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The architect Cristófero Braulio García Arias discusses the events of September 26, 2014 in Iguala, Guerrero, where students from Ayotzinapa were attacked by police. The students would take control of buses to reduce travel costs, which led to conflicts with the local police. On that night, the police opened fire on the students, resulting in the disappearance of 43 students and the death of six people. The authorities obstructed the investigation, preventing the truth from being known. The Ayotzinapa movement highlights the structural problems of collusion, corruption, and impunity in Mexican society. Rural normal schools have struggled to combat these issues. Soy el arquitecto Cristófero Braulio García Arias y hoy les vengo a presentar un tema relacionado a Ayotzinapa. La noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, tuvo lugar uno de los más emblemáticos episodios de violación a los derechos humanos en la historia reciente de nuestro país. Durante los dos de octubre de cada año, los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa participaban de las movilizaciones en Ciudad de México hacia la estela de Tlatelolco para conmemorar a las víctimas de la matanza de estudiantes de 1968. Los hechos sucedieron cuando un grupo de estudiantes entre los 17 y 25 años de edad tomaban autobuses, es decir, controlaban el autobús hasta su destino y luego liberan al conductor para reducir los costos de viaje cada año. La toma de autobuses provocó conflictos con la policía local, como el llamado conflicto de Ayotzinapa. Los problemas de la retención y el uso temporal de autobuses por los estudiantes para realizar sus actividades habían sido habituales en Guerrero. El 26 de septiembre, la respuesta de las autoridades no fue la ordinaria. Policías municipales de Iguala abrieron fuego contra los estudiantes para impedir que salieran de la ciudad con los autobuses. De esta manera, auxiliados por otras corporaciones y por civiles, los policías lograron cerrar el paso a cinco autobuses, tres que transitaban por una calle céntrica y dos que lo hacían por una calle periférica. En esos dos escenarios fueron detenidos 43 estudiantes que habrían de ser desaparecidos. Más tarde, esa misma noche, continuaron las agresiones contra los estudiantes y contra la policía en general, ya no solo por parte de agentes estatales, sino también por civiles, que después se demostró era parte de la estructura de una organización criminal fuertemente implicada con las instancias estatales presentes en esa zona de Guerrero, denominada Guerreros Unidos. El saldo sangriento de esa noche en Iguala fue brutal. Cuarenta y tres jóvenes estudiantes que siguen desaparecidos, seis personas ejecutadas, entre ellos tres normalistas, incluyendo el caso de una joven cuyo cuerpo apareció al día siguiente en un paraje inhabilitado, con claras muestras de tortura. Al menos cuarenta personas fueron lesionadas, contando a dos estudiantes que resultaron con afectaciones graves y personas fueron víctimas directas de violencia a derechos humanos. Esa noche y alrededor de 700 personas resultaron víctimas indirectas, considerando a los familiares de los agredidos. A pesar del proceso de búsqueda de verdad y justicia que iniciaron las y los familiares de los desaparecidos y de las víctimas de ejecución, la obstrucción de la investigación por parte de las autoridades ha impedido que la verdad de los hechos ocurridos a los normalistas de Ayotzinapa, el 26 y 27 de septiembre del 2014, se conoció por las familias y por toda la sociedad, y por ende tampoco se ha investigado, procesado y sancionado a todos los responsables de dichos sucesos. Pues bien, el movimiento Ayotzinapa revela los problemas estructurales que aquejan a la sociedad y a la economía mexicana. Colusión del gobierno con grupos de crímenes organizados, corrupción e impunidad, por mencionar solo algunos, las escuelas normales rurales, en este sentido han tenido una lucha inalcanzable para combatir estos hechos y aún más en lugares donde han sido víctimas de imaginación, ignorancia e incluso reprehensión. Bueno, con eso me despido y nos vemos.