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y la novia que me dio su suerte, la novia que me llamaba, mi tía, que como dije ayer no son las tres mujeres individuales y mi primo que se ponía, como dije ayer, una cuella en la cabeza y eran las cuatro mujeres, ¿no? y desde los cuatro años él decía que la princesa era él y el príncipe era yo entonces teníamos a veces jugado, a veces jugaba que la princesa era él y el príncipe era yo entonces el hombre de la casa un poco era yo y teníamos un lugar muy estrechito, muy solar, en una casa de vecindad y nuestro, nuestro patio, nuestro lugar para jugar, como todos los niños, era la calle y la calle tiene sus peligros, ¿no? los peligros de vivir muy rápido, no solo entre niños, sino también entre adultos y los adultos, que sabemos, no todos son buenos entonces tampoco uno cuando es niño se pregunta quién es bueno y quién es malo, ¿no? pero ocurre, ocurre y ya está y además era una niña también muy enferma, como también conté ayer, asmática como casi todos los cubanos que vivimos en una isla húmeda, rodeada de mar pues el asma es una constante, no solo en la literatura José Lezama Lima, tantos asmáticos que hay, ¿no? hay en Cuba que no, en la vida real y pasaba muchas horas sola y pasaba horas también, cuando no podía salir a la calle, pues ni sentarme en ese cuarto mi primo y yo, que no sabíamos ya a qué jugar, pues nos subíamos a un armario nos tirábamos contra el colchón de la cama y mi abuela, más por salvar el colchón que por salvar nuestras cabezas, como ya dije ayer pues me puso a mi escribir de alguna manera y a mi primo pues lo también, lo retuvo en algo y ahí empezó todo, ahí empezó la aventura de escribir lo que no quiere decir, lo que no quiere decir que por causa de la enfermedad de la soledad, sí, son causas, yo sé yo, cuando soy escritor, soy escritor y punto, como decía Tomás Capote cuando no se da un producto, no se da un lápiz pues en ese lápiz también es que la enfermedad, la soledad a mi abuela, como cualquier niño, sin rechazo, le hacía me inculcaba esa soledad a través de lo que empezaba a leer gracias a mi abuela, a mi madre, a mi tía, que eran tres que entró en la enfermedad con diferentes temas, cada una con diferentes temas y al mismo tiempo, desde muy niña, empezó a gustarme la soledad y yo entendí que había un espacio en mi vida que se me había impuesto que alguien lo había tratado de imponer que era ese espacio en el que yo debía estar con mis pensamientos, con mi deseo, conmigo misma, sola y escribiendo porque era lo que mi abuela siempre me decía, hay que escribirlo todo escribe todo lo que nos pase en esta casa, escríbelo y yo era la que escribía, yo era un poco la escribana de la casa y claro, como dije ayer, pasaban cosas todo el tiempo muy interesantes porque además que eran tres locas rebatadas que se pasaban la vida, por ejemplo, yo me encontré a ella pidiendo un hombre, por favor, adiós, envíale un hombre que era el chico de la estacada que tenía detrás de la puerta y yo me encontré millonaria en su conocimiento acotado, ¿no? y estaba claro el hecho de que ayer no relaté pero que tiene una gran importancia en mi vida tanto de hecho tenía muchos animales teníamos en aquel cuarto tan estrecho mi abuela era de origen islandés se había casado con un chino lo que usted le ha olvidado al estado de la vida de mi abuela es chino y mi abuela islandesa a la que le debo una novela que ayer también lo dije tenía, bueno, pues tenía con toda la cosa celta con toda la historia, era muy muy neofesa y tenía todas esas creencias, ¿no? trataba de enseñarnos a nosotros que incluso, pues la santería cubana se impuso, la religión católica también claro, como los islandeses iban mucho a la iglesia pero la santería se impuso mi abuelo un día se apareció en la casa y a la santería, le convirtió a la santería y entonces nos empezó a traer animales no para sacrificio como se hace en algunos lugares porque los animales, pero que en la santería cubana nosotros hacemos pocos ejercicios en verdad con los animales que hacen, pero muy pocos entonces, de ese modo teníamos perros, gatos, canarios, palomas cotorras, periquitos un tipo que picoteaba muy rápido