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Nothing to say, yet
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Soy un simple hombre intentando salir de los vicios diarios del alcohol, el contenido basura de internet y de la monotonÃa de todos mis dÃas. Esta vez decidà cerrar mi cuenta de Instagram donde perdÃa tanto tiempo viendo otras personas en sus vidas perfectas y borré las fotos de mi galerÃa que guardaba por lufuria. Para liberarme de esa intoxicación era mi plan ideal quitar todo vicio de golpe en mi vida. Al dÃa siguiente desperté en mi casa, levanté de la cama y me servà mi café. Cuando me asumé a la ventana de la puerta vi una especie de cuerpo muerto frente a mi puerta. ParecÃa ser el tronco cortado de un cuerpo humano rodeado con cadenas negras atadas a unos pies. Sentà un gran terror y pánico en ese momento. Afuera los niños corrÃan y jugaban con tranquilidad. Salà ignorando el cuerpo muerto y les pregunté si habÃan visto quien habÃa dejado aquella atrocidad frente a mi puerta. Ellos no vieron nada, pero lo más extraño es que no vieron nada de lo que yo presencié. Al voltearme el cuerpo ya no estaba. Volvà a casa inquieto y confuso. Intenté relajarme y cerrar mis ojos un rato. Tal vez dormà mal, tal vez aún estaba soñando, pero no. Poco tiempo después de intentar relajarme escuché al señor que corta el césped por la mañana y con su máquina no me dejaba estar en paz hacia demasiado ruido. Al mirarlo por la ventana se dio cuenta que lo observaba y me mantuvo la mirada de manera seria pero amable. Decidà salir a saludarlo. El anciano siempre llevaba a su perro con el que suele ser muy amigable pero esta vez me miraba con rabia como si me odiara rasguñando sus dientes y su mirada fija. Era muy intimidante sus ojos se habÃan vuelto negros por completo y me gruña ferozmente. Aún no sé si era mi imaginación o que estaba pasando. A los segundos el anciano dejó de hablar y me sonreÃa sin responder. Mis conversaciones sólo me observaba. Empecé a inquietarme. QuerÃa irme pero tenÃa que al darme la vuelta el perro me atacara. De la nada sentà un escalofrÃo en mis piernas y una voz empezó a salir del anciano y de aquel perro que me decÃan, deja tus vicios, deja tus vicios, como una orden inquietante y agresiva. Corrà a mi casa y estaba de nuevo en la puerta los trozos de humano que vi antes, pero esta vez chorreaban de sangre. Entré a casa con pánico. Quedé paralizado el cuadro de la boa de mis padres se habÃa convertido en un retrato con mi cuerpo destrozado y cortado de pies, tronco y cabeza, atado a una cama de madera y con las heridas aún sangrando. Me desmayé en ese momento. HabÃan sido demasiadas cosas en unos minutos. Al despertar me encontraba en la sala y al mirar por mi ventana de nuevo se encontraba el anciano, con un rostro totalmente diferente, lleno de terror y frialdad. En su mano sostenÃa una motosierra con la que corta el césped y el perro en su boca cargaba unas cadenas idénticas a las del recuadro. Escuché la voz de nuevo decir, es demasiado tarde.