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No sigas los dictados de tu corazon

No sigas los dictados de tu corazon

Dulce Gurrola

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Lo que quieres, lo que piensas, y lo que te dices a ti mismo dentro de tu corazón marca la diferencia.

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The speaker begins by expressing gratitude and asking for guidance. The main topic of the discussion is the importance of not following the dictates of one's heart. The speaker explains that our heart is the center of command and that our thoughts and emotions are influenced by external and internal stimuli. They emphasize the significance of guarding our thoughts and emotions, as they can determine the course of our lives. The speaker also discusses the connection between thoughts, emotions, actions, and character. They urge listeners to be aware of their emotions and take action accordingly. Señor, gracias por estos momentos, gracias porque nos das la fuerza, las ganas de poder conectarnos a escuchar de Tu Palabra. Gracias porque nos ayudas a seguir siendo fieles a Ti. Te pido que abras nuestro corazón, que abras nuestra mente, nuestro entendimiento. Que Tu Espíritu Santo hable a nuestra vida en esta noche. Que podamos aprender, que podamos seguir conociéndote a Ti a través de Tu Palabra. Te pedimos que Tú nos guíes, que uses mi vida para hablar esta noche. Que podamos entender y guardar en nuestro corazón lo que Tú hoy quieres decir a nuestra vida. Te lo pido en el nombre de Tu Hijo Jesús. Amén. Listo. Oigan, ya es noviembre, ya es el último mes, los últimos cuatro miércoles, los últimos temas. Así que bueno, ya es el tema nueve, y el tema nueve se llama No sigas los dictados de tu corazón. Seguimos con el mentado corazón. ¿Pero por qué esto? Porque el autor es tan específico en el corazón. Es porque nuestro corazón es el centro del mando. O sea, nuestro corazón manda. Malamente, ¿verdad? Porque a veces hay cosas muy al fondo de nuestro corazón que probablemente ni sabemos. Entonces, lo que nos está diciendo prácticamente también este tema es que, o sea, en nuestro corazón pues es el centro, ¿no? Entonces, lo que queremos, lo que estamos tentando, lo que nos decimos a nosotros mismos dentro de nuestro corazón va a marcar una diferencia. Y en Proverbios 23.19 dice, Hijo mío, escucha y sé sabio, mantén tu corazón en el camino correcto. Está en Proverbios 23.19, o sea, mantén tu corazón en el camino correcto. ¿Pero por qué? Vamos a ver por qué nuestro corazón es el centro del mando. Les puse aquí un círculo, espero que sí lo puedan ver, es como estos cinco círculos, ¿no? Empieza todo con los estímulos, ¿no? Porque es el centro del mando y empezamos con la primera parte, los estímulos. Y lo investigué en Internet, o sea, ¿qué era un estímulo? Esto es, un estímulo es alguna cosa que incita, ¿no? Que mueve, que anima a realizar una determinada acción. Los estímulos pueden ser externos, internos, pueden ser de tipo físico, químico, mecánico y es eso. O sea, nos guste o no, la vida va a seguir su curso sin parar. O sea, nosotros nos podemos detener pero la vida sigue. O sea, que nosotros podemos detenernos un momento y pensar, ¿y la vida pasa tan rápido? Digo, pues ya acá, yo creo que cerramos los ojos y mañana es diciembre, ¿no? ¿Y qué pasa, no? También en este curso de nuestra vida, pues las personas puede que nos lastimen, ¿no? Puede que, a lo mejor los que estábamos pensando que eran nuestros amigos, nos abandonaron, ¿no? La salud nos va a fallar, los empleos se evaporan, las cosas van sucediendo. Entonces, entendiendo que esto es un estímulo, es cualquier factor que puede desencadenar un cambio físico o un cambio en mi conducta, un estímulo puede causar una respuesta por parte del cerebro porque es lo que veíamos, ¿no? Puede ser físico, químico, mecánico, ¿no? Entonces estos estímulos pueden ser, no sé, si la salud me falla, entonces hay un cambio físico en mi cuerpo. Si una persona que yo amaba me lastimó, esto causa a que por mi cabeza pasen miles de pensamientos tratando de entender por qué pasó. Y entonces esto nos lleva al segundo punto que es nuestros pensamientos. Y que es lo que dice que nuestros pensamientos siempre, o sea, debido a que fuimos creados a la imagen de Dios, pensamos. Y no estamos satisfechos con sólo comer, no estamos satisfechos con dormir, con reproducirnos, así como los animales, nosotros no. O sea, nuestro corazón siempre está tratando de que las cosas tengan sentido. Nosotros vamos a querer saber por qué suceden las cosas en la forma en la que lo hacen. Muchas veces, no sé si se han llegado a preguntar, ¿qué estoy haciendo aquí? ¿De qué se trata esta cosa llamada vida? Porque nuestros corazones siempre están tratando de encontrarle un sentido a todo esto. Ya sea que seamos conscientes o no, continuamente nos hablamos a nosotros mismos. Realmente, piensen en esto, ya sea conscientes o no, continuamente nos estamos hablando a nosotros mismos. Yo también lo investigué en internet, pero yo dije, ¿cuántas veces pensamos en un día? Y dice que pueden pasar por nuestra cabeza en un día más de seis mil pensamientos. Y luego también me quedé pensando, ¿será que por ser mujeres y que nos gusta hablar, pensemos más que los hombres? Realmente no sé, pero seis mil aún sigue siendo mucho, seis mil pensamientos en un día. ¿Por qué? Porque todo el tiempo estamos analizando, o sea, desde que nos levantamos, ¿qué voy a hacer? Estamos pensando, ¿hago esto? ¿Cuándo voy al supermercado? Estamos analizando los precios, evaluando, ¿tengo que comprar esto? Porque ya estoy pensando en lo que voy a cocinar el fin de semana. Si me explico, estamos dándole vueltas a nuestra cabeza, ¿no? En nuestros pensamientos de, ¿qué voy a hacer mañana? Estamos pensando hasta lo que voy a ser dentro de dos años, cinco años. Así que sí lo creo, que en nuestra cabeza pasan más de seis mil pensamientos por día, ¿no? Y por eso Dios nos dice en Proverbios 4.23, con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida, porque determinan el curso de tu vida. Y esto, como que ahorita me quedo pensando en esto. Si Dios nos está diciendo guarda tu corazón, nos está diciendo también guarda tus pensamientos, porque sabemos que de nuestro corazón salen nuestros pensamientos, ¿verdad? ¿Por qué? Porque entonces mis pensamientos van a determinar el curso de nuestra vida. Por eso es tan importante que cuidamos de nuestro corazón, porque entonces ahí es el lugar en donde se van a llevar a cabo nuestros pensamientos, nuestros procesos, las evaluaciones. Todos esos pensamientos que nos decimos a nosotros mismos lo estamos diciendo a nuestro corazón. Entonces esos pensamientos que abundan en nuestra mente me van a llevar a sentirlo, ¿qué quiero decir? A tener emociones, que es el tercer punto, las emociones. Nuestros sentimientos se alimentan de nuestros pensamientos. Basado en lo que yo he estado pensando, empezamos a sentir, ¿qué? Temor, ansiedad, preocupación, depresión, envidia, enojo, tantos sentimientos que podemos tener y es por eso que los pensamientos han sido el combustible de mis emociones. Fíjate, el autor ponía un ejemplo que el sentido de olfato son como las emociones, ¿por qué? Porque nos avisan cuando algo no anda bien. No sé si te ha pasado que llegas por ejemplo a la cocina o abres el refri y dices, hay algo que huele mal y empiezas a buscar y a buscar y te das cuenta que al fondo del refrigerador está esa comida que ya tiene más de una semana, ¿no? Y es por eso que lo mismo pasa con nuestras emociones, porque nos están ayudando a saber que algo anda mal en nuestro corazón, que algo anda mal en nuestra relación, en nuestro matrimonio, ¿no? Porque recuerdan esto, ¿no? De que las emociones intensas son indicadores espirituales. Por eso es lo que, o sea, independientemente ya habíamos visto lo de la reacción, ¿por qué reacciono así y tengo que ver al fondo de mi corazón? Pero también yo creo que lo que podemos entender ahorita también es que aún mis emociones, a lo mejor todavía no estoy llegando a la acción, fíjate, pero mis emociones intensas me están diciendo que algo está mal, ¿no? Dependiendo de qué emociones estoy sintiendo, ¿no? Si mis pensamientos estuvieron alimentando las emociones que ahora yo siento, que puede ser a lo mejor yo ahorita me siento enojada o estoy ansiosa o estoy cayendo en depresión, tenemos que estar alertas porque algo no anda bien. Si estoy teniendo este tipo de sentimientos, de emociones, es porque algo no anda bien. Por eso es lo que dice su palabra, hay que estar alertas, ¿no? Porque estas emociones, ¿qué pasa después? Que nos van a llevar a tomar una acción. Ahora sí, o sea, recuerdan, un pensamiento repetitivo nos va a llevar a tomar acción. Entonces, el autor menciona ya, vamos al siguiente, al número cuatro, las acciones. El autor menciona que nuestras acciones rara vez son imprevistas, no es como que, ay, si reaccioné y de la nada, no, no. Él quiere decir que nuestras acciones fueron fluidas directamente de lo que he estado pensando y sintiendo, ¿no? Habíamos mencionado un ejemplo anteriormente, ¿se acuerdan? Sobre un hombre que reaccionaba con la ira, pero yo cuando estaba escribiendo dije, ay, ¿qué puede ser, qué puede ser? Siempre trato de pensar algo en mí, ¿no? Como mamá. Y lo que pensaba es esto, ¿no? O sea, si yo sé que todo empieza en mis pensamientos, que esos pensamientos van a estar alimentando mis emociones y después me llevan a una acción. Entonces dije, bueno, ¿qué pasa? Yo, oye, no sé, cuando con mis hijos, ¿no? Este tipo de pensamientos como mamás que decimos, es que ya no puedo, es que estoy muy cansada, es que no tengo ni tiempo para mí, es que, ay, mi bebé es bien difícil, ¿no? Hasta le decimos que es un bebé rebelde, no sé qué. Y es que aparte tengo trabajo y esto y lo otro, o sea, tenemos pensamientos que nos van a estar llevando a qué tipo de sentimientos, a sentir cansancio extremo, a sentir ansiedad, hasta sentir enojo, a lo mejor hasta porque nuestros hijos de nos acercan, o sea, porque nos hemos llenado de este tipo de pensamientos, ¿no? Y por consecuencia vamos a tomar acción, ¿qué va a pasar? ¿Qué vamos a castigar? ¿Qué vamos a regañar? ¿Qué vamos a gritar? A lo mejor por una nada, a lo mejor mi hijo ni siquiera hizo algo grave y yo ya le grité, ya castigué, ¿no? ¿Y qué pasa después? O sea, ya después de que tomé acción, sigue el carácter. ¿Qué pasa si seguimos pensando, sintiendo y actuando en la misma dirección? Fíjate, sigo pensando, sigo sintiendo y sigo actuando en lo mismo, en lo mismo. Estos patrones que hay en mi corazón acabarán formando nuestro carácter. ¿Realmente te das cuenta lo interesante que es esto? Si yo sigo así, yo me voy a transformar en lo que pienso, yo me voy a transformar en lo que hago. ¿No han escuchado a veces así otras mujeres? No sé qué dicen, como que esa señora tiene un carácter que ni se aguanta ni ella misma. Ay, ya viene esta señora, que no sé qué. A veces sí determinan a las personas por su carácter, pero ¿qué ha pasado con esta señora que a lo mejor no se aguanta ni ella misma? Pues ¿qué ha pasado? Que ha estado enojada tanto tiempo, que ha tenido las mismas reacciones tan seguido que se está transformando en lo que piensa, en lo que siente y en lo que hace. Así que cuando surgen algunas circunstancias, algo pequeño, ¿para qué? No necesita pasar algo grande para que ella pueda agarrar como pretexto esto, ¿no? Como que me pasó algo y es un pretexto ¿para qué? Para que ella caiga en este patrón habitual de pensar, de sentir y de actuar igual. Y pues explota, explota de carácter porque cualquier cosita la hizo explotar, ¿verdad? Pero es porque ha estado pensando y sintiendo y actuando de la misma manera por los últimos meses, por los últimos años, ¿no? ¿Y qué pasa después? Que dicen, ay, no, es que yo así estoy. Es que mira, ni hagas eso porque ya sabes cómo soy. Es que yo no puedo evitarlo, ¿no? O la gran mentira de muchos es que Dios así me hizo, ¿no? Pero no es cierto porque a Dios no le gusta que explotemos, que nos enojemos, que gritemos. O sea, no hay que permitir que nuestras reacciones o que nuestras acciones se vuelvan un hábito para que esto después no se vuelva a nuestro carácter, no nos defina, ¿no? Realmente, gracias a Dios por este libro porque sí nos ha enseñado a tanto, ¿no? Que podemos tomar acción también de nuestros pensamientos. Me quedo pensando, o sea, ven que todo el tiempo estábamos pensando. Me quedo pensando en eso. Que, o sea, todos esos pensamientos que nos decimos a nosotras mismas se quedan dentro de nuestro corazón y sí marcan una diferencia en nuestra vida y en nuestro, en sí, en nuestro andar, ¿no? Y es eso, ¿qué va a pasar? O sea, también nos vamos a enojar. Claro que nos vamos a enojar con nuestros hijos. Claro que vamos a estar tristes por situaciones desanimadas. Es normal porque somos humanas. Pero tenemos que saber que esto no nos define, ¿no? O sea, como dicen, pues el carácter, el enojo, la reacción por decir de esta señora, pues ya la define así, ¿no? Ya cada que la ven le dicen, ya viene la señora que se queja todo el tiempo. ¿A poco no pasa también que hay mujeres que se están quejando y entonces así ya la definen? Pero nosotras tenemos que aprender de esto y decir esto que me pasó, porque pues sí me voy a enojar, porque sí voy a estar triste. Pero esta circunstancia o situación no va a definir mi vida, ¿no? Porque, ¿qué es lo que sí nos define? Su palabra. Y su palabra dice que nosotras somos victoriosas, que nada nos va a destruir, ni mis circunstancias, ni mis emociones. Está en 2 Corintios 4, 8 y 9. Dice, por todos lados nos presionan las dificultades. ¿A poco no? Sí, todavía no salimos de un problema y ya llega otro. Por todos lados nos presionan las dificultades. Pero, dice, pero no me aplazan. Estamos perplejos, pero no caemos en la desesperación. Sí, a veces dudamos, pero no, decidimos que no vamos a caer en la desesperación. Somos perseguidos, pero nunca abandonados por Dios. Podemos ser derribadas, pero no destruidos. Y creo que a esto me refería, porque a veces es que causamos, a lo mejor en una acción que no nos haya gustado. Ay, es que hice esto con mi esposo, es que hice esto con nuestros hijos. Sí, a lo mejor me derribó mi pecado y todo, pero no me voy a dejar destruir. Es lo que nos está diciendo 2 Corintios. No nos vamos a dejar destruidos, porque su palabra es la que nos define su amor. Es lo que nos define. Un ejemplo que dice el autor sobre a dónde vamos a llegar si realmente seguimos los dictados de nuestro corazón. ¿A dónde vamos a parar? Creo que así dice una canción. Y dice, vamos a llevarnos directito a un ataque de pánico. Gracias a Dios yo no he pasado por estos. Sí conozco mujeres que han pasado por ataques de pánico, por ansiedad. ¿Y qué pasa? O sea, están en un ataque de pánico. ¿Y qué quiere decir? Que es miedo repentino, que se debilitan, que se paralizan. ¿Y por qué? Por todo lo que han estado metiendo en su mente, ¿verdad? ¿Qué pasa cuando a lo mejor a estas personas les llega un ataque de pánico o de miedo? Buscan, muchas veces recurren a la medicina. El tipo de medicina que los va a tranquilizar. Un tipo de medicina a lo mejor que los va a hacer que se olviden de lo que están pasando, se aíslan, se les hace a lo mejor eso, más fácil. Pues bueno, recurro a las pastillas en vez de enfrentar el problema. Y entonces ahora dependen de la pastilla en vez de depender de Dios. Y, ojo, lo que necesito resaltar aquí es que es importante que sí busquemos ayuda. Cuando estemos en alguna situación así, sí es importante que busquemos ayuda porque sí son buenos los psicólogos, claro, que para eso Dios los creó, nos ayudan. La medicina también es buena. Ir al doctor. Pero creo que la cosa más amorosa que podemos hacer, ya sea por nosotras, que nos estemos pasando por ataques de pánico o de ansiedad, lo mejor que podemos hacer es que podamos ayudarnos a nosotros o a la persona que esté pasando por eso a entender que lo que está pasando no es algo extraño. Ayudarle a tratar de descifrar por lo que está pasando porque muchas veces ni ellos mismos entienden por qué han llegado a este punto del miedo de que se paralizan. Y una de las cosas y mejores cosas que podemos hacer también es llevarlos a la iglesia, de decirles que busquen consejeros bíblicos. Si hay consejeros bíblicos, son personas que se preparan. Así como un psicólogo que estudia años, un consejero bíblico estudia por años. ¿Por qué? Porque ellos nos van a ayudar a través de la Palabra de Dios a ver lo que hay en el fondo de su corazón. Les van a ayudar a descifrar cómo es que has estado procesando tu vida. Es igual, te hacen preguntas. ¿Cómo has estado procesando tu vida? ¿Qué es lo que has estado deseando? ¿Qué es lo que le has dicho a tu mente estos últimos días, estos últimos meses? Porque probablemente ellos no saben. Nosotros lo hemos estudiado, pero a lo mejor esas personas no saben que el problema empezó en nuestro corazón. No saben que nuestros pensamientos son los que han estado alimentando esas emociones que estoy sintiendo. El suficiente tiempo como para poder hacer que exploten por el miedo. Por eso es importante que los lleven a una iglesia, con los consejeros bíblicos, que busquemos ayuda con personas que sepamos que nos van a responder a través de su Palabra. Porque, ¿qué es lo que pasa? A lo mejor en este proceso de ayuda, los consejeros bíblicos se van a encontrar que la persona que está pasando por ataques de pánico, que es lo que estuvo haciendo los últimos días de su vida, los últimos años de su vida, es que ha seguido su camino a su manera. O sea, que ha procesado su vida a su manera, dejando a Dios a un lado. Y es eso. Si necesitamos pedir ayuda, buscar ayuda, podemos ir al psicólogo si estamos tristes. Y nos van a dar consejos. Pero te lo aseguro 100%, que los psicólogos nunca van a ser lo único que Dios es capaz de hacer. Y es llegar a lo más profundo de tu corazón y de tu alma. Es literal, increíble cómo a través de su Palabra, Dios puede llegar a tu corazón. A través de su Palabra, a través de su Espíritu Santo. Solo Dios tiene el poder de cambiarlos en personas nuevas. Y yo soy, creo que las que están aquí, mis primas, mis hermanas, mis mamás pueden decir si es cierto o no. Y este cambio, esta transformación en nuestra vida va a ser un proceso. Porque vamos a pasar por sufrimientos, habrá momentos en los que nos vamos a tener que arrepentir. Y es un proceso en donde una, vamos a tener que aprender a depender de Dios. Sí o sí, vamos a depender de Dios. Y vamos también, algo muy importante, a aprender a relacionarnos con nuestro Espíritu Santo. Porque Dios obra en nuestra vida, pero a través de quien? A través de nuestro Espíritu Santo. Entonces cuando llegas a entender esto, que tú y tu Espíritu son un equipo para hacer lo que Dios quiere hacer en tu vida. Entonces a veces ahí vas a decir, sí, te busco. Y entonces empiezas a relacionarte más con tu Espíritu Santo. Así como te relacionas con tus amigas y las quieres conocer más. Y entre más se conocen, mejor se llevan. Así es nuestra relación con nuestro Espíritu. Y es tan hermoso sentarte, platicarle, ponerte música y todo. Es una relación que necesitamos desarrollar, sí o sí. Y te comparto a través de esto. Que la relación de tu Espíritu Santo en 2 Corintios 4, 16, 17 dice, Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aun cuando nuestro cuerpo está muriéndose, literalmente, nuestro Espíritu va renovándose cada día. Te das cuenta, o sea, aun cuando nuestro cuerpo diga, ya no puedo más, es que ya estoy tan cansada. Aun cuando nuestra mente se llene de mentiras y ya lo hemos visto, pensamos de todo. Nuestro Espíritu es lo que me levanta. Nuestro Espíritu es el que me renueva. Es el que me ayuda, me levanta y no me deja darme por vencida. Que increíble, ¿no? El versículo 17 dice, Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, nos producen una gloria que dura para siempre. Y que es de mucho más peso que las dificultades. Que estaba diciendo, que nos estaba revelando aquí, Pablo, una clave para nuestra vida, que es que la mujer que busca su verdad, la mujer que se refugia en Dios, se renueva a diario por la misericordia y la verdad de Dios. Y en consecuencia, entonces, sostenemos nuestro cuerpo exterior y también enfrentamos, aun cuando enfrentemos a grandes pruebas, lo vamos a ver como menos difíciles, ¿no? Porque Pablo sí pasó por verdaderas aflicciones. Recuerden que él estaba siendo perseguido, lo habían encarcelado. Pero, sin embargo, esta renovación diaria con su Espíritu, con Dios, le permitía ver las severas dificultades de la vida como una leve tribulación. Entonces, es lo que nos dice. O sea, que esta renovación diaria, porque si es una relación diaria que tenemos que hacer con nuestro Espíritu, esta renovación diaria es la que me va a dar el ánimo, ¿no? Que aunque esté pasando por pruebas difíciles, es la que me va a dar ánimo, ¿no? Y es lo que les comentaba antes de empezar con la plática, ¿no? Hemos estado empezando a hacer ejercicio, cada una como puede, ¿no? Y es eso. Así como cuidamos nuestro cuerpo, porque somos cuerpo, mente, Espíritu, ¿no? Cuidamos nuestro cuerpo haciendo ejercicio. Cuidamos nuestra mente trabajando, estudiándonos, preparamos para el examen, ¿no? Para nuestros estudios profesionales, etc. Así también necesitamos cuidar de nuestro Espíritu, porque sabemos que eso es lo que nos va a ayudar. Y nuestro Espíritu Santo, ¿saben? Eso es lo que nos va a hacer más de lo que podamos imaginar o pedir. Porque me acuerdo ahorita, o sea, me viene a la mente una historia de Samuel. Él estaba reinando en Israel y decía que a través de su Espíritu, cada batalla la tenía ganada. ¿Por qué? Porque es nuestro Espíritu Santo que nos va a dar la valentía. ¿De qué? De salir a compartir nuestra fe, de decirle a alguien en el supermercado, oye, puedo orar por ti. Ese Espíritu Santo es el que nos va a consolar en medio de las pruebas. Porque probablemente no le vamos a contar a nuestras amigas todas las pruebas por las que estamos pasando. Pero tu Espíritu Santo lo sabe, y Él es el que te va a consolar a ti. Ese Espíritu es el que sí nos va a dar la fuerza también de permanecer en Dios, de permanecer, de querer buscarlo más a Él. Digo el versículo 18, porque dice, me encanta también, o sea, al principio iba a compartir uno y al final les compartí todos porque me gustaron todos. Dice, así que no miramos las dificultades que ahora vemos. En cambio, fijamos nuestra mirada en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre. Amiga, ¿qué nos está diciendo esto? No veas las dificultades por las que estás atravesando ahorita. Dice, no miremos las dificultades que ahora vemos. No pongamos nuestra mirada en los problemas, porque las cosas de ahorita, mis problemas, van y vienen, vendrán y se irán. Pero lo que no vemos permanecerá para siempre. ¿Qué es lo que no estamos viendo? Creo que se nos olvida, sí, se nos olvida. A mí se me había olvidado. Se nos olvida que pasaremos una eternidad con Dios. Por eso, a veces, muchas veces, es difícil fijar nuestra mirada en el cielo, fijar nuestra mirada en Él. Y había leído esto una vez, decía, quieres caer en una depresión profunda, sé guiado por lo que ves ahorita, por lo que ves en tus problemas. ¿No queremos caer en una depresión? Pues claro que no. Entonces, fijemos nuestra mirada en Dios, fijemos nuestra vista en Jesús, en su verdad, en su amor, en su fidelidad. Uno de mis versículos favoritos, y que me ha dado como que ánimo de seguir, de permanecer, es en 2 Timoteo 2.12, que lo comparto, decía acá, 2 Timoteo 2.12, dice, Si seguimos constantes a pesar del sufrimiento, entonces reinaremos con Él. Si decimos que no lo conocemos, entonces Él también dirá que no nos conoce. Fíjate lo primero, si seguimos constantes a pesar del sufrimiento. Es una mentira que a lo mejor, pues ya soy cristiana, no voy a sufrir, claro que no, creo que hasta a veces sufrimos más. Pero Dios nos dice, si seguimos constantes a pesar del sufrimiento, reinaremos. Busca la palabra reinar en la Biblia, y te va a salir muchas veces en donde el rey David reinaba, en donde el rey Saúl reinaba, que quiere decir, trabajaba para su pueblo. Entonces, fíjate lo que está diciendo, si seguimos constantes, reinaremos con nuestro Señor. Entonces, vamos a trabajar para nuestro Señor en la eternidad. Que quiere decir que todo lo que haga aquí, aquí, aquí en esta tierra, sí, me va a servir para mi eternidad con Él. Por eso Dios nos dice, aunque estés pasando por sufrimientos, aunque haya pruebas, sigue constante. Porque Él nos va a dar la corona que nos ha prometido, y seremos glorificadas, y reinaremos con Él. Es eso, es eso que no se nos olvida, que pasaremos una eternidad con Dios. Entonces, cuando ponemos nuestra mirada en esa verdad, que ahorita no lo estoy viendo, pero es una verdad que permanecerá para siempre, pasaré una eternidad con Dios, y ya nada me va a doler, ya nada vamos a sufrir, para nada. Es algo hermoso que ahorita decimos, ay, no, es que no, no, no me quiero morir. No, no, es algo que nos debe de dar aliento y ánimo para trabajar aquí, porque sí, Dios nos está diciendo, haz tus cosas aquí, por eso Dios nos dio dones a cada una, úsalos y reinarás conmigo. Cuando yo venga por ti, te daré la corona. Perdón, ya me va a bajar. Por eso me pongo sentimental. Por eso, híjole, siempre me paso de tiempo, pero creo que para mí fue un recordatorio esto, y quiero que a ustedes las quiero invitar a que Dios abra su corazón, que Dios abra su corazón para que puedan tener ese deseo de pasar una eternidad con Él, un deseo de ver una vida transformada aquí en la tierra por su Espíritu, una vida en donde nuestros ojos estén puestos en su eternidad. Así que las invito a que podamos tomar conciencia de esto, de decirle a Dios, quiero pasar una eternidad contigo. Si es lo que tú quieres, quiero que puedas orar esto al final conmigo, ya es lo último, ahora sí, se los prometo. Es una oración que quiero hacer por ustedes, por mí, y bueno, si es lo que Dios puso en tu corazón, es una oración que yo hice después de, creo que 25 años, así que es una oración que cambió mi vida y que transformó mi vida, y bueno, la que quiera la que haya puesto en su corazón, que podamos repetir esta oración. Querido Dios, admito que tengo temor, pero quiero conocerte. No lo entiendo todo, pero te agradezco que hayas estado conmigo, incluso cuando no te reconocía. Gracias por enviar a tu Hijo Jesús para salvarme y no para condenarme. Admito que nunca pensé que necesitara un Salvador, pero hoy quiero recibir el regalo de la salvación. Confieso que he pecado, que hice cosas que no fueran correctas ante tus ojos. Te pido perdón y agradezco que hayas enviado a tu Hijo Jesús para salvarme de todos mis pecados, y limpiarme a través de su sacrificio en la cruz. Te pido que me salves de mis remordimientos, de mis errores, necesito que quites de mí el estrés, la carga del pecado, y me llenes con tu amor. Necesito estar en paz contigo y necesito que tú pongas paz en mi corazón. Amado Dios, desde hoy en adelante, quiero que tu Hijo sea mi Señor y mi Salvador. Quiero recibir tu regalo de la vida eterna. Gracias por amarme desde antes de nacer. Gracias por caminar siempre a mi lado, y gracias por esperar pacientemente a que yo tomara esa decisión. Quiero aprender a amarte, a confiar en ti y tener una relación contigo. Deseo saber para qué me has puesto en la tierra. Quiero cumplir con el propósito para el cual me creaste. Quiero despertar cada mañana buscando hacer tu voluntad y agradándote en todo. Hago esta oración en el nombre de tu Hijo Jesús. Amén.

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