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Tilines Insanos: Leyendas argentinas

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Demian Molina

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This is a collection of two spooky legends from Argentina. The first is about the "soul mule," a cursed woman who turned into a plomizo-colored mule and roams the streets at night. The legend tells of her hope to be redeemed by a brave man. The second legend is about a young woman named Felicitas Guerrero, who tragically died after rejecting a suitor. Her family built a chapel in her honor, and it is believed that her curse prevents her from resting in peace. These legends explore themes of morality, love, and death. Buenos días, tardes o noches. ¿Cómo les va, tilinas y tilines insanos? Espero que bien. En este espacio les contaremos historias y relatos de género tenebrosas que serán tanto perturbadoras como conmovedoras. Los invitamos a escuchar y a sumergirse en estas historias que quizá sean más cercanas a ustedes de lo que parece. Ahora apaga la luz porque estás escuchando el relato de los tilines insanos. El alma mula. Cuenta la leyenda de una mujer que cometió incesto junto a su hermano, su padre y el cura del pueblo. Nunca se arrepintió de ello, tampoco ninguno de los tres individuos. En castigo fue maldecida por Dios, quien la convirtió en una mula de color plomizo que arrastra unas pesadas cadenas. Era muy peligroso ya que podía matar a cualquiera que la encontrara en medio de la noche. Dicen que vaba por las calles, en los montes espesos y recorre las poblaciones en los días de tormenta. Según dicen, su viaje termina en la puerta de la iglesia del pueblo más cercano, desde donde emprende nuevamente su carrera, largando fuego por los ojos y la boca. Dicen que la razón de que el alma mula lleve una gran cadena, que además produce un gran ruido, es la representación del peso de sus pecados, pero también sería la esperanza que tiene ella de que algún día un varón valiente la logre sofrenar, venciendo el miedo y así el ritual para que su alma pueda viajar al cielo. Otras tradiciones indican que el poder de su maldición afectará a todas las personas que tengan relaciones inmorales y no se arrepientan de ello. Otros dicen que para evitar que la mula mate a la persona con la que se ha cruzado, se debe contener el miedo y ser valiente. Los fantasmas de Buenos Aires La ciudad de Buenos Aires es generosa en relato a los fantasmas. En casi todos los barrios los vecinos creen que hay lugares donde habitan espectros, casas con fachadas grises y ventanas cerradas al mundo exterior. Túneles misteriosos, ovejas iglesias guardan historias de antiguos habitantes que, según dicen, aún merodean para dar testimonio a su tragedia. La que se murió de amor El padre de Felicitas Guerrero concertó la boda de su hija, una rica y hermosa joven de 16 años, con Martín de Asaga. La pareja llevó una tranquila vida por un largo tiempo. Tuvieron un hijo, Félix, y los tres disfrutaron de la familia que habían formado. Pero la desgracia tocó la vida de Felicitas. Durante la epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires, murió Félix. Poco después, en 1870, nació su esposo. Varios enamorados costejaron desde entonces a la joven viuda. Felicitas rechazó a Enrico Campo y anunció su boda con Samuel Sáenz Valiente, quien había logrado que la joven volviera a creer en el amor y la felicidad. El 29 de enero de 1872, cuando regresaba a su quinta, en el corazón de barracas, le anunciaron a Felicitas que Enrique la estaba esperando. Cuenta también que ella no deseaba verlo, pero decidió recibirlo. Se escucharon gritos y la amenaza de Enrique, que decía, te daré una y mil veces la muerte. Luego se hicieron dos disparos. Cuando la familia llegó, la joven agonizaba en el piso y Ocampo estaba con el revolver en la mano. En la mañana del día 30, Felicitas murió en los brazos de sus padres. Ellos decidieron recordar a su hija construyendo una capilla en la Casa Isabel la Católica 520, en el barrio de barracas, justo detrás de la casona donde ocurrió la tragedia. La capilla se abrió a la comunidad después de cuatro años del crimen con el nombre de Santa Felicitas, martir del siglo II. Aseguran que la maldición del asesino aún impide a Felicitas descansar en paz. Lo cierto es que cada 30 de enero, los enamorados no han hechado de campañuelos o cintas blancas atados a las rejas de la iglesia, como fue en el amor. Se cree que si las lágrimas de Felicitas humedecen a los españoles, se cumplirán los deseos y el amor llegará para siempre. Con esto concluimos los relatos de leyendas argentinas, El alma mula y Santa Felicitas. Ahora les pregunto a ustedes, ¿qué les parecieron estos relatos? ¿Cuentan con algún testimonio o vivencia de algún suceso similar? ¿Creen que hay alguna reflexión detrás de esto o podemos significar estas historias? Como sabemos, El alma mula transcurre en Santiago del Estero, en el noroeste de nuestro país, mientras que la leyenda de Santa Felicitas viene es propia de Buenos Aires. Estas leyendas tratan cuestiones de la moralidad, el amor, el desamor y las ironías de la muerte. Me es difícil dimensionar la imagen de estas criaturas, es algo más allá de nuestra percepción como seres humanos, pues son excepciones y solo excepciones en donde el mundo de lo sobrenatural y lo ordinario pueden verse por el rabillo del ojo, pues ignoramos el auge de no dos sino un mundo en un conflicto constante. Ahora bien, encontramos ciertas similitudes en donde la historia y la cultura se combinan de muchas maneras. Felicitas Guerrero o Felicitas, además de ser una joven cuyo cuerpo descansa hoy en el cementerio de la Recoleta desde hace más de un siglo, siendo su nombre bautizo de la Capilla de Santa Felicitas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Felicitas, y hago énfasis en este nombre, también fue una devota cristiana del siglo II después de Cristo, desde el Imperio Romano. Fue viuda con siete hijos, consagrándose al servicio de la iglesia y posteriormente siendo su figura recordada en la religión católica. Podemos decir que nosotros también contamos con unas felicitas en nuestra tradición. El alma mula, tatacuña o la mula frailera, por otro lado, guarda cierto parecido con otras leyendas como la llorona o el chupacabras, pues sus lamentos son peso del divino castigo. Este relato, si bien es común de Santiago del Estero, también podemos encontrar versiones similares en el resto de las provincias o en países vecinos como Chile, Bolivia o Brasil. Estas leyendas, más que relatos de horror, como toda leyenda, son la conjunción de cultura, hechos y enseñanzas, en donde la ficción muchas veces puede jugar con el destino de las personas.

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