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This information discusses the alternative educational modality of itinerant teachers for students with disabilities and learning difficulties in border areas. It emphasizes the importance of specialized support and evaluation in functional performance and the need for personalized assessments that consider the students' individual characteristics. The information also highlights strategies for promoting inclusive education, including awareness programs, accessibility adaptations, and monitoring and evaluation processes. The text aims to provide future teachers with a comprehensive understanding of human development and its variations in Bolivia. It discusses the concept of human development, its stages and dimensions, and the interrelatedness of physical, cognitive, language, psychomotor, and socioemotional development. Modalidad de aprendizaje maestros itinerantes, es una alternativa educativa para estudiantes con discapacidad y con dificultades en el aprendizaje que están en lugares fronterizos, en las riberas de los ríos o que por razones de accesibilidad y de movilidad, puede ser patología crónica o otro riesgo, necesitan apoyo especializado. Evaluación y educación especial, no se trata de una evaluación del comportamiento y aprendizaje por dominio de contenidos con propósitos instruccionales, sino de una evaluación en funcional desempeño, del grado de involucramiento y del tipo de respuestas que se requieren de los estudiantes en las dimensiones del ser y en correspondencia con las asignaturas, los contenidos y los procesos educativos aplicados. La evaluación se constituye en la base para la toma de decisiones acerca de los estudiantes, los estudiantes pueden y deben hacer para proseguir su educación, puntualizando el proceso evaluativo como parte de la educación, debe adaptarse a las características personales de las estudiantes y los estudiantes, esto es, debe llegar al fondo de la persona, destacar lo que es la persona, con relación a sus necesidades, a sus sentimientos, a sus emociones, a sus acciones, a sus actitudes, a sus capacidades, a sus intereses y a sus expectativas. La evaluación es entendida como un proceso sistemático destinado a lograr cambios duraderos y positivos en las conductas de los sujetos sometidos a una influencia educativa, en este caso sociocomunitaria, en base a objetivos definidos de modo concreto y preciso social individualmente aceptables, dignos de ser sufridos por los individuos en crecimiento y promovidos por los responsables de su formación en cumplimiento de sus derechos. Acreditación y certificación por conclusión de programa. Los estudiantes destacan sus objetivos educativos de primer grado y nivel reciben libretas correspondientes a cada gestión anual. Al finalizar el primer nivel se certifica el grado de independencia personal, al finalizar el segundo nivel se certifica el grado de independencia social, para ello se utilizan parámetros como satisfactoria, bueno y requiere más apoyo. Estrategias de educación especial para promover la educación inclusiva. Estrategias de sensibilización y formación. Son programas de sensibilización y concienciación comunitaria, redes educativas inclusivas, programas de formación continua para maestros y maestras del sistema educativo prioritario nacional. Estrategias de accesibilidad y de permanencia. Son adaptaciones de acceso, adaptaciones de los elementos humanos y de su organización, adaptaciones en el espacio físico, adaptaciones de materiales de inmobiliario y de equipamiento, adaptaciones del tiempo, adaptaciones de los elementos básicos del currículo, adaptaciones metodológicas, adaptaciones del tipo de actividades, adaptaciones en evaluación, adaptaciones de comunicación, lenguajes educativos aumentativos. Estrategias de seguimiento, evaluación e investigación. Durante el sistema de seguimiento, alerta y evaluación de procesos de educación inclusiva en los subsistemas del sistema educativo prioritario nacional, la investigación permitirá crear, desarrollar y mejorar las metodologías educativas. Las evaluaciones pedagógicas, los diseños y la elaboración de materiales educativos adecuados y pertinentes por área de atención. El impacto de los procesos educativos inclusivos en la familia y en la comunidad para la consolidación de la inclusión social. Introducción. Este texto fue conseguido pensando en sus lectores, los futuros maestros que trabajarán con infantes, niños, adolescentes y bolivianos. El contexto para crear el documento estuvo delimitado por el marco general del proyecto de formación de maestros en educación inclusiva en la diversidad, aprendemos en la diversidad. Con el fin de contar con un sumario que aporta la preparación para el ejercicio docente. Esa finalidad llevó a identificar ciertos elementos importantes a ser considerados al momento de desarrollar los contenidos, cuyo abordaje incluye las siguientes cuatro dimensiones. La dimensión del ser, del saber, del hacer y decidir. Objetivo lítico de formación. Alcanzar las cuatro dimensiones de arriba mencionadas y consideradas en el proyecto nos lleva a identificar objetos de aprendizaje puntuales para cada unidad de formación. Así como el siguiente objetivo lítico para el texto en su conjunto. Valoramos el desarrollo desde la infancia hasta la adolescencia, considerando a los infantes, a las niñas, a los niños y a los adolescentes en tanto seres individuales como parte de sus comunidades y de su sociedad. Mediante la comparación y la comprensión de las teorías explicativas sobre el desarrollo humano respecto a las características típicas y de los cambios propios del desarrollo biopsico-social. Desde el momento de la concepción hasta el final de la adolescencia. Y en donde los aspectos cognitivos de lenguaje psicomotor y socioemocional aplicando y proponiendo orientación para el uso del texto. La información es presentada en dos partes. La primera parte, el desarrollo humano, se concentra en aspectos relativos a la teoría del desarrollo y a la caracterización de ese desarrollo en etapas y en dimensiones que priorizan los periodos comprendidos entre la concepción y la adolescencia. Debido a que el propósito de este texto es profundizar en esos estudios del desarrollo humano para facilitar la lectura y comprensión del desarrollo, los infantes, los niños y a los adolescentes. Para este primer apartado está dividido en función del área de desarrollo cognitiva, del lenguaje psicomotor y socioemocional y del aprendizaje. La segunda parte, el desarrollo humano y sus variaciones en Bolivia según las zonas geográficas. Cada una de las dos partes fue a su vez dividida en capítulos que en el segmento social presentan el objetivo holístico y al resumen presentación de la información que se desarrolla en ellos. Al finalizar, cada unidad también se representa en una sección con actividades complementarias orientadas a reflexionar, a consolidar los aprendizajes y promover sugerencias para solucionar posibles problemas. Primera parte, el desarrollo humano. Clasificación y dimensión del desarrollo humano. Objetivo holístico de la unidad temática. Valoramos una serie de conceptos básicos sobre el desarrollo humano mediante la identificación y la clasificación de los diferentes teóricos y prácticas. Comparando las condiciones existentes en el ámbito educativo para mejorar y adecuar el desarrollo de los niños, de los jóvenes y de los adultos. Medida. Definición del desarrollo humano. El concepto de desarrollo humano hace referencia a determinados cambios que suceden en la vida de los seres humanos desde la concepción hasta la muerte. No se consideran todos los cambios sino aquellos que se dan sistemáticamente bajo un orden y una pertenencia en el tiempo razonable. En diferentes aspectos y con distintos ritmos. Recientemente se ha propuesto el concepto de desarrollo permanente que está basado en la idea de que el desarrollo humano procede hasta la etapa de la ancianidad. En este marco se describe la ancianidad como una fase de crecimiento sino de cambio en que algunas funciones que organizan permanecen o aumentan respecto a la etapa del adulto. El desarrollo humano puede ser dividido al siguiente modo. Desarrollo físico, desarrollo personal, desarrollo social. Social. El desarrollo humano puede ser dividido al siguiente modo teniendo en cuenta distintos aspectos. Desarrollo físico, desarrollo personal, desarrollo social, desarrollo cognitivo. Muchos de estos cambios observados durante el desarrollo humano son producto del crecimiento y de la maduración. Razón por la que estos términos son a menudo confundidos con el desarrollo. Sin embargo el término crecimiento estuvo originalmente referido al incremento cuantitativo como el aumento de células corporales. La maduración por su parte describe los cambios que ocurren de manera natural y espontánea y que vienen programados en gran medida de los genes. Gran parte del desarrollo físico recae en este ámbito. Como consecuencia del aprendizaje también existen otros cambios que se producen por ejemplo. Mediante la interacción de una persona con el entorno social y se constituye una parte importante de su desarrollo social. En ese sentido el aprendizaje produce experiencias que promueven cambios permanentes a nivel del pensamiento y el comportamiento en general. En conclusión el concepto de desarrollo humano se refiere a los cambios que ocurren en el ser humano y que están determinados por el crecimiento, la maduración y el aprendizaje en los diferentes ámbitos del contexto humano. Etapas y dimensiones del desarrollo. Como proceso continuo el desarrollo humano implica cambios físicos, cuantitativos y psicosociales cualitativos. El aspecto cuantitativo se referencia a las transformaciones del cuerpo. Es decir a las modificaciones en estructura y en la función corporal que se producen en el tiempo constituyéndose en la base de los cambios cualitativos. Los cambios cualitativos a su vez corresponden a las transformaciones que suceden en sus fuentes cognitivas. Lo que son el lenguaje, psicomotriz y socioemocional. Conforme a la intención de este texto y los guiones didácticos para el desarrollo humano cuantitativo identificamos cuatro etapas. En tanto que para el desarrollo cualitativo establecimos cuatro dimensiones. Vamos a ver a continuación. Según el rango de edad que las etapas de desarrollo cuantitativos son. Edad de bebé, infancia, niñez y adolescencia. En cuanto a las dimensiones de desarrollo cualitativo. Estas son dimensión cognitiva, la percepción, el razonamiento, la memoria, la atención. Dimensión del lenguaje, dimensión psicomotriz, dimensión socioemocional. Indudablemente durante cada etapa del desarrollo humano las dimensiones descritas se interrelacionan mutuamente de manera distintiva. Inciden sobre el proceso de aprendizaje. Dan un matiz característico en cada momento. En consecuencia el aprendizaje dependerá del desarrollo de las capacidades en las diferentes dimensiones. Principio del desarrollo humano. Como describimos al inicio el desarrollo humano comprende dos aspectos. La parte biológica universal como seres vivos y la parte individual que recibe influencias eletales y ambientales. En el proceso evolutivo ambos aspectos están interrelacionados e interactúan constantemente. Es importante enfatizar que el desarrollo humano nunca se da parcialmente sino que ocurre de manera global. Pues los seres humanos somos físicos, cognoscitivos y sociales. Y esos componentes al interactuar e influirse mutuamente generan procesos individuales de desarrollo. Si bien los teóricos difieren en gran medida en su planteamiento para el estudio del desarrollo humano. Existen algunas líneas en las que podemos encontrar similitudes. El desarrollo humano se da a reglas distintas. El desarrollo humano es relativamente ordenado. El desarrollo humano ocurre de manera gradual. En un contexto educativo cualquiera no solo nos interesa conocerlo. Elementos básicos de desarrollo humano antes mencionados. Sino también algunos aspectos específicos que tienen que ver con los siguientes principios de maduración. O igual que con el periodo crítico de maduración del sistema nervioso. Principios de maduración del sistema nervioso. La velocidad de la maduración cambia en diferentes etapas del desarrollo humano. La velocidad del desarrollo humano es diferente de una persona a otra persona. La velocidad del desarrollo humano es diferente en un área u otra área en cada etapa cuantitativa. El desarrollo humano progresa en direcciones céfalo-caudal y próximo-digital. Periodo crítico de maduración del sistema nervioso. El desarrollo secuencial y ordenado del sistema nervioso da origen a otro concepto fundamental. El del periodo crítico. En la mayoría de los seres humanos el proceso de desarrollo del lenguaje se da principalmente durante los cinco primeros años de vida. Tiempos en que se adquieren los elementos básicos de sus significados. Y hasta la pre-adolescencia cuando se consolidan el uso, la pragmática y la capacidad del entendimiento. Denunciados no literales. Por tanto el aprendizaje de un idioma extranjero como según la lengua solo es posible hasta la pubertad. Después de esa etapa ese aprendizaje puede ser adquirido, aunque posiblemente con errores gramaticales y fonéticos. En general, algunos de los aprendizajes considerados para los periodos críticos de los primeros años de vida son. El desarrollo de habilidades en la comunicación y del lenguaje, 0 a 7 años. El desarrollo del vocabulario básico, 0 a 3 años. El control emocional, de 0 a 2 años. El aprendizaje de una segunda lengua, de 0 a 10 años. El aprendizaje de matemática lógica básica, de 1 a 4 años. Y el aprendizaje de música, de 3 a 10 años. Unidad temática 2, caracterización de las etapas del desarrollo humano. Objetivo holístico de la unidad temática. Valoramos la importancia de los educadores, así como su intervención con los aportes teóricos más importantes del desarrollo humano. Mediante la identificación de las características del desarrollo desde la concepción hasta la adolescencia. Clasificando los aspectos cognitivos del lenguaje psicomotor socioemocional. Al igual que los factores que influyen en él. De acuerdo con las etapas identificadas y describiendo las condiciones que facilitan un adecuado desarrollo humano. Para dar una comparación del desarrollo real y el desarrollo ideal en el contexto boliviano. Para dar una respuesta adecuada a las necesidades básicas según el momento y las características evolutivas. Para aplicar la formación en la comunidad educativa. Componentes de la unidad temática. Subtema 1, de la concepción al parto. Subtema 2, edad de bebé, 0 a 12 meses. Primera infancia, de 1 a 3 años. Subtema 4, segunda infancia, de 3 a 6 años. Subtema 5, tercera infancia, de 6 a 9 años. Subtema 6, etapa de madurez infantil, de 9 a 12 años. Subtema 7, preadolescencia, de 12 a 14 años. Y adolescencia, de 14 a 18 años. De la concepción al parto, resumen presentación del tema. Este apartado está dedicado al desarrollo humano desde la concepción. Pasando por el desarrollo prenatal en sus tres etapas. Germinal, embrionaria y fetal. Hasta el acto fisiológico del parto. También incluye una descripción de los riesgos prenatales. A los que tanto la mujer gestante como el feto están expuestos. Y explica los peligros que ocasionan ciertos factores vinculados al edad. La alimentación, la actividad física, el estrés, las enfermedades. La ingesta de sustancias tóxicas, la radiación y los entornos ambientales de riesgo. La concepción. La concepción humana se inicia en el vientre materno. Con unión de uno o más espermatozoides de aproximadamente 300 millones. Con él o los óvulos liberados por los ovarios de la mujer. Desde ese momento empieza la vida de un nuevo ser. La concepción es el momento en el que el óvulo liberado por el ovario de la mujer. Y encamina el útero a través de la tompa de falopio. Es fertilizado por el espermatozoide de un hombre. Si en este proceso se liberan los óvulos en un corto tiempo y ambos son fertilizados. Se da origen a gemelos disigóticos o a gemelos fraternos. También puede ocurrir que un óvulo fertilizado se divida en dos. Y da origen a gemelos monosigóticos o gemelos idénticos. Otras posibilidades, aunque menos frecuentes, son las concepciones múltiples. Es decir, tres o más seres simultáneamente. El desarrollo prenatal transcurre desde la concepción hasta el momento del parto. Y está dividido en tres etapas. Etapa germinal, etapa embrenaria y etapa fetal. Etapa germinal. La etapa germinal o periodo del sigoto se extiende desde la concepción hasta la implantación. Generalmente dura dos semanas. Etapa embrenaria. Esta etapa dura desde la tercera semana de gestación hasta el final de la octava semana. Es el tiempo en el que se forman todos los órganos y es cuando el corazón comienza a latir. Etapa fetal. Dura desde la novena semana hasta el nacimiento del bebé. En ese tiempo, todos los órganos comienzan a funcionar. El parto. El acto fisiológico gracias al cual el ser engendrado en el vientre materno sale del cuerpo a la madre se llama parto. Este acto se produce al final del embarazo. Cuando la placenta empieza a disminuir la producción de estrógenos y sobre todo de progesterona. Eso ocurre debido a que el bebé ha completado su proceso de formación y desarrollo intrauterino o al menos ha madurado lo suficiente como para nacer. Durante el trabajo de parto se producen contracciones uterinas y el conducto pélvico se ensancha. Gracias a que las articulaciones de esa zona se van volviendo móviles a lo largo del embarazo. Por su parte, se impulsa al bebé hacia afuera del utero generalmente con la cabeza, con los hombros o con las caderas. El parto se divide en tres partes. Dilatación, descenso y salida y expulsión de la placenta. Riesgos prenatales y postnatales. Riesgos durante la etapa prenatal. Antes y durante el embarazo, la mujer gestante y en consecuencia del feto están expuestos a una serie de peligros y riesgos relacionados con aspectos relativos a la edad, a la inadecuada alimentación o a la falta o a la inapropiada actividad crítica a la estrella, a las enfermedades, ingeste de sustancias tóxicas, exposición a la radiación y a los peligros ambientales. Si bien es importante considerar el desarrollo y los peligros de la etapa prenatal, existen otros factores de riesgo posteriores. A esa fase también podemos llamar el curso de desarrollo esperable para el bebé. Nos referimos principalmente a los que ocurren en la etapa prenatal y en general a la postnatal, como veremos seguidamente. Riesgos durante la etapa prenatal. Riesgos durante la etapa perinatal. Factores de riesgo tenemos los siguientes. Prematuridad, bajo peso al nacer, problemas respiratorios, asfixia perinatal, problemas metabólicos, hiperbilirubinemia son los factores. Riesgos durante la etapa postnatal. Los factores de riesgo postnatal que pueden incidir en el desarrollo del bebé son clasificados de manera general como a dos tipos, ambientales y biológicos. Entre los factores de riesgo de tipo ambiental están aquellos que están vinculados directamente al ambiente familiar y social inmediato de recién nacido. Uno de ellos está relacionado con la calidad del vínculo familiar, con el apego entre los padres y la eficiente estimulación o educación por parte de la familia. Es decir, con el desempeño general de la familia que podrá representar ciertos rasgos para el desarrollo del bebé. Si a esta situación añadimos la precariedad de las condiciones socioeconómicas, los riesgos podrían ser mayores. Por otra parte, a tales factores ambientales suelen sumarse las insuficientes políticas de apoyo tanto económico como educativo, principalmente en las poblaciones vulnerables. Los factores de tipo biológico son aquellos que afectan directamente al crecimiento y a la madurez en general. Ya sea por dificultades en la etapa prenatal, por una nutrición inadecuada, la enfermedad grave como meningitis, entre otras, por lecciones en accidentes o cualquier exposición a situaciones que afectan al funcionamiento biológico del ser humano, entre ellas el matriarco infantil. Es importante considerar que los factores de riesgo biológico como ambientales son estrechamente interdependientes y presentan una correlación mutua. Edad del bebé de 0 a 12 meses. Resumen y presentación del tema. Este capítulo describe los acontecimientos desde después del nacimiento hasta el primer año de vida, periodo en el que sucede un proceso dinámico de desarrollo resultante de una continua interacción con los bebés, consigo mismo y con su entorno familiar, social y cultural. En esta dirección veremos cómo durante el primer año se producen grandes avances evolutivos entre ellos. El descubrimiento del movimiento y el avance motor son los más evidentes y los responsables de que los bebés pasen de controlar su cabeza a dar los primeros pasos e inicien su manipulación con las manos. La agonización de los sentidos, que permite que los bebés enfocarse en los objetos y explorarlos, no solo con la vista, sino también con el oído, el tacto, el gusto y el olfato. El aprendizaje de modos de expresión, usando formas que van desde el llanto, los barbuceos o la imitación de sonidos básicos hasta la formulación de las primeras palabras. Al finalizar el primer año, gracias a la interacción que ocurre en esos procesos, los bebés sientan las bases de su desarrollo socioemocional. El desarrollo cognitivo en la edad del bebé. En esta etapa, el desarrollo cognitivo puede ser definido como un proceso dinámico resultante de una continua interacción entre los recién nacidos consigo mismo y con su medio ambiente familiar y cultural. Al nacer, los bebés extraen consigo una base neurofisiológica, gracias a la que empiezan a percibir, a procesar y a almacenar y también a comprender los estímulos en información procedente del exterior. Adecuando sus respuestas y sus acciones para interactuar con esos estímulos. Sin embargo, la complejidad de su desarrollo cognitivo, que abarca desde la percepción, la atención, la memoria, el pensamiento y la inteligencia, está estrechamente relacionada con el desarrollo integral de todas sus capacidades, que incluyen el desarrollo lenguaje, el desarrollo psicomotor y el desarrollo socioemocional. La teoría de Pieck sobre el desarrollo cognitivo se basa en la idea de que el ser humano da sentido al mundo y crea su conocimiento de manera activa mediante la experiencia directa con objetos, personas e ideas. A su vez, este proceso es influido por aspectos como la maduración, la actividad y la transmisión social. La respuesta a tal influencia es lo que Pieck denominó como adaptación, asimilación, moderación, desarrollo de los esquemas, que no son más que los cambios en la organización del pensamiento. Todo ese proceso se da en cuatro etapas. Sensoría matriz, operacional concreta y operación formal. Vikosky, por su parte, se refiere a que el desarrollo cognitivo está basado en la interacción social y en el desarrollo lenguaje. Durante su estudio, Vikosky describió el papel del diálogo del niño consigo mismo al guiar y a supervisar el pensamiento y la solución del problema. Con ello, propuso el concepto de la zona de desarrollo proximal, que explica cómo las niñas y los niños en situaciones desafiantes pueden desarrollar sus propias actitudes de pensamiento mediante la guía y el apoyo oportunos y apropiados de aquellas personas que hacen de andamiaje en determinado momento de sus vidas, maestros y compañeros. Ambos investigadores destacan los siguientes elementos importantes en el desarrollo cognitivo. Hemos visto que ambas teorías nos aportan puntos importantes acerca del desarrollo cognitivo. Lo que también debemos recordar es que dicho desarrollo cognitivo es progresivo y fluctuante. Esto significa que los logros se dan en un orden determinado. Por ejemplo, primero ocurre la sed, sed de estación y luego la marcha. Y las edades en las que se quieren varían en función del bebé, del ambiente circundante, de una adecuada alimentación y también de las comprensiones acerca del desarrollo en nuestras distintas culturas. Investigaciones últimas dan cuenta de nuevos aportes sobre la comprensión del desarrollo cognitivo. En efecto, los psicólogos que desarrollan conocimientos sobre el procesamiento de información no describen el desarrollo como una serie de etapas, sino que enfatizan en la importancia de los procesos cognitivos tales como la atención, la memoria y el pensamiento. Los investigadores de esa corriente consideran que la atención y las capacidades conceptuales, imitativas y simbólicas inician mucho antes de lo que Pérez describió en su investigación. De ese modo, introduce un concepto básico, la habituación que consiste en la reducción de la atención sobre un estímulo. Debido a la repetición en una presentación de tal estímulo, como se sabe, un niño presta atención a un estímulo nuevo, a un recién nacido, también puede llegar a habituarse, pero esa capacidad es no notoria a partir de los 3 meses de edad. En nuestra perspectiva, por comprender el desarrollo cognitivo, seguidamente consideraremos los procesos que han emergido caracterizados por edades. En el primer año de vida, las particularidades del proceso cognitivo son como se describe seguidamente. La percepción es entendida como la interpretación de lo que se siente. Un proceso de búsqueda activa de información, de diferenciación de características entre sí, de creación de hipótesis y de comparación de dichas hipótesis con los datos originales. La forma elemental de la percepción comienza en desarrollarse en los primeros meses de vida, aunque en ese momento la diferenciación de los estímulos imperfecta y con pocos detalles. Los bebés utilizan la percepción y la atención por medio de los ojos, de la boca, del nariz y de la piel, que les sirven como base para aprender acerca de ellos mismos y para obtener información de todo lo que está a su alrededor. De ese modo, aprenden a utilizar todo su sentido cuando ven, oyen, huelen, saborean, es decir, aprenden a coordinar la vista con el sentido del oído y del tacto. Y empiezan a coordinar el ojo con la mano. La capacidad perceptiva durante el primer año se caracteriza por la exploración y el seguimiento visual. Los bebés empiezan a reconocer los procesos, malgrado que hasta el primer mes se exploran con los ojos a partir de los dos meses de edad. También realizan un seguimiento visual continuado, pero solo cuando el objeto se mueve lentamente. Al inicio perciben los bordes y las esquinas de los objetos. Luego, a medida que van creciendo, su percepción cubre áreas más amplias. Según Banks y Salam Patek, reciben alrededor de 6 meses logran integrar forma y color como conjunto. Prestar atención a lo complejo. A los bebés, en un primer tiempo, les gusta observar dibujos y colores, aunque prefieren los primeros que los segundos. A partir de ello, esperan información. Por ejemplo, entre los 8 y 12 meses de edad, según el estudio de Hunter y Cobham, cuando les acercamos juguetes, llaman su atención a aquellos nuevos y los exploran inmediatamente. Prestar atención a sus canes. Para los bebés, el rostro es más importante, por lo que tienen que observar los detalles del contorno, el tamaño contrástico, más adelante sus miradas e irían a la parte central del rostro. Luego, a los 5 meses de edad, distinguen el rostro de sus padres entre los demás rostros y les gustan las caras adaptivas, pero no les muestran enfado o tristeza. La percepción auditiva. En los recién nacidos, es posible advertir una reacción de sobresalto generalizada ante los sonidos fuertes. Hacia el sexto mes de vida, los bebés desarrollan habilidad para diferenciar los contrastes de los sonidos, que es requerida para el conocimiento fonológico. La percepción táctil. Durante los primeros tres meses de vida, las bocas y los órganos genitales son más sensibles al tacto. Posteriormente, esa sensibilidad se extiende hacia las palmas de las manos, hacia las plantas de los pies y hacia el centro del cuerpo. En efecto, cuando se acaricia la magia en un recién nacido, cerca de la boca, ella responde inmediatamente como si buscara el pezón de la madre. Esa percepción táctil le permite obtener información sobre la forma, la textura, la dureza y el sabor de los objetos. A medida que los bebés aprenden a chupar, agarrar objetos con las manos y a integrar los demás sentidos, también desarrollan la percepción transmodal. Esta es otra cosa que es la capacidad para relacionar la información por medio de dos o más modalidades de percepción, entre ellas la visual y la auditiva. Entre los 2 y 12 meses de edad, las percepciones son difusas y deben evolucionar hacia la precisión perceptiva por medio de las impresiones sensoriales globales. La memoria es un proceso conectivo que le permite retener sucesos e información del pasado. Es una estructura completa y es muy sensible a influencias tanto internas como externas. En un sentido amplio, la memoria puede ser descrita como la manera en que los sucesos pasados afectan las funciones futuras. La memoria empieza a desarrollarse desde el primer mes de vida, al mismo tiempo que aparecen los primeros reflejos condicionados mediante la relación entre los estímulos del entorno. El hecho de satisfacer la necesidad de alimentación por medio de lactancia es el primer recuerdo que registra un bebé, entre todos los recuerdos, como reconocer olores, sonidos y objetos. Asimismo, empieza a recordar la voz o los besos de su mamá y su familiar cercano, aunque no los puede recenar en el tiempo y en el contexto como ya le ocurre a los 3 meses de edad cuando relaciona un objeto con el biberón, con el hecho del momento de recibir alimento basándose en que otras veces sucede lo mismo en la rutina del día a día. En lo revés, la memoria de reconocimiento es la habilidad para reconocer algo que han visto anteriormente y que pueden recuperar en el momento en que entran en contacto con el objeto, ya que les resulta familiar, aunque pasado en breve tiempo, suelen olvidarlo fácilmente. Es alrededor de los 6 meses de edad que los bebés están más sueltos y exploran su entorno con más frecuencia. Esto los ayuda a reconstruir e incluso modificar sus recuerdos en un tiempo de hasta 2 semanas, así como también a perderlos. Igualmente a esa edad, recuerdan a sus familiares más cercanos y aceptan a otras personas que la ven con menos frecuencia con las que se sienten más seguros y no lloran. En el primer año de vida, los recuerdos de los bebés se hacen más complejos por lo que ya no pueden establecer relaciones usando los sentidos. Ciertamente, una palabra o un sonido corresponderán a algo conocido, por lo que serán capaces de almacenar recuerdos algo más complejos y con una duración mayor. Es decir, al relacionar causa y efecto, cuando vean lo que se está armando su cochecito, sabrán que se trata de un paseo al aire libre, o si presionan un botón de su juguete, sabrán que oirán música y comenzarán a relacionar palabras con objetos. El hecho ya cuenta con un lenguaje explícito que pueden demostrar con palabras y actos. Recordar el pasado es, en cambio, un proceso más complejo que la memoria de reconocimiento, pues supone evocar algún objeto familiar sin que dicho objeto esté presente y extraerlo de la memoria. Otro aspecto que favorece el desarrollo de la memoria tiene que ver con las rutinas que practican los padres de familia, como bañar y alimentar a su bebé a determinada hora, establecer contactos y hacer que reconozcan lugares recurrentes, entre ellos la casa de los abuelos, los juegos, los parques y los centros comerciales. El desarrollo del lenguaje en edad del bebé. El lenguaje es un medio eficiente para que el ser humano se comunique con los demás. Tiene una naturaleza multi-componencial, dado que implica un conjunto de componentes integrados que tienen que ver con el sonido, el significado, la estructura general y el uso diario. Conocer el lenguaje supone manejar cada uno de esos componentes y combinarlos en un sistema comunicativo flexible. Durante el desarrollo del lenguaje se manifiestan dos tipos del habla, el habla pre-lingüística y el habla lingüística. En ambos casos las edades de referencia son aproximadas, ya que los bebés pueden tener ritmos diferentes en su desarrollo. El habla pre-lingüística es considerada como al nivel fónico, porque los recién nacidos antes de que puedan hablar expresan sus necesidades y sus sentimientos por medio de sonidos que progresan con el llanto hasta los arrullos y volvuceos. El habla lingüística en cambio es el momento en que los bebés expresan su primera palabra dejando así de realizar emisiones fónicas sin sentido y pasando a una expresión verbal con significado. Entre los 0 y 12 meses el desarrollo del lenguaje se inicia con sonidos, que a pesar de ser bastante complejo permite a los bebés comunicarse con su entorno antes de ser capaces de utilizar la palabra hablada. De ese modo el ser humano pasa parecidamente de una forma global de expresión y de comunicación utilizando todo el cuerpo a una manera más diferenciada basada principalmente en la actividad vocal. A continuación describimos los hitos del desarrollo del lenguaje durante el primer año de vida. El desarrollo psicomotor en la edad del bebé, crecimiento y cambio físico. En las tres fases de la etapa, germinal, embrionario y fetal, se suceden cambios físicos precisos y con un orden establecido. El psicópata se convierte en embrión y luego en feto dando origen a un ser humano conforme con características predeterminadas y con un patrón específico y genes particulares. Tales genes producen componentes a partir de un proceso denominado morfogénesis que ocurre de manera organizada después de la fertilización y durante el desarrollo embrionario dando lugar al crecimiento físico en micras de células individuales de órganos y de tejidos. Primero se forman el cerebro, luego el cuerpo, los brazos, las piernas y los órganos internos y los órganos externos. Esos cambios físicos son cualitativos y somáticos. En peso, en talla y en perímetros suceden bajo los siguientes tres principios. Principios céfalo-caudal, principio próximo-distal y principio cubito-dorsal. El crecimiento de los bebés ocurre con mayor rapidez en los primeros meses de vida con avances importantes en talla y en peso. Desarrollo psicomotor. La capacidad motor y del humano se constituye en la base de todo su desarrollo que ya define esa primera fase como la etapa de la inteligencia senso-moriotriz porque el pensamiento de los bebés implica el uso de los sentidos y la actividad motriz ver, oír, moverse, saborear, tocar y así de modo sucesivo y complejo. Antes del nacimiento en el útero materno, el feto experimenta la sensación de movimiento y ejerce presión en las paredes uterinas al movilizar sus extremidades una y otra vez estimulando su desarrollo sensorial, táctil y proprioceptivo. Es decir, comienza a tomar conciencia de su cuerpo. Después del nacimiento el bebé continúa explorando su cuerpo y va descubriendo sus posibilidades de movimiento para satisfacer sus necesidades. El desarrollo psicomotor no es otra cosa que la capacidad de movimiento basada en la coordinación entre los sistemas sensoriales, musculares y esqueléticos. Según Chafter, uno de los desarrollos más notorios del primer año de vida es el progreso de los niños en el control de los movimientos y el perfeccionamiento de sus habilidades motrices. De hecho, el desarrollo de la capacidad por utilizar los sistemas sensoriales y musculares dedicados para moverse se constituye en el soporte del desarrollo de todas las demás áreas del crecimiento de un bebé y permite sentar las bases para el desarrollo cognitivo, el desarrollo del lenguaje y posteriormente el desarrollo social y emocional. Después del nacimiento, el sistema nervioso todavía no funciona en su totalidad. Inicialmente trabaja en la parte subcórtica basada en las funciones que describimos en la siguiente tabla. Bienes de conducción sensitiva y motriz. Son sensitiva y motriz y los otros reflejos, el aspecto fisiológico y el aspecto anatómico. Los bebés presentan aproximadamente 27 reflejos. Estos ya están presentes al nacer o aparecen hasta el primer mes después del nacimiento y se pierden entre el sexto y doceavo mes de vida. Los reflejos que permanecen en el ser humano son el pupilar, el estornudo, el bostezo, el parpadeo, la creposidad, el adelantarse y el irritar. El desarrollo sensorial y motor se debe a la proliferación dendrítica y a la mielinización anexónica que son las responsables físicas y fisiológicas de los progresos observados en los bebés. La mielinización en las áreas sensoriales y motrices, primero en la médula espinal del efecto y después en el nacimiento de las cortezas cerebrales, es la base para indicar la aparición y la desaparición de los primeros reflejos. El tránsito de la actividad refleja el desarrollo de las funciones motrices. Se sucede cuando los reflejos se pierden en el tiempo establecido, dando la señal de que las vías motrices de la corteza cerebral se han mielinizado parcialmente permitiendo la ejecución de movimientos voluntarios y el aumento de reacciones postulares, así como la complejidad de tales funciones. Con el sistema nervioso central, los músculos y los huesos están listos y el entorno les ofrece las oportunidades adecuadas de exploración y de práctica, los bebés incursionan en esas actividades, demostrando de manera acelerada durante los primeros meses de vida el desarrollo neurosensorial de sus capacidades a medida que se adaptan a su medio. Por tanto, el desarrollo psicomotor dependerá de la base genética de los bebés, de su nivel madurativo, de la estimulación y el aprendizaje en etapas establecidas, favorecidos por un contexto adecuado que implica la buena relación efectiva con sus madres, la estimulación sensorial y la buena alimentación. El desarrollo psicomotor se caracteriza por una serie de hitos que los bebés deben cumplir para alcanzar logros de manera sistemática. Esto significa que con cada logro nuevo que dominan, también se preparan para enfrentarse al siguiente. El control postural comienza con el control cefálico y progresa en dirección cefálico-caudal. Este principio se observa en las secuencias de adquisiciones matrices, mientras que en las extremidades se da el principio próximo digital y para los diversos patrones de presión se clasifica y se presenta al principio cubito-radial. Por otra parte, el desarrollo ontogenético-motor grueso está regido por los principios cefálico-caudal común. Otro cefálico sigue el control del tronco que dominan la sedestación, la bipedestación y la marcha. El desarrollo socioemocional en la edad del bebé. Para comenzar el estudio del desarrollo socioemocional, es preciso realizar una consideración previa sobre los términos social y emocional. El primero hace referencia a la relación entre los individuos y la sociedad, al seguro de los estados internos, como deseos y necesidades que dirigen el organismo. Por lo tanto, el desarrollo socioemocional es la interacción del individuo asociada a cambios fisiológicos y conductuales. El primer contacto que los bebés tienen con el mundo es generalmente con la madre, y al momento de la alimentación va advirtiendo una serie de presiones que dan inicio al desarrollo socioemocional de sus hijos, generando un vínculo afectivo inseparable entre ambos. A su vez, la familia, principalmente los padres y los hermanos, si los hubieran, proporciona al recién nacido el afecto y la confianza que se reflejan en la atención que estos le brindan ante el menor requerimiento. A esas atenciones y ese cariño, el bebé retribuye con un sentimiento de apego. En cuanto al llanto, este es considerado como una forma inicial de relacionamiento que el neonato lo utiliza para comunicar sus necesidades. Según se sabe, en etapas del bebé existen variantes diferenciadas del llanto, el llanto de hambre, el llanto de enojo, el llanto de dolor y el llanto de frustración, cada uno con características específicas. Rene Spitz, médico y psicoanalista norteamericano, fue uno de los primeros investigadores que observó la importancia de la presencia de la madre en la etapa que va de los 0 a 12 meses. De hecho, el desarrollo de las reacciones emocionales se constituye en la base de la personalidad de los bebés. Los tres organizadores que propone Spitz son, en resumen, la sonrisa, la ansiedad ante un extraño y la ansiedad ante la separación. La estrecha conexión que existe entre el desarrollo cognitivo y el desarrollo socioemocional hace que el primer año de vida sea uno de los primeros periodos más importantes porque en él se sienta la base de la posterior efectividad. Ciertamente, las emociones se constituyen en la primera señal mediante la cual los bebés pueden comunicarse y que los recién nacidos se manifiestan como reacciones incondicionadas, no aprendidas en el organismo ante la satisfacción o la insatisfacción de las necesidades orgánicas. De la primera infancia de 1 a 3 años, resumen presentación del tema. En este capítulo está abocado en el desarrollo de los niños comprendidos desde el primero y el tercer año de vida. Ese periodo de edad es importante y crucial para su posterior evolución por lo que conocer su característica es imprescindible y provechoso para los educadores, padres, familias y como los maestros. Como los anteriores puntos y propuestiones prácticas, la información está ordenada siguiendo las dimensiones del desarrollo identificadas para este texto. En esta línea conoceremos que a nivel cognitivo la ansiedad dual, pasando por exploración, a nivel del lenguaje se inicia el desarrollo simbólico de denominación y la apresa de fonemas, a nivel psicomotor el crecimiento se manifiesta en la transición de una apariencia física papel de un bebé a la de un niño que genera el cuerpo y todas sus partes generadas hacia la proporcionalidad. A nivel socioemocional se producen avances respecto al vínculo afectivo con los padres y con el entorno social inmediato. Se trata de una etapa en la que empieza a tomar conciencia de la realidad circundante. También veremos como el juego en la primera infancia adquiere un rol importante como expresión clara de la capacidad de representación. Ciertamente la experimentación y el juego favorecen el conocimiento del entorno de los niños convirtiéndose en los motores de su desarrollo evolutivo. El desarrollo cognitivo en la primera infancia. Los logros alcanzados durante el primer año en las dimensiones cognitivas, de lenguaje psicomotriz y socioemocional cambian fundamentalmente debido a que las actividades que realizan los infantes no son las mismas, como tampoco su relación con el contexto circundante. En la dimensión cognitiva durante las primeras años de vida la mayoría de los procesos cognitivos no están bajo control consciente, hecho que apoliticamente se va perfeccionando. Esto permite que los infantes adquieran conocimientos más precisos acerca de los objetos, del entorno y de sí mismos, al igual que interactuar y jugar con los que los rodean. La percepción. Hasta el primer año los infantes aún no pueden exigir las características esenciales de los objetos. La diferenciación perceptual aparece a medida que sus juegos y sus actividades interactúan cada vez con los objetos. Entre primer y segundo año de vida la percepción visual de los infantes está abocada a la identificación de algunas características en los objetos, del espacio y de la forma elemental. En general son las que son más llamativas y en las que producen reacciones emocionales, pero todavía su percepción no exige las detalles esenciales de los objetos. En cuanto a la percepción auditiva se advierte que los niños de uno o dos años mueven el grado por estimulaciones anheladas y rigidas, por lo que reaccionan positivamente al escuchar ritmos musicales y muchas veces mueven su cuerpo como si intentaran bailar. Entre los dos y tres años ya pueden perseguir algunas secuencias temporales, visuales y kinestéticas, y táctiles que se dan forma a medida que los niños manejan objetos y conocen su forma y su tamaño. Al utilizar los juegos y jugar con ellos en la infancia la percepción visual de la creación de la profundidad es todavía inexacta, en esta etapa los infantes pueden empezar a diferenciar distancias cuando comienzan a caminar solos y a moverse con un espacio algo más intenso. La percepción del tiempo es más difícil y alrededor de los dos años la vida es todavía indiferencial, de hecho las nociones temporales recién se empiezan en la etapa posterior. La memoria Al inicio del primer año del reconocimiento y el recuerdo son muy breves y duran poco tiempo, hacia el final del primer año el periodo de reconocimiento llega hasta hace unas pocas semanas, de tanto que al terminar el segundo año aumenta hasta varias semanas y al completarse el año puede durar muchos incluso meses. El recuerdo de personas y objetos ausentes aparece cuando los infantes ya logran reconocerlos. Cuando los infantes empiezan a hablar la capacidad de recordar se hace más sólida, debido a que el lenguaje actúa como fortalecedor del recuerdo. En los primeros años la memoria es involuntaria y sin un propósito determinado, de hecho los niños todavía no se plantean la tarea de fijar algo en sus mentes para poder recordarlo después. Solo aquellos que tienen importancia en un momento determinado y que está relacionada con sus necesidades inmediatas y con sus intereses o que tienen mayor impacto emocional. El pensamiento o razonamiento se desarrolla estrechamente ligado a la actividad práctica, los primeros actos del razonado se manifiestan por medio del contacto con los objetos del entorno, a partir de la generalización de las relaciones y las conexiones entre los objetos y los acontecimientos, como por ejemplo no tocar objetos brillantes porque se aparecen en la olla caliente con la que el infante se quemó alguna vez. A nivel intelectual el periodo entre los 12 y 18 meses se caracteriza por la aparición de la verdad y la exploración, por ensayo y error, en esta fase se originan las reacciones circulares terciarias que orientan al comportamiento de los niños en el entorno que los rodea. Dado que los infantes no se conforman con los patrones de acción que tenían, ensayan acciones repetidamente para descubrir nuevas relaciones de causa y efecto a la par de nuevos fines, así ya no les interesa solamente jugar a lanzar un objeto para que alguien lo recoja, sino que exploran dónde y cómo cae ese objeto cuando lo lanzan con más o menos fuerza entre las posibilidades. En la etapa de la primera infancia los niños piensan al mismo tiempo que actúan, así realizan su actividad analítico-sintética. Tanto el análisis como la síntesis de los infantes se manifiestan en forma de acciones y de modo práctico, debido a que les resulta difícil dividir un objeto en sus partes o unirlas simplemente de modo mental, requieren efectuar acciones necesarias para poder representarles en su mente, por tanto el objeto de su pensamiento es aquello que están haciendo. El pensamiento infantil en esta etapa está estrechamente ligado a la experiencia sensorial directa y a la percepción, esto significa que los infantes piensan con imágenes objetivas, por tanto las generalizaciones que llegan a las mentes están relacionadas con fuentes perceptivas directas y su entendimiento acerca de los conceptos se basa en las características que perciben directamente los objetos. Es recién entre los 2 y los 3 años que los niños pueden comprender únicamente aquello que se apoya en su experiencia práctica, pero no pueden representar para sí mismos algo que sólo les queda explicado con palabras, ya que necesitan percibir directamente y previamente. En la primera infancia los niños adquieren las siguientes nociones básicas ampliadamente estudiadas por el especialista, son la noción del objeto, noción del espacio, noción de causalidad, noción del tiempo. El desarrollo del lenguaje en la primera infancia. En la primera infancia los niños alcanzan muchos logros relacionados con el lenguaje, con fuentes prácticas, idiomas y pronomínas de idiomas. Este periodo en dos momentos de desarrollo. Primer momento de 12 a 18 meses de edad. En este tiempo se desarrolla principalmente la comprensión del lenguaje de los adultos dirigido a los niños. En esta situación, sin embargo, es una condición favorable que facilita la expresión. Hace los 12 meses los niños pueden comprender de entre 10 y 20 palabras y poco a poco su comprensión avanza tanto que logran llevar adelante tareas sencillas a partir de instrucciones simples de una palabra, por ejemplo, dame o ven. A esta edad los infantes también suelen repetir imitativamente términos que acaban de escuchar para luego poco a poco pronunciar sus primeras palabras. Entre los 15 y 18 meses de edad los infantes denominan con una misma palabra distintos objetos en base a la generalización que hacen los rasgos de las características similares que más les han impresionado. Por ejemplo, dicen mamá ante el voz suyo de la madre, posiblemente queriendo transmitir un mensaje como esa es la cartera de mamá. El desarrollo psicomotor en la primera infancia. Crecimiento y cambio físico. El desarrollo físico de los niños de 1 a 3 años tiene características distintivas, puesto que la primera infancia en el primer año son los momentos de más rápido crecimiento en comparación con el resto de la vida de las personas. A medida que los niños crecen en tamaño, la forma de su cuerpo también cambia y se hace proporcional. En efecto, el tamaño de su cuerpo se hace proporcional al tamaño de sus cabezas, siguiendo un proceso continuo de alcanzar el tamaño en proporciones de los adultos. A partir del primer año y hasta el segundo, el crecimiento de los infantes continúa rápidamente, aunque con menor intensidad que en la etapa anterior. De hecho, los niños entre 12 y 14 centímetros ya adquieren entre 3 y 4 kilogramos de peso. La mayor capacidad de movimiento por su parte les permite desarrollar musculatura y hacer que el tronco tienda a perder grasa. Debido a que en este periodo la actividad física es mayor, sus cuerpos tienden a perder volumen y sus enfermedades continúan desarrollando musculatura. De igual modo, las columnas cenderas también les permiten caminar erguidos, en tanto que sus pollos se alargan y se completa la aparición de los dientes, que suelen dar al rostro otra apariencia. El aspecto de los pies también cambia debido a que pierden la grasa en el arco plantar. De hecho, en la primera infancia, el cuerpo muestra un aspecto más proporcionado de que el periodo se ha convertido en un periodo de mayor intensidad. De hecho, el cuerpo muestra un aspecto más proporcionado de que el periodo se ha considerado como la culminación de la transformación del bebé a niño o niña. El desarrollo socio-emocional en la primera infancia. En la primera infancia, las necesidades de los niños aumentan progresivamente, más allá de las necesidades orgánicas. Por tal razón, aparece la necesidad de relacionarse con otras personas, así como el interés por todo lo que integra su mundo circundante, enriqueciendo también su experiencia emocional. Sin embargo, debido a que las emociones de los infantes son muy constantes, ellos suelen pasar de la resiliente en cuestión de segundos. Entre primer y segundo año de edad, los niños son más conscientes de sí mismos, como personas independientes de los demás. Por esta razón, empiezan a decir no de modo sistemático, tratando de diferenciarse de los deseos y las órdenes que reciben del entorno adulto. También se observa una mayor autonomía en sus actividades cotidianas, ya que alcanzan mayor independencia en algunas otras tareas, entre el desplazamiento, la alimentación, el vestirse y el hacer. Entre los dos y tres años de edad, los infantes ya pueden reconocerse en un espejo, nombrar y utilizar el pronombre yo para referirse a sí mismos. Este es un periodo de egocentrismo, puesto que si siguen centrándose en ellos mismos, razón por la que les cuesta comprender las emociones y los afectos de otras personas. De hecho, logran mostrar sus afectos a las personas más cercanas a su entorno y tratan de ser divertidos con ellos, pero pueden sentirse avergonzados o tímidos con gente extraña. De los dos a tres años, los infantes también inician el control de sus defensas. Este paso se da con el apoyo y la seguridad brindados por la madre o por el adulto a cargo, que debe ocuparse de crear un ambiente emocional propicio para el establecimiento de rutinas. Al ser más independientes en sus conductas de alimentación y de higiene, lo que logran hacer es contar con las bases necesarias para la formación de hábitos en esas áreas, así que al final de la primera infancia ya pueden comer solos sin hacer caer los alimentos. La evolución del juego se da como siguiente. Al principio, durante el juego, los niños hacen uso únicamente de objetos reales, luego incorporan juguetes menos realistas, y finalmente avanzan un poco más y se alejan de lo real para pasar a la representación real. Alrededor de los dos años aparece un juego socio-dramático, que consiste en la incorporación de otros en el juego simbólico. A partir de este momento, el juego muestra a los niños ciertas múltiples posibilidades creativas que surgen desde experiencias compartidas. Con ello también tienen la posibilidad de familiarizarse con los problemas sociales, las normas, las pausas, comportamientos, aspectos que contribuyen al proceso de desentración cognitiva y emocional, a jugar con la realidad sin presiones, a liberar tensiones, a promover la creatividad y a manejar la agresión y la destructividad. Segunda infancia, de 3 a 6 años. El desarrollo cognitivo a la segunda infancia. La etapa infantil, entre los 3 y 6 años, es un periodo muy importante del desarrollo del ser humano. Es el momento en que la estructura mental adquiere características propias que se reflejan con los procesos cognitivos. De hecho, a esa edad, los niños cuentan con un proceso de desarrollo cognitivo que se reflejan con los procesos cognitivos. De hecho, a esa edad, los niños cuentan con un repertorio de capacidades básicas, construyen categorías sobre la realidad, resuelven problemas mediante el uso de príncipes y en realidad se utilizan diferentes estrategias para poner algo nuevo. La percepción. En la segunda infancia, debido a la coherencia que se va desarrollando en el contexto secundante, los niños empiezan a percibir el mundo no solo a través de sus ojos, sino a través del lenguaje. Además, al margen de ver los colores, la forma, los tamaños, la textura, también perciben los objetos con un sentido y un significado, dado que el objeto percibido tiene un significado, su percepción depende directamente del grado anterior con el entorno. Por otra parte, entre los 3 y 6 años de edad, el mejor desempeño del proceso perceptivo es despechamente vinculado a la gente. La percepción del tiempo es más compleja, por lo que solamente alrededor de los 4 años los niños pueden utilizar correctamente algunos consejos temporales, entre ellos ayer, hoy, mañana, antes y después. La memoria. De los 3 a 6 años, los niños se desarrollan su capacidad para retener y evocar información previamente aprendida, es decir, su actitud memorística se incrementa, uno de los aspectos que favorece este avance es su capacidad de reconocimiento, entendida como una capacidad para identificar algo con lo que anteriormente se tocó por tacto real. En esta etapa caracterizada por la experimentación, la memoria es aún de tipo objetiva o concreto, es decir, los niños recuerdan mejor los objetos, los dibujos o las imágenes con los que han experimentado las palabras. Su memoria se apoya, por tanto, a la percepción de las relaciones concretas entre los objetos. Otra cualidad desarrollada entre los 3 y 6 años es la memoria lógico-verbal. Esta se inicia a medida que los niños van mejorando el uso del lenguaje y está ligada a su experiencia. Con adquisición de esta capacidad, los infantes logran recordar mejor los cuentos, las descripciones y las canciones más representativas, ya sea con un sentido emocional o según sus necesidades. Igualmente, el almacenamiento del vocabulario en la memoria cobra gran importancia en esta etapa en función de la cada vez mayor adquisición del lenguaje. Por esta razón, recuerda con facilidad los versos de poemas y canciones. El desarrollo del lenguaje... La atención. Este proceso cognitivo permite regular el flujo de información mediante una estructura sostenida, como la memoria. Este proceso cognitivo permite regular el flujo de información mediante una estructura sostenida, compuesta por varios pilares. El examinar el estratégico, la exclusión de estímulos secundarios, la atención sostenida, la atención dividida, la inhibición de la acción impulsiva y la selección de suposiciones de respuesta. Veamos algunas características. Desde el nacimiento hasta alrededor de dos meses de edad, se produce un incremento en la atención sostenida, es decir, en la cantidad de tiempo en que los bebés fijan la mirada en un nuevo estímulo visual. Entre los dos y nueve meses, los bebés disminuyen el tiempo que dedican a mirar. Esto se debe a que a medida que aprenden a examinar mejor los objetos, también pueden cambiar su atención hacia otros estímulos. Con ellos inician el acto estratégico de examinar. La capacidad para una atención conjunta tal vez contribuye a la interacción social, la adquisición del lenguaje y a la comprensión de los estados mentales de las otras personas. Se desarrolla entre los diez y doce meses de edad, cuando los bebés siguen a mirar a los adultos, mirando o señalando en la misma dirección. La atención conjunta se desarrolla lentamente durante los meses de total cuidado proporcionado por la familia, en especial por los padres. En ese tiempo, los rasgos más destacados de un nuevo estímulo son los que capturan la atención del bebé. De ahí que se sugiere, por ejemplo, el uso de objetos coloridos, móviles o sin sonido. La memoria es un proceso cognitivo que permite retener sucesos e información del pasado. Tiene una estructura compleja y es muy sensible a influencias tanto internas como externas. En un sentido amplio, la memoria puede ser descrita como la manera en que los sucesos pasados afectan a las funciones futuras. La memoria empieza a desarrollarse en el primer mes de vida, al mismo tiempo que aparecen los primeros reflejos condicionados mediante la relación entre los estímulos del entorno. El hecho de satisfacer la necesidad de alimentación por medio de la lactancia es el primer recuerdo que registra un bebé, entre otros recuerdos como reconocer olores, sonidos y objetos que ven. Asimismo, empieza a recordar la voz o los besos de su mamá y de su familiar cercano, aunque no los pueda relacionar en el tiempo y en el contexto, como ya le ocurre a los tres meses de edad. ¿Cuándo relaciona un objeto con un biberón, con el hecho y momento de recibir alimento? Basándose en que otras veces sucedió lo mismo en la rutina del día a día. En alrededor de los seis meses de edad, los bebés están más sueltos y exploran su entorno con más frecuencia. Esto los ayuda a reconstruir e incluso modificar sus recuerdos en un tiempo de hasta dos semanas, así como también a perderlos. Igualmente, a esta edad, recuerdan a sus familias más cercanas y aceptan a otras personas a las que ven con menos frecuencia, con las que se sienten seguros y no lloran. Al primer año de vida, los recuerdos de los bebés se hacen más complejos, por lo que ya pueden establecer relaciones usando los sentidos. Ciertamente, una palabra o un sonido corresponderán a algo conocido, por lo que serán capaces de almacenar recuerdos algo más completos y con duración mayor. Es decir, al relacionar causa y efecto, cuando vean que se están armando sus recuerdos, sabrán que se trata de un paseo al aire libre, o si presionan un botón de sus objetos, sabrán que irán música y comenzarán a relacionar palabras con objetos. Recordar el pasado es, en cambio, un proceso más complejo que la memoria de reconocimiento, pues supone evocar algún objeto familiar sin que dicho objeto esté presente y extraerle la memoria. Otro aspecto que favorece el desarrollo de la memoria tiene que ver con el uso de los sentidos. Establecer contacto o hacer que reconozcan lugares recurrentes, entre ellos en la casa de los abuelos, los juegos, los parques y los centros comerciales. El desarrollo del lenguaje en la edad del bebé. El lenguaje es un medio eficiente para que el ser humano se comunique con los demás. Es decir, el lenguaje es un medio para que el ser humano se comunique con los demás. El desarrollo del lenguaje en la edad del bebé. El lenguaje es un medio eficiente para que el ser humano se comunique con los demás. Tiene una naturaleza multicomponencial dado que implica un conjunto de componentes integrados que tienen que ver con el sonido, el significado, la estructura general y el uso diario. Conocer el lenguaje supone manejar uno de esos componentes y combinarlos en un sistema comunicativo flexible. Entre los 0 y 12 meses de edad, el desarrollo del lenguaje se inicia con sonido, que a pesar de ser bastante complejo, permiten a los bebés comunicarse con su entorno antes de ser capaces de utilizar la palabra hablada. De ese modo, el ser humano pasa progresivamente de una forma global de expresión y de comunicación utilizando todo el cuerpo a una manera más diferenciada basada principalmente en la actividad vocal. Influencia del desarrollo del lenguaje El desarrollo cerebral, especialmente de los primeros meses hasta los dos años de edad, es determinante para que los niños y niñas comprendan y aprendan a utilizar el lenguaje con facilidad. En los neonatos, los llantos están bajo el control del tallo cerebral y de la protuberancia anular que se desarrollan casi en su totalidad hasta el momento del nacimiento. Igualmente, gracias a la moderación de algunas partes de la corteza motora que tienen la función de controlar los movimientos del rostro y la laringe, en los bebés va apareciendo el balbuceo antes de aprender a hablar. El habla dirigido a los bebés también se considera fundamental para el desarrollo lingüístico. Consiste en que los padres les hablen de un modo especial, usando diminutivo o empleando palabras cortas con un tono maternal similar al de un árbol en su melodía. Según algunos investigadores, el efecto de ese acto facilita el aprendizaje de la lengua materna. Otros argumentan que ese modo de hablar perjudica el desarrollo lingüístico. Finalmente, el lenguaje abarca un largo proceso de muchos años que empieza a construirse desde el primer mes de vida, ya que los llantos o movimientos reflejos son captados e interpretados por los padres como la expresión de necesidades. O también las emociones que comienzan a adquirir un sentido de comunicación. En efecto, poco a poco, los bebés empiezan a ampliar esas expresiones como maneras de comunicarse con su alrededor. Crecimiento y cambios físicos En las tres fases de la etapa prenatal, germinal, embrinario y fetal, se suceden cambios físicos precisos y con un orden establecido. El zigoto se convierte en embrión y luego en feto, dando origen a un ser humano conforme y con características determinadas, y con un patrón específico y genes particulares. Tales genes producen componentes a partir de un proceso denominado morfogenesis, que ocurre de manera organizada después de la fertilización y durante el desarrollo embrionario, dando lugar al crecimiento físico en micras de células individuales de órganos y de tejidos. Esos cambios físicos son cualitativos, anatómicos o somáticos, en peso, en talla y en perímetro, y suceden bajo los siguientes tres principios, principio céfalo-caudal, principio próximo-distal y principio cubito-dorsal. El crecimiento de los bebés ocurre con mayor rapidez en los primeros meses de vida, con avances importantes en la talla y el peso. Desarrollo psicomotor La capacidad motriz del ser humano se constituye en la base de todo su desarrollo. Gayek define esa primera fase como la etapa de la inteligencia sensorial motriz, porque el pensamiento de los bebés implica el uso de los sentidos y la actividad motriz, ver, oír, mover, saborear, tocar, y así de modo sucesivo y complejo. El desarrollo psicomotor no es otra cosa que la capacidad de movimiento basada en la coordinación entre los sistemas sensoriales, musculares y esqueléticos. Según Chaffee, uno de los desarrollos más notores en el primer año de vida es el progreso de los niños en el control de los movimientos y en el perfeccionamiento de sus habilidades motriz. De hecho, el desarrollo de su capacidad para utilizar los sistemas sensoriales, músculos y esqueléticos para moverse se constituye en el soporte del desarrollo de todas las demás áreas de crecimiento. En un bebé, y permite sentar las bases para el desarrollo cognitivo, el desarrollo del lenguaje y, posteriormente, el desarrollo social y emocional. Después del nacimiento, el sistema nervioso todavía no funciona en su totalidad. Inicialmente trabaja en la parte subcortical basada en las dos funciones que describimos en la tabla, vía de conducción sexiditiva y motriz, y los centros de reflejo con sus aspectos fisiológicos y anatómicos. El desarrollo sensorial y motor se debe a la proliferación dendrítica y a la mielinización axónica, que son las responsables fisiológicas de los procesos observados en los bebés. La mielinización en las vías sensoriales y motrices, primero en la médula espinal del feto y después en el nacimiento de la corteza cerebral, es la base para evitar la aparición y la desaparición de los reflejos primarios. El tránsito de la actividad refleja el desarrollo de las funciones motrices se sucede cuando los reflejos se pierden en el tiempo establecido. Dando la señal de que las vías motrices de la corteza cerebral se han mielinizado parcialmente, permitiendo la ejecución de movimientos voluntarios y el aumento de las reacciones posturales, así como la complejidad de tales funciones. Con el sistema nervioso central, los músculos y los huesos están listos y el entorno les ofrece las oportunidades adecuadas de exploración y de práctica. Los bebés incursionan en esas actividades, demostrando de manera acelerada, durante los primeros meses de vida, el desarrollo del senso neurosensorial en sus capacidades, a medida que se adaptan a su medio. Por lo tanto, el desarrollo psicomotor dependerá de la base genética de los bebés, de su nivel madurativo, de la estimulación y del aprendizaje en la etapa establecida. Favorecido por un contexto adecuado, implica la buena relación afectiva con sus madres, la estimulación sensorial y una buena alimentación. El control postural comienza con el control cefálico y progresa en dirección céfalo-caudal. Este principio se observa en la secuencia de adquisiciones motrices, mientras que en las extremidades se da el principio próximo-digital. Y para los diversos patrones de prevención, se presenta el principio cúbito-radial. Por otra parte, el desarrollo ontogenético motor-grueso está regido por los principios céfalo-caudal como se aprecia en la siguiente secuencia. Empieza con el control cefálico, siguiendo por el control del tronco, va a la bipedestación y termina en la marcha. Desarrollo socioemocional en la edad del bebé Para comenzar el estudio del desarrollo socioemocional, es preciso realizar una consideración previa sobre los términos social y emocional. El primero hace referencia a la relación entre los individuos y la sociedad, al segundo a los estados internos, festeza, felicidad y temor entre otros, como deseos o necesidades que dirigen el organismo. Por tanto, el desarrollo socioemocional es la interacción de un individuo asociado a cambios fisiológicos y conductuales. En cuanto al llanto, este es considerado como una forma inicial de relacionamiento que el neonato lo utiliza para comunicar sus necesidades. Según se sabe, en la etapa del bebé existen algunas variantes diferenciadas de llanto, llanto de hambre, llanto de enojo, llanto de dolor, llanto de frustración, cada uno con características específicas. René Spitz, médico y psicoanalista norteamericano, fue uno de los primeros investigadores que observó la importancia de la presencia de la madre en la etapa que le va de los ceros a doce meses. De hecho, el desarrollo de las reacciones emocionales se constituye en la base de la personalidad de los bebés. Los tres organizadores que propone Spitz son, en resumen, los siguientes, la sonrisa, la ansiedad ante un extraño y la ansiedad ante la separación. La estrecha relación que existe en el desarrollo cognitivo y el desarrollo socioemocional hace que el primer año de vida sea uno de los periodos más importantes porque con él se sientan las bases de la posterior afectividad. Ciertamente, las emociones se constituyen en la primera señal mediante la cual los bebés pueden comunicarse y que los recién nacidos se manifiestan como reacciones incondicionadas. No aprendidas del organismo ante la satisfacción o la insatisfacción de necesidades orgánicas. Análisis de la etapa de aprendizaje En este capítulo vimos que los bebés nacen con una dotación natural, la herencia. Los acontecimientos de la gestación y el ambiente cultural, principalmente, tal dotación se manifiesta con su interacción con el entorno que puede ser favorable o desfavorable. De efecto, conocemos que existe la complementación entre lo constitucional, la experiencia y el ambiente que los niños viven. A partir del primer año de vida, los bebés van estructurando su inteligencia y su personalidad en medio de la interrelación entre lo innato y las oportunidades de su medio. Con ello van desarrollando sus aprendizajes basados en las perfecciones y en los movimientos corporales. De hecho, entre los 0 y 12 meses de edad, los bebés construyen sus primeros conocimientos gracias a la interacción con el medio que los rodea. A través de su actividad también van organizando el medio, es decir, van diferenciando las cosas y van aprendiendo a utilizarlas de manera cada vez más adaptada. Un ejemplo de este mecanismo es la succión, que en tanto es un reflejo biológico, al principio es una mera repetición. Luego implica una diferenciación progresiva ante las situaciones a las que se aplica, pero finalmente generalizarse a todo objeto. Así, la actividad de succionar se convierte en un esquema de conocimiento que se extenderá a todos los objetos que entren en contacto con los bebés, por lo que ellos se pasarán a succionar sus dedos y todo lo que esté a su alcance. Las primeras medidas de conocimiento serán en consecuencia la boca y el acto de chupar. Más adelante, en modo progresivo, los bebés aplicarán las actividades aprendidas a nuevas situaciones e incorporarán objetos para alcanzar sus metas. Con ello, sus conductas ya no estarán relacionadas solamente con sus propios cuerpos, sino también con los objetos que manipulan, golpean y sacuden, entre otras acciones. Las habilidades de intercambio con los demás, de atención y de imitación, hacen que los bebés sean perfectos candidatos para recibir ayuda en su desarrollo, a fin de tener las oportunidades adecuadas y suficientes. Por ello, es relevante destacar que en este proceso de medición resulta imprescindible conocer el tiempo en que los bebés necesitan para la autoestructuración emocional, cognitiva y social con el propósito de dar lugar a un aprendizaje nuevo. Esto significa que debemos respetar su ritmo de aprendizaje. Un parámetro que nos orienta al respecto es el tiempo de atención que oscila entre los 2 y 3 minutos en promedio. Primera infancia de 1 a 3 años El desarrollo cognitivo de la primera infancia Los logros alcanzados durante el primer año en las dimensiones cognitivas del lenguaje psicomotriz y socioemocional cambian fundamentalmente debido a que las actividades que realizan los infantes no son las mismas como tampoco su relación con el contexto circundante. En la dimensión cognitiva durante los primeros años de vida, la mayoría de los procesos cognitivos no están bajo un control consciente, hechos que paulatinamente se van perfeccionando. Esto permite a los infantes adquirir conocimientos más precisos acerca de los objetos del entorno y de sí mismos al igual que interactuar y jugar con lo que los rodea. La percepción Durante el primer año, los infantes aún no pueden distinguir las características esenciales de los objetos. La diferenciación perceptual aparece a medida que en su juego y sus actividades interactúan cada vez más con los objetos. Entre el primer y el segundo año de vida, la percepción visual de los infantes está abocada a la identificación de algunas características de los objetos del espacio y de las formas elementales. En general, son las más llamativas y las que producen reacciones emocionales, pero todavía su percepción no distingue los detalles esenciales de los objetos. De los dos a tres años de vida, los niños alcanzan un mayor reconocimiento de la forma y los colores y empiezan a diferenciar. Hacia el final de esta etapa, los infantes logran seguir visualmente y con precisión al recorrido de los objetos que están a cierta distancia. Esto implica una gran maduración de su sistema visual. La relación entre la percepción y las acciones es una condición indispensable para el desarrollo cognitivo. La percepción del espacio requiere de sensaciones visuales, kinestésicas y táctiles que se van formando a medida que los niños manejan objetos y conocen su forma y su tamaño al utilizar y a jugar con ellos. En esta etapa, los infantes pueden empezar a diferenciar distancia cuando comienzan a caminar solos y a moverse en un espacio más extenso. La percepción del tiempo es más difícil y alrededor de los dos años de vida es todavía indiferenciada. De hecho, las nociones temporales recién se alcanzan en una etapa posterior. El pensamiento, razonamiento, se desarrolla estrechamente ligado a la actividad práctica. Los primeros actos relacionados se manifiestan por medio del contacto con los objetos del entorno y a partir de la generalización de las relaciones y de las conexiones entre los objetos y los acontecimientos reales, como por ejemplo, no tocar objetos brillantes porque se parecen a una olla caliente con el que el infante se quemó alguna vez. A nivel intelectual, el periodo entre los 2 y 18 meses de vida se caracteriza por la aparición de la verdadera exploración, por ensayo y por error. En esta fase se originan las reacciones circulares terciarias que orientan al comportamiento de los niños en el entorno que los rodea. Dado que los infantes no se conforman con los patrones de acción que tenían, ensayan acciones repetidamente para descubrir nuevas relaciones de causa y efecto a la par de nuevos fines. Así, ya no les interesa solamente jugar a lanzar un objeto para aquel que lo recoja, sino que exploran dónde y cómo cae ese objeto cuando lo lanzan con más o menos fuerza, entre otras posibilidades. En esta etapa de la primera infancia, los niños piensan al mismo tiempo que actúan y así realizan su actividad analítico-sintética. Tanto en el análisis como la síntesis de los infantes, se manifiestan en forma de acciones y de modo práctico. Debido a que les resulta difícil dividir un objeto en sus partes o unirlo solamente de modo mental, requieren efectuar acciones necesarias para poder representarlas en su mente. Por tanto, el objeto de su pensamiento es aquello de lo que están haciendo. El pensamiento infantil en esta etapa del desarrollo está estrechamente ligado a la experiencia sensorial directa y a la percepción. Esto significa que los infantes piensan con imágenes objetivas. Por tanto, las generalizaciones a las que llegan están relacionadas con fuentes perceptivas directas y ese entendimiento acerca de los conceptos se basa en las características que perciben directamente los objetos. Es recién entre los 2 y los 3 años que los niños pueden comprender únicamente aquello que se les apoya en su experiencia práctica, pero no pueden representarse a sí mismos, algo que solo les ha sido explicado con palabras, ya que necesitan percibir directa y previamente. En la primera infancia, los niños adquieren las siguientes nociones básicas ampliadamente estudiadas por Cayenne. Noción de objeto, noción del espacio, noción de causalidad, noción de tiempo. El desarrollo del lenguaje en la primera infancia. En la primera infancia, los niños alcanzan muchos logros relacionados con el lenguaje. Con fines prácticos definiremos y dividiremos este periodo en dos momentos de desarrollo. Primer momento, 12-18 meses. En ese tiempo se desarrolla principalmente la comprensión del lenguaje de los adultos dirigido a los niños. Hace los 12 meses de edad que los niños pueden comprender entre 10 y 20 palabras y poco a poco su comprensión avanza tanto que logran llevar adelante tareas sencillas a partir de las instrucciones simples de una palabra, por ejemplo. Dame, ven. A esta edad, los infantes también suelen repetir imitativamente términos que acaban de escuchar para luego poco a poco pronunciar sus primeras palabras. Entre los 15 y 18 meses de edad, los niños pronuncian diversas palabras sueltas y todavía mantienen el verbúceo combinando dos sílabas distintas. Su vocabulario cuenta con alrededor de 10 palabras. En este periodo de las oraciones de una sola palabra, es decir, de palabras sueltas que no solamente nombran objetos sino que pueden expresar ideas completas. A esta edad, los infantes denominan con una sola palabra distintos objetos en base a la generalización que hacen de los rasgos o de las características similares que más les han impresionado, por ejemplo, dicen mamá ante el bozo de su madre. Posiblemente querían transmitir un mensaje como, esa es la cartera de mamá. El desarrollo psicomotor en la primera infancia crece, crecimiento y cambios físicos. El desarrollo físico de los niños de 1 a 3 años tiene características distintivas puesto que la primera infancia y el primer año son los momentos de más rápido crecimiento en comparación con el resto de la vida de la persona. En efecto, en este tiempo, el tamaño de sus cuerpos se hace proporcional al tamaño de sus cabezas siguiendo un proceso continuo hasta alcanzar el desarrollo y las proporciones de los adultos. La mayoría de los niños adquieren desarrollo corporal armonioso, cabeza, tronco y extremidades durante los primeros 3 años de edad. A partir del primer año hasta el segundo, el crecimiento de los infantes continúa rápidamente aunque con menor intensidad que en la etapa anterior. De hecho, los niños crecen entre 12 y 14 centímetros y adquieren entre 3 y 4 kilogramos de peso. Hace el tercer año, su peso se incrementa unos 3 o 4 kilogramos, en tanto que su talla aumenta de alrededor de 5 centímetros. Debido a que en este periodo la actividad física es mayor, sus cuerpos tienden a perder volumen y sus extremidades continúan desarrollando musculatura. De igual manera, sus columnas se enherecen y les permiten caminar erguidos en tanto que sus cuellos se alarguen y se completa la aparición de los nervios. Sus cuellos se alarguen y se completa la aparición de los dientes, que suelen dar al rostro otra apariencia. El aspecto de los pies también cambia debido a que pierden la grasa en el arco plantado. El desarrollo sociomocional en la primera infancia En la primera infancia las necesidades de los niños aumentan progresivamente más allá de los límites de las necesidades orgánicas. Por tal razón, aparece la necesidad de relacionarse con otras personas. Así como el interés por todo lo que integra su mundo circundante, enriqueciendo también su experiencia emocional. Sin embargo, debido a que las emociones de los infantes son muy constantes, ellos pueden pasar de la risa al llanto en cuestión de segundos. Entre el primer y segundo año de edad, los niños son más conscientes de sí mismos, como personas independientes de los demás. Por eso empiezan a decir no de modo sistemático, tratando de diferenciarse de los deseos y las órdenes que reciben del entorno adulto. También se observa una mayor autonomía en sus actividades cotidianas, ya que alcanzan mayor independencia en algunas tareas, entre ellas el desplazamiento, la alimentación, el vestirse y el haciarse. Entre los dos y tres años de edad, los infantes ya pueden reconocerse en un espejo, nombrarse y utilizar el pronombre yo para referirse a sí mismos. Este es un periodo de egocentrismo. Puesto que siguen centrándose en ellos mismos, no son por las que les cuesta comprender las emociones y los afectos de otras personas. De hecho, logran mostrar su afecto hacia las más cercanas a su entorno y tratan de ser divertidos con ellas, pero pueden sentirse avergonzados o tímidos con gente extraña. En esta etapa, el cambio más obvio es el incremento de la actividad representacional. Dado que el lenguaje se desarrolla sustancialmente, el juego pasa a tomar un matiz diferente. Ciertamente, conforme la evolución de los niños, entre su tercer año de vida se observan diferencias en el juego, como en el paso de un juego sensorio-motor variado y experimental a inicio de juego simbólico. Este último nos proporciona un excelente panorama acerca del desarrollo de los niños y niñas, ya que en él se articulan las dimensiones cognitivas del lenguaje, psicomotivas y socio-afectivas. Además, se constituye un medio de expresión y de socialización que conduce a los infantes al conocimiento de sí mismos y al establecimiento de sus vínculos afectivos. Alrededor de los años aparece el juego socio-dramático, que consiste en la incorporación de otros niños en el juego simbólico. A partir de este momento, el juego muestra a los niños las múltiples posibilidades creativas que surgen de esa experiencia compartida. Con ello, también tienen la posibilidad de familiarizarse con los roles sociales, las normas y las pautas de comportamiento, aspectos que contribuyen al proceso de descentración cognitiva y emocional a jugar con la relación de la realidad sin presiones, a liberar atenciones, a promover la creatividad y a manejar la agresión y la destructividad. Análisis de la etapa de aprendizaje. En la primera infancia tiene lugar el perfeccionamiento progresivo de la actividad de la corteza cerebral y, por ende, el desarrollo cognitivo. Esto conduce a que los infantes conozcan y comprendan mejor el mundo en el que viven, así como establecer relaciones mutuas importantes en su entorno social. En la misma línea, el notable desarrollo del lenguaje juega un papel estructurador y condicionante del pensamiento e interviene en el control y la organización de la acción matriz. Los componentes básicos en este desarrollo comprenden la formación del lenguaje, el desarrollo y la comprensión del lenguaje adulto. El desarrollo del lenguaje propio de un niño, en esta etapa los infantes no solo aprenden a combinar fonemas en palabras y oraciones en secuencias comprensibles para los demás, sino que aprenden a conocer y utilizar los significados compartidos socioculturalmente por su comunidad. En síntesis, el desarrollo del lenguaje se caracteriza fundamentalmente por la adquisición de la lengua materna, que es compartida por medio del proceso comunicativo emocional con las personas adultas y estimula a los niños mediante contacto con los objetos y la emisión de sonidos verbales y de gestos. En consecuencia, la comunicación debe coincidir con el sistema de lenguaje empleado por el núcleo familiar y por la comunidad de los infantes. Segunda Infancia de 3 a 6 años El desarrollo cognitivo en la segunda infancia, entre los 3 y 6 años, es un periodo muy importante del desarrollo del ser humano. Es el momento en que la estructura mental adquiere características propias que se reflejan en los procesos cognitivos. De hecho, a esa edad, los niños cuentan con un repertorio de capacidades básicas, construyen categorías sobre la realidad, resuelven problemas mediante el uso de principios o de reglas, y utilizan diferentes estrategias para aprender algo nuevo. La Atención En la segunda infancia, la atención se incrementa, al igual que la capacidad para seleccionar estímulos, diferenciando los más importantes de los que no son. Ciertamente, los niños se concentran en los estímulos importantes y captan los que más les interesan. Esto tiene función con la situación que están viviendo. Luego los procesan y mantienen su actividad en torno a ello. Con esto aparecen las bases de atención voluntaria o intencionada, precisamente porque los infantes comienzan a supeditarse a las tareas o a los propósitos de las actividades. En este aspecto se manifiesta, por ejemplo, en el tiempo de juego. A los 3 años, los juegos no duran más de 20 o 25 minutos, en tanto que a los 6 años pueden prolongarse por una hora o más. Si bien a los 4 o 5 años los niños muestran una constante y dan atención por lo que hacen, esta puede ser fácilmente interferida con otras personas o que estas aparecen en su campo perceptivo, impidiéndole que puedan mantener su atención durante mucho tiempo y en una misma dirección. De los 5 a los 6 años, en cambio, la atención de los niños abarca varios campos perceptivos, posibilitándole formar representaciones simbólicas y recordar experiencias pasadas que pueden expresarse. La Memoria De los 3 a los 6 años, los niños desarrollan su capacidad para retener y evocar información previamente aprendida, es decir, su actitud memorística se incrementa. Uno de los aspectos que favorece este avance es su capacidad de reconocimiento, entendida como la capacidad para identificar algo con lo que anteriormente se tuvo contacto real. En esta etapa, caracterizada por la experimentación, la memoria aún es de tipo objetiva o concreta, es decir, los niños recuerdan mejor los objetos, los dibujos o las imágenes que han experimentado con las palabras. Su memoria se apoya, por tanto, en la percepción de las relaciones concretas entre los objetos. Otra cualidad desarrollada entre los 3 y 6 años es la Memoria Lógico-Verbal. Esta se inicia a medida que los niños van mejorando el uso del lenguaje y están ligados con su experiencia. Con la adquisición de esta capacidad, los infantes logran recordar mejor los cuentos, las descripciones y las canciones más representativas, ya sea con un sentido emocional o según sus intereses. Igualmente, el almacenamiento del vocabulario en la memoria cobra gran importancia en esta etapa, en función de la cada vez mayor adquisición del lenguaje. De ahí que los niños y niñas ya pueden almacenar fácilmente nuevas palabras y sus combinaciones, así como el ritmo de los sonidos y las rimas. Por esta razón, recordan con facilidad los versos, los poemas y las canciones. El Desarrollo del Lenguaje en la Segunda Infancia Durante la segunda infancia, los niños avanzan ampliamente respecto a la adquisición del lenguaje que cada vez se hace más incomprensible, en tanto que la estructura de que utilizan se vuelve más completa. Es al finalizar de esta etapa, seis años, que los infantes alcanzan la estructura básica del lenguaje. En términos del desarrollo del lenguaje, las principales características de este periodo son actitud positiva de los niños para la utilización del lenguaje y de su memoria, la asimilación intensa del vocabulario y la adquisición de las propiedades formales del lenguaje en sus componentes fonéticos, semánticos, morfosintácticos y pragmáticos. Todas las características constituyen la base para el posterior aprendizaje de la lectura y de la escritura. Para los cuatro años ya se produce un abandono progresivo del lenguaje infantil, por lo que, paulatialmente, las construcciones de los niños son más cercanas al lenguaje adulto. En este periodo, su expresión oral se enriquece y su vocabulario aumenta significativamente, alcanzando las 1.600 palabras. Asimismo, logra la comprensión de conceptos de espacios, de tiempo y de números, que también favorece la organización del lenguaje. Igualmente, la estructura gramatical se complejiza con la incorporación de nuevos elementos gramaticales, como las oraciones subordinadas simples. Respecto a la pronunciación a partir de los cuartos de los años infantes, avanzan hacia una diferenciación fonética completa, es decir, la percepción y la producción de sonido en su propiedad. Crecimiento y cambios físicos. Entre los 3 y 6 años progresan rápidamente la coordinación y el desarrollo muscular. De hecho, las características físicas de los niños adquieren una apariencia más saludable, por lo que se torna más atlético. El tronco y las extremidades superiores e inferiores se alargan, el abdomen grande propio de los primeros 3 años de vida se reduce y los sistemas esqueléticos y musculares evolucionan, mostrando mayor fortaleza del cuerpo. De igual modo, los sistemas respiratorios y circulatorios se vigorizan. En esta perioda, el crecimiento inicia un ritmo lento y estable, con un avance progresivo que sucede como se describe a continuación. A partir de los 3 años hasta aproximadamente los 6, el incremento del peso alcanza los 25 kilogramos, en tanto que la talla aumenta de 50, aumenta aproximadamente 50 centímetros. Estos cambios se diferencian según el sexto, siendo los varones algo más altos y pesados que las mujeres. La estatura referencial oscila entre 95 y 110 centímetros de talla, entre 14.5 y 19 kilogramos de peso. Paralelamente, todo el sistema del cuerpo humano, respiratorio, muscular, óseo, nervioso, circulatorio, entre otros, se encuentra en un proceso de maduración, etapa en la que también aparece la dentición. En la segunda infancia, el crecimiento físico está directamente relacionado con la calidad de vida y la salud familiar y social, y cuán saludables y estimulantes son en el contexto en el que se desenvuelve. En efecto, en ese periodo, adquiere especial importancia la nutrición, que deberá proporcionar los aportes energéticos necesarios para promover un crecimiento saludable. En promedio, niños de 4 a 6 años necesitan aportes energéticos de 1.800 kilocalorías diarios. El desarrollo emocional en la segunda infancia. Debido a las características propias de la edad entre 3 y 6 años, los niños muestran una marcada tendencia a la autonomía y a la interiorización de las normas y sus valores sociales. Al aprender de la experimentación social, es decir, de la comprensión de los efectos de su propia conducta y la de los demás, los niños salen de sí mismos, establecen su propio modo de relacionamiento social. En este periodo, el rol de la familia y el valor de la conducta social en los infantes. En esta etapa, el desarrollo socioemocional también está influido por otro agente importante de socialización, los medios de comunicación. El acceso a ellos, de hecho, potencia el conocimiento de los valores y las normas sociales. En ese sentido, resulta útil secuenciar este tipo de desarrollo en función de la edad, la edad de los niños. Alrededor de los 4 y 5 años, los niños empiezan a valorar su grupo de amistades y quieren ser como ellos. Así mismo se manifiesta la competitividad, por lo que buscan destacarse e iniciar la división de grupos por sexo, dando lugar a un nuevo proceso de identificación. Después de los 5 años, en cambio, comienzan a controlar las actividades de los niños, así como conformar grupos de amigos siguiendo un propósito y según las normas creadas por ellos mismos. El juego ya no es solamente la imitación de roles familiares, sino representación de figuras simbólicas de poder, héroes e ídolos empedidos de su entorno social. Así mismo, los juegos son diferenciados las de las niñas y las de los niños. Por lo tanto, los niños a esta edad encuentran interés y gusto para desarrollar la creatividad, al tiempo que muestran el grado con el resultado de sus actividades y las comparan con sus amigos. En esta etapa, suelen usar más valor y expresar sus deseos, sus sentimientos y sus dificultades. También manifiestan interés en las actividades de los niños. Tercera infancia, de seis a nueve años. Desde el nacimiento todas las áreas de desarrollo humano van evolucionando y se van implicando entre sí. De hecho, cada dimensión tiene cierta primacía en las diferentes etapas que destacan sobre los otros. Alrededor del primer año y medio hasta los tres años de edad son el lenguaje, la socialización, la efectividad y la cognición los que sobresalen en el ámbito de desarrollo humano. Entre los tres años y medio a los seis el desarrollo general está marcado por avances considerables y aspectos que matizan los aprendizajes propios de cada etapa. La perfección, sin duda alguna la perfección influye en gran medida y está influenciada por las dimensiones socioemocional, psicomotriz cognitiva y de lenguaje. Es precisamente en la tercera infancia que dicha implicancia cobra mayor sentido y se torna más compleja. Así los niños son capaces de crear mayor información del medio que los rodea enriqueciendo su estructura cognitiva. Uno de los procesos de avance en esta etapa está relacionado con la perfección visual. Efectivamente, alrededor de los siete años los niños desarrollan la capacidad para poder diferenciar las características del entorno. De ahí que al percibir la forma de los objetos pueden percibir los detalles de tales objetos. Principalmente en este periodo comienzan a relacionar las partes y el todo, aunque para ello aún dependen de la experimentación y de su conocimiento. Es decir, logran percibir un objeto por sus partes cuando está desconocido y son capaces de percibir el todo cuando se trata de un objeto conocido. La perfección auditiva es un sistema que permite a los niños recordar elementos presentados en un orden específico, en la capacidad para dirigir su atención a buenos estímulos auditivos relevantes y tanto la comprensión como la asimilación de combinaciones de sonidos para formar un todo. La trayectoria del desarrollo perspectivo en la tercera infancia es asumida como una tarea de perfeccionamiento único y complejo.

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