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Transcription

A government worker goes to a remote village in the mountains. He hears strange noises and is warned by a local that giant frogs, created by witchcraft, roam the area. These frogs only move when the sun is not shining on them. The worker experiences the noises and runs back to his car, vowing never to return alone to the mountains. Los sapos gigantes de la sierra. Hola, soy un trabajador del gobierno, y me encargo de checar cómo vive la gente que vive muy lejos de la civilización, a lo cual un día me tocó ir hacia esa sierra. Lo que pasa es que en la camioneta no llega hasta abajo donde están las chozas del pueblo, así que tengo que caminar desde cierto punto. Me encontraba caminando para bajar al pequeño pueblo cuando me di cuenta que desde abajo de la sierra se escuchaba como un grito de una vaca, pero más grave, a lo cual se me hizo extraño porque las vacas no llegan hasta abajo de la sierra. No me presté mucha importancia ya que quería irme de ahí lo antes posible, ya que nunca me había gustado ir a la sierra, por las mismas historias que me cuentan de ahí. Llegando al pueblo, no había casi nadie que hablar en español con fluidez, pero un señor ya de la tercera edad me ayudó a traducir lo que era. Bueno, pero a la vez me gastaba mucho tiempo cuando íbamos por la mitad de las chozas. Yo comenté a la persona sobre el ruido que había escuchado hace rato, a lo cual mi guía lo tradujo y sin importar nada, la persona que vivía ahí me cerró la puerta en la cara. Sin saber lo que estaba pasando, el señor me dijo, hijo, tú no eres por estas zonas, ¿verdad? A lo cual respondí que no, y él me dijo seriamente, será mejor que te vayas rápido, porque aquí cuando dan las cinco de la tarde se cierran todos en sus casas y no salen hasta la mañana siguiente. Yo quería respuestas de lo que estaba pasando y de lo que fuera que hiciera esos gritos, así que pregunté al señor que qué es lo que estaba pasando, y él empezó a contar que eran los sapos que hacían ese ruido. Pero no eran cualquier tipo de sapos. Que éstos eran los más pequeños, del tamaño de un niño de diez años, y los más grandes medían casi un metro y medio de altura, y que éstos se llevaban a la gente, te lograban atrapar, ya que éstos son creados por personas que practican la brujería, y que para dar la vida a uno de éstos sapos necesitan la vida de una persona. Inmediatamente, mediante el día, están móviles como si fueran estatuas, y que mientras éstos les diera la luz del sol se quedarían así. Pero al momento de que el sol no los tocara o no llegara a tocar, se volverían de piedra a carne, y se moverían por eso mayormente salen de noche, o cuando la sierra está rodeada de árboles que tapan el sol. Después de decirme eso, me dijo que me fuera de ahí, porque nadie me daría el ojo, ya que no te conocen, y si crees buen muchacho, pero a lo mejor será que te vayas, y yo te acompaño. Eso me dijo él. Por alguna razón me dijo que si escuchaba los mismos ruidos, que por ninguna razón volteara y que siguiera mi camino, que me alejara de lo más posible de cualquier tipo de sombra, o que aunque sea algo insignificante, me moviera de ahí lo más rápido que pudiera. Me dejó por la mitad del camino, y él regresó al pueblo rápidamente. Yo estaba yendo hacia su casa, hasta la camioneta, cuando los ruidos empezaron a sonar, pero esta vez más cerca de mí, a lo cual corrí una distancia aproximada de cuarenta metros. Se me empezó a escuchar como si sacos de arena se dejaran caer desde un lugar muy alto. El ruido era bastante seco, y sonaba durante toda la sierra. Llegué a mi camioneta y salí de ahí lo más rápido posible. Desde ahí nunca más he vuelto a ir solo a esos lugares. Siempre llevo un audio durante que sepa de esa zona para que estemos más seguros, pero ese día lo recuerdo muy bien, como si todavía estuviera corriendo, y como si estuviera escuchando ruidos. No sé qué podría ser, pero ojalá no me hubiera ido ese día a la sierra.

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