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Desayunando con Jesús - "El Misterio de Jesús Parte I"

Desayunando con Jesús - "El Misterio de Jesús Parte I"

Fernando Montoya FrancoFernando Montoya Franco

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La Biblia nos muestra en Deuteronomio que Cristo Jesús es el Único Mediador entre Dios y los hombres. No te pierdas esta serie de audios.

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Transcription

In this transcription, the speaker discusses the concept of prophets in the book of Deuteronomy. They explain that the uniqueness of prophets in Israel comes from the faith in God granted to the people of Israel. The speaker contrasts the true prophets of Israel with false prophets and warns against practicing divination or seeking knowledge of the future through other means. The speaker emphasizes that the true significance of a prophet lies in their relationship with God, just as Moses spoke with God as a friend. The speaker suggests that the promise of a prophet like Moses in Deuteronomy actually refers to a new Moses who will have direct access to God and will transmit His will and word accurately. This new prophet is seen as the salvation that Israel and humanity are waiting for. The speaker also refers to Moses' request to see God's glory, which God denies, allowing Moses only a glimpse of His back. ¡Bendiciones familia, muy buenos días! Hoy en Desayunando con Jesús daremos una primera mirada al misterio de Jesús, y lo veremos a través de uno de los libros que conforma el Pentateuco, justamente el libro del Deuteronomio. En este libro se encuentra una promesa muy diferente de la esperanza mesiánica de otros libros del Antiguo Testamento. Pero esta esperanza mesiánica tiene una importancia decisiva para entender la figura de Jesús, esta promesa que se ve en este libro del Deuteronomio. No se promete un rey de Israel y del mundo, no se promete un nuevo David, sino que se promete un nuevo Moisés. Pero, ojo, que a Moisés mismo se lo considera un profeta. En contraste con el mundo de las religiones del entorno que se vivía en ese tiempo, la calificación de profeta entraña aquí algo peculiar y diverso que como tal sólo existe en Israel. Es decir, había conceptos de profetas, pero que se relacionaban más con agoreros, adivinos, personas que jugaban con el futuro de la gente y manipulaban la vida de aquellos que confiaban en sus dichos. Entonces, en Israel, esta novedad y diferencia de cómo se consideran los profetas se deriva de la singularidad de la fe en Dios que le fue concedida al pueblo de Israel. Entonces, aquí vienen algunas interrogantes que, en todos los tiempos, nos hemos preguntado como seres humanos, es decir, de dónde nosotros provenimos, y más que de dónde venimos, nos preocupa la parte de lo impenetrable que podría ser nuestro futuro. En fin, todo esto nos trae incertidumbres de saber qué pasará, cómo evitar las desventuras que vamos a tener y, lógicamente, cómo ir a un encuentro con la salvación. Entonces, en estos tiempos de Moisés, de Jesús, también otras religiones se preocupaban por responder a la pregunta no sólo sobre el origen, sino también tratan de develar a las personas qué va a pasar de algún modo u otro en el futuro. Entonces, son importantes estos pensamientos, precisamente porque proponen un saber sobre lo que vendrá, y tratan de mostrar así al hombre el camino que debe tomar para no fracasar. En el libro del Deuteronomio, en el texto que indicamos, recuerda las diversas formas de apertura del futuro que se practicaban en el entorno de Israel. Porque aquí, en el Deuteronomio, en el capítulo dieciocho, en el verso del nueve al doce, dice, cuando entres en la tierra que va a darte el Señor tu Dios, no imites las abominaciones de esos pueblos, es decir, no hagas como ellos, no convoques aridinos ni agoreros, y dice, no haya entre los tuyos quienes quemen a sus hijos o hijas, ni vaticinadores, ni astrólogos, ni agoreros, ni hechiceros, ni encantadores, ni espiritistas, ni adivinos, ni nigromantes, porque el que practica eso es abominable para el Señor. Entonces esto nos devuelve a lo que habíamos anotado, que la novedad y la diferencia de ser un profeta en Israel se deriva de la singularidad de la fe en Dios que le fue concedida al pueblo de Israel. Ahora, lo difícil que resultaba aceptar una denuncia en este sentido, lo difícil que era soportarla, se observa en la historia de el final de Saúl. Él mismo había tratado de imponer una prohibición y acabar con todas estas formas de magia, pero ante la inminente batalla contra los filisteos, le resultaba insoportable el silencio de Dios, y cabalgaba hasta Endor para pedir a una adivina, a una visionaria, a una nigromante, que invocara el Espíritu de Samuel para que le mostrara el futuro. Y dice estas palabras, si el Señor no habla, otro debe rasgar el velo del mañana, es decir, tengo que buscar como sea una respuesta. Esto está en Primera de Samuel, en el capítulo veintiocho. Pero bien, en el capítulo dieciocho del Deuteronomio, que califica todas estas formas de apoderarse del futuro como abominaciones a los ojos de Dios, se contrapone a todas estas artes adivinatorias por otra parte del camino de Israel, es decir, se contrapone al camino de la fe que tenía Israel, y lo hace de forma de una promesa. En Deuteronomio dieciocho quince podemos ver, el Señor tu Dios te suscitará un profeta que yo de entre tus hermanos te daré, a él escucharéis. Entonces, parecería que en principio esto es sólo el anuncio de la institución profética en Israel, y con ello se confía al profeta la interpretación del presente y el futuro del pueblo, de las personas, diferente a lo que se estilaba en los pueblos alrededor de Israel. Ahora, por esto es que la crítica a los falsos profetas, que aparece reiteradamente con gran dureza en los libros proféticos, señala el peligro de que asuman en la práctica del papel de adivinos, es decir, que los profetas de Israel también se comporten como adivinos, y que traten de llegar a ellos de la misma forma y preguntarles, y que traten de que se comporten como estos adivinos. Pero Israel volvería a caer exactamente en la situación que los profetas tenían el cometido de evitar, es decir, Israel insistía en relacionarse con todo el contexto a su alrededor y no hacer caso a todos los mensajes que por medio de los profetas Dios estaba instruyendo a su pueblo. En la conclusión del libro del Deuteronomio vuelve otra vez sobre la promesa y le da un giro sorprendente que va mucho más allá de la institución profética, y que otorga a la figura del profeta su verdadero sentido, es decir, aquí ya le da forma a lo que significa para Dios un profeta. Dice, allí se dice, Pero no surgió en Israel otro profeta como Moisés con quien el Señor trataba cara a cara. Deuteronomio 34, 10. Sobre esta conclusión del quinto libro de Moisés, se puede mirar, observar una melancolía. La promesa de un profeta como yo, un profeta como Moisés, no se ha cumplido todavía. Para el pueblo no se había cumplido. Entonces se ve claro que con esas palabras se hacía referencia sólo a la institución profética que ya existía, sino a algo distinto y de mayor alcance. Era el anuncio de un nuevo Moisés. Se había comprobado que la llegada a Palestina no había coincidido con el ingreso en la salvación. Es decir, la llegada a la tierra prometida no ocasionaba este estado de salvación. Israel todavía esperaba su verdadera liberación, pero era necesario que haya un éxodo más radical y para esto era necesario que haya un nuevo Moisés. Esto es lo que nos está contando el Deuteronomio. Por eso afirma que a un profeta como Moisés a él escucharán. Entonces, aquí también habla de lo que caracterizaba a ese Moisés, a ese nuevo Moisés, lo peculiar y esencial de esa figura, que es que él había tratado con el Señor cara a cara, ¿bien? Había hablado con Dios como el amigo con el amigo. Esto está, podríamos verlo en Éxodo 33.11. Lo decisivo de la figura de Moisés no son todos los hechos prodigiosos que se encuentran o se cuentan de él, ni tampoco todo lo que ha hecho ni las penalidades sufridas que ha vivido en las condiciones de esclavo en Egipto, en el desierto, en fin, el punto decisivo de lo que significa y lo que es en realidad la importancia de Moisés es que él habló con Dios como con un amigo. Sólo de ahí podrían venir sus obras, sólo de esto podría proceder la ley que debía mostrar a Israel y el camino a través de la historia. Es decir, sólo el hecho de que Moisés tuvo la oportunidad de conversar con Dios es lo que lo hace prominente. No lo hace su sufrimiento, ni lo hace su manera de pensar, ni su forma de actuar, no, no tiene nada que ver. La figura de Moisés es relevante porque Dios interviene como el amigo personal de Moisés. Entonces, se ve claramente que el profeta no es la variante israelita de la ley, no es el adivino, como de hecho muchos lo consideraban en ese entonces, y de hecho como se consideraron a sí mismos como muchos presuntos profetas, porque Israel lo que ha tenido es muchos falsos profetas. Esto nos hace mirar que es un significado muy diverso el que, de profeta. Estos no tienen en realidad el cometido de anunciar los acontecimientos de mañana o pasado mañana, poniéndose hacia el servicio de la curiosidad o de la necesidad de seguridad de la gente, sino que nos muestra el rostro de Dios y con ello el camino que debemos tomar. El futuro de que se trata en sus indicaciones va mucho más allá de lo que intenta conocer a través de los adivinos, es decir, el trabajo del profeta supera todo esto y se centra en un mensaje de Dios para su pueblo. Entonces, en estos iris y venires que tiene el profeta con Dios, se establece que Dios mismo es quien le da la verdadera orientación. En este sentido, la profecía está en total correspondencia con la fe de Israel en un solo Dios, en su transformación, en la vida concreta de una comunidad ante Dios y en un camino hacia Él. Por eso dice, no surgió en Israel otro profeta como Moisés. Esta afirmación da un giro escatológico a la promesa de que el Señor tu Dios te suscitará un profeta como yo, es decir, afirma que no hay otro profeta como Moisés, pero no indica que es el último, porque va a enviar a un nuevo Moisés. Entonces Israel puede esperar la llegada de este nuevo Moisés, que todavía no ha aparecido, pero que surgirá en el momento oportuno, y la verdadera característica de este profeta será que tratará a Dios cara a cara como un amigo habla con el amigo. Su rasgo distintivo va a ser el acceso inmediato a Dios, de modo que pueda transmitir la voluntad y la palabra de Dios de primera mano sin farsearla. Y esto es lo que salva, lo que Israel y la humanidad están esperando. Entonces, esto nos lleva a recordar otra historia de Moisés, que relata el libro de Éxodo. Allí nos narra la petición que hace Moisés a Dios, déjame ver tu gloria, en el Éxodo 33, 18. La petición de Moisés no es atendida por Dios, y le dice enfáticamente, mi rostro no lo puedes ver, en Éxodo 33, 20. A Moisés, a este primer Moisés, se le pone en un lugar cercano a Dios, en la hinidura de una roca, sobre la cual pasará Dios con su gloria, y mientras Dios lo cubre para que no lo mire, lo cubre con su mano, solo le permite que al final, al retirar su mano, él podrá ver la espalda de Dios, pero no podrá ver el rostro de Dios. Esto está en Éxodo 33, 23. Entonces, este misterioso texto ha desempeñado un papel fundamental en la historia mística judía y cristiana, por supuesto. A partir de él, se intentó establecer hasta qué punto puede llegar el contacto con Dios en esta vida, y dónde se sitúan los límites de la visión mística. Pero bien, esto es lo que veremos el día de mañana, cuando continuaremos analizando lo que hemos propuesto para estos días, que es nada más y nada menos que la mirada al misterio de Jesús, este nuevo Moisés, que es único, el Mesías. Bendiciones al Mesías de mañana. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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