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AUDIO CARMELITAS

AUDIO CARMELITAS

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The speaker discusses the concept of spiritual competences and their importance in life. They mention that just as one needs different competences in various aspects of life, there are also spiritual competences that can be developed. The speaker refers to the story of Martha and Mary from the Bible as an example of someone who possesses spiritual competences. They also mention the role of music in fostering and developing these competences. The speaker explores the roots and definitions of the word "competence" and emphasizes the significance of acquiring spiritual competences for personal and spiritual growth. They conclude by stating that there are numerous definitions and aspects of spiritual competences, and they will focus on four specific competences using their own songs as examples. Un placer estar aquí con ustedes y compartir una reflexión conjunta en torno, como soy también psicóloga de profesión, y estamos los psicólogos, los pedagogos, intentando ver las competencias espirituales. Se habla mucho de competencias. Hay que ser competente en la vida. Hay que ser competente para vestirse, para arreglarse, para hablar, competencias para hablar, competencias para tener amigos, competencias sociales. Hay que ser competente en muchos ámbitos. Y ahora se está hablando, desde algún tiempo, de las competencias espirituales. Nosotros sabemos que las competencias espirituales, nadie va al padre, nadie va al hijo, si el padre no lo atrae. El primer, el dios de Teresa, por ejemplo, es un dios precioso porque es él el que atrae, como dice también en el Evangelio de San Juan, es él el que atrae y nos da estas competencias. Porque nadie puede decir ni Jesús si el Espíritu Santo no le da esa competencia. Eso es el punto de vista desde Dios, ¿verdad? Pero estas charlas están en torno al lado de nosotros. ¿Qué podemos hacer nosotros para tener estas competencias espirituales? Vamos a ver solo algunas. Y vamos a ver también el aporte que ha hecho y que sigue haciendo la música cristiana, en mi caso las canciones mías porque las que más conozco, para fomentar estas competencias espirituales y al mismo tiempo para ayudarlas a desarrollar. Pero como hablamos de música, vamos a empezar. Les voy a invitar primero a que cierren los ojitos, háganme caso, cierren los ojitos, porque como diría Santa Teresa, la loca de la casa, siempre está preocupada, muchas cosas. Les voy a pedir simplemente que haga una inspiración, como recibiendo el Espíritu Santo, pidiendo al Espíritu Santo y luego una expiración, como soltando todo lo que le distrae. Otra vez hacemos una inspiración y luego votamos. Y ahora les quiero llevar, también con los ojitos cerrados, a una de las personas más competentes a nivel espiritual que aparece en el Evangelio, después de la Virgen María, por supuesto. Quiero que vayan a la casa de Marta y María y quiero que vean a María a los pies del Maestro. Quiero que imagines esa sala, a Teresa de Jesús le encantaba imaginarse a Jesús, usaba mucho la imaginación porque era distraída. Ahora tú también vete a la casa de Marta, mírala ahí preocupada en tantas cosas como tú y como yo y quiero que veas a María, a mujer competente a nivel espiritual. Y escuchamos la palabra que Jesús le dice a Marta, que todavía no tiene estas competencias espirituales. Marta. Solo hay, solo hay una cosa importante. Solo hay una cosa importante, una cosa importante, escuchar tu palabra, Señor. Solo hay, solo hay una cosa necesaria, una cosa necesaria, escuchar tu palabra, Señor. Dígalo conmigo, solo hay una cosa importante. Solo hay, solo hay una cosa importante, una cosa importante, una cosa importante, escuchar tu palabra, Señor. Última vez, dígalo. Solo hay, solo hay una cosa importante, una cosa importante, una cosa importante, escuchar tu palabra, Señor. Y aunque lo demás, y aunque lo demás se presente urgente, se presente urgente, María escogió la parte mejor. Última vez conmigo, diga solo hay una cosa importante. Solo hay, fuerte, solo hay una cosa importante, una cosa importante, una cosa importante, escuchar tu palabra, Señor. Abrimos los ojitos y acabamos de escuchar juntos esta canción que titulé, Una cosa importante, que fue un tirón de orejas que me dio el Señor. Y que hace eco del texto bíblico de Marta y María, que nos trae el Evangelio de San Lucas, capítulo 10, del 38 al 42. Hemos cantado, queridos hermanos y queridas hermanas, y repetido en esta escuela católica de letanía, ahora le llaman mantras, pero nosotros también somos viejitos, hemos siempre hablado de las letanías, repetir, repetir, solo hay una cosa importante, solo hay una cosa importante. Y María a los pies de Jesús está haciendo la parte mejor. Ella, sentada a los pies de Jesús, como verdadera discípula, está haciendo, está practicando estas competencias espirituales. En palabras de la psicología moderna, María en este texto está viviendo y ejercitando unas competencias espirituales concretas que Marta todavía no logra captar ni adquirir. A Marta, como tantas veces a nosotros, nos puede lo urgente, nos puede el estrés. Pero, ¿qué competencias espirituales está aplicando María en este texto? Porque uno puede sentarse a los pies de un crucifijo, de una manera de una religiosidad popular, poner una vela, sin tener estas competencias espirituales. Hay gente religiosa, que diga una religión, sea la que sea, pero no adquiere estas competencias espirituales. Interesante, pero María en el texto, a los pies de Jesús, está ejerciendo estas competencias espirituales. ¿Qué competencias está ejerciendo? Y para ello también cabe preguntarse, ¿qué son las competencias espirituales? ¿Para qué sirven? ¿Cuántas y cuáles son esas competencias espirituales? Responder a esta pregunta es lo que deseo compartir con vosotros en esta pequeña charla. Además, quisiera reflexionar en concreto sobre el aporte específico que ha hecho y que puede seguir haciendo la música cristiana, a la gestación y al desarrollo de estas competencias espirituales, para poder experimentar y vivir la experiencia de María, escogiendo la parte mejor, la que nadie nos quitará. Porque adquiridas y desarrolladas estas competencias espirituales, nadie nos podrá quitar los beneficios en el crecimiento personal y en el crecimiento espiritual que estas competencias nos reportan. El concepto de competencia es muy antiguo, es más antiguo incluso que la palabra en sí. Fíjense que se remonta al Código Hammurabi. Les va a sonar chino esto, pero si son curiosos como yo, busquen el Código Hammurabi. Es un código de un rey babilónico en los años 1792 al 1750 a.C. Él recopiló 282 leyes en columnas de piedra. Si van alguna vez al Museo del Louvre en Francia, pueden ver un fragmento de este códice. En el epílogo de este código se usa en lengua akánica un concepto similar al de competencia, para hablar propagandísticamente del rey. Y dice, estos son los juicios que Hammurabi, el rey competente, ha establecido para obligar al país de acuerdo con la verdad y el orden justo. Es la primera vez que se usa una palabra, que tenemos escrito en la humanidad, que se usa este concepto que hoy llamamos competencia, del rey competente. Por otra parte, la palabra competencia también existía en el griego clásico. Nuestra lengua castellana española tiene mamá griega y papá latín. Las raíces están en el sustantivo femenino ikanotes, que significa suficiencia. Su adjetivo es ikanos, que significa suficiente o capaz de hacer una cosa. Nuestro caso sería capaz no solo de sentarse, sino que al sentarse tener competencias espirituales. En el latín encontramos también la raíz de la palabra competencia en el verbo competo, que significa concordar, corresponder, ser propio de. En el latín clásico encontramos las raíces de nuestra palabra española competente. Es un verbo participio, de competence, que se aplicó sobre todo en el ámbito jurídico para sostener que algo o alguien era capaz y era permitido por la ley. Y en la forma competencia como capacidad y permiso legal. Esta persona es competente, todavía decimos nosotros, es decir, tiene el permiso legal para hacerlo. No solo tiene la capacidad, tiene la capacidad legal para hacerlo. Esto nos viene del latín. Y la palabra castellana competencia es definida por la Real Academia de la Lengua Española como pericia, actitud, ironiedad, para hacer algo o intervenir en un asunto determinado. Nosotros hablamos aquí de competencia, de ironiedad, de actitud, de pericia, para algo espiritual. Lo que depende de nosotros, porque la otra parte la hace el Señor. Y el adjetivo competente se refiere a una persona o una entidad que tiene y manifiesta competencia. En la actualidad muchos autores han entendido la competencia como la habilidad que tienen las personas para realizar tareas y roles de acuerdo con los estándares esperados. Esto lo dice Rauch en el año 1998. O una capacidad para desempeñarse con eficacia. Lo dice Mulder en el año 2011. Otros autores la definen como una relación entre habilidades, capacidades y la realización de una tarea. Esto lo dice Heger y Gontzi en el año 1996. Otros definen la competencia como un proceso o un continuum de un desempeño o un performance. Esto lo dice Blomek en el año 2015, este alemán. También otros la definen la competencia como una conducta de integración y combinación de recursos internos con externos. Combina los recursos y es competente, muestra la competencia. Esto lo dice Fernández, un pedagogo español, en el año 2012. Sea como sean las definiciones y las raíces simológicas de la palabra competencias, en todas se habla de la capacidad, la aptitud, la idoneidad para hacer algo y hacerlo bien. De tal manera que la persona merezca ser llamada competente. Nosotros tenemos la parábola del banquete que llega el hombre, todos tienen el traje de fiesta, pero el que llegó no tenía el traje, no estaba competente. Llegó a la cena pero no era competente. No estaba de acorde. Nosotros queremos ser competentes, adquirir estas competencias a nivel espiritual. Y la música cristiana, si la sabemos usar bien, puede ayudarnos a generar y a fomentar estas competencias. En la definición actual de competencias espirituales hay infinidad de definiciones. Sin embargo, ya Sandineo la definió, definió al ser humano como capacitei, es decir, como un ser con competencia. Para recibir el misterio, para relacionarse con Dios, para percibir lo sagrado, lo divino, y con ello acercarse también a las dimensiones más profundas de la existencia humana. Por mi parte, quiero centrarme solo en cuatro competencias. Hay muchísimas, no estamos estudiando esto, competencias espirituales que filósofos, pedagogos y psicólogos seguimos estudiando desde la ciencia. Y para ello usaremos algunas canciones, en mi caso las mías, que son las que mejor conozco. Fíjense, en el caso nuestro, como somos cristianos, creemos en Jesús. Desarrollamos las competencias espirituales esperando el diálogo con un tú. Aquí en Europa, y yo creo que también en América, hay mucha gente y un tipo de psicología que desarrollan estas competencias espirituales pero solo para ellos tener paz, no sé, tener estas competencias para ellos solos, como un solicismo. No está mal, pero falta el encuentro con otra persona. Y a veces en el colegio, por respetar la laicicidad, aquí en Europa nos exigen a veces enseñar estas competencias solo, sin hablar de Jesús. Pero adquirir estas capacidades, aunque te sientes como María, pero no podemos mencionar que está allí Jesús. Pero bueno, sabemos que Dios, Él es más ingenioso que nosotros, ya que la persona está sentada, y Él es el verbo y la palabra, como dice Teresa, está su merced que dice Él, su majestad, está atento para aprovechar que la persona está allí y hablarle al corazón. Pero nosotros vamos a estudiar estas cuatro competencias espirituales a través de unas canciones. Vamos con la primera competencia espiritual. No les voy a decir cuáles, a ver si escuchando la canción pueden ustedes deducir de qué capacidad humana se trata. Vamos a ver si, ahí les voy a dar un tiempo para cuchuchear, como decimos en Chile, de qué competencia se trata, o quiere fomentar esta canción, o está despertando esta canción. Es una competencia espiritual muy muy importante. Viento, todo es viento, perseguir el viento, nada hay nuevo bajo el sol, que saca el hombre de todas sus fatigas, para qué vivir si luego hay que morir. Nacemos, morimos, ¿por qué? Amamos, sufrimos, ¿para qué? Nacemos, morimos, ¿por qué? Amamos, sufrimos, ¿para qué? ¿A dónde va el aliento del hombre, sube o baja? ¿Para qué sirve mi ciencia si muero como otro también? ¿Para qué tanto acumular si cuando muera no llevará nada, así otro gozará de lo que trabajé? Nacemos, morimos, ¿por qué? Amamos, sufrimos, ¿para qué? Todo es aire, nada es consistente, la vida humana es perseguir el viento, ¿para qué? ¿Cómo se quedaron con esta canción? Esto no lo digo yo, lo dice el libro de la Iglesia Estés, capítulo 1, del 1 al 18. Viento, todo es viento, todo es vanidad. La palabra vanidad viene de una palabra hebrea que significa habel, es decir, viento, todo es aire. ¿Para qué? ¿Para qué me empeño en casarme si se me va a morir el hombre? ¿Para qué tener hijos como decía mi mamá si se los lleva otra? ¿Para qué tanto estudiar si el tonto, el pobre muere igual que el rico? ¿Qué sentido tiene todo esto? Bueno, han podido concluir, la canción parece trágica, pero quiere fomentar una competencia espiritual muy importante, y está en la palabra de Dios. ¿Han podido concluir qué competencia espiritual está promoviendo esta canción? Por eso que la música cristiana dice, canta una alabanza hermanita, le digo, hello, aquí no solo existe la alabanza, la música cristiana, la música católica tiene muchos géneros y quiere fomentar diferentes aptitudes diferentes. Bueno, más o menos saben alguna pista, levanten la mano si alguien cree más o menos qué competencia es esta, aquí yo lo estoy viendo a ustedes. Bueno, como tenemos el tiempo cortito, la pregunta aquí, realmente la primera competencia es hacerse preguntas hondas, hacerse preguntas serias. Ustedes pueden creer que a la generación selfie solo le preocupa cómo se ve en el selfie. Nuestra primera competencia, en el caso mío, los que usamos la música, o como psicólogo, o como profesora, es educar en esta competencia, oye, ¿sabe que se muere la gente? Parece tonto, pero hacerse preguntas profundas y serias sobre qué sentido tiene la vida, qué sentido tiene la muerte, el mal, la existencia humana, o realmente todo es viento y perseguimos el viento, todo es inconsistente, o hay un sentido más hondo en la vida humana. Esta primera competencia es fundamental, solo el ser humano puede preguntar estas cosas, pero hay gente que vive sin preguntarse, solo se pregunta cuándo pagaré la deuda, cómo ganar más plata, cómo conquistar a esa mujer, hay gente que vive con esas preguntas y nunca desarrolla esta competencia espiritual, excepto si se le muere a alguien, si está en la enfermedad, ahí se choca con la existencia humana y con estas grandes preguntas. Pues en primera competencia espiritual fomentar estas preguntas hondas en el ser humano. En mi caso yo lo hago con la música, y la gente dice, hermanita, ¿para qué cantó esa canción? Ahora me quedé con menos fe de la que venía. Pero es importante que se la haga y que se las pregunte a Dios o a quien ella quiera. Bien, primera competencia espiritual la vimos, ¿no? Hacerse preguntas hondas. María la vemos sentada a los pies de Jesús, yo creo que ella ya se hizo esa pregunta, por eso dijo, aquí hay mucho que hacer, pero yo entiendo que este Señor me las puede contestar, y se sienta a los pies de Jesús y opta por él. María, primer clic en esta primera competencia. Segunda competencia espiritual, porque más allá de las preguntas por el sentido de la vida, por el sentido de las cosas, el ser humano tendrá que llegar a esta segunda competencia que quiero personizar con ustedes. Y para esta segunda competencia nadie mejor que San Juan de la Cruz, como estamos en casa con los padres Carmelitas, para este comentario, él hace un comentario, cuando yo leí el cántico espiritual y lo tuve que estudiar en la universidad, estudiar pero vivirlo y a otra cosa, intento pero ahí vamos, dice, y este comentario, él mismo hace este comentario a su cántico. Y me tocó tanto que le puse música, porque San Juan de la Cruz con estas palabras, pone el dedo en la llaga y da el paso a adquirir o a fomentar o a despertar esta segunda competencia espiritual de la que les hablo. Vamos a cantar o a escuchar la canción de San Juan de la Cruz y vamos a ver si pueden ustedes deducir de qué segunda competencia espiritual estamos hablando y en este caso yo intento fomentar y San Juan de la Cruz con este comentario, el cual yo le puse música. Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias o miserables ceguera de los ojos de vuestra alma pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos no viendo que en tanto que buscáis grandeza y gloria os quedáis miserables y bajos de tantos bienes hechos ignorantes e indignos o almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas ¿Qué hacéis? ¿En qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias ¿Qué hacéis? ¿En qué os entretenéis? ¿Cómo puede ser que para tanta luz estéis tan ciegos y para tan grandes voces sordos? Si toda la creación clama, estamos sordos, entretenidos. Bueno, ¿de qué competencia segunda estamos hablando? Con palabras de este santo del siglo de Oro Español, siglo XVI. ¿Qué hacéis? ¿En qué os entretenéis? ¿No veis que en tanto que anheláis estas cosas os quedáis miserables, ciegos y vuestras posiciones son...? ¿Qué son vuestras posiciones si al final en la muerte no llevaremos nada? San Juan de la Cruz y la canción que acaban de escuchar fomenta la segunda competencia espiritual que tarde o temprano los seres humanos deben afrontar y es la pregunta por la existencia de Dios. ¿Existe Dios o no existe Dios? Y no sólo se existe, sino además y de verdad me ama y quiere venir a mi vida a colmarme de su agobida. ¿Y qué Dios es este? ¿Es una energía del universo? Entramos ya a la filosofía oriental, una energía que anda volando por ahí, está en toda la materia. ¿O es un Dios personal? Tarde o temprano hay que hacerse esa pregunta, es la segunda competencia espiritual. Sólo el ser humano tiene la capacidad para afrontar esta segunda pregunta preguntándose por la existencia de Dios y decidir, fíjense, si recibirlo o no. Podemos decirle que no. Y en esta canción, de manera más positiva, está la famosa canción de la hermana Glenda. Si conocieras cómo te amo. Es una propuesta descaradamente directa que quiere fomentar esta pregunta. ¿Vas a aceptar tú a este Dios personal? ¿Saben que está basada en las palabras de Jesús a la mujer samaritana? Si conocieras lo que yo te quiero regalar, tú me pedirías a mí y yo te daría eso que estás buscando, esa agua que buscas. No tendrías que venir aquí a sacarla. La segunda competencia, hermanos, es preguntarse si existe Dios y si este Dios es un Dios personal o no. Y si le voy a recibir o le voy a rechazar. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo. Dejarías de vivir sin amor. Se la sabe, cante conmigo. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo. Dejarías de mendigar cualquier amor. Si conocieras, si conocieras cómo te amo. Cómo te amo, te dice Jesús. Cómo te amo, serías más feliz. Cómo te amo. Si conocieras cómo te busco. Si conocieras cómo te busco. Dejarías que te alcanzara mi voz. Si conocieras cómo te busco. Si conocieras cómo te busco. Dejarías que te hablara al corazón. Si conocieras, si conocieras cómo te busco. Cómo te busco, cómo te busco. Te busco, escucharías más mi voz. Si conocieras cómo te sueño. Si conocieras cómo te sueño. Me preguntarías lo que espero de ti. Si conocieras cómo te sueño. Si conocieras cómo te sueño. Buscarías lo que he pensado para ti. Si conocieras cómo te sueño. Buscarías lo que he pensado para ti. Si conocieras cómo te sueño. Si conocieras cómo te sueño. Cómo te sueño, pensarías más en mí. ¿Vas a recibir a este amor? ¿Vas a sentarte a sus pies para buscarlo y recibirlo? La decisión es tuya. Si conocieras cómo te amo, te dice Jesús. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo. Si conocieras cómo te amo, te dice Jesús. Si conocieras, dígalo conmigo. Cómo te amo. Cómo te amo. Serías más feliz. Como ven, esta segunda competencia es una propuesta directa en este caso de la música de proponer, este es el Dios que te busca. Este es lo que Dios te ofrece. No es una energía, es el amor que quiere llenarte. Es una propuesta que nosotros llamamos evangelización. Pero hay gente que solo se queda con la primera pregunta y le da un sentido a su existencia y no llega a la pregunta por este Dios personal o este Dios, si existe Dios y si lo va a recibir o no. Que es lo que pretende este tipo de música de manera un poquito negativa como San Juan de la Cruz en que os entretenéis, cómo no podéis escuchar esto o una propuesta más directa, positiva, palabras del Evangelio. Si conocieras lo que Dios te quiere regalar. Si conocieras el amor que Dios te tiene. Si conocieras, estás buscando fomentar esta competencia que es recibir a Jesús y aceptarlo en la vida y sentarse a los pies para poder escucharle, adorarle y recibir su amor. ¿Se escucha bien? ¿Está ahí bien? Aquí le veo las caritas. Tercera competencia espiritual, antes de que se me vaya el tiempo. Y hay esta tercera competencia espiritual que es la clave en el desarrollo espiritual de las personas si queremos llegar algún día a sentarnos. Fíjense que en cada misa estrenamos la posición. En la misa ejercitamos muchas posiciones religiosas que implican competencias espirituales. Estar de pie, arrodillarse. Pero sabemos que hay gente que puede sentarse sin esta competencia. Lo hace por tradición, por religión, por religiosidad pero no tiene esta competencia como se sienta María. Si queremos realmente sentarnos como haría de verdad a los pies, escogiendo la parte mejor, esta tercera competencia espiritual es súper, súper importante. Vamos a ver si escuchando esta canción saben de qué hablo. Solo les doy una pista. Está basada en el Salmo 8. El salmista que tiene esta competencia espiritual dice Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, guau. Cuando miro las estrellas, guau. Cuando miro a un hombre guapo por la calle, guau. Cuando miro a una chica guau, guau. Cuando miro a un hombre guau, guau. Estoy viva, guau. Tengo madre, puedo caminar, guau. Esta competencia espiritual es súper, súper importante para estar como María y es la que refleja un poco el Salmo 8. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Acanta conmigo, dígalo. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Otra vez, grande es tu amor. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Vamos a cerrar los ojitos. Vamos a entrar en esta tercera competencia. Dígalo. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Le pido que se admire, que se admire de todo lo que tiene. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos. La luna y las estrellas que has creado. Pienso que soy yo para que pienses en mí. Pienso que soy yo para que pienses en mí, en mí. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Dígalo conmigo. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre. Grande es tu nombre por toda la tierra. Me admiro, Señor. Grande es tu amor. Grande es tu misericordia. Grande es tu nombre por toda la tierra. Ya saben de qué competencia le hablo, ¿no? De la admiración, de esta capacidad de admirarse. Ustedes saben que hay gente, como le pasaba a Marta, pobrecita, que está metida con la cabeza... Yo conocí a una amiga que dice, Glenda, solo ahora recién levanto la cabeza y me doy cuenta de los edificios que habían arriba y de las terrazas. Hay gente que nunca nadie levanta la cabeza para admirarse. Víjense que el ser humano es el único animal, tenemos otra dimensión pero también somos animales, que cabina erguido para asombrarse. La capacidad, la tercera competencia espiritual, hay que desarrollar esta capacidad de asombro, la capacidad de maravillarse por la belleza, por el bien, por el amor. Esta capacidad de asombrarse y maravillarse ante la compasión, ante la bondad, es todo lo contrario a una existencia rutinaria, insensible, que no se deja comoer por la presencia de la vida. Pasa delante de un árbol y... es que, digo, deberíamos vivir arrodillados, mirando al cielo, mirando los pajaritos, mirándote a ti, a tu compañero, a tu compañera, a tus amigos, mirándote a los pajaritos, mirándote a ti, a tu compañero, a tu compañera, a tu esposo, a tus hijos, es que vivir maravillados. Por eso este Salmo y otro tipo de canciones, que ahí entran las canciones de la alabanza o de la admiración, quieren despertar y fomentar en nosotros esta sensibilidad, esta capacidad de asombro ante el bien, ante la vida y ante el amor. Sin esta competencia espiritual del asombro, seguiremos como Marta, estresados, metidos en lo cotidiano, en la superficialidad, y no nos dejaremos impactar por la visita del amor. María, cuando entra Jesús a la casa, ella tiene esta sensibilidad, se asombra, deja todo y deja experimentar esa presencia. Deja todo. Marta no. Marta sigue superficial, sigue en su quehacer, en lo urgente. Si no tenemos esta competencia espiritual del asombro, esta sensibilidad ante la presencia de la vida, del amor, de la verdad, seguiremos como Marta en la superficialidad y no nos dejaremos impactar por la visita del amor, por la visita de la belleza o de la compasión en nuestras vidas. Así que el Salmo 8 es un gran maestro y cuando contemplo el cielo ahora en tus manos, es que me estoy wow, admirado, de que yo pueda cantar ahora. Todavía puedo cantar. Tengo 53 años, todavía puedo cantar. Tengo que admirarme. Si puedo cantar, ustedes pueden caminar, es que hay que mirar esta admiración. Bueno, la cuarta competencia espiritual. Para esta competencia espiritual, les voy a mostrar la siguiente imagen. No sé si alguien sabe, a ver si sale esto. Avatar, la primera Avatar. La segunda ya no me gustó tanto. La primera fue muy interesante porque fíjense que era una película que es profundamente espiritual, no religiosa. Es decir, bueno, ahí tenemos que discutir la terminología espiritual, religiosa, porque hay espiritualidades sin Dios. Porque fíjense que pareciera que la película intentara recordarnos a nosotros los humanos tan competentes en ciencia, en tecnología, en éxito, en progreso económico, que hemos perdido estas competencias espirituales que son las que poseen los Navi, que eran los habitantes de Pandora y que nosotros hemos perdido. Fíjense que en este Sahilu, ellos le llamaban Sahilu, esta conexión, es nada menos que la competencia cuarta que quiero comentar con ustedes que se llama la capacidad de conectarse, de tener conexión con otra persona, con la naturaleza, con Dios, con lo sagrado. Esta cuarta competencia, que no toda la gente alcanza y que muchas espiritualidades se quieren conectar pero solamente se conectan con ellos mismos, que ya es mucho, para tener esta paz, o se conectan, abrazan los árboles para conectarse con la naturaleza. Yo lo he hecho, es muy interesante. Dije, ¿qué hace? Tengo una amiga mía que es budista y me dice, ¿qué hace abrazando los árboles? Voy a hacerlo, y es verdad, me puedo conectar con el árbol para entrar pero no necesito yo abrazar árboles pero bueno, lo hice por experimentar un poco esta conexión con la naturaleza. Fíjense que Gene nos recuerda en la etimología de la palabra religión, viene del latín religare que significa volver a conectar, volver a unir. Y esta capacidad de conectarnos con nosotros mismos, no vivir fuera de nosotros mismos. Yo atiendo en la consulta psicológica a mucha gente, ¿qué le pasa? Estoy mal, estoy mal, ¿qué le pasa? No sabe ni por qué está mal, porque ha perdido la conexión con ella misma, no tiene idea. Está mal, está mal, o el marido está mal, pero no hay conexión con ella misma. O pierde la conexión, el matrimonio con su mujer, pierde la conexión con Dios. Podemos poner una vela sin estar conectados con Dios. Lo podemos poner por magia, por manipular a la divinidad. Podemos ir a misa sin conectarnos, que va incluso más allá de la experiencia emocional. Pero bueno, hay una canción, esta competencia es súper, súper importante y esta canción quiere, parafrasea un poquito una frase de Santa Teresa, muy famosa, en la que ella le decía a sus monjas que no les pedía que pensaran en Dios, que razonaran acerca de Dios, sino que le miraran, y mejor aún, miraran como Él les mira. Los Padres Carmelitas en Segovia, donde a veces hago ejercicios espirituales, tienen en una de las capillas una hermosa frase, esta hermosa frase de Santa Teresa y compuse justamente yo ahí esta canción que dice no le pido que piensen en Dios, mire como le mira. Mire como Él le mira. Vamos a cerrar los ojos intentando despertar nuestra trenza interior en el lenguaje de Avatar, todos sabemos que es el Espíritu Santo de nuestra dimensión espiritual, para conectarnos con el Señor. Señor. No le pido que piensen en Dios, ni que razone, solo mírele, solo mírele, y mire como Él le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Te voy a invitar a pensar en la mirada de Jesús, o si prefieres, en el Santísimo Sacramento. Vamos a usar la imaginación para que la loca de la casa no se nos vaya por allí. Vamos a fijar la atención en una imagen de Jesús que a ti te guste mucho y mírale, solo mírale, y mira con qué misericordia Él te mira, con qué ternura Él te mira. Y mire como Él le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Le mira. Le mira. Mira, fíjate en la mirada de Jesús sobre tu pasado. Mira con qué misericordia te mira. Con qué ternura te mira. Con qué sonrisa te mira. Mira la mirada de Jesús sobre tu presente. Mira cómo te mira. Con qué mirada de paz, de esperanza. Cómo te mira Jesús. Y mire como Él le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Y mire como Él le mira. Le mira. Vamos a repetir. Miro como Él me mira. Me mira. Y miro como Él me mira. Me mira. Y miro como Él me mira. Él me mira. Me mira. Píralo conmigo. Y miro como Él me mira. Él me mira. Me mira. Me mira. Y miro como Él me mira. Él me mira. Me mira. Y miro como Él me mira. Me mira. Él me mira con su amor. Y miro como Él me mira. Me mira. Me mira. Me mira. Abrimos los ojitos. Cuarta competencia espiritual. Esta conexión. En este caso con Dios. Pero también con nosotros mismos y con los demás. Es muy importante conectar con los demás. Conectar, no solo mirarlos. A veces nosotros cuando vamos a rezar, uno ve el bulto que viene acercándose. No nos conectamos. Conectarse con otro, conectarte con tus hijos. Conectarte con tu esposo, con tu esposa. Conectarte con los demás. Conectarte con los que sufren. Ya no le doy una moneda y se acabó. No. Aprovecha esa situación para conectarte con el pobre. Conectarte con el enfermo. Conectarte con el anciano. Esta competencia espiritual es súper, súper, súper importante. Y nos recuerda la palabra principal de la religión. Que es religar. Volver a conectar al hombre con lo profundo suyo. Con la naturaleza, con los demás. En especial con los que sufren. Y con Dios. Y por último, hablando de conexión en esta cuarta competencia. Una conexión que yo descubrí, la rezaba muchísimas veces en el creo. Creo en la comunión de los santos. Y la estudié en escatología, en teología. Pero el Señor me la regaló. Y les comparto este testimonio de cómo descubrí y cómo el Señor me hizo disfrutar de esta conexión. Con la iglesia orante del cielo y la iglesia orante de la tierra. Esta canción nació en uno de mis viajes a México. En México hay un bichito que se llama el dengue. Que ahora no sé si está por ahí por Colombia. Y me picó un dengue. Me puse muy malita, muy enferma. Y me puse fiebre total. Menos mal que en ese tiempo no estaba la COVID y no nos ponía la temperatura. Pero yo me vine volando a España. No usaba un mascarilla. Espero no haberle pegado a nadie la fiebre. Pero me vine rápido y digo, si me muero, me muero. Al menos acá, que me entierren. ¿Qué hago yo en México? La cosa es que me vine llena de fiebre, enferma. Y lo gracioso es que no me fui al médico. Soy un poco... No sé si les pasa a ustedes, pero no, no es que me guste mucho ir al médico. Entonces dije yo, mañana si me pongo muy mal, entonces voy. Entonces lo que hice fue, me acosté. Me acosté. Había una mujer viejita muy amiga mía que me decía, Glenda, antes de plantearse las cosas hay que dormir. Y me encanta esa receta. Usted antes, porque está demostrado incluso ahora neurológicamente, que cuando uno duerme genera dopamina, oxitocina, y primero pégase una cura de sueño. Duerma bien, camine, hable con alguien y luego planteese el problema. Y yo dije yo, ¿sabes qué? Voy a hacer como decía mi amiga, esa viejita, voy a dormir. Me acosté volando en fiebre. Miren lo que me pasó. Era, no sé si eran las 3 o 4 de la mañana, me despierto sola. Eso para mí es un milagro porque siempre he sido muy dormilona. Para mí lo más difícil de la vida religiosa, y eso que uno promete castidad, pobreza, obediencia, lo más difícil, las levantadas temprano. A esas monjas digo, ¿cómo se levantan a las 5 de la mañana? Yo les decía, madre, ¿a usted qué le dice a Dios a esa hora? Si yo no me acuerdo, ¿y cómo me llamo? A mí yo recupero la vocación a las 10 de la mañana. Bueno, he sido siempre muy dormilona, me levantaba gateando y le decía al Señor que voy a estar aquí, pero luego hablamos los dos cuando yo esté despierta. Pero bueno, al menos me educaba para estar bien temprano. Les digo esto porque me despierto a las 3 de la mañana, 4 de la mañana sola, que para mí es el primer milagro, y me despierto llena de gozo, llena de paz, ¿me escuchan bien o no? ¿Me escuchan? ¿Me escuchan? ¿Hello? ¿Me escuchan? ¿Ahora sí? ¿Sí? Perfecto. Esto se paró. Bueno, me despierto a las 3 de la mañana, nosotros no se quedaron, me despierto llena de gozo, de alegría y de paz. Y escuché una voz interior, que para los maestros del espíritu sería una locución, que es diferente a la voz de la cabeza, que la cabeza siempre está loca, siempre va su ella. Pero hay una voz profunda, una voz interior que me dice, Glenda, estás sintiendo, porque me desperté llena de gozo, llena de paz, que yo pensé que estaba allá en el cielo. Y me dice la voz, Glenda, estás sin fiebre, estás sin fiebre, apostó, no tenía fiebre, y estás sintiendo este gozo y esta paz, porque en este momento alguien está orando por ti. Y yo dije, ¿quién está orando por mí? Alguna señora que conoce a la hermana Glenda y escuchó mi canción, y dijo, acuérdate de la hermana Glenda, mi mamá en Chile, no sé, alguien está orando por mí, y Dios no me dijo quién, solo me dijo que alguien estaba orando por mí. Y me levanto y me voy a mi capilla y solo escuchaba esto, es que alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí. Vamos a hacer el último ejercicio de conexión, de comunicación a esta cuarta competencia espiritual, les voy a pedir que cierren los ojitos otra vez, se pongan la mano derecha en el corazón, la mano derecha en el corazón, y ahora quiero otra vez que usen la imaginación para que la loca de la casa no se nos vaya por allí, y quiero que imaginen el cielo, imagínense el cielo ahí arriba de nosotros, todos ustedes, a todos los santos, todos los santos del cielo, todos están orando por ti, todos los santos, la Santísima Virgen María, te mira y está orando por ti, y allí en un rinconcito quiero que veas a tus padres, a tus abuelos, a tus tatarabuelos, miles y miles de generaciones que son tus familiares, y están orando por ti para que tú no te pierdas, quiero que conectes con ellos con la ayuda del Espíritu Santo, y ahora quiero que imagines el mundo entero, a cada minuto termina una misa y comienza otra misa, y toda la Iglesia pide por ti, toda la Iglesia está pidiendo por ti, y ahora canta conmigo alguien está orando por mí, en el cielo y en la tierra, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, míralo conmigo, alguien está orando por mí, mis seres queridos piden por mí, alguien está orando por mí, la Santísima Virgen María pide por mí, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, todos los santos y santas del cielo piden por mí, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, por mí. Tengo frío por la fiebre, no siento nada, el tiempo pasa por la ventana, pero de pronto algo cambiará, algo cambió y algo va a cambiar, porque en el cielo y en la tierra en este momento, alguien está orando por mí, dígalo, alguien está orando por mí, creo en la comunión de los santos, alguien está orando por mí, mis seres queridos oran por mí, alguien está orando por mí, la Santísima Virgen ora por mí, alguien está orando por mí, el Espíritu Santo con gemido que me pable, interfiere por mí, alguien está orando por mí. interfiere por mí, alguien está orando por mí, por mí. No estoy sola, alguien ora por mí, dígalo conmigo, alguien está orando por mí, no estoy sola, no estoy solo, alguien está orando por mí, ahora mismo en el cielo y en la tierra, alguien está orando por mí, alguien está orando por mí, por mí. Y ahora quiero que la mano que tenías en tu corazón, la pongas en el hombro de la persona que tienes a tu lado, y ahora vamos a hacer la conexión, la conexión, porque por el bautismo estamos todos conectados, por la misma agua, estamos todos conectados al mismo cuerpo que es Cristo, y vas a orar por la persona que tienes a tu lado, ejerciendo tu sacerdocio bautismal, conéctate con el hermano que tienes al lado, la comunión con él, pide por ella, pide por él, no sé con qué historia ha venido, pero tu oración marcará la diferencia, porque creo en la comunión de los santos, dile hermano o hermana, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, díselo, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, no estás solo hermano, no estás sola hermana, alguien está orando por ti, ora por tu hermano, ora por tu hermana, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, tus seres queridos, oran por ti, alguien está orando por ti, no estás sola, no estás solo en esa enfermedad, alguien está orando por ti, creo en la comunión de los santos, en la conexión con ellos, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, alguien está orando por ti, sacamos la mano de nuestro hermano, solo recordarles resumiendo, empezamos con el texto de María cantando, solo hay una cosa importante, solo hay una cosa necesaria, María a los pies de Jesús ejerce las competencias espirituales necesarias y que Dios espera para poder darnos todo lo que quiere regalarnos y veíamos que había muchas competencias espirituales, pero yo compartí con ustedes cuatro, la primera era hacerse la capacidad, la competencia para hacerse preguntas hondas por el sentido de la vida, el mal, la muerte, lo mismo con la canción Viento que se llama Nacemos, Morimos, la segunda competencia espiritual que hemos visto es la pregunta por Dios, realmente hay un Dios, ¿qué tipo de Dios es? y si estoy dispuesto o no a recibirle, en el caso del Dios cristiano que es un Dios personal, lo vimos con la canción de San Juan de la Cruz, ¿qué hacéis? ¿en qué os entretenéis? que no vais a coger todos estos tesoros, o en el caso de esta palabra en positivo, si conocieras como te amo, si conocieras como te busca, para que la persona se enfrente a esta competencia y se pregunte ¿qué Dios? y si va a aceptar a este Dios. La tercera competencia vimos en este caso que era la capacidad de asombro, no hay competencia espiritual si no hay capacidad de asombro, si estamos todo el día rayando con nuestro pensamiento para la cabeza, mira, asómbrate con el bien, con la verdad, con el sol. La cuarta competencia del asombro que lo vimos con el Salmo 8, cuando contemplo el cielo, obra de tus manos. Y la última competencia que vimos es la capacidad de conexión que nos recordamos de la película de Avatar, que sacaban ellos su trenza y se conectaban hacia el Sahil, y nosotros recordamos que la verdadera esencia de la religión, religar, volver a conectar al hombre con Dios. En esta conexión con nosotros mismos, con la naturaleza, con los demás, en especial con los que sufren, y con Dios. Y lo vimos con la canción también de Santa Teresa, Mire como le mira. Dios sabe tu problema ya, a veces uno va con Dios y está como discorrallado, Señor, te pido por mi abuelita... Mire como le mira, conéctese, relíguese. Mire como le mira, con qué misericordia le mira. Y lo veíamos también, esta última cuarta competencia de la conexión con la comunión de toda la iglesia, la comunión de los santos, con esta experiencia que yo tuve de esta sanación, y esta consolación que me vino cuando tuve esa enfermedad. Con la canción Alguien está orando por mí. Muchísimas gracias por la atención, y ahora espero vuestros comentarios y vuestras preguntas. Gracias.

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