijo, ¿qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel respondió, respondiendo dijo, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo. Jesús le responde, le dijo, Bien has respondido, haz esto y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús, ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús dijo, Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, e hiriéndole se fueron, dejándole medio muerto. Acondeció que descendió un sacerdote por aquel camino y viéndole paso de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, viéndole paso de largo. Pero un samaritano que iba de camino vino cerca de él y viéndole fue movido a misericordia, y acercándose vendo sus heridas, echándoles aceite y vino, y poniéndole en su cabalgadura lo llevó al mesón y cuidó de él. Otro día al partir sacó dos denarios y los dio al mesonero y le dijo, Cuídamele bien y todo lo que gaste de más yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién fue de estos tres que parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él le dijo, el que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo, Ve y haz tú lo mismo. Muy bien, el título del día de hoy es Un diálogo con Jesús. La verdad no se me ocurrió otro más que este. Es un diálogo con el Señor Jesucristo. Algo interesante es que todo diálogo con alguien va a dejarte algo, ¿cierto? Sea algo bueno, algo malo, algo interesante o no, te va a dejar algo. Así que en esta mañana vamos a esperar que el Señor nos deje algo en nuestras vidas. Mi amigo, si es la primera vez que escuchas esto, permite que el Señor hable a tu vida. Mi hermano, si ya eres de casa, si ya tienes tiempo viniendo, si ya lo has escuchado muchas veces, si ya te sabes de memoria esta parábola, pon atención. El Señor Jesucristo está llamando a tu vida y está invitándote a ser parte de esto también. Ok, vamos a dividir. Tenemos el mapa. Allá aparece en pantalla. Número uno, yo sí cumplo los versículos 25 al 29. Porque tenemos a un hombre, un maestro de la ley, un intérprete, aquel que presentaba la ley al pueblo y se la explicaba. Vemos a este hombre. El segundo punto es, yo sí salvo, respondió Jesús, yo sí salvo. Los versículos del 30 al 37, al 36 y el último punto, yo me sumo. Muy bien, vamos a empezar así. Para poder entender por qué el Señor Jesucristo está haciendo esto y por qué empieza con esta parábola, o por qué vamos a ver esta parábola, vamos a hacer un recuento de la historia del libro de Lucas, hasta este punto. Va a ser rápido. Lucas va a presentar en este escrito a Jesús como el cumplimiento de lo que el profeta Isaías había dicho. Por eso es que comienza su escrito, el Evangelio, con algunas referencias a los escritores del Antiguo Testamento. Y va enlazando las historias para que veamos y entendamos que Jesús es el Mesías. Si nosotros regresamos al principio del libro, si tienen su Biblia, ábranla en el principio del Evangelio de Lucas y vamos a encontrar ahí rápidamente capítulo 1, bueno, una dedicatoria, ya en alguna otra ocasión hablaremos de eso, pero después vamos a encontrar la historia del nacimiento de Juan el Bautista. Y aquí el nacimiento y ministerio de Juan el Bautista están enlazados a la profecía de Isaías, capítulo 40 de los versículos del 1 al 15, donde dice, Vos del que clamen en el desierto, levántate y anuncia la venida del Mesías. Después de eso vemos el bautismo de Jesús cuando el Señor Jesucristo sale de las aguas. Y bueno, capítulo 2 vemos el nacimiento de Jesús, los ángeles, después vemos la presentación de Jesús en el templo, perdón, vemos el bautismo de Jesús cuando el Señor Jesucristo sale de las aguas y se escucha una voz del cielo que dice, Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. Vemos al autor, a Lucas, citando tres porciones del Antiguo Testamento, una está ahí en Salmos, en Salmos 2.7, la otra está en Génesis 22.2 y la otra está en Isaías 42.1. Después, o un poquito antes, tenemos también la presentación de Jesús en el templo, cuando llega Jesús al templo, antes, perdón, antes del bautismo, cuando llega Jesús ahí al templo y lo presentan, el Simeón, un profeta, lo toma en sus brazos y hace una oración y también su oración está citando a Isaías. Dice que Él va a ser la luz a las naciones y va a traer gozo y alegría. Es a Isaías al que está citando. Después, bueno, tenemos el bautismo después. Lucas, algo interesante, es que ya para el capítulo 3 nos presenta la genealogía de Jesucristo. Y en esta genealogía nos lleva hasta Adán. Empieza ahí diciendo de quién era hijo, nos pasa por David, lo marca ahí David como Jesucristo es el rey que se esperaba desde el Antiguo Testamento. Después lo manda más atrás, Abraham, diciendo Jesucristo es la bendición que se prometió dada a todo el mundo por medio de Abraham. Y después lo manda más atrás todavía y lo lleva hasta Adán. Y dice, Jesucristo va a ser el sustituto de toda la humanidad. Como lo menciona también Isaías capítulo 53. Más adelante vemos ahí un par de milagros de cómo el Señor Jesucristo... Ah, perdón. Después de eso, en el capítulo 4, Jesús anuncia públicamente su ministerio. Y cita, ¿a quién creen que cita? Al profeta Isaías. Jesucristo cita al profeta Isaías y va a hacer público su ministerio con esta parte del profeta. Dice que él se para en la sinagoga, abre un libro, un rollo, y dice así. El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor. Y hasta ahí lo dejó. Este era el ministerio del Señor Jesucristo, lo que venía a hacer. Después de eso, el Señor Jesucristo cita el libro de Isaías y después de eso empieza a hacer eso públicamente. Vemos una serie de milagros y a muchas personas a las cuales el Señor Jesucristo se acerca y pone en práctica eso. Pone en práctica cómo Él empieza a instaurar el reino. Después de eso tenemos la transfiguración. Y después de la transfiguración tenemos su camino hacia Jerusalén, a cumplir el ministerio por el cual Él había venido. Que era venir y morir por el pueblo, por los hombres. Así que vamos allá con la primer parte que el Señor Jesucristo empieza a enseñar a este hombre. Lucas capítulo 10. Y miren, algo interesante. Versículo 25. Dos cosas que quiero que tengan ahí presentes. Dos preguntas con las que este diálogo nos va a animar a responder. Número 1. ¿Quieres ser restaurado por Jesucristo? ¿Quieres ser restaurado por el Señor Jesucristo? Y número 2. ¿Vives y compartes la restauración que Jesús da y ofrece? Tengan presentes estas preguntas porque a lo largo de esta mañana vamos a comenzar a responderlas de acuerdo a lo que el Señor nos lleve y cómo Él exponga nuestra vida y nuestro corazón. Vamos directo al pasaje. Punto número 1. Yo sí cumplo con todo. Vamos a ver a un hombre. ¿Qué características tiene este hombre? Dice que es un intérprete de la ley, un maestro. No se da más características. Así que dice el versículo 25. Y aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo para probarle. Maestro, ¿haciendo qué cosas heredaré la vida eterna? Ahora, casi casi podríamos oír el sarcasmo. No estoy especulando, pero básicamente podríamos oír el sarcasmo de este hombre diciendo A ver maestro, tú que lo sabes todo. Tú que dices que eres el Mesías. ¿Haciendo qué cosas? ¿Qué cosas tengo que hacer? Yo que sí lo sé todo. Yo que soy el intérprete de la ley, el maestro. ¿Haciendo qué cosas tú crees con las cuales yo tengo vida? Podría casi casi sonar así la pregunta. Mira Jesús. O esa frase. Mira Jesús. Yo soy un maestro en la ley. Yo dedico mi vida entera al estudio y a la interpretación. Yo enseño a otros y los guío para que estén bien con Dios. ¿Hay algo más que tenga que hacer? Mi hermano, si hoy tu corazón está como el de este hombre, déjame decirte que el Señor te va a mover y te va a poner en una situación para que tú decidas algo. Mira la respuesta llena de gracia, de amor y de ternura del Señor Jesucristo. El siguiente versículo dice, Él le dijo, ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lee? Y vamos al profeta Osea, vemos cómo el Señor Jesucristo habla con la misma gracia que Dios habla al pueblo de Israel. Mira, ahí aparece en pantalla, Oseas 11, 3 y 4. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín tomándole de los brazos y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas lo atraje, con cuerdas de amor fui para ellos como los que alzan el yugo sobre su cerviz y puse delante de ellos comida. Con ese mismo amor le habla a este hombre y le dijo, ¿Qué es lo que ves? ¿Qué es lo que estás leyendo? Tú eres el maestro, tú conoces la ley, ¿Qué es lo que lees? Jesús estaba haciendo estas dos preguntas para abrir como un cirujano el pecho de este hombre para que él mismo viera su corazón y su condición. Como ver quién era realmente él, ver quién era él. Es como verse en un espejo, ¿no? Si vemos, si vamos a estar estudiando Santiago, en la carta escrita por Santiago, Santiago hace eso, ahí aparece en pantalla, Santiago 1, 23 al 25, dice, Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural, porque él se considera a sí mismo, se va luego y olvida cómo era. Se va luego y olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, es que será bienaventurado en lo que hace. Ahora, el Señor Jesucristo le manda dos preguntas a este hombre y le dice, ¿Qué es lo que tú estás viendo? Y le pone su corazón y le hace que él se vea a sí mismo y dé una respuesta. Mira más adelante, el siguiente versículo, el 27, ¿cómo responde este hombre? Aquí él respondió y dijo, ¿Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo? Este hombre citó porciones de las Escrituras de la ley, o sea, el cuate sabía, ¿verdad? Citó estas porciones, citó el Shema, leyendo Euteronomio, capítulo 6, versículos del 3 al 9, y también citó la ley en el libro de Levíticos, que hablaba acerca de cómo el pueblo de Dios, si cumplía estas cosas con su prójimo, iba a ser un pueblo justo y que se iba a diferenciar de las otras naciones. Este hombre cita esas palabras. Lo interesante es que si vamos a esas porciones, mi hermano, vemos que el Señor Jesucristo está animando al pueblo de Israel a que sea diferente, no por sus obras, sino por lo que Dios había hecho en el pueblo de Israel. Es increíble la forma en la que Dios está, Jesucristo mismo está guiando a este hombre a que tome una decisión. Lo está poniendo, dicen, entre el espacio y la pared. Le está diciendo, a ver, tú eres el maestro, tú eres el que conoce la ley, dime tú qué es lo que ves, cuál es la manera en la que puedes ser salvo. Y mi hermano, si tú en este día vienes con ese corazón diciendo, Señor, yo lo sé todo, yo sé, yo soy un maestro, yo he estudiado, yo me he preparado, dime tú qué más tengo que hacer. Mi hermano, este es el momento en el que el Señor espera que cambies tu corazón y te rindas a Él y digas, Señor, háblame. Mira, Jesús le respondió, bien has respondido, haz esto y vivirás. La manera en que Jesús responde fue tan sutil y al mismo tiempo tan directa que puso a este hombre en esa disyuntiva. Uno, o reconocía que no entendía nada de la ley, o número dos, se llenaba de orgullo e intentaba hacer notar su justicia, le justificaba. ¿Qué fue lo que hizo este hombre? Siguiente versículo dice, Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús, bueno, ¿y quién es mi prójimo? ¿A quién tengo que hacer esto? Y lo interesante, ¿a quién tengo que amar? Y lo interesante es que él decidió por su orgullo. Dice ahí, decidió por su orgullo y su autocultificación, diciendo, yo sí cumplo la ley. No soy sólo apariencias, Jesús. Tú crees que yo soy apariencias, pero no soy apariencias. Yo sí cumplo, no soy apariencias. Mira mi vida, soy un verdadero judío. Llevo a los judíos. Según tú, Jesús, ¿no estoy haciendo las cosas bien? ¿Con quién tendría que cumplir la ley y ponerla en práctica? Mi amado hermano, si Dios te está hablando, no te enorgullezcas. Si Dios te trajo aquí para escuchar su palabra, no te llenes de orgullo. No seas como este intérprete de la ley, que dijo, a ver, yo sí estoy haciendo todo. No. Dice en Santiago, ¿no? Cambia tu actitud. Mírate atentamente a la palabra de Dios, mírate atentamente en la palabra de Dios y deja que el Señor hable a tu vida. Pon en práctica lo que aprendas de quién es nuestro Dios. O cambias tu actitud y te humillas ante Dios y dejas que Él te guíe y ayude a vivir conforme a su palabra, viviendo en la ley de la libertad. O decides por tu orgullo y tu pecado en tu falsedad, diciendo para ti y para otros, yo sí cumplo. ¿Qué vas a decidir hoy, hermano? Siguiente punto. Versículo 30. Respondiendo, Jesús dijo, un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron e hiriéndole y se fueron dejándole medio muerto. Hermano, esto es como si el Señor Jesucristo le dijera, ven, te voy a contar una historia. Lo que normalmente puedes hacer con tus hijos o con los más chiquitos, si les dices, ven, te voy a contar algo, como para, te voy a decir algo para que lo entiendas mejor, ¿no? El Señor Jesucristo hizo con este hombre. Le dijo, un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, le hirieron y se fueron dejándole medio muerto. Ahora, hermano, el Señor Jesucristo va a hablar de una persona que solamente puede salvar, de la única persona que da verdadera vida y verdadera libertad. El Señor Jesucristo dice que este hombre, ¿cómo estaba? Lastimado, casi muerto, ¿no? Un hombre, un hombre común. Mi amigo, si tú estás aquí y eres un hombre común como yo, déjame te digo que esta es una enseñanza también para ti y para mí. Un hombre común, como tú y como yo, va en su andar diario, en su andar común y se encuentra con alguien que le hace daño. Dice que con unos bandidos que le golpean, lo lastiman, le roban lo que tenía y le dejan medio muerto. ¿A qué le suena esto? Miren, 1 Pedro 5.8 habla acerca de una característica, de características de Satanás. Dice, sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Sabes, mi hermano, la condición en la que tú vienes el día de hoy no es porque, bueno, sí puede ser porque tú te lo gustaste, pero eso es lo que hace Satanás. Eso es lo que hace el pecado en tu vida. Te hurta, te roba y te destruye, te deja medio muerto o casi muerto, agonizando. Y ese es tu estado. Mira lo que dice Juan 10.10. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir. Dice, yo he venido para que tengan vida y tengan en abundancia. Eso es lo que dijo el Señor Jesucristo. Después de esto podemos ver en la palabra de Dios cómo el Señor Jesucristo cita a uno de los profetas, hablando específicamente del profeta Ezequiel, y dice el pueblo que tendría que ser luz para las naciones, el pueblo de Israel, está haciendo lo que Satanás hace. Dice, ustedes son como leones, que ponen cargas en el pueblo que no pueden llevar y que aparte de eso los presionan para que hagan cosas que ni siquiera pueden cumplir. ¿Y saben qué? Eso es nuestra condición cuando no entendemos y no conocemos quién es Cristo. Lo que Jesucristo vino a hacer. Nos cargamos con cosas diciendo, entonces si yo, como este escriba, si yo hago esto, si yo cumplo la ley, si yo me porto bien, entonces yo puedo tener vida. ¿Y sabes qué? Esa no es la realidad. Tu condición es como la de un hombre común que fue robado, hackeado y que está en estado de muerte. Más adelante, continuamos con la historia que el Señor Jesús nos presenta. Dice, aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino y viéndole, pasó de largo. ¿Quiénes eran los sacerdotes? Los sacerdotes eran aquellos hombres, líderes humanos que el pueblo tuvo que no podían salvar al hombre, al pueblo. Y ese hombre pasó, lo vio y siguió de largo. No hay más que un solo mediador entre Dios y nosotros. Nuestra condición solamente hay alguien que la puede mediar. Dice ahí en Timoteo, perdón, primera de Timoteo capítulo 2, versículos 5 y 6, dice ¿Por qué hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres? Dice El cual se dio a sí mismo en rescate, Jesucristo, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Hermano, es que Jesús empieza a contarte esta historia y se la cuenta a este escriba y le dice, si tú te das cuenta, la ley no te salva. Si tú te das cuenta, las personas que tenían que salvarte, no te salvan. Te miran y pasan de largo. ¿Pero sabes por qué no te salvan? Porque no pueden. El único mediador entre Dios y hombre es Jesucristo, hombre. Mi amigo, mi hermano, si tú estás aquí y crees que por ser hijo de alguien que va a la iglesia eres salvo, déjame te digo que no. Si tú crees que estás aquí y que solo viniendo aquí a la iglesia eres salvo, déjame te digo que no. Solamente hay un mediador, no hay más. Después pasa un levita, llegando cerca de aquel lugar y viéndole, pasó de largo. ¿Quiénes eran los levitas? Los levitas eran aquellos que mantenían y ejercían la ley así. Para ellos no había falla porque si no cumplían con toda la ley no podían servir. Y la ley tampoco salva. ¿Sabes qué? Que cumplir, cumple los 10 mandamientos, cumple 30, cumple 100, no te va a salvar. El único que salva es Cristo. La ley, dice en Romanos, Pablo, que la ley solamente es la guía para llevarnos al Señor Jesucristo. Mira, los mandamientos son solo una guía a la fe en el único que sí salva. Así que, mi amigo, ni los hombres ni las obras te pueden dar vida cuando tú estás en un estado de muerte, cuando estás ya muerto. Ahora, continuemos con la historia. Dice más adelante, pero un samaritano que iba de camino vino cerca de él y viéndole fue movido a misericordia. Ahora, ¿has oído hablar acerca de los peros de Dios? Cuando tú abres la Biblia y te encuentras un pero Dios, presta atención, porque va a haber algo interesante. Es como, es una intervención maravillosa. Mira, viene ahí en pantalla dos, Efesios 4 y 5, dice así, ¿Qué dice más adelante? Que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó. Nosotros estando muertos en pecado, ¿nos dio vida con quién? Con Cristo. Dice más, por su gracia, somos salvos. Y el salmista lo pone así, pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará contigo. Cuando Dios obra, hace algo maravilloso. Cuando vemos en la Biblia los peros de Dios, es algo maravilloso. Yo sé que te quedaste con esta idea quizás en algún momento de que la historia del buen samaritano era una historia para que tú hicieras lo bueno a tu prójimo. Que quizás así te la contaron en la escuela dominical, o que quizás lo leíste y dijiste, entonces sí, tengo que estar bien atento para cuando vea a alguien, pueda atenderle. ¿Sabes qué? El único que puede hacer eso, atender y dar vida, es Dios. Mira, viene una definición de la misericordia. La misericordia es la manifestación de la compasión. La misericordia presupone a una persona que tiene una necesidad y a otra persona que tiene la capacidad de suplir esa necesidad y lo que hace. Y lo hace. Por eso es que continúa la historia, dice, y acercándose, vendó sus heridas echándole aceite y vino y poniéndole en su cabalgadura lo llevó y cuidó de él. ¿Saben? En Isaías, capítulo 53, el Señor Jesucristo una profecía acerca del Señor Jesucristo dice eso. Jesucristo iba a venir y a hacer eso. Dice que él iba a ser despreciado, desechado, pero que él iba a tomar nuestras dolencias, iba a tomar nuestras cargas y las iba a llevar sobre él. Si te das cuenta, la parábola del buen samaritano no es una historia de que tú tengas que hacer lo bueno. Esta es una historia de que Cristo hizo lo bueno. Esta es una historia de que Jesucristo te vio en ese estado en el que estabas y él se llenó de compasión y actuó con misericordia y te tomó de ese lugar te puso en un lugar diferente te sanó, te vendó ahora, te puso sobre una cabalgadura y te llevó a un lugar seguro. ¿A qué le suena esto? Y yo sé que esto, si eres invitado o es la primera vez que escuchas acerca de la Biblia, yo sé que lo has escuchado. El Señor es mi pastor, nada me faltará. ¿Sabes qué? Esa es la obra que Cristo hace. Él te toma de ese lugar en el que estás y te pone y te lleva a un lugar seguro. Es una muestra clara que Él está comprometido a terminar la obra porque más adelante vemos, dice, después de que cuidó de Él, hace algo, dice, al otro día sacó dos denarios y los dio al misionero y dijo cuídamele y todo lo que gaste de más yo te lo pagaré cuando regrese. Esta es una promesa de que Él está comprometido en terminar lo que empezó. ¿Y sabes qué? Es una promesa de que Él no te deja solo. Mi amigo, si tú estás en esta situación en la que dices, me siento destruido, estoy moribundo, ya no sé ni para dónde ir, déjame decirte que el único que te salva es Cristo Él hace eso. Te toma y te pone en un lugar seguro. No tus obras, no tus padres, no tus amigos, no tus conocidos, solamente Cristo. Y vemos una promesa de que Él regresará. Aparece ahí en pantalla Juan 14, más clara, Juan 14, versículos 18 y 19, dice, no os dejaré huérfanos, hablando el Señor Jesucristo, no los voy a dejar solos. Vendré a vosotros todavía un poco y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis porque yo vivo, también vosotros viviréis. Después el Señor Jesucristo le hace un par de preguntas más, una pregunta más a este hombre. ¿Quién fue de estos tres, te parece, que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Mi amigo, la pregunta es más profunda, es ¿Quién fue de estos tres, te parece, que es el que realmente te puede salvar? ¿Tú crees que te pueden salvar tus obras? ¿Tú crees que te puede salvar la ley? ¿El cumplir, el ser perfecto? ¿O solamente Cristo? Y yo sé que quizás en tu mente está, ah, pero Cristo, ah, ¿no? Cristo solo fue un hombre. Ah, no, pero Cristo, mira, en la Biblia hay un montón de cosas equivocadas y quizás puedes decir no, pero Cristo no es tan real como lo pintan. ¿Sabes qué? Por eso el Señor Jesucristo se pone como un samaritano. ¿Sabes quiénes eran los samaritanos para el pueblo de Israel? Eran los despreciados. Eran aquellos que habían apostatado o que se habían apartado de lo que realmente era el judaísmo. Estos samaritanos eran de lo peor para el pueblo judío. ¿Y sabes qué? Jesucristo se identifica aquí, como un samaritano. Porque muchas veces nosotros lo vemos así también. Decimos, nah, decía un niñito, ¿apoco Dios? ¿Apoco Jesús salvó? ¿Apoco solamente con creer? ¿Apoco yo no me tengo que esforzar? ¿Y sabes qué? Sí, Él es un samaritano. Amigo, si llegaste aquí y no has conocido a Jesús y el único que te puede salvar de tu verdadera condición por causa del pecado es Cristo. Su obra de salvación y redención fue la muestra de su compasión, la muestra de su misericordia. Terminando, último punto, yo me sumo. Ahora, fíjate cómo termina esta historia que el Señor presenta. Dice, versículo 37, y Él le dijo, el que usó de misericordia con Él, el escriba, le dice, bueno, creo, Señor, que el prójimo de este hombre es el que mostró misericordia, ¿no? ¿Y qué es lo que Jesús le dice? Ok, ve y haz lo mismo. Jesús está invitando a este escriba, y mi hermano, si tu corazón el día de hoy es como el de este escriba, vas a tomar una decisión también. Porque está atacando su corazón y le está diciendo, ve y haz lo mismo. La ley no salva, las obras no salvan. Ve y lleva a aquel que sí salva. Ve y sé tú el samaritano. Ve y humíllate y hazte despreciable para los de tu propio pueblo y salva a aquellos que lo necesiten. Esa fue la invitación. Jesús terminó haciendo esa invitación a este intérprete. Súmate a anunciar que Jesús era el cumplimiento de las promesas de un Mesías redentor. Este hombre respondió, el prójimo es aquel que evidenció el amor. Y la parte aquí interesante mi hermano, es que el Señor Jesucristo te está diciendo eso a ti. Te está diciendo, ve y haz esto. Súmate, anuncia que solamente yo puedo salvar. Ahora, hermano, ¿vives compartiendo esto? ¿Vives anunciando la restauración del Señor Jesucristo? ¿Has creído en esta obra que sólo Jesucristo hizo? ¿Sabes que algo triste que vemos en el siguiente capítulo de Lucas, es que si continuamos con la lectura los fariseos y los intérpretes de la ley invitan a cenar a Jesús. Y cuando lo invitan a cenar el Señor Jesucristo ya no les habla con ese amor como a este hombre. El Señor Jesucristo los juzga y les dice cuál era la condición de su corazón. Léelo en tu casa, capítulo 11 del versículo 37 al 54. El Señor Jesucristo les dice que ustedes tenían que anunciar que yo era el que salvaba. ¿Y qué creen? No lo hacían. Y el Señor Jesucristo en esa porción les dice ustedes dicen cumplir la ley, ustedes dicen que anuncian la venida de Dios, ustedes dicen que solamente Dios salva, que hay un Dios y son tan escritos con eso que ni siquiera dan la oportunidad de que aquellos que sí quieren ser salvos lo sean. Hermano, ¿cuál es tu condición el día de hoy? ¿Eres ese hombre que tiene que llegar con un corazón humilde al Señor y decirle Señor muéstrame quién soy? Quiero verme en tu palabra y quiero vivir como tu palabra lo dice. O eres esta persona que tiene la necesidad de un salvador porque estás en una condición de muerte. O eres este hombre que tiene un corazón tan duro y dice no, pero yo, yo lo sé y con que yo lo sepa es suficiente. Y no te sumas a la obra que solamente Dios hace y te está invitando a anunciar. Vamos a orar para terminar. Amado Señor y Salvador, gracias. Gracias Padre porque tu palabra, esta historia Señor, no es solamente para que nosotros seamos personas morales Señor, que nosotros seamos personas buenas. No Señor, tú lo dejaste plasmado para que nosotros entendamos que solamente tú eres aquella persona que salva y que te hiciste que tú siendo Dios te hiciste hombre y Señor te humillaste tomaste forma de ciervo y que en esa humillación decidiste cargar lo que nosotros traíamos levantarnos sanarnos y llevarnos a un lugar seguro Señor. Gracias por esta obra tan maravillosa y gracias Señor por tu palabra y gracias porque lo dejas plasmado de una forma increíble en esta historia. Señor si nuestro corazón el día de hoy es duro Señor pensando que lo sabemos todo o pensando que nosotros podemos hacer las cosas a nuestra manera Señor ayúdanos a que tomemos una decisión Señor la decisión correcta no como este escriba que se intentó justificar sino que realmente reconozcamos que de maestros no tenemos nada Señor si nuestra condición en este día es de muerte por causa del pecado Señor, por causa de las cosas que hemos hecho y por causa de nuestra incredulidad en ti Señor ayúdanos a poner los ojos en ti y entender que tu eres esa persona que salva. Señor si nosotros hemos creído en ti y sabemos que solamente tu salvas Señor y realmente lo hemos creído ayúdanos Señor a que podamos sumarnos a anunciar a otras personas que eres tu quien salva que eres tu quien hace la obra y que eres tu quien redime Señor pedimos esto, gracias por tu palabra, gracias por esa obra tan maravillosa que hiciste. Te agradecemos tanto en Cristo Jesús. Amén Horizonte Tequisquiapan Somos una iglesia que confía camina y comunica a Cristo Acompáñanos Domingo a Domingo Te esperamos

Listen Next

Other Creators