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Hola, hola y bienvenidos a El Refugio. En el día de hoy os vamos a contar la historia de un monje chino. Esta es la historia de un pobrecito monje chino. Estaba triste y solo en su templo cuando de repente llegó un individuo sorprendido. De repente, el chinito, mientras estaba descansando en sus aposentos, escuchó un estruendo proveniente del templo principal. El chinito, preocupado, bajó rápidamente al templo, miró hacia los lados, pero no vio nada. De repente miró al centro y vio en la estatua de un antiguo monje chino, un individuo de lo más peculiar. El individuo le saluló de una polva muy grotesca. El chinito, manteniendo la calma, le preguntó, ¿De dónde vienes tú, extranjero?, que viene alevatando todo lo que encuentra a su paso. Pues primo, pues yo vengo de mi casa, ¿de dónde voy a venir chino? Y primo, una pregunta, ¿y esto de oro de dónde es? ¿Qué es? ¿Lo puedo tocar? ¿Yo ves? Es muy bonito todo aquí, todo brillante, me encanta. Después de esto, el chino ya en fulesilo, empezó a gritar de manera muy deshonrada a la extranjera, a lo cual, él ya se asustó, tocando una estatua girante de un mope chino. A toseguirlo, la estatua empezó a tambalearse, y a toseguirlo, saliéndose de nuevo encima del altar del monje chino. El chino triste, empezó a llorar, pidiéndole a los dioses que por favor se fuese de aquí, a lo cual, de la estatua lota, manó una gran cantidad de dinero. El chinito feliz, con el poder de recuperar todas las estatuas lotas, le dio las gracias al nuevo individuo, porque era tanto dinero que podía reformar todo su templo chino. Bueno, y aquí termina la historia del monje chino pobre y la gitana loca. Esta historia nos enseña que no hay que tratar mal a las personas sin antes conocerlas, porque te pueden suceder cosas buenas. Muy bien dicho, pequeños altamontes. Recordad, tratad bien a las personas para que sucedan cosas buenas, pero si tratáis mal a las personas, os sucederán cosas malas.