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The transcript discusses the challenges and benefits of cooperative learning in the classroom. It mentions that teachers may struggle with implementing this method due to a lack of knowledge about cooperative strategies and fear of losing control. The transcript suggests using various cooperative learning methods such as puzzles, peer tutoring, group work, and group research. It also highlights the importance of emotional intelligence in education and provides strategies for promoting emotional awareness and empathy in students. Overall, cooperative learning is recommended for language classrooms as it improves the learning process and promotes positive relationships among students. En cuanto a la perspectiva del profesorado, también hay que apuntar varios aspectos que suelen dificultar la integración del aprendizaje cooperativo. Por un lado, el desconocimiento de las estrategias y por otro lado, el miedo a perder el control del aula cuando el alumnado toma las riendas muchas veces de su aprendizaje. Para la concreción de las estrategias de aprendizaje cooperativo en el aula L, apostamos por una selección de diferentes métodos cuya efectividad en la enseñanza de lengua ya ha sido probada. En cuanto a la perspectiva del profesorado, también hay que apuntar varios aspectos que suelen dificultar la integración del AC. Según Sonia Casal, diferentes investigadores han apostado con éxito por una combinación de métodos de aprendizaje cooperativo como STAD, Student Team Achievement Division, rompecabezas, grupos de discusión, trabajo en parejas e individual. En estos métodos consideramos cuatro fundamentales, rompecabezas o puzzles, tutoría entre iguales, aprendizajes por equipos de estudiantes, aprendidos juntos e investigación en grupo. Además, también existen otras técnicas del aprendizaje cooperativo bastante conocidas y fáciles de integrar en el aula como lápices al centro, un 2-4, cabezas numeradas y la mesa redonda. Estas estrategias no solo sirven para trabajar con proyectos, sino también para llevar a cabo la evaluación y trabajar con rubricas, por ejemplo. Estos son algunos ejemplos de su aplicación al aula de L, rompecabezas. En un grupo de tres alumnos se reparte un texto dividido en tres partes que los alumnos tienen que leer y ordenar. Después tienen que contestar una serie de preguntas de comprensión sobre el texto. Cada uno de ellos responde a una pregunta y pasa la ficha a otro compañero que responde la siguiente. Una vez completada, se leen las respuestas en el grupo, se discute sobre ellas y se corrigen los fallos que puedan tener. Aprendizaje por equipos. Un ejemplo son los torneos de juegos por equipos que resultan muy útiles para repasar contenidos que han tenido que estudiar previamente. El profesor lanza una pregunta que puede ser, por ejemplo, un verbo a partir del cual tienen que recordar sus formas irregulares y crear una frase con ellos. El equipo que primero termine de elaborar las frases correctamente gana, o por turno se pasa de un equipo a otro que van sumando puntos por cada intervención correcta. Al final, se suman los puntos de cada equipo y se asigna una nota grupal según los puntos conseguidos con respecto al resto del grupo. Dentro de este método también se enmarca la lectura y escritura cooperativa integrada, puesta en práctica por Stevens, Maiden, Slavin y Farnish en 1987. Este método resulta muy interesante para el aula de español lengua extranjera ya que se trabajan textos en grupos de alumnos donde cada alumno puede tener que resumir un párrafo a otro alumno o corregir el texto o crear un texto a partir de las producciones individuales. La técnica de mesa redonda resultó muy útil en el aula DL en la producción de textos en grupo ya que no sólo implica la creatividad individual sino también precisa de la discusión y negociación de diferentes ideas. En resumen, el aprendizaje cooperativo es una metodología activa muy recomendable para el aula de lenguas y por tanto también supone incorporar estrategias muy beneficiosas para el proceso y aprendizaje del español como lengua extranjera. Y aparte de la responsabilidad individual, la interdependencia positiva, la interacción simultánea y la participación equitativa, nos habla de los papeles de los profes. Estructuran las secuencias y organizan las dinámicas, observan, acompañan, analizan y realimentan los procesos y el trabajo de los estudiantes. Los estudiantes, nadie puede hacer el trabajo por ti, no se debe hacer siempre lo que uno diga, cada uno aporta responsablemente su trabajo, el cual por supuesto es ampliado, modificado o matizado por sus compañeros. Todos tenemos responsabilidad compartida en los aprendizajes de los demás, todos nos animamos, apoyamos y corregimos mutuamente, tanto en las producciones académicas como en nuestro compartimiento y actitud. Elementos para la organización interna, cargos y funciones, todos tendremos un rol claro y bien definido dentro del equipo que serán complementarios y rotativos para asegurar la interdependencia positiva. Planes de equipo, cada uno nos proponemos unos objetivos a lograr, así como los compromisos individuales para el periodo de tiempo que dure el proyecto de aprendizaje, educando así la responsabilidad individual. Revisiones periódicas, cada equipo autoevaluaremos periódicamente nuestros objetivos para conocer los conseguidos y tomar las decisiones oportunas para mejorar. Otra metodología, estrategias metodológicas para la educación emocional. El trabajo en grupos cooperativos ayuda a mejorar significativamente el clima afectivo del aula, ya que facilita la interacción y mejora las relaciones personales. El tratamiento de la competencia emocional y su influencia en el aprendizaje enlaza directamente con el DUA y con el aprendizaje cooperativo, siendo en ambos modelos el componente emocional muy importante. Mora, 2013, asegura que aprendemos lo que nos emociona y ese binomio emoción-cognición es indisoluble. Cuando integramos la educación emocional a nuestra metodología, estamos trabajando algunos de los elementos que componen la inteligencia emocional definida por Daniel Goldman 1991. Para este autor, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas, descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales. Estos procesos deben darse tanto en la percepción de uno, una misma misma, como del otro y otra. Esto es, reconocer y comprender nuestras emociones y la de la persona con la que estamos interactuando y regularla conforme a lo que sentimos o sienten los demás. Es importante tener presente que en los que más se van a centrar los esfuerzos con los alumnos es principalmente en la capacidad de comprender y regular las emociones. Sin embargo, reconocer la emoción no es siempre sinónimo de poder comprender el motivo, ni mucho menos qué hacer para poder liberarla. En el ámbito que nos ocupa, el aula, es importante generar un ambiente adecuado para que los alumnos puedan expresar de una manera abierta sus emociones, disminuir la sensación de distancia emocional entre profesor y alumno y entre los propios alumnos es muy importante, siempre en un ambiente de respeto y nunca de temor. Una programación en la que se tengan en cuenta las emociones puede ayudar a 1. Mejorar el clima y las relaciones inter-intrapersonales, hacer que el alumnado esté mejor integrado, aumentar la motivación y el fortalecimiento de la confianza, reducir la ansiedad, incrementar la autoestima y el autoconcepto del alumnado en una situación de vulnerabilidad emocional. La labor del docente no consiste pues en enseñar sólo contenido, sino en que todos y cada uno de los miembros que componen su clase sea capaz de aprender en un entorno motivador, sin ansiedad y donde prime un buen clima del aula cooperativo en el que se comprendan, ayuden y entre todos mejoren según sus posibilidades. Algunas de las muchas estrategias para estimular la inteligencia emocional en nuestro alumnado pueden ser 1. Dejar que nos expresen sus sentimientos y emociones y como adulto escuchar y expresar las propias. Es bueno estimular la afectividad a través de la expresión del sentimiento positivo y también aunque sea más difícil aún de las emociones negativas. Hay que nombrar a las emociones por su nombre e identificarlas. Por ejemplo, Juan me ha respondido así porque siente frustración, decepción, enfado, ¿verdad? 2. A veces las cosas más sencillas de hacer son las que mayor impacto causan en nuestro alumnado. Dar un abrazo, dedicar unos minutos, aunque tengamos prisa y escucharles con atención y comprensión. El diálogo ayuda a neutralizar filtros emocionales. 3. Fomentar la reflexión sobre un sentimiento antes de reaccionar de forma violenta, por ejemplo. Al mismo tiempo, podemos felicitarles cuando se enfrente con una emoción negativa de manera adecuada. 4. Reconocer su trabajo les motivará y a su vez imitarán este comportamiento con otros compañeros o compañeras, todo ello validado al optimismo y la autoestima. 5. Fomentar la empatía señalando con firmeza que algo está mal cuando una acción es negativa y ayudarles a ponerse en el lugar de la otra persona y a pensar cómo se sentiría él o ella en aquella situación. 6. Sembrar la idea de que la mejor manera de solucionar conflictos es conversando, no agrediendo ni física ni verbalmente a la otra persona. 7. Los docentes debemos ser siempre modelos de lo que decimos y enseñar con el ejemplo, aplicándonos estas estrategias nosotros mismos, por ejemplo, empatizando con nuestro lado e intentando comprender sus reacciones y sentimientos según su desarrollo evolutivo emocional. 8. Utilizar actividades cotidianas como contar anécdotas, problemas vividos y debatir sobre cómo se resolvieron y diseñar tareas que permitan vivenciar y reflexionar sobre los sentimientos como la proyección de películas, la lectura de poesía y narraciones, el análisis de obras de artes, producir textos creativos, relatos, poemas o artísticos y las representaciones teatrales.