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Nothing to say, yet
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Al pie de la vida. Cuando eran colegiales, tenĆan sus lugares preferidos para acetarse. Al pie del mojigato y sus mangas de piedra, en los bajos del Carmen Alto, en una de las curvas del Churro de la Alameda, en la mitad del mundo, a la entrada de la salida, al pie de las maƱanas o al caer de la tarde. A veces, Ć©l llegaba antes de tiempo, y ella, cuando Ć©l ya se habĆa ido. Amartelados, se equivocaban las horas y los dĆas. Las gentes le decĆan, ustedes andan por los aires. Pero un dĆa, con los pies sobre la tierra, se citaron por los derechos humanos al Palacio del Gobierno. Llegaron puntuales, a grito pelado y con pancartas. Pero esta vez, la muerte flaca andaba ocupada en otras esquinas, y les dejó plantados, hasta ahora que ya tienen hijos colegiales. Hijos que se citan con sus enamoradas en los mismos lugares inverosĆmiles de esta alcahueta y lacrimógena ciudad.