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The speaker reflects on a difficult week with exhausting work and many responsibilities at home. They find comfort in the words of Matthew 11:28, where Jesus offers to carry their burdens and give them rest. The speaker emphasizes the importance of learning from Jesus' example of humility and meekness. They explain that taking on the yoke of Christ means following His teachings and living as He does. The speaker encourages the listener to embrace humility and obedience to find true peace and rest. They also highlight the lightness of Christ's burden compared to the weight of sin. The speaker urges the listener to live out these teachings and find solace in God's law, which brings wisdom and joy. They conclude by reminding the listener to let Christ carry their burdens and to follow His yoke with meekness and humility for a life of true peace and confidence. Cristo llevará nuestra carga, ¿y nosotros llevaremos la Suya? Era una semana complicada. El trabajo parecía ser agotador. En casa había muchas actividades. Apenas se quedaba el tiempo para estar con la familia y los seres queridos. El sueño parecía ser muy corto. Encima de todo, los problemas no dejaban de aparecer. Pero entonces recordé. Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Entonces vino paz a mi corazón. Por fin, alguien parecía tener genuino interés en querer ayudarme a cargar con todo lo que estaba llevando. Me sentí aliviado. No podía ser otro más que Cristo, el Hijo de Dios. Mateo 11, en el versículo veintiocho, dice, «Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga». Querido oyente, sólo Cristo puede llevar las cargas que nos hacen terminar tan desgastados, pero no quisiera terminar este mensaje sin decirte que Cristo, aunque se ofreció a llevar tu carga y la mía, también dijo, «Aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón». No puede haber una mejor enseñanza que puedas traer a tu vida que no sea la de poner en práctica la humedad y la mansedumbre. Es por tener un corazón humilde que se recibe la gracia de Dios. Es por ser humilde que hay una promesa de bienaventuranza. Es por ser humilde y manso que puedes encontrar el tan anhelado descanso que busca tu alma. El yugo de Cristo es fácil. ¿Por qué es fácil? Bueno, primero entendamos la palabra yugo. Yugo es aquel instrumento de madera usado en las actividades del campo con el que se une a dos animales, por ejemplo dos mulas o dos bueyes, para que arrastren o tiren de un carro o conduzcan el timón del arado. Si estos animales estuvieran sin yugo, cada uno se iría por su lado. Por lo tanto, Cristo, con Su ejemplo tan básico como este, nos está diciendo que llevemos Su yugo, refiriéndose a Su ejemplo y a Su enseñanza, que caminemos de la forma que Él lo hace, que hagamos lo que Él hace también. ¿Sabes? Realmente no hay nada que perder al intentarlo. Se escuchó de Cristo en dos ocasiones que Dios dijo, Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Y también dijo, A él oíd. Por lo tanto, si tú o yo tomamos con seriedad las enseñanzas de Cristo, agradaremos con seguridad a Dios. Si por casualidad estás suponiendo que seguir las enseñanzas de Cristo para ti va a ser algo pesado, este mismo pasaje nos dice lo contrario. Nos dice que su carga es ligera. ¿Por qué es ligera? Porque la Biblia nos enseña que lo que realmente es pesado en nuestra vida es el pecado. Hacer las cosas que están mal es lo que trae malas consecuencias. ¿Ves qué sencillo es? Resistirnos a obedecer a Dios es lo que nos priva de la verdadera paz. Pero los mandamientos de Dios, Su ley, que es santa y perfecta, Sus testimonios y Sus juicios son más dulces que la miel. Permite que te lo lea. Pon atención, escucha y reflexiona. El Salmo diecinueve dice que la ley de Dios es perfecta, que convierte el alma, que el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Dios son rectos, que alegran el corazón. El precepto de Dios es puro, que alumbra los ojos. El temor de Dios es limpio, que permanece para siempre. Los juicios de Dios son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado, y dulces más que miel, y que la que destila del panal. No obstante, aunque te haya dicho todas estas palabras, si tú ahora estás en una situación difícil, si estás afligido, si te sientes cargado de cosas y no ves la salida, no te quedes solo con lo que has escuchado. Tienes que vivirlo. Tienes que vencer el pecado siguiendo las enseñanzas de Cristo. Escúchalo a Él. Ya nos dijo a ti y a mí que Él llevará toda esa carga, pero que debemos seguir Su yugo y llevar Su carga con mansedumbre y humildad. Es decir, de buena manera, sin rechistar, sin oponernos a ello, y todo esto junto nos traerá vida y verdadera paz, a tal punto que tendremos días como los que el salmista declaraba. Diremos, en paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque sólo Tú, Señor, me haces vivir confiado. Saludos, y que Dios te bendiga.