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Desayunando con Jesús "Sanos y salvos en Cristo Jesús"

Desayunando con Jesús "Sanos y salvos en Cristo Jesús"

Fernando Montoya FrancoFernando Montoya Franco

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En este Podcast miraremos que es fundamental reconocer a Cristo Jesús en todo nuestro caminar.

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In "Desayunando con Jesús," they discuss the saying of Jesus about removing one's eye if it causes sin. They explain the importance of understanding the context of Jesus' teachings in relation to the Hebrew culture and their relationship with God. They also mention that listening to Jesus is like hearing hundreds of sermons from rabbis at once. They explore the story of the ten lepers who were healed by Jesus and emphasize the importance of recognizing Jesus as the source of healing. They urge listeners to focus on their intimate relationship with Jesus rather than relying on rituals or customs. They highlight the need to acknowledge Jesus as the true healer and to express gratitude for his blessings. The transcript also touches on the tendency of people to forget God's blessings once their immediate needs are met. The message encourages listeners to prioritize their relationship with Jesus and to avoid becoming complacent or forgetful. ¡Bendiciones familia! Muy buenos días. Hoy en Desayunando con Jesús vamos a continuar conversando sobre este tema que hemos venido desarrollando durante esta semana, hablando justamente de los términos y los dichos de Jesús. Y nos hemos enfocado a uno en especial que dice, si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Es mejor que pierdas un ojo a que pierdas tu vida eterna. Y esto nos llevó a mirar el por qué Cristo Jesús habla en este sentido, que es un sentido literal muy fuerte, pero en realidad hay muchísimas más enseñanzas que se pueden derivar de estos términos, y que de hecho conocían la mayor parte de las personas que escuchaban a Cristo Jesús. ¿Por qué se puede afirmar esto? Hay que entender que el contexto en donde se desarrollaba la vida de Cristo Jesús en el mundo hebreo, en el mundo judío, toda su vida gira alrededor de su relación con Dios. Es el único pueblo, el único pueblo que tiene como identidad cultural su relación con Dios. Todos lo hacen para cumplir mandatos de Dios. Esto es algo determinante. Ningún otro pueblo, aledaño a ellos, ni antiguo, ni moderno, ninguno tiene una relación tan estrecha en el cumplimiento de sus mandatos para poder establecer una relación con Dios. Y de hecho, irónicamente diciéndolo así, si ustedes quieren tener una guía turística para visitar a Israel, bueno, tomen su Biblia y vayan ya a un tour siguiendo todos los hechos, y van a encontrar los lugares que se relatan en la Biblia, muchos descubiertos arqueológicamente, y van a tener un tour guiados por la mismísima Palabra de Dios. Esto es un caso muy particular. Pero bueno, enfocándonos y volviéndonos al tema, podemos decir que cuando Cristo Jesús enseñaba, y de hecho estos son términos que he escuchado a personas judías actualmente, que han conocido y han reconocido a Cristo Jesús como lo que es Jesús, nuestro Señor, Salvador, Mesías y Dios, ellos al comparar todo esto dicen, escuchar a Cristo Jesús, un sermón de Cristo Jesús, es como escuchar cuatrocientas prédicas de Rabinos al tiempo. Es decir, de un solo sermón de Cristo pueden haber cuatrocientas enseñanzas aledañas, diferentes, distintas, de diferentes tipos, y es lo que estamos viendo ahora. De unas palabritas de Cristo Jesús, como, si tu ojo te hace pecar, sácatelo, se ha derivado a Levítico XIII. En Levítico XIII nos dimos cuenta de que este tema de la lepra, de acuerdo a las condiciones, cómo las analizaban los sacerdotes, tiene un origen espiritual, y este origen espiritual se determina cuando es limpio, cuando es puro, cuando no es sano, mejor dicho, cuando es sano, cuando cambia de aspecto la herida o la afección en la piel de aquel que sufría la lepra, o el sarahat, como se dice en hebreo. Y de esto nos lleva a otra enseñanza que nos dice que debemos cambiar nuestro ojo, nuestra forma de ver las cosas, porque podemos transformar la aflicción en placer, un placer que no está atado a nada físico, sino al placer sobrenatural, que es tener una relación con Cristo Jesús, con Dios mismo, para poder tener lo que Cristo ya nos promete, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Pero además de esto, nos hace mirar que dentro del cumplimiento del rito que tenían para declararse puros y limpios, hay un proceso de entrega de un sacrificio de expiación, de capará, como se dice en hebreo, de expiar la culpa, el pecado, y esto siempre va a desencadenar que los judíos de ese tiempo, no solamente al sentirse limpios físicamente, tenían que cumplir con un rito para lograr estar a cuentas con Dios. Y esto nos muestra que el camino que trazó Dios para el pueblo de Israel siempre está orientado a que ellos en su momento reconozcan al Mesías y vean que Él es el único sacrificio perfecto. Y de hecho, por eso Pablo en su momento dice que la Torá o el Pentateuco es como un ayo, es como una garantía, es decir, es lo que garantiza que al final la gente mira a Cristo Jesús y reconozca que sólo en Él, por Él y para Él, se ha hecho este acto fabuloso del plan de salvación de Dios, ejecutado por Él, para Él y en Él. Bien, ahora vamos a leer un poquito lo que dice el texto de Lucas en el capítulo 17, en el versículo 11 hasta el 19, y vamos a leerlo y ustedes mientras lo voy leyendo van a reconocer de qué se trata. Mientras Jesús que seguía camino a Jerusalén llegó a la frontera entre Galilea y Samaria, al entrar en una aldea, diez hombres con lepra se quedaron a la distancia gritando, Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros. Jesús les miró y dijo, vayan y preséntense a los sacerdotes, y mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús y exclamó, alaben a Dios, y cayó al suelo a los pies de Jesús y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano. Jesús preguntó, ¿no sanea a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto a este extranjero, y Jesús le dijo al hombre, levántate y sigue tu camino, tu fe te ha sanado. Es muy interesante todo este contexto porque, a ver, diez, al hablar de diez estamos hablando de un número completo, no son solamente un número tirado al azar. Algún rato conversaremos sobre este tema, pero son diez personas. Se acercan a Cristo Jesús, y ojo, estos no eran simplemente gente que tenía una erupción en la piel. Estos ya estaban declarados como algo mucho más fuerte, como la lepra como se conoce actualmente, con problemas en la piel, problemas en los nervios, ya no tenían sensibilidad, un montón de cosas. Y Cristo Jesús les dice, vayan y preséntense al sacerdote. Es decir, sí van a sanar, pero vayan y lleguen hasta el sacerdote. Nueve de ellos continúan su camino, se sanan, y siguen su camino a cumplir con lo que les dijo Cristo Jesús, porque no es que no les había mandado. Pero en este décimo, el que regresa, hay la misma instrucción, pero es la de reconocer que por Cristo Jesús sanado, regresa y exalta a Dios. Y esto es algo que creo yo, dentro del corazón de Cristo Jesús debe haber habido una revolución de emociones, porque no había cosa más hermosa que reconocer al Padre en el Hijo para Él. Es decir, exaltó a Dios, le agradece a Cristo Jesús, y Cristo le pregunta, y es obvio, ¿no? ¿No sané a diez? ¿Por qué? ¿Dónde están los otros nueve? Bueno, los otros nueve estaban yendo a cumplir su rito, todo lo que estuvo descrito en levítico, ya fueron sanados, pero no reconocen que fueron sanados por Cristo Jesús, sino que ya les pasó el milagrito, voy y cumplo mis ritos, y con esto me quedo en paz, y no ha pasado nada. ¿Tienen culpa ellos de haber hecho esto? Yo pienso que no. Era la costumbre. Pero aquí hay algo muy, muy, muy fuerte que enseñar. ¿Qué tantas costumbres nosotros mantenemos que todavía nos atan al pensamiento de que podemos llegar a estar a cuentas con Dios sin Cristo Jesús, sin reconocer a Cristo Jesús en nuestras vidas? De ninguna manera. El rito no es algo que nos garantiza llegar a tener una relación más íntima con Dios. Puede ser un proceso externo muy agradable, muy bonito, todos los ritos que se hagan dentro de las liturgias, todo lo que se quiera hablar en esos contextos, pero nada reemplaza a la intimidad que debemos tener con Cristo Jesús, y agradecerle en la intimidad a Él. Yo estoy seguro de que este hombre, luego de que salió de ahí, fue y se presentó, y cumplió con el tema, y Cristo jamás se lo impidió. ¿Por qué? ¿Por qué Cristo manda y dice, cumplan con lo que está escrito en la Torah, en el Pentateuco? Bueno, también tenemos otra manifestación de otro leproso que es sanado por Cristo Jesús, y dice en Mateo, en el capítulo 8, dice, cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente, y aquí vino un leproso, y se postró ante Él, diciendo, Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo, quiero ser limpio, y al instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo, mira, no lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés para testimonio a ellos. Bien, este pasaje es muy similar en dos cosas. Se presenta el leproso, y le solicita que lo sane, y Cristo ordena y le dice, ok, sí, pero ve y preséntate al sacerdote. Bien, dentro de toda esta enseñanza, lo que nos muestra la Biblia es que dentro de todo ese acto sobrenatural de limpieza que tenemos nosotros, lo más importante es reconocer al médico que curó mi enfermedad, no la enfermedad que tenía, sino al médico, a quien es el que obra el milagro en mí. Yo puedo quedar limpio, aparentemente, pero si mi mente, mi cuerpo, todo mi ser, no reconoce que esto es obra de Cristo Jesús, que yo no puedo hacer ninguna cosa para cambiar ese estado que tenía de enfermo a sano, sino que sólo por Él, y en Él que se dan estas cosas, bueno, es como tratar de decir que me he visto de doctor, y puedo curar a la gente sin ningún problema, porque yo me siento doctor. Y no es así. Las cosas no son así. O por último, ponerlo más, todavía más, con más sarcasmo, decir que me he visto de médico y estoy sano de todas las enfermedades. Pues no es así, porque ni siquiera los mismos médicos pueden tratar sus propias enfermedades muchas veces. Pero el punto está en que la obra sobrenatural de Cristo Jesús, que no es antinatural, sino sobrenatural, es decir, Dios actuando en la vida de cada uno de ellos, hace que el testimonio de estas personas nos vuelvan a poner de un sentido físico a un sentido íntimo espiritual. Nuestras afecciones más grandes no están en la piel, ni en los sentidos físicos que tenemos. Están dentro de nosotros, en nuestras mentes, en nuestras emociones, en nuestras acciones. Es por esto que Cristo dice muy claramente, dejen todo esto y vengan y tomen mi yugo. Es decir, la unión conmigo es más liviana que andar cargando todas tus afecciones, todas tus limitaciones, pensando que puedes resolverlas, cuando la respuesta está en cambiar tu forma de mirar y mirar aquel que te da la vida, aquel que es dueño de todo, aquel que tiene el control, aquel que ni siquiera una hoja de un árbol se cae si no es con conocimiento de él. Volver a esta esencia es lo que nos da paz. Este mundo que se cae a pedazos y que todos los días cuando escuchamos noticias terribles sobre cómo está la humanidad, no hace más que afirmar que los caminos del hombre siempre conducirán a la destrucción, que el pensar por nosotros mismos. En este mundo, en estos días, en el hoy por hoy, lo que prevalece dentro de muchos países y pueblos es la irreverencia, la prepotencia, la vanidad, la anarquía y, claro, muchas veces revelándose a sistemas humanos, pero por revelarse a sistemas humanos desprecian a Dios como el creador de todo. Lo mismo que hicieron los 10 leprosos. Llegaron, pidieron ser salvos o sanos, perdón. Cristo los sana y luego se olvidan. Lo mismo pasa. Estamos con problemas en el país. La gente clama por el favor de Dios. Dios sana al pueblo y luego la gente se olvida. ¿Por qué? Porque somos como aquellos nueve que después de haber recogido lo que necesitaban ni siquiera regresaron a decirle gracias por sanarnos. ¿Por qué? Porque la sanidad se iba a dar en el trayecto y sólo ese, aquel que regresa, es el que se lleva el tesoro más grande, el reconocimiento de Cristo Jesús. Y eso le va a durar para toda la vida hasta que llegue al momento de llegar a la presencia de Dios Padre Todopoderoso. Esta es la enseñanza del día de hoy. Es lo que queríamos mostrar, que también tiene que ver con lo que iniciamos al principio, si tu ojo te hace pecar y nos ha llevado a mirar otro y otro y otro tema como es la riqueza de las enseñanzas de Cristo Jesús. Bendiciones hasta el día de mañana. Más información www.alimmenta.com

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